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Al borde del camino…hay unos poco conocidos eventos y lugares, en los que vale la pena hacer una pausa.
La última batalla de la guerra de los cien años en la Dordoña: esta publicación suministra una sinopsis de los acontecimientos históricos y sus contextos junto a la introducción al espectáculo en Castillon-la-Bataille.
Un evento del verano para aquellos pasan sus vacaciones en el sudeste de Francia o en la costa del Atlántico: la recreación de la batalla.
Además incluye información útil apara las visitas de la comarca:
Índice:
La batalla. El espectáculo
La Guyena inglesa
La batalla histórica
El fin de la estrategia caballeresca
Qué ver en Castillon-la-Bataille
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Al borde del camino... hay unos poco conocidos eventos y lugares, en los que vale la pena hacer una pausa.
Un evento del verano para aquellos pasan sus vacaciones en el sudeste de Francia o en la costa del Atlántico: una recreación de la última batalla de la guerra de los cien años en la Dordoña.
Annemarie Nikolaus
Aquitania: el final de una guerra
Al borde del camino...
Copyright © 2020 Annemarie Nikolaus
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Introducción
En la Dordoña, cerca de Burdeos, cada año se escenifica el final de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, uno de los mayores eventos al aire libre del verano francés.
Cuando en 1152 Leonor de Francia se casó en segundas nupcias con el rey Enrique Plantagenet, le dio como regalo de bodas el Ducado de Aquitania. Durante 300 años, hasta que se produjo la batalla ante las puertas de Castillon el 17 de julio de 1453, la Aquitania de Leonor, una región adinerada del sudoeste de Francia, se mantuvo bajo dominio inglés.
Paradójicamente, los habitantes de Castillon no participaron en este acontecimiento histórico clave. Protegidos tras los muros de la ciudad, observaban la batalla casi tan ajenos como los espectadores de hoy en día.
Una pendiente yerma de siete hectáreas a los pies del castillo de Castegens sirve como escenario para esta obra de historia medieval, a sólo un cañonazo de distancia del escenario histórico. Al final de la obra, la representación de la batalla utiliza la superficie total de la colina; más que en un teatro, uno se siente en un plató de cine.
La batalla. El espectáculo.
En las dos horas que dura el espectáculo, los espectadores se entremezclan con la vida medieval; se representa con todo lujo de detalles el día a día en las granjas y los mesones, en la vendimia, en los mercados, en las partidas de caza de la nobleza... Tras la conquista de Burdeos en el año 1451, los habitantes de la Aquitania luchan con los soldados franceses e intentan defenderse.
El episodio histórico se contempla desde la abadía de Saint-Florent, que el azar situó en el centro de esta batalla, destinada a cambiar el equilibrio de fuerzas en Europa.
El público experimenta primero la preocupación de los párrocos por sus feligreses, de los aldeanos por sus cosechas, de los nobles por sus tierras y del conde Raúl por la fidelidad de su esposa. Al final, se desencadena la batalla entre el general inglés John Talbot y las tropas de Jean Bureau, gran maestre de la artillería de Carlos VII.
Se produce un espectáculo arrebatador, que no escatima en pirotecnia ni otros recursos para animar el ambiente. Aunque algunas escenas no se entiendan por sí solas, el conjunto es una exhibición tan grandiosa, que queda más que compensado (también se disfruta de las óperas italianas sin contar con una traducción). Además, los niños siempre lo encuentran fascinante.
En la página web, que ofrece información en inglés y francés, se puede encontrar un pequeño video con partes del espectáculo.
Desde hace más de 30 años, la obra se representa una docena de noches durante julio y agosto, y recibe de media unos 30.000 visitantes por temporada.
Sin embargo, el espectáculo no es siempre el mismo; la obra va perfeccionándose y cambiando a lo largo del año. Entre 2008 y 2012 ha sufrido una transformación gradual que ha finalizado con una mirada optimista al Renacimiento.
La asociación «La Bataille de Castillon», responsable del evento, hace un enorme esfuerzo para su realización. Durante todo el año, el equipo lleva a cabo desde la restauración de extraños objetos antiguos para el decorado de la abadía, hasta la fabricación en serie de escudos, espadas y pistolas.
Más de 800 disfraces son confeccionados según las notas de la enciclopedia de Eugène Viollet-le-Duc, historiadora del arte del siglo XIX. Para ello, durante el año se renuevan o se arreglan delantales, sombreros, gorros y otras prendas de vestir.
Otra parte del esfuerzo permanece invisible: durante miles de horas de trabajo se ha excavado el terreno para colocar tubos y cableado eléctrico. El ayuntamiento de Castillon-la-Bataille aporta su apoyo financiero y logístico.
En el transcurso del año la función ha atraído a más de 700.000 espectadores, siendo el evento cultural con más éxito de la Aquitania.
Entre bastidores trabajan en total unos 700 voluntarios de la región, entre ellos 450 actores aficionados y 50 jinetes. Además, un centenar de animales pueblan el escenario: caballos, vacas, cerdos, perros, cabras, burros, ovejas, palomas y gansos. Muchos de ellos (tanto animales como personas) se emplean a lo largo del año para que todo salga bien. A principios de año comienzan los ensayos con actores y jinetes, así como el adiestramiento de animales, en caso de que sea necesario.
Todos los animales, sin excepción, están amaestrados como si de un circo se tratase. Cada animal conoce su papel, reconoce la música que anuncia su entrada en escena y permanecen impacientes mientras esperan entre bastidores.
La cerdita Alice (un cruce de raza vasca y Bayeux) y su compañera Chouchou (raza Gasconne) han sido seleccionadas hace varios años debido a su aspecto rústico y medieval. Llevan haciendo su papel tanto tiempo que ya no necesitan ensayar. Alice, incluso, ha tomado la costumbre de anunciar su entrada con una serie de penetrantes gritos.
Las cuadrillas de ocho bueyes de Lourdes y el par de «rubias de Aquitania» también dominan su entrada desde hace tiempo y apenas necesitan ayuda por parte de los adiestradores. Los imprevisibles burros, por el contrario, resultan ser unos compañeros de reparto caprichosos. Los peregrinos llevan zanahorias en las capas para que las sigan los burros; sin embargo, puede ocurrir que interrumpan la entrada en escena y comiencen a galopar de vuelta al establo.
Las ovejas, cabras y gansos actúan con papeles secundarios. Aparecen en la escena del día a día del pueblo y hacen su entrada conjunta al final del primer acto en el mercado de Castillon.
Las verdaderas estrellas son los caballos, y es a ellos a los que más se les exige.
Al igual que los caballos de batalla de la época caballeresca, asaltan de un golpe en línea recta y deben mantenerse en las peleas cuerpo a cuerpo, moverse entre el tumulto de los soldados a pie y aguantar las contraofensivas. No pueden tener miedo del fuego de las antorchas, ni de los cañonazos, ni de los cohetes, ni tampoco de los aplausos del público. Además, tienen que moverse sobre un terreno escarpado, sin poner en peligro a ningún actor u otro animal.
La caballería se compone de caballos españoles, portugueses y árabes a partes iguales, y tanto de caballos castrados como de yeguas de tamaño mediano y en promedio entre siete y ocho años de edad ( cuando alcanzan la edad de 18 años, no pueden seguir participando). El papel y el lugar se les asigna dependiendo del color del pelo, para que destaquen en la noche e impresionen sobre la imagen oscura.
Proceden de cuatro caballerizas de la Gironda. Cada una de ellas tiene una cualidad especial. Los jinetes los entrenan en los clubes de equitación y los preparan en la selección a principios de junio. Por motivos de seguridad, sólo se utilizan caballos serenos y que trabajen con el jinete con una confianza absoluta. Se necesitan caballos que vayan en pareja y tiren de carros en llamas, caballos que sigan los carros en llamas, acróbatas, amazonas y, por supuesto, oficiales y jinetes de ambos ejércitos.
En 2011 el torneo de la escena final se sustituyó por una poética secuencia, en la que diez caballos aparecieron en la pendiente sin silla y en libertad: cuatro caballos españoles, cinco portugueses y un árabe, llamado «Pacífico» por su inteligencia y belleza. Esta escena ha de mostrar que al rey Luis XI de Aquitania le fueron devueltas sus antiguas libertades y privilegios nueve años después de la batalla.
La función comienza a las 22:30 horas, pero el recinto está abierto desde media tarde. Alrededor del campamento trovadores, cetreros y jinetes entretienen a los visitantes con exhibiciones. Las mesas con antiguos juegos de destreza no suponen un reto sólo para niños y jóvenes.