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"Amor, honor y poder" es una comedia de capa y espada escrita por el dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca. La obra pertenece al género de teatro del Siglo de Oro español y se caracteriza por su trama llena de intriga, engaño y giros sorprendentes.
La historia se desarrolla en la corte del emperador Diocleciano y gira en torno a los personajes de Marcia, su prometido Claudio, y el enamorado Lucindo. Marcia finge estar loca para evitar un matrimonio no deseado con Claudio y poder casarse con su amado Lucindo. Esta trama central se complica con la presencia de otros personajes, como Fulvia, que también está enamorada de Lucindo, y los enredos que surgen a medida que los personajes intentan alcanzar sus objetivos amorosos.
La obra explora temas como el poder, el honor y el amor, y presenta un mundo lleno de disfraces, duelos, equívocos y celos. Calderón de la Barca utiliza la comedia y el humor para abordar cuestiones más profundas relacionadas con la naturaleza humana y las pasiones humanas.
"Amor, honor y poder" es una muestra del ingenio y la habilidad de Calderón para escribir comedias enrevesadas y entretenidas que siguen siendo apreciadas por su aguda observación de la condición humana y su capacidad para entretener al público.
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Pedro Calderón de la Barca
AMOR, HONOR Y PODER
Personajes:
EL REY.
TEOBALDO.
EL CONDE.
LUDOVICO.
ENRICO.
ESTELA.
INFANTA.
UN CAZADOR.
TOSCO, villano.
Salen ENRICO y ESTELA.
ENRICO
No salgas, Estela, al monte,
vuélvete al castillo, hermana,
que por estos campos hoy
ha salido el Rey a caza.
No te vea de la suerte 5
que en las soledades andas,
causando a Venus desprecio,
dando envidias a Dïana,
cuando Diosa destos montes,
que miden veloz tus plantas, 10
o son las cumbres de Chipre
o son las selvas de Arcadia.
Por tu gusto, Estela, vives
en Salveric retirada
del aplauso de la corte, 15
del adorno de sus galas.
Aquí un hermano te sirva,
aquí un padre te acompaña
y aquí un monte te obedece,
que reina suya te llama. 20
No te vea el Rey y piense,
viendo la humildad que tratas,
que lo que es sobra del gusto,
viene a ser del honor falta.
Por tu vida que te quedes 25
en Salveric y no salgas
hoy al monte.
ESTELA
No saldré,
que ser gusto tuyo basta.
Desde aquí al castillo vuelvo
a obedecer lo que mandas. 30
ENRICO
Yo, hermana, te lo suplico,
queda a Dios.
UNA VOZ
(Dentro.)
¡Aparta, aparta!
ENRICO
¿Qué voz es esta?
UNA VOZ
(Dentro.)
Poned
delante dellas espadas.
Tente indómito caballo. 35
ESTELA
Desde aquellas cumbres altas
un caballo se despeña
con una mujer.
ENRICO
Hoy baja
despeñado otro Faetonte.
Poco le debo, si aguarda 40
más ocasión mi valor,
para mostrarse, pues basta
el ser mujer.
(Vase.)
ESTELA
En el viento
apenas pone las plantas,
porque un volante que al sol 45
le vuelve otro sol de plata,
lleno del viento que deja
le va sirviendo de alas.
Tan igualmente ligeros
los pies y manos levanta, 50
que parece que a los cielos
tira la yerba que arranca,
tan bañado en sus espumas,
que parece que un mar pasa
y que pegado en los pechos 55
el mar a pedazos saca.
Firme la dama le oprime
y aunque sean tan contrarias
la de un bruto y la de un sol,
son dos cuerpos con un alma. 60
Ella cobarde se anima
y animosa se desmaya,
que es el peligro forzoso,
donde la fuerza es tan flaca.
Pero ya Enrico, mi hermano, 65
saliendo al paso le aguarda,
aunque un monte es imposible
esperarle cara a cara.
Atravesado se arroja
y el tiro al bocado agarra 70
y asiendo el freno en la mano,
se le opuso a su arrogancia.
Con la izquierda en un sujeto
el viento y el fuego para,
y con la derecha a un punto 75
por el arzón mismo saca
a la dama, que en los brazos
sin aliento y desmayada,
el sobresalto al peligro,
lo que le debe le paga. 80
Y tirando el freno, cuando
a la silla el brazo alarga,
volvió el caballo, parece
que a mirar lo que llevaba,
porque envidioso de verse 85
dueño de gloria tan alta,
quiso con bárbaro intento,
sino perderla, robarla.
Mas ya con ella en los brazos
al valle mi hermano baja, 90
que parece que del sol
harto su esplendor la llama.
(Sale ENRICO con la INFANTA en los brazos.)
ENRICO
¡Hermana, Estrella! Volando
trae de aquesa fuente agua
o entra por ella al castillo. 95
ESTELA
Yo voy presto; aquí me aguarda.
(Vase.)
ENRICO
Trae el agua, que mis ojos
no me darán la que basta,
porque será breve el mar
para vencer fuerza tanta. 100
¡Qué mucho, si el mismo sol,
aunque con luz eclipsada,
hoy en sus rayos me quema,
hoy en sus rayos me abrasa!
¿Quién ha visto, quién ha visto, 105
aunque por suertes contrarias,
desgraciada la ventura,
venturosa la desgracia?
¡Señora, señora! Apenas
oye mi voz y turbada 110
la color, en un compuesto
mezcló la nieve y el nácar.
Y dichosamente unida,
nieve roja o rosas blancas,
se vio purpúrea la nieve 115
y la púrpura nevada.
No sé qué deidad oculta
a su adoración me llama,
que de tan forzoso efeto
no determino la causa. 120
¡Señora!
INFANTA
¡Válgame el cielo!
ENRICO
¡Albricias, cielos, que habla!
¡Alma, albricias!
INFANTA
¿Dónde estoy?
ENRICO
¡Ah señora!
INFANTA
¿Quién me llama?
ENRICO
Quien del alma la mitad, 125
hoy a tu vida consagra
y por no dejar de verte,
no te ofrece toda el alma.
Aquel caballo, sin duda,
es el Júpiter que anda 130
enamorado y tomó
forma en apariencia rara,
para que tú fueras, cuando
le oprimieras las espaldas,
Europa de Inglaterra, 135
y él el caballo de España.
¿Cómo te sientes?
INFANTA
Mejor.
Mas ¿quién eres tú, que amparas
mi vida?
ENRICO
Soy quien la tuya
también ofrece a tus plantas. 140
INFANTA
¿La vida te debo?
ENRICO
Es cierto;
mas procedes tan tirana,
que cuando te doy la vida,
en satisfación me matas.
INFANTA
[Aparte.]
(Agradecida le escucho, 145
que del honor fuera falta
la ingratitud a quien debo
la vida.) ¿Cómo te llamas?
ENRICO
Enrico de Salveric,
que vivo en estas montañas, 150
en el castillo famoso
que es mi apellido y mi casa.
Aquí podrás descansar.
Yo quisiera que el alcázar
fuera del sol. Mas ¿quién eres? 155
INFANTA
Yo soy...
(Sale el REY, LUDOVICO, TEOBALDO y acompañamiento.)
LUDOVICO
Aquí está la Infanta.
REY
Hermana, dame tus brazos.
¿Cómo te sientes?
INFANTA
No es nada
el dolor, aunque no puedo
estar en pie.
REY
Pues llevadla 160
a ese castillo y en él
descanse lo que le falta
al día, que ya con sombras
negras la noche amenaza.
TEOBALDO
¡Dichoso quien llega a verte 165
con vida, porque presaga
el alma de tus desdichas,
temió tu muerte temprana!
¡Vida te dio mi deseo!
INFANTA
Yo procuraré pagarla, 170
que a quien me ha dado la vida,
no es mucho que le dé el alma.
(Vase.)
ENRICO
[Aparte.]
(¡Ay arrogantes deseos!
¡Ay humildes confïanzas!
¡Ay cobardes presunciones! 175
¡Ay satisfaciones falsas!
¡Ay esperanzas perdidas!
La Infanta, ¡cielos!, la Infanta
es a la que di la vida
y la que me quita el alma.) 180
Vuestra Majestad me dé
a besar sus Reales plantas,
si de la tierra que piso
merezco tocar la estampa.
REY
¿Quién eres?
ENRICO
Enrico soy. 185
de Salveric, que mi casa
es hoy, pues a honrarla vienes,
venturosa en tal desgracia.
REY
¿Cómo retirado vives
de la corte?
ENRICO
Porque halla 190
mi padre en la soledad
más quietud a su edad larga.
REY
¿Vive todavía el Conde?
ENRICO
Sí señor.
REY
Fue la privanza
de mi padre. ¿Y solo tú 195
su soledad acompañas
o vive también Estela
con vosotros?
ENRICO
[Aparte.]
¡Cosa extraña
que no pudiese encubrirlo!
Aquí está, señor, mi hermana, 200
que también del campo gusta.
REY
Mucho le debe a la fama.
¿Qué dicen, que es muy hermosa?
ENRICO
Siempre la opinión se alarga,
que no es muy hermosa Estela, 205
el no ser fea le basta.
REY
Dícenme que es muy discreta.
ENRICO
Sabe, señor, cosa es clara,
lo que tiene obligación
una mujer en su casa. 210
REY
Mucho me holgara de verla.
ENRICO
No es el traje en que ella anda,
digno, señor, de tus ojos;
y esta sola fue la causa
para excusar de que tú 215
la vieras.
(Sale ESTELA.)
ESTELA
Aquí está el agua.
Mas ¡qué miro!
ENRICO
Estela es esta,
que cuando cayó la Infanta
fue por agua y viene agora.
REY
Mejor dijeras que el alba, 220
vestida de resplandores
o de rayos coronada,
otra vez al campo sale
y que entre sus manos blancas
trae congelado el rocío, 225
que por lágrimas derrama.
ESTELA
Vuestra Majestad, señor,
disculpando la ignorancia
que me permite este traje,
me dé sus manos.
REY
Levanta, 230
no me acuse la soberbia
que tuve un cielo a mis plantas
porque si otras hermosuras
un mundo pequeño llaman,
tú eres un cielo pequeño. 235
ENRICO
¡Qué bien la humildad ensalzas!
El cielo aumente tu vida.
REY
[Aparte.]
(¡Oh lo que este hermano habla!)
¡Ah Ludovico!
LUDOVICO
Señor.
REY
No sé qué siento en el alma, 240
que con decirme que es mía,
ya como ajena me trata.
LUDOVICO
[Aparte.]
(¡Ay Estela! ¡Quién creyera,
que cuando a verte llegara,
vencieran celos de un rey 245
el contento que me causas!)
¿Qué sientes?
REY
Siento temor,
con el amor en batalla
y cuanto el amor me anima
tanto el amor me acobarda. 250
Estela me da contento
y aqueste hermano me cansa.
LUDOVICO
Échale de aquí, que todo
es invenciones quien ama.
REY
Bien me aconsejas.
LUDOVICO
[Aparte.]
¡Ay cielos! 255
¡Oh mal haya, amor, mal haya
el que contra sí aconseja!
ENRICO
Su Alteza, Estela, está en casa
y pues ha sido ventura
nuestra, tan gran desgracia, 260