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¿Conoces la historia del policía que encuentra a una niña jugando en una calle solitaria, en medio de la más oscura noche? ¿Sabes qué horrible sorpresa se lleva al confrontarla? ¿O la leyenda urbana de la mujer que lleva a un hombre a su "casa", en medio de la más espantosa noche? ¿Imaginas cómo sería si un día despertaras y descubrieras que eres un fantasma? Estos y otros relatos se compendian en estos veinte cuentos breves que narran historias de fantasmas desde diferentes perspectivas: de miedo, de humor, de misterio, en los que prima, sobre todo, la experimentación escritural que invita al lector a imaginar y crear su propia historia de fantasmas.
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Seitenzahl: 35
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Primera edición digital en Panamericana Editorial Ltda., abril de 2021 Primera edición en Panamericana Editorial Ltda., agosto de 2020
© Darío Jaramillo Agudelo
© 2020 Panamericana Editorial Ltda.
Calle 12 No. 34-30, Tel.: (57 1) 3649000
www.panamericanaeditorial.com
Tienda virtual: www.panamericana.com.co
Bogotá D. C., Colombia
Editor
Panamericana Editorial Ltda.
Edición
Julian Acosta Riveros
Diagramación
Jairo Toro Rubio
Ilustraciones
Shutterstock
ISBN 978-958-30-6339-8 (epub)
Prohibida su reproducción total o parcial
por cualquier medio sin permiso del Editor.
Impreso en Colombia - Printed in Colombia
Contenido
Una nota antes de las historias
Protocolo fantasmal
Novela negra y rosa
El mayordomo
El fantasma que le tenía miedo a la oscuridad
A Boris le gustaba asustar los caballos
El fantasma que no creía en la realidad
A Darío no le gustaba asustar a nadie
El fantasma que se llamaba Guardián
¿Puede un fantasma asustar a otro fantasma?
Dolor fantasma
El viejo uso de disfrazarse de gato
Lucrecia y Ricardo
Fantasmas que visitan vivos
Carta de mi bisabuelo
La sesión de ballet
La pareja de baile
La historia de Fernando Juan y Jorge Federico
Historia de dos amigos
Breve tratado de fantasmología (Carta de un amigo muerto)
Final
Una nota antes de las historias
Esta es una nota que el lector se puede saltar: pero nadie le asegura que no se perdió algo. Acaso aquí esté lo principal del libro que tiene entre las manos. O acaso no se encuentre aquí. Acaso este libro no tenga nada principal en ningún lado. Acaso solo contenga fantasmas.
Lo que tengo que contar es que nunca he visto un fantasma. No lo he oído, ni lo he percibido con ninguno de mis cinco o seis o ene sentidos. No me consta que los fantasmas existan. Y tampoco me consta que no existan.
Mi abuelo me contaba cuentos de fantasmas. Y con mis amigos de diez, de once años, jugábamos a asustarnos relatándonos horripilantes historias de fantasmas. Fueron noches con jinetes sin cabeza, con huesos sonoros espantando asesinos, con hirientes carcajadas que salían de casas abandonadas, con apariciones de monstruos, de ángeles vengadores, de mujeres con cuatro manos, de seres temblorosos y brillantes como llamas. Luego, y durante toda mi vida, he leído y leído historias de fantasmas; tantas historias leí, oí, imaginé, que ahora no sé si las que he escrito son variaciones de las que antes conocí en libros o en narraciones orales.
A la confusión contribuye otro hecho que, además, apuntaría a aceptar que es muy probable que los fantasmas sí existan. Se trata de que, de cultura a cultura, de siglo en siglo, se repiten ciertos esquemas alrededor de los fantasmas: su gusto por la noche, por los cementerios, su afición al deporte macabro de asustar humanos, la repetición de argumentos como los de la casa embrujada, la falta de adecuadas honras fúnebres de un difunto que no cejará hasta lograr que se celebre el rito necesario para su descanso eterno. También la presencia de
fantasmas cerrando algún episodio de su vida anterior con una venganza que ejecutan en su estado fantasmal.
Toda esa repetición de argumentos, además de justificar los que yo repito en mi versión personal, que mezcla lo que recuerdo con lo que imagino, demuestra que efectivamente existen los fantasmas y que los fantasmas tiene ciertos hábitos y comportamientos que convierten cualquier colección de historias de fantasmas en la corroboración de que existen por la simple razón de que todo el que se las imagina, termina imaginándose lo mismo.
Un poeta colombiano que se llamaba León de Greiff, repetía con frecuencia una historia procedente de la China en los tiempos de Chuan Tzu:
Chu Fu Tze, negador de milagros, había muerto; lo velaba su yerno. Al amanecer, el ataúd se elevó y quedó suspendido en el aire, a dos cuartas del suelo. El piadoso yerno se horrorizó. “Oh venerado suegro” suplicó, “no destruyas mi fe de que son imposibles los milagros”. El ataúd, entonces, descendió lentamente y el yerno recuperó la fe.
Protocolo fantasmal
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