Dejarse llevar - Sarah Mccarty - E-Book

Dejarse llevar E-Book

Sarah McCarty

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Beschreibung

Segundo relato de 10 Secretos de Seducción. Marc y Becky dejaron atrás la vida real y se refugiaron en una cabaña aislada en el bosque. Por unos días, olvidaron el trabajo, las mascotas y las distracciones. Lo único que tenían para pasar el rato era un buen fuego en la chimenea, sus más ardientes fantasías y una caja llena de juguetes eróticos especialmente diseñados para satisfacer… Sin embargo, no habían planeado aquella escapada tan solo para conseguir un poco de diversión en la cama. Se habían propuesto terminar con todas las inhibiciones que quedaban entre ellos… si Becky era capaz de aprender a dejarse llevar.

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Seitenzahl: 41

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Editado por HARLEQUIN IBÉRICA, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

© 2007 Sarah McCarty. Todos los derechos reservados.

DEJARSE LLEVAR, Nº 17 - noviembre 2012

Título original: Letting go

Publicado originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

Traducido por María Perea Peña

Editor responsable: Luis Pugni

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con permiso de Harlequin Enterprises II BV.

Todos los personajes de este libro son ficticios. Cualquier parecido con alguna persona, viva o muerta, es pura coincidencia.

™TOP NOVEL es marca registrada por Harlequin Enterprises Ltd.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

I.S.B.N.: 978-84-687-2249-8

Imagen de cubierta: KMITU/DREAMSTIME.COM

ePub: Publidisa

DEJARSE LLEVAR

SARAH MCCARTY

El coche se detuvo delante de la cabaña oscura. La luz blanca de la luna, que se reflejaba sobre la nieve recién caída, ponía de relieve el aislamiento de aquella casa de madera situada a los pies de la montaña. Era perfecta. Remota. Confortable. Y era suya para todo el fin de semana. Nada de trabajo. Nada de mascotas. Nada que pudiera distraerlos a uno del otro.

La inusitada timidez que la había dominado durante aquel viaje de cuatro horas se disparó cuando Marc apagó el motor. Lo cual era ridículo; llevaban un mes planeando aquel fin de semana. Allí no iba a pasar nada que no hubieran esperado con impaciencia, pero ahora que había llegado el momento de hacer realidad las fantasías, a ella le daba por ruborizarse. Ella, la mujer que nunca se sentía azorada ni intimidada. La mujer que nunca perdía el control.

Becky fingió que tenía interés por el paisaje cuando se abrió la puerta del conductor. La mirada de Marc se deslizó por su cuerpo como si fuera una caricia y avivó sus inseguridades, al plantearle preguntas silenciosas que ella no quería responder. Los nervios y la impaciencia le atenazaron el estómago, pero ella disimuló su incomodidad. Marc suspiró al abrir la puerta.

–No tenemos por qué hacer esto, ¿sabes?

Ella respondió en un tono tan neutral como su expresión.

–Sí, sí tenemos que hacerlo.

Porque estaba harta de no ser quien quería ser con él.

–Entonces, ¿por qué no me haces caso?

Becky se quedó mirándolo. ¿Marc pensaba que ella lo estaba ignorando? Respiró profundamente, para relajarse, y percibió el olor del aire libre… y el de Marc. Ambos eran limpios y frescos, y para ella, estaban inextricablemente unidos. Tal vez porque se habían conocido en una excursión en kayak, pero con más probabilidad, porque el hombre era tan elemental como el bosque que los rodeaba.

Relajó las manos; ni siquiera se había dado cuenta de que estuviera apretando los puños. ¡Dios Santo! No era de extrañar que él hiciera preguntas. Parecía que estaba dispuesta para entrar en una batalla, no para disfrutar de un fin de semana romántico. Agitó la cabeza al darse cuenta de su propia tontería.

–Lo creas o no, estoy nerviosa.

–¿Por qué?

–Porque me da miedo no estar a la altura de tus expectativas.

Él le acarició la mejilla con el dorso de los dedos. Su risa suave le produjo un estremecimiento en la espalda, de la misma manera que la primera vez que la había oído. Becky se preguntó, y no por primera vez, por qué Marc se sentía atraído por ella. Él era completamente sexy y desinhibido, y ella tenía muchas más inhibiciones de las necesarias.

–Nena, llevamos dos años casados. ¿De verdad crees que no sé de qué eres capaz?

Ella percibió la diversión y la comprensión que se reflejaban en su mirada. Marc estaba muy seguro de que aquello no iba a ser un desastre.

–Ninguno de los dos sabe eso.

Su sonrisa fue lenta, sexy, masculina. Una sonrisa llena de sabiduría y de seguridad.

–Yo sí lo sé.

Ella se aferró a aquella seguridad mientras él le acariciaba el cuello, el hombro y finalmente, el muslo. Le dio una palmadita en la rodilla y se la apretó con suavidad, y después salió del coche, dejándola sola con sus esperanzas y sus miedos. Cuando Marc salió del coche, el aire frío de la noche ocupó su lugar, y la puerta se cerró de golpe. Becky se sobresaltó.

Agitó la cabeza al pensar en su propia cobardía. Habían planeado aquel fin de semana para terminar con las inhibiciones que había entre ellos. Eran inhibiciones que ninguno de los dos deseaba. Becky se colgó el bolso del hombro y observó a Marc por el espejo retrovisor mientras él rodeaba el coche. Era una silueta alta y musculosa a la luz de la luna. Por su parte, quedarse acobardada en el coche no era un comienzo muy prometedor, pensó ella.

Abrió la puerta y bajó. Sus pies aplastaron la nieve. El cielo nocturno se extendía ante ella como un telón satinado y salpicado de estrellas brillantes. Tomó aire de nuevo, y al sentir el aire frío en los pulmones, se estremeció.