Prefacio de Milton H. Erickson
PARTE PRIMERA. PERSISTENCIA Y CAMBIO
PARTE SEGUNDA. FORMACIÓN DE PROBLEMAS
PARTE TERCERA. RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
A
la memoria de Don D. Jackson
1920-1968
PREFACIO
Habría preferido decir mucho más
acerca de este libro de lo que aquí puedo decir. Por desgracia, mi
mala salud me lo impide, pero no será obstáculo para decir lo
esencial.
Multitud de libros y de teorías se
han ocupado del modo de cambiar a las gentes, pero, en último
término, son los autores de la presente obra los que han
considerado seriamente el tema representado por el cambio en sí
mismo, en el sentido de cómo ello tiene lugar espontáneamente y
cómo puede ser promocionado. Yo he intentado comprender esto mismo
en mi propia obra y describirlo en mis escritos. Una psicoterapia
es buscada en primer término, no para esclarecer un pasado
inmodificable, sino a causa de una insatisfacción con el presente y
un deseo de mejorar el futuro. Ni el paciente, ni el terapeuta
pueden saber en qué dirección se ha de verificar un cambio y en qué
grado ha de tener lugar este último. Pero se precisa cambiar la
situación actual y una vez establecido tal cambio, por pequeño que
sea, se precisa de otros cambios menores y un efecto en bola de
nieve de estos cambios menores conduce a otros más importantes, de
acuerdo con las posibilidades del paciente. Que los cambios sean
transitorios, permanentes o evolucionen hacia otros cambios es de
vital importancia con respecto a toda comprensión del
comportamiento humano, tanto con respecto a uno mismo, como con
respecto a los demás. He considerado mucho de lo que he realizado
como una forma de acelerar las corrientes que impulsan al cambio y
que maduran ya en la intimidad de la persona y de la familia, pero
se trata de corrientes que precisan de lo «inesperado», lo
«ilógico» y lo «súbito» para desembocar en un resultado
tangible.
De este fenómeno representado por el
cambio se ocupa el presente libro, de la naturaleza auténtica y de
las modalidades de cambio — aspectos que durante tanto tiempo no
han sido tenidos en cuenta en la formulación de teorías acerca de
cómo cambiar a las personas. En esta obra, a la que consideramos
como sumamente importante, Watzlawick, Weakland y Fisch han
analizado este fenómeno y lo han situado dentro de una trama
conceptual —ilustrada con ejemplos tomados de múltiples y diversos
sectores—que abre nuevas sendas para una mejor comprensión de cómo
los individuos se enredan entre las mallas de sus mutuos problemas,
y nuevos caminos, también, para resolver estos laberintos humanos.
La importancia de esta nueva trama se extiende mucho más allá de la
esfera de los problemas psicológicos de la que procede. Esta obra
es fascinante. Creo que es una notable contribución —un libro
espléndido—, necesaria para todo aquel que intente comprender los
múltiples aspectos del comportamiento de grupo.
Me complace que mi propia obra haya
contribuido a las ideas representadas en este libro y me alegro de
haber tenido la oportunidad de hacer este pequeño comentario acerca
del mismo. Quizás, aquí como en cualquier otra ocasión, un pequeño
gesto así es lo más oportuno que debe hacerse.
MILTON H.
ERICKSON
PRÓLOGO
Por osado que
sea investigar lo desconocido, mucho más lo es inquirir lo
conocido.
KASPAR
Cuando en 1334 Margarita Maultasch,
duquesa del Tirol, cercó el castillo de Hochosterwitz en la
provincia de Carintia, sabía muy bien que la fortaleza, situada en
una roca increíblemente escarpada que se elevaba sobre todo el
valle, era inexpugnable a un ataque directo y que se rendiría tan
sólo a un prolongado sitio. Llegó un momento en el que la situación
de los defensores se hizo crítica: no les quedaban más víveres que
un buey y un par de sacos de cebada. La situación de Margarita se
estaba convirtiendo en igualmente apremiante, si bien por razones
distintas: sus tropas comenzaban a indisciplinarse, el sitio no
parecía vislumbrar un fin y tenía también urgentes asuntos
militares en otros puntos. En tal situación, el comandante del
castillo decidió una acción a la desesperada, que debió aparecer
como una locura a los ojos de sus hombres: hizo sacrificar al
último buey que les quedaba, rellenó su cavidad abdominal con la
cebada restante y ordenó arrojar el cuerpo del animal, monte abajo,
hasta un prado situado frente al campamento enemigo. Tras recibir
este despectivo mensaje, la duquesa, presa del desánimo, abandonó
el sitio de la fortaleza y partió con sus tropas.
Era muy diferente la situación que
existía en el mes de mayo de 1940 a bordo de un pesquero británico,
en ruta hacia una reunión secreta con un oficial del espionaje
alemán, el mayor Ritter, al sur del Dogger Bank en el canal de la
Mancha. En el barco viajaban dos agentes dobles [1] , que llevaban respectivamente los nombres
supuestos de Snow y Biscuit. Snow había realizado con anterioridad
una excelente labor para el Intelligence Service británico y estaba
considerado por los alemanes como uno de sus más importantes
agentes en Inglaterra. Biscuit, un sujeto con amplios antecedentes
criminales, se había convertido en un informador de la policía,
auténticamente digno de confianza, e iba a ser presentado ahora al
mayor Ritter como agente auxiliar de Snow, para ser entrenado en
Alemania y devuelto luego a Inglaterra. Por diversos motivos, el
Intelligence Service consideró más conveniente que ninguno de ambos
espías supiese que el otro estaba trabajando también por cuenta de
los ingleses, pero al parecer, los dos hombres sospechaban este
hecho.
Ello dio lugar a una situación de
pesadilla, que Masterman, en su fascinante libro sobre el sistema
británico de agentes dobles describe del modo siguiente:
En el
camino hacia la cita con Ritter, por desgracia, Biscuit se formó la
opinión, a partir del comportamiento de Snow y de la conversación
de éste, que estaba actuando auténticamente en favor de los
alemanes y que indudablemente revelaría su situación, como agente
controlado, en cuanto se reuniese con el mayor Ritter. Snow, por
otra parte, parecía tener la impresión, por razones que no podemos
analizar, de que Biscuit era un genuino agente alemán que sin duda
revelaría la ambigua posición de Snow cuando tuviese lugar la
reunión con Ritter. En consecuencia, hizo cuanto pudo para
convencer a Biscuit de que estaba trabajando auténticamente al
servicio de los alemanes, lo cual reforzó las sospechas de Biscuit
(75).
En esta fatal y extraña situación,
por tanto, ambas partes intentaban, con todas sus fuerzas, hacer
aquello que las circunstancias presentaban como la mejor solución,
pero cuanto más intensamente lo intentaban, más desesperada se
hacía la situación. Por último, por su propia seguridad y para
evitar lo que parecía irse a convertir en un desastre para el
espionaje británico, Biscuit encerró a Snow en su camarote e hizo
que el pesquero volviese a Grimsby, sin intentar reunirse con
Ritter. Así pues, en su sincero intento para evitar un fallo
definitivo, lo provocó.
Estos dos ejemplos ilustran el tema
de este libro, el cual se ocupa de las viejas cuestiones relativas
a la persistencia y al cambio en los asuntos humanos. De modo más
particular trata acerca de cómo surgen los problemas, para
perpetuarse en ciertos casos y resolverse en otros. Mas, sobre
todo, examina cómo, paradójicamente, fallan con frecuencia el
sentido común y el comportamiento «lógico», mientras que acciones
tan «ilógicas» e «irracionales» como la emprendida por los
defensores de Hochosterwitz logran producir el cambio
deseado.
Por otra parte, si bien el sentido
lógico y común ofrece excelentes soluciones cuando funciona ¿quién
no ha tenido la frustrante experiencia de hacer lo mejor posible en
este sentido, para ver cómo las cosas iban tan sólo de mal en peor?
Y por lo contrario, todos hemos experimentado en algún momento cómo
surgía un cambio ilógico y sorprendente, pero bienvenido, en una
situación que parecía sin salida. En realidad, el tema de la
solución extraña, contrapuesta al sentido común, es arquetípica y
se refleja en el folklore, los cuentos de hadas, los sueños, al
igual que existen concepciones tanto populares como más eruditas
acerca de la perversidad de los demás, del mundo o del diablo para
explicar la situación opuesta. Sin embargo, poca investigación
seria y sistemática se ha realizado sobre todo este tema, que ha
permanecido hasta ahora tan extraño, intrigante y contradictorio
como siempre lo fue.
Hemos venido a ocuparnos de este
problema tan sólo de un modo indirecto, en gran medida como
consecuencia inesperada de nuestra práctica y estudio de la
psicoterapia, y gran parte de nuestra discusión al respecto y de
nuestros ejemplos se hallan relacionados con esta última, campo en
el que nos hallamos más informados. Si bien ha sido logrado por
esta ruta especial, se trata en primer término de un libro acerca
de la persistencia y del cambio y de su papel en la formación y la
resolución de problemas, en cuanto se trata de asuntos humanos en
general.
Ya que incluso nuestros puntos de
vista más generales se fundamentan en experiencia concreta actual,
hemos de decir un par de palabras acerca de nuestra formación
profesional. Al igual que otros psicoterapeutas con una preparación
ortodoxamente psicoanalítica y muchos años de experiencia práctica,
nos hemos sentido crecientemente frustrados por la incertidumbre de
nuestros métodos, lo prolongado de los tratamientos y los escasos
resultados obtenidos. Al mismo tiempo nos hemos sentido intrigados
por el inesperado e inexplicable éxito logrado por ciertas
intervenciones ocasionales e «inaparentes» y más que nada,
probablemente, por el hecho de que no se suponía que
pudiesen tener ningún efecto favorable. En 1966, uno de nosotros,
Richard Fisch, propuso crear lo que, a falta de un nombre más
adecuado [2] designamos como centro de psicoterapia breve
del Instituto de Investigaciones Mentales de Palo Alto. Bajo su
dirección comenzamos a investigar los fenómenos correspondientes al
cambio humano y, al hacerlo así, descubrimos muy pronto que ello
exigía de nosotros la adopción de nuevos puntos de vista acerca de
cuanto hasta entonces habíamos creído, aprendido y practicado
[3] .
Otro elemento unificador estuvo
representado por el hecho de que, desde un principio, hablamos un
mismo «lenguaje». Como investigadores asociados del Instituto de
Investigaciones Mentales, todos nosotros contábamos con varios años
de experiencia en la investigación de la intercomunicación humana y
en psicoterapia interaccional (es decir: referida a la pareja y a
la familia), tal como ha sido desarrollada por el grupo de Palo
Alto, bajo la dirección teórica de Gregory Bateson y la dirección
clínica de Don D. Jackson. Nos hallamos así acostumbrados a
considerar el proceso más bien que el contenido, y el «ahora y
aquí» más bien que el pasado. No fue quizá menos importante el
hecho de que todos nosotros teníamos una preparación y una
experiencia en hipnosis, lo cual no sólo nos hacía sentirnos a
gusto en las intervenciones directas, sino que nos puso también en
contacto con las innovadoras técnicas de Milton Erickson, a quien
todos nosotros estamos profundamente agradecidos.
Desde el comienzo tuvimos la
creencia de que aunando nuestros conocimientos seríamos capaces de
operacionalizar los intrigantes fenómenos de cambio mencionados
anteriormente y de encontrar así nuevas vías para intervenir de un
modo eficaz en las situaciones humanas problemáticas. Tal creencia
se demostró válida, pero también nos condujo a algo inesperado: al
proyectar la forma más adecuada de intervención en un particular
problema humano nos parecía aproximarnos a cierto núcleo subyacente
de supuestos, que por entonces éramos incapaces de definir. Ello
llegó a constituir una cierta dificultad cuando fue aumentando el
número de los interesados por nuestro modus operandi,
interesados por el mismo a través de lecturas, presentación de
casos y cursos de preparación y que deseaban saber más acerca de
nuestros conceptos fundamentales, y no sobre ciertos trucos
mágicos. Es decir: podían apreciar los efectos, pero querían saber
qué es lo que contribuía a producirlos. Tan sólo gradualmente
llegamos a ser capaces de traducir nuestro quehacer en conceptos y
el presente libro constituye una tentativa para sistematizar lo que
hallamos al examinar nuestras premisas.
Sabemos por experiencia que algunos
criticarán la índole «manipulativa», «insincera» de nuestro
procedimiento de abordar, tanto desde el punto de vista teórico,
como práctico, los problemas humanos. La palabra «sinceridad» se ha
venido a convertir últimamente en una especie de latiguillo
hipócrita, asociada oscuramente con la idea de que existe algo así
como una visión correcta del mundo, que por lo general coincide con
la propia. Parece también asociarse con la idea de que la
manipulación no sólo es mala en sí, sino que puede ser evitada.
Pero nadie, por desgracia, ha explicado jamás cómo puede llevarse a
cabo esto último. Es difícil imaginar cómo cualquier
comportamiento en presencia de otra persona puede evitar ser una
comunicación del propio punto de vista acerca de la naturaleza de
la propia relación con dicha persona y cómo, en consecuencia, puede
evitar influir sobre esta última. El psicoanalista que permanece
sentado en silencio detrás de su paciente echado en el diván o bien
el psicoterapeuta «no directivo» que se limita a repetir las
palabras pronunciadas por su paciente ejercen una enorme
influencia, a causa precisamente de este modo de
comportarse, en especial cuando éste es definido como «libre
de influencia».
El problema, por tanto, no consiste
en ver cómo se pueden evitar la influencia y la manipulación, sino
cómo pueden ser mejor comprendidas y utilizadas en interés del
paciente. Éste es uno de los temas que nos ocuparán a través de
este libro.
Nos damos perfecta cuenta de que
mucho de lo que este libro contiene ha sido ya dicho o hecho por
otros, si bien por lo general en diferentes contextos y basándose
en premisas distintas. Esperamos que el lector comprenderá que no
podemos señalar todas estas semejanzas, ni explicar las
diferencias. Esto resulta especialmente cierto por lo que se
refiere a aparentes paralelismos con la terapéutica de la conducta
(behavior therapy), pero nuestro lector ha de tener en
cuenta que no nos apoyamos en supuestos de un aprender o de un
desaprender deficientes, de un condicionamiento o de un
descondicionamiento, etc.
Ya que el principal propósito de
este libro es presentar nuestros puntos de vista y conclusiones
generales, no ha de exponer el prolongado camino por el cual hemos
llegado a los mismos. En lugar de ello, como mostrará una ojeada al
índice, avanza desde lo abstracto hacia lo concreto, los ejemplos
prácticos y la discusión. El primer capítulo, de acuerdo con ello,
describe dos teorías, útiles para organizar y esclarecer aspectos
principales de nuestro punto de vista acerca del cambio a un nivel
general. Se trata de la teoría de los grupos y la teoría de los
tipos lógicos. El capítulo segundo propone ejemplos de la
aplicación práctica de estas dos teorías a nuestro tema principal.
La segunda parte se ocupa por completo de cuestiones acerca de la
formación de problemas que plantea la interdependencia de la
persistencia y del cambio, mientras que la tercera parte está
dedicada a la solución de problemas.
Deseamos, finalmente, expresar
nuestro agradecimiento al fundador y primer director del Instituto
de Investigaciones Mentales, el fallecido Dr. Don D. Jackson, cuyo
espíritu abierto a nuevas ideas y cuya ayuda nos animó a emprender
la presente investigación.