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Después de retirarse del Cuerpo de Marines, en 1935, el general Smedley Butller, el militar más condecorado de la historia de Estados Unidos, escribió el discurso War is a racket (La guerra es una estafa) en el que denuncia el uso de las fuerzas armadas de los Estados Unidos para el beneficio de Wall Street. Este libro detalla como Estados Unidos intervino militarmente en Latinoamérica, Europa y China en beneficio de las grandes compañías estadounidenses, pasando el costo de la guerra finalmente a los ciudadanos estadounidenses. "He servido durante 30 años y cuatro meses en las unidades más combativas de las Fuerzas Armadas estadounidenses: en la Infantería de Marina. Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido altamente calificado al servicio de las grandes empresas de Wall Steet y sus banqueros. En una palabra, he sido un pandillero al servicio del capitalismo. De tal manera, en 1914 afirmé la seguridad de los intereses petroleros en México. Contribuí a transformar a Cuba en un país donde la gente del National City Bank podía burlar tranquilamente los beneficios. Participé en la "limpieza" de Nicaragua de 1902 a 1912, por cuenta de la firma bancaria internacional Brown Brothers Harriman. En 1916, por cuenta de los grandes azucareros norteamericanos, aporté a la República Dominicana la "civilización". En 1923 "enderecé" los asuntos en Honduras en interés de las compañías fruteras norteamericanas . En 1927, en China, afiancé los intereses de la Standard oil. (..)"
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Seitenzahl: 47
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Smedley D. Butler
‘El viejo Ojo de barrena’ y la estirpe de Aristófanes
Jesús Ortiz Pérez del Molino
El Desvelo Ediciones
Primera edición, enero de 2021
Primera reimpresión, abril de 2022
Edición digitaL febrero de 2023
© del postfacio, Jesús Ortiz Pérez del Molino, 2021
© de la traducción, Javier Fernández Rubio, 2021
© de la imagen de cubierta, Cuerpo de Marines de Estados Unidos
© del diseño de cubierta e interior, Bleak House, 2021
© de la edición en papel, El Desvelo Ediciones, 2021
© de la edición digital, El Desvelo Ediciones, 2023
ISBN: 978–84–126553–6-0
IBIC: DNS
Producción del ePub: booqlab
El Desvelo Ediciones
Paseo de Canalejas 13
39004–Santander (Cantabria)
Los editores quieren agradecer la colaboración prestada por Francisco Taboada Balado y Jesús Ortiz Pérez del Molino para la confección de este libro.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
Smedley Butler
La guerra es una estafa. Siempre ha sido así.
Es posiblemente la más antigua, probablemente la más rentable, seguramente la más atroz. La más internacional en su alcance. La única en que los beneficios se cuentan en dinero y las pérdidas en vidas.
Como mejor se define una estafa es, en mi opinión, como aquello que no es lo que le parece a la mayoría de las personas. Solo un reducido grupo (selecto) sabe de qué va. Está dirigida a obtener el beneficio para unos pocos, a costa del gasto de muchos. Fuera de la guerra, pocos amasan grandes fortunas.
Durante la I Guerra Mundial, un mero puñado de personas cosechó el beneficio del conflicto. Al menos 21.000 nuevos millonarios y milmillonarios surgieron en Estados Unidos durante la Guerra Mundial. Esos declararon sus enormes ganancias de sangre en su declaración de impuestos. Cuántos otros millonarios de guerra falsificaron sus declaraciones es algo que se desconoce.
¿Cuántos de estos millonarios de guerra portaron al hombro un rifle? ¿Cuántos de ellos cavaron una trinchera? ¿Cuántos de ellos conocieron el significado de pasar hambre en un refugio subterráneo infestado de ratas? ¿Cuántos de ellos pasaron noches desveladas por el miedo, agachados en sus refugios bajo las balas de ametralladora y la metralla? ¿Cuántos de ellos detuvieron la acometida de una bayoneta que empuñaba un enemigo? ¿Cuántos de ellos fueron heridos o quedaron muertos en la batalla?
Sin necesidad de guerra, las naciones adquieren territorio adicional, si les sale bien. Simplemente lo toman. Unos pocos enseguida explotan el nuevo territorio adquirido, los mismos que exprimen dinero de la sangre de la guerra. El pueblo en general carga con la factura.
¿Y cuál es esa factura?
La factura recoge un espantoso recuento. Lápidas recién colocadas. Cuerpos destrozados. Mentes destruidas. Corazones y hogares rotos. Inestabilidad de la economía. Depresión y todo el cortejo de sus miserias. Cargas fiscales insoportables durante generaciones y más generaciones.
Durante muchos años, como soldado, tuve la sospecha de que la guerra era una estafa; pero no me di cuenta por completo hasta que me retiré del servicio activo. Ahora que veo los nubarrones de una guerra internacional cerniéndose, como los de hoy día, debo afrontarlo y dar cuenta de ello con franqueza.
De nuevo están eligiendo bandos. Francia y Rusia han llegado al acuerdo de permanecer codo con codo. Italia y Austria se han apresurado a llegar a un pacto similar. Polonia y Alemania se miran con ojos de cordero, olvidando mientras tanto (por una única vez) sus disputas sobre el Corredor Polaco.
El magnicidio del rey Alejandro de Yugoslavia ha complicado la cuestión. Yugoslavia y Hungría, acérrimos enemigos durante mucho tiempo, estuvieron a punto de lanzarse a la garganta del otro. Italia estaba lista para saltar. Pero Francia se mantuvo a la espera. Otro tanto hizo Checoslovaquia. Todos ellos deseaban la guerra. No la gente (no los que luchan, pagan y mueren), solo aquellos que fomentan las guerras y se quedan seguros a retaguardia para aprovecharse.
Hay 40 millones de hombres en armas en el mundo hoy en día, y nuestros estadistas y diplomáticos tienen la temeridad de decir que no hay preparativos de guerra.
¡Campanas del Infierno! ¿Acaso estos 40 millones de hombres se entrenan para ser bailarines?
No en Italia, está claro. El primer ministro Mussolini sabe para qué están siendo entrenados. Él, al menos, es bastante franco al hablar. El otro día, el Duce dijo en Conciliación Internacional, la publicación del Fondo Carnegie para la Paz Internacional:
«Y sobre todo, el Fascismo, el que más considera y observa el futuro y el desarrollo de la Humanidad lejos de las consideraciones políticas del momento, no cree en la posibilidad ni en la utilidad de una paz perpetua… Solo la guerra pone de relieve la más alta tensión de la energía de todo ser humano y pone un sello de nobleza sobre aquellos que tienen el valor de encontrarla».
Sin duda, Mussolini quiere decir exactamente lo que dice. Su bien entrenado ejército, su gran aviación e incluso su flota están listos para la guerra, ansiosos en apariencia. Su reciente alineamiento junto a Hungría en la disputa de esta con Yugoslavia fue una prueba de ello. Y la rápida movilización de sus tropas en la frontera austríaca después del asesinato de Dollfuss lo demostró también. Hay otros países en Europa también cuyo ruido de sables presagia guerra, más pronto o más tarde.