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Hipema
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Veröffentlichungsjahr: 2016
Hipema
Chelle Cordero
––––––––
Traducido por Mariana Sanchez Carranza
“Hipema”
Escrito por Chelle Cordero
Copyright © 2016 Chelle Cordero
Todos los derechos reservados
Distribuido por Babelcube, Inc.
www.babelcube.com
Traducido por Mariana Sanchez Carranza
“Babelcube Books” y “Babelcube” son marcas registradas de Babelcube Inc.
Página de Titulo
Página de Copyright
Hipema
Hifema
Hifema
Dedicación:
Agradecimientos:
Índice
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Novelas de pasión y suspenso
Chelle Cordero
Chelle Cordero
D. R. © 2015 Chelle Cordero
Publicado por: Vanilla Heart Publishing
Edición E-book, Comentario de la licencia
––––––––
La licencia del presente e-book es exclusiva para uso personal. El presente e-book no puede revenderse ni venderse a otra persona. Si quisiera compartirlo con alguna otra persona, compre una copia adicional para cada persona con la que desea compartirlo. Si está leyendo el libro y no lo compró, o si no lo compró para su uso exclusivo, deberá dirigirse con el minorista para efectuar la compra de su propia copia. Se agradece respete el arduo trabajo del autor.
Chelle Cordero
A Mark, donde tú estés, es mi hogar.
Al hacer la investigación para esta historia, quisiera agradecer a las personas aleatorias a las que detuve para pedir consejos, y en especial, el conocimiento que recogí de diferentes amigos como Bill, Ahsan, Len y familiares y amigos en las Carolinas; y como siempre, al aporte del Servicio Médico de Emergencias, mi hijo e hija, Marc y Jenni.
Un agradecimiento especial a Charmaine, Janet y Bobi por ayudarme a prestar toda la atención y energía en el libro. Y por su infinito apoyo, gracias a mi editora, Kimberlee Williams.
Prólogo
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
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Hifema: Sangrado en el ojo causado por un trauma...
Matt miraba hacia el agua oscura mientras el aire los golpeaba.
- Siempre está variable aquí. – Gritó Tony, el piloto. – Te vas acostumbrar después de un tiempo.
Acababan de terminar la revisión previa al vuelo cuando un trabajo de transporte de emergencia los azotó. El paciente, un hombre diabético en sus cuarentas, estaba en peligro después de haber quedado sujeto bajo un automóvil en un accidente extraño. La mayor parte del daño se centró en su espalda una vez que el automóvil cayó del gato. Su orina estaba llena de sangre y necesitaban transportarlo de inmediato a un centro de traumatismo nivel uno.
Los Outer Banks de Carolina del Norte tenían una reputación de belleza y serenidad. Varias aldeas antiguas de pesca se esparcían en la barrera de las islas junto con los hogares espaciosos y las posadas. Matt estaba pensando en llevar a Sudah y a Aden a ese lugar para pasar un fin de semana de paseo juntos.
Por suerte, el área contaba con un centro hospitalario estatal, así que cualquier herido o enfermo podía ser atendido sin un trayecto de hora y media en automóvil. Con un traumatismo grave, se podía estabilizar al paciente y transportarlo por aire a alguno de los centros de traumatismo tierra adentro.
- ¿Alguna vez has estado aquí, Matt? – Frank era enfermero de vuelo de cuidados críticos que había crecido en el área.
- No. Mi primera vez.- Matt no se había aventurado muy lejos de Nueva York, donde había crecido, hasta que decidió mudar a su familia a Carolina del Norte después de que le ofrecieran trabajo ahí como paramédico de vuelo para el Servicio Médico de Emergencias.
La zona de aterrizaje estaba iluminada en el suelo del hospital y Tony estaba alistándose para bajar el helicóptero. Matt y Frank permanecieron quietos. Los tres se estaban comunicando con los auriculares que tenían en los cascos, el sonido del rotor sobre ellos hubiera imposibilitado que hablaran de otra forma.
Aún era su primer semana en el nuevo trabajo y la segunda viviendo en el área. Le sorprendió que Sudah fuera tan comprensiva con todo y que prácticamente los hubiera jalado a ella y al bebé lejos de Nueva York. Ella estuvo a su lado, nunca cuestionó su decisión y se despidió de sus amigos sin siquiera soltar una lágrima. Iba a hacer todo lo que estuviera en sus manos para asegurarse de que funcionara.
Matt sintió el helicóptero EC 145 ladearse con fuerza hacia la derecha mientras Tony lo estabilizaba. El arnés lo hizo sentir seguro en el asiento. Sonrió mientras observaba el paisaje crecer y se daba cuenta de que finalmente tenía su trabajo soñado.
Diablos, eso era bueno. El café caliente que se deslizaba por su garganta era bienvenido para repeler la fría mañana. Matt miró por la ventana de la cocina y se dio cuenta de que gotitas de hielo caían contra el cristal.
Unos brazos delicados y morenos envolvieron su cintura. – Perdón, no quise despertarte. – Matt cubrió las manos de su esposa con las suyas. Tal vez era el frío que había en el aire de la mañana, pero en verdad quería volver a meterse en la cama con ella.
- Quería despertar contigo. – Sudah se acurrucó bajo sus brazos y se deslizó contra su cuerpo hasta que quedó frente a él. Con delicadeza recorrió con la mano el uniforme blanco hasta que tocó su placa. – Te ves muy guapo en tu uniforme. – Dio un paso hacia atrás y le sonrió. – Estoy muy orgullosa de estar casada con un héroe.
Matt soltó una risita. Sudah nunca perdía la oportunidad de elogiarlo y levantar su ego. – Te amo, nena. – Se inclinó y la besó. A Matt le preocupaba proveer para su pequeña familia y ser buen esposo y padre, no había tenido un buen ejemplo cuando creció. – Uno de los tres mejores días de mi vida fue cuando te conocí. – Siempre bromeaba con él cuando le decía eso y le exigía que le dijera cuáles eran los otros dos. Nunca dudaba en decirle que el día en el que se casaron y el día en el que su hijo nació eran los otros dos. – Oye, ¿quieres que encienda el fogón antes de que me vaya? Ayudará a calentar un poco el lugar.
- No, me encargo de eso después si lo necesito. No quiero dejarlo encendido hasta que esté lista para quedarme aquí.
Matt amaba la vieja cocina de leña que se encontraba en la esquina de la cocina. Daba calor a la sala de estar y era una gran defensa contra la humedad matutina. Cuando llegaron a la casa por primera vez le hizo una broma a Sudah y le dijo que tendría que cocinar ahí en lugar de las estufas y hornos modernos que estaban al otro lado de la cocina.
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