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LA VIDA ES SUEÑO (EDICION EXTENDIDA Y ANOTADA) - POR PEDRO CALDERON DE LA BARCALa Vida Es Sueño, escrita por Pedro Calderón de la Barca, es una obra de teatro del Siglo de Oro que explora la compleja relación entre el destino y el libre albedrío. La trama sigue a Segismundo, un príncipe polaco encarcelado por su padre, el rey Basilio, debido a un oscuro presagio sobre su futuro. A través de su liberación temporal, Segismundo se enfrenta a la naturaleza de la realidad y el poder. La obra aborda temas filosóficos profundos como la libertad, la justicia, la naturaleza humana y el significado de la vida, todo bajo el simbolismo de los sueños y la realidad.ACERCA DE ESTA EDICIÓN COMENTADAEsta edición especial de «La Vida Es Sueño» ha sido cuidadosamente ampliada para incluir las principales lecciones de vida extraídas de este extraordinario libro. Cada lección, extraída del rico tapiz de la novela, ofrece una visión más profunda de los temas principales de la obra y su relación con nosotros mismos, la sociedad y la cultura. Estas reflexiones enriquecen el texto original, proporcionando a los lectores valiosas perspectivas que resuenan más allá de la narración, haciendo de esta edición una lectura obligada tanto para los nuevos lectores como para los que regresan.CONTENIDOPrefacioAcerca Del AutorPersonajesActo IActo IIActo IIILecciones ClaveGuía De Ejercicios
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La Vida Es Sueño- Edicion Extendida Y Anotada
por PEDRO CALDERON DE LA BARCA
©2024/PEDRO CALDERON DE LA BARCA.
Todos los derechos reservados.
Contacto:
34744 Emerald Coast Parkway, Destin, FL 32541
ISBN: 9781300971337
EDICION EXTENDIDA Y ANOTADA
POR
PEDRO CALDERON DE LA BARCA
ACERCA DE ESTA EDICIÓN COMENTADA
Esta edición especial de «La Vida Es Sueño» ha sido cuidadosamente ampliada para incluir las principales lecciones de vida extraídas de este extraordinario libro. Cada lección, extraída del rico tapiz de la novela, ofrece una visión más profunda de los temas principales de la obra y su relación con nosotros mismos, la sociedad y la cultura. Estas reflexiones enriquecen el texto original, proporcionando a los lectores valiosas perspectivas que resuenan más allá de la narración, haciendo de esta edición una lectura obligada tanto para los nuevos lectores como para los que regresan.
PREFACIO
ACERCA DEL AUTOR
PERSONAJES
ACTO I
ACTO II
ACTO III
LECCIONES CLAVE
GUÍA DE EJERCICIOS
La vida es sueño es una obra de teatro de Pedro Calderón de la Barca estrenada en 1635 y perteneciente al movimiento literario del barroco. El tema central es la libertad del ser humano para configurar su vida, sin dejarse llevar por un supuesto destino.
La concepción de la vida como un sueño es muy antigua, existiendo referencias en el pensamiento hindú, la mística persa, la moral budista, la tradición judeo-cristiana y la filosofía griega. Por eso ha sido considerada incluso un tópico literario.
Según Platón, el hombre vive en un mundo de sueños, de tinieblas, cautivo en una cueva de la que sólo podrá liberarse tendiendo hacia el Bien; únicamente entonces el hombre desistirá de la materia y llegará a la luz.
El influjo de esta concepción platónica en la obra es evidente: Segismundo vive al principio dentro de una cárcel, de una caverna, donde permanece en la más completa oscuridad por el desconocimiento de sí mismo; sólo cuando es capaz de saber quién es, consigue el triunfo, la luz. Calderón, muy cabalmente, adoptó la forma del drama filosófico para abordar un gran caudal de temas confluyentes en este foco y en este tópico literario, platónico en su raíz occidental.
Pedro Calderón de la Barca (Madrid, 17 de enero de 1600 - ibídem, 25 de mayo de 1681), fue un sacerdote católico y escritor español, caballero de la Orden de Santiago, conocido fundamentalmente por ser uno de los más insignes literatos barrocos del Siglo de Oro, en especial por su teatro.
Rosaura, Dama Segismundo, Príncipe Clotaldo, Viejo Estrella, Infanta Clarín, Gracioso Basilio, Rey De Polonia Astolfo, Infante Guardias Soldados
Músicos
PRIMER ACTO
(En las montañas de Polonia)
Salen en lo alto de un monte ROSAURA, en hábito de hombre, de camino, y en representado los primeros versos va bajando
ROSAURA: Hipogrifo violento que corriste parejas con el viento,
¿dónde, rayo sin llama,
pájaro sin matiz, pez sin escama, y bruto sin instinto
natural, al confuso laberinto de esas desnudas peñas
te desbocas, te arrastras y despeñas? Quédate en este monte,
donde tengan los brutos su Faetonte; que yo, sin más camino
que el que me dan las leyes del destino, ciega y desesperada
bajaré la cabeza enmarañada
de este monte eminente,
que arruga al sol el ceño de su frente.
Mal, Polonia, recibes
a un extranjero, pues con sangre escribes su entrada en tus arenas,
y apenas llega, cuando llega a penas; bien mi suerte lo dice;
mas ¿dónde halló piedad un infelice? Sale CLARÍN, gracioso
CLARÍN: Di dos, y no me dejes
en la posada a mí cuando te quejes; que si dos hemos sido
los que de nuestra patria hemos salido a probar aventuras,
dos los que entre desdichas y locuras aquí habemos llegado,
y dos los que del monte hemos rodado,
¿no es razón que yo sienta
meterme en el pesar, y no en la cuenta? ROSAURA: No quise darte parte
en mis quejas, Clarín, por no quitarte, llorando tu desvelo,
el derecho que tienes al consuelo.
Que tanto gusto había
en quejarse, un filósofo decía, que, a trueco de quejarse,
habían las desdichas de buscarse.
CLARÍN: El filósofo era
un borracho barbón; ¡oh, quién le diera más de mil bofetadas!
Quejárase después de muy bien dadas. Mas ¿qué haremos, señora,
a pie, solos, perdidos y a esta hora en un desierto monte,
cuando se parte el sol a otro horizonte? ROSAURA: ¡Quién ha visto sucesos tan extraños!
Mas si la vista no padece engaños que hace la fantasía,
a la medrosa luz que aun tiene el día, me parece que veo
un edificio.
CLARÍN: O miente mi deseo, o termino las señas.
ROSAURA: Rústico nace entre desnudas peñas un palacio tan breve
que el sol apenas a mirar se atreve; con tan rudo artificio
la arquitectura está de su edificio, que parece, a las plantas
de tantas rocas y de peñas tantas que al sol tocan la lumbre,
peñasco que ha rodado de la cumbre. CLARÍN: Vámonos acercando;
que éste es mucho mirar, señora, cuando es mejor que la gente
que habita en ella, generosamente nos admita.
ROSAURA: La puerta
-mejor diré funesta boca- abierta está, y desde su centro
nace la noche, pues la engendra dentro. Suena ruido de cadenas
CLARÍN: ¿Qué es lo que escucho, cielo! ROSAURA: Inmóvil bulto soy de fuego y hielo. CLARÍN: ¿Cadenita hay que suena?
Mátenme, si no es galeote en pena. Bien mi temor lo dice.
Dentro SEGISMUNDO
SEGISMUNDO: ¡Ay, mísero de mí, y ay infelice! ROSAURA: ¡Qué triste vos escucho!
Con nuevas penas y tormentos lucho. CLARÍN: Yo con nuevos temores.
ROSAURA: Clarín... CLARÍN: ¿Señora...?
ROSAURA: Huyamos los rigores de esta encantada torre.
CLARÍN: Yo aún no tengo
ánimo de huír, cuando a eso vengo. ROSAURA: ¿No es breve luz aquella caduca exhalación, pálida estrella,
que en trémulos desmayos pulsando ardores y latiendo rayos, hace más tenebrosa
la obscura habitación con luz dudosa?
Sí, pues a sus reflejos
puedo determinar, aunque de lejos, una prisión obscura;
que es de un vivo cadáver sepultura; y porque más me asombre,
en el traje de fiera yace un hombre de prisiones cargado
y sólo de la luz acompañado. Pues huír no podemos,
desde aquí sus desdichas escuchemos. Sepamos lo que dice.
Descúbrese SEGISMUNDO con una cadena y la luz vestido de pieles
SEGISMUNDO: ¡Ay mísero de mí, y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así, qué delito cometí
contra vosotros naciendo. Aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido; bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor, pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
-dejando a una parte, cielos, el delito del nacer-,
¿qué más os pude ofender, para castigarme más?
¿No nacieron los demás? Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron que no yo gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas que le dan belleza suma, apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas, cuando las etéreas salas corta con velocidad, negándose a la piedad
del nido que dejan en calma;
¿y teniendo yo más alma, tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel que dibujan manchas bellas, apenas signo es de estrellas
-gracias al docto pincel-, cuando, atrevido y cruel, la humana necesidad
le enseña a tener crueldad, monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto, tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira, aborto de ovas y lamas,
y apenas bajel de escamas
sobre las ondas se mira, cuando a todas partes gira, midiendo la inmensidad de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío, tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata, y apenas sierpe de plata, entre las flores se quiebra, cuando músico celebra
de las flores la piedad que le dan la majestad
del campo abierto a su huída;
¿y teniendo yo más vida, tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión, un volcán, un Etna hecho, quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón negar a los hombres sabe privilegios tan süave excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal, a un pez, a un bruto y a un ave?
ROSAURA: Temor y piedad en mí sus razones han causado.
SEGISMUNDO: ¿Quién mis voces ha escuchado?
¿Es Clotaldo? CLARÍN: Di que sí.
ROSAURA: No es sino un triste, ¡ay de mí!, que en estas bóvedas frías
oyó tus melancolías.
SEGISMUNDO: Pues la muerte te daré porque no sepas que sé
que sabes flaquezas mías. Sólo porque me has oído, entre mis membrudos brazos
te tengo de hacer pedazos.
CLARÍN: Yo soy sordo, y no he podido escucharte.
ROSAURA: Si has nacido humano, baste el postrarme a tus pies para librarme.
SEGISMUNDO: Tu voz pudo enternecerme, tu presencia suspenderme,
y tu respeto turbarme.
¿Quién eres? Que aunque yo aquí tan poco del mundo sé,
que cuna y sepulcro fue esta torre para mí;
y aunque desde que nací
-si esto es nacer- sólo advierto eres rústico desierto
donde miserable vivo, siendo un esqueleto vivo, siendo un animado muerte. Y aunque nunca vi ni hablé
sino a un hombre solamente que aquí mis desdichas siente, por quien las noticias sé
del cielo y tierra; y aunque aquí, por que más te asombres
y monstruo humano me nombres, este asombros y quimeras,
soy un hombre de las fieras y una fiera de los hombres.
Y aunque en desdichas tan graves, la política he estudiado,
de los brutos enseñado, advertido de las aves, y de los astros süaves los círculos he medido,
tú sólo, tú has suspendido la pasión a mis enojos,
la suspensión a mis ojos, la admiración al oído.
Con cada vez que te veo
nueva admiración me das, y cuando te miro más, aun más mirarte deseo.
Ojos hidrópicos creo que mis ojos deben ser;
pues cuando es muerte el beber, beben más, y de esta suerte, viendo que el ver me da muerte, estoy muriendo por ver.
Pero véate yo y muera; que no sé, rendido ya,
si el verte muerte me da, el no verte ¿qué me diera?
Fuera más que muerte fiera, ira, rabia y dolor fuerte fuera vida. De esta suerte su rigor he ponderado,
pues dar vida a una desdichado es dar a un dichoso muerte.
ROSAURA: Con asombro de mirarte,
con admiración de oírte, ni sé qué pueda decirte, ni qué pueda preguntarte; sólo diré que a esta parte hoy el cielo me ha guïado para haberme consolado, si consuelo puede ser
del que es desdichado, ver
a otro que es más desdichado. Cuentan de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que comía.
¿Habrá otro -entre sí decía- más pobre y triste que yo? Y cuando el rostro volvió, halló la respuesta, viendo que iba otro sabio cogiendo las hojas que él arrojó.
Quejoso de la fortuna
yo en este mundo vivía, y cuando entre mí decía:
¿Habrá otra persona alguna de suerte más importuna?, piadoso me has respondido; pues volviendo en mi sentido, hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías las hubieras recogido.
Y por si acaso mis penas pueden aliviarte en parte, óyelas atento, y toma
las que de ellas no sobraren. Yo soy...
Dentro CLOTALDO
CLOTALDO: Guardas de esta torre, que, dormidas o cobardes,
disteis paso a dos personas
que han quebrantado la cárcel... ROSAURA: Nueva confusión padezco.
SEGISMUNDO: Éste es Clotaldo, mi alcalde.
¿Aun no acaban mis desdichas? CLOTALDO: Acudid, y vigilantes, sin que puedan defenderse,
o prendedles o matadles. TODOS: ¡Traición!
CLARÍN: Guardas de esta torre, que entrar aquí nos dejasteis, pues que nos dais a escoger,
el prendernos es más fácil.
Sale CLOTALDO con pistola y soldados, todos con los rostros cubiertos
CLOTALDO: Todos os cubrid los rostros;
que es diligencia importante mientras estamos aquí
que no nos conozca nadie. CLARÍN: ¿Enmascaraditos hay?
CLOTALDO: ¡Oh vosotros que, ignorantes de aqueste vedado sitio,
coto y término pasasteis contra el decreto del rey,
que manda que no ose nadie examinar el prodigio
que entre estos peñascos yace! Rendid las armas y vidas,
o aquesta pistola, áspid de metal, escupirá