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¿Es una parte importante de la población humana producto de una civilización alienígena antigua y avanzada? ¿Hemos sido, a lo largo de los milenios, modificados y refinados periódicamente como especie? En pocas palabras: ¿han manipulado nuestra constitución genética seres de otro mundo que consideran la civilización humana como un gran experimento de laboratorio? Éstas son preguntas controvertidas y que dan que pensar. También son cuestiones que exigen respuestas: unas respuestas que muy bien podrían encontrarse estudiando a aquellas personas cuyo Rh sanguíneo es negativo. La gran mayoría de la humanidad (entre el 85y el 90 por 100) tiene un Rh positivo, lo que significa que sus glóbulos rojos contienen un antígeno relacionado directamente con los monos Rhesus. Este antígeno recibe el nombre de factor Rh. Todos y cada uno de los primates del planeta disponen de este antígeno excepto uno: el restante 10-15 por 100 de los humanos. Si la teoría de la evolución (que todos y cada uno de nosotros desciende de primates ancestrales) es válida, ¿no deberíamos tener todos un Rh positivo? Sí, deberíamos, pero no es así. Los individuos con un Rh negativo son distintos al resto de nosotros. Son diferentes. Son las personas singulares cuyo linaje puede que tenga ni más ni menos que orígenes extraterrestres.
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Seitenzahl: 367
Nick Redfern
LA ESTIRPE DE LOS DIOSES
Desentraña el misterio del tipo sanguíneo
humano para poner al descubierto
a los alienígenas que viven entre nosotros
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Colección Estudios y Documentos
La estirpe de los dioses
Nick Redfern
1.ª edición en versión digital: octubre de 2017
Título original: Bloodline of the Gods
Traducción: David N. M. Georges
Corrección: Sara Moreno
Diseño de cubierta: Enrique Iborra
© 2015, Nick Redfern
(Reservados todos los derechos)
Original en lengua inglesa The Career Prees, Inc. 12 Parish Drive, Wayne, NJ 07470, USA
© 2017, Ediciones Obelisco, S.L.
(Reservados los derechos para la presente edición)
Edita: Ediciones Obelisco S.L.
Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida
08191 Rubí - Barcelona - España
Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23
E-mail: [email protected]
Créditos de imágenes
Cortesía de Wikimedia Commons: p. 15 • p. 24: F. Éditeur Sinnet, 1852 • p. 35: Viktor M. Vasnetsov, 1883 • p. 44: Hermann Schaaffhausen, 1888 • p. 53: P. de Hondt, 1728 • p. 66: George Frederic Watts, 1885 • p. 86: John Martin, 1852 • p. 92: John Collier, 1892 • p. 108: Henry Fuseli, 1781 • p. 115: John Bauer, 1910 • p. 121: Agencia Central de Inteligencia (CIA), 2015 • p. 134: Emery Walker, 1908 • p. 141: Gobierno de EE. UU., 2005 • pp. 149, 180 y 215: siglo xvi, fuente desconocida • p. 172: Martino di Bartolomeo, siglo xv • p. 188: Gobierno de EE. UU., 2013 • p. 209: Gobierno de EE. UU., 1963 • p. 226: Tiiu Sild, 1967 • cortesía del autor, copyright 2000: p. 154 • p. 165, copyright 2005
ISBN EPUB: 978-84-9111-288-4
Maquetación ebook: [email protected]
Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.
Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Contenido
Portadilla
Créditos
Agradecimientos
Introducción
1. La naturaleza de la gente con un Rh negativo
2. La sangre de los vascos
3. El curioso caso de los cromañones
4. ¿Aniquilaron los extraterrestres a los neandertales?
5. Bienvenido al mundo de los Anunnaki
6. Corte y empalme de genes entre los humanos y los alienígenas en el pasado remoto
7. Mundos en colisión y un ataque nuclear
8. Lilit: Una Anunnaki provisional
9. Íncubos y súcubos
10. Las hadas, la «gente pequeña» y la reproducción humana
11. Los Anunnaki y la CIA
12. Encuentros cercanos de tipo celta
13. La llegada de los secuestradores
14. Empieza la epidemia de las abducciones
15. Tiempo perdido
16. Los hijos de los dioses
17. Los Niños de Ojos Negros
18. Reptiles procedentes de las estrellas
19. Abducciones militares y sangre con el Rh negativo
20. La gente con un Rh negativo: Nosotros frente a ellos
21. Una sangrienta controversia
22. La gente con un Rh negativo y la memoria heredada
Conclusión
Bibliografía
Acerca del autor
Agradecimientos
Me gustaría mostrar mi más sincero agradecimiento y mi profundo reconocimiento a todos en New Page Books y Career Press, especialmente a Michael Pye, Laurie Kelly-Pye, Kirsten Dalley, Jeff Piasky y Adam Schwartz; y a todo el personal de Warwick Associates por su magnífica promoción y sus campañas de publicidad. También quería dar unas gracias enormes a mi agente literaria, Lisa Hagan, por todo su duro e incansable trabajo y entusiasmo.
Introducción
La historia que estás a punto de leer es, y yo mismo lo reconozco, extremadamente controvertida, y todo ello por diversas razones. Es un relato que requiere que aceptemos que la historia de la especie humana es, tristemente, incompleta, incorrecta y que carece de datos clave y fundamentales. Es también una narración que sugiere que la humanidad, tal y como la conocemos, y tal y como nos han enseñado, no es exactamente lo que parece, y nunca lo ha sido. Expuesto de forma sencilla, un pequeño porcentaje de la humanidad (alrededor de entre un 10 y un 15 por 100) es distinto del resto, y no sólo ligeramente diferente, sino increíblemente distinta: física, mental, espiritual e incluso psíquicamente diferente. Este grupo prácticamente único de personas son aquellas que tienen un Rh negativo, un término que procede del hecho de que su sangre es, en una palabra, única. Su misma existencia va en contra de todo lo que Charles Darwin defendió y de lo que el darwinismo y la teoría de la evolución siguen defendiendo en la actualidad.
Puede que lo más controvertido de todo sea que la historia que explica La estirpe de los dioses nos exige que nos fijemos muy detenidamente en nuestras deidades (o en Dios, dependiendo del sistema de creencias propio de cada uno) y que los tengamos en cuenta por lo que podrían haber sido realmente: no unas deidades todopoderosas y sobrenaturales, no los creadores de todas las cosas ni las entidades que deciden nuestro destino en una vida después de la muerte infernal o celestial. Este relato presenta a nuestros dioses como algo sumamente distinto, hasta el punto en que algunos considerarán, sin duda alguna, que lo que viene a continuación no es ni más ni menos que una pura herejía.
Nuestros dioses podrían muy bien no ser nada de eso en realidad. Podrían haber sido una raza de extraterrestres increíblemente antiguos y enormemente longevos: criaturas de un mundo lejano que llegaron a la Tierra, en una misión de emergencia, cuando su civilización y su planeta de origen miraban a la extinción y al final de todas las cosas a la cara. En un esfuerzo por salvar a su especie, convirtieron, salvajemente, a la Tierra en una gran fábrica, explotando todo el planeta en busca de materiales preciosos y utilizando tecnologías muy avanzadas para mutar genéticamente y mejorar a un cierto humanoide antiguo: el Homo erectus. Es un relato que nos lleva desde las antiquísimas llanuras africanas hasta los antiguos habitantes de Sumeria y Babilonia, y desde los primeros pueblos europeos hasta las testas coronadas de la actualidad, que parecen ser las víctimas indefensas de un programa de experimentación entre especies dirigido por alienígenas.
Lo que en un tiempo fue un humano primitivo, uno que (si los «dioses» no hubieran decidido intervenir) podría muy bien haber conservado su protoforma por siempre, se vio transformado radicalmente en algo distinto: una nueva raza de criaturas que estaba destinada a trabajar duro para los astronautas ancestrales como raza oprimida y sumisa. Se trataba, literalmente, de un caso de inyectar sangre nueva en la antigua especie humana como medio para controlarla y explotarla. Y de toda esta manipulación de la especie nacieron las personas con un Rh negativo.
En los cientos de miles de años que han pasado desde que la especie humana se convirtió en nada más que en un experimento a nivel de todo el planeta de unos extraterrestres crueles y egocéntricos, los alienígenas han dejado, ciertamente, su marca, incluso aunque la mayoría de la gente no sea consciente de ello o no lo respalde. Y todo esto se da, también, de forma más perceptible en los cromañones del pasado o en el pueblo vasco, que vive en España y Francia, del que se puede decir, con precisión, que es la descendencia genética de los dioses. Esas entidades que iban de planeta en planeta también han dejado su sello distintivo en lo que se ha venido a conocer como los «abducidos por alienígenas», que es gente que vive en nuestra época (al igual que el Homo erectus en el pasado lejano), que se han visto sometidos a experimentos, análisis, intervenciones y pruebas angustiantes de naturaleza genética y reproductiva. Lo que se llevó a cabo de forma totalmente abierta hace cientos de miles de años sigue produciéndose hoy en día, aunque con un profundo e inquietante sigilo.
Todo esto nos conduce a un número de preguntas críticas que abordaremos y responderemos en las siguientes páginas. ¿Quiénes fueron realmente los dioses? ¿Cuál era la naturaleza de la emergencia vital que los impulsó a tomar el control completo y absoluto de la Tierra hace cientos de miles de años, hacer mutar a un tipo antiguo de humanoide y, en última instancia, durante el proceso, convertirse en la base de algunas de las religiones principales y más seguidas del mundo?
Hay también otras preguntas importantes que necesitan respuesta. ¿Suponen las personas con un Rh negativo (aquéllas nacidas de nada más y nada menos que una estirpe alienígena arcaica) una amenaza para el resto de la sociedad? ¿O se encuentran tan en la oscuridad sobre este asunto sobre sus increíbles orígenes como la mayoría de la gente? ¿De qué formas, mental y físicamente, son distintos al resto de nosotros? ¿Por qué tanta gente con un Rh negativo ostenta posiciones de poder, tanto en los gobiernos como en la realeza? ¿Y por qué las han ostentado durante eones? ¿Están los extraterrestres generando números crecientes de gente con un Rh negativo con fines siniestros (fines que podrían girar alrededor del asentamiento de un ejército clandestino, un «caballo de Troya» asociado) cuyo objetivo fundamental sería la manipulación y el control de la civilización humana? ¿Están los «híbridos» entre alienígenas y humanos de una naturaleza relacionada con el Rh implicados en actividades perversas a nivel mundial? ¿Podríamos, un día, ser testigos de una reacción violenta contra la gente con un Rh negativo si se dispusiera de pruebas de sus sorprendentes orígenes alienígenas? ¿Quedará la civilización humana escindida en una situación y una mentalidad de «nosotros y ellos»?
Hay muchas preguntas. Las respuestas son sorprendentes. El hecho, no obstante, de si estas preguntas y respuestas son lo que la gente desea oír es un asunto muy distinto. Miles de millones de personas atesoran muy cerca de su corazón sus queridas creencias religiosas, y no quieren que se les diga nada que pueda arrojar dudas sobre esas creencias. No obstante, el grado en que debieran abrazarlas (incluso aunque sea nada en absoluto, dado que los dioses puede que no sean nada más que el equivalente, para otra persona, de los astronautas de la nave Apolo de la NASA) es un asunto que nos lleva al verdadero meollo de esta historia.
La estirpe de los dioses no va en contra de la religión. Tampoco es su intención oculta minar la religión. En lugar de ello ofrece, simplemente, al lector un punto de vista alternativo sobre los orígenes de la especie humana, de lo que somos, de cómo surgimos y por qué (en términos de la gente con el Rh negativo) un nada desdeñable porcentaje de la población humana es algo distinto de lo que parece ser.
1
La naturaleza de la gente
con un Rh negativo
Para comprender plenamente la naturaleza profundamente sobrecogedora de esta saga que es, potencialmente, de otro mundo, lo más importante es demostrar, en primer lugar, lo radicalmente distintos que son aquéllos con una sangre con el Rh negativo con respecto al resto de la población mundial. Abordaremos entonces el asunto crítico de por qué, siquiera, existe gente con un Rh negativo. La especie humana tiene cuatro tipos sanguíneos principales; A, B, AB y O. Esta clasificación deriva de los antígenos presentes en las células de la sangre de una persona, siendo los antígenos proteínas que se encuentra en la superficie de las células y que están diseñados para combatir a las bacterias y los virus. La mayoría de la población humana dispone de tales proteínas en sus células: se trata del porcentaje de gente que habita la Tierra con un Rh positivo. En Estados Unidos, las estimaciones actuales sugieren que alrededor del 85 por 100 de todas las personas de etnia caucásica, aproximadamente el 90 por 100 de
los afroamericanos y cerca del 98 por 100 de los asiático-americanos tienen un Rh positivo.
Un pequeño porcentaje de la población estadounidense (y también del resto del mundo, debemos puntualizar) que no muestra las proteínas pertinentes pertenece a una categoría muy distinta: la de la gente con un Rh negativo. Existe, no obstante, un tercer grupo de personas, los vascos, que viven en el norte España y en el sudoeste de Francia, cuyo porcentaje de gente con el Rh negativo es increíblemente alto: sorprendentemente cercano al 40 por 100. Además de eso, y en el otro extremo del espectro, entre los vascos apenas hay personas con sangre A o AB. El porqué un grupo concreto de gente es tan increíblemente distinto de prácticamente todo el resto es un asunto que discutiremos y analizaremos minuciosamente en el siguiente capítulo de este libro.
La naturaleza de la sangre
No fue hasta el comienzo del siglo XX cuando se dieron los primeros pasos para comprender plenamente la naturaleza exacta de la sangre. Sin embargo, por increíble que pueda sonar, los experimentos por hacer transfusiones de sangre entre personas y entre animales se remontan a mediados del siglo XVII, cuando tuvieron éxito (por lo menos en la medida en que se lograron los resultados deseados) experimentos que usaron perros y ovejas. A pesar de los altibajos de estos primeros experimentos, hasta finales del siglo xix, no se tuvieron apenas conocimientos sobre el asunto de la sangre, muchas veces con resultados trágicos. Todo esto quedó meridianamente claro durante la turbulenta guerra de Secesión en EE. UU., entre 1861 y 1865, en la que no menos de seiscientas mil personas perdieron la vida, ya que el norte y el sur fueron a la guerra de forma violenta y sangrienta.
Cuando se intentaba salvar la vida de los soldados que padecían unas terribles heridas de guerra debido a los efectos de las balas, las hojas de las espadas y los cañones (muchas de las cuales provocaban una pérdida significativa de sangre que ponía la vida en peligro), los médicos militares se quedaban sin más opción que transfundir sangre de personas sanas y fuertes en el torrente sanguíneo de los heridos críticos. En ocasiones, este procedimiento funcionaba a la perfección, pero en otras el resultado era el contrario: los pacientes morían al poco tiempo. La razón de esta clara ruleta rusa era un completo misterio en esa época. Como resultado de ello, en Estados Unidos las transfusiones de sangre se consideraban, en gran medida, el último recurso. Sin embargo, en gran parte de la Europa del siglo xix, las transfusiones de sangre no se consideraban el último recurso, sino un terreno peligroso. Y punto.
Por lo menos así es como estuvieron las cosas hasta la primera década del siglo XX. Es entonces cuando hizo realmente historia un hombre llamado Karl Landsteiner, un médico y biólogo de Austria ganador del Premio Nobel, y cambió la fisionomía de la medicina para siempre. Además, resultó ser el codescubridor (junto con el microbiólogo rumano Constantin Levaditi y Erwin Popper, un médico austríaco) del virus de la poliomielitis.
El asunto del macaco Rhesus
El médico y biólogo Karl Landsteiner, 1930.
El revolucionario trabajo de Karl Landsteiner demostró algo que en aquella época se consideró extraordinario. El suero sanguíneo (la porción líquida de la sangre, que rodea a las células sanguíneas del organismo humano) no es idéntico en todas las personas. Los estudios de Landsteiner revelaron que, después de todo, no existía un único grupo sanguíneo. Cuatro décadas después, Landsteiner y un colega, un doctor en medicina de Nueva York llamado Solomon Weiner, tropezaron con algo más: algo tan extraordinario como los anteriores descubrimientos de Landsteiner. Además de llevar a cabo investigaciones revolucionarias en relación con asuntos relativos a la sangre humana y sus distintos grupos, Lansdteiner y Weiner realizaron experimentos con monos: en concreto con macacos Rhesus.
Se trata de lo que se llama «monos del Viejo Mundo», y se pueden encontrar en gran parte del sur y el centro de Asia, extendiéndose su hábitat desde Afganistán hasta China. No sólo eso: los macacos Rhesus y la especie humana compartían un antepasado común hasta hace unos veinticinco millones de años, cuando se dio una divergencia y las dos especies siguieron caminos distintos. Además de eso, los macacos tienen una secuencia de ADN idéntica a la de la especie humana en un 93 por 100. Este último asunto sobre el estrecho vínculo entre los macacos Rhesus y la especie humana es la razón por la cual muchas investigaciones sobre las enfermedades y los virus que afectan a las personas se llevan a cabo en macacos.
Murray B. Gardner y Paul A. Luciw dicen, sobre este tema concreto, en su artículo científico «Macaque models of human infectious diseases» (Modelos en macacos de enfermedades infecciosas humanas):
Los macacos han servido como modelos para más de setenta trastornos infecciosos humanos con distintas etiologías, incluyendo a multitud de agentes (bacterias, virus, hongos, parásitos, priones). La destacable diversidad de las enfermedades infecciosas humanas que han usado como modelo al macaco incluyen enfermedades globales, infantiles y tropicales, además de afecciones nuevas, de transmisión sexual, oncogénicas, degenerativas, neurológicas, de bioterrorismo potencial y diversas otras enfermedades (Gardner y Luciw, 2008).
Durante el transcurso de su estudio, Landsteiner y Weiner decidieron inyectar sangre de macacos Rhesus a otros animales muy distintos, entre los que se incluían cobayas y conejos. Fue una acción que provocó que la sangre de estos animales coagulara. Para su sorpresa, Landsteiner averiguó que la coagulación era provocada por otro antígeno (o proteína) distinto que hasta 1940 no había sido identificado o ni siquiera detectado por nadie en la comunidad médica. Lo más significativo de todo es que las investigaciones adicionales mostraron que el antígeno hasta entonces desconocido que se encontraba sobre el tapete se vio que también estaba presente en las personas. Landsteiner decidió llamarlo «factor Rh» («Rh» hacía, por supuesto, referencia a «Rhesus»). Y todavía hubo otro descubrimiento más, uno que nos lleva al verdadero meollo del asunto del que se ocupa este libro: que había algunas personas que carecían completamente del factor Rh (una rareza entre el conjunto de los 33 tipos de sangre humana). Eran, y son, las personas con el Rh negativo. Además, había algo más que unos pocos. Y, tal y como ha mostrado la historia y como demostraremos más adelante, la gente con el Rh negativo son un grupo de personas repletas de anomalías que los sitúan en una categoría notablemente apartada y distinta del resto de la población.
Cuando una madre intenta
matar a su bebé
El efecto secundario más importante (y también el más profundamente preocupante) de tener un Rh negativo está relacionado con el asunto del embarazo. De hecho, es el único efecto adverso: dejando de lado el dar a luz, tener un Rh negativo no tiene ningún efecto perjudicial en absoluto en lo que se refiere a temas relativos a la salud. En realidad, y tal y como quedará más claro en un capítulo posterior, puede que tener un Rh negativo aporte beneficios importantes en lo que se refiere a la salud. Sin embargo, para una mujer gestante que tenga un Rh negativo, los riesgos pueden ser considerables y extremadamente peligrosos. Si una mujer con el Rh negativo queda embarazada de un hombre que también tiene un Rh negativo, no hay ningún problema y no existen motivos de preocupación: ambos individuos son perfectamente compatibles entre sí, el feto se desarrollará de forma completamente normal y el bebé nacerá con un Rh negativo. Si, no obstante, el padre tiene un Rh positivo y la madre un Rh negativo, pueden empezar los problemas y los resultados podrían acabar siendo muy distintos, además de trágicos, ya que el feto en desarrollo será Rh positivo. Es este último asunto el que nos lleva al punto crucial del problema.
Por increíble que pueda sonar, la sangre de una mujer embarazada que tenga un Rh negativo puede ser totalmente incompatible con la sangre de un bebé con un Rh positivo que esté gestando. Una situación así puede provocar, muy frecuentemente, que la sangre de la madre produzca anticuerpos potencialmente letales diseñados para atacar a la sangre del feto siempre y cuando éste se ve expuesto a la sangre de la madre. En otras palabras, el bebé con un Rh positivo es percibido por el sistema inmunitario de la madre con un Rh negativo como algo hostil. A todos los efectos, el bebé nonato es considerado como algo ajeno1 y algo de lo que la madre debe «desembarazarse» a la mínima oportunidad posible.
El proceso mediante el cual la madre intenta, efectivamente, atacar y matar a su propia descendencia mediante la sangre recibe el nombre de sensibilización. En este peculiar proceso, la sangre de la madre atraviesa la placenta y entra en lo que se denomina circulación fetal, donde procede a declarar la guerra a las células sanguíneas del bebé, que se generan en la médula ósea y que son absolutamente vitales para transportar el oxígeno por todo el organismo. Se trata de una guerra a muerte en todos los sentidos.
Sistemáticamente, y poco a poco, los anticuerpos de la madre atacan a las células sanguíneas del bebé, destruyéndolas y provocando el desarrollo de lo que se conoce como anemia hemolítica. Y cuando la anemia hemolítica empieza a abrumar al feto, los resultados pueden ser desastrosos y mortales. La anemia en un adulto puede ser un problema grave, y en un bebé nonato puede serlo incluso más. Los órganos, y en especial el corazón, pueden verse importante e irreversiblemente dañados. La falta de niveles suficientes de oxígeno puede tener un efecto desastroso sobre el desarrollo y el funcionamiento del corazón. En el peor de los casos el feto podría morir.
Lo que resulta más inquietante es el hecho de que cuantas más veces quede embarazada una mujer, más potentes y prevalentes se volverán los anticuerpos letales. En pocas palabras, el organismo de la madre encuentra formas de hacer que el proceso de matar al feto sea incluso más potente, rápido y eficaz con cada embarazo sucesivo. Es casi como si hubiera algo muy antiguo y ajeno2 codificado en nuestro ADN que considera que el factor positivo y el negativo son sumamente diferentes entre sí y que su unificación nunca estuvo prevista. Más adelante veremos por qué ésta podría ser, exactamente, la causa.
Afortunadamente para una mujer con el Rh negativo embarazada, existen formas y medios para combatir el violento ataque de la madre contra su hijo nonato. La inmunoglobulina anti-Rh (o anti-D) es un producto procedente de la sangre que se inyecta (por vía intramuscular) a la madre y que evita que su organismo genere el mismo tipo de anticuerpos diseñados para atacar al feto, siempre que la madre no esté ya sensibilizada contra el factor Rh. Si no lo está, hay unas probabilidades extremadamente altas de que la gestación progrese de forma normal y que el feto se desarrolle para acabar convirtiéndose en un bebé normal y sano.
Existe otra anomalía relacionada con la sangre con un Rh negativo, aunque se trata de una anomalía de naturaleza positiva. Anteriormente he mencionad que existen cuatro grupos sanguíneos principales: el A, el B, el AB y el O. Estos grupos aplican tanto a la gente con un Rh positivo como negativo. Resulta que el tipo O negativo es bastante singular en el sentido de que su sangre puede transfundirse a prácticamente cualquiera, independientemente de su grupo sanguíneo personal y sin provocar reacciones adversas ni fatales. Por esta razón particular, los equipos hospitalarios de emergencias suelen tener al alcance sangre de tipo O negativo cuando atienden desgracias: está prácticamente garantizado que será aceptada por cualquiera que necesite sangre en una situación de vida o muerte. Sin embargo, y por otro lado, aquéllos con una sangre O negativa sólo pueden recibir transfusiones de sangre O negativa: en su caso ningún otro tipo funciona. Entre las personas con el Rh negativo, la variedad con el tipo O parece ser la más singular de todas. Quizás se trate de un caso de mantenimiento de una estirpe pura, y quizás también sea un caso de manipulación deliberada.
Antes de llegar al controvertido asunto de los extraterrestres ancestrales manipulando la estirpe humana en el pasado remoto, es importante que primero descartemos explicaciones coherentes para el factor Rh negativo. Después de todo, afirmar que algunos de nosotros somos producto de jugueteos genéticos por parte de alienígenas no es algo que debiéramos hacer a la ligera. Teniendo eso presente, ¿es factible que la controversia no se deba a nada distinto de la selección natural o una mutación de un tipo muy corriente? Un escenario tal podría, a primera vista, parecer completamente razonable. Después de todo, algunos de nosotros tenemos la piel oscura, y otros la piel clara. Una persona tiene el cabello rubio, y otra lo tiene negro, y una tercera castaño. El color de los ojos también puede variar enormemente: la pigmentación del iris oscila entre el azul y el verde, y entre el gris y el marrón. Muy de vez en cuando, nacerá una persona con los ojos de color ámbar, o incluso con unos ojos de colores diferentes.
Las variaciones en el color de la piel, el cabello y los ojos son causadas, principalmente, por algo tan sencillo como un pigmento llamado melanina. Por lo tanto, en ese sentido, no es imposible que el factor Rh negativo se hubiera podido desarrollar de forma natural en lugar de como resultado de la intervención de tecnologías extraterrestres fantásticas. Sin embargo, existen ciertos problemas que sugieren que la Madre Naturaleza no fue la responsable. Es muy importante subrayar aquí que no existen pruebas que sugieran que el color de la piel, del cabello o de los ojos tenga relación con la personalidad, la mentalidad o el sistema de creencias de una persona. Sin embargo, la sangre de un cierto tipo sí que puede tener una influencia (y muy importante, además) en algunas personas.
Aquéllos con una sangre con el Rh negativo tienen, muy frecuentemente, una mentalidad concreta, mostrando un marcado interés por la ciencia, los ovnis y los fenómenos sin explicación. Tienen unas capacidades paranormales superiores a la media, como por ejemplo premoniciones o percepción extrasensorial. Su cociente intelectual suele ser superior al de la mayoría de la gente. Físicamente también son diferentes: una temperatura corporal baja, un número reducido de pulsaciones por minuto, vértebras suplementarias y una presión sanguínea baja son características comunes en los individuos con el Rh negativo. Son bastante más resistentes a los trastornos, los virus y a las enfermedades que el resto de la población humana. Y, tal y como veremos más adelante, existen buenas pruebas que demuestran que grupos clandestinos dentro del Gobierno y del estamento militar de EE. UU. han monitorizado en secreto el ascenso de la gente con el Rh negativo y han estudiado detenidamente sus relaciones con el fenómeno ovni.
Cuando juntamos todo esto, nos enfrentamos a lo que parece ser, nada más y nada menos, que una manipulación cuidadosa y controlada de ciertos grupos de la especie humana tanto a nivel físico como mental. ¿Podemos demostrar que la naturaleza no fue el factor predominante en la controversia del Rh negativo?: no. ¿Podemos elaborar un argumento muy persuasivo de que una fuerza exterior (una que tuvo sus orígenes en otro mundo) fue la parte responsable de crear un tipo único y mejorado de humano?: desde luego, tal y como verás a continuación.
Habiendo ya mencionado todo lo anterior, ha llegado el momento de echar un vistazo a un grupo de personas que (más que ningún otro en ningún otro lugar del planeta) pueden, ciertamente, ser nombrados los Rh negativo reinantes. Son el pueblo vasco, que vive en España y Francia. Su historia es larga y tortuosa: se trata de una historia que muy bien podría disponer, en su base y en su origen, de pruebas de manipulación genética de la especie humana en un pasado remoto por parte de nada más y nada menos que unos extraterrestres infinitamente avanzados. En nuestros esfuerzos por comprender a la gente con un Rh negativo de hoy en día (además de un potencial plan alienígena secreto y en desarrollo de una naturaleza basada en la genética que se está dando entre nosotros), resulta adecuado, ahora, un viaje al pasado remoto y turbulento.
1. En inglés, y en este contexto, se da un juego de palabras con la polisemia del término alien, que significaría tanto «ajeno» como «alienígena». (N. del T.)
2. Ídem.
2
La sangre de los vascos
En Atlantis: The Antediluvian world, Ignatius Donnelly describía a los vascos así:
de talla mediana, de constitución compacta, robustos y ágiles, de una complexión más oscura que los españoles, con los ojos grises y el cabello negro. Son sencillos pero orgullosos, impetuosos, alegres y hospitalarios. Las mujeres son hermosas, habilidosas al hacer el trabajo de los hombres, y son destacables por su vivacidad y elegancia. Los vascos sienten mucho apego por el baile y aprecian mucho la música de la gaita
(Donnelly, 2010).
Sin embargo, los vascos son mucho más que eso: mucho más. La historia del pueblo vasco es tan increíble como singular. Es también una historia impregnada de misterio envuelto entre la niebla y de intriga. No sólo eso, sino que las implicaciones de la historia son sorprendentes: los vascos podrían ser el resultado de una manipulación genética avanzada por parte de extraterrestres visitantes hace innumerables milenios. Bueno, si un escenario así suena increíble es porque eso es exactamente lo que es. En una situación así sólo hay un lugar por el que empezar: por el principio.
Los vascos: un pueblo único
Los vascos toman su nombre de la región en la que viven en la actualidad: el País Vasco. Se encuentra en la parte occidental de los vastos y gélidos Pirineos, que marcan la frontera entre España y Francia y que discurren a lo largo de más de quinientos kilómetros. En la actualidad, esta región es el hogar de más de 2 millones de personas y sus ciudades más importantes son San Sebastián y Bilbao. Los vascos («vasco» significa «población», «tierra» y «nación», entre otras acepciones), son un pueblo antiguo que ya conocían los griegos y los romanos. Escribir una crónica sobre la historia antigua de los vascos no es tarea fácil, ya que la gente de esa época no dejó ni una palabra escrita en absoluto en lo relativo a su cultura, su vida y sus creencias y tradiciones. Sabemos, no obstante, que la Edad Media fue una época turbulenta para los vascos, ya que luchas territoriales casi interminables con otros países y ejércitos ocuparon gran parte de su tiempo. En la actualidad, muchos vascos se consideran, orgullosamente, un pueblo distinto y diferente de sus compatriotas españoles y franceses, y tienen muy buenas razones para ello.
Los vascos: la gente con el Rh negativo más famosa del mundo.
Los orígenes de los vascos
El período concreto en el que los vascos empezaron a florecer es asunto de un profundo debate. Una escuela de pensamiento sugiere que los vascos son los últimos supervivientes de lo que fue el hombre del Paleolítico. El período Paleolítico se extendió entre desde hace más de 2,6 millones de años a. C. hasta aproximadamente el año 10000 a. C. En un cierto momento de este extenso período, surgieron y medraron los primeros humanos (podríamos justificar el uso del término protovascos), acabando por convertirse en el pueblo vasco tal y como lo conocemos en la actualidad. Además, los restos arqueológicos demuestran la presencia de una cultura en el País Vasco durante la época de la cultura Auriñaciense, que se dio entre hace unos 45.000 y 35.000 años. Ciertamente, el hombre de Cromañón, (que es una parte fundamental de esta historia y del que hablaremos en capítulos posteriores) se desplazó hacia esa región durante la parte final de este período, echando de la escena, firmemente a codazos, a los neandertales, que acabarían condenados a desaparecer.
Otra teoría sugiere que los vascos son una rama del pueblo de una zona que se extendía a lo largo de partes del sur de Francia y el norte de España y que recibía el nombre de región franco-cantábrica. Sucede que se trata de una región en la que pueden encontrarse algunas de las mejores pinturas rupestres del período Paleolítico. Ciertamente, las pinturas rupestres más apreciadas se encuentran en la cueva de Lascaux, situada cerca de Dordoña, en Francia, y que pueden remontarse a hace más de 17.000 años. Esta obra de arte (que principalmente representa a animales, que totalizan más de dos mil cabezas) es, por decirlo llanamente, sorprendente, y barre de un plumazo cualquier imagen de unos «hombres de las cavernas» salvajes, estúpidos y que blandían garrotes.
Existe, sin embargo, una posibilidad distinta: que aunque los vascos tuvieron, ciertamente, una presencia importante en la región franco-cantábrica, puede que ésta no hubiera sido su lugar de procedencia original. Estudios realizados por lingüistas sugieren un vínculo potencial entre la lengua vasca y la de las antiguas gentes del norte de África. Stephen Oppenheimer sugiere, en The origins of the British, que podría haber sido alrededor del año 16000 a. C. (cuando las temperaturas seguían siendo cálidas y todavía quedaban bastantes siglos hasta la siguiente Edad de Hielo) cuando los vascos originales realizaron su travesía desde África hasta Europa. Muy probablemente también se trajeron consigo su lengua, que tiene nada más y nada menos que siete dialectos. Y por lo que se refiere a su idioma…
Una lengua única y antigua
Lo que añade mucho peso a la notable naturaleza de los vascos es el hecho de que su lengua nativa, conocida con el nombre de euskara o euskera, es totalmente única en Europa. De hecho es única en todo el planeta. En su serie de tres volúmenes The history of Rome (que fue escrita entre 1838 y 1842 y que quedó inacabada debido al fallecimiento del autor en 1842), Thomas Arnold decía del idioma del pueblo vasco:
… su falta de parecido con el resto de las lenguas europeas es muy sorprendente, incluso al compararlo con el galés o con el eslavo. Las afinidades de los numerales galeses con los de las lenguas teutónicas y el griego y el latín son obvias a primera vista, y lo mismo podría decirse de la mayoría de los numerales eslavos, pero los vascos son tan peculiares que resulta difícil establecer una relación entre ninguno de ellos, excepto quizás por «sei» («seis») y los de otros idiomas (Arnold, 2006).
Arnold sólo pudo afirmar una cosa con certeza en lo referente a la curiosa lengua de los vascos: mostraba evidencias de una «gran antigüedad». Claramente, los vascos tienen una historia oculta entre la niebla que permanece seductoramente incompleta. Esto es algo a lo que volveremos a su debido tiempo y a medida que nuestro relato se vaya desarrollando (ibíd.).
En 1877, Wentworth Webster, en su libro Leyendas vascas, fue directo al grano al escribir: «En la actualidad no se ha descubierto ninguna lengua que presente ningún parecido, en su raíz, con el vasco; que sea análoga a la que existe». Esa situación sigue siendo básicamente la misma a día de hoy (Webster, 1877).
Cinco años después, en su obra clásica sobre los misterios del pasado lejano Atlantis: The Antediluvian world, Ignatius Donnelly citó al lingüista Peter Stephen Du Ponceau, que decía:
Esta lengua, conservada en un rincón de Europa por algunos miles de habitantes de las montañas, es el único fragmento que queda de, quizás, un centenar de dialectos creados a partir del mismo esquema, que probablemente existieron y que todo el mundo hablaba en un período remoto en esa región del mundo. Al igual que los huesos del mamut, sigue siendo un monumento a la destrucción provocada por una sucesión de eras. Sigue en pie, única y sola, rodeada de idiomas con los que no tiene ninguna afinidad (Donnelly, 2010).
Mark Kurlansky, un reconocido experto en la cultura y la historia vasca también ha llegado a importantes conclusiones sobre este mismo asunto:
Aunque se han realizado numerosos intentos, nadie ha encontrado nunca un familiar lingüístico del euskera. Es un idioma huérfano que ni siquiera pertenece a la familia de las lenguas indoeuropeas. Éste es un hecho destacable, porque una vez que los indoeuropeos iniciaron su propagación en la Edad de Bronce desde el subcontinente asiático y a lo largo de toda Europa, prácticamente ningún grupo, independientemente de lo aislado que viviera, quedó intacto (Kurlansky, 2001).
También disponemos de las palabras de Doron M. Behar, del Departamento de Genoma y Genética de la Unidad de Genética Evolutiva Humana del Instituto Pasteur, ubicado en París (Francia), que dice: «El aislamiento lingüístico de los vascos, junto con el hecho de ser un caso aparte con respecto a un gran número de marcadores genéticos clásicos, ha fortalecido que se considere que los vascos son un grupo genético aislado con el mayor grado de continuidad genética con los primeros europeos cazadores-recolectores del Paleolítico» (Behar, 2012).
Las referencias a los vascos como grupo genético aislado son notables, dada la siguiente parte de la historia de este pueblo intrigante y prácticamente legendario; lo que lleva las cosas a un nivel completamente distinto.
«La cabeza no tenía la misma constitución
que la de otros hombres»
Para ser un grupo de personas tan relativamente pequeño, los vascos muestran unos rasgos extraordinarios e innegables. Ya hemos visto como su lengua tiene poco parecido con cualquier otro idioma europeo, y sólo sugiere levemente la existencia de algunos vínculos con la gente del norte de África de la antigüedad (e incluso esa teoría se ha cuestionado y ha sido objeto de debate). Lo más importante de todo, sin embargo, es la conexión vasca con la materia de la que se ocupa este libro: un linaje o estirpe3 realmente inusual que podría tener en su núcleo un componente abrumadoramente extraterrestre.
Ya he mencionado anteriormente que en Estados Unidos, alrededor del 90 por 100 de la población de etnia caucásica tiene un Rh positivo, al igual que más de un 90 por 100 de los afroamericanos y casi el 100 por 100 de los asiático-americanos. Estas cifras son extremadamente parecidas en casi todo el mundo. Lo que demuestra todo esto es que, a escala mundial, el número de personas con el Rh negativo es muy pequeño (es decir, aparte de un lugar concreto donde son tremendamente abundantes: el País Vasco, por supuesto).
Una de las cosas más importantes y notorias del pueblo vasco es su aspecto físico. Es notablemente diferente al de sus compatriotas franceses y españoles. Empecemos por la cabeza. La barbilla y la mandíbula de los vascos son mucho más poderosas y recias que la media. Sus lóbulos de las orejas son muy largos. Su nariz es notoriamente prominente y tienen las cejas pobladas, muy frecuentemente en un grado extremo.
En La historia vasca del mundo, Mark Kurlansky cita las palabras de un observador del pueblo vasco en la década de 1880, que dijo: «Alguien me dio el cuerpo de un vasco, lo diseccioné, y afirmo que la constitución de la cabeza no era como la de ningún otro hombre» (énfasis añadido) (Kurlansky, 2001).
En cuanto al cuerpo de los vascos, las diferencias son más obvias en los hombres: generalmente poseen un tórax musculoso, unos hombros anchos y unos brazos gruesos y fuertes. Por supuesto, cualquiera puede ganar volumen con un programa de ejercicio al que se aplique con dedicación y con una dieta rica en calorías. Sin embargo, para los vascos este es su aspecto natural. También era el aspecto que tenían los cromañones, que vivieron, exactamente, en la misma región, aunque miles de años antes.
¿Significa eso que el hombre de Cromañón tenía un Rh negativo? Sí, casi con total certeza. ¿Cómo podemos estar tan seguros? La respuesta es sencilla: en otras regiones del mundo en las que la población humana tiene un porcentaje superior al normal de individuos con un Rh negativo (como por ejemplo en las islas Canarias y en las montañas del Atlas, en Marruecos), simplemente sucedió que el hombre de Cromañón medró. Volveremos al asunto sobre un linaje incluso anterior de individuos con un Rh negativo (en concreto el hombre de Cromañón) en el próximo capítulo. Por ahora volvamos a los vascos.
Dadas las estadísticas que existen en otros lugares del mundo, es destacable señalar que en el País Vasco, el número de personas con el tipo sanguíneo O (el tipo de sangre que puede transfundirse a cualquiera, independientemente de su grupo sanguíneo) es de alrededor del 50 por 100. En la región pirenaica de Sola (Francia) este porcentaje se encuentra más cerca del 60 por 100. Todo esto es sorprendente, dadas las estadísticas que existen en el resto del mundo. El grupo A es el de la mayoría del resto de la gente vasca, mientras que la sangre de tipo B es, de forma un tanto curiosa, prácticamente inexistente entre los vascos. Ciertamente, se trata de un pueblo distinto al resto de nosotros.
Ahora que hemos visto cómo un grupo de gente es, a todos los efectos, significativa y físicamente distinto al resto de la población, ha llegado el momento de ver cómo podrían los vascos haber heredado su singularidad (y su linaje o «línea de sangre») de los anteriormente mencionados cromañones. Y al hacerlo aprenderemos cómo y por qué podrían ser los cromañones los que tuvieron ese honor (si es que ése es el término correcto que utilizar) de convertirse en las cobayas de una civilización alienígena manipuladora de genes hace decenas de miles de años.
3. En inglés, el vocablo bloodline (estirpe o linaje) se traduciría literalmente como «línea de sangre». (N. del T.)
3
El curioso caso
de los cromañones
Antes de llegar al importante asunto de la antigua y potencial manipulación genética del hombre de Cromañón por parte de unos seres no-humanos, es fundamental que comprendamos y valoremos quiénes fueron exactamente los cromañones, además adquirir conocimientos sobre sus orígenes, su vida, su cultura y su historia. Fue en 1868 cuando salieron a la superficie las primeras pruebas sobre este humano europeo previamente desconocido. La localización del descubrimiento se encontraba en una zona rocosa ubicada cerca de la pequeña aldea de Les Eyzies, sita en Aquitania, en el sudoeste de Francia; y se trató de un descubrimiento que se hizo por pura casualidad. En esa época, la región en cuestión se estaba viendo enormemente transformada por la construcción de una nueva calzada. Al comenzar los operarios a realizar su trabajo para remodelar importantes partes del paisaje, se descubrió un refugio rocoso en un acantilado de piedra caliza. Pero eso no fue todo lo que se descubrió. De hecho, lo que se encontró en el interior del refugio cambió prácticamente todo lo que se conocía hasta ese momento sobre el origen y la evolución de la especie humana.
El refugio se extendía en forma de una especie de cueva que contenía los restos óseos de no menos de cinco individuos (cuatro adultos y un niño) y también algunos otros huesos que sugerían la presencia de un número indeterminado de cuerpos. Quedó claro que esta gente, que había fallecido hacía muchísimo tiempo, no pertenecía a un grupo salvaje y no civilizado. Se encontraron, junto a los fallecidos, unas joyas fabricadas cuidadosamente y elaboradas con dientes de animales. Y la naturaleza y la disposición de la cueva sugería que esos individuos que habían muerto hacía mucho tiempo habían sido enterrados de forma respetuosa para que descansaran.
Trazando un perfil de los cromañones