Este texto se basa en las
conferencias del autor en el Ayuntamiento de Viena el 17 de mayo de
1989 y 5 de noviembre de 1991
Título original: Vom Unsinn
des Sinns oder vom Sinn des Unsinns
Traducción: Víctor A. Martínez de Lapera
Diseño de la cubierta: Gabriel NunezEdición digital: Grammata.es
© 1992, Picus Verlag Ges. m.
b. H., Wien
© 2009, Herder Editorial, S. L., Barcelona
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978-84-254-2703-9
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Las Conferencias de Viena
Inauguradas en la primavera de 1987,
las conferencias de Viena han madurado paulatinamente hasta
convertirse en un foro internacional para personalidades señeras en
los campos de la ciencia, del arte y de la política. las
conferencias han abierto el Ayuntamiento de Viena a una discusión
comprometida sobre cuestiones cotidianas con miras a la formación
de una voluntad de política comunal.
Soy de los que opinan que la ciencia
y su transmisión a sectores más amplios de la opinión pública
deberían constituir una unidad inseparable. En las conferencias de
Viena se ha logrado esto, una y otra vez, de forma
espléndida.
Lo estimulante de las Conferencias,
que entre tanto se han convertido en una cita fija intelectual en
el Ayuntamiento, radica, sobre todo, a mi entender, en conseguir
personalidades visionarias que son capaces de ver más allá de los
límites, a veces demasiado romos, de una disciplina concreta. Se ha
logrado una y otra vez que hablen en el Ayuntamiento pensadores
inconformistas que estimulan a ver en una luz nueva problemas
conocidos. Son un acicate para que el pensamiento pueda cambiar de
dirección, cosa harto necesaria en numerosos sectores. En efecto,
el análisis crítico que responde a una intención emancipadora e
ilustradora ha sido siempre para mí una tarea importante de la
ciencia. En este sentido, me congratulo por la publicación de las
Conferencias de Viena, que transmite a un público más amplio los
impulsos de las disertaciones y discusiones, y confiere la duración
de la palabra escrita a las palabras habladas.
Ursula
Pasterk
Concejala
de cultura del Ayuntamiento de Viena
Prólogo
Paul Watzlawick pronunció en el marco
de las conferencias de Viena dos disertaciones que estuvieron
dedicadas a la relatividad de lo que nosotros llamamos realidad. El
autor es defensor del constructivismo, que ha formulado una nueva
concepción científica del mundo tanto en las ciencias naturales
como en las del espíritu. Amplios sectores de la población actual
comparten la idea de que el mundo tal como los hombres lo
percibimos con nuestros órganos sensoriales no es objetivamente tal
como nosotros lo vemos, oímos, olemos, sentimos. Los perros, por
ejemplo, tienen una percepción olfativa bastante más diferenciada
que los hombres. Por ello perciben en el cosmos de los olores
sectores de la realidad que permanecerán desconocidos siempre para
los órganos olfativos del hombre. Los ojos compuestos de los
insectos conforman una imagen del espacio y del color tan autónoma
como los aparatos visuales de los camaleones y de los hombres. «En
realidad», así nos lo dicen las ciencias naturales, no existe esa
mesa delante de nosotros, sino un cúmulo de moléculas en una
determinada organización, ondas con frecuencias diferentes, etc. En
cuanto a la luz, por ejemplo, los físicos han jugado a la
adivinanza durante largo tiempo, discutiendo si es «materia» u
«onda», e incluso si dejamos a un lado la imperfección de nuestros
órganos sensoriales en la representación «de lo real», nuestras
percepciones del mundo no ganan mucho más en objetividad.
La complicación es aún mayor cuando
tomamos conciencia de la interpretación subjetiva e individual del
acontecer social. Cada uno de nosotros experimenta cada día en la
vida privada y en la profesional que un acontecimiento en el que
intervenimos con otros será visto e interpretado de forma distinta
por cado uno de los coprotagonistas. ün intercambio de palabras
entre dos o más personas encierra, debido a la polisemia de los
términos y a las formas de expresión no verbal, tantos contenidos
semánticos a veces divergentes que cabe la posibilidad de que, en
un informe posterior, los participantes, con su mejor saber y
entender, les atribuyan contenidos semánticos diversos. Esto ha
sido un impulsor esencial del chismorreo de familia y de oficina,
ya que, como los hombres no podemos entendernos entre nosotros con
fórmulas y axiomas matemáticos de la precisión exigida por
Wittgenstein, cada percepción, reflexión y expresión subjetiva
desarrolla aún más un contenido social.
Esta subjetividad de la visión e
interpretación de la realidad tiene causas objetivas —es decir,
mensurables—, sociales (pertenencia a un entorno y a un estrato
social), específicas de un sexo y de una cultura. Paul Watzlawick
ha sido, sin duda, el investigador que ha apuntado con especial
nitidez a la fragmentación de la realidad en general y a la
relatividad de las interpretaciones de la realidad de los hombres.
En los últimos veinte arios, casi todas las disciplinas
relacionadas con las ciencias del espíritu han pasado por una fase
constructivista. Los etnólogos reconocieron que la estructura e
historia de las sociedades tribales sobre las que ellos habían
informado desde una perspectiva eurocentrista y colonial tenían
unos perfiles del todo distintos desde la visión de los afectados.
En la historiografía, la mentalidad constructivista llevó a
introducir la «percepción» como una categoría central y a preguntar
qué han hecho los hombres partiendo en cada caso de determinadas
situaciones, cómo han visto ellos esas situaciones. Qué significa
amplitud y estrechez es algo que admite interpretaciones diversas,
específicas de una cultura y de un ambiente, como Paul Watzlawick
describe valiéndose del ejemplo de la valoración de diversas
distancias físicas en culturas diferentes. Los ejemplos de
Watzlawick explican —téngase presente la distinta valoración que
soldados americanos y soldados ingleses hacen del beso como
indicador de un determinado grado de relación— que existen
diferentes concepciones de lo normal condicionadas por la cultura.
Aquí reside, sin duda, un aspecto esencial de la importancia
esclarecedora de las tesis de Watzlawick. El autor explica que en
las relaciones humanas y en la interpretación de las mismas no
existen verdades sencillas, y que lo «normal» en una cultura, y más
aún en culturas diferentes, es que no se dé la uniformidad, sino la
diversidad de formas de acción e interpretación de los individuos
concretos.
Se puede ver la interpretación
constructivista del acontecer social, tal como Paul Watzlawick la
trata, como fundamento de un relativismo y nihilismo. Lo contrario
es, sin duda, más atinado. La idea de que las realidades son
siempre construcciones da al individuo la posibilidad de ser libre
para decidirse por una realidad, para seleccionarla. con esa
perspectiva se aprende a ser conciliador, porque se ha tomado
conciencia de que una realidad no es mejor que la otra; y se
aprende a ser responsable de lo que se hace, pues nadie priva a uno
de su responsabilidad.
El presente libro es la publicación
de dos disertaciones relacionadas entre sí que Paul Watzlawick
pronunció en el Ayuntamiento de Viena y que resumen con precisión
lo que el autor ha desarrollado en una serie de libros. Nos
alegramos con los amigos y amigas de las Conferencias de Viena de
que las ideas de Watzlawick puedan resultar accesibles por este
camino a sectores más amplios de la opinión pública.
Hubert
Christian Ehalt