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¿Te enamoras perdidamente, pero temes enfrentarte a los momentos de intimidad? ¿Estás harta de que te digan que eres "demasiado sensible"? ¿Te esfuerzas por respetar a tu pareja, que es menos sensible que tú? ¿O te has dado por vencido en el amor, por miedo a ser demasiado tímido o demasiado sensible para soportar las heridas sufridas? Las estadísticas indican que el 50 por 100 de los factores que determinan un divorcio proceden del temperamento genético; y, si tú eres una de esas personas que componen el 20 por 100 de la humanidad que nació con una alta sensibilidad, entonces el riesgo de que te veas afectado por una relación problemática es especialmente elevado. Tu sistema nervioso, extraordinariamente afinado, capaz de captar aspectos muy sutiles y de tratar la información en profundidad, constituirá una magnífica ventaja para llevar adelante cualquier compromiso romántico, siempre y cuando tú y tu pareja os comprendáis mejor. Pero, sin esa comprensión, es probable que tu sensibilidad te haga vivir unas relaciones íntimas dolorosas y complicadas. Basado en las importantes investigaciones de Elaine N. Aron sobre el temperamento y las relaciones íntimas, El don de la sensibilidad... en el amor ofrece numerosas orientaciones prácticas para las personas altamente sensibles que buscan una relación más satisfactoria, más saludable y más romántica. Desde la lucha contra el estrés hasta la revisión de lo que supone una sexualidad sensible, este libro ofrece un gran número de consejos prácticos para sacar el máximo partido a todas las combinaciones de personalidad. La obra también contiene esclarecedores test que puedes realizarte tú mismo y los resultados de la primera encuesta llevada a cabo en el mundo sobre el sexo y el temperamento. La lectura de El don de la sensibilidad... en el amor te llevará a descubrir nuevas formas de vivir y de amar.
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Seitenzahl: 601
Dra. Elaine N. Aron
Autora del best seller El don de la sensibilidad
El don de la sensibilidaden el amor
Cómo comprender y mejorar las relaciones
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Colección Psicología
El don de la sensibilidad en el amor
Dra. Elaine N. Aron
1.ª edición en versión digital: diciembre de 2017
Título original: The Highly Sensitive Person in Love
Traducción: Antonio Cutanda
Maquetación: Compaginem S. L.
Corrección: M.ª Jesús Rodríguez
Diseño de cubierta: Enrique Iborra
© 2000, Elaine N. Aron
(Reservados todos los derechos)
© 2017, Ediciones Obelisco, S.L.
(Reservados los derechos para la presente edición)
Edita: Ediciones Obelisco S.L.
Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida
08191 Rubí - Barcelona - España
Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23
E-mail: [email protected]
ISBN EPUB: 978-84-9111-299-0
Maquetación ebook: Mandala Estudio
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.
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Índice
Portada
El don de la sensibilidad en el amor
Créditos
Agradecimientos
Nota de la autora
Introducción
¿Eres altamente sensible?
¿Es tu pareja altamente sensible?
Capítulo 1
¿Eres un buscador de sensaciones?
¿Es tu pareja un buscador de sensaciones?
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Agradecimientos
He disfrutado de la gran fortuna de tener a Tracy Behar como editora, y a Betsy Amster como agente literaria. Ambas han realizado un exigente aunque amable trabajo, persuadiéndome para que plasmara por escrito y matizara todo lo que bullía en esta cabeza de persona altamente sensible (PAS) acerca de mis trabajos sobre el amor y el temperamento. La editora Sarah Whitmire también le dio al manuscrito una buena pasada, al igual que mi marido, Art; y también le agradezco a mi hijo, Elijah, el trabajo que ha hecho sobre el texto.
Muchísimas gracias también a las PAS que aceptaron que las interrogara durante horas en lo relativo a sus relaciones, y gracias asimismo a las muchas personas que respondieron a mis encuestas. También estoy agradecida a todas aquellas otras personas que han acudido a mí en busca de psicoterapia. Cada vez que he relatado alguna parte de sus historias en estas páginas, he intentado combinar los hechos, al tiempo que preservaba sus puntos de vista. Estos relatos eran la única forma de ofrecer la profundidad que este libro requería, y siento que ha sido un privilegio haber estado presente mientras sus historias se iban desvelando.
Nota de la autora
Recibe mi más cordial bienvenida a esta nueva edición de El don de la sensibilidad… en el amor. Quizás te hayas dado cuenta de que este libro se publicó por primera vez en el año 2000. Pero, a pesar del tiempo transcurrido, debo decir que cambiaría muy pocas cosas en él. De hecho, lo que podría añadir es lo que vas a encontrar en esta nota, que intenta contar más que nada los hallazgos realizados en las investigaciones más recientes sobre la alta sensibilidad. De todos modos, me gustaría expresar también un par de ideas que me han sobrevenido con los años, a medida que iba viendo las reacciones de muchos lectores ante este libro.
Ve despacio
En primer lugar, una advertencia para mis lectores altamente sensibles. No esperes que las personas más cercanas en tu vida se entusiasmen de repente cuando les cuentes lo de tu sensibilidad o intentes explicarles lo que esto puede significar en vuestra relación, porque en el fondo pueden sentirse amenazadas. Pueden sentir que algo está cambiando, y el miedo puede llevarlas a sentirse mal. Quizás piensen que todo esto va a enturbiar vuestra relación debido a que sois muy diferentes, y ciertamente cualquiera de los dos puede sentir de pronto estas dudas. O quizás piensen que tu nuevo descubrimiento te va a llevar a expresar nuevas necesidades, o que incluso vas a comenzar a reivindicarte en ellas; necesidades que nunca antes habías planteado, como pedir más tiempo de inactividad o dejar de ir a sitios ruidosos en los que quizás antes os lo pasabais relativamente bien, pero que ahora comprendes que no iban demasiado contigo. Podría suponer incluso un cambio notable en los equilibrios de poder, si hasta este momento se hubiera contemplado la alta sensibilidad como una debilidad o, incluso, un problema o trastorno psicológico; pues, a partir de ahora, vas a comprender que la persona altamente sensible (PAS) es absolutamente normal, además de tener determinadas habilidades especiales y de tener los mismos derechos. Por tanto, te recomiendo que vayas despacio. Utiliza tu inusual empatía (véase más abajo) para comprender lo que esta nueva perspectiva puede suponer para la otra persona, que también tiene necesidades que han de ser respetadas y que pueden dar lugar a conflictos que habrá que negociar. Además, nunca utilices tu rasgo como un arma, diciendo, por ejemplo, «Soy una persona altamente sensible y me niego a escuchar eso». Convendrá que, en caso de conflicto, y si alguno de vosotros se sobreexcita en algún momento, acordéis de antemano el tomaros un tiempo muerto de al menos 20 minutos, pero no dejéis de retomar la conversación después. Por otra parte, tampoco te excedas recalcando esta nueva diferencia entre vosotros. Al cabo de pocos meses, esta nueva perspectiva seguirá siendo esencial, pero se integrará con el resto de tu persona y con el modo en que conectabas previamente con las personas más íntimas.
En segundo lugar, un consejo para los escépticos. Vosotros también convendrá que vayáis despacio a la hora de aceptar o rechazar la idea de la alta sensibilidad. Si te cuesta creer que esto pueda ser una realidad, te diré que a mí también me costó aceptarlo durante un tiempo. ¿Es posible que yo viera algo en los datos que, en realidad, no estaba ahí? Ante tal pregunta puedo responderte que todas las investigaciones que vas a encontrar aquí, llevadas a cabo por distintos científicos, te convencerán en breve. Pero, de todos modos, tomemos en consideración los buenos motivos que existen para ser escépticos, al menos en principio, aunque luego echaremos un segundo vistazo.
Puede que te preguntes por qué nadie descubrió esto antes. O, también, «¿No será otro libro más de autoayuda?». Seamos claros, nunca tuve la intención de escribir libros de autoayuda. Me vi forzada a ello por las PAS que oyeron hablar de mi investigación y, literalmente, casi me exigieron que escribiera sobre ello. En segundo lugar, el rasgo siempre ha estado ahí, evidentemente, aunque se le han dado otros nombres. Sin embargo, se desconocían sus elementos esenciales, por lo que se le describía exclusivamente por sus comportamientos externos, como «timidez» o «introversión». No obstante, las PAS no son ni una cosa ni la otra. En tercer lugar, la alta sensibilidad es en gran medida invisible, a diferencia del color del cabello, de la altura o del género de la gente, de ahí que se la minimizara con facilidad. Pero este rasgo puede tener tanto impacto como el género de una persona, en tanto en cuanto afecta a todos los aspectos de la vida: el pensamiento, los sentimientos, las preferencias, la profesión y, cómo no, las relaciones.
Además de la invisibilidad, la PAS típica se adapta tan bien a la vida y a los demás que sus diferencias pasan desapercibidas, a menos que las conozcas. (Aunque determinados problemas o capacidades que pueden tener las PAS las llevan a llamar la atención, por lo que ésa puede ser la única imagen que tengamos de una persona sensible). No obstante, en cierto sentido, la esencia de su rasgo es la adaptación.
Otro motivo por el que las personas pueden no tomarse en serio la alta sensibilidad es porque sólo en torno a un 20 por 100 de los seres humanos nace con este rasgo, lo cual deja al 80 por 100 restante estableciendo su opinión mayoritaria sobre en qué consiste la naturaleza humana. Es natural que cualquier persona piense que el resto del mundo es parecido a ella en la mayor parte de los aspectos, pues esto nos ayuda a comprendernos unos a otros y nos lleva a sentir empatía. Sin embargo, hay personas que responden «Sí» a todas las frases del test «¿Eres altamente sensible?» que encontrarás en este libro, y personas que responden «No» a todas las frases. Podemos vivir en las mismas comunidades, podemos vivir incluso bajo el mismo techo, pero tenemos necesidades diferentes y, dado que no se reconoce con facilidad quién es y quién no es sensible, y la mayoría no lo son, las no-PAS se muestran escépticas de forma natural. Incluso, en ocasiones, hasta las mismas PAS piensan que deberían ser como las no-PAS. (Y convendrá explicar lo de «no-PAS». La «AS» hace referencia a un concepto específicamente científico, y NO significa que una no-PAS carezca de sensibilidad alguna en el sentido de cuidar a los demás y querer ayudarlos. En realidad, las PAS pueden llegar a ser bastante insensibles en ese aspecto, cuando están sobreestimuladas, por ejemplo, o cuando se hallan bajo el influjo de «un complejo», cosa de la que hablo en este libro).
Existen verdaderas diferencias innatas de todo tipo entre las personas, y la suposición de que todos nacemos iguales y que tomamos forma a través del aprendizaje y de las decisiones personales puede convertirse en una fuente de problemas en las relaciones. Solemos pensar que, si alguien está haciendo algo que no nos gusta o que no nos conviene, tal persona debería modificar su comportamiento si realmente nos quiere. Pero quizás pueda hacerlo, o quizás no. Por ejemplo, es habitual que las no-PAS piensen que todo el mundo debería disfrutar de los restaurantes ruidosos o de las charlas intranscendentes, y que si alguien no disfruta con eso es porque es una persona quisquillosa, complicada o exigente. Pues no, esta diferencia hace que los restaurantes ruidosos y las conversaciones triviales estén bien para algunas personas, pero que sean casi insoportables para las personas altamente sensibles. Una vez más, este rasgo es real.
Las investigaciones más recientes
En torno a 1991 comencé a aplicar el término «sensible» a los adultos. Posteriormente, en 1997, publicaría una investigación sobre el tema, si bien ya había otros investigadores que estaban estudiando este rasgo en los niños, y ninguno de nosotros habíamos hecho demasiado ruido con todo aquello. En mi caso, yo entrevisté a un buen número de personas para luego crear un cuestionario estadísticamente válido y comenzar a realizar algunas investigaciones sobre el cerebro (enfoques en los que no se puede utilizar a niños). Otros investigadores, que estaban estudiando la fisiología o la genética, conectaron posteriormente con la alta sensibilidad. En la actualidad, estas investigaciones tienen bastante repercusión y llegan desde muchos y diferentes campos, a veces dándole diferentes nombres al mismo rasgo. Yo utilicé el término de «sensibilidad de procesamiento sensorial», pero ese mismo rasgo recibe los nombres de «sensibilidad o reactividad al entorno», «sensibilidad biológica al contexto», «susceptibilidad diferencial» o «sensibilidad ventajosa», o bien se identifica por los nombres de determinadas variaciones genéticas o, en los animales, con el nombre de «plasticidad» o «flexibilidad comportamental».
Los puntos básicos
Aunque siguen llegando nuevas evidencias, sea quien sea el investigador, todos coincidimos en que este rasgo
•Es innato, genético o «constitucional» (aunque algunos creen que pueden haber otros factores implicados).
•Se halla siempre en una minoría, alrededor del 20 por 100.
•Implica una preferencia a la hora de percibir aspectos sutiles del entorno y para hacer una pausa en situaciones novedosas con el fin de observar y comparar lo percibido con experiencias pasadas (aunque, a veces, la información de las experiencias pasadas puede llevar a actuar de forma comparativamente más rápida y confiada).
•Ha evolucionado en más de 100 especies porque proporciona determinadas ventajas para la supervivencia.
•No es un trastorno ni supone vulnerabilidad alguna porque, mientras que aquellas PAS que se hallan en entornos pobres, sobre todo en la infancia, son más proclives a tener problemas, las PAS que se hallan en entornos de apoyo, enriquecidos, funcionan mejor que las demás personas en numerosos aspectos. A esto se lo denomina «susceptibilidad diferencial».
Investigaciones sorprendentes sobre lo que las PAS aportan a las relaciones
Quizás la investigación reciente más importante sobre este tema sea la que realizó Bianca Acevedo y sus colegas –entre los que estamos mi marido y yo misma– y publicada en la revista científica Brain and Behavior (Cerebro y comportamiento)en el año 2014. (Cada vez que menciono una investigación proporciono detalles suficientes como para que pueda encontrarse fácilmente mediante una búsqueda en Internet, y con frecuencia se hallan relacionadas en mi página web, en www.hsperson.com). En este estudio se utilizó un escáner cerebral para averiguar qué partes del cerebro estaban activas cuando PAS y no-PAS contemplaban fotos de personas extrañas y de personas queridas con expresiones de felicidad, angustia o expresiones neutras. En los resultados se apreciaron notables diferencias. En concreto, las personas que poseen el rasgo de la alta sensibilidad mostraron más actividad que las demás en su sistema de neuronas espejo. Las neuronas espejo, junto con otras partes del cerebro que también están activas en las PAS durante estas actividades, están estrechamente relacionadas con la empatía. En general, podemos sentir empatía a través del razonamiento o incluso suponiendo que los demás son como nosotros; pero, con las neuronas espejo, la empatía nos lleva a sentir realmente, hasta cierto punto, lo mismo que sienten los demás.
Las PAS de este estudio también fueron más receptivas que las otras a las emociones en general, más receptivas a sus parejas que a los extraños y más receptivas a los sentimientos positivos de su pareja, porque, cuando veían a su pareja angustiada, su cerebro entraba más en «modo de acción» que las otras personas. Otras áreas cerebrales que estuvieron más activas en las PAS demostraron que, en términos generales, se trata de personas que están más conscientes durante la tarea que se lleva entre manos. Todo esto son ventajas tangibles que las PAS aportan a cualquier relación.
Las cuatro características de la alta sensibilidad, más una
Desde 2012, utilizo un acrónimo para explicar las características principales de la alta sensibilidad: PSES. La P es por la Profundidad de Procesamiento de la información, que viene seguida por la propensión a la sobreestimulación. Si lo procesas todo en profundidad, y si hay demasiado que procesar, el resultado es la sobreestimulación. La E es porque la persona es Emocionalmente receptiva y por la Empatía que suelen mostrar las PAS, características que en las investigaciones aparecen constantemente. Por último, la S es por la Sensibilidad ante estímulos sutiles.
No es difícil ver de qué modo estas cuatro características afectan no sólo a las relaciones, sino a todo en la vida. De hecho, podrías detenerte por un instante y reflexionar sobre tusrelaciones (con tu pareja, con un amigo o un familiar) y en cómo se manifiestan estos cuatro elementos en esos procesos. Si una persona no muestra indicios de estas cuatro características, de todas ellas, lo más probable es que no sea una persona altamente sensible, al menos tal como he definido yo este concepto.
Pero ¿qué es ese «más una»? Es la susceptibilidad diferencial. Más o menos en la época en la que yo estaba pensando en el tema de la sensibilidad, Jay Belsky y Michael Pluess estaban trabajando sobre una teoría que sostiene que los progenitores tienen más posibilidades de que su ADN sobreviva (lo cual es el objetivo evolutivo de todo individuo) si alguno de sus hijos es altamente sensible a su entorno. Estos descendientes serían, desde el mismo momento de nacer, mucho más conscientes del peligro, y obtendrían más ventajas de todo aquello que les resultara útil. Pero sería aún mejor que alguno de sus hijos no fuera altamente sensible, en el caso de que, para cuando los chicos se hicieran adultos, no hiciera falta demasiada sensibilidad, con todo el coste energético que esto supone. Antes de Belsky y Pluess, la sensibilidad se contemplaba exclusivamente como algo que incrementaba la vulnerabilidad y reducía la resiliencia, haciendo a las PAS más proclives a la depresión y a la ansiedad, por ejemplo. Pero ahora sabemos que el mejor término es «susceptibilidad», tanto para buenos como para malos entornos. Michael Pluess ha seguido estudiando el aspecto positivo de todo esto, que hasta el momento se venía ignorando, y lo ha denominado «sensibilidad ventajosa».
Así pues, si comparas, por ejemplo, a las PAS y a las no-PAS que hayan tenido una infancia igualmente turbulenta, las PAS mostrarán mayores niveles de depresión, ansiedad y timidez al llegar a la edad adulta, y forcejearán con la inseguridad en sus relaciones, tal como se explica en este libro. Sin embargo, con una infancia lo suficientemente buena, no mostrarán estos problemas y pueden funcionar incluso mejor que los no-PAS. Aunque la ansiedad y la depresión son dos de los mayores predictores del fracaso en las relaciones, las PAS parecen responder mejor que las demás a la ayuda que les prestan sus parejas o aquellos profesionales que comprenden su rasgo.
Las investigaciones sobre la profundidad de procesamiento
La profundidad de procesamiento es la clave de la sensibilidad, y también lo más difícil de observar y lo más complejo a la hora de formularse preguntas. A veces se manifiesta en que las PAS parecen recorrer con su pensamiento todos los aspectos de un tema, especialmente si han de tomar una decisión, sea la de elegir el sabor de un helado o determinar qué piensan sobre el significado de la vida. Aunque esto puede llevarles a cierta lentitud en la toma de decisiones, éstas suelen ser más acertadas debido a que son el resultado de una cuidadosa consideración, y de ahí que muchas PAS se conviertan en líderes.
Pero ¿qué dice la ciencia al respecto? En un estudio publicado en 2011 en la revista científica Social Cognitive and Affective Neuroscience (Neurociencia social cognitiva y afectiva), realizado por Jadzia Jagiellowicz y sus colegas, se comparó la actividad cerebral de las PAS y las no-PAS mientras buscaban las diferencias entre dos imágenes muy parecidas en contraposición con dos imágenes claramente diferentes. Al observar las imágenes que casi no se diferenciaban, las PAS mostraron una mayor actividad en aquellas áreas cerebrales que se encargan precisamente de eso, de considerar las complejidades perceptivas y sus detalles, y no simplemente los aspectos superficiales. Es decir, las PAS emplearon más aquellas partes del cerebro implicadas en un procesamiento «profundo» o más elaborado.
En otro estudio, que realizamos nosotros y otros investigadores, publicado también en Social Cognitive and Affective Neuroscience, en 2010, comparamos a PAS y no-PAS nacidas y educadas en Asia o en Estados Unidos en relación a cómo manejaban tareas perceptivas que se sabía que variaban en dificultad –es decir, cuánta activación o esfuerzo cerebral se precisaba– en función de si tu cultura es más colectivista, como en Asia, o más individualista, como en Estados Unidos. La actividad cerebral de las no-PAS mostró el esfuerzo extra que sería de esperar cuando se hace la tarea que es más difícil para las personas de su cultura, pero los cerebros de las PAS, tanto las nacidas en Asia como en Estados Unidos, no mostraron diferencia alguna de esfuerzo en ambas tareas. Era como si pudieran ver más allá de su sesgo perceptivo cultural hasta un nivel más profundo sobre cómo «son realmente» las cosas.
En las investigaciones cerebrales sobre la empatía de las que he hablado arriba, de Bianca Acevedo y sus colegas, se halló también que las PAS mostraban más activación en aquellas zonas que elaboran el procesamiento perceptivo. Así se «replicaron» los hallazgos previos, lo cual es una buena señal.
Las investigaciones sobre la facilidad de sobreestimulación
Una persona que sea más consciente de todo lo que ocurre, tanto fuera como dentro, y que además procese esa información de manera más concienzuda se desgastará mental y físicamente más rápido que las demás, además de que se va a estresar. Este hecho apenas precisa de investigaciones, dado que es la experiencia común de las PAS y lo que perciben con más facilidad las personas que conviven con ellas.
Pero, si buscamos evidencias experimentales de que las PAS se sobreestimulan con mayor facilidad, Friederike Gerstenberg, en un estudio publicado en Personality and Individual Differences (Personalidad y diferencias individuales)en 2012, comparó a personas sensibles y no-sensibles sobre una tarea perceptiva complicada. Las personas tenían que decidir lo más rápidamente posible si había o no había una T oculta y girada de diversas maneras entre una masa de letras L giradas también de diversas maneras en una pantalla de ordenador. Pues bien, las PAS fueron más rápidas y tuvieron más aciertos; pero, cuando se les preguntó sobre su nivel de estrés, también resultaron ser las más estresadas después de finalizar la tarea.
Sin embargo, la alta sensibilidad no consiste principalmente en estresarse con altos niveles de estimulación, como un lugar ruidoso, una sala abarrotada o los cambios constantes. La incomodidad sensorial, en sí misma, sin otros aspectos del rasgo, puede ser un indicio de un trastorno en el propio procesamiento sensorial –no ser capaz de ordenar bien tal proceso–, que es algo muy diferente del rasgo de la alta sensibilidad, con su procesamiento sensorial inusualmente elaborado o profundo. Por ejemplo, en ocasiones, las personas con trastornos del espectro autista se quejan de sobrecarga sensorial; pero, en otras ocasiones, estas personas reaccionan en exceso a los estímulos, sobre todo a las señales sociales, como si tuvieran dificultades para evaluar la importancia de la estimulación. (Qué duda cabe que nos podemos encontrar con PAS que tengan también trastornos autistas o sensoriales, pero se trata de cosas diferentes al rasgo).
Las investigaciones sobre la reactividad emocional y la empatía
Ya sabíamos, por investigaciones sobre cuestionarios y experimentos, que las PAS dicen que reaccionan con más intensidad tanto a experiencias positivas como negativas. Pero, además, los investigadores han señalado, reforzados por evidencias sólidas, que, básicamente, nadie procesa nada en profundidad a menos que tenga una motivación emocional. Es decir, la profundidad de procesamiento es impulsada necesariamente por las emociones, y una mayor profundidad de procesamiento precisa de una mayor reactividad emocional. Después de cada experiencia, las PAS se sienten más satisfechas, perturbadas, curiosas o lo que sea por el resultado, y piensan más en la experiencia de lo que lo harían las demás personas. Pero no hay duda de que también funciona a la inversa: procesar algo con más profundidad evoca sentimientos cada vez más intensos acerca de ello.
Las fuertes reacciones de las PAS, sobre todo la retroalimentación negativa acerca de algo personal o de su rendimiento, es el motivo por el cual se suele decir de ellas que «sobrerreaccionan» a las críticas, especialmente a las críticas de las personas más cercanas. Buena parte de la estrategia de supervivencia de las PAS consiste en corregir su comportamiento cuando han cometido un error, y esto se debe a que se preocupan más por hacer las cosas bien. Todo el mundo se preocupa por algo. Éste es el motivo por el que los exámenes funcionan, porque los alumnos se sienten satisfechos con una buena nota y mal con una mala nota. Al fin y al cabo, sería de desear que nuestro cirujano se hubiera sentido mal con sus errores del pasado y hubiera aprendido de ellos, ¿no? Pues bien, las PAS son simplemente más eficientes en este proceso.
¿Qué dicen las investigaciones sobre reactividad emocional en las PAS? En un experimento, que se incluye en un artículo que presentamos junto con Kristin Davies en 2005, en Personality and Social Psychology Bulletin (Boletín de Psicología Social y de la Personalidad),hicimos que unos alumnos creyeran que lo habían hecho muy mal o muy bien en una prueba de «capacidad de razonamiento aplicado». Lo hicimos entregándoles dos versiones diferentes de la prueba de forma alternativa, una de ellas era poco menos que imposible de responder en tanto que la otra se podía responder fácilmente en un minuto. Al entregarlas de forma alterna, cada alumno o alumna tenía a ambos lados a compañeros que o bien encontraban la prueba muy fácil o bien muy difícil. Pues bien, los resultados indicaron que las PAS se vieron más afectadas por la impresión que tenían de haber respondido al ejercicio sumamente bien o por el convencimiento de haberlo hecho rematadamente mal. (A todo el mundo se le explicó después que aquello había sido un experimento y que el proceso había estado manipulado en todo momento).
En una serie de experimentos y de estudios sobre activación cerebral llevados a cabo por Jadzia Jagiellowicz, y publicados en 2016 en Social Behavior and Personality (Comportamiento Social y Personalidad), se descubrió que las PAS reaccionaban más que las demás personas tanto a las fotos agradables (p. ej., cachorritos, gatitos y pasteles de cumpleaños) como a las desagradables (p. ej., serpientes y arañas), pero que reaccionaban con más intensidad a las fotos agradables, sobre todo si se trataba de PAS que habían tenido una infancia positiva. Esto podría explicar el aspecto positivo de la susceptibilidad diferencial. Por otra parte, ya hemos hablado de la emoción social de la empatía.
Las investigaciones sobre la sensibilidad a los detalles sutiles
En este caso, tenemos los estudios sobre activación cerebral de los que ya hemos hablado, en el que a los sujetos se les pedía que buscaran las diferencias entre fotos con diferencias muy sutiles en contraposición con fotos con diferencias obvias. Como ya hemos señalado, los cerebros de las PAS estuvieron bastante más activos que los de las no-PAS cuando se trataba de buscar diferencias sutiles. Otro ejemplo es el del estudio cultural, en el que la facilidad para percibir diferencias sutiles no se vio afectada por la cultura en el caso de las PAS, pero sí que ofreció diferencias culturales en el caso de las no-PAS. También está el estudio de Gerstenberg, en el que PAS y no-PAS tenían que localizar las T dentro de una sopa de letras L en distintas posiciones. En este caso, las PAS fueron más rápidas y acertaron más que las no-PAS.
Genética y evolución
En nuestro artículo de 1997 comentábamos ya los motivos evolutivos que pueden subyacer a este rasgo, cuando se encuentra más o menos en el mismo porcentaje de individuos (un 20 por 100) en más de 100 especies diferentes. Evidentemente, existen dos estrategias de supervivencia, dependiendo de la situación. La estrategia sensible consiste en observar con atención antes de actuar, siempre y cuando otras observaciones pasadas hayan enseñado que una acción rápida puede ser también aquí una ventaja. La otra estrategia es actuar con rapidez, «audazmente», sin fijarse demasiado en los detalles de la situación.
En un artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (Actas de la Academia Nacional de las Ciencias) en 2008, Max Wolf y sus colegas adelantaron una probable explicación evolutiva para la sensibilidad, basada en una simulación computarizada y en otras evidencias y razonamientos. Un animal que coma pasto, por ejemplo, sobrevivirá mejor que otros de su especie si es capaz de percibir diferencias sutiles en las hierbas cuandoexistan diferencias sustanciales en la calidad nutricional de las zonas de pasto. Pero, si no existen demasiadas variaciones, el hecho de percibir diferencias sutiles en la hierba no dejará de ser una pérdida de tiempo y de energía.
Pero ¿por qué la mayoría de los individuos en las distintas especies no es sensible o, al menos, por qué la distribución no es de mitad y mitad? La simulación computarizada y las observaciones reales indican que, si los sensibles no fueran una minoría, no supondría ventaja alguna el ser sensible porque, en la situación planteada sobre las hierbas, por ejemplo, las mejores hierbas se las comería el primero que llegara y, por tanto, no sería la sensibilidad, sino la rapidez de acción lo que primaría. A mí me gusta poner el ejemplo de que, si la mitad de los conductores en un atasco de tráfico supieran una ruta alternativa y la tomaran, esa ruta terminaría tan atascada como la primera. (Me gusta este ejemplo porque yo siempre encuentro rutas alternativas secretas para evitar los atascos).
¿Y qué genes pueden estar dando cuenta de la alta sensibilidad? En primer lugar, existen variaciones en los genes que heredamos que determinan cómo se va a expresar ese gen, variaciones como aquellas que deciden el color de los ojos o la altura. El gen que determina el movimiento de la serotonina por el cerebro recibe el nombre de gen transportador de la serotonina, y tiene tres variantes: corto-corto, corto-largo y largo-largo. En 2002, Cecilie Licht y otros investigadores del Centro para la Imagen Molecular Integrada del Cerebro, en Copenhague, informaron de que muchas o la mayoría de las PAS portan una de las dos variantes cortas del gen.
Se afirma desde hace años que las variantes cortas de este gen están relacionadas con la depresión y con otros problemas emocionales. Pero esta afirmación no es demasiado consistente, porque el hecho de que las personas depresivas tengan en general las variantes cortas del gen no significa que todas las personas que tienen las variantes cortas del gen sean necesariamente depresivas. Y ahora sabemos que las variantes cortas son las que provocan la susceptibilidad diferencial que, por ejemplo, está relacionada con una mejor toma de decisiones y con el hecho de que estas personas obtengan más beneficios del apoyo social (cosas ciertamente buenas en una pareja).
Los monos rhesus constituyen probablemente la única especie que tiene esta variante, además del ser humano. Los monos que la tenían fueron etiquetados en un principio como «tensos» porque se estresaban con facilidad (se supone que por estar sobreestimulados y por ser emocionalmente reactivos), pero, si tenían una madre solícita que cuidara de ellos en la infancia, estos monos terminaban situándose en la edad adulta en las posiciones más altas de la jerarquía social (se supone que por la profundidad de procesamiento de la información y por ser conscientes de los detalles más sutiles). Curiosamente, tanto los seres humanos como los monos rhesus son altamente sociales y son capaces de adaptarse a un rango más amplio de entornos que cualquier otro primate. Una se pregunta si esta adaptabilidad se debe a los miembros altamente sensibles del grupo de monos o de seres humanos, que pueden captar mejor lo sutil, como qué nuevos alimentos se pueden ingerir sin poner en riesgo la salud y qué peligros evitar, permitiendo al grupo sobrevivir mejor en un entorno determinado.
En cuanto a las parejas, Schoebi y sus colegas informaban en un artículo publicado en Emotion en 2011 que las personas con el alelo corto se ven más afectadas por las emociones de su pareja. Y Haase y sus colegas dan cuenta en la misma revista científica, pero en 2013, que, cuando una pareja muestra más emociones positivas durante un conflicto (observado en el laboratorio), esto se asociaba incluso años más tarde con una mayor satisfacción marcial, pero sólo en aquellas personas con el alelo corto.
Otro posible sendero genético capaz de explicar la alta sensibilidad fue el que anunciaron en 2011 Chunhui Chen y sus compañeros desde China. En un artículo publicado en la revista científica PLoS ONE decían que las variaciones en siete genes de la dopamina estaban asociadas con altas puntuaciones en la Escala PAS. En el año 2015 descubrieron que, cuando se comparaban los escáneres cerebrales de no-PAS y PAS en reposo, estos genes afectaban potentemente determinadas partes del cerebro, haciéndolas menos activas en las PAS que en las no-PAS.
Un último estudio: las PAS y el aburrimiento en las relaciones
En 2010, mi marido y yo llevamos a cabo una serie de estudios de los cuales hemos dado cuenta en dos congresos pero que aún no hemos escrito para su publicación en una revista académica. Siempre nos ha interesado la cuestión de en qué medida algo tan sencillo como aburrirse en una relación afecta a la satisfacción que la pareja encuentra en su relación. Y, ya puestos en harina, nos planteamos esta duda en relación con las PAS en concreto. ¿Hasta qué punto se aburren las PAS en sus relaciones de pareja cuando se les compara con las no-PAS? Pues bien, en dos estudios diferentes nos encontramos con que las PAS se aburrían decididamente más, aunque en otros aspectos estuvieran tan satisfechas con sus relaciones como podían estarlo las no-PAS.
Llevamos a cabo el mismo estudio con un tercer grupo, pero preguntándoles si, cuando estaban aburridos, preferirían salir y hacer algo diferente, excitante, o bien preferían mantener una conversación profunda con su pareja acerca de algo personalmente significativo. Y sobre todo en el caso de las PAS que decían también que les gustaba reflexionar sobre el significado de sus experiencias (como suele ocurrir con la mayoría de las PAS), éstas casi siempre afirmaban que lo único que necesitaban para terminar con el aburrimiento era una conversación profunda.
La mala noticia es que, al parecer, sin estas conversaciones profundas, las PAS tienden a aburrirse en sus relaciones, cosa que puede suceder con mayor frecuencia si la otra persona es no-sensible. Lo bueno de todo esto es que no parece que las PAS permitan que tal cosa menoscabe su satisfacción general con la relación, quizás porque están habituadas a ella. Pero esto también sugiere que ambos miembros de una relación deberían pensar en cómo profundizar en sus conversaciones con el fin de darle una mayor riqueza a su vínculo.
Antiguas ideas nuevas sobre el amor, las PAS y la espiritualidad
En este libro se explora también el aspecto espiritual de las relaciones porque, según he observado, las PAS tienden a ser más espirituales que el resto de las personas, y esto afecta a sus relaciones de muchas maneras, inclusive en la de dirigir espiritualmente a los demás. Como he intentado dejar claro en este libro, toda relación estrecha o íntima puede convertirse potencialmente en un sendero espiritual. A este respecto, yo suelo sugerir dos libros que, aunque no los he incluido en el apartado de Recursos, podrían serte muy útiles, si bien su lectura no es sencilla. Uno es Marriage Dead or Alive (Matrimonio vivo o muerto) de Adolf Guggenbuhl-Craig, que sostiene que las personas que se casan (yo añadiría, que se comprometen en una relación) terminan decepcionadas si lo que buscan es, simplemente, la felicidad. Si una ve el matrimonio como una manera de desarrollar el carácter, de enriquecer el alma, a menudo a través de grandes esfuerzos, entonces el matrimonio está muy vivo. Yo creo que las PAS en particular son más proclives a valorar esa función de la relación, por ejemplo, cuando por término medio están decepcionadas con la profundidad de la conversación de su pareja y, sin embargo, parecen aceptar la relación y se muestran satisfechas.
Otro autor que vale la pena leer es Martin Buber. Hay quienes encuentran su clásico Yo y tú, muy difícil de leer, y prefieren las secciones relevantes, que son más fáciles, de El conocimiento del hombre o Between Man and Man (Entre hombre y hombre).1 En cualquiera de estos libros encontrarás la profundidad de relación que las PAS buscan cuando Buber describe la relación Yo-Tú (frente a la relación Yo-Ello). Buber insiste en que estas profundidades se pueden alcanzar por momentos en casi todas las relaciones, incluso en las que son breves. Para Buber, no sólo pueden ocurrir con otras personas, sino con elementos de la naturaleza como un árbol o un animal, o con Dios. De hecho, Buber pensaba que con suficientes momentos Yo-Tú con los demás, hasta un ateo podría toparse con el Yo-Tú con Dios.
Últimamente vengo pensando que las PAS necesitan más que nadie de un sendero espiritual, así como de una práctica espiritual que les dirija a lo largo de ese sendero. Aunque quizás podríamos hablar de tres senderos. Los chamanes dividen el mundo en tres esferas: el mundo superior, este mundo «real» y el mundo inferior; y dicen que ellos deben estar familiarizados con cada uno de ellos para poder hacer su trabajo curativo y de servicio a los demás. Para mí, el sendero en el mundo inferior supone trabajar con los sueños y con el mundo arquetípico, inconsciente y sombrío de la psique, especialmente de mi propia psique. El sendero en el «mundo real» consiste, desde mi punto de vista, en profundizar en las relaciones más cercanas (y quizás en expresar lo que has encontrado en los otros dos mundos de una forma creativa). Posiblemente sean estos dos «mundos» los que más se trabajan en este libro.
En mi caso, la meditación es el sendero que yo utilizo en el mundo superior, pero podría ser la oración, sumergirme en la naturaleza o cualquier otra cosa. Llevo cuarenta y cinco años haciendo meditación (concretamente, meditación transcendental), y estoy convencida de que esta técnica me resulta muy útil en todos los aspectos de la vida, incluidas las relaciones, aunque en última instancia esté diseñada para elevarnos. Pero, aunque los instructores y maestros de cada uno de estos tres senderos repudien frecuentemente a los otros dos, o incluso se burlen de ellos, estos tres senderos, a la luz de los chamanes, no entran en contradicción, sino que se complementan entre sí al formar parte de una realidad mayor.
En este libro se han hollado estos tres senderos, pero lo que me gustaría resaltar es que determinadas prácticas espirituales pueden llevarnos a algo maravilloso y sobrecogedor, algo que decididamente vale la pena, aunque eso precise de muchos años. Se nos dice que nunca es pronto para invertir nuestro dinero en la jubilación, pero también nos dicen que nunca es tarde para empezar. Por encima de todo, no deberíamos dejar de invertir, ni siquiera en tiempos difíciles. Pero ¿qué clase de jubilación sería ésa, al menos para las PAS, si no estuviéramos invirtiendo también en algo más profundo? Sea cual sea tu edad en estos momentos, no olvides que tú también estás madurando y envejeciendo. Pero, si maduramos y envejecemos de una forma más espiritual, el resultado final será mucho más que un cuerpo anciano y moribundo. Tengo la esperanza de que serás capaz de encontrar el camino hacia las profundidades últimas y más plenas del amor.
Nota:
En relación con la discusión de este libro de las PAS con independencia de las relaciones, los puntos tratados están bien sustentados por las investigaciones, todas las cuales se hallan citadas en alguna de las siguientes fuentes:
• E. N. Aron, El don de la sensibilidad. (Ediciones Obelisco, Barcelona, 2006).
• E. N. Aron y A. Aron, «Sensory-Processing Sensitivity and Its Relation to Introversion and Emotionality», Journal of Personality and Social Psychology 73 (1997): 345-368.
• E. N. Aron, «High Sensitivity as One Source of Fearfulness and Shyness: Preliminary Research and Clinical Implications», en Extreme Fear, Shyness, and Social Phobia: Origins, Biological Mechanisms, and Clinical Outcomes, eds. L. A. Schmidt y J. Schulkin (Nueva York: Oxford University Press, 1999), 251-272.
• E. N. Aron, «Counseling the Highly Sensitive Person», Counseling and Human Development 28 (1996): 1-7.
Las notas que figuran al pie de cada página son normalmente de estudios sobre relaciones o de hallazgos acerca de las PAS que no se encuentran en las fuentes que acabo de citar. Cuando me refiero a mis propias investigaciones, normalmente se han publicado en los títulos de arriba, salvo en lo relativo a relaciones o sexualidad en las PAS, cuyos resultados más recientes se están publicando por vez primera en este libro.
Si deseas información sobre nuevos hallazgos y desarrollos relacionados con las personas altamente sensibles, escribe a P. O. Box 460564, San Francisco, CA, 94146-0564 y pide que te enviemos Comfort Zone, el boletín de noticias de las PAS, o bien visita nuestra página web en www.hsperson.com.
Recursos relacionados con El don de la sensibilidad:
Web de Elaine Aron en inglés: www.hsperson.com
Web para Latinoamérica: www.paslatino.com
Web para España: www.asociacionpas.org
Existe un DVD sobre El don de la sensibilidad subtitulado en español en:
www.hsperson.com
1. Los libros de Martin Buber en castellano se pueden encontrar en Caparrós Editores, Madrid. (N. del T.)
Introducción
Los efectos que puede tener en el amor el rasgo heredado de la alta sensibilidad no es un tema que me interese exclusivamente desde un punto de vista científico, puesto que lo he vivido y me ha enseñado muchas cosas; a veces a las buenas y otras a las malas. Así pues, en tanto que mi propio caso no ilustra más que una de las muchas maneras en que la sensibilidad puede afectar una relación, ofrece al mismo tiempo una imagen profunda de su poderosa aunque obviada influencia en el amor.
Aprendiendo a través de la diferencia
Mi marido, Art, que es psicólogo social, es un hombre muy inquieto. Si sale de casa a dar una vuelta, se lleva un Walkman. Sin embargo, prefiere pasear conmigo.
Por mi parte, yo prefiero pasear a solas, y soy capaz de conducir mi automóvil durante cinco horas sin poner en marcha la radio. Simplemente, me dedico a pensar.
Art es increíble cuando se halla bajo presión. En una situación de crisis, él sería la persona a la que yo elegiría para mi equipo. Se mete en todas partes y lo toca todo, pero es capaz de entrar en la misma habitación un centenar de veces y no percatarse de que sería mejor apagar las luces y estirar la alfombra. Sin embargo, para mí eso sería algo completamente natural.
Cuando vamos a algún congreso, Art está siempre por ahí, charlando con la gente, desde el desayuno hasta las dos de la madrugada, yendo de grupo en grupo. Yo voy a las sesiones, y quizás me reúno con él para cenar o para asistir a una fiesta, pero la mayor parte del tiempo lo paso en mi habitación, paseando por ahí o manteniendo una larga conversación con alguna otra alma solitaria.
Para Art, toda acción tiene algo de espiritual. La vida cotidiana es sagrada. Yo, sin embargo, siempre estoy queriendo apartarme, retirarme, sintiéndome dividida entre las exigencias externas y ese mundo rico y seductor del espíritu, que sólo encuentro cuando me vuelvo hacia mi interior.
Yo me burlo de él recordándole aquella vez que me preguntó de dónde había sacado aquel estampado «nuevo» y tan bonito de las cortinas de la cocina, cuando aquellas cortinas llevaban allí colgadas ya un año y medio. Sin embargo, él no se burla demasiado de mí, porque sabe que yo me lo tomo en serio.
Ambos podemos estar trabajando hasta dieciséis horas seguidas si es necesario. Eso es algo que yo detesto, aunque a él no parece afectarle. Después de una jornada así, cuando me voy a dormir, me resulta muy difícil conciliar el sueño, porque estoy demasiado sobreestimulada. Sin embargo, él se mete en la cama, a mi lado, y medio minuto después está hibernando como un oso.
Art no sueña tan a menudo como yo. Sus sueños son felices, o son sueños en los que organiza cosas. Mis sueños, sin embargo, son poderosos y, en ocasiones, perturbadores.
Así pues, durante muchos años, ambos estuvimos albergando la idea de que yo era extrañamente intensa, y que él «estaba en las nubes». Pero, claro está, yo también pensaba en todas estas cosas con más intensidad. No sabía si verme a mí misma como a una persona enferma y a él como a un milagro de la salud mental, o verme a mí como a un genio constreñido por un marido que resultaba frustrantemente superficial e inconsciente. Ante tal dilema, yo prefería ver el problema en mí misma. Yo deseaba amar a mi marido, pero a veces anhelaba haber tenido a un compañero más profundo, alguien que pudiera dirigirme hacia Dios, quizás. Mientras tanto, Art podría haber disfrutado de una compañera más espontánea y extrovertida, una mujer que charlara más y que buscara más los placeres de la vida. Sin embargo, él no parecía sentirse afectado por las diferencias existentes entre nosotros. Aunque yo sí.
Tampoco me sentía feliz conmigo misma. Ciertamente, pensaba que había algo en mí que no iba bien; aunque debo reconocer que Art nunca me reprochó eso. A él le gustaba mi intensidad, mi creatividad, mi intuición, mi preferencia por ideas y conversaciones profundas, mi conciencia de las sutilezas, mis emociones intensas. Yo veía todo eso como las manifestaciones superficiales y aceptables de un defecto terrible y oculto del cual había sido consciente toda mi vida. Desde mi perspectiva, era un milagro que Art me quisiera a pesar de todo.
Evidentemente, en otras cosas éramos totalmente contrapuestos. Pero este libro no trata sólo del amor entre una persona altamente sensible (PAS) y una no-PAS, pues una buena parte de él trata del amor de las PAS hacia sí mismas y hacia otras PAS. Por otra parte, Art no es altamente no-sensible. A él tampoco le gustan las multitudes, detesta las películas violentas y le encantan las artes. Es un hombre muy concienzudo, e intenta estar en armonía con los demás y con su vida interior. En el test para PAS que encontrarás en la página 42, Art obtuvo una puntuación de nueve, una puntuación media (las puntuaciones medias no son realmente las más habituales; la mayoría de las personas son PAS o no lo son). Y a Art también le encanta el amor, la intimidad, la cercanía. De hecho, nuestra área de investigación principal ha sido y sigue siendo el amor y las relaciones íntimas.
Sin embargo, hasta no hace muchos años, en lo más profundo de mi no estaba segura de si quería tener una relación íntima o podía tener una relación íntima con otra persona. En términos generales, me estuve limitando a controlar mi negatividad, otra parte de aquel aparente defecto, hasta que la crisis de la mediana edad lo puso todo patas arriba. Ese período fue muy duro para Art, dado que tuvo que soportar mi contundencia con todo aquello que no me satisfacía, pero también abrió una vía para solucionar nuestros problemas, la vía que me ha traído hasta este libro.
Entra en escena la persona altamente sensible
La brecha que me permitió acceder a una resolución se abrió casualmente cuando el psicoterapeuta al que acudí en aquel momento mencionó que yo era «altamente sensible». Entonces, se hizo la luz. ¿Sería ése mi aparente defecto, algo que en modo alguno se podría considerar como un defecto? Y así comenzaron mis investigaciones sobre las PAS.
Para aquellas personas que no haya oído hablar de este concepto, las PAS son ese entre 15 y 20 por 100 de la población humana que ha nacido con un sistema nervioso diseñado genéticamente para ser más sensible a los detalles sutiles. Son personas más proclives a reflexionar sobre sus experiencias interiores y, por tanto, e inevitablemente, se sienten abrumadas con mayor facilidad por los acontecimientos externos. En el capítulo 1 nos sumergiremos en los detalles de este rasgo, pero ahora me gustaría adelantar que el concepto de PAS no es sólo una idea mía, sino que otros muchos investigadores la han establecido también a través de sus indagaciones. Lo principal que convendría retener en esta Introducción es que no estoy hablando aquí de una pequeña rareza o peculiaridad, sino de una importante diferencia, una diferencia normal y heredada sobre cómo funciona el sistema nervioso en su integridad, afectando así todos los aspectos de la vida de la persona. Este rasgo se halla presente en alrededor de una quinta parte de la población y, hasta cierto punto, en un porcentaje mucho mayor; de ahí que, si emparejáramos a la gente de forma aleatoria, la posibilidad de que una relación se vea afectada por este rasgo es de, al menos, un 36 por 100.
Pero, evidentemente, imagino que lo que te estás preguntando en estos momentos es si tú y/o tu pareja sois PAS. Para ello, ve a las páginas 42-47, donde encontrarás dos test a los que puedes responder tú mismo, uno acerca de ti y otro acerca de tu pareja. En las páginas 51-56 encontrarás otro par de test relacionados con otro rasgo hereditario –la búsqueda de sensaciones– del que se habla también en el capítulo 1. Por cierto, nacen tantos hombres como mujeres altamente sensibles, aunque el estereotipo femenino las haga pasar por sensibles a las sutilezas y el masculino les haga pasar a ellos por tipos duros que no se percatan de los detalles. Los estereotipos acerca de los hombres, las mujeres y la sensibilidad se tratan en el capítulo 2.
Después de entrevistar, de hacer encuestas, de recopilar cuestionarios y de consultar con miles de personas, he descubierto que mi propia vida y mi relación de pareja tienen infinitamente más sentido para mí ahora. Con el transcurso del tiempo me doy cuenta de que incremento mi amor y mi respeto por mí misma y por mi marido, por muy diferentes que seamos. De hecho, ahora soy consciente de que, al afrontar nuestras arraigadas diferencias temperamentales, nos hemos educado, hemos desarrollado nuestro carácter y hemos incrementado la pasión y el placer en nuestra vida de una forma impensable por otros medios.
Este libro trata de mi potente experiencia personal, de que tanto las PAS como nuestras parejas, sean o no sean PAS, necesitamos ayuda para reflexionar sobre el significado de nuestra intensidad y nuestras diferencias. Sin tal ayuda, el amor y las relaciones íntimas pueden llevar a las PAS a una amarga decepción, infligiendo en el proceso un sufrimiento no deseado sobre otras personas. Pero, con esta ayuda, las PAS estamos perfectamente diseñadas para hacer una maravillosa aportación amorosa, tanto a nuestra familia como al mundo.
Entonces, ¿este libro dice que todo está en los genes?
Yo nunca diría que ser una PAS o no serlo determina la propia felicidad o el éxito en las relaciones. Ciertamente, Art y yo tuvimos que lidiar con otros muchos problemas, aparte de nuestras diferencias de sensibilidad. Pero puedo afirmar con toda confianza que el propio grado de sensibilidad, y el temperamento heredado en términos generales, es el factor que menos se ha tenido en cuenta a la hora de comprender el funcionamiento de las relaciones humanas.
Sin embargo, esta negligencia no tardará mucho en corregirse. Por ejemplo, aunque no se le ha dado demasiada difusión, los psicólogos Matt McGue y David Lykken, de la Universidad de Minnesota, descubrieron en 1992 que alrededor del 50 por 100 del riesgo de divorcio está genéticamente determinado.2 Aunque dentro de unos instantes voy a debatir sobre el significado que deberíamos darle a esa cifra, ésta no deja de indicar que la influencia genética es sorprendentemente alta, y supongo que todos estos temas irán recibiendo cada vez una mayor atención, habida cuenta del creciente interés que genera la genética en nuestra cultura.
Pero, ¿acaso los genes deciden si nuestras relaciones amorosas van a funcionar o no? Obviamente no, se suele decir. Las personas aprenden actitudes y valores a medida que crecen, y también pueden cambiarlos en un momento determinado; por ejemplo, siguiendo las directrices de un libro de autoayuda como éste. Pero el estudio de la genética del divorcio forma parte de una tendencia general que afirma que la mayor parte de tu actual situación psicológica –como cuán feliz eres con tu trabajo y en tu vida en el hogar– es el resultado de los genes, y no de tus experiencias o de cómo fuiste educado.
Yo creo que haremos bien en mostrarnos escépticos ante la idea de darle demasiada importancia a los genes. En primer lugar, el matrimonio y el divorcio tienen, obviamente, un carácter social. (Sin duda, los genes no son el motivo por el cual se divorcia más gente en California que en Minnesota). En segundo lugar, la idea de que el comportamiento está controlado por los genes puede llevar a otras ideas más sutiles e insidiosas: que intentar que una persona cambie de vida es absurdo o que no se la puede hacer responsable de sus comportamientos porque, pobrecilla, «nació así». A continuación vendrían las etiquetas para «eso» –neurótica, temerosa, pesimista, baja inteligencia, violenta, trastornos de déficit de atención, etc. Pero, ¿en qué sentido constituyen los genes un factor a tener en cuenta, y qué deberíamos aprender de todo ello? Y, por otra parte, ¿por qué en una pareja de gemelos idénticos, ambos con idénticos genes, uno de ellos no suele exhibir los problemas «hereditarios» del otro?
Bien, aunque es posible que yo esté recogiendo setas en los mismos bosques que los investigadores de temperamento que consideran que la mayor parte de nuestra psicología está determinada por los genes, voy a volver a casa con una cosecha ciertamente diferente. En primer lugar, creo que los problemas de las relaciones siguen siendo sociales, y no genéticos. La heredabilidad del divorcio sólo quiere decir que algo en la genética de las personas tiene cierto influjo en el divorcio. Sin embargo, creo que no es nuestro temperamento heredado el que causa el problema, sino el hecho de que no abordemos de la manera adecuada determinados temperamentos. En segundo lugar, cuanto más aprendo acerca del temperamento, más creo que aprender sobre el temperamento es la clave para que las personas cambien, para que se sientan menos estresadas y sean más tolerantes consigo mismas y con los demás. El temperamento no es una razón para desistir de la idea de que las personas pueden cambiar. No obstante, un 50 por 100 de tus posibilidades de divorcio tienen algo que ver con tus genes. Esto hace que el temperamento heredado sea un factor importantísimo en las relaciones, un factor que se ha estado pasando por alto.
Cómo utilizar este libro
Recuerda, las personas son complejas
Como cualquier otra persona que escriba acerca de la psicología humana, no tengo más remedio que hacer generalizaciones. Y, precisamente, las PAS se muestran especialmente suspicaces ante todo tipo de generalización, etiqueta y estereotipo, debido a que siempre están reflexionando sobre sus implicaciones y el resto de posibilidades. Quizás te estés diciendo ya a ti misma, «Yo creía que era una PAS, pero en realidad me parezco más a Art: duermo bien, soy extrovertida, inquieta y optimista». Lo cierto es que hay personas altamente sensibles con todas esas cualidades. Por ejemplo, el 30 por 100 de las PAS son socialmente extrovertidas. Todas somos personas únicas y singulares gracias a que hemos pasado por experiencias diferentes, a nuestras complejidades genéticas y, quizás también, a una pizca de destino personal. Y cada relación es también única. De modo que, por favor, lee este libro manteniendo ciertas reservas, tomando de él sólo lo que te resulte útil.
Quizás estés pensando también, «¡Pues no necesitábamos otra cosa en el mundo: otra justificación más para los prejuicios!». Y habrás hecho un magnífico juicio, pues ésa es la inevitable «sombra», lo malo de las generalidades: que se convierten en estereotipos y, posteriormente, en prejuicios. Podemos llegar a pensar que lo correcto es ser PAS y terminamos pensando que lo incorrecto es ser no-PAS.
Pero las PAS sabemos algo acerca de los prejuicios pues, cuando no se nos ha ignorado simplemente, se nos ha compadecido o se nos ha tachado de tímidas, vergonzosas o neuróticas (rasgos con los que estoy convencida de que no nace nadie). Evidentemente, necesitamos una infusión de orgullo compensadora, la sensación de que disponemos de algunos aspectos superiores desde nuestro punto de vista. Pero especialmente en este libro, en el que estamos intentando aprender a respetar las diferencias, tanto tú como yo tenemos que ser muy cuidadosos a la hora de valorarnos a nosotros mismos sin devaluar a los no-PAS. Así pues, utiliza este libro con sensatez, como confío que lo harás: abrevia los momentos (todos patinamos aquí) en que te reduzcas a ti mismo o a los demás a una simple puntuación en un test, y sobre todo aquellos momentos en que te sientas superior o inferior debido a ello.
Utiliza este libro tanto para el amor como para la amistad
Aunque esta obra se dirige principalmente a las relaciones románticas, todos queremos obviamente a nuestros amigos y a nuestra familia del mismo modo. Gran parte de lo que se comenta aquí se aplica igualmente a esas relaciones: conocer amigos, mantener la cercanía con los familiares, profundizar en las conexiones, o comunicarnos bien con las PAS y las no-PAS a las que queremos. Y personalmente creo que las relaciones románticas no podrían sobrevivir a largo plazo sin la existencia de todas esas otras relaciones íntimas que las realzan. No hay pareja que pueda serlo todo para otra persona ni disfrutar de todo respecto a la otra persona, y las PAS pueden tener unas personalidades particularmente ricas y complejas, y unos intereses de los que pueden tener necesidad de hablar con otros. Y, si tu pareja es no-PAS, necesitarás especialmente algunos amigos o amigas sensibles, del mismo modo que tu pareja necesitará a otros como ella. Si ambos sois PAS, también disfrutaréis del hecho de tener otros amigos no-PAS.
Adapta el libro en función de tu situación amorosa
El amor es uno de los temas más amplios y extensos que uno pueda elegir, y tus necesidades pueden variar enormemente en función de si te acabas de enamorar, de si vives felizmente con alguien, de si tienes problemas en una relación de muchos años o si no mantienes ninguna relación en absoluto y quizás la deseas, o quizás no. Así pues, y sin que sirva de precedente, me gustaría dirigirme a varios colectivos de personas por separado.
Si estás leyendo este libro con tu pareja (sea o no otra PAS)
Está muy bien que lo hayáis abordado de este modo. Quizás incluso os podéis leer uno a otro alguna sección o la totalidad del libro. Os sorprenderéis al ver cómo el hecho de pensar juntos acerca de vuestros temperamentos puede suavizar en gran medida vuestra relación.
Si tienes una pareja que, probablemente, no vaya a leer este libro
También está bien. Puedes compartir con tu pareja lo que aprendas aquí, y quizás puedes leerle en voz alta algunas secciones «jugosas»; pero no presiones a tu pareja para que se lea el libro entero. Si no muestra el más mínimo interés, no incomodes demasiado con el tema. Normalmente, la gente se resiste a alguna idea porque se siente de algún modo amenazada por ella, de manera que será mejor que te plantees qué puede temer tu pareja de la lectura de este libro. Entonces, quizás puedas ir ganándote su confianza. Si te enfadas o le muestras tu decepción, no vas a conseguir granjearte tal confianza.
Claro está que mostrar tal comprensión no es tarea fácil y, en ocasiones, quizás no sea aconsejable. Si te sientes profundamente decepcionado por la falta de interés de tu pareja, es muy probable que no puedas, ni debas, ocultar tus sentimientos. Pero recuerda, los intereses vienen y van, al igual que los miedos. Las personas se abren a nuevas ideas cuando se sienten relajadas y están seguras de que las aprecian, de modo que mantén una perspectiva amplia, céntrate en todo aquello que te encanta de tu pareja y mira a ver qué pasa.
Si no estáis enamorados justo en estos momentos
Por favor, no olvidéis que os he tenido muy en cuenta mientras escribía, porque conozco a muchas PAS que no mantienen relaciones íntimas, tanto si es por decisión propia como si no. Pero, sea cual sea el estado en el que te encuentres, deberás saber que las PAS nos vemos más afectadas por el amor que el resto de las personas. Solemos enamorarnos con más intensidad que los demás, de modo que siempre podemos beneficiarnos de una reflexión profunda sobre amores del pasado. Goethe es, supuestamente, el origen de un sentimiento que me gusta mucho y que viene a resumirse en «Te quiero, pero es algo que no tiene nada que ver contigo». En el título del libro he puesto la palabra «amor» y no «relaciones» precisamente por este motivo, porque el amor es un «tema PAS» bastante más rico, y más personal y subjetivo, que las relaciones. No creo que amantes introvertidas y deseosas de soledad como yo, o como muchas de vosotras, que no desean sacar sus reflexiones sobre el amor del ámbito privado, escriban demasiados libros sobre las relaciones. Pero pensaba que hacía falta un libro para nosotras, las personas sensibles, y supongo que todas vosotras, como colectivo, lo apreciaríais especialmente. Recuerda también que todos necesitamos de amigas y amigos íntimos, y que el amor es una potencia de la psicología humana que nunca desaparece. A lo largo de todo el día pensamos en alguien, aunque estemos solos, y aquellas personas en las cuales pensamos muy posiblemente nos sean queridas. Todo el mundo necesita ser amado, incluso tú, y espero que este libro te ayude a liberar en tu interior más amor por ti mismo y por los demás.