El Príncipe (Traducido) - Niccolò Machiavelli - E-Book

El Príncipe (Traducido) E-Book

Niccolò Machiavelli

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Beschreibung

El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo, es un tratado político del siglo XVI. A veces se afirma que El Príncipe es una de las primeras obras de la filosofía moderna, especialmente de la filosofía política moderna, en la que la verdad efectiva se considera más importante que cualquier ideal abstracto. También entra en conflicto directo con las doctrinas católicas y escolásticas dominantes de la época en materia de política y ética.  El Príncipe tiene como tema general la aceptación de que los objetivos de los príncipes -como la gloria y la supervivencia- pueden justificar el uso de medios inmorales para alcanzar esos fines. Aunque es relativamente breve, el tratado es la obra más recordada de Maquiavelo y la más responsable de que la palabra «maquiavélico» se utilice como peyorativo. Incluso contribuyó a las modernas connotaciones negativas de las palabras «política» y «político» en los países occidentales. En cuanto al tema, coincide con los Discursos sobre Livio, mucho más extensos y escritos unos años más tarde. Maquiavelo subraya la necesidad del realismo, frente al idealismo. Junto a ello, subraya la diferencia entre los seres humanos y los animales, ya que «hay dos maneras de contender, una conforme a las leyes, la otra por la fuerza; la primera es propia de los hombres, la segunda de las bestias». En  El Príncipe no explica cuáles cree que son los mejores objetivos éticos o políticos, salvo el control de la propia fortuna, frente a esperar a ver qué depara el azar. Maquiavelo daba por sentado que los aspirantes a dirigentes aspiran naturalmente a la gloria o al honor. Asociaba estos objetivos con la necesidad de «virtud» y «prudencia» en un líder, y veía tales virtudes como esenciales para la buena política y, de hecho, para el bien común. Que los grandes hombres debían desarrollar y utilizar su virtud y prudencia era un tema tradicional de los consejos a los príncipes cristianos.

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EL PRÍNCIPE

 

 

 

 

NICOLÁS MAQUIAVELO

 

 

 

 

 

Traducción y edición 2024 de David De Angelis

Todos los derechos reservados

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Contenido

 

INTRODUCCIÓN

JUVENTUD - Æt. 1-25-1469-94

OFICINA - Æt. 25-43-1494-1512

LITERATURA Y MUERTE - Æt. 43-58-1512-27

EL HOMBRE Y SUS OBRAS

DEDICACIÓN

CAPÍTULO I. - CUÁNTAS CLASES DE PRINCIPADOS HAY, Y POR QUÉ MEDIOS SE ADQUIEREN

CAPÍTULO II. - DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS

CAPÍTULO III. - SOBRE LOS PRINCIPADOS MIXTOS

CAPÍTULO IV. - POR QUÉ EL REINO DE DARÍO, CONQUISTADO POR ALEJANDRO, NO SE REBELÓ CONTRA LOS SUCESORES DE ALEJANDRO A SU MUERTE

CAPÍTULO V. - SOBRE EL MODO DE GOBERNAR LAS CIUDADES O PRINCIPADOS QUE VIVÍAN BAJO SUS PROPIAS LEYES ANTES DE SER ANEXIONADOS

CAPÍTULO VI. - DE LOS NUEVOS PRINCIPADOS QUE SE ADQUIEREN POR LAS PROPIAS ARMAS Y HABILIDAD

CAPÍTULO VII. - DE LOS NUEVOS PRINCIPADOS ADQUIRIDOS POR LAS ARMAS DE OTROS O POR LA BUENA FORTUNA

CAPÍTULO VIII. - SOBRE LOS QUE HAN OBTENIDO UN PRINCIPADO MEDIANTE LA MALDAD

CAPÍTULO IX. - SOBRE UN PRINCIPADO CIVIL

CAPÍTULO X. - ACERCA DE LA MANERA EN QUE DEBE MEDIRSE LA FUERZA DE TODOS LOS PRINCIPADOS

CAPÍTULO XI.- DE LOS PRINCIPADOS ECLESIÁSTICOS

CAPÍTULO XII. - CUÁNTAS CLASES DE SOLDADOS HAY, Y ACERCA DE LOS MERCENARIOS

CAPÍTULO XIII. - SOBRE LOS AUXILIARES, LA SOLDADESCA MIXTA Y LA PROPIA

CAPÍTULO XIV. - LO QUE CONCIERNE A UN PRÍNCIPE EN MATERIA DEL ARTE DE LA GUERRA

CAPÍTULO XV. - DE LAS COSAS POR LAS QUE LOS HOMBRES, Y ESPECIALMENTE LOS PRÍNCIPES, SON ALABADOS O CULPADOS

CAPÍTULO XVI. - SOBRE LA LIBERALIDAD Y LA MEZQUINDAD

CAPÍTULO XVII. - DE LA CRUELDAD Y LA CLEMENCIA, Y DE SI ES MEJOR SER AMADO QUE TEMIDO

CAPÍTULO XVIII. - SOBRE LA MANERA EN QUE LOS PRÍNCIPES DEBEN GUARDAR LA FE

CAPÍTULO XIX. - CÓMO EVITAR SER DESPRECIADO Y ODIADO

CAPÍTULO XX.       - ¿SON VENTAJOSAS O PERJUDICIALES LAS FORTALEZAS Y OTRAS MUCHAS COSAS A QUE SUELEN RECURRIR LOS PRÍNCIPES?

CAPÍTULO XXI. - CÓMO DEBE COMPORTARSE UN PRÍNCIPE PARA ADQUIRIR RENOMBRE

CAPÍTULO XXII. - DE LOS SECRETARIOS DE LOS PRÍNCIPES

CAPÍTULO XXIII. - CÓMO EVITAR A LOS ADULADORES

CAPÍTULO XXIV. - POR QUÉ LOS PRÍNCIPES DE ITALIA HAN PERDIDO SUS ESTADOS

CAPÍTULO XXV. - QUÉ PUEDE HACER LA FORTUNA EN LOS ASUNTOS HUMANOS Y CÓMO RESISTIRLA

CAPÍTULO XXVI - EXHORTACIÓN PARA LIBERAR A ITALIA DE LOS BÁRBAROS

DESCRIPCIÓN DE LOS MÉTODOS ADOPTADOS POR EL DUQUE VALENTINO AL ASESINAR A VITELLOZZO VITELLI, OLIVEROTTO DA FERMO, EL SIGNOR PAGOLO Y EL DUQUE DI GRAVINA ORSINI

 

INTRODUCCIÓN 

Nicolás Maquiavelo, nacido en Florencia el 3 de mayo de 1469. De 1494 a 1512 ocupó un cargo oficial en Florencia que incluía misiones diplomáticas en diversas cortes europeas. Encarcelado en Florencia en 1512; más tarde se exilió y regresó a San Casciano. Falleció en Florencia el 22 de junio de 1527.

INTRODUCCIÓN

Nicolás Maquiavelo nació en Florencia el 3 de mayo de 1469. Era el segundo hijo de Bernardo di Nicolo Machiavelli, abogado de cierta reputación, y de Bartolommea di Stefano Nelli, su esposa. Ambos pertenecían a la antigua nobleza florentina.

Su vida se divide naturalmente en tres periodos, cada uno de los cuales constituye una época distinta e importante en la historia de Florencia. Su juventud coincidió con la grandeza de Florencia como potencia italiana bajo la dirección de Lorenzo de Médicis, el Magnífico. La caída de los Médicis en Florencia se produjo en 1494, año en el que Maquiavelo entró en la función pública. Durante su carrera oficial Florencia estuvo libre bajo el gobierno de una República, que duró hasta 1512, cuando los Médicis volvieron al poder, y Maquiavelo perdió su cargo. Los Medici volvieron a gobernar Florencia desde 1512 hasta 1527, cuando fueron expulsados de nuevo. Este fue el período de la actividad literaria de Maquiavelo y de su creciente influencia; pero murió, pocas semanas después de la expulsión de los Médicis, el 22 de junio de 1527, a los cincuenta y ocho años de edad, sin haber recuperado su cargo.

 

JUVENTUD - Æt. 1-25-1469-94

Aunque hay pocos testimonios de la juventud de Maquiavelo, la Florencia de aquellos días es tan conocida que resulta fácil imaginar el ambiente de los primeros años de este ciudadano representativo. Florencia ha sido descrita como una ciudad con dos corrientes de vida opuestas, una dirigida por el ferviente y austero Savonarola, la otra por el amante del esplendor Lorenzo. La influencia de Savonarola sobre el joven Maquiavelo debió de ser escasa, pues aunque en un tiempo ejerció un inmenso poder sobre las fortunas de Florencia, sólo proporcionó a Maquiavelo un tema de burla en El Príncipe, donde se le cita como ejemplo de profeta desarmado que tuvo un mal final. En cambio, la magnificencia del gobierno mediceo durante la vida de Lorenzo parece haber impresionado fuertemente a Maquiavelo, pues recurre a ella con frecuencia en sus escritos, y es al nieto de Lorenzo a quien dedica El Príncipe.

Maquiavelo, en su "Historia de Florencia", nos da una imagen de los jóvenes entre los que pasó su juventud. Escribe: "Eran más libres que sus antepasados en el vestir y en el vivir, y gastaban más en otro tipo de excesos, consumiendo su tiempo y su dinero en la ociosidad, el juego y las mujeres; su principal objetivo era parecer bien vestidos y hablar con ingenio y agudeza, mientras que el que podía herir a los demás con más astucia era considerado el más sabio". En una carta a su hijo Guido, Maquiavelo muestra por qué la juventud debe aprovechar sus oportunidades para el estudio, y nos lleva a inferir que su propia juventud había estado tan ocupada. Escribe: "He recibido tu carta, que me ha dado el mayor placer, especialmente porque me dices que estás completamente restablecido en salud, que no podría tener mejores noticias; porque si Dios te concede vida a ti, y a mí, espero hacer de ti un buen hombre si estás dispuesto a hacer tu parte." Luego, escribiendo sobre un nuevo patrón, continúa: "Esto te saldrá bien, pero es necesario que estudies; pues, ya que no tienes la excusa de la enfermedad, esmérate en estudiar letras y música, pues ya ves el honor que se me hace por la poca habilidad que tengo. Por tanto, hijo mío, si quieres complacerme y procurarte éxito y honor, haz bien y estudia, porque otros te ayudarán si tú te ayudas."

OFICINA - Æt. 25-43-1494-1512

El segundo periodo de la vida de Maquiavelo transcurrió al servicio de la República libre de Florencia, que floreció, como ya se ha dicho, desde la expulsión de los Médicis en 1494 hasta su regreso en 1512. Después de servir cuatro años en una de las oficinas públicas, fue nombrado Canciller y Secretario de la Segunda Cancillería, los Diez de la Libertad y la Paz. Aquí pisamos terreno firme al tratar de los acontecimientos de la vida de Maquiavelo, pues durante este tiempo tomó parte destacada en los asuntos de la República, y disponemos de sus decretos, actas y despachos para guiarnos, así como de sus propios escritos. Una mera recapitulación de algunas de sus transacciones con los estadistas y soldados de su tiempo nos da una buena indicación de sus actividades, y nos proporciona las fuentes de las que extrajo las experiencias y personajes que ilustran El Príncipe.

Su primera misión fue en 1499 a Catalina Sforza, "mi señora de Forli" de El Príncipe, de cuya conducta y destino extrajo la moraleja de que es mucho mejor ganarse la confianza del pueblo que confiar en las fortalezas. Éste es un principio muy notable en Maquiavelo, y lo exhorta de muchas maneras como un asunto de vital importancia para los príncipes.

En 1500 fue enviado a Francia para obtener condiciones de Luis XII para continuar la guerra contra Pisa: este rey fue quien, en su conducción de los asuntos en Italia, cometió los cinco errores capitales en el arte de gobernar resumidos en El Príncipe, y por consiguiente fue expulsado. También fue él quien condicionó su apoyo al papa Alejandro VI a la disolución de su matrimonio, lo que lleva a Maquiavelo a remitir a lo que ha escrito sobre la fe de los príncipes a quienes insisten en que tales promesas deben cumplirse.

La vida pública de Maquiavelo se ocupó en gran medida de los acontecimientos derivados de las ambiciones del papa Alejandro VI y de su hijo, César Borgia, el duque Valentino, y estos personajes llenan un amplio espacio de El Príncipe. Maquiavelo nunca duda en citar las acciones del duque en beneficio de los usurpadores que desean conservar los estados de los que se han apoderado; de hecho, no encuentra preceptos que ofrecer tan buenos como el modelo de conducta de César Borgia, hasta el punto de que César es aclamado por algunos críticos como el "héroe" de El Príncipe. Sin embargo, en El Príncipe se cita al duque como un tipo de hombre que se eleva gracias a la fortuna de otros y cae con ellos; que toma todas las medidas que cabría esperar de un hombre prudente menos la que le salvará; que está preparado para todas las eventualidades menos para la que sucede; y que, cuando todas sus habilidades fracasan, exclama que no ha sido culpa suya, sino una extraordinaria e imprevista fatalidad.

A la muerte de Pío III, en 1503, Maquiavelo fue enviado a Roma para asistir a la elección de su sucesor, y allí vio cómo César Borgia era engañado para permitir que la elección del Colegio recayera en Giuliano delle Rovere (Julio II), que era uno de los cardenales que más razones tenía para temer al duque. Maquiavelo, al comentar esta elección, dice que quien piensa que nuevos favores harán que los grandes personajes olviden viejas injurias se engaña a sí mismo. Julio no descansó hasta haber arruinado a César.

Fue a Julio II a quien Maquiavelo fue enviado en 1506, cuando el pontífice estaba iniciando su empresa contra Bolonia, que llevó a buen término, como muchas de sus otras aventuras, debido principalmente a su carácter impetuoso. Es en referencia al Papa Julio que Maquiavelo moraliza sobre la semejanza entre la Fortuna y las mujeres, y concluye que es el hombre audaz más que el cauteloso el que ganará y mantendrá a ambos.

Es imposible seguir aquí las diversas fortunas de los estados italianos, que en 1507 estaban controlados por Francia, España y Alemania, con resultados que han durado hasta nuestros días; nos ocupamos de esos acontecimientos, y de los tres grandes actores en ellos, sólo en la medida en que afectan a la personalidad de Maquiavelo. Se entrevistó varias veces con Luis XII de Francia, y ya se ha aludido a su estimación del carácter de aquel monarca. Maquiavelo ha pintado a Fernando de Aragón como el hombre que realizó grandes cosas bajo el manto de la religión, pero que en realidad no tenía piedad, fe, humanidad ni integridad; y que, de haberse dejado influir por tales motivos, se habría arruinado. El emperador Maximiliano fue uno de los hombres más interesantes de la época, y su carácter ha sido dibujado por muchas manos; pero Maquiavelo, que fue enviado a su corte en 1507-1508, revela el secreto de sus muchos fracasos cuando lo describe como un hombre reservado, sin fuerza de carácter, que ignoraba las agencias humanas necesarias para llevar a cabo sus planes y que nunca insistía en el cumplimiento de sus deseos.

Los años restantes de la carrera oficial de Maquiavelo estuvieron llenos de acontecimientos derivados de la Liga de Cambrai, pactada en 1508 entre las tres grandes potencias europeas ya mencionadas y el Papa, con el objetivo de aplastar a la República de Venecia. Este resultado se alcanzó en la batalla de Vaila, cuando Venecia perdió en un día todo lo que había ganado en ochocientos años. Florencia tuvo un papel difícil que desempeñar durante estos acontecimientos, complicados como estaban por la disputa que estalló entre el Papa y los franceses, porque la amistad con Francia había dictado toda la política de la República. Cuando, en 1511, Julio II finalmente formó la Liga Santa contra Francia y, con la ayuda de los suizos, expulsó a los franceses de Italia, Florencia quedó a merced del Papa y tuvo que someterse a sus condiciones, una de las cuales era que los Médicis debían ser restaurados. El regreso de los Médicis a Florencia, el 1 de septiembre de 1512, y la consiguiente caída de la República, fue la señal para la destitución de Maquiavelo y sus amigos, poniendo así fin a su carrera pública, ya que, como hemos visto, murió sin recuperar su cargo.

LITERATURA Y MUERTE - Æt. 43-58-1512-27

A la vuelta de los Médicis, Maquiavelo, que durante unas semanas había esperado en vano conservar su cargo bajo los nuevos amos de Florencia, fue destituido por decreto fechado el 7 de noviembre de 1512. Poco después fue acusado de complicidad en una conspiración frustrada contra los Médicis, encarcelado y sometido a tortura. El nuevo papa mediceo, León X, consiguió su liberación, y se retiró a su pequeña propiedad de San Casciano, cerca de Florencia, donde se dedicó a la literatura. En una carta a Francesco Vettori, fechada el 13 de diciembre de 1513, ha dejado una descripción muy interesante de su vida en esta época, que aclara sus métodos y sus motivos para escribir El Príncipe. Tras describir sus ocupaciones cotidianas con su familia y sus vecinos, escribe: "Llegada la noche, vuelvo a casa y me dirijo a mi estudio; a la entrada me quito la ropa de campesino, cubierta de polvo y suciedad, y me pongo mi noble traje de corte, y así, convenientemente vestido, paso a las antiguas cortes de los hombres de antaño, donde, recibido amorosamente por ellos, soy alimentado con esa comida que es sólo mía; donde no vacilo en hablar con ellos, y en preguntar por la razón de sus acciones, y ellos en su benignidad me responden; y durante cuatro horas no siento cansancio, olvido todo problema, la pobreza no me consterna, la muerte no me aterroriza; soy poseído enteramente por esos grandes hombres. Y porque Dante dice:

El conocimiento proviene del aprendizaje bien retenido,

Infructuoso si no,

He anotado lo que he sacado de su conversación, y he compuesto una pequeña obra sobre "Principados", en la que me derramo todo lo que puedo meditando sobre el tema, discutiendo qué es un principado, qué clases hay, cómo se pueden adquirir, cómo se pueden conservar, por qué se pierden: y si alguna de mis fantasías os ha gustado alguna vez, esto no debería disgustaros: y para un príncipe, especialmente para uno nuevo, debería ser bienvenido: por eso se lo dedico a su Magnificencia Giuliano. Filippo Casavecchio la ha visto; él podrá contarte lo que contiene, y de las pláticas que he tenido con él; sin embargo, aún la estoy enriqueciendo y puliendo."

El "librito" sufrió muchas vicisitudes antes de alcanzar la forma en que ha llegado hasta nosotros. Diversas influencias mentales actuaron durante su composición; su título y su mecenas cambiaron; y por alguna razón desconocida se dedicó finalmente a Lorenzo de Médicis. Aunque Maquiavelo discutió con Casavecchio si debía enviársela o presentársela en persona al mecenas, no hay pruebas de que Lorenzo la recibiera o siquiera la leyera: desde luego, nunca dio empleo a Maquiavelo. Aunque fue plagiado en vida de Maquiavelo, El Príncipe nunca fue publicado por él, y su texto sigue siendo discutible.

Maquiavelo concluye así su carta a Vettori: "Y en cuanto a esta pequeña cosa [su libro], cuando se haya leído se verá que durante los quince años que he dedicado al estudio del arte de gobernar no he dormido ni he estado ocioso; y los hombres deberían siempre desear ser servidos por alguien que ha cosechado experiencia a expensas de otros. Y de mi lealtad nadie podría dudar, porque habiendo mantenido siempre la fe no podría ahora aprender a romperla; porque quien ha sido fiel y honesto, como yo, no puede cambiar su naturaleza; y mi pobreza es testigo de mi honestidad."

Antes de que Maquiavelo se hubiera quitado de encima El Príncipe, comenzó su "Discurso sobre la primera década de Tito Livio", que debería leerse al mismo tiempo que El Príncipe. Éstas y otras obras menores le ocuparon hasta el año 1518, cuando aceptó un pequeño encargo para ocuparse de los asuntos de algunos mercaderes florentinos en Génova. En 1519, los gobernantes mediceos de Florencia otorgaron algunas concesiones políticas a sus ciudadanos, y Maquiavelo, junto con otros, fue consultado sobre una nueva constitución bajo la cual debía restaurarse el Gran Consejo; pero, por un pretexto u otro, no fue promulgada.

En 1520, los mercaderes florentinos recurrieron de nuevo a Maquiavelo para resolver sus dificultades con Lucca, pero este año destacó sobre todo por su reingreso en la sociedad literaria florentina, donde era muy solicitado, y también por la producción de su "Arte de la guerra". Ese mismo año recibió el encargo del cardenal de Médicis de escribir la "Historia de Florencia", tarea que le ocupó hasta 1525. Su vuelta al favor popular puede haber determinado a los Medici a darle este empleo, ya que un viejo escritor observa que "un estadista capaz sin trabajo, como una enorme ballena, se esforzará por volcar el barco a menos que tenga un barril vacío con el que jugar".

Cuando terminó la "Historia de Florencia", Maquiavelo la llevó a Roma para presentársela a su mecenas, Giuliano de' Medici, que entretanto se había convertido en Papa con el título de Clemente VII. Resulta curioso que, así como en 1513 Maquiavelo había escrito El Príncipe para instruir a los Médicis cuando acababan de recuperar el poder en Florencia, en 1525 dedicara la "Historia de Florencia" al jefe de la familia cuando su ruina estaba ya próxima. En ese año, la batalla de Pavía destruyó el dominio francés en Italia y dejó a Francisco I prisionero en manos de su gran rival, Carlos V. A esto siguió el saqueo de Roma, ante cuya noticia el partido popular de Florencia se deshizo del yugo de los Médicis, que una vez más fueron desterrados.

Maquiavelo estaba ausente de Florencia en ese momento, pero se apresuró a regresar, con la esperanza de conseguir su antiguo cargo de secretario de los "Diez de la Libertad y de la Paz". Desgraciadamente, enfermó poco después de llegar a Florencia, donde murió el 22 de junio de 1527.

EL HOMBRE Y SUS OBRAS

Nadie puede decir dónde descansan los huesos de Maquiavelo, pero la Florencia moderna le ha decretado un majestuoso cenotafio en Santa Croce, al lado de sus hijos más famosos; reconociendo que, sea lo que sea lo que otras naciones hayan podido encontrar en sus obras, Italia encontró en ellas la idea de su unidad y los gérmenes de su renacimiento entre las naciones de Europa. Si bien es ocioso protestar contra la significación mundial y maligna de su nombre, cabe señalar que la dura interpretación de su doctrina que implica esta siniestra reputación era desconocida en su propia época, y que las investigaciones de los últimos tiempos nos han permitido interpretarlo más razonablemente. Es debido a estas investigaciones que la figura de un "nigromante impío", que durante tanto tiempo rondó la visión de los hombres, ha comenzado a desvanecerse.

Maquiavelo fue, sin duda, un hombre de gran observación, agudeza e industria; observaba con ojo apreciativo todo lo que pasaba ante él, y con su supremo don literario lo ponía en práctica en su forzado retiro de los asuntos. No se presenta a sí mismo, ni es descrito por sus contemporáneos, como un tipo de esa rara combinación, el exitoso hombre de estado y autor, ya que parece haber sido sólo moderadamente próspero en sus varias embajadas y empleos políticos. Fue engañado por Catalina Sforza, ignorado por Luis XII, sobrecogido por César Borgia; varias de sus embajadas fueron bastante estériles; sus intentos de fortificar Florencia fracasaron, y los soldados que reclutó asombraron a todos por su cobardía. En la dirección de sus propios asuntos se mostró tímido y oportunista; no se atrevió a aparecer al lado de Soderini, a quien tanto debía, por miedo a comprometerse; su relación con los Medici estaba abierta a la sospecha, y Giuliano parece haber reconocido su verdadera fortaleza cuando le puso a escribir la "Historia de Florencia", en lugar de emplearlo en el estado. Y es en el aspecto literario de su carácter, y sólo en él, donde no encontramos ninguna debilidad ni ningún fracaso.

Aunque la luz de casi cuatro siglos se ha centrado en El Príncipe, sus problemas siguen siendo discutibles e interesantes, porque son los eternos problemas entre los gobernados y sus gobernantes. Su ética, tal como es, es la de los contemporáneos de Maquiavelo, pero no puede decirse que esté desfasada mientras los gobiernos de Europa se apoyen en fuerzas materiales y no morales. Sus incidentes y personajes históricos adquieren interés por el uso que Maquiavelo hace de ellos para ilustrar sus teorías sobre el gobierno y la conducta.

Dejando a un lado las máximas de Estado que siguen proporcionando principios de acción a algunos estadistas europeos y orientales, El Príncipe está plagado de verdades que pueden demostrarse a cada paso. Los hombres siguen siendo engañados por su simplicidad y avaricia, como lo fueron en tiempos de Alejandro VI. El manto de la religión sigue ocultando los vicios que Maquiavelo puso al descubierto en el personaje de Fernando de Aragón. Los hombres no miran las cosas como realmente son, sino como quieren que sean, y se arruinan. En política no hay caminos perfectamente seguros; la prudencia consiste en elegir los menos peligrosos. Luego, para pasar a un plano superior, Maquiavelo reitera que, aunque los crímenes pueden ganar un imperio, no ganan la gloria. Las guerras necesarias son guerras justas, y las armas de una nación son sagradas cuando no tiene otro recurso que luchar.

Es el clamor de una época muy posterior a la de Maquiavelo que el gobierno debe ser elevado a una fuerza moral viva, capaz de inspirar al pueblo con un justo reconocimiento de los principios fundamentales de la sociedad; a este "alto argumento" El Príncipe contribuye muy poco. Maquiavelo siempre se negó a escribir sobre los hombres o los gobiernos de otra forma que no fuera como él los encontraba, y escribe con tal habilidad y perspicacia que su obra tiene un valor perdurable. Pero lo que confiere a El Príncipe algo más que un interés meramente artístico o histórico es la verdad incontrovertible de que trata de los grandes principios que siguen guiando a las naciones y a los gobernantes en sus relaciones entre sí y con sus vecinos.