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Una llegada inesperada y otros relatos ofrece por vez primera en español una selección de trece cuentos de uno de los más prestigiosos escritores de ficción en lengua inglesa de nuestros días. Haciendo gala de un estilo directo, desprovisto de sentimentalismo y con un sutilísimo sentido del humor, Ha Jin nos hace partícipes, de dos experiencias vitales que han marcado su historia personal: la situación de desvalimiento del individuo ante la omnipresencia del Estado opresor en la China de Mao y la experiencia migratoria, con sus aspiraciones, dificultades y frustraciones. "A través de mi escritura intento presentar una nación... aquella del sufrimiento humano. Si es literatura debe tener un significado universal, que sea reconocible por todos". Los relatos breves de Ha Jin han sido objeto de los más prestigiosos premios y reconocimientos literarios internacionales, tales como el Hemingway Foundation/PEN Award por Ocean of Words, el Flannery O`Connor Award por Under the Red Flag y el Asian American Literary Award por The Bridegroom.
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Literatura
A los lectores
Esta colección está dirigida a aquellos lectores curiosos y atrevidos que anhelen encontrar una historia hermosa, un drama que revele algo de nosotros mismos o una percepción más aguda del misterio del hombre y del universo. Quien abre un libro espera que se le descubra algo más sobre el mundo y sobre su posición en él. De otro modo sería incomprensible que siguiésemos acercándonos a los libros, cuando la lectura es uno de los gestos del hombre más gratuitos e innecesarios. Como decía Flannery O’Connor, una buena pieza literaria lo es porque tras su lectura notamos que nos ha sucedido algo.
La colección Literatura de Ediciones Encuentro ofrece obras que permitan sentir con mayor urgencia el anhelo de un significado y la experiencia de la belleza. Textos en los que la razón se abre y el afecto se conmueve. Piezas teatrales, poemas, narraciones y ensayos en los que andar por otros mundos, abrazar otras vidas, espiar la hermosura de las cosas, y participar en la experiencia dramática que despierta un hecho escandaloso en la historia, el de Dios hecho hombre.
Guadalupe Arbona Abascal Directora de la colección Literatura
CONSEJO EDITORIAL DE LA COLECCIÓN «LITERATURA» DE EDICIONES ENCUENTRO
Directora
Guadalupe Arbona AbascalProfesora de Literatura Española, Universidad Complutense de Madrid
Consejo Editorial
María Dolores de Asís GarroteCatedrática de Literatura Universal, Universidad Complutense de Madrid y San Pablo CEU
María del Carmen Bobes NavesCatedrática de Teoría de la Literatura, Universidad de Oviedo
Sergio CristaldiProfessore di Letteratura Italiana, Università di Catania
Henry (Hank) T. Edmondson III,Professor of Liberal Arts and Sciences Georgia College & State University
José Jiménez Lozano,escritor
Jon JuaristiCatedrático de Literatura Española, Universidad de Alcalá de Henares
José Antonio Millán-AlbaCatedrático de Literatura Francesa, Universidad Complutense de Madrid
Álvaro de la Rica Aranguren
Ha Jin
Una llegada inesperada y otros relatos
Introducción, traducción y notas a cargo de José R. Ibáñez Ibáñez y Blasina Cantizano Márquez
ISBN DIGITAL: 978-84-9055-662-7
Para los relatos procedentes de Under the Red Flag («In Broad Daylight», «Winds and Clouds Over a Funeral», «New Arrival», «A Decade»)
© 1997 Ha Jin y the University of Georgia Press
Para los relatos procedentes de The Bridegroom («Alive», «The Bridegroom», «A Bad Joke», y «The Woman from New York»)
© 2000 Ha Jin y Pantheon books
Para los relatos procedentes de A good fall («The Beauty», «Children as Enemies», «Shames», «The House Behind the Weeping Cherry» y «The Good Fall»)
© 2009 Ha Jin y Pantheon books
Traducción de los relatos de The Bridegroom y A good fall publicada con permiso de Pantheon Books, un sello de The Kopf Doubleday Group, una sección del grupo Random House, LLC.
© 2015 Ediciones Encuentro, S. A., Madrid
Diseño de la cubierta: o3, s.l. —www.o3com.com
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.
Para cualquier información sobre las obras publicadas o en programa y para propuestas de nuevas publicaciones, dirigirse a: Redacción de Ediciones Encuentro Ramírez de Arellano, 17-10.ª —28043 Madrid Tel. 902 999 689 www.ediciones-encuentro.es
«Como ser afortunado, soy portavoz de aquellos desafortunados que sufrieron, resistieron o perecieron al final de su existencia, que crearon la historia y que, al mismo tiempo, se vieron engañados y arruinados por la misma».
HA JIN
En el prefacio a su primer libro de poemas, Between Silences. A Voice From China (1990), Ha Jin, escritor de origen chino afincado desde 1985 en los Estados Unidos, manifestaba su deseo de convertirse en portavoz de aquellos compatriotas cuyas voces eran silenciadas por el gobierno chino. Para este escritor, su distanciamiento geográfico y cultural constituía una buena oportunidad para exponer la situación de su país ante la opinión pública occidental. Sin embargo, transcurrido un tiempo, Ha Jin reconoció haberse dejado llevar por un arrebato de excesiva sinceridad y no haber sido «consciente de que adoptar semejante postura era complejo, imposible, sobre todo para una persona en mi situación. El exceso de sinceridad es siempre peligroso. Puede calentar en exceso el cerebro»1. Asimismo, el escritor fue consciente de que dicha actitud reivindicativa bien podría haber sido objeto de tergiversación y que el propio pueblo al que pretendía servir pudiera reprocharle que se apropiase de un derecho ilegítimo: «Tú no has sufrido con nosotros: te has apropiado de nuestra miseria para beneficiarte personalmente de ella. Has vendido a tu país y tu pueblo en el extranjero»2.
Las circunstancias históricas, políticas y personales jamás le pusieron las cosas fáciles a este escritor cuya carrera literaria ha venido desarrollando en Estados Unidos desde sus inicios. Nacido el 21 de febrero de 1956 en Liaoning, provincia al noreste de China que limita con Corea del Norte, Ha Jin tuvo una infancia itinerante. El traslado de su padre, un oficial del Ejército Rojo, por diferentes provincias del país hizo que desde joven estuviera expuesto a las costumbres y las tradiciones ancestrales de la China rural. A esa vida itinerante hay que añadir una existencia alejada del núcleo familiar tras su ingreso a los tres años en una guardería que le permitía ver a sus padres una vez por semana. No cabe duda que dicho distanciamiento le ocasionó cierto desapego hacia sus progenitores, como el propio escritor ha manifestado en entrevistas3 y ha recogido en su narrativa (sobre este asunto trata «Una llegada inesperada», un cuento cargado de grandes dosis autobiográficas y que da título a esta antología).
A los siete años comenzó sus estudios de primaria en Dalián, ciudad que con frecuencia aparece en su obra. Su formación escolar quedó interrumpida tres años más tarde con el advenimiento de la Gran Revolución Cultural, un movimiento político mediante el cual el Presidente Mao Zedong intentaba recobrar el poder perdido tras el estrepitoso fracaso del Gran Salto Adelante4. Iniciada oficialmente el 29 de mayo de 1966, la Revolución Cultural supuso para Mao una ocasión propicia para restablecer los principios más ortodoxos del comunismo y, al mismo tiempo, purgar del Partido a los rivales que pudieran cuestionar su autoridad y la de la Banda de los Cuatro5. Por otra parte, este movimiento fomentó el culto al líder y la difusión de su pensamiento que se ejerció a través de miles de jóvenes estudiantes adeptos a Mao (los Guardias Rojos), quienes mediante campañas de extremada violencia llevaron al país al caos. Legitimados por declaraciones como la «Carta al Camarada Lin Biao» del 7 de mayo de 1966 en la que el Presidente Mao afirmaba que «debe haber una revolución en la educación puesto que no se puede seguir tolerando el fenómeno de intelectuales burgueses gobernando nuestras escuelas», los Guardias Rojos culparon a profesores y pedagogos y les hicieron responsables de la elaboración de programas de estudios burgueses y revisionistas6.
Siendo todavía un joven adolescente, Ha Jin sufrió las consecuencias de esta atmósfera antiintelectual y de asedio a la pedagogía y cultura. La educación en la China continental quedó paralizada tras el cierre durante casi una década de la mayor parte de centros de enseñanza secundaria y universitaria. La labor educativa en los colegios de primaria quedó reducida a copiar citas y eslóganes del Presidente Mao y a memorizar y recitar canciones revolucionarias7. Recuerdos del ambiente represivo de esta época se dan cita en «Una década», cuento que narra cómo una maestra de primaria es acusada por sus alumnos de exhibir prácticas burguesas y revisionistas, motivo por el cual caerá en desgracia ante las autoridades escolares.
La Revolución Cultural se propuso erradicar todo vestigio de la cultura ancestral china, considerada por los maoístas como una rémora para los ideales de la Nueva China. Para ello, se orquestó una campaña, la «Destrucción de los Cuatro Viejos», una cruzada iconoclasta que abogó por eliminar las viejas ideas, la vieja cultura, las viejas costumbres y los viejos hábitos que, como bien afirma Javier Martín Ríos, «aún pervivían en los funcionarios y los dirigentes del partido; [y] para ello Mao Zedong se valió de la juventud para destruir todas las reminiscencias feudales que obstaculizaban la creación ideal del Estado comunista»8. Quizás el lado menos dramático de esta destrucción fue el cambio masivo en las denominaciones de calles, negocios, escuelas, teatros, restaurantes, periódicos (cambios que asimismo se observan en la narrativa de Ha Jin) e, incluso, en los nombres de pila de los propios Guardias Rojos, quienes escogían otros más apropiados y acordes con los nuevos aires revolucionarios9.
A partir del verano de 1966, numerosas familias con un origen social calificado de «malo» (es decir, aquellas acusadas de burguesas, pequeño-burguesas o revisionistas) vieron como sus propiedades fueron confiscadas o destruidas. Muchas de estas familias no solamente sufrieron la expropiación de sus bienes sino que también fueron repatriadas a las regiones de sus antepasados dejando así limpias de su perversión los barrios donde vivían. El aniquilamiento de la cultura afectó también al patrimonio histórico chino (público o privado) que fue saqueado y desmantelado como sucedió con el Templo y la tumba de Confucio así como con numerosas bibliotecas y museos de todo el país. Del mismo modo, los Guardias Rojos también se incautaron de oro y moneda extranjera, substracción bien recibida por las autoridades quienes consideraban que de este modo se recuperaba una riqueza ganada ilícitamente por las clases explotadoras10. Al haber quedado paralizada la educación como consecuencia del cierre de centros educativos, los jóvenes disponían de escasas opciones en las cuales poder ocupar su tiempo: o bien regresaban a sus casas o se alistaban en el Ejército Rojo. Sin embargo, muchos niños y adolescentes que no tenían la edad para la vida castrense, prefirieron formar parte de escuadrones de jóvenes guardias rojos y manifestar de este modo su fidelidad al Presidente Mao.
La violencia extrema y descontrolada de los primeros tiempos de la Gran Revolución Cultural China alcanzó a la familia de Ha Jin. Su madre sufrió todo tipo de humillaciones puesto que su padre (el abuelo materno del escritor) había sido terrateniente y, por consiguiente, un enemigo de clase. Asimismo, los soldados también destruyeron la biblioteca del padre quien, por otra parte, al haber sido miembro del ejército popular se había involucrado activamente en la difusión de los ideales culturales maoístas11. Pese al hostigamiento sufrido por su familia, resulta sorprendente que el joven Jin formara parte durante años de la Pequeña Guardia, período que recuerda haberlo pasado «portando brazaletes, ondeando banderas y cantando canciones revolucionarias»12.
Cuando todavía no había cumplido los catorce tuvo que mentir sobre su edad para poder ingresar con algunos de sus compañeros (como él, hijos de militares de rango) en el Ejército Popular de Liberación que no admitía a jóvenes menores de dieciséis años. Durante los cinco años y medio de su etapa castrense pasada en un puesto fronterizo entre Manchuria y la Unión Soviética, Ha Jin estuvo ocupado en el suministro de munición antes de pasar a trabajar como radiotelegrafista. Al no poder optar por una educación formal, muchos soldados intercambiaban a escondidas obras proscritas por el régimen. Fue así como pudo leer el Quijote13 y alguna novela de autores clásicos de la literatura rusa. Con Tolstoi, Dostoievski, Chéjov o Pushkin logró desarrollar posteriormente una enorme afinidad puesto que, según sus propias palabras, «el mundo que describían me recordaba al mundo que yo experimenté... una vida bastante dura»14. De ellos también aprendió el pathos de la vida15.
A finales de 1969 Ha Jin llegó a participar en las escaramuzas que se venían produciendo en la frontera que el río Ussuri traza entre China y la Unión Soviética16. La escalada de tensión entre ambas potencias favoreció que se acrecentaran los rumores sobre un ataque soviético a Manchuria. Eso motivó que muchos jóvenes chinos se alistaran al ejército convencidos de que era mucho mejor morir combatiendo como un mártir contra el enemigo que hacerlo en el hogar familiar o en un refugio antiaéreo17. Su experiencia militar quedó reflejada en Ocean of Words (1996), volumen de cuentos en donde se recuerdan las penurias sufridas por los soldados chinos a consecuencia del frío extremo y la enorme escasez de alimentos.
Tras dejar el ejército con diecinueve años, Ha Jin estuvo trabajando como telegrafista para la Compañía Ferroviaria de Harbin durante tres años. Sus vivencias personales y anécdotas desempeñando este oficio en el ejército y en Harbin quedarán plasmadas en «Love in the Air», relato que indaga en los supuestos flirteos a través de las ondas entre dos telegrafistas y el temor existente de Kang, uno de los protagonistas, a que su historia amorosa con la dulce voz objeto de sus deseos pudiera ser interpretada como acto burgués y subversivo. Por aquel entonces, Ha Jin había tomado la firme decisión de estudiar cuando las universidades abrieran sus puertas. El trabajo de radiotelegrafista le permitió disponer de tiempo libre las noches que pasaba en vela por lo que, según ha contado en numerosas ocasiones, «pude leer cualquier cosa a la que pudiera echar mano y, a partir del segundo año, comencé a seguir un programa de aprendizaje del inglés en China»18. Así pues, escuchando todos los días programas de radio de media hora en inglés, comenzó a aprender la lengua de manera instrumental ya que su idea inicial era poder leer libros en inglés.
Acabada la Revolución Cultural en 1976 tras el fallecimiento de Mao y el posterior arresto de la Banda de los Cuatro, el país inició una nueva andadura caracterizada por signos aperturistas. En 1977 se reabrieron las universidades. Ha Jin fue admitido un año más tarde en el programa de inglés de la Universidad de Heilongjiang en Harbin. El propio escritor reconoció que entre sus prioridades no se encontraba hacer una carrera universitaria en esta lengua: «en mis dos primeros años de estudio, realmente nunca me gustó. Estudié más intensamente durante mi tercer y cuarto año porque quería aprender literatura y tenía que aprobar un examen en inglés»19. Entre sus recuerdos de aquellos días en Harbin, Ha Jin siempre destacó las enormes dificultades que le supuso articular el idioma correctamente, llegando a afirmar que le «dolían la mandíbula, la lengua y la garganta» y que algunos de sus compañeros de clase llegaban a tomar «incluso analgésicos debido al intenso dolor que tenían en la boca»20.
Tras finalizar sus estudios en 1981 en Heilongjiang, Ha Jin accedió a cursar un Master of Arts en literatura norteamericana en la Universidad de Shandong. Allí conocerá a Lisha Bian, profesora de matemáticas, con quien se casará en julio de 1982 y tendrá un hijo. De esta época es una anécdota que posteriormente se convertirá en la trama de una de sus novelas: un día que se encontraba visitando a sus suegros, vio a un hombre alto que, según le comentó Lisha, había esperado dieciocho años para poder casarse con su segunda esposa, un matrimonio que tampoco funcionó. El escritor sorprendió a su mujer afirmando medio en broma que dicha anécdota podría funcionar bien como argumento para una novela. No será hasta principios de la década de 1990 cuando comience a escribir Waiting (publicada en español como La espera), novela que aparecerá en 1999 en Estados Unidos convirtiéndose en su primer gran éxito literario. La mirada retrospectiva a la China de su juventud que Ha Jin recoge en esta obra fue suficiente motivo para que La espera recibiera ese mismo año el prestigioso National Book Award y el Premio PEN/Faulkner Award en 2000, galardón este último que volvería a recibir en 2005 por War Trash (traducida al español por Despojos de guerra), una novela ambientada en la Guerra de Corea.
Tras finalizar en 1984 sus estudios de máster y aconsejado por profesores visitantes Fulbright de su universidad, Ha Jin accederá a marcharse a los Estados Unidos para realizar el doctorado. Consiguió ser becado por la Universidad de Brandeis, una prestigiosa institución privada en Massachusetts. Como el propio autor ha reconocido en entrevistas, esta era una magnífica oportunidad para poder perfeccionar el idioma y volver a su país para trabajar como traductor21. Sus dos primeros años en Brandeis hasta la llegada de su esposa fueron realmente difíciles debido a la sensación de soledad que le embargaba. Según ha expresado el escritor, como sustento espiritual, la mente china no cuenta con un poder más allá de la humanidad sino que necesita ampararse en una sociabilidad que Ha Jin atribuye a la ausencia de una creencia religiosa en la vida después de la muerte. Quizás sea esta la razón por la que los chinos intentan vivir en esta vida lo mejor que pueden y temen la muerte y la soledad que esta produce. La soledad no es por consiguiente bien asumida por la mente china, de ahí el comportamiento gregario de esta comunidad y el escaso número de exiliados que viven aislados en los Estados Unidos22.
La soledad no solo se convirtió en la peor compañera en sus inicios en los Estados Unidos. A partir del segundo año, Ha Jin tuvo que hacer frente a las enormes dificultades económicas con las que se encontró una vez finalizada su beca de doctorado. Asimismo, se vio obligado por las circunstancias económicas a ganarse su propio sustento trabajando en diversos trabajos a tiempo parcial, bien fuera de camarero en restaurantes, limpiando casas o de vigilante nocturno23. Durante estos arduos meses comenzó a realizar sus primeros escritos en poesía en inglés que desempeñaba con enorme dificultad durante las largas noches en las que trabajó de vigilante. Su primera obra, Between Silences, es un libro que recoge composiciones poéticas escritas a mitad de la década de 1980 pero que hacen referencia a experiencias personales entre 1960 y 1970 en China. Between Silences, su primera obra, verá la luz en 1990 si bien Ha Jin ya la había entregado a imprenta en agosto de 1988, casi un año antes del incidente de la Plaza de Tiananmen.
La realidad política y social de su país así como su propia existencia quedarían marcadas de forma definitiva tras el incidente de la Plaza de Tiananmen en Pekín. En junio de 1989 el gobierno chino dio la orden al ejército de sofocar las protestas estudiantiles que se manifestaban contra las insuficientes reformas emprendidas por el Presidente Deng Xiaoping. Junto a su esposa, Ha Jin asistió horrorizado en su pequeño apartamento de Boston a la cobertura mediática que las televisiones internacionales ofrecieron de la violencia con la que el gobierno chino puso fin a las manifestaciones:
Me encontré en estado de shock durante mucho tiempo porque para mí todo se había puesto patas arriba. Había servido en el Ejército de Liberación Popular. Estábamos financiados por el pueblo para servir al pueblo, para proteger al pueblo. Por esa razón nos llamábamos el Ejército Popular. Me era imposible servir a dicho estado. Por aquel tiempo, todas las universidades pertenecían al estado por lo que cualquier puesto de trabajo suponía un nombramiento estatal24.
El incidente de Tiananmen, «la fuente de toda la problemática»25 según sus propias palabras, selló definitivamente su rumbo como escritor en lengua inglesa en los Estados Unidos. Descartada la posibilidad de volver a China, Ha Jin y su esposa dedicaron todos sus esfuerzos para que su hijo pequeño se reuniera con ellos y evitarle así estar atrapado en «un ciclo de violencia y sufrimiento»26. El cambio de planes supuso también pensar en formas de sobrevivir en los Estados Unidos. El rápido cambio en los planes familiares obligará a Ha Jin a considerar seriamente la posibilidad de dedicarse profesionalmente a la escritura. En una entrevista llegó a afirmar las imperiosas necesidades por publicar con celeridad puesto que el tiempo corría en su contra:
...debido a la masacre de Tiananmen no podía regresar [a China] por lo que tenía que ingeniármelas para sobrevivir. Tenía algunos amigos que enseñaban escritura creativa y que tenían algunos libros en su haber y pensé que, si seguía escribiendo, de poder quizás publicar otros tres libros, podría conseguir un trabajo decente. Le pregunté a mi esposa: «¿Puedes darme ocho o nueve años?». Y ella me contestó: «Está bien»27.
Con anterioridad al incidente de Tiananmen, Xuĕfēi Jīn había decidido adoptar el seudónimo de Ha Jin por dos razones fundamentales: en primer lugar, la parte inicial del mismo era un reclamo a la vez que un homenaje a la ciudad de Harbin, donde había realizado sus primeros estudios universitarios; en segundo lugar, consideraba que un nombre monosilábico sería más fácil de pronunciar y retener para lectores occidentales, principalmente anglosajones.
La decisión de permanecer en los Estados Unidos de forma permanente enfrentó a Ha Jin a su primer gran dilema como escritor: ¿en qué lengua debería publicar su obra? Hacerlo en su lengua materna en los Estados Unidos le podría suponer una enorme dificultad para hallar editoriales que publicaran obras en chino debido al escaso número de potenciales lectores en ese país. Por otra parte, la censura que con el paso del tiempo impusieron las autoridades chinas a su literatura iba a hacer imposible que su obra pudiera publicarse en China o ser exportada allí desde los Estados Unidos. La decisión de escribir en inglés iba a constituir un largo viaje sin retorno, ya que supondría su renuncia definitiva a hacerlo en chino. Esta elección le abría, asimismo, la posibilidad de sobrevivir junto a su familia en los Estados Unidos: «tardé bastante, sobre un año, decidirme a escribir en inglés... debido a la necesidad de existencia, del sustento»28.
Como cabía esperar, la decisión de desestimar su lengua nativa (la cual consideraba excesivamente contaminada por el lenguaje revolucionario y la jerga política)29 le ha supuesto numerosas críticas por parte de intelectuales chinos que le han acusado de traicionar su lengua y cultura y de ser un instrumento de los medios de comunicación americanos para difamar a China30. Lejos de sentirse incómodo con las críticas hacia su posible disidencia, Ha Jin ha arremetido contra sus detractores a quienes cuestiona si dicha acusación no deberían redirigirla al país que le impide desarrollar su labor con honestidad e integridad artísticas. La lealtad, escribe en The New York Times, es una calle de doble sentido puesto que él, como autor, al intentar escribir sobre China y sobre su historia, se ha sentido traicionado por un país que acalla las voces de sus súbditos y hace imposible la libertad artística.31
No habiendo todavía finalizado su tesis doctoral sobre la poesía modernista de Ezra Pound, William Butler Yeats, T.S. Eliot y W.H. Auden y su relación con la literatura y cultura chinas32, Ha Jin obtuvo una beca para cursar un Master of Creative Writing en la Universidad de Boston en 1991. Entró así a formar parte de uno de los programas de Master in Fine Arts más prestigiosos del país, coincidiendo como compañero de clase con otro escritor chino-americano, Peter Ho Davies y la escritora bengalí-americana Jhumpa Lahiri. Si bien Lahiri se convirtió en ardua defensora de sus primeros intentos narrativos, muchos de sus compañeros llegaron a sentirse totalmente desconcertados por la temática y la brutalidad explícita de algunos de los relatos que Ha Jin presentaba en los talleres de escritura creativa. Su profesor, Leslie Epstein, dirá de Ha Jin que «es uno de los grandes poetas de la violación»33, temática, por otro lado, tan presente tanto en algunas de sus historias como en su novela La espera.
Acabada su tesis doctoral en Brandeis en 1992 y aprovechando una extensión del visado facilitado por el gobierno americano a todos los profesores y alumnos chinos, Ha Jin fue contratado en 1993 para impartir clases de poesía en la Universidad de Emory en Atlanta. Su actividad literaria durante los ocho años que pasó en esta institución fue febril. Comenzó a escribir narrativa y produjo tres volúmenes de relatos cortos: Ocean of Words (1996), Under the Red Flag (1997) y The Bridegroom (2000); dos novelas: In the Pond (1998) y Waiting (1999). Asimismo, entregará a la imprenta otros dos volúmenes de poesía: Facing Shadows (1996) y Wreckage (2001). Si bien reconocía sentirse presionado por la urgente necesidad de publicar, Ha Jin admitió haber tenido suerte porque todo lo que escribía terminaba viendo la luz al poco tiempo.
Desde sus comienzos en Emory volverá a leer a los autores rusos, práctica que había abandonado en sus días en el ejército chino y que volvería a retomar en sus años de doctorado en Boston. En una entrevista comenta cómo realiza sus primeras incursiones en la narrativa:
Me encanta la poesía así como algunos poetas contemporáneos como Louise Glück. Pero cuando me pasé a la narración, comencé a leer cada vez más a los autores rusos, traducciones contemporáneas de ficción clásica rusa. Me sentí nutrido por este tipo de narrativa que ya había comenzado a leer en la Universidad de Boston, cuando estudiamos a Dovstoevsky y Chéjov. Chéjov ocupaba un lugar preeminente34.
En 2002 accederá al puesto de profesor titular en la Universidad de Boston donde desde entonces y hasta la actualidad imparte cursos de escritura creativa. Su labor escritora ha mantenido esa alta producción que ya tuviera en Emory y en los últimos doce años ha logrado sacar a la luz cuatro novelas más: War Trash (2004), A Free Life (2007), Nanjing Requiem (2011) y A Map of Betrayal (2014); asimismo, en este período de tiempo también ha publicado su cuarto libro de relatos cortos A Good Fall (2009), un libro de ensayos The Writer as Migrant (2008) y un libreto para una ópera, The First Emperor (2006), en colaboración con Tan Dun. Profesionalmente, Ha Jin parece haberse establecido de forma definitiva en la Universidad de Boston35 donde imparte habitualmente clases de literatura de emigración y dirige un taller sobre escritura creativa a alumnos de postgrado.
Ha Jin reconoce que la base de su obra de ficción son hechos reales de los que ha sido testigo o a los que ha tenido acceso a través del relato de personas de su entorno hasta el punto de admitir que «al menos el noventa y cinco por ciento de los detalles ocurrieron en realidad»36. Si bien ha dejado claro que sus narraciones no son autobiográficas («no escribo sobre mí, y no me encuentro cómodo escribiendo obras autobiográficas»37), el paralelismo existente entre el contenido y la temática de las mismas con su propia evolución personal es indudable. Sin ir más lejos, la publicación de sus cuatro colecciones de relato corto sigue una trayectoria espacio-temporal que se corresponde directamente con la experiencia vital del autor, que abarca situaciones y recuerdos personales en China, su posterior emigración a los Estados Unidos y su adaptación final al mundo occidental.
Las doce historias que componen Ocean of Words. Army Stories, su primer volumen de cuentos, están basadas en sus vivencias en el ejército a principios de la década de los setenta, cuando en la frontera chino-soviética se temía el inicio de un conflicto militar entre ambas potencias. Paula E. Geyh ha observado que la lectura de los clásicos rusos fueron una gran fuente de inspiración y argumenta que con Ocean of Words, Ha Jin se plantea escribir una colección similar a Caballería roja que, en el caso de Isaac Babel (1894-1940), la sitúa en la guerra polaco-soviética de 192038. El título de la colección es una referencia directa a «Ci Hai», literalmente «un océano de palabras y frases», el nombre de un diccionario enciclopédico muy consultado y conocido en China, publicado por primera vez en 1915 y con actualizaciones permanentes39.
Obligados a vivir en un lugar y unas circunstancias difíciles, los protagonistas de esta colección ven cómo la política, la rivalidad entre las dos potencias comunistas o el estado chino afectan directamente su forma de sentir y relacionarse y ahí es precisamente donde ahonda el autor. Los soldados protagonistas de estos relatos padecen hambre y frío, son jóvenes que tienen poco interés en cuestiones políticas, disfrutan de una comida caliente, de juegos de cartas o ping-pong y las películas.
Su segunda colección, Under the Red Flag, que remite por su título al cliché maoísta «Nacido en la Nueva Chica, criado bajo la bandera roja»40, supone un acercamiento a la población y el modo de vida de la China rural durante los años de la Revolución Cultural y a la imposición de los ideales de la revolución con objeto de erradicar los valores de la tradición ancestral china. Este choque entre dos mundos y dos formas de ver la vida son la columna vertebral de los relatos que la componen y que ya habían aparecido previamente en numerosas revistas americanas. Las historias de Under the Red Flag tienen lugar en la ficticia ciudad de Dismount Fort (Colonia del Llano)41 y otras aldeas cercanas, escenarios inspirados en zonas rurales de la provincia de Liaoning donde residió el autor durante su infancia: «yo conocía muy bien el campo. Me lo podía imaginar muy bien, así que imaginé un lugar y creé un pueblo así»42. Los personajes son campesinos, burócratas, militares y miembros del pueblo llano que conviven y se adaptan a unas circunstancias difíciles en las que se vislumbran cuestiones como el deber, la familia, el honor, la compasión o el ansia de poder. Como resultado de esta tensión, algunos relatos de Under the Red Flag están cargados de violencia, no sólo física y sexual, sino también la que se infringe al alma humana. El propio autor afirma que algunos lectores califican este libro como demasiado crudo y violento, pero él prefiere señalar relatos y circunstancias felices como las que se narran en «Una llegada inesperada»43.
El denominador común de los cuentos que componen The Bridegroom es la confluencia entre la China post-maoísta con el mundo occidental. Al igual que sucede en el caso de la Colonia del Llano, Ha Jin crea la ciudad de Muji como escenario ficticio de unas historias que se sitúan a comienzos de la década de 1980, cuando China parece experimentar ciertos cambios y signos de aperturismo que no son significativos ni perdurables. En esta colección resulta fácil identificarse con unos personajes cuyas aspiraciones son modestas y universales a la vez: conseguir un trabajo fijo, un salario decente, un techo digno, así como asegurar el futuro de unos hijos. Lamentablemente, los obstáculos que surgen por la burocracia estatal, la brutalidad policial y la injusticia impiden que agricultores, maestros o dependientes lo consigan, limitando sus posibilidades de conseguir una vida mejor. Tal y como afirma Claire Messud sobre esta colección, «más que sobre las experiencias individuales de sus protagonistas, sus relatos profundizan en las injusticias del sistema»44, un tema y unas circunstancias que el autor presenta acompañados de ciertas dosis de humor negro.
La última de las colecciones hasta la fecha, A Good Fall, vuelve a incluir un total de doce relatos que, al igual que en las dos anteriores, habían aparecido previamente en diferentes revistas. Las historias se sitúan en los Estados Unidos y tratan el tema de la inmigración en profundidad. En esta ocasión, Ha Jin elige la ciudad de Flushing, en el estado de Nueva York, como escenario de sus historias, si bien este lugar aparece mencionado por vez primera en «La mujer de Nueva York» de su colección anterior. La experiencia migratoria del autor se revela de forma clara en la temática y tipología de los personajes A Good Fall, de hecho, Ha Jin reconoce que se trata del tema que siente más cercano, el que más le afecta como persona45.
Esta antología que ahora publica Ediciones Encuentro es la primera edición de relatos cortos de Ha Jin en castellano. Si bien existen traducciones de sus tres primeras novelas y de su única obra de ensayos, hasta el día de hoy no se han traducido ninguno de sus tres poemarios ni ninguna de sus tres colecciones de cuentos. Resulta bastante sorprendente y paradójico que la ficción breve de este escritor, objeto de numerosos premios y reconocimientos, apenas haya suscitado el interés de lectores y críticos en lengua castellana muy posiblemente como consecuencia del prejuicio que todavía permanece de forma latente hacia este género literario. Quizás sea este hecho por encima de cualquier otra razón lo que justifique la necesidad de la presente antología que recoge trece de los cuentos más reseñables de este escritor chino-americano. Parece adecuado que, en el caso de Ha Jin, cuya narrativa breve sigue de cerca el desarrollo de su propia vida, la selección de los relatos siga también un orden cronológico. «Una llegada inesperada» da título y abre esta publicación por ser uno de los cuentos más amables y entrañables del autor, además de que cumple con la función de introducción no ya a la literatura particular de Ha Jin, sino también a la lectura de otras narraciones donde se reflejan hechos y circunstancias de tono más amargo. A modo de metáfora, esta colección de relatos puede considerarse también como una verdadera llegada inesperada al panorama literario contemporáneo escrito en lengua castellana.
Dada la gran cantidad de cuentos existentes y teniendo en cuenta las intenciones iniciales de los editores, se estableció el criterio temático como base fundamental en la selección de las historias que componen esta antología. Así, se han escogido relatos que responden de manera significativa a los principales temas que trata el autor y que, aunque con cierto tono local, son universales y fácilmente comprensibles por el lector occidental. Es el momento de advertir que, en este volumen, no se recoge ningún cuento de Ocean of Words precisamente por no responder a las principales líneas temáticas que fundamentan esta selección. Recordemos que este libro se compone de historias militares basadas en la propia vida del escritor en el ejército popular chino y que, de haberlos incluido, se habría producido cierto grado de extrañeza y desconexión con el resto de los cuentos seleccionados.
Esta selección particular obedece e ilustra de forma clara las dos grandes áreas de la producción literaria de Ha Jin: el individuo frente al sistema político opresor y subyugador y la experiencia migratoria de la población china en los Estados Unidos. Siguiendo este principio que mueve a los editores de esta antología, se han distribuido los relatos en dos bloques principales, que también se corresponden con dos lugares y dos culturas diferentes: China y Estados Unidos. Independientemente de esta clasificación, las aspiraciones de Ha Jin como escritor van más allá de las nacionalidades y las fronteras físicas: «a través de mi escritura intento presentar una nación... aquella del sufrimiento humano. Si es literatura debe tener un significado universal, que sea reconocible por todos»46. Es precisamente esta universalidad de temas y situaciones la que condiciona y motiva la presente publicación.
El propio autor es consciente de que uno de los principales temas que recorren su ficción es el del individuo frente al omnipresente papel subyugador del Estado y de cómo aquél se siente en todo momento impotente ante dichas imposiciones y restricciones. Para Jerry A. Varsava47 este aspecto ya se vislumbró en el poema «A Dead Soldier’s Talk»48 que cuenta la muerte de un soldado que se arroja a un río helado para salvar una estatua de escayola del Presidente Mao que había caído al agua. Este enfrentamiento entre individuo y estado también fue señalado con anterioridad por Begoña Simal en su comentario a las historias de Ocean of Words las cuales «revelan los conflictos absolutos entre las legítimas aspiraciones humanas y un sistema político y social restrictivo»49.
Los relatos que se incluyen en esta primera categoría tienen lugar en China durante la Revolución Cultural (1966-1976) y la era que se inaugura con la muerte de Mao que acarrea la caída en desgracia de la Banda de los Cuatro y el ascenso al poder de Deng Xiaping en 1978. Cuentos como «Una llegada inesperada», «A plena luz del día», «Nubarrones sobre un funeral» y «Una década» transcurren durante la Revolución Cultural mientras que, desde un punto de vista cronológico, «Vivo», «El novio» y «Una broma pesada» tienen lugar a finales de la década de 1970 y a lo largo de toda la de 1980.
En todos estos cuentos se observa el continuo hostigamiento del Estado hacia las libertades del individuo así como el intento de las autoridades por erradicar las tradiciones más ancestrales del país. Los valores de la «Nueva China» que prescribe el régimen maoísta pretenden combatir los vicios, la corrupción, las supersticiones y las antiguas creencias que se asociaban con la China milenaria. El nuevo régimen intentaba también corregir comportamientos en los ciudadanos que consideraba subversivos, contrarrevolucionarios o herencia de los males del capitalismo. Sin embargo, pese a los intentos gubernamentales por aniquilar la tradición de la «Vieja China», inspirada en el pensamiento confucionista que ensalzaba valores como el respeto a los padres, a la institución patriarcal o la veneración a los antepasados, los relatos de Ha Jin evidencian el enorme arraigo que dichos valores tienen en el pueblo bajo y la dificultad de la autoridades para imponer la revolución50.
La tradición ancestral de la medicina milenaria china y las viejas supersticiones populares forman parte del eje temático de «Una llegada inesperada» cuento en el que el pequeño Lei, hijo de un oficial del ejército, está a punto de morir de calenturas. Sus cuidadores, el matrimonio Jia, pondrán sus esperanzas en la medicina tradicional china y la interpretación del doctor cuando diagnostique que «había demasiado fuego en el niño» y que el pequeño «tenía el Yang demasiado fuerte por lo que la medicina era para reducir el fuego y aumentar el Ying». Del mismo modo, la persistencia cultural de la China milenaria quedará puesta de manifiesto cuando Ning convenza a su marido de la imposibilidad de apadrinar al pequeño ya que cree que, habiendo trabajado de prostituta y no haber concebido nunca a ningún hijo, era una mujer cuya mala suerte sería sin duda heredada por el pequeño.
La vieja lucha entre los valores nuevos maoístas y la tradición china es el tema fundamental de «Nubarrones sobre un funeral». Ding Liang, jefe de una comuna, se ve ante el dilema de tener que cumplir la última voluntad de su madre de no ser incinerada y las órdenes que impone el Partido: «Tenemos una responsabilidad, no solo hacia los muertos sino, lo que es más importante, hacia las generaciones venideras. Es nuestro deber dejarles una tierra apta para el cultivo». En su intento de poder compaginar deber filial y lealtad al partido, Ding decidirá incinerar a su madre no sin anunciar antes que fue su progenitora la que pidió su propia incineración al ser consciente de la importancia de preservar la tierra para las futuras generaciones. Como bien señala Paula E Geyh, su actuación hará que Ding Liang aparezca ante todos como buen patriota y buen hijo51.
En el resto de los relatos que acontecen en China, la temática del individuo oprimido por el poder del Estado es constante. En «Una década» la narradora recuerda cómo cuando a comienzos de la Revolución Cultural, los chicos de su clase y ella acusaron a Zhu Wenli, su joven profesora de primaria, ante las autoridades escolares por actitudes contrarrevolucionarias, lo cual le llevará a ser desterrada al campo para ser reformada mediante los duros trabajos de la vida agraria. Dicho castigo no supuso motivo de preocupación para la narradora ya que por aquel entonces no le importaba adónde pudiera ser llevada Zhu Wenli: «Adonde fuera enviada, se lo había ganado a pulso». El componente autobiográfico de esta narración parece evidente: el propio Ha Jin recuerda que cuando era joven no era consciente del sufrimiento de la gente ante casos de delación formulados por los chicos ante sus maestros52. Pasada una década, cuando la narradora quiera volver a reunirse con su antigua profesora, se encontrará que la estancia de esta en el campo la ha transformado en una persona zafia y sin modales.
Dentro de los vicios a erradicar de la Vieja China, la prostitución ocupaba un papel primordial. La Nueva China maoísta estigmatizaba esta práctica al considerarla como perversión occidental y, al mismo tiempo, acusar a sus profesionales de lucrarse con dinero de los clientes. En zonas rurales chinas era frecuente castigar a las prostitutas haciéndolas desfilar por las calles de los pueblos con carteles colgados del cuello que ahondaban en su angustia y suponían un escarnio público. Este es el tema de «A plena luz del día» en donde la protagonista, Mu Ying, se enfrenta al terror de morir abrasada bajo la Lámpara del Cielo, la muerte que se prescribía a las prostitutas en la China premaoísta, o al injusto juicio de los Guardias Rojos quienes la acusan por actos subversivos y contrarrevolucionarios.
Una vez que se dio por amortizada la década de la Revolución Cultural, China comenzará a mostrar signos aperturistas bajo el mandato de Deng Xiaoping. Sin embargo, temas como la homosexualidad o las apuestas en los juegos se consideraron vicios capitalistas o burgueses asociados a Occidente y que debían ser tratados con la máxima severidad. En «El novio», Huang Baowen, un apuesto joven, decide formalizar un matrimonio de conveniencia con Beina, una muchacha bajita y poco agraciada, para poder así esconder sus inclinaciones homosexuales. Al ser descubierto el delito por parte de las autoridades, su suegro, narrador y persona influyente, conseguirá que su yerno sea tratado como enfermo evitándole así tener que sufrir la cruda represión estatal. Baowen aceptará siempre y cuando su anomalía sea tratada mediante electroterapia según los preceptos que el Ministerio de Salud Pública impone para estos casos. Para Fatima Wu, «la desviación de las normas sexuales en la cultura China supone algo más que la simple violación de un código moral, también se considera una peligrosa afirmación de la voluntad individual que amenaza el orden político»53.
En los dos últimos cuentos de esta primera clasificación, el lector asiste atónito a la injerencia de las autoridades en la vida de los ciudadanos. En «Vivo», Tong Guhan se ve obligado a emprender un largo viaje a Ciudad Taifu para reclamar el pago de una deuda. Este viaje no sólo será la prueba que necesiten los gerentes de su empresa para poder ascender a Guhan como jefe de fábrica sino que para el propio protagonista será la oportunidad de poder reclamar una nueva vivienda que pueda ceder a su hija y a su futuro yerno. Cuando se encuentre de viaje de negocios en una parte remota del país, la zona sufrirá un terremoto devastador que dejará a Guhan sumido en una amnesia que le impedirá recordar quién es. Ante el caos producido por el desastre natural, las autoridades chinas emprenderán una campaña de creación de nuevas familias entre los supervivientes con el objeto de restablecer el orden social y conseguir refugio para niños y ancianos sin hogar. En la sociedad china que se plantea en «Vivo», la estabilidad social es primordial y ante ello poco importan las libertades personales. La campaña de creación de nuevas familias supone un restablecimiento de la normalidad. Para nada se tiene en cuenta el amor entre los cónyuges o lo artificial que pueda resultar esta nueva reestructuración social que ha de hacerse tras la catástrofe. Cuando finalmente recupere la memoria, Tong Guhan se deberá enfrentar a su auténtica realidad: tener que aceptar a la esposa y al niño que el estado le ha proporcionado, o regresar a su ciudad, como si se tratase de un espíritu (puesto que todo el mundo le había dado por muerto) y esperar la acogida de su familia natural.
En «Una broma pesada», último relato dentro de esta primera clasificación, se pone de manifiesto el aplastamiento del individuo por parte del aparato estatal. En este caso, la maquinaria opresora gubernamental se empeña en humillar a dos seres humildes, víctimas de un chiste que ha degenerado en un malentendido. Así, cuando dos paletos vayan a unos almacenes para comprar unos mocasines y comprueben la subida de los precios, reaccionarán afirmando que «Todos los precios suben excepto nuestro presidente que nunca crece». Si bien los protagonistas, dos ignorantes que provienen del campo y que apenas conocen nada de la vida política del país, hacían referencia al Presidente Lou de su comuna, la broma circulará por toda la ciudad con una modificación que pondrá en cuestionamiento la estatura del Presidente Deng Xiaoping. Este chiste manipulado o tergiversado al haber circulado de boca en boca llevará a sus creadores a prisión. «Una broma pesada», el relato más breve de la antología, está cargado de un «efecto tragicómico, donde la risa esconde amargura y lágrimas»54 y que, sin embargo, no deja impasible al lector quien asiste perplejo a la injusticia de un estado que aplasta a sus ciudadanos más indefensos.
Sobre la emigración, y las aspiraciones, dificultades y frustraciones que conlleva, Ha Jin escribe de forma tan descriptiva que poco deja a la imaginación del lector. Aunque en un principio se definía a sí mismo como «escritor que vive en América, que escribe en inglés, pero soy un escritor chino»55, actualmente, con el paso de los años, reconoce que «China cada vez le queda más lejos [y que] ahora se siente más cercano a los Estados Unidos»56, afirmación del todo lógica si se tiene en cuenta que el autor vivió en China alrededor de treinta años, y que, desde entonces, vive en un país occidental y habla y escribe en una lengua que no es la suya materna. Estas circunstancias particulares hacen que la emigración se haya convertido en uno de los temas que le afectan de forma más directa y que mejor sabe elaborar, ya sea en forma de narrativa (novela o cuentos) o ensayo.
La historia de la emigración china a Estados Unidos se remonta a mediados del siglo XIX, cuando se produce un éxodo masivo de chinos a la costa oeste norteamericana tras el descubrimiento de minas de oro en California en 1849. Este hecho, unido a las fuertes hambrunas que se produjeron en provincias como Guangdong, propició que miles de ciudadanos chinos emigraran a Estados Unidos con la intención de hacer fortuna y poder regresar más tarde a su país de origen. Este particular sueño americano pronto se desvaneció ante la dura realidad que encuentran los inmigrantes chinos en Norteamérica: condiciones laborales deplorables y salarios ínfimos que les lleva a luchar por la simple supervivencia. El bajo coste de esta mano de obra inmigrante hizo que estos trabajadores se impusieran a la contratación de blancos, por lo que pronto surgieron conflictos raciales y un sentimiento de sinofobia generalizado. Ante esta situación, los obreros chinos tenían dos opciones: volver a casa o refugiarse en los barrios chinos que ahora comenzaban a surgir en la zona oeste del país. En estos guetos aislados los emigrantes encuentran protección y posibilidad de manutención, aunque permanecen aislados del resto de la sociedad, dificultando así la posibilidad de integración y adaptación al país de acogida. Por este motivo, se les acusó de inadaptados y marginados voluntarios. El fuerte racismo que se generó contra los chinos durante la fiebre del oro tiene su expresión más clara con la Chinese Exclusion Act (Ley de Exclusión China) aprobada en 1882 y cuya finalidad principal fue la de expulsar y casi prohibir la entrada de esta población a los Estados Unidos. Este racismo injustificado se mantuvo en el tiempo y no fue hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando China pasó a convertirse en nación aliada, que esta ley no fue derogada (1943). Desde entonces, la emigración china tiene una naturaleza diferente: ya no son solo hombres los que se trasladan a trabajar, sino familias enteras las que deciden marchar a Estados Unidos para conseguir una vida con más oportunidades. Así, en la actualidad, se observa que la población china ha pasado de ser un grupo étnico minoritario a convertirse en etnia nativa, consiguiendo un gran nivel de aceptación e integración en Norteamérica.
En su libro de ensayos El escritor como migrante (The Writer as Migrant), Ha Jin se desnuda como emigrante y expone toda su experiencia y sentir personal ante este tema tan complejo. En su prefacio habla de las distintas motivaciones y circunstancias que afectan y condicionan el fenómeno migratorio y así distingue entre exiliados, refugiados, emigrantes e inmigrantes. Su posición es clara al respecto: Jin no se ve como un exiliado o un refugiado político, sino que se califica a sí mismo como «emigrante» para ser lo más inclusivo posible con todos los que han pasado por esta experiencia57. Debido a su alejamiento físico y sentimental de China junto con su ya prolongada estancia en Estados Unidos, se aprecia cómo Ha Jin ha evolucionado como persona y como autor, «de considerarse como portavoz de los desfavorecidos a definirse como artista»58.
Los cuentos sobre emigración seleccionados en esta antología son: «Niños como enemigos», «Una belleza», «Avergonzado», «La casa del cerezo llorón» y «Una buena caída». El relato «La mujer de Nueva York» funciona como bisagra entre ambos escenarios, ya que se desarrolla en China, pero trata el tema de la emigración desde el punto de vista del emigrante retornado, que ha vivido y experimentado los dos mundos y manifiesta claros signos de inadaptación en ambos. En este cuento se narra la historia de Jinli que vuelve a China tras cuatro años en los Estados Unidos y encuentra que ha perdido su trabajo, su matrimonio y hasta a su propia hija; además, se da cuenta de que el dinero conseguido en el extranjero tampoco le sirve de nada en su país, donde se siente como una verdadera extraña. El hecho de ser emigrante retornada de un país occidental hace que sus propios conciudadanos desconfíen de ella: «no sabemos lo que hizo usted en Nueva York, o cómo vivió durante los últimos años. ¿Cómo podemos confiar en usted? Somos responsables de proteger el nombre de nuestro país». Se aprecia aquí que el salto entre oriente y occidente, pese a ser factible, no es satisfactorio para nadie; es más, su protagonista resulta muy mal parada al intentar quedarse con lo mejor de ambos mundos.
El resto de los relatos de emigración, extraídos de A Good Fall, tienen lugar en Flushing, un barrio situado en la parte norte de Queens, Nueva York. A diferencia de los escenarios de las colecciones anteriores, se trata de un lugar real, una comunidad cosmopolita formada por numerosos grupos étnicos, entre los cuales destacan los de origen asiático, principalmente chinos y coreanos. En 2005, en pleno proceso de elaboración de estas historias, Ha Jin visitó Flushing y quedó tan intrigado por la complejidad del lugar que decidió establecerlo como localización de su colección sobre inmigración59. Al estilo de otros Chinatown americanos, Flushing funciona como un microcosmos, un particular gueto en el que los emigrantes hablan, conviven y mantienen sus tradiciones orientales de forma casi aislada.
En este escenario, Ha Jin elabora un retrato variado y muy acertado de la población china en Norteamérica: por una parte hay niños, jóvenes y ancianos, por otra hay estudiantes y profesores universitarios, intelectuales, trabajadores eventuales, profesionales de prestigio, incluso vuelve a incluir prostitutas como protagonistas absolutas de uno de ellos, «La casa del cerezo llorón». Unos intentan integrarse, otros se resisten a ello, pero todos consiguen sobrevivir en el mundo occidental con mejor o peor suerte, algo que en numerosas ocasiones queda sin especificar. Tal y como señala Yingjian Guo en esta colección, «un gran número de estos relatos tiene un final abierto, dejando los principales conflictos y dificultades de los inmigrantes sin resolver»60. La resolución final, por tanto, queda en manos de la imaginación del lector.
Los cuentos «Avergonzado», «La casa del cerezo llorón» y «Una buena caída» están protagonizados por jóvenes chinos que intentan abrirse camino con su esfuerzo y de varias formas posibles. Como le ocurriera al propio Ha Jin, estos personajes lo dejan todo en su país de origen por conseguir una vida mejor. Luchan por sobrevivir realizando trabajos duros, eventuales, en ocasiones ilegales y mal pagados: trabajan como conductores de furgonetas de reparto, trabajadores en talleres de ropa clandestinos, camareros a jornada completa, etc. También sueñan despiertos ante un futuro más esperanzador para ellos y sus familias, bien sean esposa e hijos, bien padres ancianos a los que ayudar. En estos relatos, los protagonistas tienen momentos de soledad, desamparo y desesperanza, aunque consiguen sobreponerse a la adversidad y buscar nuevas alternativas.
El protagonista de «La casa del cerezo llorón» es Wanping, quien reside en una casa en la que tres jóvenes asiáticas ejercen la prostitución bajo la tutela de la señora Chen. Wanping trabaja en un taller de ropa clandestino, planchando diez horas al día de pie, siendo esta la única forma que tiene de mantenerse y pagar el alquiler: «¡Ojalá hubiese aprendido un oficio, como fontanería, reformas del hogar o chi kung antes de venir a los Estados Unidos! Cualquier trabajo habría sido mejor que planchar ropa», se lamenta. A excepción de la propietaria, todos los inquilinos se encuentran en situación de ilegalidad, por lo que se convierten en víctimas del sistema y los abusos de sus propios conciudadanos chinos («las bandas chinas difundían historias de la mafia para intimidar a la gente»). Este es el único relato donde se menciona la violencia, el terror y la presión que ejercen las mafias sobre los inmigrantes desprotegidos por la ley. Aquí aparece la figura siniestra del Croc, quien parece dirigir los negocios oscuros del barrio y al que las prostitutas deben pagar una fuerte suma mensual. Es tanto el control que ejerce y el temor que infringe que suponen «tenía que ser un gangster, o bien el jefe de una banda. Además, era muy probable que pudiera hacer daño a nuestras familias a través de redes en China y Vietnam».
Ante las dificultades y los abusos a los que es sometida la prostituta que ama, deciden escapar del lugar y marcharse a otro lugar del país donde comenzar juntos una nueva vida, «Estados Unidos es un país enorme y podemos vivir en una ciudad remota, con diferente identidad, o movernos de un lado para el otro, trabajando en granjas como los mexicanos. Debe de haber algún modo de poder sobrevivir».
En «Una buena caída» el protagonista es Ganchin, un monje del templo Gaolín explotado como instructor de kung-fu por su propio maestro. Como consecuencia de los abusos de este, se ve en la calle, sin dinero y sin documentación para volver a su país de origen. Para Ganchin, el suicidio se presenta como única salida a su dramática situación y evitar convertirse en una deshonra para sus padres. Afortunadamente, en el último momento, se demuestra que «América es una tierra donde reina la ley y en la que nadie tiene el derecho de abusar de otros de manera impune».
Hongfan, en «Avergonzado», es un estudiante universitario que reparte ropa en Manhattan durante los meses de verano y, aunque trabaja duro, es consciente de que el suyo es un trabajo eventual y de que sus posibilidades de futuro son buenas dentro del mundo universitario: «había venido a Nueva York principalmente para conseguir dinero y para ver la ciudad, algo que el profesor Freeman, mi director de máster, me había aconsejado hacer si quería entender América». Esta situación, un tanto privilegiada, peligra por el hecho de acoger en su domicilio al profesor Meng, que abandona la delegación china con la que visita Estados Unidos con la intención de permanecer en el país («sabía que podían verme como cómplice en el caso del señor Meng, lo que me podría acarrear interminables problemas en el futuro. Quizá no pudiera renovar el pasaporte»).
Estos personajes recién llegados, inadaptados en ocasiones (Ganchin, por ejemplo, no habla inglés), viven al margen de la sociedad que les acoge, relacionándose casi exclusivamente con chinos o asiáticos en situación similar. Se debaten entre la legalidad y la ilegalidad, siempre temerosos de ser repatriados por no tener permiso de residencia. Este temor a las autoridades norteamericanas no es nada comparado con el miedo que muestran ante los tentáculos de la poderosa China y sus funcionarios. Todos se esfuerzan e intentan conseguir el ansiado permiso de residencia con el que establecerse definitivamente en el país y poder vivir tranquilos.
Curiosamente, en los relatos donde los personajes de origen chino están totalmente integrados y legalizados en Norteamérica, las dificultades y problemas impiden la feliz convivencia de la familia. Una vez solventados los problemas económicos, conseguidos buenos trabajos y alcanzada una cómoda estabilidad, se aprecia cómo surgen cuestiones más profundas y complejas, relacionadas con la identidad y la nacionalidad. En ocasiones, la modernidad y el modo de vida americano no sólo no satisfacen a nadie, sino que también perjudican seriamente la convivencia de las familias de origen chino. En «Una belleza» se reflejan los engaños y mentiras que pueden existir entre miembros de una pareja en el mundo actual. Dan Feng sospecha ser víctima de adulterio: «estaba confundido, con la cabeza llena de preguntas y dudas. ¡Cómo le dolía que Gina y Fooming intimaran tanto! Desde el nacimiento de su hija Jasmine hacía un año, había albergado dudas sobre la fidelidad de su esposa». Este temor inicial se va desvaneciendo a lo largo del relato cuando se demuestra que todos sus miedos e inseguridades están relacionados con algo tan banal como la cirugía estética, un cambio que su mujer siempre ambicionó («¡me encanta mi belleza! Es lo mejor que me ha dado América. ¡Por fin tengo una cara que va con mi figura y mi piel!»), pero que a él, sin embargo, le hace replantearse un matrimonio que considera basado en la mentira.
Quizá el cuento más desesperanzador de esta antología sea «Niños como enemigos» al exponer sin ambages cómo el choque cultural entre distintas generaciones de emigrantes causa conflictos familiares irremediables. La convivencia entre abuelos chinos recién llegados a Estados Unidos, padres emigrados pero ya adaptados y nietos norteamericanos se muestra totalmente imposible. Así lo reconoce el propio abuelo protagonista y narrador de los hechos al afirmar que «al ser Gubin nuestro único hijo, creímos que lo mejor era venirnos a vivir con él. ¡Cuánto lamentaba el habernos mudado! A nuestra edad, mi mujer con sesenta y tres y yo con sesenta y siete y en estas circunstancias, nos resulta difícil adaptarnos aquí». Las creencias, actitudes, educación y valores de unos y otros difieren tanto que son más los elementos que les separan que los que los unen. Ante la imposibilidad de unir estas posturas tan irreconciliables, la separación física y el distanciamiento familiar parece ser la única solución viable: «¡Ay si lo hubiera meditado antes de salir de China! Ahora ya es imposible volver y tendremos que pasar los años que nos quedan en este lugar donde incluso tus nietos pueden actuar como enemigos».