Fe y libertad - Teresa Forcades - E-Book

Fe y libertad E-Book

Teresa Forcades

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Beschreibung

En Fe y libertad, Teresa Forcades entrelaza sus experiencias personales con reflexiones sobre la ética, la religión y la política y muestra que la fe cristiana puede ser una fuerza para el cambio radical. Situándose en la tradición de la doctrina social católica y la teología de la liberación, aplica su perspectiva a los temas más fundamentales para ella: la libertad y el amor, la justicia social y el compromiso político, la salud pública, el feminismo, la fe y el perdón. Siguiendo la estructura y el ritmo de las cinco horas canónicas de la jornada monástica, este libro es una crítica audaz de la explotación y la injusticia del statu quo. Su llamamiento a la libertad, el amor y la justicia hallará eco en cualquier persona desencantada por el sistema económico y político salvaje que marginaliza a los pobres y socava el tejido mismo de la vida social.

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Teresa Forcades i Vila

Fe y libertad

Herder

Diseño de la cubierta: Gabriel Nunes

Edición digital: José Toribio Barba

© 2017, Polity Press Ltd., Cambridge

© 2017, Herder Editorial, S.L., Barcelona

ISBN DIGITAL: 978-84-254-3824-0

1.ª edición digital, 2017

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com)

Herder

www.herdereditorial.com

Índice

Introducción

I. Maitines: Amor y libertad

el Génesis bíblico y el Enûma Elish /

creación vs. emanación / tsimtsum y pericoresis /

la noción de libertad de San Agustín

II. Laudes: Justicia social

la teología de la liberación / el caso de Guatemala /

una crítica del capitalismo / mi experiencia política

III. Sexta: Salud pública

elos sistemas de salud pública / la privatización

y la OMS / la indebida influencia de las compañías

farmacéuticas / la medicalización

IV. Recreación: Feminismo

mi experiencia de feminidad y de feminismo /

la madre como objeto del deseo / el sexismo

de la sociedad actual / la teología feminista

V. Vísperas: La fe

fe y razón / el evangelio de Judas /

Gertrudis de Helfta / María Jesús de Ágreda

VI. Completas: El perdón

el testimonio de una hermana monja /

el sujeto lacaniano vs. la persona cristiana /

las parábolas de Jesús / perdón y libertad

INTRODUCCIÓN

Ser monja benedictina ha sido un regalo y un reto desde que entré en el monasterio hace dieciocho años. En este tiempo he disfrutado de la belleza y la libertad de la oración y he encontrado dificultades personales en nuestra intensa vida en común, pero también he conocido períodos de oración vacía e incluso angustiada, y a menudo he experimentado el placer de recuperar fuerzas y alegría gracias al humor de las hermanas.

Estudié ciencias, me licencié y me especialicé en medicina, y terminé la carrera de Teología en Estados Unidos antes de entrar en el monasterio a la edad de treinta y un años. Nueve años más tarde (2006), habiendo completado un doctorado en Salud Pública y estando a punto de terminar otro en Teología fundamental, escribí un informe sobre los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas y empecé a ser conocida en mi país como una persona crítica con los abusos médicos y como defensora de los derechos de las mujeres y de las personas LGTB en el contexto de la Iglesia católica. Esta popularidad creció en 2009 con un vídeo colgado en internet en el que explicaba la discrepancia entre las recomendaciones de las autoridades sanitarias y la evidencia científica en el caso de la gripe A. El vídeo, de una hora de duración, recibió más de un millón de visitas; mi correo electrónico se colapsó con mensajes de agradecimiento y de ánimo. Pronto, en el contexto de la creciente crisis económica, empecé a experimentar presión para comprometerme políticamente. En abril de 2013, junto con el economista Arcadi Oliveres y una cuarentena de activistas sociales y políticos, fundamos un movimiento llamado Proceso Constituyente, que defiende una Cataluña anticapitalista e independiente. En junio de 2015 dejé temporalmente mi comunidad, gracias a un permiso que me permite ejercer ese compromiso político durante un máximo de tres años.

El libro que está usted a punto de leer es el primero que he escrito directamente en inglés. Recoge mi pensamiento en los temas que son más fundamentales para mí: la libertad y el amor, la justicia social y el compromiso político, la salud pública, el feminismo, la fe y el perdón. Está dividido en seis capítulos que llevan el título de las cinco horas canónicas que estructuran la jornada monástica y le confieren su ritmo peculiar (maitines, laudes, sexta, vísperas y completas), con el añadido de la hora de la recreación, el encuentro diario de la comunidad.

1. MAITINES: AMOR Y LIBERTAD

Noche cerrada en Montserrat. Silencio. Al pie de la montaña, las luces amarillentas y serpenteantes del pueblo de Monistrol; arriba, estrellas brillantes. El timbre toca a las seis de la mañana y a las seis y media empieza la primera oración: los maitines. Aún medio dormidas, con frío en invierno, nos reunimos en la iglesia monástica frente al ventanal que se encuentra sobre el altar con su sereno Cristo en la Cruz. Es una pieza simple de cerámica sin pintar, al estilo de las antiguas Majestades románicas; no muestra dolor, cuelga sin esfuerzo como si estuviera a punto de abandonar la cruz, como si no tuviera nada que ver con una tortura tan cruel. Los brazos no forman una línea recta, sino que están extendidos hacia adelante en un abrazo abierto: la cruz cuelga en medio de un gran ventanal con vistas panorámicas a la montaña que hace esquina y los brazos se acomodan al ángulo recto que forman las paredes. A esta hora fuera todavía está oscuro y los brazos de Cristo se reflejan en el cristal de la gran ventana duplicando su abrazo y redirigiéndolo hacia el exterior, hacia el ancho mundo que se encuentra más allá de las paredes de la iglesia. «Y al momento, el velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo.» Así es como el evangelio de Marcos describe las consecuencias de la muerte de Jesús (Mc 15,38). La cita se refiere al templo que se hallaba en Jerusalén en el siglo I; la cortina del santuario aislaba por completo el espacio ocupado por Dios, al cual solo el sumo sacerdote podía acceder en ciertos momentos del año estrictamente preestablecidos. Marcos quiere dejar claro que Jesús no tiene nada que ver con esta separación ni con estas prescripciones. Jesús vino precisamente a liberar a Dios de estas constricciones que le son ajenas. El nombre de Jesús, Emmanuel, significa «Dios con nosotros». Dios con nosotros, Dios entre nosotros. La mística Teresa de Ávila lo expresa de forma aún más sencilla:«Entre pucheros anda el Señor».

En la oración de maitines normalmente no hay órgano y apenas cantamos, excepto si es domingo o fiesta de solemnidad. Acabamos de levantarnos y la voz aún está ronca. Recitar los salmos en lugar de cantarlos ayuda a preparar la voz para la siguiente oración: las gozosas laudes. Los maitines son sobrios; también se los denomina «oficio de lectura», pues su característica distintiva son dos lecturas relativamente largas (de unas dos páginas cada una) que se proclaman desde el atril. La primera es de la Biblia; la segunda de los tratados teológicos clásicos, la mayoría de ellos de los primeros siglos del cristianismo, de la era llamada «patrística». La teología patrística, pese a tener más de mil quinientos años de antigüedad, no ha perdido la capacidad de hablar directamente al corazón y esto es así porque fue escrita en un tiempo en el que los creyentes cristianos no tenían ningún tipo de estatus social y eran considerados un grupo de ignorantes o, en algunos casos, una secta fanática. No escriben desde el poder. Algunos de estos cristianos se negaron a reconocer el carácter divino del emperador romano y fueron condenados a muerte a causa de ello. Sin embargo, no todos eran héroes. Algunos, probablemente la mayoría, se rindieron ante la persecución e intentaron rebajar el mensaje de Jesús, hacerlo menos interpelador e incómodo. Así, invectivas claras a cambiar el orden social como «Ya sabéis que los que son tenidos por jefes de las naciones las rigen con despotismo, y que sus grandes abusan de su autoridad sobre ellas. Pero no ha de ser así entre vosotros» (del evangelio de Marcos; Mc 10,42), coexistían entre los primeros cristianos con defensas abiertas del statu quo: «Esclavos, obedeced a vuestros amos en la tierra, con sumisión y respeto, en la sencillez de vuestro corazón, como a Cristo» (de la primera carta de Pedro; 1 P 2,18). Estas contradicciones coexistían entonces y siguen coexistiendo hoy, ya que ambos pasajes forman parte del Nuevo Testamento (la segunda parte de la Biblia).

A menudo, mientras escucho un texto patrístico o bíblico durante los maitines, me extasío y me conmuevo. Otras veces me frustro, me enfado. En un par de ocasiones ha ocurrido que me ha tocado hacer de lectora y he omitido alguna frase del texto porque me ha parecido demasiado ofensiva, como por ejemplo: «No permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre; sino que debe mantenerse en silencio» (de la primera carta de Timoteo; 1 Tm 2,12). Cuando esto sucede me acuerdo de la abuela de Howard Thurman. Thurman fue un filósofo y teólogo de los más importantes del siglo XX, amigo de Mahatma Gandhi y preceptor de Martin Luther King. La abuela de Thurman había sido esclava la mayor parte de su vida. Era una cristiana analfabeta muy piadosa que prohibió a su nieto que le leyera fragmentos de las cartas de Pablo porque sabía que contenían el pasaje donde se lee: «Esclavos, someteos con todo respeto a los amos, no sólo a los buenos y comprensivos, sino también a los rigurosos» (de la carta a los Efesios; Ef 6,5). La abuela se negaba a reconocer en esta frase, que tantas veces le habían obligado a escuchar los dueños que la maltrataban, la palabra de Dios.

Esto es lo que la oración de maitines, con sus largas lecturas bíblicas, me invita a hacer: asumir responsabilidad personal por mi fe. No tengo fe en un libro. Honro la Biblia y no me puedo imaginar mi vida sin ella; la leo cada día (o casi todos los días), pero no espero que el texto bíblico sustituya mi pensamiento. Creo que el texto —los diferentes textos— de la Biblia está inspirado por Dios y, precisamente por dicho motivo, no se contradice con mi libertad, sino que cuenta con ella. Dios —esta ha sido hasta ahora mi experiencia— nunca ha coartado mi libertad. Ella (Dios) ha creado el espacio que permite que mi libertad exista y me invita a hacerlo mío. Dios no me ha invitado nunca a abdicar de mi libertad a fin de obedecerla o de complacerla. Dios no se complace con los esclavos: «Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe qué hace su señor; os he llamado amigos» (del evangelio de Juan; Jn 15,15).

Dios no se complace en los esclavos, sino que goza de la amistad y de la libertad. El primer libro de teología que leí fue Jesucristo liberador, de Leonardo Boff. Tenía quince años y formaba parte de una familia que desconfiaba de la Iglesia católica a pesar de haber querido que yo y mis dos hermanas fuéramos bautizadas en su seno. Las tres nacimos durante la dictadura del general Francisco Franco, un régimen fascista conocido como «nacionalcatolicismo», bendecido por la jerarquía de la Iglesia católica española. Mis padres eran contrarios a Franco y no les parecía bien el apoyo que la Iglesia daba a su régimen. Leí Jesucristo liberador porque ansiaba saber más sobre Jesús después de haber leído los evangelios por primera vez y haber quedado impactada. Recuerdo que Dios me conmovió profundamente, pero no recuerdo que me sintiera «personalmente liberada» por Dios; mi primera experiencia religiosa tenía más que ver con la necesidad de dar sentido a la vida que con la liberación. Como adolescente no me sentía oprimida; más bien, llena de gozo y de proyectos. No fue hasta mucho más tarde, cuando estudiaba Teología en Estados Unidos en los años noventa, cuando tuve la oportunidad de leer el texto del Enûma Elish y me di cuenta, al menos a nivel teórico, de la seriedad con que el Dios bíblico se toma la libertad humana y de la profundidad con que se compromete con ella.

El Enûma Elish es el milenario relato babilónico de la Creación que inspiró directamente el libro bíblico del Génesis. Su nombre significa «cuando en lo alto» y hace referencia a las primeras palabras del texto: cuando en lo alto el cielo aún no tenía nombre ni lo tenía tampoco la tierra debajo […]. Se trata de un poema épico de mil versos que fue descubierto en 1848 en Nínive (actual Mosul, en Iraq), entre los restos arqueológicos de la biblioteca de Asurbanipal. Las tablillas de arcilla encontradas en Nínive son fragmentos y fueron copiadas en el siglo VII a.C. en la escritura cuneiforme acádica. En el siglo XX, en Assur (Iraq), se descubrieron otras tablillas con el mismo texto que habían sido escritas en el siglo X a.C., en asirio. Se supone que el texto original del Enûma Elish se escribió en el siglo XVIII a.C., en Babilonia, durante la dinastía Hammurabi. Este relato dominó la cosmogonía de Mesopotamia durante más de mil años, impactando profundamente a los pueblos vecinos del Próximo Oriente antiguo. El Enûma Elish incluye lo que parece ser la noción más antigua de un Dios creador (Marduk) quien hace el mundo en siete días con un orden peculiar que recuerda al de la evolución: empieza con el planeta (separando el cielo de la tierra) y acaba con la vida humana. En el siglo VI a.C. los israelitas perdieron una gran guerra contra el rey caldeo Nabucodonosor: Jerusalén fue destruida y las élites hebreas fueron deportadas a Babilonia. Estas élites quedaron muy impresionadas ante la gran capital de sus conquistadores, así como por su riqueza cultural y religiosa; la mayoría abandonó la tradición hebrea de sus antepasados para abrazar la de los victoriosos babilonios. La mayoría, mas no todos. Algunos hebreos percibieron en su derrotada tradición provinciana un valor superior a toda la riqueza y esplendor de la ciudad imperial, y se pusieron a escribir una cosmogonía, un relato de la Creación que osó contradecir al venerable Enûma Elish en algunos puntos cruciales. El más fundamental de estos aspectos en que el relato de los israelitas exiliados se aleja explícitamente del relato babilonio es la descripción de la situación existencial del ser humano ante Dios. Según el Enûma Elish, Dios, tras crear el mundo, descansó en el séptimo día y ordenó a los humanos que le sirvieran. Según el Génesis bíblico, Dios, tras crear el mundo, descansó en el séptimo día e invitó a los humanos y a toda la Creación a descansar con Ella. La finalidad de la vida humana según los babilonios era servir a Dios, satisfacer las necesidades de Dios (o de sus representantes en la Tierra); según los israelitas, en cambio, la finalidad de la vida humana es establecer una amistad personal con Dios. El ser humano de la creación babilónica es instrumental: su razón de ser es la felicidad de Dios; el ser humano de la creación bíblica es libre: su razón de ser es la propia felicidad.

Tal como muestran las citas bíblicas al inicio del presente capítulo, la fe fundamental en la radicalidad de la libertad humana y su corolario bíblico (la amistad con Dios como objetivo de la vida humana) han tendido a oscurecerse en el desarrollo histórico de las instituciones religiosas y de la conciencia religiosa. Incluso en la misma Biblia hay muchos ejemplos en los que Yahvé (el Dios bíblico) se comporta como el Marduk babilonio, utilizando a los humanos para sus propósitos e ignorando abiertamente su libertad fundamental. Uno de los casos más notorios es el episodio del hundimiento de los egipcios en el Mar Rojo, que encontramos en el libro del Éxodo: a fin de liberar a los israelitas, Dios causa la muerte de los egipcios (Ex 14,20-31). Cuesta ver de qué manera Yahvé respeta la libertad fundamental de los egipcios en este pasaje. Paradójicamente, este episodio tan problemático para la conciencia contemporánea —Dios causando la muerte de un grupo de personas a fin de favorecer a otro—, parece ser un desarrollo dramatizado de la experiencia histórica nuclear del pueblo de Israel: Dios los ha liberado de la esclavitud. No sabemos qué pasó históricamente, pero sí sabemos qué escribieron los israelitas sobre si mismos: nosotros éramos esclavos en Egipto y Dios se apiadó de nosotros y nos liberó, no porque fuéramos mejores que los egipcios, sino porque estábamos oprimidos y sufríamos.

La lectura bíblica de maitines ha llegado a su fin. Ahora empezamos la lectura patrística. La segunda lectura de hoy es de Gregorio, obispo de Nacianzo (actual Turquía) en el siglo IV d.C. Gregorio defendió su noción cristiana de «libertad» contra la visión dominante de su tiempo de forma tan atrevida y vehemente como los antiguos israelitas lo hicieran diez siglos antes contra el venerable Enûma Elish. Está claro que ni los israelitas exiliados en el siglo VI a.C., ni el obispo Gregorio y el resto de madres y padres de la Iglesia en el siglo IV d.C. tenían una noción de «libertad personal» comparable a la de nuestro siglo XXI