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Ken Wilber

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Beschreibung

Aplicando su aclamado enfoque integral, Ken Wilber formula una teoría de la espiritualidad que, sin dejar de reconocer los logros de la modernidad y de la postmodernidad (es decir, teniendo en cuenta las revoluciones de la ciencia y de la cultura), incorpora también las enseñanzas esenciales de las grandes religiones. Wilber muestra el modo en que la espiritualidad actual combina la iluminación oriental (que subraya el cultivo de los estados superiores de conciencia) con la Ilustración occidental (que nos ofrece los descubrimientos realizados por la psicología evolutiva y la psicología psicodinámica), proporcionándonos así claves esenciales para el desarrollo de una espiritualidad más integral. Basándose en este marco de referencia integral, Wilber esboza el papel radicalmente novedoso que la religión puede desempeñar en el mundo actual. La extraordinaria influencia que tienen las religiones sobre la mayoría de la población las coloca en una posición privilegiada para solucionar algunos de los principales conflictos a los que nos enfrentamos. Adoptando una visión más integral, las grandes religiones pueden actuar como catalizadores del desarrollo humano, promoviendo el avance desde lo mágico hasta lo mítico, lo racional, lo pluralista y lo integral y hacia una sociedad global que honra, al tiempo que incluye, todas las estaciones de la vida a lo largo del camino.

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Ken Wilber

ESPIRITUALIDAD INTEGRAL

El nuevo papel de la religión en el mundo actual

Título original: INTEGRAL SPIRITUALITY

© 2006 by Ken Wilber

© de la edición en castellano:

2007 by Editorial Kairós, S.A.

Numancia 117-121, 08029 Barcelona, España

www.editorialkairos.com

© Traducción del inglés: David González Raga

Corrección: Joaquim Martínez Piles

Primera edición en papel: Octubre 2007

Primera edición digital: Abril 2016

ISBN papel: 978-84-7245-655-6

ISBN epub: 978-84-9988-516-2

ISBN kindle: 978-84-9988-517-9

ISBN Google: 978-84-9988-059-4

Composición: Pablo Barrio

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

A Colin Bigelow o, como algunos dirían, de Manjusri a Vajrapani.

SUMARIO

 Nota al lectorIntroducción: El enfoque integral 1. El pluralismo metodológico integral2. Los estadios de conciencia3. Los estados de conciencia4. Los estados y los estadios5. Budismo boomeritis6. La sombra y el yo enajenado7. Un milagro llamado “nosotros”8. El mundo de lo terriblemente obvio9. La cinta transportadora10. La Práctica Vital Integral Apéndice I: De la Gran Cadena del Ser al postmodernismo en tres sencillos pasosApéndice II: Postmetafísica integralApéndice III: ¿Dónde perdura todavía el mito de lo dado? Libros de Ken Wilber

NOTA AL LECTOR

En las dos últimas décadas ha aparecido un marco teórico de referencia radicalmente nuevo para organizar el mundo y las actividades que está logrando un reconocimiento cada vez mayor. Este enfoque, conocido como “enfoque integral”, se ha aplicado a campos tan diversos como el mundo de la empresa, la medicina, la psicología, el derecho, la política, el desarrollo sostenible, el arte y la educación. Se trata de una aproximación global que ha permitido reorganizar de un modo más comprehensivo, eficaz, operativo e inclusivo las distintas disciplinas a las que la ha aplicado. Pero debemos aclarar que el enfoque integral no añade ningún contenido nuevo, sino que simplemente pone de manifiesto las regiones menos comprehensivas, eficaces, operativas e inclusivas de lo que sería deseable, lo que nos proporciona una guía para reorganizar las distintas disciplinas de un modo que, en algunos casos, ha demostrado ser claramente revolucionario.

¿Qué sucedería si aplicásemos el enfoque integral al ámbito de la espiritualidad? Éste es, precisamente, el tema del que vamos a ocuparnos en el presente libro.

La naturaleza misma de esta empresa es tan importante y seria, y sus ramificaciones tan amplias y profundas, que no quisiera que el lector acabase sofocado por la solemnidad. Es por ello por lo que, aun a riesgo de parecer superficial y frívolo, he elegido un tono que, en ocasiones, puede parecer superficial y aun frívolo. Pero ése me parece el modo más adecuado de abordar cuestiones ligadas a las preocupaciones últimas como Dios, el Espíritu, la redención, la liberación, el pecado, la salvación, la ilusión y el despertar. Espero contar con la gracia de hacerlo de un modo lo suficientemente claro.

Una de las mayores dificultades con las que he tropezado al tratar de presentar el enfoque integral es la necesidad de explicarlo antes de pasar a aplicarlo. Por esto es por lo que, a modo de prólogo o preludio, he incluido una visión general titulada “Introducción: El enfoque integral” que, quienes se hallen familiarizados con este enfoque, pueden perfectamente saltarse.

Después de haber presentado y explicado brevemente el enfoque integral, pasaremos a aplicarlo al campo de la espiritualidad. Aunque no resumiremos ahora las conclusiones de este libro, sí que diremos que se ocupa de las cuatro o cinco cuestiones más apremiantes a las que actualmente se enfrenta la espiritualidad –como la aplicación de la espiritualidad a la vida cotidiana, las pruebas de la existencia del Espíritu, los estadios del desarrollo espiritual, el papel que desempeña la meditación o la contemplación y los enfoques orientales y occidentales a la religión– y su relación con las corrientes que se mueven en los mundos moderno y postmoderno. El resultado de todo ello será una especie de manifiesto de una espiritualidad integral.

Creo que la visión integral de la espiritualidad pone claramente de relieve el papel que puede desempeñar la religión en los mundos moderno y postmoderno, un papel que, pese a haber sido habitualmente soslayado, proporciona también a la humanidad una forma muy real de salvación. Éste es, precisamente, el papel que iremos explicando a lo largo de todo este libro.

Hay varias notas a pie de página en el libro y, quienes quieran adentrarse más profundamente en estas cuestiones, pueden hacerlo en los websites www.kenwilber.com y wilber.shambhala.com, en donde el lector interesado encontrará centenares de páginas de notas. A lo largo del libro, el lector encontrará también menciones a los “Excerpts A-G”, que son extractos del volumen 2 de la llamada “trilogía del Kosmos” (cuyo primer volumen fue Sexo, ecología, espiritualidad), a los que también puede accederse en los mencionados websites.

El lector advertirá que, cuando me refiero al enfoque integral, suelo usar el pronombre “nosotros”, en lugar de “yo”. Este “nosotros” se refiere a mis colegas del Integral Institute (II) y trata de reflejar también el trabajo de equipo realizado por los centenares de personas directamente implicadas en el Integral Institute y el de las decenas de miles de sus miembros que se esfuerzan en aportar una visión más integral a todos los dominios de su vida. A lo largo de este libro, el lector se verá invitado en varias ocasiones a unirse y colaborar con nosotros en esta extraordinaria aventura (www.integralinstitute.org).

Éste es un día nuevo, un nuevo amanecer, un nuevo hombre y una nueva mujer. El nuevo ser humano es integral y también lo es la nueva espiritualidad.

K.W.

Denver, Colorado otoño de 2006

INTRODUCCIÓN:EL ENFOQUE INTEGRAL

UNA VISIÓN GENERAL

Durante los últimos treinta años hemos asistido a un hecho histórico sin precedentes, la posibilidad de acceder a las culturas de todo el mundo. En el pasado, la persona que nacía en el seno de la cultura china, pongamos por caso, podía pasarse perfectamente la vida entera sumido en esa cultura, sin moverse de su provincia y aun de la misma choza, viviendo, amando y muriendo en una pequeña parcela de tierra. En la actualidad, sin embargo, nuestra movilidad geográfica no sólo es mucho mayor, sino que también tenemos acceso a casi todas las culturas conocidas del planeta. Y es que, cuanto más global es la aldea en que vivimos, menos inaccesibles nos resultan las culturas ajenas.

El conocimiento es hoy en día global, lo que significa que, por primera vez en la historia, cualquier persona tiene la posibilidad de acceder a todo el conocimiento acumulado por el ser humano, es decir, al conocimiento, la experiencia y la sabiduría acumulados por todas las grandes civilizaciones premodernas, modernas y postmodernas.

¿Qué sucedería si literalmente tuviésemos en cuenta todo lo que las distintas culturas nos han contado sobre las posibilidades del ser humano? ¿Qué ocurriría si pusiéramos sobre el tapete todo lo que han dicho acerca del desarrollo espiritual, del desarrollo psicológico y del desarrollo social? ¿Qué pasaría si tuviésemos en cuenta la totalidad del conocimiento de que disponemos para esbozar las claves esenciales del desarrollo humano? ¿Qué ocurriría si tratásemos de elaborar un mapa complejo, comprehensivo, completo o integral que incluyese los descubrimientos más interesantes puestos de manifiesto por las minuciosas investigaciones interculturales realizadas con las grandes tradiciones del mundo?

¿Les parece una tarea complicada, difícil o desalentadora? Eso es lo que parece, al menos, desde cierta perspectiva, pero, desde otra, los resultados son sorprendentemente sencillos y elegantes. Son muchas las investigaciones realizadas en las últimas décadas para tratar de esbozar un mapa auténticamente comprehensivo del potencial humano. Este mapa se sirve de todos los sistemas y modelos conocidos sobre el desarrollo humano –desde los esbozados por los sabios y chamanes de la antigüedad hasta los revolucionarios descubrimientos llevados a cabo por la ciencia cognitiva–, y agrupa sus principales descubrimientos en cinco grandes factores que constituyen los elementos o claves fundamentales para permitir y alentar la evolución del ser humano.

Demos la bienvenida al enfoque integral.

UN MAPA INTEGRAL O COMPREHENSIVO

¿Cuáles son los cinco elementos fundamentales del enfoque integral? Nosotros les llamamos cuadrantes, niveles, líneas, estados y tipos, y, como veremos, no se trata de meros conceptos teóricos sino, como el lector interesado podrá ir corroborando en la medida en que avance nuestra exposición, de aspectos diferentes de nuestra experiencia que se encuentran, ahora mismo, disponibles en nuestra conciencia.

¿Para que puede servir un mapa integral? En primer lugar, el mapa integral garantiza que “tengamos en cuenta todos los factores implicados”, independientemente de que estemos trabajando en el mundo de la empresa, de la medicina, de la psicoterapia, del derecho, de la ecología o simplemente sumidos en la vida y el aprendizaje cotidiano. Y es que, cuanto más exacto sea el mapa que utilicemos para sobrevolar las Montañas Rocosas, menos probable será que acabemos estrellándonos. El enfoque integral, pues, garantiza el uso del mayor número posible de recursos para enfrentarnos a una determinada situación, con el consiguiente aumento de la probabilidad de éxito. Pero el empleo de estos cinco elementos –a los que, no lo olvidemos, podemos acceder en cualquier momento– también nos permite, en segundo lugar, valorarlos, ejercitarlos y usarlos con más facilidad y acelerar, en consecuencia, el crecimiento y el desarrollo a modalidades más elevadas, amplias y profundas de ser. De este modo, la familiarización con los cinco elementos propuestos por el modelo integral facilita el avance a lo largo de este excitante viaje de descubrimiento y despertar.

El enfoque integral, en suma, nos permite vernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea de un modo más comprehensivo y eficaz. Pero debemos aclarar, desde el mismo momento de partida, que el mapa integral no es el territorio, sino un mero mapa. En modo alguno, pues, queremos que el lector confunda el mapa con el territorio, sino tan sólo proporcionarle un mapa lo más exacto posible. ¿Quién querría, a fin de cuentas, sobrevolar las Montañas Rocosas sin disponer de un buen mapa? Así pues, aunque el mapa integral no sea más que un simple mapa, se trata del mapa más completo y exacto del que actualmente disponemos.

¿QUÉ ES UN SOI?

Las siglas SOI se refieren simplemente a un sistema operativo integral. En una red informática, el sistema operativo es la infraestructura que posibilita el funcionamiento de los diferentes programas. En este sentido, la expresión sistema operativo integral (o SOI) es otra locución que también utilizamos para referirnos al mapa integral. El hecho es que, si usted está empleando algún “software” en su vida –ya sea en el ámbito de los negocios, del trabajo, del juego o de las relaciones–, querrá utilizar el mejor sistema operativo disponible. Ésa es precisamente la función que desempeña el SOI y que, al tener en cuenta todos los factores posibles, permite el empleo de los programas más eficaces, lo que pone nuevamente de relieve la naturaleza global e inclusiva del modelo integral.

También exploraremos el uso probablemente más interesante del mapa integral o del sistema operativo integral. Y es que el SOI, al servir para indexar cualquier actividad –desde el arte hasta la danza, el mundo empresarial, la psicología, la política, la ecología o la espiritualidad–, posibilita también la intercomunicación entre todos esos dominios. De este modo, el SOI dota al mundo empresarial de la terminología necesaria para comunicarse, de un modo que nunca antes había ocurrido en la historia de la humanidad, con la ecología que, a su vez, puede comunicarse con el arte que, a su vez, puede comunicarse con el derecho que, a su vez, puede comunicarse con la poesía, con la educación, con la medicina y con la espiritualidad.

Es por ello por lo que el uso de un enfoque integral –es decir, el uso de un mapa integral o de un sistema operativo integral– puede fomentar y acelerar espectacularmente el conocimiento interdisciplinar y transdisciplinar, y permitirnos así crear la primera comunidad de aprendizaje realmente integral. Y, en lo tocante a la religión y la espiritualidad, el uso del enfoque integral ha posibilitado la creación del Integral Spiritual Center, un foro que aglutina a algunos de los principales maestros espirituales de las grandes religiones del mundo, no sólo para intercambiar opiniones, sino también para “enseñar a los maestros” y así poner en marcha uno de los programas de aprendizaje más extraordinarios. Más adelante volveremos sobre este punto e indicaremos el modo como el lector interesado puede participar, si así lo desea, en esta extraordinaria comunidad.

Pero todo ello empieza con los cinco elementos que esbozan el perfil fundamental de nuestra conciencia.

LOS ESTADOS DE CONCIENCIA

Antes hemos dicho que los cinco elementos fundamentales del modelo integral se hallan ahora mismo disponibles en su conciencia. Lo que sigue es, por tanto, en cierto modo, una visita guiada a su propia experiencia. Le invitamos, pues, a que nos acompañe y tome buena nota de algunos de los rasgos característicos de su conciencia presente.

Algunos de esos rasgos se refieren a las realidades subjetivas que ocurren en su interior, otros tienen que ver con las realidades objetivas que acontecen en el mundo y otros, por último, afectan a las realidades colectivas comunes que todos compartimos.

Comenzaremos ahora nuestra revisión con las realidades subjetivas, es decir, con los estados de conciencia.

Todo el mundo está familiarizado con los grandes estados de conciencia, a saber, la vigilia, el sueño y el sueño profundo. Ahora mismo, usted se encuentra en un estado vigílico de conciencia (o quizás, si está fatigado, en un estado de ensoñación). Hay muchos tipos diferentes de estados de conciencia, entre los que cabe destacar los estados meditativos (inducidos por el yoga, la oración contemplativa, la meditación, etcétera), los estados alterados (inducidos por drogas, por ejemplo) y una amplia diversidad de experiencias cumbre (muchas de las cuales puede desencadenarse por experiencias intensas tan diversas como hacer el amor, pasear por la naturaleza o escuchar buena música).

Las grandes tradiciones de sabiduría (como el misticismo cristiano, el hinduismo vedanta, el budismo vajrayana y la cábala judía) sostienen que los tres estados naturales de conciencia –vigilia, sueño y sueño profundo sin sueños– encierran, siempre y cuando sepamos usarlos correctamente, un verdadero tesoro de sabiduría y de despertar espiritual. A menudo creemos que el estado onírico es menos verdadero, pero ¿qué sucede en el caso de que entremos despiertos en el sueño? ¿Y qué ocurre si hacemos lo mismo en el sueño profundo? ¿Tiene todo ello algo interesante que enseñarnos? ¿Cómo podremos saberlo si ni siquiera lo hemos intentado? En un sentido muy especial, exploraremos estos tres grandes estados naturales de vigilia, sueño y sueño profundo, y nos daremos cuenta de que pueden abarcar un amplio espectro de la iluminación espiritual.

Todo el mundo experimenta, en un nivel mucho más simple y mundano, estados de conciencia que, en ocasiones, proporcionan una motivación y un significado muy profundos, tanto para uno mismo como para los demás. Y por más que, en determinadas situaciones, los estados de conciencia sean un factor secundario, lo cierto es que ningún enfoque integral puede permitirse ignorarlos. Cuando utilizamos un SOI, sin embargo, nos vemos impulsado automáticamente a tener en cuenta todas esas importantes realidades subjetivas. Éste es un ejemplo del modo como un mapa –en este caso el SOI o mapa integral– puede ayudarle a descubrir un territorio… cuya existencia tal vez incluso ignorase.

LOS ESTADIOS O NIVELES DEL DESARROLLO

Uno de los aspectos más interesantes de los estados de conciencia es que aparecen y acaban desapareciendo. Aun las grandes experiencias cumbre o los estados alterados, independientemente de lo profundos que puedan ser y de lo extraordinarias que sean las capacidades que las acompañen, vienen y van, aparecen, permanecen un tiempo y acaban desapareciendo, es decir, son provisionales.

Pero, si bien los estados de conciencia son temporales, los estadios de conciencia son permanentes. Los estadios representan los hitos reales del proceso de crecimiento y desarrollo y, cuando uno alcanza un determinado estadio, ése se convierte en una adquisición duradera. El niño que, por ejemplo, ha alcanzado los estadios lingüísticos del desarrollo, ha logrado la posibilidad permanente de acceder al lenguaje, porque el lenguaje no se halla presente en un determinado instante y se desvanece al instante siguiente. Y lo mismo sucede con otros tipos diferentes del desarrollo. Cuando uno estabiliza, pues, un determinado estadio del crecimiento y del desarrollo, puede acceder, en el momento que quiera, a las capacidades propias de ese estadio –como, por ejemplo, una mayor conciencia, un amor más abarcador, una vocación ética más elevada, una mayor inteligencia o una mayor conciencia– porque, en cada uno de esos casos, los estados pasajeros han acabado convirtiéndose en rasgos permanentes.

¿Cuántos estadios del desarrollo existen? Tenga en cuenta que, en cualquier mapa, el modo en que dividimos y representamos el territorio real es algo arbitrario. ¿Cuántos grados hay, por ejemplo, entre el hielo y el vapor de agua? Si utilizamos una escala o un “mapa” centígrado, por ejemplo, serán cien los grados que separen el hielo del vapor pero, si empleamos una escala Fahrenheit, serán ciento ochenta (porque, en tal escala, el agua se hiela y hierve a 32 y 212º, respectivamente). ¿Cuál de los dos mapas diría que es el correcto? Obviamente, ambos lo son, porque todo depende de las porciones en que decida cortar el pastel.

Y lo mismo sucede con el caso de los estadios. Hay mil maneras diferentes de seccionar el proceso de desarrollo y, en consecuencia, mil concepciones de estadios diferentes y todas ellas pueden resultar útiles. El sistema de los chakras, por ejemplo, emplea una escala de siete niveles o estadios principales de conciencia, el famoso antropólogo Jean Gebser usa cinco (arcaico, mágico, mítico, racional e integral) y algunos modelos psicológicos occidentales hablan de ocho, doce o incluso o más niveles del desarrollo. ¿Cuál de ellos es el correcto? Todos ellos, obviamente, lo son, porque todo depende del aspecto del crecimiento y del desarrollo que nos interese rastrear.

Los “estadios del desarrollo” se denominan también “niveles del desarrollo”, porque cada uno de ellos representa un nivel de organización y complejidad diferente. Cada uno de los distintos estadios evolutivos de la secuencia que va desde los átomos hasta las moléculas, las células y los organismos, por ejemplo, implica un mayor nivel de complejidad. Tengamos también en cuenta que la palabra “nivel” no tiene un significado estricto y exclusivo, sino que tan sólo indica la existencia de importantes cualidades emergentes que tienden a aparecer de un modo discreto o cuántico, y que esos niveles o saltos evolutivos constituyen un aspecto muy importante de muchos fenómenos naturales.

Hablando en términos generales, el modelo integral suele emplear entre ocho y diez estadios o niveles diferentes del desarrollo de la conciencia porque, después de años de trabajo en este campo, hemos descubierto que usar más complica demasiado las cosas mientras que usar menos, por el contrario, las torna demasiado ambiguas. En este sentido, el enfoque integral destaca la importancia de los estadios del desarrollo del yo esbozados por Jane Loevinger y Susann Cook-Greuter, la Dinámica Espiral de Don Beck y Chris Cowan y los órdenes de la conciencia investigados por Robert Kegan, aunque también tiene en cuenta muchos otros a los que, en caso de necesidad, puede apelar el interesado.

En la medida en que vayamos adentrándonos en los detalles concretos, el lector advertirá claramente la importancia de los estadios. Pero centrémonos, por el momento, en un sencillo ejemplo que aclare lo que estamos diciendo.

EGOCÉNTRICO, ETNOCÉNTRICO Y MUNDICÉNTRICO

Veamos, para entender el significado de los niveles o estadios, un modelo muy sencillo limitado a tres estadios. En lo que respecta al desarrollo moral, por ejemplo, descubrimos que, en el momento del nacimiento, el bebé todavía no ha experimentado el proceso de socialización que le familiarizará con la ética y las convenciones de su cultura. Éste es el llamado estadio preconvencional, también denominado estadio egocéntrico porque, en él, la conciencia infantil se halla básicamente absorta en sí misma. En la medida, sin embargo, en que el niño empieza a aprender las reglas y las normas propias de su cultura, va desarrollándose hasta alcanzar el estadio de la moral convencional, también llamado etnocéntrico, porque gira en torno al grupo, tribu, clan o nación en que el niño se halla inmerso, al tiempo que excluye a quienes no forman parte de él. En el siguiente gran estadio del desarrollo moral, llamado estadio postconvencional, la identidad del individuo se expande de nuevo hasta llegar a incluir el respeto y la preocupación por todas las personas, independientemente de su raza, color, sexo o credo, razón por la cual suele ser también conocido como estadio mundicéntrico.

Así pues, el proceso de desarrollo moral avanza desde “mí” (egocéntrico) hasta “nosotros” (etnocéntrico) y “todos nosotros” (mundicéntrico), lo que pone claramente de relieve los distintos estadios por los que atraviesa el desarrollo de la conciencia.

Otra forma de las representar estos tres estadios es como cuerpo, mente y espíritu, términos que tienen muchos significados pero que, en su aplicación específica a los estadios, quieren decir lo siguiente:

El estadio 1 está dominado por la realidad física ordinaria y es el estadio del “cuerpo” (usando el término “cuerpo” en su acepción típica en tanto que cuerpo físico). Al tratarse de un estadio en el que el sujeto se halla exclusivamente identificado con el organismo corporal separado y sus impulsos de supervivencia, también es conocido como estadio del “yo”.

El estadio 2 es el estadio de la “mente”, en donde la identidad se expande más allá del cuerpo ordinario aislado y el sujeto empieza a establecer relaciones con los demás basándose en valores, intereses, ideales o sueños compartidos. Cuando puedo usar mi mente para asumir el papel de los demás –es decir, cuando puedo meterme en la piel de los demás y sentir lo mismo que ellos están sintiendo– mi identidad se expande desde el “yo” hasta el “nosotros” (y tiene lugar el correspondiente avance desde la postura egocéntrica hasta la etnocéntrica).

En el estadio 3, la identidad experimenta una nueva expansión, desde la identificación con “nosotros” hasta la identificación con “todos nosotros” (en un avance que conduce desde lo etnocéntrico hasta lo mundicéntrico). Entonces es cuando empezamos a advertir que, pese a la extraordinaria diversidad interindividual e intercultural, los seres humanos también compartimos notables similitudes. Descubrir lo que nos une representa, pues, un avance que conduce desde lo etnocéntrico hasta lo mundicéntrico o “espiritual” (en el sentido de que se refiere a preocupaciones comunes a todos los seres sensibles).

Éste es un modo de contemplar el despliegue que conduce desde el cuerpo hasta la mente y el espíritu, en donde cada uno de los pasos representa un estadio, una ola o un nivel del desarrollo de la conciencia y del respeto que va desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y, desde ahí, hasta lo mundicéntrico.

Más adelante volveremos a los estadios de la evolución y el desarrollo y los consideraremos desde diferentes perspectivas. Bastará, sin embargo, por el momento, con entender que el término “estadios” se refiere a los hitos progresivos y permanentes que jalonan del camino de nuestro propio desarrollo.

Cuando hablemos, pues, de estadios de conciencia, de estadios de la energía, de estadios culturales, de estadios de realización espiritual, de estadios del desarrollo moral, etcétera, estaremos hablando de los grandes escalones que jalonan el despliegue de nuestros potenciales más elevados, más profundos y más amplios.

Cada vez, pues, que empleemos un SOI, nos veremos automáticamente impulsados a ver si ha incluido los estadios de cualquier situación, lo que aumentará espectacularmente nuestras probabilidades de éxito, ya se trate de la transformación personal, del cambio social, de la excelencia laboral, del respeto por los demás o, simplemente, de la satisfacción con la vida.

LAS LÍNEAS DEL DESARROLLO: ¿EN QUÉ COSAS SOY BUENO Y EN QUÉ OTRAS COSAS NO SOY TAN BUENO?

¿Se ha dado alguna vez cuenta de lo irregular que es el proceso de desarrollo? Hay personas por ejemplo que, pese a haber desarrollado mucho su pensamiento lógico, se hallan emocionalmente muy atrasadas. Hay quienes, por otra parte, han alcanzado un elevado nivel de desarrollo cognitivo (y, en consecuencia, son muy inteligentes), pero moralmente están muy poco desarrolladas (y son malas y crueles), y hay quienes, por último, muestran una inteligencia emocional sobresaliente, pero son incapaces de sumar dos más dos.

Ésta es, precisamente, la idea esbozada por Howard Gardner mediante el conocido concepto de inteligencias múltiples. Los seres humanos disponemos de una amplia diversidad de inteligencias (como la inteligencia cognitiva, la inteligencia emocional, la inteligencia musical, la inteligencia kinestésica, etcétera) y la mayoría sobresale en algunas de esas dimensiones, aunque no se desempeña tan bien en las otras. Pero esto no necesariamente es un problema, porque la sabiduría integral consiste en descubrir en qué sobresalimos y cuál es, en consecuencia, la mejor y más profunda contribución que podemos hacer al mundo.

Debemos darnos cuenta tanto de nuestras fortalezas (es decir, de las inteligencias en que podamos destacar) como de nuestras debilidades (es decir, de aquellos aspectos en los que no nos desempeñemos tan bien o incluso en los que podamos sufrir alguna patología). Y todo ello pone de relieve otro de los cinco elementos esenciales anteriormente mencionados, las inteligencias múltiples o líneas del desarrollo. Ya hemos visto lo que son los estados y los estadios pero ¿qué son las líneas o inteligencias múltiples del desarrollo?

Las inteligencias múltiples son la cognitiva, la interpersonal, la moral, la emocional y la estética. ¿Por qué las llamamos también “líneas del desarrollo”? Porque esas distintas inteligencias se hallan también en proceso de crecimiento y desarrollo, es decir, se despliegan a lo largo de una serie de estadios sucesivos. ¿Y cuáles son esos estadios progresivos? Los estadios que hemos esbozado en la anterior sección.

Dicho en otras palabras, cada inteligencia múltiple se desarrolla –o puede desarrollarse– a través de tres grandes estadios (o a través de cualquiera de los estadios presentados por cualquier modelo evolutivo que, como ya hemos ilustrado con el ejemplo de los grados centígrados o de los grados Fahrenheit, pueden ser tres, cinco, siete, etcétera).

En este sentido, usted puede haberse desarrollado cognitivamente hasta el estadio 1, 2 o 3, por ejemplo. Y lo mismo podemos decir con respecto a las demás inteligencias. El desarrollo emocional hasta el estadio 1 implica la capacidad de experimentar emociones que giran en torno al “yo”, especialmente las emociones e impulsos ligados al hambre, la supervivencia y la autoconservación. En el momento en que uno se desarrolla y avanza emocionalmente desde el estadio 1 hasta el estadio 2 (es decir, desde egocéntrico hasta etnocéntrico), experimenta una expansión desde el “yo” hasta el “nosotros” y empieza a establecer vínculos y compromisos emocionales con sus seres queridos, los miembros de su familia, sus amigos cercanos y quizá hasta toda su tribu o toda su nación. Y, en el momento en que el avance le permite llegar al estadio emocional 3, desarrolla un respeto y una compasión que va más allá de su tribu o su nación e incluye a todos los seres humanos y aun a todos los seres sensibles en un respeto y una compasión que bien podríamos calificar de mundicéntrica.

Y recuerde que, al tratarse de estadios, los logros son permanentes. Pero, antes de que tal cosa ocurra, sin embargo se tratará simplemente de estados pasajeros con los que sólo conectará provisionalmente, en cuyo caso tendrá experiencias cumbre, experiencias “¡Ajá!” y estados alterados en los que vislumbrará sus potencialidades más elevadas que expandirán temporalmente su conocimiento y su ser. No obstante, con la práctica esos estados provisionales acaban convirtiéndose en estadios o rasgos permanentes de nuestro propio territorio interior.

EL PSICÓGRAFO INTEGRAL

Hay una forma muy sencilla de representar las líneas del desarrollo o inteligencias múltiples. El gráfico que presentamos en la Figura 1 (página 29) representa los tres grandes estadios (o niveles del desarrollo) y cinco de las más importantes inteligencias múltiples (o líneas del desarrollo). No olvide que las distintas líneas se desarrollan a lo largo de los niveles o estadios principales del desarrollo. Los tres niveles o estadios pueden aplicarse a cualquiera de las líneas del desarrollo, desde la moral hasta la sexual, la cognitiva, la espiritual, la emocional, etcétera. En este sentido, el nivel de una determinada línea indica simplemente la “altitud” del desarrollo de la conciencia alcanzado en esa línea, como sucede cuando decimos “tal persona está moralmente muy desarrollada” o que “tal otra se halla espiritualmente muy avanzada”.

En la Figura 1 hemos representado a una persona que desculla en el desarrollo cognitivo y es diestra en el desarrollo moral, pero no se desempeña tan bien en el ámbito de la inteligencia interpersonal y, ciertamente, casi carece de inteligencia emocional. Otros individuos, por cierto, mostrarían un “psicograma” bastante diferente.

El psicógrafo nos ayuda a determinar cuáles son nuestras principales fortalezas. Aunque es muy probable que usted ya sepa bastante bien en qué aspectos destaca y en cuáles no, el enfoque integral le ayudará a perfeccionar considerablemente ese conocimiento, para que pueda tener más en cuenta sus fortalezas y sus debilidades, así como también las fortalezas y las debilidades de los demás.

Figura 1. Psicógrafo

El psicógrafo también nos ayuda a determinar las diferencias de desarrollo intrapersonal y, en ese sentido, nos impide concluir que el hecho de estar poco desarrollados en un determinado dominio implique necesariamente que también lo estemos en los demás. Y debemos señalar que ésta es una realidad que más de un líder, maestro espiritual o político han tenido dificultades en comprender.

Ser “integralmente evolucionado” no significa destacar en las diferentes inteligencias ni haber alcanzado el tercer nivel en todas ellas sino, muy al contrario, cobrar conciencia de su psicograma para tener una visión más integral de sí mismo que le permita planificar su desarrollo futuro. Y esto supondrá, para algunas personas, fortalecer ciertas inteligencias que se hallen tan pobremente desarrolladas que creen problemas mientras que, para otras, significará resolver un problema o una patología seria en una determinada línea (como la psicosexual, pongamos por caso) y, aun para otras, se tratará simplemente de reconocer dónde se asientan sus fortalezas y sus debilidades para organizarse en consecuencia. El uso de un mapa integral también puede ayudarnos a trabajar más adecuadamente con nuestro psicograma.

Estar “integralmente informado”, pues, no significa dominar todas las líneas del desarrollo, sino tan sólo ser consciente de ellas. Y, si luego quiere corregir algún desequilibrio, siempre podrá apelar a la Práctica Vital Integral (PVI) que le ayude a aumentar, mediante un abordaje integral, los niveles de conciencia y desarrollo. (Éste es un punto que discutiremos con más detalle en el Capítulo 10.)

Hay otro punto muy importante que también deberíamos tener muy en cuenta. En ciertos tipos de entrenamiento psicológico y espiritual, uno puede familiarizarse, desde el mismo comienzo, con un amplio espectro de experiencias corporales o de estados de conciencia (como las experiencias cumbre, los estados meditativos, las visiones chamánicas, los estados alterados, etcétera, etcétera, etcétera). La razón que posibilita estas experiencias cumbre se asienta en la omnipresente posibilidad de acceder a los grandes estados de conciencia (vigiliaordinario, sutil-onírico y causal-sin forma). En consecuencia, uno puede acceder muy rápidamente a muchos de los estados superiores de conciencia.

Pero no es posible, sin embargo, sin la práctica y el desarrollo adecuados, acceder a las cualidades propias de los estadios superiores. Así pues, uno puede tener una experiencia cumbre de los estados más elevados (como ver una sutil luz interior o experimentar una sensación de unidad con toda la naturaleza), porque muchos estados son omnipresentes y siempre es posible, en consecuencia, tener una experiencia “cumbre”. Pero no es posible tener una experiencia cumbre de un estadio superior (como, por ejemplo, tocar el piano como un auténtico concertista), porque los estadios se despliegan secuencialmente y es necesario un tiempo considerable para desarrollarse. Tengamos en cuenta que los estadios se asientan sobre sus predecesores en una secuencia concreta imposible de soslayar y, como sucede con el caso que va de los átomos a las moléculas, las células y los organismos, es imposible saltar directamente de los átomos hasta las células sin pasar por las moléculas. Ésta es una de las muchas e importantes diferencias existentes entre los estados y los estadios.

La evidencia experimental indica claramente que la práctica reiterada de la conexión con los estados superiores favorece el despliegue cada vez más rápido y sencillo de los estadios. Cuanto más nos zambullamos, pues, en auténticos estados superiores de conciencia –como los estados meditativos, por ejemplo–, más rápidamente creceremos y nos desarrollaremos a través de los estadios de conciencia. En este sentido, el adiestramiento en los estados superiores parece operar como un lubricante de la espiral del desarrollo que favorece la desidentificación del estadio inferior para que pueda emerger el estadio superior, hasta que uno pueda mantenerse de manera estable y continua en él, momento en el cual el estado pasajero acaba convirtiéndose en un rasgo permanente. Es por ello por lo que cualquier abordaje transformador que aspire a ser realmente integral deberá tener en cuenta las prácticas que nos familiarizan con los estados superiores (como, por ejemplo, la meditación).

En resumen, aunque uno no pueda saltarse la secuencia de estadios, sí que puede acelerar su avance apelando a diversos tipos de prácticas de estados, lo que convierte a la meditación y a las prácticas de transformación en una parte importante del enfoque integral.

TIPOS. ¿CHICO O CHICA?

El siguiente elemento es muy sencillo, porque cada uno de los componentes anteriormente mencionados puede desarrollarse siguiendo una modalidad masculina o una modalidad femenina.

Dos son las ideas básicas que, en este punto, quisiéramos transmitir: una de ellas tiene que ver con la idea misma de tipos y la otra con lo masculino y lo femenino como ejemplo de los tipos.

Los tipos simplemente se refieren a factores que pueden hallarse presentes en casi todos los estados o estadios. Una tipología muy común, por ejemplo, es la de Myers-Briggs (cuyos principales tipos se agrupan en torno al pensamiento, el sentimiento, la sensación y la intuición), que pueden hallarse presentes en casi cualquiera de los estadios del desarrollo. Este tipo de “tipologías horizontales” puede ser muy útil, sobre todo cuando se las combina con los niveles, las líneas y los estados.

Ilustremos ahora lo que esto significa con el ejemplo de los tipos “masculino” y “femenino”. En su influyente In a Different Voice, Carol Gilligan afirma que el proceso del desarrollo moral de los hombres y de las mujeres atraviesa tres o cuatro grandes estadios a los que, apoyándose en una gran cantidad de evidencia científica, califica como preconvencional, convencional, postconvencional e integral que, dicho sea de paso, se asemejan mucho a las tres grandes fases del desarrollo que nosotros hemos señalado sólo que aplicados, en esta ocasión, a la inteligencia moral.

Gilligan descubrió que el estadio 1 se refiere a una moral exclusivamente centrada en el “yo” (motivo por el cual califica a este estadio o nivel preconvencional como egocéntrico). El segundo estadio del desarrollo moral está centrado en el “nosotros” y supone una expansión desde la identificación exclusiva con el “yo” hasta la inclusión de los seres humanos que pertenecen a mi grupo (razón por la cual el estadio convencional suele ser calificado también como etnocéntrico, tradicional o conformista).

Con la emergencia del tercer estadio del desarrollo moral, la identidad experimenta una nueva expansión, en este caso desde “nosotros” hasta “todos nosotros” (o todos los seres humanos o incluso todos los seres sensibles), razón por la cual también suele ser conocido como mundicéntrico. Éste es el motivo por el que el respeto y la compasión no sólo se aplican ahora a mí (egocéntrico) a mi familia, a mi tribu o a mi nación (etnocéntrico), sino a toda la humanidad, a todos los hombres y a todas las mujeres, independientemente de su raza, color, sexo o credo (mundicéntrico). Y si el desarrollo prosigue todavía más, llegamos al cuarto estadio moral, al que Gilligan califica como integrado.

Subrayemos ahora, antes de considerar las importantes conclusiones de la obra de Gilligan, su principal contribución. Gilligan decía que las mujeres y los hombres se desarrollan a través de esos tres o cuatro grandes estadios jerárquicos del desarrollo. Y tengamos en cuenta que es la misma Gilligan la que califica a esos estadios como jerárquicos, porque los superiores tienen una mayor capacidad de respeto y compasión. Pero también matiza que los hombres y las mujeres avanzan a través de esos estadios en base a una lógica diferente, es decir, se desarrollan “con una voz diferente”.

La lógica masculina (la voz de los hombres) suele centrarse en la autonomía, la justicia y los derechos, mientras que la lógica femenina (la voz de las mujeres) gira en torno a la relación, el respeto y la responsabilidad. En este sentido, los hombres se interesan por la actividad, mientras que las mujeres se inclinan hacia la comunión; los hombres siguen reglas, mientras que las mujeres establecen vínculos; los hombres miran, mientras que las mujeres tocan, y los hombres tienden hacia el individualismo, mientras que las mujeres se inclinan hacia la relación. Uno de los ejemplos favoritos de Gilligan es que, cuando los niños juegan con las niñas, aquéllos dicen «¡Juguemos a los piratas!», mientras que éstas dicen «¡No! ¡Juguemos a que somos vecinos!», a lo que los niños responden «¡No! ¡No! ¡Juguemos a los piratas!» y éstas acaban concluyendo «¡Muy bien! ¡Pero jugaremos a piratas que son vecinos!».

Los chicos no quieren jugar a béisbol con las chicas porque sus voces discrepan hasta un punto que, en ocasiones, resulta hilarante. Hay chicos que, cuando juegan al béisbol y lanzan fuera su tercer strike, rompen a llorar, mientras los demás aguardan impertérritos que se serene. Después de todo, las reglas son las reglas y, en este caso, hay una regla que dice que “a los tres strikes, te quedas fuera”. Gilligan señala que, en tal caso, las chicas suelen decir algo así como «¡Vamos! ¡Dejadle tirar otra vez»” como si, ante el llanto, las chicas quisieran naturalmente ayudar, conectar y curar, algo que suele enfurecer a los chicos que consideran el juego como una iniciación al mundo de las reglas y de la lógica masculina. En este sentido, Gilligan concluye que los chicos no dudan en lastimar los sentimientos para salvar las reglas, mientras que las chicas, por su parte, no tienen inconveniente alguno, para no herir los sentimientos de nadie, en quebrantar las reglas.

Así pues, el desarrollo masculino y el desarrollo femenino discurren por el mismo camino, pero lo hacen con una voz diferente. Los hombres y las mujeres se desarrollan a través de los tres o cuatro estadios del desarrollo moral (que va desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico, lo mundicéntrico y lo integral), pero lo hacen con una voz diferente y apelando, en consecuencia, a una lógica diferente. Gilligan denomina específicamente a los estadios jerárquicos del desarrollo moral femenino como egoísta (egocéntrico), respeto (etnocéntrico), respeto universal (mundicéntrico) e integrado. ¿Y saben por qué Gilligan (que ha sido tan mal comprendida en este punto) afirmó que estos estadios son jerárquicos? Porque los estadios superiores son más respetuosos y compasivos (un ejemplo que pone de relieve la adecuación de algún tipo de jerarquía).

¿Cuál es el estadio 4 o estadio integrado? Según Gilligan, en el estadio 4 y superiores del desarrollo moral somos conscientes tanto de las voces masculinas como de las voces femeninas que se hallan presentes en cada uno de nosotros, lo que favorece su integración. Pero con ello no queremos decir que, en ese estadio, empiecen a difuminarse las distinciones entre lo masculino y lo femenino, y la persona se convierta en un ser amorfo, andrógino y asexual porque, de hecho, los rasgos masculinos y femeninos pueden llegar incluso a intensificarse. Lo que todo ello significa, muy al contrario, es que, aunque el individuo siga comportándose predominantemente de un modo masculino o femenino, empieza a establecer una relación más amable con ambas facetas de su ser.

¿Ha visto alguna vez un caduceo (el símbolo de la profesión médica)? Se trata de un bastón, coronado por un par de alas, en el que se entrecruzan dos serpientes ascendentes (ver Figura 2). El bastón representa la columna vertebral y los puntos de cruce entre las dos serpientes simbolizan los chakras que jalonan el ascenso por la columna vertebral. Las serpientes también representan las energías solares y lunares (o masculinas y femeninas) de cada uno de los chakras.

Figura 2. Caduceo

Éste es el punto realmente crucial. Los siete chakras, que no hacen más que brindarnos una versión más compleja de los tres estadios o niveles, representan los siete niveles de conciencia y de energía diferentes de que disponen todos los seres humanos. (Los primeros tres chakras [alimento, sexo y poder] se corresponden aproximadamente con el estadio 1, los chakras cuarto y quinto [corazón, relación y comunicación] se corresponden aproximadamente con el estadio 2 y los chakras sexto y séptimo [psíquico y espiritual] representan la cúspide del estadio 3). Lo importante aquí es que, según las tradiciones, cada uno de estos siete niveles presenta una faceta, tipo o “voz” masculina y una faceta, tipo o “voz” femenina. Pero con ello no queremos decir, en modo alguno, que lo masculino sea mejor que lo femenino ni viceversa, sino que se trata de dos modalidades equivalentes que se hallan presentes en todos los niveles de conciencia.

Lo único que todo esto significa es que existe una versión masculina y una versión femenina del chakra 3 (el chakra egocéntrico que gira en torno al poder), y que, a nivel de ese chakra, los varones tienden a ejercer el poder de manera autónoma (“¡A mi manera o carretera!”), mientras que las mujeres tienden a ejercerlo de manera colectiva o social (“¡O se hace a mi modo o dejo de hablarte!”). Y lo mismo podríamos decir con los demás grandes chakras, cada uno de los cuales posee una dimensión solar (o masculina) y una dimensión lunar (o femenina) que son igualmente importantes y deben, en consecuencia, ser igualmente reconocidas.

Adviértase sin embargo que, a nivel del séptimo chakra, las serpientes masculina y femenina tienden a diluirse en su fundamento o fuente. De este modo, a la altura de la coronilla, las dimensiones masculina y femenina se funden y se convierten literalmente en una. Esto es precisamente lo que descubrió Gilligan en su investigación sobre el cuarto estadio del desarrollo moral, en donde se integran las dos voces de cada persona y tiene lugar una paradójica fusión entre la autonomía y la relación, los derechos y las responsabilidades, la individualidad y la comunión, la sabiduría y la compasión, la justicia y la misericordia y, en suma, entre lo masculino y lo femenino.

Lo más importante es que el uso de un SOI nos permite tener en cuenta automáticamente, en cualquier situación –tanto en nosotros mismos como en los demás, en una organización y hasta en una cultura–, las modalidades masculinas y las modalidades femeninas, y ser lo más integrales e inclusivos posible. Y, en el caso de que uno crea que no existen grandes diferencias entre lo masculino y lo femenino –o que esas diferencias no son tan importantes–, puede llegar a equipararlas. Lo único que hay que hacer, tanto en uno como en otro caso, es asegurarse de no soslayar el tipo masculino ni el tipo femenino.

Son muchas las “tipologías horizontales” de las que podemos servirnos en un SOI global, y el enfoque integral que las tenga a todas en cuenta es un aspecto tan importante como los cuadrantes, los niveles, las líneas y los estados.

CHICO MALO, CHICA MALA

También conviene recordar la existencia de versiones sanas y de versiones enfermizas de cada uno de los tipos. Pero debemos aclarar, en este sentido, que afirmar que alguien se halla atrapado en una modalidad insana no es una forma de juzgarle, sino un intento de entenderle para fomentar así una comunicación más clara y eficaz.

Los distintos estadios del desarrollo poseen, pues, una dimensión masculina y una dimensión femenina, y cada una de ellas puede ser también saludable o enfermiza (algo a lo que, en ocasiones, nos referimos como “chico malo, chica mala”). Y ésta es, obviamente, otra forma de tipología horizontal que puede resultar sumamente útil. De este modo, si el principio masculino sano tiende hacia la autonomía, la fortaleza, la independencia y la libertad, su versión insana o patológica tiende a infravalorar o a supravalorar esas virtudes positivas, en cuyo caso la autonomía se convierte en alienación, la fortaleza en dominio, la independencia en temor patológico al compromiso y la relación no moviliza hacia la libertad, sino que se convierte en un impulso hacia la destrucción que deja al individuo sumido en el miedo.

Y algo semejante ocurre también con la modalidad femenina. Así, donde el principio femenino sano tiende hacia la relación, el flujo, el respeto y la compasión, su modalidad enfermiza acaba naufragando en ellos. En tal caso, en lugar de mantener las relaciones, se pierde en ellas y en vez de alentar el desarrollo de un yo sano en comunión con los demás, pierde el yo y se confunde con las relaciones en las que se halla sumido. Entonces es cuando la conexión acaba convirtiéndose en fusión, el flujo en pánico y la comunión en una auténtica empanada. Es por ello por lo que el principio femenino insano no encuentra la plenitud en la relación, sino el caos en la fusión.

El empleo de un SOI nos permite identificar las dimensiones sanas y las insanas de las modalidades masculina y femenina operando en nosotros mismos y en los demás. Pero lo más importante al respecto es que las distintas tipologías alientan la comprensión y favorecen la comunicación con los demás.

En resumen, pues, hay versiones sanas y versiones enfermizas de cualquier tipología, y no hay que entender que subrayar las modalidades insanas sea un modo de juzgar a las personas sino, por el contrario, de entenderlas y promover una comunicación más clara y eficaz.

ESPACIO SUFICIENTE PARA MUCHOS CUERPOS

Subrayemos ahora un último punto relativo a los estados de conciencia antes de esbozar una conclusión integral.

Los estados de conciencia no cuelgan incorpóreamente de la nada sino que, muy al contrario, cada mente tiene su cuerpo. Con ello queremos decir que cada estado de conciencia posee un correlato energético, un sentimiento encarnado, un vehículo concreto que constituye el asiento real de cualquier estado de conciencia.

Según las grandes tradiciones de sabiduría, cada uno de nosotros dispone de la posibilidad de acceder a tres grandes estados de conciencia –vigilia, sueño y sueño profundo–, razón por la cual sostienen que cada uno de nosotros posee tres cuerpos a los que suelen denominar como cuerpo ordinario, cuerpo sutil y cuerpo causal.

¿Quiere decir acaso que yo tengo tres cuerpos? ¿Está tomándome el pelo? ¿No basta ya con un solo cuerpo?

Tengamos en cuenta que, para las tradiciones de sabiduría, el término “cuerpo” se refiere a una modalidad de experiencia, es decir, a una sensación energética. Así pues, existe una experiencia ordinaria o burda, una experiencia sutil o refinada y una experiencia muy sutil o causal a las que los filósofos denominan “realidades fenomenológicas”, es decir, las realidades tal y como se presentan ante nuestra conciencia inmediata. Ahora mismo, por ejemplo, todos tenemos acceso a un cuerpo ordinario y a su energía ordinaria, a un cuerpo sutil y a su energía sutil y a un cuerpo causal y a su energía causal.

Veamos ahora lo que queremos decir con todo ello. En este mismo momento, usted se halla en un estado vigílico de conciencia y, como tal, es consciente de su cuerpo ordinario (es decir, del cuerpo físico, material y sensoriomotor). Pero, cuando está soñando, el cuerpo físico ordinario parece desvanecerse. Es por ello por lo que, cuando es consciente del estado de sueño, no tiene un cuerpo ordinario de materia densa, sino un cuerpo sutil de luz, energía, sentimientos e imágenes fluidas. En el estado onírico, la mente y el alma quedan libres para crear a su antojo mundos inmensos que no se hallan limitados por las realidades sensoriales ordinarias, sino que van mucho más allá hasta llegar, de manera casi mágica, hasta otras almas, otras personas y otros lugares, imágenes descabelladas y resplandecientes que se mueven al ritmo de los deseos de su corazón. ¿Qué tipo de cuerpo tiene usted en el sueño? Un cuerpo sutil de sentimientos, imágenes y luz. Así es como se siente cuando está soñando. Y hay que decir que los sueños no son “una mera ilusión”, porque el sueño al que se refirió Martin Luther King Jr. cuando dijo «He tenido un sueño», ilustra perfectamente el poder de la ensoñación visionaria en la que la mente y el cuerpo sutil quedan libres para elevarse hasta sus potencialidades más elevadas.

Como uno pasa del estado de sueño y del cuerpo sutil al estado de sueño profundo o sin forma, los pensamientos y las imágenes desaparecen y sólo queda una inmensa vacuidad, un espacio sin forma despojado de todo “yo” o ego individual. En ese estado –que se asemeja a un simple espacio vacío o nada– nos hallamos en realidad, según las grandes tradiciones de sabiduría, sumidos en un inmenso reino sin forma, una gran Vacuidad o Fundamento del Ser, una expansión de conciencia que parece casi infinita. Y, junto a esta expansión casi infinita de la conciencia, existe un cuerpo o energía igualmente infinito, el cuerpo causal, el cuerpo de la experiencia más refinada y sutil posible, un gran espacio sin forma del que puede emerger todo tipo de posibilidades creativas.

Aunque, obviamente, son muchas las personas que no experimentan de un modo tan pleno este estado tan profundo, las tradiciones coinciden unánimemente en la posibilidad de entrar con plena conciencia en ese estado sin forma y en su cuerpo causal, y actualizar, de ese modo, las extraordinarias capacidades de desarrollo de la conciencia.

El empleo de un SOI nos recuerda, en este punto, la necesidad de tener en cuenta no sólo nuestras realidades vigílicas, sino también nuestros sueños, las visiones e ideas innovadoras del estado sutil y el fundamento abierto y sin forma preñado de posibilidades que constituye la fuente de toda creatividad. El aspecto más interesante del enfoque integral es que abre nuestro abanico de posibilidades para no desaprovechar ninguna ocasión de solución, crecimiento y transformación.

CONCIENCIA Y COMPLEJIDAD

¿Les parece demasiado chocante la idea de los tres cuerpos? Recordemos que se trata de realidades fenomenológicas, es decir, de realidades experienciales. Pero hay un modo –arraigado en las ciencias duras– mucho más sencillo de considerarlo, según el cual, cada nivel de conciencia interior va acompañado de un nivel de complejidad física exterior y, cuanto más elevada es la conciencia, más complejo es el sistema que la alberga.

En el caso de los organismos vivos, por ejemplo, el tallo cerebral reptiliano va acompañado de una rudimentaria conciencia interior formada por impulsos básicos como la necesidad de alimento, las sensaciones fisiológicas y las acciones sensoriomotoras (es decir, todo lo que anteriormente hemos calificado como “ordinario” o centrado en el “yo”). En el momento en que nos adentramos en el más complejo sistema límbico de los mamíferos, las sensaciones básicas se expanden hasta llegar a incluir sentimientos, deseos, impulsos y necesidades emocionales y sexuales (iniciando, en consecuencia, lo que llamamos experiencia sutil o cuerpo sutil que nos permite expandirnos desde el “yo” hasta el “nosotros”). En la medida en que la evolución prosigue hasta estructuras físicas todavía más complejas, como el cerebro triuno y su neocórtex, la conciencia experimenta una nueva expansión hasta una conciencia mundicéntrica que nos incluye a “todos nosotros” (y nos permite empezar a conectar con lo que denominamos el cuerpo causal).

Este sencillo ejemplo ilustra perfectamente el hecho de que la conciencia interior creciente va acompañada de un aumento de la complejidad externa de los sistemas que la albergan.

En este sentido, el uso de un SOI nos permite advertir los niveles interiores de conciencia y los correspondientes niveles exteriores de complejidad física, porque al incluirlos a ambos disponemos de un enfoque mucho más equilibrado e inclusivo. En breve veremos exactamente lo que todo esto significa.

¿CÓMO PODEMOS UNIFICAR LO DICHO HASTA AHORA?

Si no señalásemos el modo como se relacionan los distintos componentes mencionados, el SOI –y, en consecuencia, el modelo integral– no dejaría de ser más que un mero “montón”. ¿Cómo se articulan, pues, los distintos elementos mencionados? Una cosa es colocar simplemente sobre el tapete todas las piezas reveladas por la investigación intercultural y decir «¡son muy importantes!» y otra, muy distinta por cierto, esbozar las pautas que realmente las conectan. Descubrir, pues, las pautas profundas que conectan todos estos elementos es uno de los principales logros del enfoque integral.

En esta última sección introductoria, esbozaremos brevemente esas pautas, a las que a veces nos referimos conjuntamente con la expresión OCON [AQAL, abreviatura de “all quadrants, all levels, all lines, all states, all types”], acrónimo de “omnicuadrante, omninivel, omnilínea, omniestado y omnitipo”, que incluye –exceptuando a los cuadrantes, que en breve veremos– los distintos componentes esbozados. Hablar, por tanto, del modelo OCON es simplemente otro modo de hablar de un SOI o de un mapa integral que usamos para referirnos exclusivamente a este enfoque.

Al comenzar esta introducción dijimos que los cinco componentes del modelo integral son puntos a los que cualquier conciencia puede acceder en cualquier momento y lo mismo podríamos decir con respecto a los cuadrantes.

¿Se ha dado usted cuenta alguna vez de que todos los grandes idiomas poseen lo que suele llamarse pronombres de primera persona, de segunda persona y de tercera persona? La primera persona se refiere a “la persona que habla”, e incluye pronombres como yo, mí y lo mío (en singular) y nosotros, nuestro y lo nuestro (en plural). La segunda persona se refiere a “la persona con la que hablamos”, e incluye pronombres como tú y lo tuyo. La tercera persona, por último, se refiere a “la persona o cosa de la que se habla”, e incluye términos tales como él, ella, le, ellos, ellas, eso y su.

Así, por ejemplo, si le hablo de mi coche nuevo, “yo” soy la primera persona, “tú” eres la segunda persona y el coche nuevo (o “él”) es la tercera persona. Cuando usted y yo nos comunicamos, lo indicamos usando la expresión “nosotros” como sucede, por ejemplo, en la frase «nosotros estamos comunicándonos». Técnicamente hablando, “nosotros” se refiere a la primera persona del plural pero, si usted y yo nos comunicamos, este “nosotros” está formado por su segunda persona y por mi primera persona.Así pues, la segunda persona suele indicarse como “yo/nosotros”, “tú/nosotros” y, en ocasiones, simplemente como “nosotros”.

Simplificando, pues, podríamos resumir a la primera, la segunda y la tercera persona como “yo”, “nosotros”y “ello”.

Tal vez todo esto le parezca trivial y hasta aburrido, pero sigamos adelante con nuestra explicación. ¿Qué le parece si, en lugar de decir “yo”, “nosotros” y “ello”, hablamos de la Belleza, la Bondad y la Verdad? ¿Qué opina si le decimos que la Belleza, la Bondad y la Verdad son, en todos y cada uno de los instantes, dimensiones de nuestro propio ser en todos y cada uno de los distintos niveles de crecimiento y desarrollo? ¿Y qué piensa si le decimos que la práctica integral puede llevarle a descubrir dimensiones cada vez más profundas de su Bondad, de su Verdad y de su Belleza?

¿No empiezan a parecerle ahora todas estas cosas más interesantes? La Belleza, la Bondad y la Verdad no son más que versiones diferentes de los pronombres de primera, segunda y tercera persona que se hallan presentes en todos los grandes idiomas, dimensiones muy verdaderas de la realidad a las que el lenguaje ha acabado adaptándose. La tercera persona (o “ello”) se refiere a la verdad objetiva que suele investigar la ciencia. La segunda persona (o “tú/nosotros”) se refiere a la Divinidad o a la forma en que nosotros –en que usted y yo– nos relacionamos, es decir, si lo hacemos de manera respetuosa, sincera y dignamente o, dicho en otras palabras, según la moral básica. Y la primera persona tiene que ver con el “yo”, con la expresión de uno mismo, con el arte, la estética y la belleza que está en el ojo (o “yo”) del espectador.

Así pues, las dimensiones del “yo”, del “nosotros” y del “ello” se refieren, respectivamente, al arte, la moral y la ciencia, al yo, la cultura y la naturaleza, o a la Belleza, la Bondad y la Verdad. (Por alguna razón, los filósofos siempre se refieren a ellas en el mismo orden de Bondad, Verdad y Belleza, pero el lector puede emplear, obviamente, la secuencia que más le guste.)

El caso es que cada evento del mundo manifiesto posee estas tres dimensiones. Es por ello por lo que podríamos considerar cualquier evento desde el punto de vista del “yo” (es decir, el modo en que personalmente veo y siento el acontecimiento), desde el punto de vista del “nosotros” (es decir, el modo en que no sólo yo, sino otros, ven el acontecimiento) y desde el punto de vista del “ello” (es decir, de los hechos objetivos del evento).

Cualquier visión auténticamente integral debe reconocer todas esas dimensiones, lo que nos permitirá llegar a una visión más comprehensiva y eficaz que tenga en cuenta tanto el “yo” como el “nosotros” y el “ello” o, dicho de otro modo, tanto el yo como la cultura y la naturaleza.

Si soslayamos a la ciencia, el arte o la moral, nos olvidamos de algo realmente importante, lo que acaba provocando algún que otro desajuste. Si el yo, la cultura y la naturaleza no se liberan juntos, no lo harán de ningún modo. Las dimensiones del “yo”, del “nosotros” y del “ello” son tan básicas que las llamamos los cuatro cuadrantes y las consideramos como uno de los fundamentos del enfoque integral o SOI. (Llegamos a los “cuatro” cuadrantes separando el “ello” singular del “ello” plural.) Veamos ahora algunos diagramas que pueden ayudarnos a aclarar estos puntos básicos.

Figura 3. Los cuadrantes

La Figura 3 resume esquemáticamente los cuatro cuadrantes y muestra el “yo” (el interior de lo individual), el “ello” (el exterior de lo individual), el “nosotros” (el interior de lo colectivo) y el “ellos” (el exterior de lo colectivo). Dicho en otras palabras, los cuatro cuadrantes —que son las cuatro perspectivas fundamentales sobre cualquier evento (o las cuatro formas básicas de contemplar cualquier cosa)— representan simplemente el interior y el exterior de lo individual y de lo colectivo.

Las Figuras 4 y 5 muestran algunos detalles de los cuatro cuadrantes. (No debemos preocuparnos, en esta introducción básica, por los términos técnicos empleados. Bastará simplemente con contemplar los diagramas y hacernos una idea global de los distintos tipos de apartados con los que podemos encontrarnos en cada uno de los cuadrantes.)

Figura 4. Algunos detalles de los cuadrantes

En el cuadrante superior-izquierdo (el interior de lo individual) nos encontramos con los pensamientos, los sentimientos, las sensaciones, etcétera, inmediatos (descritos en términos de la primera persona). Pero, si contemplamos nuestro ser individual desde el exterior, no tanto en términos de conciencia subjetiva como de ciencia objetiva, descubrimos la presencia de neurotransmisores, un sistema límbico, un neocórtex, complejas estructuras moleculares, células, sistemas orgánicos, ADN, etcétera, etcétera, etcétera, todos ellos descritos en los términos objetivos propios de la tercera persona (“ello” y “ellos”). El cuadrante superior-derecho es, por tanto, el aspecto general que presenta lo individual contemplado desde el exterior, lo que suele incluir su comportamiento físico, sus componentes materiales, su materia, su energía y su cuerpo concreto, todos los cuales son temas a los que podemos referirnos desde la modalidad objetiva propia de la tercera persona o “ello”.

Figura 5. Los cuadrantes centrados en el ser humano

Éste es el aspecto general que presenta su organismo contemplado desde el exterior, es decir, desde una perspectiva objetiva (ello), compuesto de materia, energía y objetos, algo que, contemplado desde el interior, no se nos presenta como neurotransmisores, sistemas límbicos, neocórtex ni materia y energía, sino como sentimientos, deseos, visiones interiores y conciencia descritos desde la inmediatez de la primera persona. ¿Cuál de ambas visiones es la correcta? Obviamente, desde una perspectiva integral, ambas lo son. Se trata, por decirlo así, de dos visiones diferentes de la misma cuestión, en este caso, de usted. Los problemas empiezan cuando uno trata de negar o soslayar alguna de estas perspectivas. Es por ello por lo que decimos que cualquier visión que realmente aspire a ser integral, deberá tener en cuenta los cuatro cuadrantes.

Pero todavía no hemos acabado de esbozar todas las conexiones existentes. El lector deberá advertir que cada “yo” está en relación con otros yoes, lo que significa que cada “yo” es un miembro que forma parte de muchos nosotros. Y estos “nosotros” no representan a la conciencia individual, sino a la conciencia grupal (o colectiva), es decir, no se refieren tanto a la conciencia subjetiva como a la conciencia intersubjetiva o, dicho en un sentido más amplio, a la cultura, es decir, a la dimensión representada por el cuadrante inferior-izquierdo. Asimismo, cada “nosotros” posee una faceta exterior, es decir, el modo en que se ve desde el exterior, algo a lo que nos referimos como cuadrante inferior-derecho. El cuadrante inferior-izquierdo tiene que ver con la dimensión cultural (o con la conciencia interior del grupo, con sus visiones del mundo, con sus valores y sentimientos compartidos, etcétera, etcétera, etcétera), mientras que el cuadrante inferior-derecho se refiere a la dimensión social (o la forma y el comportamiento exterior del grupo que suelen estudiar ciencias de la tercera persona como la teoría sistémica).

Conviene insistir de nuevo en que los cuatro cuadrantes se refieren simplemente al interior y el exterior de lo individual y de lo colectivo, y que, si queremos ser lo más integrales posible, deberemos incluirlos a todos ellos.

Hemos llegado ahora a un punto en el que podemos empezar a ensamblar todas las piezas que componen el puzzle integral, es decir, los cuadrantes, los niveles, las líneas, los estados y los tipos. Comencemos, pues, con los niveles o estadios.

Todos los cuadrantes muestran algún tipo de crecimiento, desarrollo o evolución, es decir, todos evidencian alguna suerte de estadios o niveles del desarrollo, pero no de un modo estricto como los peldaños de una escalera, sino de manera mucho más fluida, como olas del desarrollo. Esto es algo que, en el mundo natural, podemos advertir por doquier, desde los distintos estadios del crecimiento y del desarrollo por los que pasa una bellota hasta convertirse en roble hasta la secuencia definida de estadios por los que atraviesa el óvulo hasta convertirse en un tigre siberiano adulto. Y lo mismo sucede también en el caso de los seres humanos, como ya hemos ilustrado en varios casos. En el cuadrante superior-izquierdo o “yo”, por ejemplo, el avance se manifiesta atravesando una serie de estadios que van desde lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo mundicéntrico o, dicho de otro modo, desde el cuerpo hasta la mente y el espíritu. En el cuadrante superior-derecho, la energía fenomenológica se despliega desde lo ordinario hasta lo sutil y lo causal. En el cuadrante inferior-izquierdo, el “nosotros” se expande desde lo egocéntrico (“yo”) hasta lo