El cuento del grial - Chrétien De Troyes - E-Book

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Chrétien De Troyes

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Beschreibung

Con Li contes del graal, su última e inacabada obra, el novelista champañés Chrétien de Troyes dio principio, hacia 1180, a una de las tradiciones más célebres y frecuentadas de la literatura europea: la de los caballeros de la Mesa Redonda en pos de los misterios del grial. Desde el relato de la formación caballeresca del joven Perceval, crecido en la Yerma Floresta Solitaria al margen de la vida de la corte, al de las aventuras de Galván, el noble sobrino del rey Arturo, Chrétien de Troyes teje una fascinante red de sucesos caballerescos y misteriosos que captura poderosamente la atención del lector. El silencio de Perceval ante el desfile del extraño cortejo del grial constituye el inicio de una serie de acontecimientos y aventuras que la muerte del autor dejó inconclusos e inexplicados. Sobre la creación de Chrétien y la de sus varios continuadores arrojan luz la esclarecedora introducción y las notas con que Martín de Riquer ha acompañado su traducción de Li contes del graal. Con ella, el ilustre académico ofrece, una vez más, una aportación de primer orden no sólo a la romanística sino también a la divulgación de la mejor literatura medieval entre el público lector.

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Veröffentlichungsjahr: 2016

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Con Li contes del graal, su última e inacabada obra, el novelista champañés Chrétien de Troyes dio principio, hacia 1180, a una de las tradiciones más célebres y frecuentadas de la literatura europea: la de los caballeros de la Mesa Redonda en pos de los misterios del grial. Desde el relato de la formación caballeresca del joven Perceval, crecido en la Yerma Floresta Solitaria al margen de la vida de la corte, al de las aventuras de Galván, el noble sobrino del rey Arturo, Chrétien de Troyes teje una fascinante red de sucesos caballerescos y misteriosos que captura poderosamente la atención del lector. El silencio de Perceval ante el desfile del extraño cortejo del grial constituye el inicio de una serie de acontecimientos y aventuras que la muerte del autor dejó inconclusos e inexplicados. Sobre la creación de Chrétien y la de sus varios continuadores arrojan luz la esclarecedora introducción y las notas con que Martín de Riquer ha acompañado su traducción de Li contes del graal. Con ella, el ilustre académico ofrece, una vez más, una aportación de primer orden no sólo a la romanística sino también a la divulgación de la mejor literatura medieval entre el público lector.

Chrétien de Troyes

El cuento del grial

Título original: Li contes del graal

Chrétien de Troyes, c. 1180

Nota preliminar

Escasos son los datos que poseemos sobre la personalidad de Chrétien de Troyes, de cuya obra literia se conservan cinco extensas novelas de atribución segura: Erec, Cligés, Li chevaliers au lion (titulada también Yvain), Li chevaliers de la charrete (a la que a veces se da el título de su protagonista, Láncelot) y Li contes del Graal. Con cierta verosimilitud se le atribuye también otra novela de carácter caballeresco y piadoso, Guillaume d’Angleterre (de la que existe una traducción en prosa castellana del siglo XIV), y una adaptación de una fábula ovidiana sobre el mito de Filomela. De las seis poesías líricas que los cancioneros adscriben a Chrétien de Troyes, dos son con seguridad obra de nuestro escritor. Éste, por otra parte, confiesa, en los versos iniciales del Cligés, haber traducido los Remedia Amoris y el Ars amatoria de Ovidio y compuesto una narración sobre el mito de Tántalo y Pélope (sin duda basado en las Metamorfosis ovidianas), y un relato sobre «el rey Marc e Iseut la rubia», o sea la leyenda de Tristán, todo lo cual se ha perdido. Teniendo en cuenta las personas a las que dedica sus obras, llegamos a la conclusión de que la producción de Chrétien de Troyes debió de desarrollarse entre los años 1159 y 1190.

Se trata, pues, de un escritor de la segunda mitad del siglo XII que, como los hombres de cultura de su tiempo, posee una sólida preparación clásica, puesta de manifiesto no tan sólo en sus versiones de los tratados eróticos de Ovidio y en sus adaptaciones de fábulas mitológicas, sino también en buen número de detalles retóricos y estilísticos que aparecen en su obra. Todas las novelas de Chrétien de Troyes conservadas están escritas en verso: en pareados de ocho sílabas (nueve, contando a la castellana) de rima consonante, forma que desde mediados de aquel siglo había adoptado la narrativa francesa culta, tan distinta de la narrativa tradicional de las gestas. Antes de Chrétien de Troyes los narradores franceses cultos, precursores y creadores del román, o sea de la novela, habían empleado los pareados octosilábicos en sus versiones de obras clásicas (la Tebaida de Estado, la Eneida, algunas fábulas tomadas de las Metamorfosis de Ovidio, etc.) y en la famosa traducción de la Historia regum Brittanniae, de Godofredo de Monmouth, hecha por Wace y titulada Román de Brut. Esta traducción, que Chrétien de Troyes revela conocer bien, había contribuido a poner de moda en los ambientes cultivados y aristocráticos el mundo fantástico del fabuloso rey Artús de Bretaña y de los caballeros de la Tabla Redonda, recogiendo viejas leyendas bretonas, pero estructurándolas en una narración que pretendía ser histórica. Son de tema artúrico algunas de las narraciones breves que, antes o contemporáneamente a Chrétien, había escrito, también en verso octosílabo, María de Francia y que suelen titularse Lais, y artúricas son las cinco novelas conservadas de nuestro escritor, aunque el Cligés sólo parcialmente, pues su trama principal tiene carácter bizantino.

Li chevaliers de la charrete, o Lancelot, está dedicado por Chrétien a su señora, la condesa María de Champagne, hija de Luis VII de Francia y de Leonor de Aquitania, y esposa del conde Enrique de Champagne, que solía residir en su palacio de Troyes, capital del condado, y, sin duda, ciudad en la que había nacido nuestro escritor. Tanto María de Champagne como su madre Leonor de Aquitania desempeñaron un papel importantísimo en el florecimiento de la literatura llamada cortesana y contribuyeron a instaurar en Francia los hallazgos y las novedades de la poesía de los trovadores, de suerte que la aventura caballeresca se unió al sentimentalismo amoroso, unión que constituye una de las características de la novela del siglo XII. Pero Chrétien de Troyes no se limitó, en sus novelas, a la escueta narración de una peripecia caballeresca, con sus lances heroicos, sus episodios maravillosos y la exaltación de las virtudes militares de unos seres extraordinarios, ni se ciñó a dotar a la aventura de un contenido amoroso y a bosquejar una hábil y acertada caracterización psicológica de los personajes principales de la acción. Además de todo esto, pretendió dar a sus novelas el trascendente valor de una lección moral y espiritual destinada al perfeccionamiento de la sociedad en que vivía, y de modo principal, de la aristocracia que leía sus obras. Tal propósito es decisivo y deliberado en nuestro escritor, pues en los versos iniciales de Li chevaliers de la charrete distingue, en su obra literaria, la materia (matière), que es el asunto o argumento de la narración, el simple relato de hechos novelescos, del sentido (sans), que viene a ser la interpretación doctrinal de la obra, lo que llamaríamos su tesis; y de una afirmación hecha en el Erec se desprende que la ordenación y ensamblamiento de la materia con el sentido, o sea la acomodación de la intriga del relato a una tesis, constituye la coyuntura (conjointure) de la novela. El novelar de Chrétien de Troyes es, pues, algo que ambiciona ser mucho más que el simple narrar y que pone una rica trama de aventuras al servicio de una lección tendente a la exaltación de los valores morales del caballero.

Esta intención superior no debe ser olvidada cuando se lee El cuento del grial (Li contes del graal), pues si nos atuviéramos exclusivamente a su materia, en algunos trechos podría parecemos una ingenua conseja o una intrascendente novela de aventuras y correríamos el peligro de valorarlo sólo en atención a sus innegables méritos literarios. La obra va precedida de una dedicatoria al conde Felipe de Flandes, o sea Felipe de Alsacia, quien, desde 1168, fue conde de Flandes, y que partió para Ultramar como cruzado en septiembre de 1190 y murió en Acre en el junio siguiente. Entre 1168 y 1191, pues, inició Chrétien de Troyes la redacción de El cuento del grial, y los intentos hechos para precisar más la fecha se han revelado poco firmes. Esta dedicatoria sorprende por su carácter religioso: se glosan en ella varios versículos neotestamentarios y se diserta sobre la caridad, lo que da a estas páginas introductorias un acusado matiz cristiano que por fuerza ha de corresponder con el profundo sentido que el autor piensa dar a su obra.

Chrétien ha escogido como protagonista de su narración a un muchacho en plena adolescencia, fuerte, hábil cazador e ingenuo, que ha vivido en una «yerma floresta solitaria» aislado del resto del mundo, únicamente entregado a la caza y sin otra relación humana que su madre y los labradores que cultivan sus tierras, situadas en Gales. Este muchacho pertenece a un ilustre linaje de caballeros, y tanto su padre como sus dos hermanos mayores fueron víctimas de las guerras y los combates, y debido a ello su madre lo ha criado en completa ignorancia de cuanto sucede en el mundo, principalmente de la caballería. Pero la fuerza de la sangre se impone a los planes matemos, y en cuanto el muchacho, al principio de la novela, se encuentra con unos caballeros, decide irrevocablemente ser uno de ellos y se encamina a la corte del rey Artús para que le arme, lo cual produce tal disgusto a su madre que cae muerta al verlo partir de su lado. De esta suerte Chrétien puede exponer a sus lectores las etapas de la formación caballeresca, que su joven héroe recorre a una velocidad vertiginosa. Al salir de la solitaria morada materna, el héroe está en la plenitud de sus fuerzas físicas y es robusto y membrudo, condiciones naturales indispensables para todo el que haya de ejercer la caballería. Su llegada a la corte del rey Artús provoca dos maravillosos vaticinios, pues tanto la doncella que jamás había sonreído, como el bufón, pronostican que aquel gallardo e ingenuo joven está destinado a ser el mejor caballero del mundo. La victoria del muchacho sobre el Caballero Bermejo se debe a la primaria habilidad de aquél en el lanzamiento de venablos, adquirida en sus cacerías: es un tipo de lucha que se halla muy distante del sabio tecnicismo del noble arte de las armas. Por esta razón, después de esta primera victoria, Chrétien lleva a su protagonista al castillo de Gornemant de Goort, caballero maduro y experimentado, que se prenda de las virtudes y de la simpatía del joven salvaje, y le da sabias lecciones de caballería, que el muchacho aprende con gran precisión y rapidísimamente, y por fin le arma caballero. Nuestro protagonista es ya un caballero, y los episodios de la defensa del castillo de Belrepeire demuestran su acierto y su maestría en el manejo de las armas; pero allí también, como corresponde a todo caballero, nace en el joven héroe su amor por la hermosa Blancheflor.

Mas hay en él muchacho un remordimiento que lo tortura: la suerte de su madre, que vio caer desvanecida al abandonar su morada solitaria. No sabe todavía que ha muerto, si bien lo sospecha, y ello tortura su ánimo con la conciencia del pecado. En esta situación, es decir, con el alma manchada por él pecado, se le ofrece la más alta de sus aventuras: la prueba del castillo del grial, episodio culminante de la novela. Invitado por el Rico Rey Pescador, o Rey Tullido, el joven caballero cena en la amplia y suntuosa sala cuadrada del castillo y ve desfilar ante sí un singular cortejo en que figuran un paje que empuña una lanza de cuya punta mana una gota de sangre, una hermosa doncella que lleva en sus manos un grial, y otra con un plato de plata. El héroe, temiendo revelar su rusticidad, no se atreve a preguntar por qué sangra la lanza ni a quién se sirve con aquel grial. La razón de su mutismo —lo aclara después Chrétien— es más profunda: el hecho de hallarse en pecado le trabó la lengua. Y ello constituye el fatal error del muchacho, pues si hubiera formulado aquellas dos preguntas habría reparado una serie de males que afligían precisamente a su linaje, ya que averiguaremos luego que el Rico Rey Pescador, postrado por la parálisis y desposeído de sus tierras, habría recuperado salud y dominios si aquellas dos preguntas hubiesen salido de los labios del muchacho. Chrétien de Troyes no nos lo aclara puntualmente —ya veremos que la novela quedó inacabada—, pero no cabe duda de que la lanza que sangra es la de Longinos, o sea, aquella con la que fue herido el costado de Jesucristo; el grial, nombre que se daba a ciertos recipientes, es un riquísimo copón en el cual se lleva diariamente una hostia al Rey del Grial —padre del Rico Rey Pescador y hermano de la madre del protagonista—, el cual desde hace años vive exclusivamente gracias al alimento que le proporciona la Eucaristía, tipo de milagro que se dio con frecuencia en la Edad Media y que aún hoy día enfervoriza a los cristianos. El plato de plata es, sin duda alguna, la bandeja que se pone debajo de la barbilla al que comulga para evitar que, por un accidente, la sagrada forma caiga al suelo. El tema de las preguntas que, al no formularse, acarrean males y daños, no es raro en el folklore; pero en nuestro caso ofrece una sorprendente similitud con una ceremonia de la Pascua de los judíos, cuyo rito no puede iniciarse hasta que el más joven de la familia haya hecho unas ingenuas preguntas. No es raro que Chrétien haya adaptado a su episodio este rito judaico, sobre todo si tenemos en cuenta la importancia de la comunidad israelita de Troyes en el siglo XII. La hermosa doncella portadora del grial es, con toda seguridad, una figura simbólica: la Iglesia personificada, que en representaciones artísticas de la época suele hallarse a la derecha de la cruz recogiendo en un rico vaso la sangre del Salvador que mana de la herida producida por la lanza de Longinos, La lanza que empuña el paje que desfila en nuestro episodio mana sin cesar, para significar, sin duda, la persistencia del sacrificio del Gólgota, que redime constantemente.

Nuestro héroe se da cuenta de su gran fracaso en el castillo del grial al día siguiente, al encontrar en la soledad del bosque a su prima, quien le hace ver su error. Entonces, cuando por su error se ha hecho responsable, el joven héroe de la novela adivina su nombre y lo averigua por vez primera el lector: se llama Perceval. El nombre va unido a la personalidad, y mientras nuestro héroe no significó nada para el mundo, vivió anónimamente; ahora que, por su culpa y por su pecado, ha impedido que se realizara un bien y no ha evitado el mal, su responsabilidad le ha hecho adivinar su nombre. El episodio de las gotas de sangre sobre la nieve, una de las más bellas páginas de la literatura francesa medieval, demuestra, por una parte, la idealización del amor de Perceval por la hermosa Blancheflor, el color sonrosado de cuya faz se le rememora al ver la blanca nieve coloreada por la roja sangre, grandiosa metáfora invertida que ha tentado más de una vez a grandes poetas, desde Ovidio hasta Góngora; pero por otra parte, este episodio, en la economía de la novela, supone el cumplimiento de los augurios de la doncella que jamás había sonreído y del bufón, gracias a lo cual queda manifiesto que Perceval, que quince días antes era un ingenuo muchacho salvaje, es ya el mejor caballero del mundo.

El cuento del grial se interrumpe bruscamente, tras el verso 9234, dejando suspenso un episodio. Ello se debe o que a Chrétien de Troyes le sorprendió la muerte en plena redacción de la novela, y cuando la acción principal de ésta distaba bastante, sin duda, de haber llegado a su desenlace. Ello motivó que él tema del grial se hiciera pronto algo misterioso y vago, y que los continuadores anónimos de la novela, que iniciaron su labor todavía en el siglo XII, no acertaran a darle un final congruente ni digno del gran tema creado por el escritor champanes. Incluso la critica moderna, hasta la más reciente, se ha debatido en ingeniosas y a veces fantásticas lucubraciones sobre el grial y las intenciones de Chrétien de Troyes, el cual murió llevándose a la tumba el profundo secreto de su novela, del mismo modo que el marinero del romance castellano del conde Arnaldos se hace a la mar sin decirnos su canción.

El lector advertirá que la acción principal de la novela, o sea, las aventuras de Perceval, se ve concurrida, a partir de cierto momento, por otra trama muy distinta, que tiene por héroe a Gauvain, el sobrino del rey Artús. Esta dualidad de asunto se ha querido explicar suponiendo que el autor pretendía contraponer el caballero inexperto, Perceval, y el caballero veterano, Gauvain. No obstante, hay en las dos tramas contradicciones tan acusadas que no es inverosímil creer que Chrétien de Troyes, en el momento en que le sorprendió la muerte, estaba escribiendo dos novelas muy distintas, una dedicada a narrar las aventuras de Perceval y otra a contar las hazañas de Gauvain, y que sus borradores fueron mezclados y absurdamente soldados por quien los arregló a fin de darles una forma que hoy diríamos publicable, creído de que pertenecían a la misma novela. Sea lo que fuere, la parte dedicada a Gauvain es de gran belleza y revela la maestría de Chrétien como narrador. Constituye un magnifico libro de caballerías, en el que se destacan episodios tan notables como el de la Doncella de las Mangas Pequeñas, de una delicadeza poco común, el del Castillo de las Reinas, con su ambiente de magia y de misterios, y los de la Orgullosa de Logres, que pone a prueba la caballerosidad de Gauvain.

* * *

La presente traducción está hecha sobre el texto de la edición de William Roach, Chrétien de Troyes, Le román de Perceval ou le Conté du Graal, en «Textes littéraires français», Genève-Lille, 1959 (segunda impresión), aunque en algunos pasajes me he separado de su lectura, que es la del manuscrito T, para atenerme a la que da la edición crítica de Alfons Hilka, Der Percevalroman (Li contes del Graal) en «Christian von Troyes sämtliche erhaltene Werke», V, Halle, 1932. Me ha sido de utilidad la consulta de la prosificación de 1530 (editada por Hilka en apéndice) y de la traducción en prosa francesa moderna de Lucien Foulet, Chrétien de Troyes, Perceval le Gallois ou le Conté du Graal, en «Cent romans français», París, 1947. He procurado ser lo más literal que permite la corrección idiomática, y he conservado ciertas repeticiones del texto original y los frecuentes cambios de tiempos verbales. El lector no debe olvidar que lo que está leyendo es traducción de un relato escrito en versos cortos de rima consonante, lo que implica que él autor se vea a veces obligado a giros un poco forzados que, si bien en el original del siglo XII se amoldan a una determinada técnica narrativa, al verterse a prosa moderna pudieran sorprender. A fin de que en todo momento se pueda cotejar mi versión con el texto de Chrétien de Troyes, en la parte superior de las páginas indico los versos franceses que corresponden a su contenido[*].

Martín de Riquer

EL CUENTO DEL GRIAL

( Li contes del graal )

Dedicatoria a Felipe de Flandes

Quien poco siembra poco recoge, y el que quiera cosechar algo que eche su semilla en lugar donde Dios le conceda el céntuplo; pues en tierra que nada vale la buena semilla se seca y desmedra. Chrétien siembra y echa la semilla de una novela que empieza, y la siembra en lugar tan bueno que no puede quedar sin gran provecho, pues lo hace para el más prudente que existe en el imperio de Roma. Se trata del conde Felipe de Flandes, que vale más que Alejandro, de quien se dice que fue tan bueno. Pero yo demostraré que el conde vale mucho más, pues aquél reunió en sí todos los vicios y todos los defectos de los que el conde está limpio y exento.

El conde es de tal condición que no escucha ni viles chocarrerías ni palabras necias, y le pesa si oye hablar mal de otro, sea quien fuere. El conde ama la recta justicia, la lealtad y la santa Iglesia y abomina toda villanía. Es más dadivoso de lo que se supone, pues da sin hipocresía y sin engaño, según el Evangelio, que dice: «No sepa tu izquierda los beneficios que haga tu derecha»[1]. Que lo sepa quien los recibe y Dios, que ve todos los secretos y conoce lo más escondido que hay en los corazones y en las entrañas.

(VS. 32-107)

¿Sabéis por qué dice el Evangelio «esconde los beneficios a tu izquierda»? Porque, según el relato, la izquierda significa la vanagloria, que procede de falsa hipocresía. ¿Y qué significa la derecha? La caridad, que no se envanece de sus buenas obras, sino que se esconde para que sólo las sepa aquel que se llama Dios y caridad. Dios es caridad, y quien según la Escritura vive en caridad, dice San Pablo, y yo lo he leído, que mora en Dios, y Dios en él[2]. Sabed, en verdad, que las dádivas que hace el buen conde Felipe son de caridad; nunca habla de ello con nadie sino con su buen corazón generoso, que le aconseja obrar bien. ¿No vale, pues, él más que Alejandro, a quien no le importó la caridad ni ningún beneficio? Sí, no lo dudéis. Bien empleado estará, pues, el trabajo de Chrétien, que se esfuerza y se afana, por orden del conde, en rimar el mejor cuento que fue contado en corte real: es el Cuento del Grial, sobre el cual el conde le dio el libro[3]. Oíd cómo cumple su cometido.

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