¿Qué se produce en psicoanálisis? - Norberto Ferreyra - E-Book

¿Qué se produce en psicoanálisis? E-Book

Norberto Ferreyra

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Beschreibung

XII Jornadas Oscar Masotta ¿Qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y Transmisión Lo que más importa en el psicoanálisis es el lazo social. Las Jornadas Oscar Masotta constituyen un modo de practicarlo en y con la Comunidad analítica. La Escuela Freudiana de la Argentina dio lugar en esta oportunidad a discutir sobre lo que se produce en un análisis y lo que produce el psicoanálisis, lo cual implica poner en juego las consecuencias del discurso. En cada trabajo se encuentra la toma de posición de sus autores, que invita a reflexionar por la propia a quienes estén interesados en el psicoanálisis. Patricia Mora

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 XII JORNADAS OSCAR MASOTTA DE LA ESCUELA FREUDIANA DE LA ARGENTINA

¿Qué se produce en psicoanálisis?

Experiencia y Transmisión

Ferreyra, Norberto

XII Jornadas Oscar Masotta ¿Qué se produce en psicoanálisis? : experiencia y transmisión / Norberto Ferreyra ; compilación de Patricia Mora. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-1766-1

1. Psicoanálisis. I. Mora, Patricia, comp. II. Título.

CDD 150.195

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Directora de proyecto e-book: María Gabriela Correia.Corrección EFA: Patricia Mora. Colaboraron: Paula Naccarato y Clara Zylberstajn.Corrección editorial: Claudia Mosovich.Compiladora: Patricia Mora.

Imagen de portada: Estructura para un paisaje. Luis Felipe Noé, 1982 (Acrílico sobre tela, 190 x 350 cm).

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Índice de contenido
Portada
Créditos
Índice
Prólogo al libro de las XII jornadas Oscar Masotta
Prólogo
Invitación
Palabras de apertura
Panel I
Panel II
Panel III
Panel IV
Panel V
Panel VI
Panel VII
Panel VIII
Homenaje a Oscar Masotta
Panel IX
Palabras de cierre
Notas

PRÓLOGO AL LIBRO DE LAS XII JORNADASOSCAR MASOTTA

¿Qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y trasmisión

Es siempre una alegría prologar un libro. Es como acompañar a alguien hasta la puerta —un gesto amable— con cierto grado de promesa que incluye la disposición a soltar la mano, una vez llegado al umbral.

Pasada la puerta estará solo con aquello que pueda encontrar en lo que lo aguarda.

Con la eficacia propia del inconsciente, a esta Jornada en que nos hemos preguntado por la producción, le sigue un producto: un libro.

Muchas veces hemos editado y publicado en formas diversas nuestro trabajo de Jornadas de Escuela, aunque jamás con la forma de un libro, de un objeto como este: bello y cuidado.

Si bien los trabajos de Jornadas de la Escuela han sido siempre materiales de trabajo retomados en los Carteles y Seminarios nunca han tomado un cuerpo de libro.

Hay razones propias de la práctica para esto: las Jornadas representan el fin de la labor de un año, por lo tanto, luego solo queremos alejarnos hacia lo nuevo, hacia lo porvenir. Descansar de lo hecho.

Esta vez fue distinto por el deseo y la perseverancia de la responsable de estas Jornadas, Patricia Mora, y sus colaboradores en la Secretaría.

Esta es una de las razones por las cuales es diferente. Sin un deseo hubiera sido imposible.

La otra razón es, sin duda, que el tema propuesto obedece a una lectura de lo que es necesario debatir en la comunidad analítica. Las “Masotta” son unas Jornadas con otros, representantes del lazo con otros analistas, y aquello trabajado, este producto conjunto, debe volver a ellos, porque de eso está hecho: del trabajo con otros.

¿Hay aún otras razones por las que haya “prendido” este deseo?

¿Es que la cadena significante que iba de la producción a la trasmisión imponía este resultado, esta materialidad?

¿Es que doce años dicen de la metamorfosis, de la entrada de un número que hace un salto en la serie?

Los años previos a la realización de estas Jornadas han sido, sin duda, duros en lo político y en lo económico. Hemos sentido entonces que debíamos reflejar el esfuerzo que ha implicado para cada uno sostener la escuela.

Un libro responde. Un libro es una manera de responder.

Este libro, producto de las Jornadas, tiene tantas respuestas como personas han hablado de lo que las interrogaba en relación con la experiencia y la trasmisión.

Han dicho:

Lo que se produce en un análisis tiene que ver con la dimensión del tiempo, la verdad, y con un nuevo lazo social.

Lo que lo que se produce en un análisis está en relación con la función del significante, con el saber no sabido, con la articulación de la pulsión, con la experiencia con la palabra, con la construcción del sujeto supuesto saber, con la angustia.

Lo que se produce en un análisis es la entrada en un discurso, es la experiencia con lo imposible, es la construcción de condiciones para prender el goce, es la construcción del objeto “a”, es el asombro.

En estas páginas se dice que se produce un decir menos tonto, una práctica del obstáculo, un porvenir, que se produce una ética a partir de la subversión del sujeto.

Del libro se desprende que en el análisis se produce una autorización, se produce un “llegar al acto” a partir de la conjunción del significante y la pulsión, se produce una aceptación del “no querer saber” que nos habita.

Las propuestas son muchas, y sin embargo lo que importa no son las respuestas sino cómo ellas han sido articuladas en la trasmisión de cada uno de los analizantes de su experiencia.

Los dejo aquí, a las puertas de esas razones y sus resonancias.

Clelia Conde

Marzo de 2021

Prólogo

En las páginas que siguen se podrán encontrar las consecuencias del trabajo, por un lado, de la Escuela Freudiana de la Argentina (EFA), en la organización de las XII Jornadas Oscar Masotta, que se desarrollaron el 4 y 5 de octubre de 2019 y de cada uno de los que decidieron participar en esta publicación.

¿Qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y transmisión fue el nombre elegido para invitar a conversar y debatir con la comunidad analítica. Este nombre implica dos vías. Una, lo que el discurso del psicoanálisis produce, y la otra, lo que se produce en un psicoanálisis. En ambas la lógica del discurso orienta la práctica, así como el discurso no tiene otra base que la práctica del análisis.

En estas Jornadas los trabajos toman una u otra vía y otros las combinan, lo que sin duda en cada uno resuena es el eco de una práctica del discurso.

Se puede leer aquí, en este libro, el pulso de los diferentes modos de decir, con los colegas de otras escuelas e instituciones, que van haciendo una trama que ante todo sorprende.

Sorprende en cada trabajo cómo se deja leer la particularidad de lo que cada uno dijo y la toma de posición que en cada uno de ellos se encuentra. Así que es un libro heterogéneo en el abordaje de la propuesta que, sin embargo, dice en su conjunto. Dice también con los otros, que con sus intervenciones contribuyen a la necesaria interlocución.

En esta instancia es un texto que interroga, permite afirmar o aprender lo que a cada quien prenda en su interés.

Hemos decidido incluir en la presente edición el Panel Pre-Jornadas ¿Qué se transmite y resiste en la formación del analista?, que tuvo lugar en agosto, ya que ha orientado muchos de los trabajos y también por presentar el modo de trabajo de las Jornadas. La idea de incluirlas al final tiene que ver con lo que, retrospectivamente, se puede encontrar de las Jornadas en las Pre-Jornadas.

En 2019 se cumplieron los 40 años de la muerte de Oscar Masotta y en su honor decidimos homenajearlo en estas Jornadas que llevan su nombre. Homenajear a quien introdujo a Lacan y fundó la primera Escuela de Psicoanálisis Lacaniana en Latinoamérica, con Norberto Ferreyra y Anabel Salafia.

Esperamos que el recorrido por este texto les resulte, aparte de lo ya dicho, divertido.

A estas Jornadas Oscar Masotta antecedieron las siguientes:

1998- La enseñanza del psicoanálisis1999- ¿Por qué escuela en psicoanálisis?2001- ¿Qué se entiende por clínica en psicoanálisis?2003- La autorización del analista2005- La subversión del sujeto y la religión de la ciencia2007- El imperativo social y el imperativo de la pulsión. Acumulación-consumo-producción2009- La angustia y su laberinto2011- Transferencia entre un amor imposible y lo imposible del amor2013- La parte maldita de la economía del deseo2015- Acto analítico. Política de la interpretación2017- ¿Qué cuerpo en el análisis? El objeto en la dirección de la cura2019- ¿Qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y transmisión… Y las por venir… por el porvenir.

Patricia A. Mora

La organización de las Jornadas estuvo a cargo del Directorio de la Escuela Freudiana de la Argentina y de Patricia Mora. Responsable de la Secretaría de Jornadas y Congresos, y Helga Fernández, Patricia Martínez, Paula Naccarato y Clara Zylbersztajn, corresponsables. 

Invitación

XII Jornadas Oscar Masotta. ¿Qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y transmisión

¿Qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y transmisión. Esta pregunta está orientada por la práctica del análisis. Una práctica que invita a una experiencia, lo que se produce en un psicoanálisis y lo que el psicoanálisis produce, un nuevo lazo social que implica una transmisión.

La idea en este tiempo de trabajo de Jornadas es que quienes se embarcan en dicha práctica puedan poner en juego algunos de los conceptos, de las articulaciones que les fueron necesarias para construirla y las consecuencias que de ella devienen.

Tanto la experiencia como la transmisión están hechas del saber inconsciente, si bien no del mismo modo en una que en otra. El saber se produce en el relámpago del lapsus, del chiste, del sueño y trae una verdad que, desde Freud, habla. Habla del sujeto y de su relación con el deseo.

En la experiencia el analizante va a hablar como el analista lo escuche y el saber “se” produce entre el analizante y el analista, dejando un resto e instalando el sujeto supuesto al saber y la interpretación al ras de lo que se dice en lo que se presenta en la repetición.

A su vez el saber es un medio de producción de la verdad y produce un objeto, que da a esa verdad su materialidad, el objeto a.

El objeto a que es plus de goce en el síntoma, del cual el analista forma parte y que en el acto analítico encuentra su lugar como causa de deseo.

Objeto a que se atraganta en la inhibición y del cual la angustia es su traducción subjetiva.

La angustia ocupa un lugar privilegiado en la experiencia, desde los diferentes modos en que aparece y su manejo es fundamental en la conducción del análisis en tanto que hace vacilar la relación que se establece del sujeto al objeto en el fantasma.

En el fantasma el sujeto se hace ser ese objeto a, del cual el analista hace semblant y soporte y con su acto da lugar a que el analizante se vaya con lo que le es propio, su falta, su castración, es decir, lo que lo sexúa.

¿Y qué produce el psicoanálisis?

El psicoanálisis produce un nuevo lazo social que permite una enseñanza y una transmisión y que lo que es del orden de la experiencia pase.

Entonces invitamos a trabajar la pregunta que nos conduce: ¿qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y transmisión.

Patricia Mora

Por Secretaría de Jornadas y Congresos

XII JORNADAS OSCAR MASOTTA  ¿Qué se produce en psicoanálisis?  Experiencia y transmisión  4 y 5 de octubre de 2019. Auditorio de la Fundación Beethoven

Palabras de apertura

Patricia Mora. EFA

Vamos a dar comienzo a las XII Jornadas Oscar Masotta, cuyo título es ¿Qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y transmisión.

Este año las Jornadas nos encuentran cumpliendo 45 años de Escuela, 45 años en la transmisión y la enseñanza del psicoanálisis y también nos encuentran en el aniversario de los 40 años de la muerte de quien fue su fundador Oscar Masotta, un psicoanalista que con su acto de fundación inició y posibilitó una serie de varias generaciones de analistas. Por ello mañana haremos un homenaje a su vida y junto al programa les entregaremos una tarjeta en recuerdo de ese momento.

Acompaña este trabajo la imagen de un cuadro que muy afectuosamente nos cedió Felipe Yuyo Noé y que se llama Estructura para un paisaje, de 1982, y su regalo a la Biblioteca de la Escuela de un libro de dibujos que se llama En terapia, que consiste en una serie de dibujos que realizó en su análisis y que muestra la gratitud hacia su analista.

Nosotros estamos muy agradecidos por su gesto.

Las personas a cargo de la organización de las Jornadas son Patricia Mora, responsable de la Secretaría de Jornadas y Congresos del Directorio de la EFA, y como corresponsables de esta, Helga Fernández, Patricia Martínez, Paula Naccarato y Clara Zylbersztajn.

Quería agradecer al Directorio en su conjunto y a la directora de la Escuela Freudiana de la Argentina Clelia Conde, por el apoyo en la organización.

A las secretarias de la Escuela, Nora Ibáñez y Gabriela Cosin, y también a Daniel Larocca, que de manera eficaz y cálida nos recibió en el Auditorio Beethoven.

Las Jornadas que llevan el nombre de Oscar Masotta se iniciaron en 1998 y tienen lugar cada dos años. Son Jornadas que la EFA organiza e invita a participar con sus trabajos a algunos de los miembros de la Escuela, así como invita a otros analistas de la comunidad analítica.

En la Secretaría de Jornadas y Congresos entendemos a las Jornadas como un tiempo de trabajo que se produce entre las personas que presentan y los que asisten a un trabajo, ya que como decía San Agustín el que pregunta o comenta orienta al que enseña, pone en juego su saber, su escucha.

El título nos resulta prometedor porque da lugar a que cada uno ponga en juego algún punto de su práctica, en el tiempo en que esté en relación con el discurso del psicoanálisis o de su análisis, lo que orienta, lo que interroga, lo que puede resultar contradictorio en lo que el psicoanálisis produce.

El psicoanálisis es una práctica que como tal tiene consecuencias y es respecto de ellas que el título se orienta. Verán en el programa un texto que tiene por función señalar algunos puntos respecto de los cuales se puede orientar el trabajo. Son algunos y con seguridad habrá otros.

Lo interesante es cómo cada quien los piensa, los construye, justamente por tratarse de una práctica y también de su transmisión. A mi entender no se puede transmitir sino en relación con lo que se practica. Esa es la apuesta.

Damos por abiertas las Jornadas y comienza el primer panel.

Panel I

Liza Alberdi (Lazos), Aída Canan (EFA), Paula Naccarato (EFA), Clara Salz (EFA)

Coordina: Clara Zylbersztajn

Lisa Alberdi. Lazos, Institución psicoanalítica

El primer efecto de esta invitación fue verme llevada a pensar cuestiones que hasta aquí no habían tenido para mí aún ese destino, cobrando entonces ya en lo personal este el valor de un buen encuentro.

Ya no recuerdo si recibí o devolví el llamado de Patricia Mora, regresando del teatro después de haber disfrutado las letras y acordes de María Elena Walsh, que seguían resonando en las voces infantiles de los pequeños que se encontraban conmigo y canturreaban, trucando una palabra por otra a fuerza de pura sonoridad. Con ese canturreo de fondo tomo nota del título de estas jornadas, escribo “Qué se produce en UN psicoanálisis. Experiencia y transmisión”, titubeo y me advierto de haber escrito lo que escuché, no así lo que del otro lado del teléfono había sido dicho. Pregunto nuevamente entonces, no tanto para salir de la confusión, como para confirmar el lapsus...

Quedo tomada el resto del día por ese llamado y será en la oscuridad de la noche, como suele suceder, donde un sueño traerá una primera luz que baliza este escrito. Compartiré con ustedes algunos fragmentos, aquellos que me posibilitaron abrir una hendija al trabajo escamoteando, o al menos es ese el anhelo, lo que pudo devenir demanda de saber.

El sueño: llego a una reunión de analistas, con cierto apremio por estar arribando tarde, me encuentro con analistas miembros de Lazos, entre ellos hay una analista de la EFA, estoy con cierto desconcierto porque tengo la hoja en blanco, en ella se ven solo letras sueltas, la analista de la EFA dirigiéndose a mí dice: “¿Qué querés, que cierre?”, respondo: “Me tocaron las palabras de apertura”... Me despierto.

¿Qué se produce en un psicoanálisis?, experiencia en cuerpo de lo real del inconsciente, une-bévue, cifrado de goce residuo de la colisión de la palabra con lo real del sexo, que porta en su seno mismo las trazas de lo que no pudo ser más que un desencuentro... de allí que siendo lalengua nuestra única morada, no cesará de sernos extranjera… de allí que habitemos un cuerpo, que no cesará de no pertenecernos.

Una experiencia posible por este novedoso lazo social que Lacan supo formalizar siguiendo el surco de la invención freudiana.

Una experiencia en el filo mismo del discurso, pero no sin él, ya que, siendo aún una experiencia de palabra, o precisamente por ello, conlleva el pasaje por la estructura de “ese borde de lo real”[1],muro del lenguaje, que es paradojalmente razón del discurso.

¿Cuál es el estatuto del saber que importa a la experiencia que se atraviesa en “un” psicoanálisis y cómo hacer de ello transmisión? En cuanto experiencia y transmisión se enlazan sin confundirse en banda moebiana, ya que el analista implica ineludiblemente ese al menos dos.

Transmisión en psicoanálisis hay contingentemente en ese uno por uno de las transferencias de trabajo que Lacan nos señaló en el acta de fundación de la Escuela Freudiana de París, pero llegando al final de su obra y de su vida, también nos dice que “(…) no la hay dado que dicha experiencia resulta intransmisible (…)”[2], conminando a cada analista a encontrarse forzado, molestia mediante, a reinventarlo cada vez, para que el psicoanálisis pueda así perdurar.

Hay y no hay, dialéctica y su ruptura ineludible si de psicoanálisis se trata. No hay relación sexual, tope lógico que nos confronta con un real imposible de decir por estar apresados en la insuficiencia del saber en relación con el goce y el ser, hueco mismo desde donde torbellinea una proliferación de saber que necesariamente aspira allí a hacer suplencia, no encontrando jamás aquella herida completo sosiego. Pero hay también, y de modo contingente, un-decir donde ese real resuena, devolviéndole al saber su carácter no-todo, aquel que asienta en lo irreductible de la grieta.

En la discordancia entre el saber y el ser es donde el sujeto se produce como efecto. Allí donde el significante lo representa sin poder jamás alcanzarlo, el campo del saber tendrá la riqueza de producir al sujeto en su tropiezo, con el pago irremediable de que el ser por siempre escape. Centro ausente del sujeto, imposible de capturar por la vía simbólica, sin que por ello cese dicho intento.

¿Cómo resguardar entonces el vacío si la palabra no tiende más que a su colonización? Si nuestra praxis es una praxis de discurso, que nos permite sostener aquella idea lacaniana de “(…) deshacer por la palabra lo que está hecho de palabras (…)”[3], ¿cómo operar para que su efecto no sea el adormecimiento?, sino que, como lo real, produzca despertar.

Será la letra, LETRA SUELTA (aislada) que de ese precipitado significante se desprende mostrando su cara real, la que haga APERTURA en el cese del parloteo, trazando los contornos del agujero, conduciendo al saber al lugar de la verdad.

“Haciendo de la verdad valor en tanto vacío (…)”[4],nos dice Lacan, mofándose así lo real de la verdad que se pretenda toda. En psicoanálisis ella habla, habla de su imposibilidad de decir lo verdadero, haciendo oír ese vacío en el hiato discursivo por siempre irreductible a la maquinaria significante.

Y así la elucubración de saber que se teje sobre aquel troumatismo, que lalengua al cuerpo imprime, encontrará su tope en un decir poiético, con su efecto de sentido y su efecto de agujero.

En su estructura de acto, apertura a aquella dimensión donde el Otro no responde, por el hecho de que no existe, sin que ello nos haga desconocer que en la estructura tiene un lugar. Siendo su ex-sistencia el sitio mismo para la producción de lo inédito.

Violencia poiética del uso corriente de la lengua, abertura a los intersticios de la palabra, que erosionando el significado extenúa el sentido, hallando este su límite allí donde no hay más que descifrar. Ruptura del saber, caída momentánea del semblante, que hace que la palabra diga su carozo de silencio, en tanto su origen se encuentra en el mismo abismo al que hace borde. “Lacerando la cadena haciendo colisionar los sentidos, se deja oír la cifra, núcleo real de lalengua, devolviendo al sinsentido su eficacia, silencio que, como supo decir el poeta, es escudo y es espada…”[5].

Forzaje que escritura la letra, que al haberse desgastado ya el goce del sema precipita circunscribiendo el vacío. Letra entonces que hace agujero al instaurar su borde, forzando el “pasaje por la experiencia de la inexistencia del desciframiento último, a la ex-sistencia de lo indescifrable (...)”[6], irreductibilidad también del goce, que destierra entonces toda ilusión de decir lo verdadero de lo verdadero, soportando que la verdad (mentirosa) semi diga su desgarro con lo real (desajuste irreductible entre las palabras y las cosas, que constituye esa fractura misma).

El deslizamiento metonímico S1-S2, que disyunta sonido y sentido, apelando al doble sentido que por ello no hace más que redoblarlo, en su intento siempre fallido de escribir lo imposible, de escribir la relación sexual que no hay, encontrará entonces su tope en el forzaje que detiene y quebranta ese deslizamiento abriendo a la dit-mensión del equívocoque no prescinde del sentido, ya que no se trata de desterrarlo, sino de que pierda este su valencia de unicidad, haciendo surgir el ausentidoen la mudez de la palabra.

Significación vacía que hace reverberar el agujero en lo real, más allá de la resonancia semántica donde el sentido tapona vía el significante, para con la escritura poiética que desprende al sonido de aquel, da paso a la cadencia, la musicalidad, lalengua como fuente sonora, que dejará oír el eco[7] de la pulsión que cincela cuerpo y palabra. “No hay escritura sin la fuerza del cuerpo (…)”, nos enseñó la pluma de Marguerite Duras.

De ello que el paso de sentido no se reduzca entonces a sus efectos imaginarios (propios de la fuga de sentido), siendo preciso que sea real[8], aunque paradojalmente de esta dit-mensión el sentido no está más que excluido.

Abandonando entonces la esperanza de escritura de lo imposible por la vía de la proliferación de sentido, exiliados de la escritura de la relación sexual, lo que se escribirá no es más que ese exilio mismo. No se trata según entiendo de la exaltación del silencio y del culto a la ausencia de palabra lo que invitaría a la ruptura del lazo social, sino de la experiencia de su límite, de lo imposible que es posibilidad misma del discurso, experiencia de ese fracaso, haciendo del resto nuestro haber[9], para seguir fracasando, pero fracasando cada vez mejor, siguiendo aquella apuesta ética beckettiana.

¿Cómo hacer transmisión de lo inefable de esa experiencia? Si lo que se dice en “un” psicoanálisis se transmite como efecto, y no como saber... Arriesgo a modo de pregunta si lo posible de la transmisión en la extensión, en tanto que también es no-toda, ¿tendrá lugar solo si allí se produce un decir poiético?

Si la posición enunciativa de aquel que habla deja pasar, en el uno a uno de las transferencias de trabajo, la relación del que habla a la falta, su relación al une-bévue, a ese saber siempre en fracaso, que se hace cuerpo por haber hecho la experiencia de lo imposible, dará paso a un saber-hacer con lo real, y al singular modo de cada quien de reinventar cada vez el borde de lo indecible.

Si desde allí se efectúa un paso de sentido que atenta contra la religiosidad que siempre nos hace resistencia, hará resonancia la dimensión de lo imposible, y como efecto... el agujero, ya que habrá de lo intransmisible que aún, encore, todavía nos fuerza a reinventar.

Recurro a Clarice Lispector[10] “(...) escribir es el modo de quien tiene la palabra como carnada: la palabra pescando lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra muerde la carnada, alguna cosa se escribió”.

Esa carnada que haga surgir lo que no es palabra en la palabra misma, lo que es silencio. Ese singular modo de saber-hacer allí encarnadura de esa nada, ese trucaje, nos dice Lacan, es intransmisible, resto que por no cesar de no escribirse pone en-causa tanto lo contingente de una transmisión como una ética de la reinvención.

***

Aída Canan. EFA

El saber se produce en el relámpago del lapsus, del chiste, del sueño y trae una verdad que, desde Freud, habla.

El paso dado por Freud muestra que hay una verdad que el síntoma o el lapsus intentan desmentir y esa verdad es producida por el trabajo del inconsciente. Hay una mentira verdadera en la palabra misma y el Otro, el testigo, es producido por el inconsciente.

El saber a partir del psicoanálisis toma un nuevo lugar generando así un nuevo discurso.

“Por su no saber, el sujeto descubre, señala la relación a la verdad, mientras que con su saber sabido encubre la relación a la verdad (...)” (Úrsula Kirsch).

No hace mucho tiempo un analizante que de grande se enteró de que su padre no era su padre biológico (al que llama el biólogo), cuando quiere decir “Mi madre me mintió”, dice: “Mi madre me mató”, lo que dio lugar a distintas cadenas asociativas que articulan un nuevo saber para el analizante, en este caso respecto del efecto que esa mentira tuvo sobre él.

En El saber del psicoanalista y a partir de una pregunta en la que quedan articulados los términos incomprensión y síntoma, Lacan establece la relación entre saber y síntoma (en cuanto la incomprensión es un significante relativo al saber); pero a diferencia del pensamiento marxista que es el primero en establecer la equivalencia entre el síntoma y el valor de verdad que este porta, el psicoanálisis requiere de la traducción en palabras de ese valor de verdad, posibilitado por los fenómenos de la transferencia, que no se pondrían en juego de no ser por el sujeto supuesto al saber, como su fundamento.

La referencia que tomé al principio del escrito, con que la Secretaría presenta estas jornadas, dice que el saber que se produce a partir de una formación del inconsciente trae consigo una verdad. Esta frase me hizo recordar lo que Lacan trabaja en el Seminario XII:Problemas cruciales del psicoanálisis, respecto de la sustitución de la verdad por el objeto, que es posible en algunos momentos de un análisis en su pendiente transferencial, cuando el que habla va cercando cierta verdad. La verdad acá como el lugar, algo excluido del saber en juego, que como sabemos siempre es relativo a la sexualidad.

La eficacia del complejo de Edipo en su articulación al complejo de castración implica una disyunción entre el sujeto y el saber que a su vez articula una posición inconsciente del sujeto en relación con el saber y la verdad.

Otra forma de articular o formular esta disyunción entre saber y verdad es como nos lo indica Lacan en el apartado “Más allá del complejo de Edipo”, del Seminario XVII:El reverso del psicoanálisis, cuando dice a partir del cuadrúpedo del discurso del analista, el obstáculo que constituye el goce se encuentra entre lo que puede producirse, de la forma que sea como significante amo (S1) y el campo del que dispone el saber al plantearse como verdad (S2). Recordemos que en esa oportunidad Lacan dibuja un triángulo entre el S1 y el S2 teniendo en cuenta que, en el discurso del analista, el S2 está en el lugar de la verdad y el S1 en el de la producción.

Recuerden que en el discurso del analista en el lugar del agente está el objeto, en el del Otro el sujeto, en el de la verdad, el saber, o sea el S2, y en el de la producción el S1.

A esta altura me parece importante recordar que si hay algo con lo que nos enfrenta el psicoanálisis es que todo depende del goce sexual, que solo se puede articular en el encuentro con la castración.

La verdad en juego en psicoanálisis es lo que, por medio del lenguaje, por la función de la palabra, toca un real. A esta altura, y para ir terminando, Lacan aclara que para algunos el encuentro con la verdad es similar a lo que para los griegos está descripto como tocar el pez torpedo. Una metáfora que es conocida por lo que Menón dice a Sócrates: “Había oído yo antes de encontrarme contigo que no haces tú otra cosa que problematizarte y problematizar a los demás… hasta el punto de que me has convertido en una madeja de confusión (…)”, acto seguido lo equipara con el pez torpedo, un pez que paraliza al que toca (narkhé en griego contiene la raíz de nuestra palabra narcótico). Sócrates muchas veces fuerza a su interlocutor a ocupar una posición desigual.

Esta metáfora Lacan la toma para dar cuenta del encuentro entre dos campos no acordes entre sí: “Los campos de los que se trata están constituidos por lo real, tan real como el pez torpedo y el dedo del inocente que acaba de tocarlo. El matema, aunque lo abordemos por las vías de lo simbólico, no deja de ser real” (El saber del psicoanalista).

***

Paula Naccarato. EFA

H(a)cer del tiempo una experiencia

El trabajo que hoy me propongo compartir con ustedes está concernido entre el título de las Jornadas, ¿Qué se produce en psicoanálisis? Experiencia y transmisión, y un interrogante propio en relación con la dimensión del tiempo en un análisis. La pregunta entonces sería: ¿la experiencia de un análisis puede producir otra dimensión del tiempo?

Sucede que al consultorio llegan pacientes con sintomatologías variadas, desde las crisis de angustia (ataques de pánico desde el decir del paciente), fibromialgias, síntomas corporales que no son conversiones, bulimias, adolescentes que se cortan, algunos tipos de adicciones. Todas presentaciones que traen aparejado el pedido de curarse como una prisa sin elaboración, junto a la emergencia de discursos auxiliares, desde la medicina, la farmacología y hasta las terapias holísticas. ¿Qué sería curarse? ¿De qué? ¿Cómo se pasaría de un cuadro sintomático al síntoma en análisis?

Cada una de estas presentaciones sintomáticas marcan una actualidad, un sin salida, un tiempo circular que se repite sin pérdida. Podemos pensar que son presentaciones solidarias de los tiempos acelerados del discurso capitalista que acumula goce y achata el deseo.

El tiempo es un concepto que atraviesa distintos discursos y el modo de conceptualizarlo varía según la disciplina. Giorgio Agamben desde la filosofía en su libro Infancia e historia comenta dos nociones del tiempo: Aión como tiempo originario, fuerza vital, eterno, y Chronós, que indica la cantidad mensurable, es el tiempo del calendario y de los acontecimientos. Entre estas dos temporalidades hay una fuerza opuesta que dimensiona el tiempo humano. Un tiempo necesario para que una vivencia devenga experiencia, un tiempo que falta en nuestra época.

Por su parte Benveniste, desde la lingüística, en El lenguaje y la experiencia humana plantea que “(…) entre las formas lingüísticas reveladoras de la experiencia subjetiva, ninguna es tan rica como la que expresa el tiempo (...)”[11]. También diferencia el tiempo físico como continuo, uniforme, infinito y el tiempo crónico como el tiempo de los sucesos, el devenir.

Nuestra vida tiene puntos de referencia que nos llevan hacia un pasado y un porvenir en relación con el presente. Este tiempo crónico no coincide con la experiencia humana del tiempo porque es por la lengua que se instala la experiencia y este tiempo lingüístico tiene su centro en el presente de la instancia de la palabra. La experiencia intersubjetiva genera que haya un yo y un tú del diálogo en un proceso de intercambio. Y refiere algo más, que a mi entender nos interesa a nosotros, psicoanalistas, dice que el empleo de la lengua se refiere a la enunciación como acto individual de apropiación que introduce al que habla en SU habla, en esa enunciación se instaura la categoría del presente.

Estas categorías del tiempo plantean lo eterno, lo mensurable, lo intersubjetivo, la enunciación. ¿Cómo el discurso del psicoanálisis toma estos conceptos para repensarlos en la experiencia del análisis?

Norberto Ferreyra dice: “La palabra es articulada como demanda siempre que haya otro que hace suyo el tiempo de aquel al que escucha. El que demanda habla y puede articularse la demanda si hay otro que escucha”[12].

El dispositivo analítico produce una experiencia con el tiempo. Este tiempo no es el del diálogo intersubjetivo puesto que, si bien hay una aceptación del tiempo del hablar, ese tiempo de hablar es de quien está allí como sujeto; quien se encuentra en la función deseo del analista otorga un tiempo para hablar. El diálogo queda objetado en la medida en que el sujeto habla y el analista no responde, sino que hace resonancia, se abstiene de compartir ese goce, lo que permite que poco a poco pueda ir al lugar de objeto causa. La transferencia se instala constituyendo el lugar de sujeto supuesto saber. Que exista el sujeto supuesto saber implica otra dimensión que objeta que la actualidad sea indeterminada. La transferencia crea un lugar para un tiempo psíquico.

El otro es límite a la eternidad sin tiempo. La eternidad se produce cuando no hay otro, cuando no hay presencia. El otro como presencia da la posibilidad de que haya metonimia significante, un S1 que se dirige a un S2 portador de un saber y entonces que se pueda producir una metáfora.

Lacan sitúa que el sujeto está representado por un significante para otro significante, es decir, queda representado en la hiancia, esta es una cuestión con y en el tiempo, de lo cual también se producirá un resto en la operación de división del sujeto que será el objeto a.

Con Freud sabemos que el trauma es en dos tiempos y que el segundo resignifica al primero.

¿Qué ocurre con las presentaciones sintomáticas actuales que carecen de la posibilidad de sustitución por encontrarse los significantes agolpados? ¿Podemos pensar holofraseados?

El psicoanálisis toma el tiempo como tiempo lógico, con Lacan situamos el instante de ver, el tiempo de comprender y el momento de concluir. En lo actual falta un tiempo de elaboración. El tiempo de comprender se encuentra omitido.

Cuando no hay marca como referencia del trauma, cuando no hay, por esa no instauración de la marca, un tiempo psíquico que haga trazo en el presente y separe lo pasado del porvenir, lo que acontece es lo actual. Lo actual se relaciona con el agolpamiento significante puesto que para que exista la continuidad tiene que funcionar la operación psíquica de presencia y ausencia de los fonemas, una distancia entre significantes que dé lugar a la emergencia del sujeto. Esto ocurre en el nivel de la articulación primaria de la demanda, la sincronía a nivel significante, la afluencia de significantes simultáneamente en la cual debe establecerse una alternancia fort-da. Cuando esta alternancia no ocurre la articulación de la demanda queda afectada. Hacer pasar al presente lo actual es lo que permite una elaboración, un tiempo psíquico que elabore aquello de lo que se trate, eso es en transferencia.

Si quien consulta se presenta bajo la actualidad del síntoma y no hay referencias que marquen otra escena, si no hay posibilidad de sustitución, ni de articulación de la demanda el sujeto queda en un fuera del tiempo y la transferencia no tiene lugar, entonces, ¿qué lugar para el analista?

Considero que ese lugar es el de la espera, función de la espera respecto de la escucha que justamente tiene que ver con la dimensión del tiempo y de la contingencia. La contingencia hace corte a la eternidad y el psicoanalista aporta un espacio y un tiempo que abren un lugar para decir. Si pensamos en el grafo podríamos dimensionar que lo que necesita abrirse es el piso superior de la enunciación que permite el pasaje de la necesidad a la demanda y al deseo.

En el tiempo circular sin pérdida de lo actual, diría tiempo sin relación con la falta, es necesario por parte del psicoanalista creer que “eso” opera produciendo el acto que haga corte, que permita la distancia entre los significantes para que alguna demanda sea articulada y se abra la posibilidad de la transferencia que dé lugar al sujeto supuesto saber. Es en transferencia donde el sujeto podrá hacerse sujeto de su decir y comenzar a situar alguna pregunta con relación a su mal-estar.

“Es en el análisis, en ese hacerse discurso, donde el inconsciente toma dimensión del tiempo que falta”[13].

El presente es el tiempo del acto y que el sujeto pueda en análisis desarrollar un discurso referenciado en sucesos que pueden haber adquirido para él carácter traumático es lo que permitirá construir una referencia al trauma que lo haga pasar de lo actual del síntoma al síntoma analítico en transferencia. Cito: “La posibilidad de salir del trauma radica en que alguien pueda enterarse y saber, con su cuerpo al hablar, que es posible tener otra posición frente a aquello que pasó”[14].

Una paciente que sufre de fibromialgia, que en ella tiene la característica de la rigidez corporal que la deja muchas veces dolorida y sin poder salir de la casa, se pregunta para qué sigue viniendo. Dice que a veces tiene insomnio ocasionado por todos los pensamientos que se le agolpan en la cabeza, pero cuando llega a la sesión dice: NO TENGO QUÉ DECIR, cambio la acentuación de su frase y le pregunto: ¿no tenés que decir?

Se angustia y comienza a relatar todas las veces que tuvo que callar frente a la madre para no hacerle mal. ¿Será la ocasión para que otra escena sea posible?

La experiencia del análisis puede producir entonces la posibilidad para un sujeto de que se abra una otra dimensión del tiempo. ¿De qué se curaría?

Diría: de la eternidad.

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Clara Salz. EFA

Hace unos años Liliana Ganimi me invitó a escribir una reseña acerca de algún libro que yo eligiera para el espacio La Función del lector y elegí El curioso incidente del perro a medianoche. Es un bestseller y actualmente está en cartel en una obra de teatro. El protagonista de este libro por sus descripciones podría ser un niño al que diagnosticaron TGD y abordado con métodos conductuales, ahora es un joven con capacidades especiales. Se presenta así, se llama Cristopher y dice: “Me sé todos los países del mundo y sus capitales”. También puede recitar la teoría de la relatividad. Su maestra le enseñó que, dibujando una boca para bajo en una cara significaba triste, como él se sintió cuando encontró al perro de su vecina muerto y luego le enseñó que dibujando una boca para arriba significaba contento. Efectivamente, así se trabaja desde las terapias cognitivas conductuales, con tarjetas. Guarda ese dibujo en una hoja y lo saca cada vez que no entiende lo que alguien le está diciendo. Anticipa que la novela que va a escribir no va a ser un libro gracioso, ya que él no sabe contar chistes ni hacer juegos de palabras porque no los entiende. No le gustan las novelas propiamente dichas porque son mentiras de cosas que no ocurrieron, eso lo asusta. Su libro será de verdad, no sabe mentir y considera que la palabra metáfora es una mentira, ya que no puede armar imágenes en su cabeza de frases. De allí que la gente le provoca confusión, no le gustan los abrazos, tampoco mirar a la gente a la cara. Considera que cuando la gente mira al hablar a otra persona trata de captar lo que él está pensando y él de esto es incapaz y escribe: “Es como estar en una habitación con un espejo en un solo sentido”. Por eso no le gusta que el padre lo mire. El escritor del libro, Mark Haddon, describe acertadamente, con mucha ternura, situaciones difíciles en un mundo al cual este adolescente le teme. Del texto se desprenden los logros del protagonista, pero de esos trastornos y de esa rigidez, no sale, se adapta. Concluí la reseña diciendo que quizás un buen encuentro con un analista puede ayudar a ubicar a un sujeto en otra posición.

Estas descripciones en relación con el autismo como lo inflexible de la palabra, las repeticiones monótonas, las ecolalias, la gran memoria, el desinterés por las personas, la falta de lazo social, entre otras, si bien son precisas, su abordaje se reduce muchas veces a lo reeducativo y adaptativo. Estas manifestaciones afectan al lenguaje, al movimiento, pero no necesariamente deberían estar incluidas dentro del autismo porque se excluye así el caso por caso. Ellas responden a fallas en relación con el anudamiento RSI, a la dit-mension, dimensiones del decir que como seres hablantes habitamos. Y la diferencia con otros discursos dice Norberto Ferreyra en La dimensión clínica del psicoanálisis es que “(…) el discurso del psicoanálisis lleva en el lazo social que sostiene las posibilidades mismas de su interrogación y su subversión”.

Es desde el discurso del psicoanálisis y enmarcado en la experiencia del análisis que podemos ubicar operaciones lógicas, no cronológicas, de la constitución de un sujeto en la dirección de la cura, lógica de las operaciones constituyentes en transferencia. Lacan, en el Seminario X: La angustia,dice que “(…) el elemento de fascinación en la función de la mirada, donde toda subsistencia subjetiva parece perderse, absorberse, salir del mundo, parece enigmático. Pero he aquí, sin embargo, el punto de irradiación que nos permite cuestionar lo que nos revela la función del deseo en el campo visual”. En la experiencia del espejo, ¿qué vemos?, flores donde no las hay, imagen de un objeto que no está ahí. Por el espejo cóncavo aparece entonces otro lugar. Si partimos del esquema óptico considerado como un tiempo mítico, las flores están desparramadas, la mirada del Otro va a intervenir en el campo especular y permitirá que esa imagen se divida en una imagen real y una imagen virtual. La mirada fuera del espejo, restada, que constituye al niño más allá de ese lugar, que tiene para la madre, contando con el nombre del padre, permite así la alienación respecto de la imagen no sea completa. Hablamos de funciones, no de personas. Si el niño no puede apropiarse respecto de su propia imagen, queda fascinado, hipnotizado, alienado en la especularidad. En los casos graves la imagen virtual se pega a la imagen real, todo es superficie. El objeto, por ejemplo, pegado al cuerpo, pegarse, pegarse a sí mismo, o al cuerpo del analista, a la pared, dan cuenta de que no hay otro, ni un sí mismo, es necesaria una función de corte que instituya uno y otro, y una conexión entre ellos. El corte produce espacio y es la operación que hace a la lógica de la separación, se desprende un resto, el a. El corte es el que engendra la superficie, es ese corte sin el cual, en el Seminario X: La angustia va a decir Lacan “(…) el significante, su funcionamiento, su entrada, su surco en lo real es impensable (…)”. ¿Cómo despegar lo pegado, lo que se yuxtapone, lo adherido al cuerpo, en un análisis?

La pregunta del padre de un paciente: “¿Podrá aprender a leer si le leemos una vez y lo repite textualmente? Lo mismo lo que ve, lo que oye, se le pega”. Esa fue la pregunta que lo llevó a consultar a una psicoanalista luego de tres años de tratamiento conductivo conductual. El niño en ese momento tenía cinco años. Los primeros encuentros: de espalda a la analista mirando juguetes sin tocar. Al tiempo se relacionaba con algunos juguetes, pero evadía la mirada. Por una afonía mía, suspendo las consultas y me olvido de avisar a sus padres. Viene el niño, saludo afónicamente, me pregunta: “¿Te sentís bien?”. La afonía incluyó una falta en el otro, una distancia que posibilitó una palabra dirigida a otro y una pregunta. En otro momento descubre una casita y un timbre, lo hace sonar varias veces, sin palabras, sin gestos, digo: “Adelante”. Me mira, se sonríe, primer cruce de miradas. Vaciará la casita y con la puerta del consultorio, luego la de la casita, armará un adentro y un afuera. Al tiempo dice: “Tengo tantas cosas en la cabeza —me mira y pregunta—: ¿Y si las dibujo?”. Fue su primer desprendimiento del goce del cuerpo que puso en juego en el dibujo.

Unas operaciones que producen efectos de anudamiento, afectar lo adhesivo, lo que se yuxtapone, de la masa sonora a un eco que resuene. Trabajar sobre el espacio del consultorio, con ritmos, producir escansiones. El tono de voz afecta la infinitud de lo continuo e inmutable. Extraer letras, palabras, con el libro leído y memorizado, extraer un significante, sustituirlo, preguntar, jugar con los tonos, no es sin la presencia y el deseo del analista.

Este fue un tratamiento de un tiempo de trabajo prolongado, con un viaje familiar fuera del país. Continuó su tratamiento por Skype, pero con una indicación, sin imagen, solo con la voz. Luego del viaje, continuó el tratamiento y luego hubo un impasse de tres años. Volvió a la consulta hace unas semanas con una pregunta y un recuerdo. La pregunta fue con relación a la elección de su carrera. Dudaba entre estas tres orientaciones, cuál elegir: lenguaje audiovisual, tecnología o producción audiovisual. El psicoanálisis supone un sujeto por advenir.

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ESPACIO DE PREGUNTAS

Emiliano Verona: