El negocio de la virgen - Moisés Garrido Vázquez - E-Book

El negocio de la virgen E-Book

Moises Garrido Vazquez

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"El de Garrido Vázquez no es un trabajo improvisado escrito en cuatro días ni tampoco una obra de laboratorio. El autor afirma que las 227 páginas de este libro le han llevado 17 años de investigaciones. Ha estado, grabadora en mano, en los principales lugares de España donde se ha anunciado apariciones de vírgenes."(web Foro cristiano) "El autor señala que la Iglesia oficial condena a estos movimientos como supersticiosos cuando amenazan con restarle acólitos, pero protege celosamente sus rentables franquicias como La Salette, Lourdes y Fátima."Arev.files.wordpress) Un trabajo de investigación serio y arriesgado sobre los distintos grupos marianistas de nuestro país y el negocio millonario y ultraderechista que muchas de ellas esconden. A lo largo de la historia se han documentado unos 22.000 casos de apariciones marianas, 400 de ellos sólo en el S. XX, curiosamente, detrás de la mayoría de estas apariciones existen flujos gigantes de dinero no controlados por hacienda. En lugares célebres como El Palmar de Troya, Lourdes o El Escorial se han construido basílicas, se han organizado congregaciones e incluso se han nombrado papas. El negocio de la virgen muestra, a través de rigurosa documentación quién se esconde detrás de estas apariciones y sobre todo, cómo se enriquecen determinadas personas aprovechándose de la fe de muchas otras. Moisés Garrido ha visitado Lourdes, Garabandal, El Palmar de Troya, El Escorial, Medjugorje o Guadalupe, ha entrevistado a fieles, ha asistido a supuestos milagros, a curaciones, a estigmas y se ha enfrentado con las secciones más duras de estas sectas. Detrás de todos estos fenómenos se esconden verdaderos estafadores capaces de provocar en las masas alucinaciones o situaciones de histeria colectiva, y capaces de recurrir a cuchillas de afeitar para provocarse estigmas y conseguir con esos milagros cuantiosas cantidades en donaciones.

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EL NEGOCIO DE LA VIRGEN

TRAMAS POLÍTICAS Y ECONÓMICAS DE MILAGROS Y CURACIONES

APARICIONES MARIANAS, ¿QUIÉN SE BENEFICIA?

MOISÉS GARRIDO VÁZQUEZ

www.investigacionabierta.comwww.nowtilus.com

Serie: Nowtilus FronteraColección: Investigación Abiertawww.nowtilus.comwww.investigacionabierta.com

Título de la obra: El negocio de la Virgen Autor: © Moisés Garrido Vázquez

Editor: Santos Rodríguez Director de la colección: Fernando Jiménez del Oso Director editorial: David E. Sentinella Responsable editorial: Teresa Escarpenter Coordinación editorial: Gloria Sánchez

Diseño y realización de cubiertas: Carlos Peydró Diseño de interiores: Juan Ignacio Cuesta Millán Maquetación: Juan Ignacio Cuesta y Gloria Sánchez Producción: Grupo ROS (www.rosmultimedia.com)

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece pena de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

Editado por Ediciones Nowtilus, S.L.www.nowtilus.comCopyright de la presente edición:2004 Ediciones Nowtilus, S.L.Doña Juana I de Castilla, 44, 3.º C, 28027-MADRID

ISBN: 978-84-9763-128-0

Libro electrónico: primera edición

ÍNDICE

No es lo que parece… FERNANDO JIMÉNEZ DEL OSO

Introducción

Capítulo 1RADIOGRAFÍA DE LAS APARICIONES

Capítulo 2ACTITUD DE LA IGLESIA FRENTE A LAS APARICIONES

Capítulo 3INCONSCIENTE, PSICODRAMA Y ALUCINACIONES

Capítulo 4¿MILAGROS O FENÓMENOS ANÓMALOS?

Capítulo 5PSEUDOVIDENTES Y FRAUDES

Capítulo 6EL PALMAR DE TROYA: 35 AÑOS DE CISMA

Capítulo 7EL HIGUERÓN: LA VIRGEN DEL “DISFRAZ”

Capítulo 8OTRAS APARICIONES EN ESPAÑA

Capítulo 9LA VIRGEN RECORRE EL MUNDO

Capítulo 10FÁTIMA Y EL TERCER SECRETO

Epílogo

Bibliografía recomendada

AGRADECIMIENTOS

Han sido muchos los compañeros que me han animado a realizar este libro. A todos ellos agradezco el apoyo y la confianza que han depositado en mi persona. En primer lugar a Lorenzo Fernández, que hizo todo lo que estuvo en sus manos para que este libro viera por fin la luz. A José Manuel García Bautista, Rafael Cabello Herrero, Manuel Carballal, Ignacio Garzón, Pedro Canto, Javier Sierra, José Manuel Durán, José Juan Montejo Aguilera, Joaquín Mateos Nogales, Josep Guijarro, Juan José Benítez, Julio Marvizón, Manuel Gómez Ruiz, Rosa Mª Padilla, Gregorio Parra, Bruno Cardeñosa, José L. Peláez, Fernando Jiménez del Oso, David E. Sentinella, Salvador Freixedo, Magdalena del Amo, Fernando García, Gabriel Carrión, Juan Vallejo, Pepe Rodríguez, Raúl Núñez, Francisco Cabrera y Joaquín Abenza, por la amistad que me une a ellos. A Alejandro Rubio, fiel amigo e inseparable compañero de fatigas. A mi maestro Ignacio Darnaude Rojas-Marcos, gran filósofo de la ufología, con quien tanto he aprendido y seguiré aprendiendo. A José María Casas-Huguet, por sus profundos conocimientos y por nuestros enfoques interpretativos tan comunes de lo paranormal. A mis entrañables amigos de la S.E.I.P (Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas). Especialmente a Antonio Pérez, Manuel Capella, Iván Hitar, Pedro J. Fernández, David Garcés, Miguel Andreu Fuster, Guillermo Núñez, Pedro Amorós, Vicente Bolufer… Al recordado y admirado Antonio Ribera, allá donde esté, por su sabiduría y fino sentido del humor, y por el cariño que siempre supo transmitir a su “nieto andaluz”, como él me llamaba. Finalmente, a todos aquellos estudiosos, testigos y protagonistas directos que me han aportado datos, me han confesado sus experiencias y me han ofrecido su particular punto de vista sobre el tema que ocupa las páginas de este libro. A todos, muchas gracias.

NO ES LO QUE PARECE…

EN UN LIBRO COMO ÉSTE, quizá la cuestión primera a plantearse es si se trata realmente de la Virgen quien se aparece. Para los escépticos, ni siquiera es un tema a debatir: se trata de un fenómeno meramente subjetivo en el que se mezclan fabulación, autosugestión, percepciones delirantes e histeria colectiva; nada, pues, que rebase los límites de lo estrictamente natural. No digo que no sea así en más de un caso, pero reducir un tema tan complejo y apasionante como el de las apariciones marianas a simples causas psicológicas es, además de pueril, erróneo.

Para ser aceptadas como “auténticas” –entrecomillo la palabra porque esa cualidad no garantiza en modo alguno que se trate de la Virgen–, las apariciones no deben limitarse a lo subjetivo. Salvo excepciones, lo habitual es que sean sólo los videntes, con frecuencia un pequeño grupo de niños o de adolescentes, quienes, en trance, vean y oigan a la entidad que se aparece; pero si todo se redujese a su testimonio, malamente podríamos calificar como extraordinario al suceso. Por muy necesitadas de creer que estén las personas del entorno, han de producirse paralelamente fenómenos de carácter presuntamente sobrenatural que avalen el relato de los videntes. La variedad e importancia de esos fenómenos es tanta, que su enumeración requeriría varias páginas. Entre los más frecuentes, aparte de la exhibición de capacidades paranormales dada por los videntes durante sus éxtasis, suficientemente demostrativos por sí solos de que nos hallamos ante un suceso fuera de lo normal, abundan los de naturaleza física, perceptibles por todos los congregados, y a veces tan llamativos como intensos aromas, lluvia de materia algodonosa que se disuelve al contacto con el suelo o la presencia de luces de diferentes formas y tamaños que evolucionan sobre el lugar.

Ya se trate de uno o de varios fenómenos de la índole descrita, su presencia es imprescindible para que el acontecimiento capte el interés de los convecinos y, ulteriormente, de los curiosos que lleguen de otras localidades. Una vez conseguida la afluencia de numeroso público -tras las primeras, aparentemente espontáneas, las siguientes apariciones son anunciadas con antelación, señalando día y hora, por la propia entidad-, es cuando esos fenómenos alcanzan su mayor espectacularidad para convencer a los más reticentes y acreditar que se trata de un suceso sobrenatural. Esta técnica, reconocible sin esfuerzo en la mayoría de los casos de apariciones marianas, responde a un objetivo que, al menos a primera vista, no se corresponde con la magnitud de la puesta en escena. Cuesta trabajo aceptar que toda esa elaborada sucesión de prodigios tenga como finalidad la difusión de mensajes culpabilizadores, cargados de tópicos, y que, de puro reaccionarios, resultan más esperpénticos que creíbles. Exigir el rezo habitual del rosario o la erección de una iglesia como medio de expiación y único recurso para salvar al mundo de un final apocalíptico, es tan grotesco, que, sólo por ello, sobran razones para dudar de que se trate de la Virgen o de cualquier personaje espiritual presuntamente evolucionado. De hecho, cuando se estudia con algún detenimiento la génesis de las apariciones marianas, incluidas las que todavía cuentan con millones de adeptos, se descubre que en sus primeras manifestaciones esas entidades no se presentan como la Virgen, Jesús o un determinado arcángel, sino que dejan esa identificación a cargo de los propios videntes o de los adultos que escuchan su relato. Es después, definido ya el papel que han de representar, cuando lo asumen con toda propiedad y sin salirse del texto para no defraudar al público.

Establecido y acreditado el lugar de apariciones, se hace imprescindible la dotación económica. La simple construcción de un altar o de un sencillo monumento, requiere ya una inversión. Esos primeros gastos suelen ser sufragados sin mayor dificultad por algún devoto, pero los siguientes, tanto más cuantiosos cuanto mayor sea la asistencia de fieles, y no olvidemos que es la propia aparición la que reclama congregaciones multitudinarias, requieren colectas, donaciones –las curaciones milagrosas se traducen frecuentemente en generosas aportaciones de los enfermos sanados y de sus familiares–, apertura de cuentas bancarias y, para dar mejor fin a esos ingresos, un equipo de personas que los gestione. Por su parte, los habitantes del pueblo inmediato, crean o no en la naturaleza sobrenatural de los hechos, asisten, primero perplejos y luego satisfechos, a la llegada masiva de forasteros, a los que hay que alojar, alimentar y, en un paso siguiente, vender todo tipo de recuerdos y fruslerías relacionados con la aparición.

Pese a que estas consecuencias económicas de las apariciones lleguen a alcanzar cifras sorprendentes, podemos considerarlas naturales, fruto de la propia dinámica del suceso. Sin embargo, dependiendo de la repercusión social de los mensajes, del número de visitantes y, sobre todo, de su previsible proyección internacional, al lugar de apariciones comenzarán a llegar enormes sumas de dinero, en su mayor parte, del extranjero. No se trata de donaciones individuales, sino de una auténtica financiación a cargo de instituciones que, bajo nombres más o menos piadosos, actúan con intenciones más estratégicas que religiosas. Al lector le sorprenderá saber que, en sus primeros años, antes de que el tema se convirtiera en un auténtico circo, la orden de La Santa Faz, monopolizadora de las apariciones de El Palmar de Troya, en Sevilla, recibía periódicamente sustanciosos fondos, cuantificables en varios centenares de millones de pesetas, de Irlanda y de Estados Unidos. Unos procedían de sociedades vinculadas al catolicismo integrista y otros de la propia CIA. Se ha hecho en otras épocas y en otros países en situación política “inestable” –en España, las apariciones de El Palmar alcanzan su máxima proyección en los últimos años del franquismo y durante la transición, cuyo resultado era entonces una absoluta incógnita–, con el fin de crear focos aferrados a la tradición más inmovilista y asociados a la extrema derecha, por si, llegado el momento, convenía utilizarlos como grupos de presión; algo que ya se ensayó en Iberoamérica con excelentes resultados. En el caso citado como ejemplo, el último y más evidente del siglo XX, “la virgen” santificó a Franco e indujo a depositar el destino espiritual de España en manos de Blas Piñar, al que, en los mensajes llegados del cielo, se le denominaba “el caudillo del Tajo”. Al ciudadano medio puede parecerle un dislate, pero si analiza el trasfondo del terrorismo islámico, tal vez cambie de opinión, porque, aunque de signo contrario, se trata de la misma estrategia.

Introducción

13 DE MAYO DE 1987. Siempre recordaré esa fecha… La Virgen no cumplió su promesa de efectuar un milagro multitudinario –aunque no crean que la culpa fue suya-, sin embargo, la mayoría de las personas que se congregaron aquel día en la estación ferroviaria Jabugo-Galaroza, en la aldea onubense de El Repilado, regresaron a sus hogares convencidas de que María, la madre de aquel buen galileo llamado Jesús, había posado sus pies sobre el árbol que se hallaba junto al apeadero. Todos creyeron que esa tarde la Virgen había vuelto a manifestarse a Alba Bermúdez Navarro, de 10 años de edad. Y que el milagro anunciado con semanas de antelación se había producido. ¡Por algo era el 70º aniversario de la aparición de Fátima!… Pero, en honor a la verdad, allí no ocurrió nada. No hubo la más mínima evidencia de que la Virgen –”una figura alta, guapa y con el pelo largo”, según la descripción de la pequeña vidente– descendiese de los cielos hasta ese perdido rincón del suroeste español. No obstante, tal detalle carecía de importancia. Los fieles que peregrinaron hasta el lugar, unas 15.000 almas, sintieron en sus corazones la presencia de lo sobrenatural… Lo palpaban en el ambiente. Lo veían reflejado en el rostro sereno y en los ojos brillantes de la joven vidente que, vestida de Primera Comunión para la ocasión y arrodillada ante el árbol, miraba fijamente sus ramas mientras movía los labios como si mantuviese un íntimo diálogo con la “entidad celestial”…

Y allí, en medio de todo aquel escenario surrealista, se encontraba un servidor. Delante del gentío y a tan sólo cuatro metros de la vidente, junto a otros compañeros y periodistas. Observaba toda la insólita acción casi sin pestañear, asegurándome que mi cámara fotográfica y mi grabadora estuviesen a punto. ¿Realmente ocurriría algo?, era la pregunta que bombardeaba mi mente mientras pacientemente aguardábamos la “señal”. Sin embargo, al mismo tiempo dudaba que pasase nada extraordinario. Como así finalmente ocurrió, pese a que días después se habló de curaciones extraordinarias que luego no fueron tales.

Pero yo también sentí algo muy especial… no de índole trascendente precisamente. Confieso que me sentí seducido por el tremendo impacto sociológico que posee un evento pseudomístico de esta magnitud. Y me decidí a estudiar en profundidad el fenómeno aparicionista. Y, por supuesto, analizar su trasfondo simbólico, psicológico y parapsicológico, así como su aparente vinculación con el fenómeno OVNI, como ya venían proponiendo algunos autores de la talla de Salvador Freixedo, Ignacio Darnaude y Jacques Vallée. Vivir aquel caso en primera persona, in situ, hizo que reconsiderase muchas cosas. Sobre todo, el gran poder que tiene la sugestión, la histeria colectiva y todo aquello que lleve impresa la marca de “milagro”. Y así fue como me recorrí media geografía española visitando enclaves aparicionistas; entrevistando a videntes, testigos, párrocos y teólogos; consultando la opinión de investigadores, periodistas, médicos, psicólogos, parapsicólogos, etc.

No podía imaginarme que descubriría muchos asuntos turbios detrás de estas historias, y mucho menos podía sospechar de la existencia de un vasto movimiento aparicionista perfectamente planificado, apoyado por grupos integristas y reaccionarios, que está expandiéndose con gran efectividad a nivel mundial aprovechando la devoción mariana impulsada por el actual pontífice Juan Pablo II tras salvarse del atentado sufrido el 13 de mayo de 1981.

¿Y qué me he encontrado durante estos 17 años de investigaciones en torno a las apariciones marianas?… De todo un poco. He podido recoger testimonios fidedignos sobre fenómenos que podíamos catalogar como paranormales, he conocido gente sencilla que se acercan a esos lugares únicamente a rezar y he vivido el ambiente realmente fraternal entre devotos aparicionistas. Pero también he podido ser testigo de situaciones verdaderamente fanáticas, de grupos sectarios que protegen celosamente la integridad de determinadas apariciones, de amenazas milenaristas que tienen como fin coaccionar y mantener “a raya” a los fieles, y de oscuros negocios que mueven muchísimo dinero no controlado por el fisco. Desde historias aparentemente creíbles hasta burdos y descarados montajes. Pero eso sí, muy pocas cosas –por no decir ninguna– que puedan considerarse auténticos milagros, si entendemos dicho término como “suceso o acontecimiento que excede a los poderes de la naturaleza conocidos y atribuidos a una causa sobrenatural”. Esos portentos sobrenaturales que parecen desafiar las leyes científicas, tan publicitados y usados como reclamo por los fieles aparicionistas, pierden totalmente su valor como tales al ser analizados a la luz de la psicología y la parapsicología. Eso sin hablar de los numerosos fraudes; y a los hechos me remito…

Finalmente he extraído conclusiones personales que no han sido del agrado de los creyentes aparicionistas, lo reconozco, pero que en cambio han sido respaldadas y ratificadas por otros colegas investigadores, lo cual me reconforta. Conclusiones que expondré al final de esta obra.

Quizás, mi actual agnosticismo se deba en buena parte al fenómeno aparicionista. No lo sé. Si es así, he de agradecérselo. Para investigar estos temas, es preferible mantener la cabeza fría, una actitud crítica y no identificarse para nada con las experiencias subjetivas de las que podemos ser partícipes o que nos cuenten sus protagonistas. “Tener la mente abierta, estudiarlo todo y no creer en nada”, decía Aimé Michel a propósito de los OVNIs. Para las apariciones marianas, un asunto tremendamente delicado y polémico como podrán comprobar, también nos viene como anillo al dedo la máxima del ufólogo francés. ¿Desean, pues, acompañarme en este alucinante viaje por el mundo de la milagrería popular?…

CAPÍTULO I

Radiografía de las apariciones

“El mito de María, Virgen y Madre de Dios Hijo, es un plagio de la mitología pagana. En la mayoría de los pueblos, los dioses, los semidioses y determinados héroes, eran siempre concebidos por una Virgen.”

FERNANDO DE ORBANEJA, Lo que oculta la Iglesia,2002

Historia y simbolismo

MARÍA, UNA HUMILDE MUJER que por suerte o por desgracia le tocó vivir en la Palestina del siglo I, madre de un líder de masas que llegaría a ser aclamado por sus seguidores como el “Hijo de Dios”, y sin más pretensiones que sobrevivir con resignación y lo más dignamente posible en una difícil sociedad dominada de forma autoritaria por el varón, nunca pudo llegar a imaginarse que su figura sería recordada para siempre, y menos aún que sería convertida en una divinidad venerada por millones de personas de todo el mundo. Y eso pese a que su presencia en los evangelios canónicos es más bien escasa, pero ya se sabe, “los designios de Dios son inescrutables”, sobre todo cuando son manejados estratégicamente por las autoridades eclesiásticas. Y en este caso así ha sido, como tendremos ocasión de ver más adelante.

“Desde que el ser humano empezó a pensar en los dioses, los mitos han tenido que irse adaptando a las nuevas circunstancias sociales. Sin duda alguna, la Virgen no es una excepción”, asegura el periodista Pepe Rodríguez. Y lleva razón… La devoción popular a la Virgen María, tan arraigada en nuestro contexto occidental debido a la gran proliferación de apariciones marianas –cerca de 22.000 casos a lo largo de la historia del cristianismo, de los que 400 han tenido lugar en el siglo XX-, hunde sus raíces en antiguas tradiciones mistéricas o paganas. Encontramos elementos significativamente comunes a la advocación mariana en los ancestrales cultos a las Diosas-Madres: Isis, Isthar, Cibeles, Minerva, Diana, Athenea, Démeter… detalle que siempre ha intentado encubrir la Iglesia, aunque pocas veces lo ha logrado al ser tan notorios los paralelismos existentes. Como elemento femenino e integrador que es, la Virgen María –arquetipo universal de la Madre Tierra (Gaia)– está vinculada a la naturaleza. De hecho, casi siempre elige manifestarse en un enclave natural, junto a arroyos, grutas o árboles, etc. Según el historiador heterodoxo Juan García Atienza, “el sentimiento popular ha tenido desde sus inicios una intuición instintiva de la sacralidad de la Tierra, como guardiana de la vida y artífice de su evolución. Así lo atestiguan las matres prehistóricas, aquellas Venus esteatopígicas que no representaban tendencias estéticas de las que nuestros antepasados no tenían la menor idea, sino que simbolizan la fertilidad primigenia personalizada en lo femenino: en la mujer que les había parido, en la vaca o la cierva preñada representadas en las paredes de los albergues primitivos, donde los jóvenes se iniciaban al llegar a la pubertad, en los secretos de la creación y en el misterio de la vida”.

Es en los primeros siglos del cristianismo cuando se rescatan los rasgos simbólicos y femeninos de diosas como la egipcia Isis –cuyo culto estuvo muy extendido a través de numerosos templos dedicados a su figura– para transplantarlos a la Virgen María y poder convertirla finalmente, en el Concilio de Éfeso (año 431 d. de C), en Madre de Dios, y por ende, en Madre Universal. Isis, no lo olvidemos, era representada muchas veces con el niño divino Horus en su regazo, imagen que luego asumió el cristianismo para representar iconográficamente a María y el niño Jesús. Es así como María termina por encarnar una tradición colectiva, personificando las virtudes de la fertilidad y del amor maternal. “La Virgen tiene su razón de ser como madre: nutre, alimenta, sostiene. En lo espiritual, inspira, en lo material protege. María significa siempre la actitud pura del alma que se sustrae a la pasión de este mundo y que escucha el Logos que viene desde el Cielo, y recibe la Revelación, en el interior del alma”, señala Raúl M. Ortega, especialista en psicología junguiana y en simbología oculta.

Y de esta forma es como se integra en el inconsciente colectivo la figura ya divinizada de la Virgen María. Su veneración pronto consigue extenderse por todo el orbe cristiano, sobre todo a partir del siglo XI, construyéndose para la ocasión numerosos santuarios marianos –erigidos en enclaves naturales considerados mágicos o sagrados–, muchos de los cuales se convirtieron con el paso del tiempo en templos o catedrales. La orden militar y religiosa del Temple también juega un gran papel en su difusión por tierras lejanas.

La Diosa Isis guarda mucha similitud iconográfica con la Virgen María.

Durante la Edad Media, hubo un gran auge del culto mariano, una auténtica “mariolatría” (Lutero y Calvino lucharían contra ella), potenciada por la Iglesia al observar el fervor popular que generaba la advocación a la Virgen María, a la que, por cierto, se comienza a rebautizar –empezando normalmente como “Nuestra Señora de…”– con infinidad de nombres identificativos bien del lugar donde tiene lugar un determinado prodigio sobrenatural, de una virtud piadosa, de un elemento de su ropaje, etc –el Vaticano tiene registrados casi 3.000 nombres–. Y la peregrinación a recintos marianos se hace algo cotidiano, sobre todo en nuestra geografía, que se vio salpicada por numerosos casos aparicionistas desde los inicios de la era cristiana. El investigador Ramos Perera Molina, presidente de la Sociedad Española de Parapsicología, afirma que:

“Son muchos los que creen que la ‘tierra de María Santísima’ es sinónimo de España (…) Un avance psicológico importante, para hacer de estas tierras las de María Santísima, fue llamar Jerusalén a todas las iglesias consagradas de España, empezando por el templo muy milagroso que, según la tradición, levantó en Zaragoza el Apóstol Santiago por indicación de la propia Virgen; el primero que se erigió en su honor en el mundo, si los mariólogos tienen razón”.

Y así llegamos al siglo XIX en el que hay una oleada de apariciones marianas en muchos puntos de Europa, preferentemente en Francia, donde se desencadena un gran fervor popular a raíz de las célebres apariciones de Lourdes, que tienen lugar en 1858, cuatro años después de instaurarse el dogma de la Inmaculada Concepción. Según considera el especialista en apariciones marianas Joachim Bouflet, “Francia parece, más que nunca, ser el ‘reino de María’ (…) El ambiente religioso que reina tras la Revolución Francesa da cuenta en parte del fenómeno. La ola de descristianización y de persecución sangrienta que ha golpeado al país galo durante un decenio ha tenido como consecuencia la transformación en profundidad de las mentalidades religiosas. La piedad popular conoce un brote de vitalidad y surgen nuevas devociones…”.

El siglo XX, una época tumultuosa con dos guerras mundiales y numerosos conflictos sociales y políticos, trae consigo un buen número de incidentes aparicionistas. Fátima, en 1917, es la aparición por excelencia, sirviendo como modelo para las que vendrían posteriormente. Los mensajes de la Virgen se tornan apocalípticos, catastrofistas y reaccionarios, profetizando “el final de los tiempos” antes de que finalice el milenio. En los años 60, el Concilio Vaticano II, con su aire progresista, intenta frenar esa desmedida atención a María, advirtiendo a sus fieles que “la verdadera devoción (a María) no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad”. Pero el pueblo creyente, ajeno a los consejos de la curia vaticana, sigue aferrado a sus costumbres piadosas. Con Juan Pablo II, sin embargo, se consolida aún más ese fervor mariano. Su encíclica Redemptoris Mater (Madre del Redentor), promulgada en marzo de 1987, hace una extraordinaria exaltación de María. Curiosamente, en ese año se disparan los casos aparicionistas, siendo España uno de los países con más casuística: Denia (Alicante); Cospeito (Lugo); El Repilado (Huelva); Benalup de Sidonia (Cádiz); Villacañas (Toledo); Pedrera (Sevilla); Fenollet (Valencia); etc. Un mensaje de la Virgen, fechado el 3 de julio de 1987, dice: “…El tiempo que se os ha concedido para vuestra conversión está casi terminado (…) Este mismo año se cumplirán ya algunos grandes eventos de los que predije en Fátima, y de los que, bajo secreto, he dicho a los adolescentes a los que me aparezco en Medjugorje…”

La Virgen del Pilar, primera aparición mariana fechada en el año 40 d.C.

Finalizando el siglo, a la vez que se multiplican las muestras de misticismo popular y las peregrinaciones a santuarios marianos, brotan numerosos grupos católicos integristas, sobre todo desde los núcleos aparicionistas –como es el caso del movimiento internacional Vox Populi Mariae Mediatrici–, reclamando un nuevo y más que polémico dogma que proclame a María como coredentora de la Humanidad junto a su hijo Jesucristo. Y así es como la mariolatría alcanza su grado máximo en el amanecer del tercer milenio.

En resumen, la extrapolación de antiguos mitos, ritos y creencias de origen pagano al occidentalizado culto a la Virgen María, ha desembocado en una marcada religiosidad popular, con una gran carga mágica y simbólica, cuya actual situación ha sido muy bien simplificada por Luis Maldonado en su obra Conceptos Fundamentales del Cristianismo. A saber:

1. “Existen residuos de religiones precristianas, arcaicas, rurales, que sobreviven en formas más o menos de magia, superstición o de paganismo. Pueden ser restos de una protesta frente a la imposición, por la fuerza, del cristianismo a través del poder político. Son una forma de reacción de las clases oprimidas, marginadas, explotadas o subdesarrolladas frente a las clases dominantes aliadas en diversas ocasiones con la jerarquía eclesiástica.

2. Hay también un resurgir y un renacer de ciertas tradiciones religiosas populares arcaico-rurales que están cobrando nueva vida (peregrinaciones, fiestas patronales, culto mariano…) Este movimiento responde a un esfuerzo por superar las contradicciones inherentes a la civilización industrial (desarraigo, emigración, despersonalización, masificación, anonimato).

3. Abundan grupos y relaciones casi-religiosas de movimientos en búsqueda de curación, salud… calcados en modelos eclesiásticos. El líder-curandero es como el santo. Imita el trance, la visión, el milagro terapéutico…”

Muchas más cosas podríamos comentar sobre la Virgen María, tanto a nivel simbólico como idolátrico, y su influyente papel en el catolicismo popular. Hay además cuestiones teológicas muy interesantes y dudosas para debatir como el nacimiento virginal de Jesús, la Asunción de María a los cielos, o las fantásticas narraciones que cuentan los Evangelios Apócrifos respecto de su infancia, sobre todo el Libro sobre la Natividad de María. Muy discutibles son también los dogmas marianos establecidos por la Iglesia. Pero nos saldríamos del objetivo principal de esta obra. Y necesitamos mucho espacio para acometer a fondo el fenómeno de las apariciones marianas que, con tanta fuerza, ha irrumpido durante el cambio de milenio al transformarse precisamente en uno de los movimientos milenaristas y proféticos más representativo de las últimas décadas. No hay más que echar un vistazo a los actuales mensajes revelados por la Virgen. Un aroma apocalíptico que se percibe claramente en un texto publicado hace unos años por la revista tradicionalista Queen of Peace, editada por un grupo católico ortodoxo de Pittsburgh (EEUU):

“…Según los mensajes de la Virgen María, Dios actuará de una manera decisiva, eliminando toda duda de su existencia incluso en la mente de los más ateos… Las palabras de la Virgen indican que la faz de la Tierra será transformada. Al igual que las antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra, ciertas naciones incluso se desvanecerán. A otras, como Rusia, se les promete florecer con un nuevo esplendor. La paz se impondrá y la Iglesia reinará, el mal será paralizado y, como un pozo viejo, se secará y casi desaparecerá de la faz de la Tierra”.

La Virgen María es venerada como una divinidad desde el Concilio de Éfeso (año 431 d.C).

Características de una aparición

LAS VISIONES DE ENTIDADES NO-HUMANAS –fantasmas, hadas, duendes, dioses, ángeles, demonios, yinns, devas, asuras, etc.– se han repetido a lo largo de la historia, en diferentes contextos sociales, culturales y religiosos. Es incalculable el número de “iluminados” que en todas las épocas han confesado haber presenciado de forma inesperada una figura etérea que no pertenece a nuestro mundo. Para colmo, las frecuentes apariciones de presuntos seres extraterrestres que han tenido lugar desde la segunda mitad del siglo XX se han venido a añadir a esa larga lista de manifestaciones inexplicables. Pero entre todas ellas, siempre ha destacado por sus características intrínsecas las visiones de la Virgen María. Quizás sean estas apariciones sobre las que más se haya escrito y discutido. Al menos son las que más seguidores han agrupado. En el caso de las apariciones marianas nos encontramos con que la manifestación celestial se presenta en repetidas ocasiones ante el vidente –a fecha fija casi siempre–, ofreciendo extensos mensajes de contenido mesiánico, alarmista y ultraconservador, anunciando portentos celestiales como la conocida “danza solar”, provocando supuestos “milagros” –tales como aromas de origen desconocido, estigmas, xenoglosia, levitación…–, realizando curaciones extraordinarias, pidiendo que se le construya una ermita y, en última instancia, profetizando eventos milenaristas –el inminente final de los Tiempos, la Segunda Venida de su Hijo, la Apostasía, la llegada del Anticristo-.

Estos elementos están presentes en la mayoría de las apariciones de la Virgen. Y algo muy interesante y que la diferencia de otros tipos de apariciones: abundan los casos en los que hay más de un perceptor, convirtiéndose por tanto en visiones múltiples (Fátima, Garabandal, Medjugorje…) Respecto a esta categoría de apariciones religiosas, el folklorista Hilary Evans, en su documentada obra Visiones. Apariciones. Visitantes del Espacio, apunta: “Ninguna otra clase de experiencia de visión de entidades tiene una carga emocional de semejante intensidad, en la que el deseo del individuo es sostenido por una vasta devoción de la comunidad y por una aprobación doctrinal. Al mismo tiempo, y en gran medida como consecuencia, las visiones de carácter religioso han atraído la atención de comentaristas y eruditos en una escala que no encontramos en relación con cualquier otra clase de visión”.

La manera en que son percibidas estas visiones varía en ciertos aspectos. El éxtasis o trance es la forma más frecuente de contacto entre el perceptor y la visión celestial. Actualmente es el que más prolifera entre los visionarios. El vidente pierde el control de su cuerpo, se desconecta de la realidad, y la Virgen habla por boca de él. En otras ocasiones, la aparición se presenta en sueños. Hay quien dice haber sido transportado en “espíritu” hacia los cielos y haber contemplado maravillas en compañía de la Virgen u otras “huestes celestiales”. Los hay también que no tienen manifestaciones a nivel visual sino auditivo, como si alguien a escasa distancia le estuviese hablando al oído –es lo que se conoce como locuciones–. Otros reciben mensajes psicográficos de la Virgen, escribiendo enormes “tochos” revelados como es el caso de Sor María Jesús de Ágreda y su Mística Ciudad de Dios o María Valtorta que escribió un libro de diez mil páginas titulado El evangelio tal y como me ha sido revelado.

Pero lo que nos interesa en este trabajo son aquellos incidentes en los que el perceptor bajo éxtasis observa una figura femenina y luminosa flotando en el aire, que es identificada como la Virgen María –en unos casos es la propia “entidad” quien lo anuncia y en otros es el propio vidente quien lo deduce–, y que termina por revelarle un mensaje de salvación para la humanidad. Son los casos que pertenecen a la categoría de lo que se entiende por aparición mariana, aunque a veces bajo este término, se engloba erróneamente fenómenos muy diversos. ¿Y qué es lo que observa el vidente? También encontramos rasgos comunes en la entidad que se manifiesta: suele tratarse de una joven y bella doncella, que irradia paz y dulzura, envuelta en una esplendorosa luz, con un velo sobre su cabeza, ataviada con un manto y portando en sus manos un rosario, un escapulario o la bola del mundo.

Así es a grandes rasgos. Como se puede apreciar, son elementos muy estereotipados que podemos encontrar en otras apariciones fuera del contexto católico –las hadas, por ejemplo, guardan una gran similitud con las apariciones de la Virgen–. Ahora bien, ninguna aparición de las que tenemos constancia tiene rasgos semíticos como los que tendría María, la madre de Jesús. ¿Por qué esa contradicción?… En unos casos se aparece con rasgos mestizos, como en Tepeyacac (México), y en otros con tez muy clara, como en La Salette (Francia) o en Medjugorje (ex Yugoslavia). ¿Una mujer judía de Palestina con aspecto mestizo o europeo?… La verdad es que las descripciones dadas por los videntes sobre el color de su piel, de sus ojos y de su pelo varían bastante. “Los cambios en el aspecto físico de la Virgen parecen contradecir la teología tradicional católica, que establece que la Virgen María fue llevada a los cielos en cuerpo y alma. De seguir al pie de la letra esta doctrina, su aspecto físico no debería cambiar de una aparición a otra”, advierte el investigador Scott Rogo, autor de El Enigma de los Milagros.

Durante el arrobamiento místico, la visión celestial es contemplada con gran gozo y felicidad. Así describe Santa Teresa de Ávila uno de sus encuentros con la Virgen: “Era grandísima la hermosura que vi en Nuestra Señora, aunque por figuras no determiné ninguna en particular, sino toda junta la hechura del rostro, vestida de blanco con grandísimo resplandor, no que dislumbra sino suave… Parecíame Nuestra Señora muy niña. Estando así conmigo un poco, y yo con grandísima gloria y contento, más –a mi parecer– que nunca le había tenido y nunca quisiera quitarme de él, pareciome que la veía subir al cielo con mucha multitud de ángeles…”.

Han existido muchos santos y místicos que han tenido experiencias afines a las de Santa Teresa, pero por lo general, este tipo de visiones de la Virgen suelen ser protagonizadas por niños –abundan los pastorcillos– y mujeres de escasa cultura, que viven en zonas rurales o aisladas, bajo una situación económica muy desfavorecida, y que han recibido una férrea influencia católica en su ambiente sociofamiliar. Tal vez habría que buscar una causa psicológica al hecho tan llamativo de que mayoritariamente las personas que encajan en ese patrón son más propensas a vivir sucesos extraordinarios de esta clase. Y no, por ejemplo, personas pertenecientes a un estatus socio-cultural y económico elevado. Ya nos ocuparemos más adelante de esta interesante cuestión.

Sor María Jesús de Ágreda, recibió por “revelación divina” la voluminosa obra titulada Mística Ciudad de Dios.

Objetivo de las apariciones

SUPONGO QUE EL LECTOR ya se habrá formulado la siguiente pregunta: ¿Qué fin tiene toda esa ingente cantidad de apariciones?… Está claro que para el creyente mariano es la Virgen María quien se aparece y su misión consiste en acercar el mensaje de su hijo Jesús al mayor número de personas. El sacerdote René Laurentin, fiel defensor de las apariciones, asegura que “su función no es, en absoluto, completar el Evangelio, en el que Cristo ha dicho ya todo lo que es necesario para la Salvación, sino solamente volverlo a poner ante nuestros ojos ciegos y nuestros oídos sordos; actualizarlo en función de tiempos y lugares nuevos, manifestar nuevas virtualidades del Evangelio, manifestar su vitalidad. Las apariciones orientan el porvenir. Vivifican el Evangelio en situaciones históricas o geográficas nuevas”. El mariólogo Francisco Sánchez-Ventura, director de la revista María Mensajera, coincide con esa opinión, pero le añade elementos milenaristas: “Nuestra Señora está realizando, pues, el último esfuerzo por convencer a la humanidad de que llega el castigo, para que, en consecuencia, concluido el periodo de Redención, pueda arrancar la tercera etapa en la historia de la humanidad, la época del Reino de Dios, la prometida visita de la Segunda Venida de Cristo a la tierra”.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que somos muchos los investigadores que no creemos que María, la madre de Jesús, guarde relación alguna con estos fenómenos aparicionistas. Cuando se analiza el tema a fondo, sin apriorismos ni credulidad, se llega a esa conclusión. Por tanto, siento ser tan rotundo pero la explicación dada por Laurentin y Sánchez-Ventura, y aceptada unánimemente por los devotos marianos, no nos sirve a los investigadores que nos acercamos al fenómeno sin ideas preconcebidas. Así que hemos de buscar otras posibles respuestas al interrogante anterior. Veamos…

Santa Teresa de Ávila, mística que protagonizó multitud de fenómenos extraordinarios.

Una pista muy sugerente es la que nos ofrece el investigador sevillano Ignacio Darnaude: “Si analizamos su distribución estadística, geográfica y cronológica, se extrae la sólida conclusión de que los hitos marianos están programados y obedecen a un propósito inteligente, que bien podría ser la difusión de vastos movimientos de piedad popular, meta que desde luego han alcanzado plenamente”. Ahora bien, el problema está en saber qué o quién programa esta especie de “juego cósmico” que parece querer controlar de alguna manera la conciencia humana. ¿Tal vez, “inteligencias suprahumanas” encargadas de llevar las riendas de nuestro destino?… Al referirnos a esta posibilidad, nos asalta a la mente la teoría del “sistema de control” propuesta por Jacques Vallée, según la cual existiría un nivel de control de la sociedad, constante a lo largo de la historia, que funciona como un regulador de la evolución del hombre. El fenómeno OVNI y las apariciones marianas desempeñarían, para el ufólogo francés, un crucial papel en esta operación psico-espiritual a gran escala dirigida, presumiblemente, desde otros planos más allá del espacio-tiempo. Teoría un tanto arriesgada pero que cuenta con muchos partidarios. Entre ellos, Juan José Benítez, que está convencido de la existencia de un “Gran Plan” orquestado por seres celestes, que ayer se presentaban como ángeles y hoy como extraterrestres, y que tienen como misión elevar el nivel espiritual del hombre. Las apariciones marianas, para Benítez, serían otro “disfraz” utilizado por esas mismas “entidades celestes” para llevar a cabo exitosamente dicho plan. “Al estudiar exhaustivamente las apariciones marianas –argumenta Benítez en su obra Los Astronautas de Yahvé–, uno termina por hallar demasiados puntos en común con los relatos que encierran los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, así como con las historias, leyendas y escritos de los místicos y con las actuales investigaciones OVNI”. Y esas 22.000 apariciones marianas registradas a lo largo de dos mil años de cristianismo no son, según Benítez, fruto de la casualidad, sino que si se han producido es por algo muy concreto: “Todas esas ‘visiones’, ‘apariciones’, ‘milagros’ o ‘contactos’ con seres y ‘esferas’ sobrenaturales han desembocado irremediablemente en una nítida elevación espiritual de los pueblos (…) Si la intención del ‘equipo’ era mantener el fuego sagrado de la espiritualidad, la verdad es que, en líneas generales, lo han ido logrando”. Idea también compartida por Erich von Däniken, quien en su voluminoso libro Las Apariciones, apunta que “las auténticas apariciones han contribuido esencialmente a la tarea de abrir la conciencia de la humanidad”. A semejante conclusión llega, por otra parte, el psicólogo norteamericano Kenneth Ring, tras estudiar el impacto que producen las experiencias inusuales en los testigos. En su interesante obra El Proyecto Omega ofrece el siguiente punto de vista: “Las experiencias extraordinarias reflejan una inteligencia con un propósito y forman parte de una corriente evolutiva in crescendo que está llevando a la raza humana hacia una conciencia superior y una espiritualidad más elevada”.

Pero no todos los entusiastas de la teoría del “sistema de control” son tan optimistas como los anteriores investigadores. Hay quienes creen que tal manipulación colectiva no tendría un fin positivo, sino más bien todo lo contrario. Seríamos algo así como una especie de granja humana y esas “entidades” nuestros amos, utilizándonos como nosotros lo hacemos con los animales. El propio Jacques Vallée se hace eco de este otro enfoque en su obra Dimensions: A Casebook of Alien Contact: “Algunos investigadores se han ido, profundamente desanimados al descubrir lo que Charles Fort también resumió a comienzos de siglo en su “Libro de los Condenados”: ‘Somos propiedad de otros’. Los eruditos en el dominio de los OVNIs, tales como Salvador Freixedo, John Keel y Aimé Michel, piensan que somos impotentes ante las capacidades complejas y absurdas de una inteligencia del espacio capaz de disfrazarse de marciano, de Dios primitivo, de Santísima Virgen, de f ota de aeronaves”.

Salvador Freixedo es posiblemente el autor que más páginas ha dedicado a esta presunta manipulación a gran escala que sobre la especie humana están ejerciendo ciertas “entidades extrahumanas” desde la noche de los tiempos. En obras como ¡Defendámonos de los Dioses!, La Granja Humana o La Amenaza Extraterrestre, Freixedo nos alerta sobre lo que persiguen esos “dioses” con su estrategia: “La energía producida por un solo cerebro humano es de poca utilidad para los dioses, pero unida con las energías de muchos otros cerebros, se hace mucho más poderosa y al mismo tiempo se hace más fácilmente extraíble y utilizable. Lograr unir las mentes de muchos humanos, ha sido desde siempre, una de las estrategias de los dioses. Y esta estrategia está dirigida a unir no sólo sus mentes sino también sus cuerpos, de modo que muchos de ellos estén reunidos en el menor espacio posible. Esto facilitará su propósito de ‘ordeñar’ energéticamente a los humanos…”.