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El Rev. Tucker ha escrito un estudio del muchas veces descuidado, pero grandemente necesitado tema del arrepentimiento. Muchas veces el arrepentimiento sólo es considerado necesario para la experiencia inicial de salvación. Sin embargo, el Rev. Tucker muestra que si los Cristianos van madurar hacia el propósito completo de Dios para sus vidas, deben permitir que el Espíritu Santo los guíe continuamente a través de un proceso de revelación de la necesidad de cambiar y responder a Su guía. Esta obra del Espíritu Santo transformará al pueblo de Dios para que puedan entrar en la maravillosa libertad y gozo de ser aquellos que han sido transformados a Su imagen.
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Veröffentlichungsjahr: 2017
Cambiados de gloria en gloria
El don del arrepentimiento
ROBERT A. TUCKER
Título en Inglés: “Changed from Glory to Glory”
© 1994 Robert A. Tucker.
Versión 1.0 en inglés
Título en Español: “Cambiados de Gloria en Gloria”
© 2004 Robert A. Tucker.
Versión 2.0 en español (2024)
Todos los derechos reservados.
A menos que se indique lo contrario,
todas las citas bíblicas fueron tomadas de la versión
Reina-Valera en su revisión de 1960, © 1960 Sociedades Bíblicas Unidas.
Traducido para IBJ-Guatemala: Verónica L. de R.
Edición: IBJ-Guatemala, Carla B., Bethesda S. y Marlene Z (2024).
Libro de Texto de Zion Christian University Impreso en Los Estados Unidos de América
Publicado por Zion Christian Publishers.
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Publicado en formato e-book en 2024
En los Estados Unidos de América.
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ISBN versión electrónica (E-book) ISBN 978-1-59665-376-4
Al enseñar el tema del arrepentimiento en diversos países, me he dado cuenta de lo útil que resultan los bosquejos para que con ellos estudien o enseñen los pastores y maestros. Que estos bosquejos le den un marco de referencia con el que pueda elaborar sus propios mensajes.
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”2 Corintios 3:18
Cuando yo tenía siete años, mi padre se graduó de la escuela bíblica. Regresamos a nuestro pueblo y mi padre instaló una carpa para reuniones evangelísticas. Los recuerdos son aún muy vívidos, el olor a aserrín fresco esparciéndose por el aire húmedo y caliente de un atardecer de agosto, las sillas plegables de madera en las que los niños pequeños podían quedar enredados si se sentaban mal, y la música cristiana que se tocaba en el órgano. ¡Una emocionante expectación llenaba el lugar! Pero el detalle más memorable fue el resultado de la prédica. El mensaje fue sobre el arrepentimiento. Conforme la reunión avanzaba, la convicción del Espíritu Santo se intensificaba y el temor de Jehová llenaba el corazón de la gente.
Hoy en muchos lugares, las reuniones en carpas pueden parecer una idea que ha pasado de moda y que desde hace mucho ha perdido su utilidad. Tal vez, en la mente de muchos el mensaje del arrepentimiento está fuera de época, es irrelevante e intrascendente; pero ¿realmente podemos darnos el lujo de guardar en el desván esta verdad esencial y fundamental?
Juan el Bautista vino a preparar el corazón de las personas para la venida del Señor Jesús. La voz de Juan resonaba en el desierto: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2).
Cuando Jesús entró en escena, Su mensaje fue el mismo (Mt. 4:17). En el día de Pentecostés, el día del comienzo de la Iglesia, Pedro predicó del arrepentimiento dando como resultado que tres mil personas se volvieran al Señor (Hch. 2:37-38). En su enseñanza y en su prédica, también el apóstol Pablo hablaba con frecuencia sobre el tema del arrepentimiento.
Pablo declaró el propósito de Dios en Romanos 8:29: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos”.
¿Cómo se logra en nosotros la obra de ser hechos conformes a la imagen de Jesús en una manera práctica? Esta transformación ocurre mientras le permitimos a Dios que nos guíe al arrepentimiento y una conversión llega a nuestra vida. Cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador, el castigo de nuestro pecado se borra instantáneamente. Sin embargo, Dios está interesado en algo más que en el castigo por nuestro pecado. Él también pretende que nuestra naturaleza pecaminosa muera, transformándonos a la imagen y carácter de Jesús mediante un proceso continuo. En 2 Corintios 3:18, Pablo habla del proceso de ser transformados mientras contemplamos al Señor: “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.
Como veremos más adelante, este proceso va junto con el don del arrepentimiento. Si rechazamos la obra de la gracia de Dios en nuestra vida a través del arrepentimiento, nos descalificaremos nosotros mismos de ser conformados a Su imagen, y nuestros propios caminos nos conducirán al desastre. El profeta Ezequiel, le da al pueblo de Dios este mensaje idéntico: “Convertíos, y apartaos de todas vuestras transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina” (Ez. 18:30).
Hoy, se necesita urgentemente un avivamiento por toda la Tierra. Sin embargo, si el avivamiento ha de producir algún resultado perdurable, el arrepentimiento tiene que ser su principal piedra de fundamento. El capítulo 1 de Joel ilustra la terrible condición del pueblo de Dios cuando el profeta les suplica a todos que invoquen al Señor. Debido a los juicios espantosos que vendrían, Joel clama: “Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid; ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios” (Jl. 1:13).
Más adelante, en el capítulo 2, él invoca: “Perdona, oh Jehová, a tu pueblo” (Jl. 2:17).
En el resto del capítulo 2, Joel profetiza un tremendo derramamiento del Espíritu Santo. Sin embargo, este avivamiento está precedido por un sincero arrepentimiento. Este patrón puede verse también en los grandes avivamientos que ocurrieron en la época de varios reyes de Judá. Después de un tiempo de arrepentimiento y de poner las cosas en orden con Dios, Josafat, Ezequías y Josías experimentaron un maravilloso avivamiento y la bendición del Señor. ¡Cuán importante es que el espíritu de arrepentimiento prepare al mundo para el avivamiento!
La Iglesia de los últimos tiempos necesita el poder y la presencia de Dios que la Iglesia primitiva conoció. Dios quiere que la Iglesia del fin de esta era sea llena con Su poder y Su gloria. Con frecuencia vemos que, en lugar que la Iglesia se mueva hacia los propósitos de Dios, lo que está obrando es algo diferente. Jesús dijo: “Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” (Mt. 24:12).
Este versículo podría traducirse de la siguiente manera: “Y por haberse multiplicado el desorden{1}, el amor y el celo por el Señor se enfriarán, así como se enfría una cucharada de sopa caliente cuando se le sopla”. Hay muchos que no están persiguiendo de cerca al Señor, y que han perdido ese deseo vehemente de hacer la voluntad de Dios. Esa condición se da, debido a que la gente no ha sido libre de la iniquidad en su vida. Jesús pagó el precio para que fuésemos libres de todas nuestras iniquidades (Tit. 2:14). Esta libertad viene cuando el don del arrepentimiento obra en nosotros.
En Joel capítulo 1, en un día similar de degradación y rebelión, el profeta habló de los juicios de Dios sobre Su pueblo. Hordas de insectos devoraron el producto de la tierra. Los árboles frutales y las cosechas del campo se secaron. Toda su economía fue grandemente empobrecida. Los enemigos revoloteaban como enjambres alrededor del pueblo de Dios. La miseria remplazó las bendiciones que habían conocido cuando anduvieron en los caminos de Dios. ¿No hay sobre las naciones juicios similares por parte de Dios, mientras le pide a Su pueblo que se vuelva a Él? ¡Las recientes devastaciones por inundaciones, huracanes y terremotos hacen que nos demos cuenta de que Dios está tratando de llamar nuestra atención! En Isaías 42:24-25 Dios dice: ¿Quién dio a Jacob en botín, y entregó a Israel a saqueadores? ¿No fue Jehová, contra quien pecamos? No quisieron andar en sus caminos, ni oyeron su ley. Por tanto, derramó sobre él el ardor de su ira, y fuerzas de guerra; le puso fuego por todas partes, pero no entendió; y le consumió, mas no hizo caso”.
¿No está la Iglesia de hoy en una situación similar? Los cristianos están experimentando problemas que son el resultado de haber dejado los caminos de Dios. Sin embargo, ¡el profeta Joel nos da esperanza!
“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo [...] Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?” (Jl. 2:12-13, 17).
En medio de este sonar de la trompeta y del llamado al arrepentimiento, Dios comenzó a mostrar lo que haría por ellos si se arrepentían: “Vosotros también, hijos de Sion, alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia a su tiempo, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio. Las eras se llenarán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado. Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Jehová vuestro Dios, y no hay otro; y mi pueblo nunca jamás será avergonzado. Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne” (Jl. 2:23-28).