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Es la víspera de Nochebuena y todo está preparado para la inauguración del pub de Holly. Todos, Chloe, Ethan y Baptiste, están allí para ayudar y el ambiente es perfecto. De repente Holly recibe una nueva carta con amenazas y Chloe llama a la policía. Junto con los agentes del pueblo, Holly se dirige a su cabaña, donde una misteriosa figura está merodeando con un bidón de gasolina.Ethan empieza a recobrar parte de su memoria y junto a Chloe encuentra nuevas pistas sobre lo que pudo haberle ocurrido a Colin. Pronto se hace evidente lo que le habría sucedido, pero ¿llegarán a tiempo para encontrar al culpable? La Navidad en la hermosa campiña galesa no es tan tranquila y solitaria como se había imaginado ninguno de los tres nuevos amigos, pero su recién forjada amistad les brinda a todos la esperanza de un nuevo futuro feliz juntos en el pequeño pueblo.Esta es la cuarta parte de Enredo de Navidad en Snowdonia.-
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Lilly Emme
Cuarto domingo de Adviento
Translated by Ana Lydia García del Valle
Saga
Enredo de Navidad en Snowdonia – Parte 4
Translated by Ana Lydia García del Valle
Original title: Jultrubbel i Snowdonia: 4
Original language: Swedish
Copyright © 2019, 2021 Lilly Emme and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726922912
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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Chloe abrió la pesada puerta principal y saludó con la mano a Holly, que estaba esperando en el coche. Había envuelto a Nelson en un gran chal de seda que se ató a su estómago. Era la mejor manera de que el gato permaneciera tranquilo y contento cuando necesitaba cercanía. Gozoso, observaba todo con ojos curiosos.
Se oyeron unos pasos cautelosos por la escalera. Ethan bajó del piso de arriba. Seguía estando igual de escuálido, pero por fin llevaba unos pantalones que no se le caían. Chloe había tenido que comprar la talla más pequeña de hombre. Arriba llevaba un jersey de punto trenzado azul oscuro. Le gustaba mimar a Ethan. Era muy agradecido hasta con lo más mínimo y eso le agradaba. Ella había comprendido que provenía de una familia noble y rica, pero que la calidez y el cariño de sus padres habían brillado por su ausencia. Nadie podía vivir sin cariño, por desgracia Chloe lo sabía demasiado bien. Se suponía que esa parte correspondía a los padres, pero si no funcionaba, bien podían otros echar una mano. Tan simple como eso. Y si ahora podía cuidar de Ethan y ayudarlo, tal vez podría apoyar a otros jóvenes en el futuro. La idea de formar una cálida familia de acogida en esa gran mansión vacía no le dejaba de rondar por la cabeza.
—¿Qué te parece? —preguntó Ethan felizmente dando un giro.
Lo agarró en el último segundo antes de que chocara con la pared. Todavía no había recuperado del todo el equilibrio, pero ya estaba mucho mejor que cuando apareció por primera vez en su casa.
—¡Elegante! —respondió ella y agarró la mano de Ethan—. Mi apuesto caballero para esta noche. Pero no olvides el gorro y la bufanda.
—No, mamá —respondió en tono de broma.
Ella le sonrió. Era una agradable sensación que alguien la llamara mamá.
—Pero en serio, Chloe, ¿crees que es seguro que vaya esta noche?
Apenas lo pensó antes de responder a la pregunta.
—Dudo que la Policía asista a inauguraciones de pequeños pubs de pueblo — añadió atusándose su larga cabellera. Al final, había elegido no cortárselo. Había dejado atrás para siempre la presión de estar siempre perfecta. Una nueva Chloe estaba entrando en su vida y a ella le gustaba esa transformación.
Si no fuera por el secreto que le oprimía el pecho, hasta se atrevería a decir que hacía tiempo que la vida no le resultaba tan llevadera. Sin embargo, ese no parecía ser el caso de Ethan. Se mordía nervioso una uña. El otro día le había hablado de la llamada que había recibido de la Policía. Chloe había resuelto el asunto fácilmente apagando primero el móvil de Ethan y tirándolo después a la basura. Al instante había encargado y pagado un nuevo móvil que llegó por correo al día siguiente. No podían tener a un montón de ridículos policías llamando a cada instante. Así Ethan no se pondría bien jamás. Y, desde luego, ella no quería que ningún desconocido entrase en su propiedad. Este era su refugio y ahora también el de Ethan. ¡Y punto!
—Te aseguro que ningún policía caprichoso de Cambridge quiere venir hasta aquí esta noche. Con este viento y todo lo que ha nevado, conducir hasta aquí sería una locura. Seguro que no pasan ni de Kettering y ya entran en pánico y se vuelven a la seguridad de Inglaterra —bromeó riéndose.
—Pero tal vez envíen aquí una orden de búsqueda a la Policía local de Gales.
—¿En serio? ¿Lo crees de veras? ¿Quieres decir que cooperarían? Esperemos que a la Policía galesa le quede su orgullo.
—Tal vez los haya llamado el comisario que me llamó y…
—Ethan, dentro de dos días es Navidad y aquí la Policía tiene mejores cosas que hacer que perseguir a falsos asesinos. Créeme. Probablemente ya hayan metido tu orden de arresto en la destructora de papel. Seguro que en este momento están sentados en su calentita oficina, tirando confeti al aire y riéndose de sus colegas ingleses que no se enteran de nada. Aquí en este desierto, no tienen de verdad tiempo para acosar innecesariamente a jóvenes estudiantes.
—Espero que tengas razón —respondió Ethan mientras se abrochaba los últimos botones del nuevo abrigo que Chloe le había comprado.
Parecía tan joven, frágil y distinguido que Chloe sintió que su corazón se llenaba de orgullo. Podría haber sido su propio hijo. Bueno, y prácticamente también su nieto, pero eso prefería no pensarlo. Todavía le quedaba mucha vida por vivir si simplemente se dejaba.
—Daos prisa —gritó Holly estresada cuando entraron en el coche—. Tenemos mucho que hacer. El primer turno, el de la residencia de mayores es a las cuatro, y el siguiente, para el resto del público, a las siete, y ni siquiera he hecho la mitad de todo lo que había pensado preparar. Baptiste dijo que iba a...
—Calma, calma —replicó Chloe mientras se acomodaba en el asiento delantero.
—¿Te has traído al gato?
Holly miró fijamente a Nelson que se asomó desde el chal y le devolvió la mirada.
—Por supuesto, esta noche no quería en absoluto quedarse solo en casa — contestó Chloe estirándose para coger el cinturón de seguridad—. Además, esta noche tampoco ponían nada interesante en la tele.
Holly le lanzó una intensa mirada y sacudió la cabeza.
—¿Y si no vienen invitados? —preguntó pisando fuerte el acelerador. La nieve se arremolinaba alrededor de las ruedas.
—¡Dios mío, Holly, queremos llegar de una pieza! —gritó Chloe protegiendo a Nelson con los brazos.
—Sí, sí —respondió Holly pisando el acelerador con más fuerza aún.
—¡Y los ojos en la carretera! —exclamó Chloe todavía más alto—. Hoy te veo algo alocada, así que no sé si me fío de ti.
—Mira, está nevando otra vez.
Y, efectivamente, fuera del coche empezaban a caer grandes copos de nieve.
—Tenemos que escuchar villancicos —apuntó Holly y empezó a toquetear todos los botones de la radio. Con el fuerte viento, el coche se deslizaba de un lado a otro cuando dejaba de concentrarse en el volante.
—No, espera, ¿no podemos escuchar la canción que grabasteis con el coro? — preguntó Chloe volviéndose hacia Ethan—. Ya sabes, esa en la que Colin canta tan divinamente.
—No sé si puedo escuchar su voz.
—Pues claro que puedes. Canta como un ángel —agregó y estiró la mano para darle unas palmaditas en la pierna—. Como te he dicho, no creo ese disparate de que tú le hayas quitado la vida a nadie.
—¿Qué? —gritó Holly girándose para mirar a Ethan.
—¡Los ojos en la carretera, he dicho! —gritó Chloe y agarró el volante solo un segundo antes de que casi chocasen con unos insignificantes arbustos que crecían en la zanja.
—¡Uy! —exclamó Holly lanzando una risa nerviosa—. ¿De qué estáis hablando? No entiendo nada.