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"El galán fantasma" es una comedia escrita por el famoso dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca. La obra es una de las comedias del Siglo de Oro español y se destaca por su trama intrigante y su enfoque en el tema del engaño y la ilusión.
La historia sigue a dos parejas de amantes: Lisardo y Marcela, y Tristán y Laura. Sin embargo, el galán del título, Fantasio, interviene en la trama con su capacidad de cambiar de apariencia y personalidad. Fantasio decide jugar con las pasiones y los celos de los amantes al hacerse pasar por diferentes personajes, creando una serie de enredos y confusiones cómicas.
La obra se desarrolla en medio de una atmósfera lúdica y de misterio, ya que los personajes a menudo no están seguros de quiénes son sus verdaderos amantes y cuáles son las verdaderas intenciones de Fantasio. La comedia se convierte en una reflexión sobre la naturaleza del deseo y la ilusión en el teatro y la vida.
"El galán fantasma" es un ejemplo del ingenio y la habilidad de Calderón de la Barca para explorar temas filosóficos y psicológicos a través del teatro. La obra es un entretenido juego de engaño y seducción que sigue siendo apreciado por su humor y su profundidad temática.
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Pedro Calderón de la Barca
EL GALÁN FANTASMA
Personajes:
ASTOLFO, primer galán.
CARLOS.
EL DUQUE.
JULIA, primera dama.
ENRIQUE, barba.
CANDIL, gracioso.
LAURA, dama.
LEONELO.
OTAVIO.
PORCIA, criada.
LUCRECIA, criada.
Salen JULIA, dama, PORCIA, criada, con mantos, y detrás ASTOLFO.
ASTOLFO
De vuestras señas llamado,
de vuestra voz advertido,
hasta el campo os he seguido
ciego, confuso y turbado.
Sacad, pues, deste cuidado, 5
señora, el discurso mío:
si es por dicha desafío,
ya estamos en buen lugar;
bien podéis desenvainar
el garbo, el donaire, el brío, 10
que son las armas que vós
habéis contra mi desvelo
de esgrimir en este duelo.
Solos estamos los dos.
¡Descubríos ya, por Dios! 15
Sepa quién sois, que no es bien
matar con ventaja a quien
de vós se ha fiado hoy.
JULIA
Pues no dudéis más, yo soy.
ASTOLFO
Julia, señora, mi bien, 20
¿tú en este traje?, ¿tú aquí?
¿Qué dicha o desdicha es mía?
Que si una duda tenía
sin verte, cuando te vi
son infinitas. ¿Tú así 25
has salido de tu casa?
El corazón se me abrasa.
¡Dime, por Dios, lo que ha sido!
¿Qué es esto? ¿Qué ha sucedido?
JULIA
Oye y sabrás lo que pasa. 30
Astolfo, en quien la fortuna
y el amor vieron iguales,
por descubrirse uno a otro
los gustos y los pesares,
no la novedad te admire, 35
no la extrañeza te espante
de verme, siendo quien soy,
venir en aqueste traje;
porque importando a tu vida
el verte, ¡ay de mí!, el hablarte, 40
no hay respeto que no venza,
no hay decoro que no allane.
Tu vida importa, tu vida,
que hoy te vea y hoy te hable;
y así pasando al oído 45
la admiración del semblante,
oye el peligro en que vives,
aunque mezcle en un instante
las desventuras que miras,
con las venturas que sabes. 50
Dos años ha, Astolfo mío,
que firme y rendido amante
de mi hermosura que quiero
confesarla en esta parte,
fuiste de día y de noche 55
la estatua de mis umbrales,
el girasol de mis rayos
y la sombra de mi imagen,
tantos ha que agradecida
y que obligada a las partes 60
de lo sutil de tu ingenio,
de lo galán de tu talle,
de lo airoso de tu brío,
de lo ilustre de tu sangre,
respondí menos ingrata 65
que debiera aconsejarme
del decoro de mi amor,
el respeto de mi padre;
si bien decoro y respeto
no pudieron agraviarse 70
de que torpes sacrificios
sus sagradas aras manchen,
siendo yo tu esposa, pues
la causa de dilatarse
nuestra boda fue el rigor 75
de aquellas enemistades
que a mi padre le costaron
tanto, que largas edades
enterrado antes que muerto,
tuvo su casa por cárcel, 80
adonde preso murió.
Pero esto en silencio pase,
y volvamos a enlazar
discursos de amor; no hallen
digresiones mis desdichas 85
que su remedio embaracen.
Agradecida, en efeto,
de tus finezas constantes,
cómplice a la noche hice
de hurtos de amor agradables, 90
y cómplice hice un jardín,
que a los dos quise fïarme;
porque al jardín y a la noche,
que son el vistoso alarde,
ya de estrellas, ya de flores 95
hiciera mal en negarles
a las unas lo que influyen
y a las otras lo que saben.
Viento en popa nuestro amor
navegaba hermosos mares 100
de rayos y de matices,
quieto el golfo y manso el aire.
¿Quién duda, quién, que han de ser
los celos los huracanes
que la tormenta despierten, 105
que la mareta levanten?
El gran duque Federico
de Sajonia, que Dios guarde,
o que no le guarde Dios,
si ha de ser para quitarme 110
mi media vida en la tuya,
acaso me vio una tarde,
que al mar a verte salí:
barbarismo de amor grande,
salir a ver y ser vista, 115
pues mal gramático sabe
persona hacer que padece
de la persona que hace.
Viome, en fin, y desde entonces
firme, rendido y constante, 120
si de día me visita,
de noche ronda mi calle.
Hartos enojos te cuesta
su cuidado vigilante;
mas como querido, en fe 125
de mis disculpas, trocaste
tus celos a mis favores,
no es mucho, si otros galanes,
por llegar al desenojo,
pasaran por el desaire. 130
Viendo el Duque que mi pecho
a los continuos embates
de lágrimas y suspiros
era roca de diamante,
pasando de enamorados 135
a celosos sus pesares,
averiguó que te quiero.
No sé a quién la culpa darle:
a sus celos o a mi amor,
pues ellos dos fueron parte 140
a decirlo, que no hay
amor ni celos que hallen.
En fin, sabiendo, ¡ay de mí!,
que eres tú, ¡desdicha grande!,
la ocasión de sus desprecios, 145
la causa de mis desaires,
para vengarse de mí
en ti pretende vengarse,
matándome a mí en tu pecho.
¡Oh duelo de amor cobarde, 150
disponer que un hombre muera
porque una mujer agravie!
Poderoso y ofendido,
¿quién ignora, quién no sabe
que es rayo oprimido, que es 155
pólvora encerrada que hace
en la mayor resistencia
la batería más grande?
Los avisos destos días,
que tan confuso te traen, 160
diciéndote que te ausentes,
diciéndote que te guardes,
suyos son; pero sabiendo
que dellos desprecios haces,
esta misma noche, esta 165
te esperan para matarte.
Y así te ruego que no
vayas a verme, ni pases
cubierto ni descubierto
la esfera de mis umbrales. 170
Deja que por unos días,
sin que allí puedan toparte,
se desmienta en la sospecha,
salga su recelo en balde.
Y, pues, que yo vengo así 175
a persuadirte, a rogarte
Astolfo, que no me veas,
esposo, que no me hables,
menos harás tú en hacerlo;
y pues en extremos tales 180
yo ruego lo más difícil,
concede tú lo más fácil.
ASTOLFO
No sé cómo responder,
que no sé en acciones tales
si tengo que agradecerte, 185
o tengo de qué quejarme.
De una venenosa yerba
escriben los naturales
que donde hay llaga, la cura,
y donde no la hay, la hace. 190
Este mismo efecto, este
quieres que en mi pecho cause
tu voz; pues si cuando estoy
herido de tantos males
suele curarme el dolor 195
solamente el escucharte;
hoy que tuve sano el pecho,
le hieres, para que labre
tu voz ahora la herida
que hubieras curado antes. 200
Adonde hay celos, las curan,
donde no las hay, las hacen;
y si quieres darme vida,
no de darme celos trates;
pues son piadosos rigores, 205
o rigurosas piedades,
darme tú misma la muerte
porque otro no me mate.
Dejarasme morir, Julia,
a su acero penetrante, 210
no a tu penetrante voz,
viviera más el instante
que hay de tu voz a su acero,
que no es, no, piedad afable,
porque su espada no llegue 215
que la tuya se adelante.
Fuera de que no remedias
nada tú en aconsejarme
que no te vea, supuesto
que el decirme que no pase 220
de noche por tus jardines,
ni de día por tu calle,
es decirme que no salga
dellas un punto, un instante.
¡Vive Dios que he de saber 225
si el cuidado que te trae
a que tu casa no vea,
y a que tu jardín no ande,
es porque de tu jardín
y de tu casa las llaves 230
rendiste a mayor poder,
y a mayor fuerza entregaste!
Perdona desconfïanza,
Julia mía, tan cobarde,
siendo quien eres, y siendo 235
yo quien soy; y no te espante
que esto de andar desvalido
lo augusto, Julia, lo grande,
es bueno para las farsas
españolas, donde nadie 240
vio querido al poderoso.
Nada llega a aventurarse
en esto, pues o es mentira
o es verdad dolor tan grave.
Si es mentira, ¿qué aventuras 245
tú en que yo me desengañe?
Y si es verdad, ¿qué aventuro
yo en que allí el Duque me halle?
Pues el que me diere celos
no importará que me mate. 250
JULIA
Astolfo, señor, bien mío,
¿que de esa manera agravies
las finezas de mi amor?
ASTOLFO
Quererte no es agraviarte.
JULIA
¿Quién te ha dicho que es quererme 255
el querer aventurarte?
ASTOLFO
¿Quién dice que no hay peligro
que a los celos acobarden?
JULIA
Pues ¿qué viene esta fineza
a deberte?
ASTOLFO
No olvidarte. 260
JULIA
Cuanto más me obligas, más
me obligas a que te guarde,
y aquesto has de hacer por mí.
ASTOLFO
Detente, Julia, y no en balde
tantas perlas desperdicies 265
y tanto aljófar derrames,
que yo quiero obedecerte.
Digo que saldré esta tarde
de Sajonia, antes que el sol,
que ya entre pardos celajes 270
se desvanece, en las ondas
su dorado coche bañe.
Será la mayor fineza
volver la espalda, pues nadie
es más valiente que aquel 275
que con celos es cobarde.
¿Quieres más, Julia?
JULIA
Ni tanto,
que no quiero yo que pase
de extremo a extremo tu amor.
(Dentro CARLOS.)
CARLOS
Echa por aquesta parte. 280
JULIA
¡Ay de mí, que viene gente,
y no es bien que aquí me hallen!
ASTOLFO
Pues vete, que yo me quedo
a que no te siga nadie;
pero dime, ¿en qué quedamos? 285
JULIA
En quererte mis pesares
retirado, mas no ausente.
(Vase JULIA.)
ASTOLFO
¿Habrá quien nivele y tase
las acciones de un celoso,
los discursos de un amante? 290
(Salen CARLOS y CANDIL.)
CANDIL
Aquí está mi señor.
CARLOS
Dadme los brazos,
que de eterna amistad han de ser lazos
que ciñan nuestros cuellos.
ASTOLFO
Y el alma y vida en ellos.
CARLOS
Díjome ese crïado, 295
preguntando por vós, cómo llamado
de una tapada fuisteis,
y que tras ella a este lugar salisteis;
y como receloso
estoy de vuestra vida y cuidadoso 300
por las necias porfías
de los muchos avisos destos días,
loco buscándoos vengo.
ASTOLFO
Es nueva obligación, Carlos, que os tengo;
mas aunque os trae tras mí vuestro cuidado 305
con tanta priesa, tarde habéis llegado
a este verde desierto
a darme vida, porque ya estoy muerto.
CANDIL
¿Estás por dicha herido?
ASTOLFO
¡Pluguiera a Dios!
CARLOS
Pues ¿qué os ha sucedido? 310
ASTOLFO
Haber, Carlos, llegado
a estar de mi temor desengañado,
haber sabido mi infelice suerte
quién es quien solicita, ¡ay Dios!, mi muerte.
CARLOS
Más debiera, si llega a descubrirse, 315
aqueso agradecerse que sentirse.
ASTOLFO
¡Ay Carlos! No debiera
si es tal el golpe que mi pecho espera,
que sin defensa alguna
se ha de dejar llevar de su fortuna. 320
CARLOS
Ahora estoy más dudoso.
¿Quién es el enemigo?
ASTOLFO
Un poderoso.
CARLOS
Y el rigor que procura,
¿quién le ha dado ocasión?
ASTOLFO
Una hermosura.
CARLOS
O mienten mis recelos, 325
o esto es de Julia amor, del Duque celos.
ASTOLFO
Fácil era el sentido
de mi confusa enigma: el Duque ha sido
quien de Julia celoso,
y quien de mí envidioso, 330
de süerte ausentarme ha procurado,
y Julia temerosa me ha mandado
que los avisos de mi muerte crea,
que ni la hable ni vea
porque ya es imposible 335
que entre en su casa yo, ¡pena terrible!,
sin que entre, ¡trance fuerte!,
tropezando en las sombras de mi muerte.
CARLOS
Pues, ¿quién le ha descubierto
amor tan recatado y encubierto, 340
que solo ese crïado
y yo le hemos sabido?
ASTOLFO
A un desdichado,
¡ay Carlos!, ¿quién averiguarle puede
por dónde la desdicha le sucede?
CARLOS
Una pregunta quiero 345
haceros.
ASTOLFO
Yo satisfacerla espero.
CARLOS
Julia, ¿qué os ha mandado?
ASTOLFO
Que no la vaya a ver, por el cuidado
que ya a sus puertas Federico tiene.
CARLOS
Quedar solos los dos aquí conviene, 350
porque quiero fïaros un secreto
que me habéis de guardar.
ASTOLFO
Yo lo prometo.
Candil, vuélvete a casa,
y en ella esperarás.
CANDIL
[Aparte.]
¿Qué es lo que pasa?
¿De mí se han recatado 355
el día que está el Duque declarado?
Sin duda que han sabido
que yo quien le contó su amor ha sido;
mas no, que no estuvieran
tan apacibles hoy, si lo supieran. 360