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En un pequeño estudio parisino, Antoine sorprende a su amiga Caroline, artista y pintora, en pleno acto sexual con uno de sus modelos, y los observa en secreto mientras se masturba. Menos escondido de lo que pensaba, Antoine es el primero en sorprenderse cuando Caroline le confiesa que ha disfrutado sintiendo su mirada sobre ella. Luego, él le confía las fantasías que tiene con otra modelo: la atractiva Eva, de pechos bien formados y piel aterciopelada. A partir de entonces, Caroline orquesta juegos sensuales para guiarlo en el descubrimiento de nuevos placeres... ¿Hasta dónde estará dispuesto a seguirla Antoine?-
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Seitenzahl: 34
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Nicolas Lemarin
Translated by Estíbaliz Montero Iniesta
Lust
Lenguaje corporal - una novela corta erótica
Translated by Estíbaliz Montero Iniesta
Original title: Body language
Original language: French
Copyright © 2020, 2021 Nicolas Lemarin and LUST
All rights reserved
ISBN: 9788726562927
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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La puerta del apartamento nunca está cerrada. Así que, como de costumbre, la abro y entro sin llamar. Recorro el pasillito, donde hay una bolsa de viaje de cuero, abrigos y muchos zapatos. Caroline debe de estar en medio de una sesión. Y como estoy autorizado a asistir, abro las puertas dobles que dan a la gran sala central que le sirve de taller. Caroline no está pintando, no. ¡Está gimiendo!
Está inclinada hacia delante, con ambas manos apoyadas en la pequeña plataforma del fondo, y por lo que parece recibe con gran placer los vigorosos embistes de un hombre de estatura imponente, como si fuera un vikingo que ha vuelto para saquear París.
Tal como están colocados, los dos amantes no pueden verme. Pero yo, en cambio, escondido detrás de una de las puertas, tengo total libertad para observarlos. Conozco a Caroline desde hace unos años, pero esta es la primera vez que veo su desnudez y su sexualidad. Es como una descarga eléctrica que me deja petrificado donde estoy. A mi pesar, mis ojos observan a mi amiga, cuyo cuerpo nunca había imaginado. Estoy acostumbrado a pensar que ver los pechos de una mujer distorsiona la visión que uno tiene de su personalidad, mientras que una sonrisa nunca devuelve imágenes truncadas. Pero en este instante, me trago mi propia teoría. Sus pechos son sublimes. Pequeños, redondos, cada uno delicadamente coronado por un bonito pezón rosa, saltan con picardía ante cada una de las poderosas embestidas de su asaltante.
Estoy fascinado, tengo delante toda la feminidad y la bestialidad de mi amiga.
Hay que decir que hasta ahora siempre la había visto en su estudio pintando con ropa ancha y manchada. Además, siempre estaba rodeada de modelos guapísimas, en lencería o desnudas, en las que centraba toda mi atención. Y aún más , la única vez que hablé de sexo con Caroline fue cuando le conté cuánto podía llegar a fantasear con Eva.
—Te entiendo, es una de mis favoritas, tanto sensual como sexualmente —respondió antes de pedirme que le describiera lo que había imaginado.
Un poco avergonzado, le describí la escena en la que estaba pensando durante su sesión.
—Estoy sentado en mi rincón —le expliqué—. Te estoy viendo trabajar. Eva está en el centro, con un body de encaje rojo, con unas pequeñas aberturas en el estómago, que resalta su piel resplandeciente y sus formas. Me fascina el efecto de su respiración en sus pechos. Cada una de sus exhalaciones hace que me entren unas ganas febriles de tocarme. Siento todo un universo táctil que palpita bajo esa piel, que atrae tanto a mis ojos como a mis manos. Es como una necesidad urgente de tomarle el pulso, de sentir su tensión.