Helen Bianchin creció en Nueva Zelanda. Poseía una vívida imaginación y un gran amor por la lectura. En sus primeros años de adolescencia escribía historias para entretenerse y cuando dejó la escuela, consiguió un puesto de secretaria en una firma de abogados. A la edad de 21 años consiguió la oportunidad de viajar a Australia con una amiga, trabajando a bordo de un crucero que hacía la ruta de Auckland a Melbourne. Después de varios meses trabajando en Melbourne, Helen y su amiga se compraron un coche y dedicaron 3 meses a recorrer Australia conduciendo. En Cairns, Helen conoció a su futuro marido, Danilo Bianchin, un inmigrante italiano de Treviso. Era uno de los cultivadores de tabaco de una cooperativa italiana local y su inglés era horroroso. Seis meses después se casaron y Helen se encontró cocinando para 9 recolectores de tabaco, alimentando a 200 pollos, algunos pavos y patos. Aunque sus conocimientos de italiano mejoraron ella recuerda que hubo momentos verdaderamente divertidos. Algunas de las peores cosas que tuvo que pasar fueron no tener agua caliente, tener una ducha primitiva, lavar uniformes para 2 equipos de fútbol durante la temporada deportiva, inundaciones, un horrendo pedrisco... Pero para el disfrute de Helen, nació su hija Lucia. Tres años después la pareja regresó a Nueva Zelanda, donde se establecieron durante 16 años. En los primeros años tuvieron 2 hijos más, Angelo y Peter, y fue contando anécdotas de su vida en la granja de tabaco a sus amigos, cuando a Helen se le ocurrió la idea de escribir un libro. Una novela romántica ambientada en Australia, en una granja de tabaco de Queensland, con un protagonista italiano. Tardó casi un año en escribir un manuscrito pasable y lo envió a Londres. Cuatro meses después le llegó un telegrama diciéndole que estaban interesados en su libro y que querían publicarlo. Helen escribió 10 libros más mientras vivió en Nueva Zelanda. En 1981, la familia se reinstaló en Australia, en la costa de Queensland y desde entonces ha publicado 25 libros más. A Helen le encanta crear personajes, darles vida y plantear unas situaciones donde las emociones fluyen y el amor triunfa. Para ella, la mayor alabanza es que una lectora diga que no pudo soltar el libro... porque Helen sabe que ha logrado lo que quería para hacer " una historia agradable que mantenga a la lectora entretenida de comienzo a fin."