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Revisado en profundidad y atención, lo que hace Bergson es una cuidadosa operación de desmontaje de las tesis tradicionales que han dado una cierta fisonomía al decurso del pensamiento filosófico en vista de liberar de todo condicionamiento trascendente e incluso idealista a las soluciones de determinados problemas clásicos de esta disciplina. Es por ello que hay una inmanencia en el proceso del dormir, pues en el proceso de transformación de los sueños se hace extensiva y se materializan las potencialidades que recorren el ejercicio de nuestro pensamiento.
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Traducción de Fernando Correa Navarro
La construcción del sueño
Henri Bergson
Traducción de Fernando Correa Navarro
Título original: Le rêve
DE ESTA EDICIÓN
© Alquimia Ediciones Colección: Estados de Excepción
Coordinación colección y edición general: Guido Arroyo González
Edición, corrección y notas: Julieta Marchant Diseño editorial: Estudio Navaja
N. DE LA E.: Le rêve corresponde a una conferencia dictada por Bergson el 26 de marzo de 1901 en el Instituto de Psicología de París. Ese mismo año, fue publicada en la Revue Scientifique. La versión original está disponible en internet en L’Observatoire de la vie littéraire. Esta versión, por su parte, se trata de una traducción libre, sobre todo en lo que concierne a la disposición de los enunciados en la página, lo que se justifica por la intención del traductor de otorgarle un ritmo más cercano a la oralidad que a la escritura, es decir, acercar el texto a la escena primera en la que se desplegó.
Es la cuestión del método, con toda probabilidad, uno de los puntos más controversiales que atraviesan la recepción del pensamiento y la filosofía de Henri Bergson. Este debate se anuda y se expresa con la compleja noción de intuición por medio de la cual avanzaron sus investigaciones. Dicho sea de paso, Bergson mismo reconoce esta dificultad en la exactitud de un uso tal de la intuición, si leemos con cuidado su Introducción a la metafísica (1903). El asunto ciertamente se resuelve en aquella densa y también compleja introducción de la serie de ensayos titulada El pensamiento y lo moviente (1934). En este cuadro, pienso, es que la escritura de La construcción del sueño ( Le rêve), publicada en 1901, contribuye a entender el proceso mismo del pensamiento de Bergson y también este apunte metódico que acá queremos notar. Por dar solo una referencia crítica, de las múltiples que bien pudieren agregarse, este asunto es primordial para la interpretación de Bergson que realiza Deleuze en El bergsonismo (1963), dada la popularidad que alcanza el enfoque trascendental en la filosofía y la academia de la época. La intuición es un problema en la filosofía bergsoniana, pues la reflexión en torno a su sentido, pero más fundamentalmente a su puesta en operación, habría de ser considerada como progresiva en relación con el decurso de su propia obra. Dicho en breve, la reflexión de un método propio para la filosofía coincide con su misma puesta en operación discursiva: he ahí que algo así como un discurso del método en Bergson no tendría ni lugar ni sentido en su proyecto filosófico: la verdad y la objetividad para Bergson no son tanto una cuestión de principio como de los efectos de verdad y objetividad que se expresan en la puesta en marcha de su peculiar estilo filosófico.
Si la intuición es un método, este debe sin duda proceder por un cierto reparto de reglas, una lógica que controle el régimen de proposiciones por medio de las cuales el pensamiento, bajo el signo de una filosofía, habría de obrar. No obstante, estas mismas reglas no necesariamente deben estar enunciadas ni mucho menos codi- cadas de modo previo, para que entren en una operación simple en el discurso que las promueve. La puesta en evidencia de estas observaciones en torno a la naturaleza del sueño, de la puesta en proceso de aquellas impresiones con que avanzan nuestros ensueños, no tendría ninguna consistencia si estas no estuviesen diseñadas por este extraño proceder del pensamiento puesto en movimiento por la intuición. Y esto es lo que expresa el movimiento mismo de nuestros sueños, los cuales, como apunta decididamente el texto de Bergson, lejos de sustraer o reducir nuestras facultades sensibles, las amplia, las profundiza. He ahí la razón tan real como fundamental de que las impresiones, que son la materia misma de nuestros sueños, sean imprecisas, indeterminadas, confusas, pues ponen en libertad, hacen entrar en un libre juego a ese conjunto de facultades que llamamos habitualmente subjetividad. En pocas palabras, el sueño es quizás la evidencia más inmediata, al igual como ocurre en el arte, de que al lado de nuestras percepciones determinadas, acaso correctas y de finidas con claridad y distinción, existe y acaece otra modalidad de la experiencia que se funde con la materia misma del ser sensible que puebla esta dimensión onírica, la que, excitando nuestra subjetividad, coincide con la operación de nuestra memoria. Ahora podemos decir que aquella materia que puebla nuestros sueños es la memoria misma actualizando impresiones que no necesariamente se nos presentan en el estado de vigilia con precisión y definición. El sueño es la prueba, bajo esta cifra, de que la curva de la experiencia es algo más que nuestras percepciones definidas y determinadas.
Para Bergson la memoria es el Ser, el ser en cuanto tal. Nuestro presente, nuestra percepción clara y distinta que es nuestro presente, no conviene ser, puesto que en lo real actúa. Y es el proceso del sueño, esta facultad libre de la ensoñación, en toda su inmediatez, la que nos entrega la mejor evidencia de ello. “Cuando esta unión entre memoria y sensación se lleva a cabo, tenemos un sueño”, escribe Bergson. Este encuentro, esta unión o enlace entre el proceso de la memoria y aquel otro proceso de lo sensible, explica de forma suficiente el valor, la pertinencia y la actualidad que cobra la publicación de este libro. Decíamos que la memoria, y por extensión el pasado, es el Ser para la filosofía de Bergson. Y esto es uno de los avances en filosofía que introduce un texto que para muchos es fundamental: