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Alfredo HOYUELOS ha tenido el valor y el mérito de estructurar, organizar, sintetizar contenidos y propuestas –pensamientos y prácticas– que han surgido a lo largo de los años de la mente lúcida, viva y dispersa por su gran riqueza, de Loris Malaguzzi.Nos presenta pues aquí, una Biografía pedagógica con gran valor documental que nos transmite la fuerza de su pensamiento y nos da a conocer la línea pedagógica, los fundamentos y la viva realidad de la Educación infantil. Podremos así disfrutar y aprender de su legado pedagógico. Se nos ofrece un nuevo tesoro que surge de la investigación plasmada en la tesis doctoral europea de su autor, que inspira el trabajo de muchas Escuelas; que ha sido un importante apoyo para muchos maestros y maestras, y un imprescindible medio de formación para los y las estudiantes. El libro presenta una síntesis original e inédita de la forma vital que Malaguzzi tenía de comprender la educación, su fundamento, los principios teórico-prácticos enriquecidos por la experiencia, transmitiendo (como en su origen) la fuerza e ilusión de un proyecto de futuro en un mundo cambiante. Esta rica Biografía pedagógica está estructurada en pequeños capítulos que, siguiendo el paso de los años, van describiendo los momentos más significativos de la trayectoria y vida de Loris Malaguzzi. Incluye también una selección bibliográfica que facilitará un mejor conocimiento y profundización en su pensamiento y obra. Es pues un libro espléndido que ayudará a los y las profesionales a reflexionar con más profundidad, analizar, proyectar, contrastar, sentir el gozo del buen trabajo realizado y la alegría de haberlo compartido intentando hacer realidad un proyecto de esperanza en las Escuelas, transformador de la educación, de la cultura y de la sociedad. Para las y los estudiantes, que viven y disfrutan de esta maravillosa etapa de curiosidad y búsqueda, del afán por conocer, por saber y hacer lo mejor, será una compañía certera que les introducirá, de la mano de este gran pedagogo, en la aventura y misterio de educar.
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Loris Malaguzzi
Una biografía pedagógica
© 2020 Alfredo Hoyuelos
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© EDICIONES MORATA, S. L. (2020)
Comunidad de Andalucía, 59. Bloque 3, 3.º C
28231 Las Rozas (Madrid. España)
Derechos reservados
ISBNpapel: 978-84-7112-997-0
ISBNebook: 978-84-7112-998-7
Depósito legal: M-28.838-2020
Compuesto por: MyP
Printed in Spain — Impreso en España
Imprime: ELECE Industrias Gráficas, S. L. Algete (Madrid)
Imagen de la cubierta: Leo Tejada Eslava, “La jirafa y el dragón”, 3 años y 10 meses
Nota de la editorial
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A Loris Malaguzzi y a la ciudad de Reggio Emilia por su trabajo constante a favor de los derechos universales y concretos de todos los niños y niñas del mundo.
Posso entrare con la giraffa?
La giraffa
ha il cuore lontano dai pensieri
si è innamorata ieri
...e ancora non lo sa...
Non essendo una giraffa
non avendo il cuore lontano dai pensieri,
non essendo innamorato
so perfettamente
quale forza di amore stringe
le cose, le parole, i fatti, le fatiche
e le intelligenze
che vi hanno presi in questi giorni
fabbricando giornate de grande
godimento e cultura
attorno ad una impresa che ci onora.
Adesso anche la giraffa
si è accorta di essere innamorata
rimettendo il cuore vicino ai pensieri.
Ed è con voi. Ed è con me.
Loris Malaguzzi
¿Puedo entrar con la jirafa? / La jirafa tiene el corazón lejos de los pensamientos / se enamoró ayer / ...y todavía no lo sabe... / Sin ser una jirafa / sin tener el corazón lejos de los pensamientos, / sin estar enamorado / sé perfectamente / cómo la fuerza del amor aprieta / las cosas, las palabras, los hechos, los problemas / y la mente / que nos han tocado durante estos días / fabricando jornadas de gran gozo y cultura en torno a una empresa que nos honra. / Ahora la jirafa también / se ha dado cuenta de que está enamorada / colocando el corazón junto a los pensamientos. Y está con vosotros. / Y está conmigo.
Agradecimientos
Unas miradas. Carta a Loris Malaguzzi, por Isabel Cabanellas
Prólogo de Francisca Majó i Clavell
Una historia de vida.—El valor de la amistad.—Legado pedagógico.—La estrella sigue iluminando.
Introducción
CAPÍTULO 1. Contexto histórico italiano (1919-1945)
CAPÍTULO 2. Infancia y juventud de Loris Malaguzzi
La importante experiencia de Sologno.—El final de la carrera como maestro.
CAPÍTULO 3. Año 1945. La liberación
Las escuelas del UDI.—Malaguzzi y la escuela de Cella.—La difícil supervivencia de las escuelas del UDI.—Loris Malaguzzi hasta 1963.—La afiliación al partido comunista.—Malaguzzi, periodista.—El teatro y Malaguzzi.—Algunas experiencias pedagógicas.—De las colonie a las Case di Vacanze.—Los encuentros y las amistades.
CAPÍTULO 4. Los años 1963-1972. Los inicios de las escuelas municipales
Contexto histórico-político italiano a partir de 1963.—Contexto educativo italiano de los años 60.—Loris Malaguzzi y las Scuole Comunali dell’Infanzia.—Precedentes y gestación política de las scuole comunali.—Un simposio sobre psiquiatría, psicología y pedagogía.—La apertura de las primeras scuole comunali.—Primeras relaciones internacionales.—La identidad de la escuela reggiana.—La amistad y la inspiración de Bruno Ciari.—Otras experiencias pedagógicas. El origen del atelierista. La municipalización de algunas escuelas.—Loris Malaguzzi y Módena: un tándem inacabado. Los diarios.—Nuevas luchas sociales en Reggio Emilia para el nacimiento de nuevas escuelas.—La emblemática Diana. Primeras documentaciones.—La consolidación de un debate cultural en la ciudad y la llegada de los congresos nacionales y regionales.—El primer Asilo nido y la evolución posterior de esta institución educativa.
CAPÍTULO 5. Los años 1972-1975
Loris Malaguzzi y Gianni Rodari: un binomio fantástico.—Una piedra angular del proyecto: el regolamento del 72.—Nuevas iniciativas insólitas. El tren de S. Polo y otras historias.
CAPÍTULO 6. Los años 1976-1980
reseña del contexto sociopolítico italiano.—El duro 1976: crisis y consolidación de la experiencia.—La revista Zerosei y, posteriormente, Bambini.—Nuevos proyectos en reggio.—El león y su retrato.—Malaguzzi, las reformas políticas y otras iniciativas culturales.—Las pruebas de la gestalt.—El Gruppo Nazionale Asili Nido.
CAPÍTULO 7. Aquellos felices años de 1981 a 1985
Sobre leyes y decretos.—Proyectos culturales y de formación.—La fragua de L’occhio se salta il muro y el nacimiento itinerante de I cento linguaggi.—De vuelta a Italia y a Reggio.—L’autoidentificazione.—Experiencias sociales y culturales: encuentros.—Il salto in lungo.—Otras actuaciones públicas nacionales e internacionales.
CAPÍTULO 8. Los años 1986-1994. La nostalgia del futuro
Contexto Sociopolítico hasta nuestros días.—Malaguzzi y la cuestión religiosa.—Malaguzzi: ampliación de relaciones y de amistades internacionales.—La Città e La Pioggia.—Las innumerables conferencias, seminarios y otros eventos.—L’ombra.—L’arcobaleno.—I Piccolissimi Del Cinema Muto.—Foros transdisciplinares.—Contra la estatalización.—La internacionalización de los derechos de la infancia.—Las nuevas orientaciones para las Scuole dell’infanzia.—Nuevos temas y encuentros de profundización.—I Cavalli.—El Centro Documentazione e Ricerca Educativa.—Chi Sono Dunque Io.—Nuevos cursos y ampliación de contactos internacionales.—Scarpa e Metro.—Buenas noticias: el reconocimiento de Newsweek.—Il Luna Park Per Gli Uccelini.—Proyectos y, siempre, análisis crítico de la realidad social.—El premio lego.—Siempre la guerra.—Proyectos hasta el final.
CAPÍTULO 9. Las referencias culturales
CAPÍTULO 10. La personalidad de Loris Malaguzzi
CAPÍTULO 11. Loris Malaguzzi y Reggio Emilia: ayer, hoy y mañana
Bibliografía
Agradecimientos
A Bea, por todo su cariño, tiempo y apoyo para la realización de este trabajo.
A Asier y a Julen, por todo el tiempo robado y por la suerte de tenerlos cerca.
A Pilar, por su compañía afectuosa incondicional.
A Isabel Cabanellas, por todo, pero sobre todo por la pasión, la amistad, el rigor y la creatividad con los que ha vivido este trabajo.
A Imanol Aguirre, siempre, por su disponibilidad, sus correcciones y críticas constantes de la investigación y de la redacción de este texto.
A mi familia y a mis amigos, por darles tantas preocupaciones con este trabajo.
A Orazio, Rosanna y Samuele, mi familia en Reggio.
A Maddalena Tedeschi, por su ayuda constante, en Reggio Emilia, para coordinar este trabajo.
A Pusi, Silvia, Beatriz y Teresa que tantos retos y cariño me regalan.
A Carla Rinaldi por sus ideas y por su trabajo.
A Marina Castagnetti, Gino Ferri y Mariano Dolci por su ayuda para encontrar material documental y por sus aportaciones a este trabajo.
A Sergio Spaggiari y a todo el Équipe de Reggio por su interés.
A Sandra Piccinini, por su apoyo institucional.
A Antonio Malaguzzi por la ayuda y el interés prestado.
A todas las personas que trabajan en el Centro Documentazione y en Reggio Children por la ayuda prestada.
A Vea Vecchi, Mara Davoli, Giovanni Piazza, Mirella Ruozzi y Antonia Ferrari por la confrontación continua de ideas.
A Eletta Bertani, Franco Boiardi, Renzo Bonazzi, Magda Bondaballi, Simona Bonilauri, Sonia Cipolla, Renza Cristofori, Liliano Famigli, Tiziana Filippini, Amelia Gambetti, Sofía Gandolfi, Carla Gherpelli, Loretta Giaroni, Martina Lusuardi, Laila Marani, Carla Nironi, Evelina Reverberi, Laura Rubizzi, por las entrevistas concedidas con tanto entusiasmo.
A Laura Artioli, Adriana Bigi, Idilio Bonaccini, Ferruccio Cremaschi, Walter Fornasa, Aldo Fortunati, Alberto Ghidini, Sergio Masini, Marta Montanini, Sandro Panizzi, Stella Previdi, Lucia Selmi, Francesco Tonucci, por poder haber compartido con todos ellos algunos recuerdos emocionantes de Loris Malaguzzi.
A las scuole dell’infanzia y Asili Nido del Ayuntamiento de Reggio Emilia y a sus trabajadores, por su acogida y amabilidad donada.
Al ISTORECO por su trabajo realizado y prestado.
Al Departamento de Enseñanzas Universitarias y de Investigación del Gobierno de Navarra y a la Fundación Santa María por las becas concedidas para llevar a cabo este trabajo.
A los compañeros, compañeras, niños y niñas de las Escuelas Infantiles Municipales de Pamplona por permitirme y posibilitarme llevar a cabo algunas de las ideas contenidas en este trabajo.
Al Organismo Autónomo de las Escuelas Infantiles del Ayuntamiento de Pamplona por los permisos concedidos para realizar esta investigación.
A Irene Balaguer, a Francesca Majò y a Enric Batiste y, en general a toda la Revista Infancia, por su ayuda prestada.
A Rosa Sensat por la amable oferta de publicar este trabajo.
A la Biblioteca Panizzi de Reggio Emilia por su ayuda documental prestada.
A Ana por la lectura apasionada y crítica del texto.
A Nerea y Alicia por su ayuda con las traducciones del inglés y su apoyo para llevar a cabo esta tesis.
A Belén, Susana y Alicia por su ayuda y su trabajo de maquetación y corrección.
A Paulo Cosín por este regalo y esta oportunidad de ver publicado en castellano este texto en Ediciones Morata.
Y, sobre todo, a Loris Malaguzzi por dar tanto sentido a mi profesión y a mi vida, y por permitirme soñar algunas noches con él.
Unas miradas. Carta a Loris Malaguizzi
Querido Loris:
¿Te acuerdas del día que llegaste por primera vez a Pamplona? Era una madrugada de un abril de 1986, muy fría, muy pamplonica, y tú, una sonrisa, inocente y sabia, del gran niño* que eres.
—Isabella, com’è che sono a Pamplona? Cosa hai fatto?
Estocolmo, Nueva York, Barcelona, Pamplona...
Te necesitábamos. No teníamos caminos abiertos para llegar a la infancia o, peor aún, teníamos muchos caminos que llegaban a nosotros mismos.
Tantas veces repitiendo conceptos de lo que debe ser la madurez, de mirar el mundo desde el punto de vista del otro, de salir de uno mismo: pero sin embargo la infancia, la nuestra, la de los demás, la vemos desde nuestro punto de vista, sin saltarnos un ápice.
Es fácil, me dijiste.
—Es ver el mundo con ojos de niño, entender sus cien lenguajes.
Y tu pensamiento prendió, sembrando en Pamplona la fuerza de su seguridad, de su claridad, de su potencia, de la confianza que nos ofrecía...
Ahora entiendo tu sonrisa bajo el frío de aquella madrugada. Sabías salir de ti mismo, pensar en Pamplona, encontrar una Pamplona vista desde Pamplona; y la viste desde nosotros; y, con tu presencia, entendimos lo que es mirarnos en la consciencia de nuestras actitudes, desde la necesidad de hacer vivir nuestros conocimientos, de nuestros propios saberes y nuestras dudas.
Salir del yo y estar en el yo. No hay libros para esto; no sirven las rígidas programaciones, ni metodologías, ni modelos prefabricados; es preciso dejar aparcados estereotipos culturales y limpiamente acercarnos a la infancia. ¿Cómo hacer? Y tu respuesta estaba en una sonrisa.
Tu vida entera en una sonrisa. En tu sabiduría, en una mirada limpia desde la que siempre has vivido las miradas de la infancia.
Y vino la prensa a hacerte una entrevista:
—Sr. Malaguzzi, háblenos de su “metodología educativa”, de su “modelo educativo”...
—Isabella, diles tú misma, cuéntales todo lo que estábamos hablando: cómo vivimos la educación desde la incertidumbre, en la aceptación de la contradicción, en la necesidad de una continua búsqueda. Las crisis que suponen las explicaciones simples. Háblales tú cómo vivimos la infancia, las infancias, y las formas de pensamiento nacidas de lo sensible, de la poesía, del arte, de la sabiduría oculta de su cultura; cuéntales sobre dejarles sentir su mundo, sobre dejarles vivir el asombro ante las cosas, y que estas se les aparezcan como si nunca hubieran sido vistas, como un volver a la mirada de un recién nacido, a su primera luz.
En la antigua Escuela de Magisterio, en aquel edificio en la plazuela del casco histórico, asistimos a tu presentación de las escuelas “reggianas”, mostradas en documentales en los que se hacían vivas: estética, ética y políticas educativas.
Pudimos constatar la importancia de la documentación realizada sobre los procesos infantiles. Todas las educadoras de las Escuelas Infantiles Municipales de Pamplona y alumnos becarios de la Escuela del Magisterio, estaban presentes, atentos, interesados en poner en práctica todo cuanto se vivía en esos documentos: imágenes, palabras infantiles, el papel de las familias, cocineros, auxiliares de limpieza... La cotidianeidad en la educación infantil.
La presencia de las familias se materializó en las cenas en las escuelas. Los comedores convertidos en lugares sociales de encuentro de las mismas con educadores, encargados de la cocina, y también de los entusiastas de vivir esa experiencia integradora que presentaban las escuelas infantiles municipales de Pamplona siguiendo inspiraciones reggianas. Nos transportaste a un lugar donde el mundo mágico y el real pueden convivir.
Cada día, en tu alegría y vitalidad, deseabas vivir la ciudad desde dentro:
—Quiero visitar un mercado y un estudio de arte, pero también estar con los políticos...
Visitaste el estudio de un artista de Pamplona, Antonio Eslava, y también su taller de pintura, viviendo el impulso vital infantil hacia las cosas y con todos los sentidos. Los pinceles también tienen “cien lenguajes” y mil y más, y plasman la mirada viajera que recorre sorprendida lo inmediato, se detiene en ello o queda suspendida; cae en el laberinto interior y se dedica a recrearse en cada llamada de luz y de color, en cada forma, en cada hueco.
En las escuelas pudimos adscribir cada mirada infantil a sus posibles preguntas: ¿qué será esto?, ¿qué habrá aquí?, ¿qué puedo atrapar y guardar en mi archivo recién creado? Y es que las cosas hablan a la vista, al tacto, al cuerpo mismo, y nos dicen: mira, siente y detente conmigo.
Contigo, Loris, la educación, la ciencia, así como el arte, no llevan etiquetas. Pudimos hablar tanto de todo ello, como de lograr que, en cada niño, surja un juego expresivo que respire autenticidad y nazca de una intención de ir hacia algo. Nosotros no sabemos, con claridad, qué es ese algo que sin embargo debemos respetar. Algo suyo interior de su pensamiento infantil.
Sentimos, en aquellos momentos compartidos, la vivencia del arte en lo cotidiano, la aceptación de la duda, de la ambigüedad en diálogo con el deseo de construcción, fuerza y orden. Encontramos la actitud estética infantil entendida como forma de vida: en la vivencia de una situación armoniosa, en el descubrir las manos infantiles capaces de transgredir, de transformar, de gozar con lo gratuito, de vivir tanto el encuentro consciente de su acción como su resultado, separado de sí.
Nos prometiste volver y la promesa se cumplió ampliamente.
En enero del 89 recibimos, de nuevo, tus palabras: “Caro Antonio: Spero di ritornare a Pamplona: il desiderio è grande, soprattutto per quelle amicizie che ho avuto la fortuna di trovare...”
Tu encuentro con los niños, con sus sueños. Con Alfredo ¡qué pronto supiste captarlo!
—Mándalo a Italia, Isabella. Consigue que vaya.
Y fue a Reggio y le enseñaste a “llenar los bolsillitos de los niños”.
Trataremos de hacerlo, Loris, y cuando estemos perdidos, te volveremos a llamar por teléfono y tú vendrás, y seguirás viniendo, aunque, como la primera vez, apenas tengamos dinero para pagarte el billete. Pero tú me volverás a decir: —“¡No importa! Spagna è povera e io vado lo stesso”.
Isabel Cabanellas
Pamplona 15/02/2020
* Siempre deseamos evitar el sexismo verbal, pero también queremos alejarnos de la reiteración que supone llenar todo el libro de referencias a ambos sexos. Así pues, a veces se incluyen expresiones como “niños y niñas”, “alumnos y alumnas” y otras veces se utiliza el masculino en general o algún genérico como profesorado y alumnado (N. del E.)
Prólogo de Francisca Majói i Clavell
En la oscuridad de la noche, en el complejo panorama educativo, siempre hay una estrella que ilumina, que brilla. Y la estrella que ha brillado con luz propia en el siglo XX, ha sido Loris Malaguzzi (1920-1994).
Una historia de vida
Un hombre bueno, pensador, sabio: un maestro. Conocedor en profundidad de la Primera Infancia: los niños y niñas más pequeños con sus valores y capacidades; que creyó en la educación de las personas desde su nacimiento y nos descubrió el gran potencial de los niños y sus cien lenguajes, que confió en la capacidad de ser constructores de su propia identidad y protagonistas de su vida, que desarrolló múltiples iniciativas y programas como respuesta real a sus necesidades, luchando por hacer realidad la cultura de la infancia, que promovió y creó como servicio público en la ciudad de Reggio Emilia (Emilia Romagna), Escuelas Infantiles municipales para niños de 0 a 3 años Asili Nido, y de 3 a 6 Scuole dell’Infanzia; que inventó “talleres” para incorporar con creatividad, la expresión y el arte a la educación. Escuelas innovadoras, activas y democráticas, distintas a todas, con un proyecto educativo singular, fundamentado en el amor a los niños y a las niñas, el respeto y la confianza, en la pedagogía de la escucha, en el reconocimiento de la Primera Infancia como ciudadanos con plenos derechos; creyó, en el saber y responsabilidad de los educadores organizados en equipos educativos para compartir la observación, reflexión, investigación y trabajo, adoptando la documentación como medio de conocimiento y de acción, e integrando y comprometiendo a las familias en el proyecto educativo y la gestión social de las Escuelas. Un proyecto de ilusión y esperanza, una pedagogía profética abierta al futuro, creyendo en la educación como un medio para mejorar y cambiar el mundo. Un proyecto, fruto de una mente creativa y comprometida.
El tesón, potencia y lucha de Loris, con un valioso equipo educativo y el apoyo municipal, fue forjando y haciendo realidad una línea pedagógica, conocida y divulgada como enfoque educativo reggiano. Por sus planteamientos y realidad pedagógica, convirtió la ciudad en un referente mundial. Buen hacer que pronto trascendió la propia ciudad, y fue alcanzando una dimensión nacional e internacional, conocida como Reggio Approach, que hizo posible la Red Solare en Latinoamérica, entre otras redes internacionales, cauce de orientación y asesoramiento.
No es este el lugar de exponer la proyección social en el mundo que Reggio fue adquiriendo con el paso de los años, ya que por su riqueza y trayectoria merece un minucioso conocimiento y análisis; señalar simplemente que en torno a los años setenta Reggio comenzó a recibir delegaciones de profesionales de muchos países, que acogieron múltiples visitas, que celebraron jornadas y seminarios de trabajo. Tampoco se puede silenciar la primera muestra “L’occhio se salta il muro” (“Si el ojo salta el muro”) maravillosa exposición que, como en otros países, pudimos disfrutar y aprender en las ciudades de Mallorca, Barcelona, Madrid entre otras. O la de “I cento linguaggi dei bambini” (“Los cien lenguajes de los niños y las niñas”). Las exposiciones y las actividades que se realizaron en torno a ellas facilitaron el abrir los ojos a la Educación Infantil, a descubrir un concepto de infancia y de educación distintos; fue también un cierto revulsivo para las administraciones públicas que comenzaron a entrever la importancia de educar desde la cuna y pensar que debía replantearse con seriedad el sistema educativo. La fuerza de su mensaje dejó una huella que sigue presente y viva, en muchos maestros/as y en las Escuelas.
Reacciones semejantes sucedieron también en otros países de los cinco continentes, interesados por conocer de cerca y profundizar en la línea reggiana. Así surgió Reggio Children, con el objetivo de acoger profesionales, asesorar y orientar mejor la calidad y planteamientos de las escuelas de los más pequeños.
Hace casi cincuenta años que se ha ido produciendo en nuestro país un constante ir y venir de Reggio de profesionales, maestros, estudiantes, para visitar y conocer de cerca sus escuelas, recibiendo aquí a sus pedagogos, maestros/as, y a Loris, para profundizar en su línea educativa, analizando experiencias prácticas de los maestros y de nuestras escuelas, enriqueciéndolas con las continuas reflexiones y aportaciones reggianas.
El valor de la amistad
Y en la universalidad de la búsqueda, el conocimiento y el estudio, en la comunicación e intercambio, un maestro joven de Pamplona, Alfredo Hoyuelos, conoció a Loris con el brillo de sus ojos y la fuerza de su palabra, y descubrió su estrella. Tuvo la suerte de estar largo tiempo formándose como tallerista en las escuelas de Reggio, donde completó y enriqueció su formación, viviendo de cerca y llevando a la práctica la pedagogía reggiana con los niños, e integrándose en el equipo de profesionales; en el día a día y con el paso del tiempo, se fue forjando un vínculo de conocimiento, reflexión, intercambio, y debate con Loris, sintiendo por él una gran admiración y respeto; y sobre todo fue creciendo entre ellos una profunda amistad y afecto.
La estancia en Reggio marcó un antes y un después en la trayectoria personal y profesional de Alfredo. Los descubrimientos, valores y experiencias vividas fueron aplicándose lentamente en las Escuelas Infantiles Municipales de Pamplona de las que es “tallerista”; con los pequeños realiza cotidianamente el preciado ensamblaje de sus emociones, vivencias, sentimientos con sus adquisiciones, progresos y el arte. Desde 2016 es gerente de las Escuelas Municipales. Siempre ha compartido su actividad pedagógica, sus experiencias, dudas y avances, sus reflexiones, las acciones y descubrimientos que iba realizando, con los maestros comprometidos en la lucha, por cambiar la educación. Lo ha comunicado en entrevistas, ponencias, artículos, jornadas, encuentros, visitas; de ahí las muchísimas publicaciones que reflejan su saber, su calidad pedagógica y la bondad de compartirlo con los demás.
El significativo cambio en las Escuelas de Pamplona comenzó a ser un referente de escuelas innovadoras, que compartiendo propuestas y experiencias con las municipales de Barcelona, iniciaron la evolución positiva de la Educación Infantil en nuestro país: escuelas públicas, democráticas que hacían realidad un nuevo concepto de niño/a, de educación y organización, e impulsaron el comienzo del cambio que en nuestro país urgía y sigue urgiendo llevar a cabo.
Este quehacer no fue suficiente para Alfredo, que quiso buscar, crecer, estudiar y profundizar más, mucho más. Como doctor europeo en Ciencias de la Educación, realizó una maravillosa tesis: “El pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi y su repercusión en la Educación Infantil”1; enunciado que es la síntesis perfecta de su contenido, expuesto con pasión de amigo, exquisito rigor científico, y la experiencia positiva acumulada de un maestro reflexivo, creativo e inconformista, un profesional maduro y competente.
Hasta su muerte, Loris encontró siempre en Alfredo a un amigo de verdad, un discípulo privilegiado, respetuoso y fiel, portavoz de su creatividad, cómplice de sus aventuras y transgresiones, confidente en sus luchas y desánimos; el hombre con quien cuestionó tantas cosas, haciéndose mil preguntas, llegando juntos a encontrar o no, respuestas de vida. Para Alfredo, Loris ha sido su gran maestro.
Legado pedagógico
Alfredo ha tenido el valor y el mérito de estructurar, organizar, sintetizar contenidos y propuestas —reflexiones y pensamiento— que han surgido a lo largo de los años de la mente lúcida, viva y dispersa por su gran riqueza, de Loris; de aquí el gran valor documental que nos transmite la fuerza de su pensamiento y nos da a conocer la línea pedagógica, los fundamentos y la viva realidad de las Escuelas Infantiles. Así podemos disfrutar y aprender de su legado pedagógico.
En este libro que tenemos entre manos, Alfredo nos ofrece un nuevo tesoro. Surge de la investigación plasmada en su tesis, que ha marcado durante años el trabajo de muchas Escuelas Infantiles; ha sido un importante apoyo para los maestros y un medio de formación para los estudiantes.
El libro presenta de nuevo, a través de la biografía pedagógica de Loris Malaguzzi, la síntesis original e inédita de la pedagogía reggiana, su fundamento, los principios teórico-prácticos enriquecidos por la experiencia, transmitiendo, como en su origen, la fuerza e ilusión de un proyecto de futuro en un mundo cambiante.
Continúa la obra, estructurada en pequeños capítulos, que siguiendo el paso de los años, van describiendo los momentos más significativos de la trayectoria y vida de Loris, componiendo así su rica biografía. Se adjunta también una selección bibliográfica que facilitará un mejor conocimiento y profundización en su pensamiento y obra.
Un libro espléndido que ayudará a los profesionales que hemos tenido la suerte de conocerle personalmente, de compartir y aprender de él, a revivir los momentos mágicos de nuestra relación; podremos leer y releer, reflexionar con más profundidad, analizar, proyectar, contrastar, sentir el gozo del buen trabajo realizado y la alegría de haberlo compartido intentando hacer realidad, un proyecto de esperanza en las Escuelas, transformador de la educación.
Para las nuevas generaciones, los maestros que no han podido disfrutar del encuentro personal y cercano, podrán conocer con rigor su mensaje, conocer su filosofía y línea pedagógica, inquietudes y vivencias; encontrarán en él su conocimiento y amor a la Primera Infancia; será sin duda un disfrute y un placer. Puede ser un libro de mano al que recurrir siempre para reencontrar el sentido de la educación y estimular la búsqueda de una mejor comprensión y trabajo en las aulas.
Para los estudiantes, que viven y disfrutan de esta maravillosa etapa de curiosidad y búsqueda, del afán por conocer, por saber y hacer lo mejor, será una guía certera que les introducirá, de la mano del gran pedagogo, en la aventura y misterio de educar.
La estrella sigue iluminando
Y quisiera, a manera de despedida, aportar un hecho de mi último encuentro con Loris. Llegaba de Pamplona y le acompañé al aeropuerto de Barajas; esperábamos el vuelo para Reggio y estuvimos charlando tranquilamente más de dos horas. Estaba preocupado, a ratos un poco ido, como si pensara en el más allá; de repente, interrumpe con fuerza preguntando “Eh, en España, ¿quando si dorme?” venía de Pamplona, calla.., espera... después añade, “perche se non si dorme, no si pensa”...
Quizá hoy nos diría: descansad, pero con los ojos bien abiertos para ver, para luchar, para trabajar mejor, para conquistar con fuerza este mundo cambiante y hacer realidad una vida más feliz para los niños y las niñas, porque el mundo puede ser mejor y ellos lo merecen y necesitan.
Gracias Loris por el testimonio de tu vida y tu valioso legado, por captar en la mirada de los niños sus múltiples capacidades, por ser la estrella que, con el paso de los años, sigues impulsando y brillando, con más fuerza, entre nosotros.
Gracias Alfredo, por ser su amigo fiel y transmitirnos vivencias tan profundas; por tu generosidad y esfuerzo por compartir siempre, por ser en una palabra su legado vivo y activo que nos ayuda a ser mejores personas, mejores educadores, haciendo crecer el amor por los niños y la confianza en la buena educación.
La estrella de Loris no se apaga, porque sigue viva en cada uno de nosotros.
¡¡¡Gracias amigos!!!
Francisca Majó i Clavell, psicopedagoga
1 Tesis depositada en la biblioteca pública de la Universidad de Navarra.
Introducción
Para comprender, en profundidad el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi, considero necesario entender el contexto histórico general, la situación particular familiar, social, cultural y política en la que vivió, algunos datos de su biografía y de su personalidad.
Todos estos elementos, sus amistades, sus aficiones, sus inquietudes intelectuales y políticas, etc., componen una red de significados que nos pueden ayudar a reflexionar más sobre la forma de realizar su pensamiento y obra pedagógica.
Lo que presentamos a continuación no es, ni mucho menos, la biografía completa de Loris Malaguzzi. Algunas lagunas son imposibles de rellenar, otras —consideramos— deben quedar en el ámbito de lo privado. No obstante, las páginas siguientes muestran algunos acontecimientos y episodios de la vida de Malaguzzi que, creemos, ayudan a comprender su extenso y complejo pensamiento y obra pedagógica.
Hoy, cuando celebramos el centenario del pedagogo reggiano, cuando acabo de volver de Correggio y de Reggio Emilia, donde hemos recordado y hemos revisitado sus palabras y actuaciones, cada vez soy más consciente y estoy más sorprendido de la rigurosa actualidad de sus aportaciones al mundo de la educación y al universo de la cultura.
Esta obra surge de una parte de una tesis doctoral europea sobre su pensamiento y obra, presentada en 2001 en la Universidad Pública de Navarra. Esta investigación es el resultado de una larga y paciente investigación que ha durado seis años, que ha consistido en la recogida, catalogación e interpretación de una ingente cantidad de material documental (en papel, en grabaciones en audio o vídeo), y también a través de diversas entrevistas realizadas a distintas personas que tuvieron relación, personal o profesional, con Malaguzzi. Esta biografía pedagógica es una parte de una investigación más amplia. De hecho, la tesis se desarrolla en tres tomos y en una base de datos informática. El primer tomo escrito interpreta el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi desde los principios de la complejidad, la ética, la estética y la política1. El segundo tomo es la biografía pedagógica de Loris Malaguzzi (cuya reescritura y revisión componen este libro). El tercer tomo, al igual que la base de datos, clasifica y cataloga el material, construyendo un inventario del mismo.
El autor conoció personalmente al pedagogo reggiano, con el que forjó una amistad, y ha vivido diversos periodos en Reggio Emilia, participando de la vida pedagógica de las escuelas infantiles municipales de esta ciudad para profundiza en el original enfoque pedagógico y para recoger el material necesario para realizar dicha tesis.
1 De aquí han surgido tres publicaciones: La ética en el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi, La complejidad en el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi y La estética en el pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi.
Contexto histórico italiano (1919-1945)
Loris Malaguzzi nace el 23 de febrero de 1920 en Correggio, un pueblo de la provincia de Reggio Emilia, famoso —sobre todo— por haber dado nombre a uno de los pintores más prestigiosos del Renacimiento clásico italiano en el siglo XVI, Antonio Allegri, llamado il Correggio.
Muy pronto, con tres años, se traslada a Reggio Emilia, debido a que su padre, ferroviario, desarrolla su trabajo en esta ciudad, capital de la provincia. Aquí vivirá hasta su muerte el 30 de enero de 1994.
Recordemos, ahora, algunos datos significativos de los años 1920-40 en Italia que nos ayuden a desvelar el contexto histórico1 de la infancia y de la juventud de Malaguzzi.
En 1918 termina la Primera Guerra Mundial y comienza el período llamado de entreguerras. Es un momento de gran pobreza, de alta inflación y de un enorme número de obreros en paro. Crece la fuerza de los partidarios de izquierdas (el partido socialista pasa de 45 mil miembros en 1913 a 216 mil en 1920). El reciente triunfo de la Revolución soviética y la agitación revolucionaria en Alemania hacen temer a la burguesía nacionalista un triunfo proletario en Italia. Queda abonado así el terreno para el desarrollo del fascismo que aglutinará a diversos grupos que, desde la derecha, se oponen al régimen democrático y se ofrecen como una contención al peligro bolchevique. De esta manera, el 23 de marzo de 1919, Mussolini, futuro Duce de Italia, funda los “Fasci di Combatimento” y las “squadre d’azione”.
El 21 de enero de 1921, Gramsci y Togliatti fundan el Partido Comunista Italiano, tras la escisión del Partido Socialista en el Congreso de Livorno. En noviembre del mismo año se funda el Partido Nacional Fascista que organizará, el 27 de octubre de 1922, la famosa “Marcha sobre Roma” que permite a Mussolini la formación del gobierno fascista que, con cierta discontinuidad, durará hasta que los partisanos imponen a los alemanes la capitulación en la Segunda Guerra Mundial el 25 de abril de 1945, en la que Italia había entrado en 1940 tras declarar la guerra a Francia e Inglaterra. El día anterior Mussolini había sido ejecutado.
El 18 de junio de 1946 es proclamada la República Italiana. A partir de ese momento se sucederán diversos gobiernos que, a partir de 1948, tienen el monocolor de la Democracia Cristiana. En 1947 algunos socialistas, encabezados por Saragat fundan el Partido Socialista de los Trabajadores Italianos (PSLI) que, después, se transformó en el Partido Socialista de los Trabajadores Italianos (PSDI). En julio de 1948, una huelga general marcó la ruptura sindical. De la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), de predominio comunista, fundada en 1906, se escinde la Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores (CISL), un sindicato de inspiración cristiana.
1 Para elaborar dicho contexto seguimos las obras: Hermann Kinder y Werner Hilgemann, Atlas histórico mundial, 9.ª ed. (Madrid: Istmo, 1980), Vol. 2; Gran enciclopedia Larousse, 3.ª ed. (Barcelona: Planeta, 1990), Vol. 13.
Infancia y juventud de Loris Malaguizzi
En 1923, como hemos comentado, los Malaguzzi viven en una casa en Piazza Fiume de Reggio Emilia. Es una infancia ligada a esa plaza que Malaguzzi recuerda como un lugar importante en su niñez, en su formación, en su consciencia de felicidad, de lo permitido y de lo prohibido.
Esta fue mi casa de los años 20 a los años 30. Casi diez años.
Aquí viví toda la infancia. Una infancia muy bonita, muy feliz. Feliz, sobre todo, por esta plaza en la que no había coches. Era una plaza vacía. Era una plaza de los milagros, una especie de plaza prohibida por la que pasaban los funerales que se paraban allí; y había siempre alguno que hacía un discurso para honrar al muerto. Y, después, el espectáculo más deseado era el de la tarde, cuando llegaban los jóvenes. [...] Porque eran muy habilidosos para andar en bicicleta y pedalear de la forma contraria a como se aprende a pedalear en una bicicleta. Ponían el culo sobre el manillar y, por lo tanto, conducían no viendo la calle hacia adelante, y conseguían mover los pedales haciendo acrobacias de circo. [...]
Allí estaban, en cambio, los niños con menos suerte que yo, que nosotros. Vivían los huérfanos, por los que, desde pequeños, sentíamos una inmensa piedad, una gran conmoción. Conmoción que se reforzaba cuando íbamos a la escuela, a la escuela primaria. Y su llegada era una llegada anunciada desde antes porque, en lugar de los zapatos, llevaban puestos dos zuecos de madera. Y me acuerdo que con los huérfanos —que no eran pocos— había una gran solidaridad. A cada uno de nosotros se nos prohibía absolutamente pasar el umbral de la valla y entrar en la plaza. Y esa valla permaneció, se convirtió en un objeto muy rígido, fijo en mi memoria, como símbolo prohibido.
Esta es una parte de la infancia vivida muy bien, muy bien: muchos amigos, muchos juegos, muchas actividades. Después, con la crisis del 29, con 10 años todos nos trasladamos a la zona pobre, obrera, de las oficinas reggianas1.
Durante esos años estudia en la Escuela Primaria hasta el curso escolar 1929-302. No destaca como un gran estudiante. Su interés permanece ligado a esa especial plaza y a lo que en ella acontecía. Durante ese curso tiene lugar un acontecimiento importante para el futuro pedagogo. Un incidente, debido a la crisis de 1929 y a las dificultades económicas familiares que, Malaguzzi, recuerda con dolor.
He tenido que salir de allí. Era un niño de 10 años, pero con la crisis del 29 ocurrió una reducción de las posibilidades familiares.
Y me acuerdo que fui espectador de una escena que no olvidaré nunca. Me acuerdo de que en una ocasión me levanté de la cama y oí que en otra habitación mi padre y mi madre se peleaban y se gritaban. Fui despacio. La discusión era que mi madre tenía dos pendientes de oro muy viejos y mi padre decía que, para pagar el alquiler y continuar allí, había necesariamente que venderlos.
Mi madre, la pobre, lloraba. Mi padre decía que no había otra posibilidad, otra alternativa. Y entonces, le quitaron los pendientes a mi madre y se los llevaron a Zanini3.
Entonces la familia Malaguzzi (formada por el padre, la madre y dos hijos) se traslada al barrio obrero de Sta. Croce, un lugar de unos 10.000 o 15.000 trabajadores. Narra Sergio Masini4, amigo personal de Loris desde la infancia y que vivía en el mismo barrio, la importancia de estas vivencias en la formación de la personalidad, de los valores y en el posterior pensamiento y obra pedagógica de Loris Malaguzzi. Malaguzzi, como hijo de un jefe de estación, vivía en una zona algo más acomodada que la obrera. Recuerda Masini a la familia de Loris y, en concreto a su madre, como una persona sensible, afable, delicada y bella.
En aquel entonces, los obreros pasaban el día entero trabajando. Solo iban a casa para comer y dormir. El dinero lo administraban las mujeres. Se trataba de una cultura en la que el honor, la moralidad, la limpieza y el bien vestir eran los valores dominantes en aquella sociedad.
Malaguzzi realiza entonces, desde el curso escolar 1930-31, los estudios en el instituto magistral Principessa de Napoli. Estudiosque duraban un total de siete años (un cuatrienio de escuela inferior y un trienio de escuela superior). La elección de realizar esa carrera es una imposición familiar.
Que yo me adentrara en el camino de la enseñanza y me convirtiera en maestro de Primaria ya estaba escrito en la cabeza de mi padre. Lo mismo ocurrió con mi hermano.
La elección no respondía a ninguna vocación ni real ni presunta. Simplemente indicaba la carrera más rápida para ganar un sueldo con el que mantenerse en la universidad5.
De nuevo, no demuestra un gran interés por los estudios.
No recuerdo nada de lo que aprendí. Ni siquiera cuando, al empezar la carrera, tenía una imperiosa necesidad de ello. [...]
Recuerdo, sin embargo, perfectamente los rostros y el aspecto de mis compañeros. [...]
Lo cierto es, no obstante, que debido al idealismo gentiliano, al espiritualismo católico y al oscurantismo subyacente a la cultura fascista los estudios de magisterio no inspiran, ni refuerzan nada. Ni siquiera ellos tenían vocación6.
Durante esa época Malaguzzi, como nos ha contado Masini, era un joven apuesto, con un carisma especial, admirado por su planta, belleza, elegancia y capacidad intelectual. Así, era deseada su compañía por diversas personas de distintas clases sociales. Junto a la vivienda en la que vivía Loris, y junto a las otras más humildes del barrio obrero, había una especie de finca con una gran casa burguesa. Malaguzzi era particularmente invitado por algunas chicas a las fiestas y diversos actos sociales que en ella se realizaban. De esta forma vivía, con facilidad, con amistades y relaciones sociales muy diversas: las del mundo obrero y las del mundo más acomodado.
Además, realizaba algunos deportes que podemos considerar de élite: tenis, ping-pong, baloncesto y salto con pértiga (del que llegó a ser campeón regional). Todos estos elementos van configurando una personalidad llena de relaciones e interacciones diversas, de carácter moral y político.
Otro mundo que pronto aprendí a apreciar. Conocía las calles, los callejones y los patios, los lugares prohibidos de Piazza Fiume. Más espacios, más libertad, más niños, más conocimientos y descubrimientos. La convivencia y la mezcla de edades y generaciones era un motivo más de aventura: los eventos más populares como los juegos de bolos, el club recreativo de la fábrica Reggiane y el depósito de trenes. Las palabras de los mayores, un lenguaje adulto con nuevos sentidos e informaciones nuevas, que estaba al alcance de todos.
Toda mi adolescencia y los estudios de Magisterio estuvieron marcados por este contexto7.
Terminados los estudios magistrales comienza a trabajar, como maestro de escuela primaria, en un pueblecito llamado Reggiolo. Malaguzzi, de esta primera experiencia laboral, recuerda algo importante que se mantendrá como espíritu toda su vida.
Ni ellos ni yo sabíamos nada. Entendí que aquella era una seducción irresponsable que me estaba abriendo las puertas de la profesión8.
Posteriormente, con 19 años y la guerra comenzada, va destinado como maestro a Sologno di Villaminozzo, un pueblecito en los Apeninos de la provincia de Reggio Emilia. Sobre esta experiencia, Antonio Canovi (1998) ha reflexionado sobre la importancia de los lugares en la formación malaguzziana, y cómo encuentra, en aquella localidad, sentido al oficio de educar.
Pierre Nora, a partir de sus propias investigaciones dedicadas a la construcción de la identidad nacional francesa, ha difundido entre los historiadores el concepto de el lugar de la memoria. Se trata precisamente de espacios que actúan como depósito de las memorias colectivas que habitan en nuestro presente. [...] Rememorar como ha observado recientemente Maurice Aymard, significa también expresar la capacidad de olvidar: el “lugar de la memoria” denuncia, sin embargo, un sentimiento de pérdida y de caducidad (Canovi, 1998: 50-51).
El propio Malaguzzi reconoce tres lugares (o mejor cuatro) importantes en su vida, como momentos que le hacen reconocer conscientemente las posibilidades abiertas de la educación, a la que dedicará toda su vida.
Si es cierto lo que dice Wittgenstein sobre la importancia de conocer los lugares donde se habla, son tres los lugares en los que he aprendido a hablar y a vivir. [...]
Guardo con firmeza estos tres lugares: Sologno, Villa Cella y la Liberación9.
A través del recuerdo de estos tres espacios geográficos y formativos, Malaguzzi se explica la dedicación al mundo de la educación. Además, a estos tres, hay que añadir el momento de la guerra, que Malaguzzi vive de forma trágica. Un sitio donde investigar una esperanza de futuro para las nuevas generaciones, para evitar —con otro tipo de educación— que se vuelvan a repetir inevitablemente las tragedias bélicas.
No sé si es la guerra que, unida a los demás acontecimientos conspirativos del antes y el después, en su trágica absurdez, puede ser la experiencia que empuja a elegir la profesión de educador como una vuelta a empezar, para vivir y trabajar por el futuro. Sobre todo, cuando esta acaba y los símbolos de la vida aparecen de nuevo, pero con una violencia equiparable a la de los tiempos de destrucción.
No lo sé muy bien. Pero creo que es el punto en el que hay que buscar10.
La importante experiencia de Sologno
Comencemos por la experiencia de Sologno. En este pueblo permanece dos años. Malaguzzi recuerda por imágenes, siempre, las cosas que aprendió, y el placer de haberlo hecho. Parece disfrutar con las cosas cotidianas que la vida le ofrece en cada momento —la naturaleza, los problemas, las relaciones— sorprendiéndose de las posibilidades de cultivarse en cada lugar, de las tradiciones11; aprende a aprender y a buscar, quizás, sentido profesional a su vida. Recuerdos intensos que nos dan una imagen de su abierta y profunda humanidad. Evocaciones que vienen narrados, ya con casi setenta años, anímicamente, como las vivencias de un niño curioso.
Allí arriba a 800 metros, durante dos años seguidos, aprendí miles de cosas: el arte de andar, de orientarme con los árboles y las rocas, a distinguir los senderos falsos de los reales, a vadear torrentes, a descubrir la generosidad de los castaños, la cordialidad de los silencios. [...]
Aprendí a crear una profunda amistad con los quince chicos de los zuecos de madera. [...]
A hacer funcionar una escuela en un establo recién evacuado, a encender y volver a encender la estufa cada mañana. [...]
A amar con agradecimiento al mulo de Fortunato. [...]
A atender con deseo las anomalías de la alegría amable y luego ruidosa y descompuesta del domingo que mezclaba misa y taberna. [...]
A aguantar largas conversaciones en las casas de piedra con mujeres y hombres. [...] Y finalmente a jugar, como era obligatorio para el Señor Maestro, a jugar a las cartas, a la briscola y a busche12 donde la cosa más enigmática, temible y cómica era ver como un novato como yo y la sabia astucia de los viejos montañeros se las apañaban para encontrar señas secretas13.
Mientras Malaguzzi está en Sologno la guerra ha comenzado y el 10 de diciembre de 1940 se inscribe en la Facultad de Magisterio de la Universidad de Urbino, única universidad que permite realizar los estudios por libre, presentándose solo a los exámenes, a los que iba, acompañado de Sergio Masini, 2 o 3 días con una maleta llena de embutidos preparados por la familia. Una decisión, de nuevo no por vocación, sino —probablemente— por la necesidad de hacerse con un título universitario para nuevas funciones que, quizás, tenía en mente o buscaba en aquel entonces.
Desde entonces, escuela, universidad y guerra discurrirán en paralelo. [...]
La guerra estaba lejos, la rechazaba, estaba alejada de la ciudad. Encontré la manera de hacer seis exámenes en la Universidad. Un ritual sin sentido con unas notas aceptables expresadas en sexagésimos14.
En Sologno, Loris encuentra la tranquilidad para leer y estudiar. Destacan, sobre todo, las lecturas de novelas, poesía y teatro, como si en la literatura encontrase una forma de encontrarse, identificarse y formarse como escritor. También llaman la atención las lecturas didácticas y el poco aprecio a las grandes teorías. Y es que Malaguzzi demuestra aprender de la propia experiencia y de la cultura entendida en la acepción más amplia posible. Esta es su gran teoría.
Los tiempos largos me dejaban tanto tiempo para leer como quería. Devoraba Tolstoi... y también muchos manuales de didáctica. No me interesaban ni grandes lecciones ni grandes teorías. No entendía nada de la Estética de Croce. Y Rousseau, allí arriba, eran bastante ridículos15.
Antonio Canovi (1998) habla de estos primeros momentos como de un joven un tanto aturdido, en busca de la propia vocación. En Sologno, Malaguzzi encuentra la forma de relacionarse con la gente del pueblo, de hacerse público y sociable. Esas personas lo recuerdan, todavía hoy, como alguien heterodoxo e inconfomista16, alguien a quien le gustaba estar con la gente y disfrutar de la alegría festiva que las propias personas le proponían.
En vez de poner mala cara, se deja llevar por los estados de ánimo de este ambiente caracterizado por la cercanía: juega a las cartas, toca el acordeón, bebe vino en compañía, aprende a esquiar. Se integra en la vida cotidiana, convirtiendo el tradicional papel autoritario del maestro en una función social: mientras a su alrededor tiene lugar la batalla de Cerré y la masacre de Cervarolo, organiza un “teatrino” en el que participan los habitantes del pueblo... (Canovi, 1998: 49).
Así pues, desde sus primeras experiencias como maestro, se revela como alguien distinto —y atractivo por esta diversidad— con ideas que recoge y actúa con las diversas personas del lugar. Aspectos que han permanecido, en esencia, como elementos de su propio pensamiento y obra pedagógica.
Recuerdo perfectamente de él la manera en la que gestionaba la escuela. Era distinto a todos los maestros de entonces. [...]
Tenía cosas distintas a todos los demás maestros. Era excepcional y se me ha quedado grabada cómo enseñaba. [...] Él había creado un clima realmente diferente de los demás maestros. [...] Seguía siendo un personaje con gran magnetismo, porque era distinto y tenía algo extraordinario17.
En Sologno, Malaguzzi, trabajando, se da cuenta de su adecuada autoformación, lejos de la formación inicial inútil del instituto magistral. Toma consciencia de la virtud de estar con los niños y niñas, del placer que encuentra con su presencia, del gusto de una profesión no inicialmente elegida por él. Aprende la importancia de salir del academicismo escolar, la necesidad de la alegría y el humor para aprender la importancia del estudio continuo, la motivación y el gusto que los niños demuestran por aprender.
A fin de cuentas, había pasado ya tres años como maestro. Si los he relatado intencionadamente con todo detalle es porque siento que han sido para mí años determinantes. [...]
Sentí en varias ocasiones que sabía estar con los niños y que la profesión me gustaba. [...] Y descubrí que era bueno estipular un pacto de tolerancia, de juego divertido, de recurso al humor y también de alejarme de mi rol profesional si quería que todo fuera más ligero y productivo: la única manera, por otra parte, de separar el trabajo escolar del yugo formal e intolerante y poder mantener un coloquio con aquellos chavales que se distinguían más por sus historias ingratas y crueles18.
El final de la carrera como maestro
Después de la extraordinaria experiencia de Sologno y, hasta la primavera de 1944 —que vuelve como maestro a Sologno hasta el final del curso— es destinado, primero, a la escuela primaria de Via Guasco, en la que él había sido alumno y, posteriormente, obligado a ir —por poco tiempo— a un cuartel en Bolonia. En Reggio, Malaguzzi descubre el horror de la guerra, la destrucción de la ciudad con los bombardeos, el miedo de las personas, el hambre, la muerte, los repetitivos funerales, los niños y niñas mutilados y huérfanos. Imágenes terribles que, como ya hemos dicho, marcan o determinan el sentido de su profesión y de su vida.
Fue dura la vida clandestina entre bombardeos, el miedo a los alemanes, el toque de queda, la huida de los refugios, las noches sin dormir en sótanos, los escombros, el hambre. [...]
Me casé el día de Nochevieja de 1944. Tenía 24 años. Pospusimos la boda para después del vespro [rezos vespertinos], entre una pausa de sirenas y la siguiente. Había toque de queda. [...]
Cerca de nosotros había ya una historia terrible. La ciudad se movía entre destrucciones, matanzas, heroísmos, muertes, desaparecidos, supervivientes. Sabía de la muerte de mis compañeros de la escuela, de amigos, de gente que conocía19.
De 1944 hasta 1947, fecha en la que abandonará definitivamente la escuela estatal, continuará trabajando como maestro, en esta ocasión de escuela media, en la institución escolar que hay en la calle Guastalla de Reggio Emilia. Pero no hay ningún recuerdo particular y, probablemente, no se trata de un acontecimiento importante en su vida. La elección, probablemente, era ya otra.
1 Testimonio de Loris Malaguzzi en Carlo Barsotti, L’uomo di Reggio Emilia (película), 1994. (Transcripción de Alfredo Hoyuelos).
2 Para una reconstrucción del curriculum escolar de Malaguzzi ver Laura Artioli (1999) en ISTORECO, La cultura dell’infanzia e l’esperienza delle scuole materne comunali a Reggio Emilia (1999). Documento n.º 611 (BT-630).
3 Carlo Barsotti, op. cit.
4 Entrevista realizada a Sergio Masini el 12 de abril de 2000 (documento n.º 658 -TA-226).
5 Loris Malaguzzi, “Che io infilassi la strada dell’insegnare”, a cura di Laura Artioli, Ricerce Storiche, n.º 84 (mayo, 1998), p. 44. Debemos a Laura Artioli la reconstrucción de, probablemente, las únicas páginas autobiográficas existentes de Loris Malaguzzi.
6Ibid.
7Ibid., p. 51.
8Ibid., p. 45.
9Ibid., pp. 51-52.
10Ibid., p. 53.
11 Sobre este tema ver Loris Malaguzzi, “La Madunina d’la Muntagna”, en Il solco Fascista, 28-6-1942.
12Juegos de cartas, la briscola es similar a la brisca (N. de la T.)
13 Loris Malaguzzi in Laura Artioli (a cura di), “Che io infilassi la strada dell’insegnare”,pp. 45-46.
14Ibid., pp. 45 y 46.
15Ibidem., p. 46.
16 El 22 de agosto de 1998 se ha realizado un encuentro para descubrir la relación entre Sologno y Malaguzzi. Esta referencia se halla en Antonio Canovi, “Sologno e poi Parigi. Per una topologia della formazione malaguzziana”, Ricerche storiche, n.º 86 (diciembre, 1998), 31-51.
17 Recogido de una entrevista realizada a Arrigo Belli, exalumno de Malaguzzi en Sologno. Citado por Antonio Canovi, op. cit., pp. 49-50.
18 Loris Malaguzzi, “Che io infilassi la strada dell’insegnare”, op. cit., pp. 47-48.
19Ibid., pp. 48-49.
Año 1945. La liberación
Las escuelas del UDI
El 25 de abril de 1945 llega el fin de la guerra y es el momento histórico de la Liberación. Ocurre algo extraordinario. En el año de la Liberación surge una división clara en Italia entre el norte y el sur. El paso de la dictadura a la democracia no es fácil ni está exento de responsabilidades políticas. El sur no ostenta gran autonomía, ya que está controlado por las fuerzas aliadas. Se trata de una situación política que reproduce institucionalmente la situación del pasado, consolidando viejas estructuras del Estado prefascista. Son estructuras que, a su vez, vienen apoyadas por la Iglesia. De esta forma el paso a la democracia se pretende que sea bajo el control de los países aliados, y lejos de las influencias comunistas de Yugoslavia y de la Unión Soviética (Rossi, 1991).
La política escolar no estaba fuera de este juego. Una comisión formada, en ese momento, para la instrucción del país, regula la educación manteniendo el orden establecido y contentando a la Iglesia.
Él pretendía que los maestros pasaran un examen previo bajo el punto de vista político y, en Palermo, se crearon “expedientes personales” para separar a los pocos buenos que quedaban de la mayoría de los que habían militado en las filas fascistas y que seguían manifestando clara simpatía por el régimen depuesto1.
A pesar de que la renovación escolar viene confiada al pedagogo deweyano C. W. Washburne, sensible a cuestiones sociales y reconocido por las experiencias activistas en Winnetka, que creían en las capacidades autoorganizativas del niño y de la niña, la escuela italiana no consigue escapar de su tradición fascista y católica. Las reformas se convierten en imposibles.
Pero veamos qué sucede en el norte. Mientras los fascistas habían montado, durante la guerra, la llamada República de Salò con sus tradicionales métodos pedagógicos, la Resistencia, casi clandestinamente, conforma una nueva organización de la cultura en la conquista de la libertad nacional, en clara lucha antifascista. De esta forma, aparece en 1943 el AIDI (Associazione degli insegnanti italiani), formado principalmente por profesionales de orientación política de izquierdas; y se irán configurando, posteriormente, nuevos movimientos sociales y, sobre todo, femeninos que buscarán, también, una liberación de la propia escuela.
Este es el resultado de un complejo sistema de fenómenos: el particular estado psicológico vivido a nivel colectivo, caracterizado por la certeza del fin del régimen fascista y de un firme propósito de construcción del futuro percibido como producto de la propia voluntad; la concienciación, sobre todo por parte de las mujeres, de una nueva identidad, de un nuevo papel a través del que llevar a cabo una redefinición de todas las relaciones sociales y en especial de lo relacionado con la madre, los hijos y las instituciones públicas (Rossi, 1991: 18).
El problema de la educación infantil entra de lleno, de esta manera, en la sensibilidad política de las mujeres y del movimiento femenino, sobre todo del UDI (Unione Donne Italiane) de tendencia izquierdista. Ya, en noviembre de 1943, se habían fundado en Milán, los Gruppi di difesa della Donna, antecedentes del UDI.
Italia se adentró en el camino de la reconstrucción y de la democracia. Aquella victoria fue posible también gracias a que, mediante sacrificios y riesgos, un heroico grupo de combatientes, hombres y mujeres, mantuvieron vivo el espíritu antifascista; fue posible gracias a que se encontraron y se unieron hacia una acción común los protagonistas de las distintas corrientes políticas y sociales que ya habían construido desde los inicios del movimiento obrero un preciado patrimonio de valores, ideales y espíritu luchador. Fue posible gracias a que el movimiento de los Grupos de Defensa de la Mujer (Gruppi di Difesa della Donna) supo interpretar y convertir en hechos esos argumentos que, más allá de los diferentes principios ideológicos, unían a las mujeres con la única creencia de lograr la emancipación femenina2.
El UDI se forma en Roma el 15 de septiembre de 1944 y, desde el inicio de su constitución3, aboga por la organización de escuelas infantiles (llamados entonces asili), conferencias, actividades culturales, conciertos, etc.
Malaguzzi y la escuela de Cella
En Reggio Emilia, como en otros lugares, las instituciones de Educación Infantil eran, prácticamente, inexistentes; y las pocas existentes eran de titularidad privada de dominio católico. La gran mayoría de niños y niñas de tres a seis años no disponía, entonces, de las llamadas, también, scuole materne. Las mujeres y sus organizaciones laicas se organizan, entonces, para construir los primeros asili. En este sentido es emblemática la historia de los habitantes de Cella, una fracción del ayuntamiento de Reggio Emilia. Solo cinco días después de la guerra, el 1 de mayo de 1945, con el dinero del Comitato di Liberazione, con el de la venta de un carro armado y el de algunos caballos que los alemanes habían abandonado en su retirada, comienza a construirse esta escuela recuperando ladrillos y materiales de las casas y edificios bombardeados durante la guerra.
Una intuición admirable fue la de exigir que el derecho a la educación estuviera al alcance de todos los hijos del pueblo. [...] Nuestros hijos tendrán que ser diferentes y tener más hambre de libertad que nosotros [...] y levantar casas ladrillo a ladrillo, un domingo tras el otro, con la ayuda de toda la familia (Barazzoni, 1985).
Estaba claro que el sueño solo podía realizarse con el trabajo de la población: sábados y domingos se congregaba el mayor número de personas y la casa iba creciendo tras la conmoción, el orgullo y la fiesta de todo un país. Había hombres, mujeres, ancianos: cada uno hacía lo que sabía y podía. Los campesinos recogían la grava y la arena en el río Enza con sus carros, y las mujeres y los ancianos recuperaban los ladrillos de las casas destruidas y bombardeadas, para después limpiarlos uno a uno, quitándoles el cemento antiguo4.
Los primeros materiales y mobiliario se adquieren con la venta de los huevos que las niñas y niños llevaban a la escuela, cada día un huevo, o con la venta de la pasta que las mujeres confeccionaban.
Si nos hemos detenido en contar esta historia es porque tiene enormes relaciones con la historia y las elecciones de vida de Loris Malaguzzi. Este oye la noticia —como un rumor— de que a pocos kilómetros de la ciudad la gente se ha decidido a construir y gestionar una escuela para la infancia. En él, recuerda, se excita un sentimiento premonitorio, coge la bicicleta y va hasta el lugar.
Fui en bicicleta. Todo era sencillo y real, y las mujeres ya estaban allí limpiando los ladrillos. La gente había decidido. [...] Soy maestro. —Muy bien, me dicen— Si es cierto, ven a enseñarnos. [...] Mujeres, hombres, niños, todos de origen campesino y obrero y todos gente muy especial y supervivientes a miles de barbaries de la guerra, trabajaban de lo lindo. En ocho meses la escuela y nuestra amistad echó raíces5.
Amistad y una relación especial, entre Loris y Cella, que continuarán durante toda la vida6.