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Principios de Economía es un libro de texto de nivel universitario que ofrece una visión completa, atractiva y fácil de leer de la ciencia económica, que es valiosa para el estudiante universitario, el lector en general y el economista profesional. El primer libro de Saifedean Ammous, El Patrón Bitcoin, es un best-seller internacional que se ha traducido a 36 idiomas. El libro ha recibido elogios de respetados académicos, empresarios exitosos, deportistas profesionales e innumerables lectores de todo el mundo por su atractiva y esclarecedora presentación de sofisticados conceptos económicos y técnicos, en un estilo accesible para el lector en general. Con su secuela, El Patrón Fíat, Ammous se consolidó como uno de los divulgadores de ideas económicas más eficaces del mundo, cuyos escritos resuenan en un número creciente de lectores de todo el mundo.
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Equipo de traducción: Juan Calsiano Gonzalo Coelho @nonymous
© Obra Original: Saifedean Ammous, Principles of Economics
© Traducción: Juan Calsiano, Gonzalo Coelho, @nonymous, Konsensus Network.
Konsensus Network posee los derechos de publicación globales ilimitados en todos los formatos.
Sitio web del autor: https://saifedean.com/
Edición: Juan Calsiano
Composición tipográfica: Gonzalo Coelho
ISBN 978-9916-723-52-4 Tapa dura
ISBN 978-9916-723-53-1 Tapa blanda
ISBN 978-9916-723-54-8 Ebook
Konsensus Networkhttps://konsensus.network
Saifedean Ammous es un economista y autor de éxito internacional. En 2018, Ammous fue autor de El Patrón Bitcoin: La Alternativa Descentralizada a los Bancos Centrales, el libro más vendido sobre bitcoin, publicado en 36 idiomas. En 2021, publicó El Patrón Fíat: La Esclavitud por Deudas como Alternativa a la Civilización Humana, disponible en 12 idiomas. Saifedean imparte cursos sobre los principios económicos detrás de bitcoin y de economía desde la perspectiva de la escuela austríaca en su plataforma de aprendizaje en línea saifedean.com. Además, es el presentador de The Bitcoin Standard Podcast.
Saifedean fue profesor de Economía en la Universidad Libanesa Americana de 2009 a 2019. Posee un doctorado en Desarrollo Sostenible de la Universidad de Columbia, un máster en Gestión del Desarrollo de la Escuela de Economía de Londres y una licenciatura en Ingeniería Mecánica de la Universidad Americana de Beirut.
La presente traducción de Principles of Economics se basa en su primera edición, publicada en junio de 2023. Se adoptó un enfoque general en sintonía con lo indicado por el autor en la introducción: un adolescente de 17 años debe ser capaz de entender todo lo explicado. Por lo tanto, se priorizó el vocabulario sencillo, y se intentó utilizar la menor cantidad posible de palabras en inglés. Además, se agregaron notas que detallan cuestiones de la traducción y proveen aclaraciones sobre terminología y conceptos que podrían resultar útiles para el lector — que bien podría ser alguien que nunca leyó de economía.
En la versión impresa de esta traducción se usaron dos tipos distintos de notas a pie de página: notas al pie numeradas, que tienen una correspondencia perfecta en cuanto a ubicación, numeración y contenido con las de la edición original en inglés, y notas al pie simbólicas, que fueron agregadas en la edición en español. Por otro lado, en la versión digital en formato EPUB se utilizó un único tipo de llamadas de notas al final de cada capítulo, y se usó la acotación “N. del E.” para indicar las notas del editor de la presente traducción. En dicha versión, los “Ibid.” en las referencias bibliográficas hacen referencia a las notas de la edición original, no a las N. del E.
Mientras que las referencias bibliográficas son idénticas a las de la edición en inglés, los títulos de libros y artículos mencionados en el cuerpo de texto fueron traducidos al español, con el fin de maximizar la comprensión lectora. Cada uno de dichos títulos traducidos tiene asociada una llamada de nota que indica su fuente original, permitiendo así localizar el recurso citado. Debe tenerse en cuenta que, si bien hay varios casos donde el libro o artículo tienen una edición o versión en español cuyo título coincide con el provisto en el cuerpo de texto, en general esto no se cumple. Por otra parte, algunas de las aclaraciones provistas en las notas del editor hacen mención a obras para las cuales no se provee una referencia bibliográfica (por cuestiones de espacio), pero en general se trata de recursos fácilmente localizables a partir de la nota.
Con respecto a la variedad de español utilizada, si bien se intentó usar un español lo más “neutro” posible, hay un cierto sesgo hacia el español de América. En los casos que lo ameritaban, se agregaron notas que proveen el término equivalente utilizado en España. Con respecto al uso de énfasis, se realizó una leve adaptación con respecto al estilo de la edición original: se utilizó la negrita para destacar términos que se refieren a conceptos importantes, mientras que se utilizó la cursiva para indicar énfasis en todos los otros casos (y para los títulos de libros y artículos, y para las palabras en un idioma distinto al español).
Por otro lado, se debe aclarar un punto importante. Si esta edición se compara cuidadosamente con la edición original, se podrán identificar varias discrepancias sobre cuestiones puntuales (por ejemplo, en una cifra o en una referencia bibliográfica). Esto es intencional. Mientras se avanzaba con el proyecto de traducción y edición, se fueron encontrando una serie de cuestiones menores en la edición original, las cuales fueron informadas al autor, quien decidió que serán corregidas en una nueva edición del libro en inglés.
Por último, considerando la gran cantidad y diversidad de libros de economía disponibles en español, cabe preguntarse: ¿por qué editar otro libro más sobre economía? La respuesta es, básicamente, porque Principios de Economía de Saifedean Ammous no es “otro libro más”. Esta monumental obra integra la amplia variedad de aportes al pensamiento económico realista y causal que se fueron acumulando a lo largo de la historia, identifica de manera inequívoca los principios fundamentales de la economía, y explica dichos principios y las consecuencias más elementales que se deducen de los mismos con un nivel de sencillez y pedagogía sin precedentes — y lo hace sin sacrificar en modo alguno la profundidad del análisis. Además, en contraste con las obras de los gigantes en cuyos hombros el autor se sustenta, el libro está dirigido al lector de hoy, y está escrito en un estilo inconfundible —directo, irreverente y ocurrente— que resulta en una lectura sorprendentemente atractiva. En resumen, este libro es como el último modelo de una maravilla tecnológica del siglo XXI: una lente que permite corregir fácilmente todos los defectos en la visión de los fenómenos económicos (defectos originados principalmente por el adoctrinamiento estatista y la propaganda inflacionista), permitiendo ver con claridad la causalidad que determina la realidad económica en toda su gloriosa complejidad. Una vez que eso se ve, ya no se puede dejar de ver. Y tal como lo demuestra la lógica de la acción humana explicada con maestría en estas páginas, cuantas más personas sean conscientes de los verdaderos principios de economía, mejor será el mundo. Por eso se editó este libro... y por eso usted, querido lector, se beneficiará —y nos beneficiará— al leerlo.
Juan Calsiano Buenos Aires, diciembre de 2023
La inmensa mayoría de los libros de texto de principios de economía que se usan hoy en la enseñanza universitaria siguen la tradición económica dominante, la keynesiana-samuelsoniana, que confunde a los estudiantes más de lo que los informa. He dado clases usando estos libros de texto durante años, y he sido testigo de cómo montones de estudiantes inteligentes salían de clase con más preguntas de las que tenían al entrar, luchando por entender el significado de las confusas ecuaciones que estudiaban o por encontrar alguna razón convincente para creer en sus resultados. A lo largo de los años, he hablado con docenas de estudiantes y graduados muy inteligentes que cuentan una experiencia similar: hicieron lo que tenían que hacer para obtener la nota que querían, pero nada de lo estudiado tenía sentido para ellos. Incrédulos, intentan convencerse a sí mismos de que deben pasar por alto las asombrosas lagunas en la lógica que justifica las irrelevantes ecuaciones con el fin de aprobar los exámenes, y nunca más vuelven a considerar las ideas de la asignatura. Si los alumnos aprenden de los libros de texto convencionales, aprenden a entender modelos teóricos que solo tienen un tenue vínculo con la realidad. El éxito en estas asignaturas consiste en entender los modelos, no la realidad.
Cuando enseñaba economía, incorporaba ideas de la escuela austríaca. Los estudiantes invariablemente encontraban que estas eran las partes más prácticas e interesantes de la asignatura, y las que les proporcionaban un valor duradero más allá de la obtención de un título. Sin embargo, las ideas austríacas se ignoran casi por completo en la mayoría de las universidades actuales. Los libros de texto modernos rara vez mencionan a la escuela austríaca, y mucho menos explican sus ideas. Tenía que recurrir constantemente a diversas lecturas sobre distintos temas. Los libros de texto y tratados austríacos más destacados, como La Acción Humana, de Mises, y El Hombre, la Economía y el Estado, de Rothbard, son difíciles de digerir para la mayoría de los lectores modernos y, lamentablemente, dedican demasiado tiempo a tratar de combatir el pensamiento dominante, lo que hasta cierto punto impide aclarar la perspectiva austríaca.
Siempre quise un tratamiento claro, conciso y ameno de las principales ideas económicas siguiendo la tradición austríaca, que culminara en la comprensión de la importancia civilizatoria del orden de mercado extendido basado en el dinero. Empecé a desarrollar las bases de un libro de texto de este tipo para las asignaturas de grado y postgrado que impartía en la Universidad Libanesa Americana. Tras publicar El Patrón Bitcoin y encontrar un público receptivo que apreciaba mis escritos sobre economía, decidí dedicar toda mi atención a escribir el libro de texto que siempre había querido tener para enseñar. En 2019, decidí dejar mi trabajo en la universidad y empezar a enseñar y publicar de forma independiente en mi sitio web, saifedean.com. En 2019 y 2020, desarrollé dos cursos de Principios de Economía, ECO11 y ECO12, que desarrollaron aún más las ideas que se transformarían en este libro.
Enseñando e interactuando con cientos de estudiantes de todo el mundo, y habiéndome liberado de las cada vez más arcanas y esotéricas revistas y editoriales de la fábrica de manuscritos académicos,1 ahora podía centrarme en escribir para el lector, no para comités de académicos. Tras dos décadas de estudio de la economía a nivel universitario, este libro representa los conocimientos de economía que me hubiera gustado tener cuando tenía 17 años. Es lo que espero que lean mis hijos cuando sientan curiosidad por la economía.
Este libro constituye una introducción a los principios de la economía y al pensamiento económico, una poderosa herramienta de planificación mental útil para todos. En una universidad, enseñaría este libro a lo largo de dos semestres, de modo de introducir a los estudiantes a una visión amplia de la economía y el pensamiento económico. Más que un libro de texto universitario, se trata de un libro escrito para un público general de cualquier persona interesada en las ideas económicas. Aunque usted no esté estudiando economía en la universidad, toma decisiones económicas todos los días de su vida. Espero que este libro le ofrezca un resumen conciso y práctico de las ideas más útiles del pensamiento económico, lo cual le resultará útil en la toma de decisiones personales y de negocios.
El enfoque de este libro es austríaco, sin ningún complejo. Utiliza la simple palabra escrita para explicar lo que muchos economistas a lo largo de la historia han considerado los métodos más poderosos para entender los fenómenos económicos. Aplica el enfoque de la acción humana para explicar los conceptos y temas más importantes de la economía, basándose en el trabajo de los economistas de la escuela austríaca. Aborda los principales conceptos y temas económicos de forma independiente, pero en una secuencia lógica con el objetivo de ofrecer al lector una comprensión de la economía a nivel individual y social, y de las implicaciones generalizadas de la economía como materia. La parte I del libro, Fundamentos, introduce los conceptos fundamentales de la economía y el método austríaco de este libro. La parte II, Economía, introduce las acciones que los seres humanos realizan para economizar de manera individual. La parte III, El Orden de Mercado, examina la economización en el contexto social, por qué se desarrolla la economía capitalista, y la función del dinero. La parte IV, Economía Monetaria, examina el tiempo, el interés y la economía monetaria y financiera. La parte V, Civilización, examina la economía de la violencia y de la defensa, y lo que estas implican para la posibilidad del progreso de la civilización humana.
Cada capítulo de este libro analiza un concepto económico importante, y puede leerse como un ensayo independiente sobre el tema. Pero el libro también está estructurado como una monografía narrativa, que expone estos conceptos en una secuencia lógica. El capítulo 1 presenta el enfoque metodológico austríaco de la economía y ofrece un ejemplo, así como una comparación con el enfoque metodológico de las ciencias naturales. El capítulo 2 introduce el concepto fundamental de valor, y explica su naturaleza subjetiva, así como los conceptos de utilidad y análisis marginal, basados en la obra de Carl Menger, padre de la escuela austríaca. El capítulo 3 introduce la importancia del tiempo en la economía, la naturaleza única de economizar el tiempo, y cómo todos los actos de economización pueden entenderse como intentos de aumentar la cantidad y el valor subjetivo de nuestro tiempo en la Tierra. Este capítulo también introduce los conceptos fundamentales de costo de oportunidad2 y preferencia temporal.
La segunda parte del libro presenta las principales acciones que los seres humanos llevan a cabo para economizar de manera individual. En cada uno de los capítulos de esta parte, se introduce un concepto clave y se analiza en términos de las razones por las que los seres humanos se dedican a él, el problema que resuelve y cómo les ayuda a economizar el tiempo. El primer concepto, y el más básico, es el trabajo, tema del capítulo 4. El capítulo 5 explica la economía de la propiedad, por qué surge y el problema que resuelve, y el concepto de propiedad de uno mismo. El capítulo 6 introduce un tipo particular de propiedad, el capital, que consiste en bienes utilizados para la producción de otros bienes, y analiza el costo del capital, su productividad y su conexión con la preferencia temporal.
El capítulo 7 analiza la tecnología como concepto económico, por qué aumenta la productividad laboral y su condición única de bien económico inmaterial no escaso. El capítulo concluye con un análisis del concepto de propiedad intelectual y de cómo la naturaleza no escasa de la información la hace diferenciarse de otros bienes productivos.
La energía, tema del capítulo 8, no es un tema convencional en la mayoría de los libros de texto de economía. Sin embargo, creo que entender la economía de la energía es esencial para entender la economía, sobre todo porque la economía de mercado moderna, intensiva en capital y tecnológicamente avanzada, no sería posible sin un aumento sustancial de la potencia del ser humano moderno — de su capacidad para manejar grandes cantidades de energía en cortos periodos de tiempo. Además, abordar la economía a través del método austríaco, mediante el análisis marginal, es esencial para entender las realidades de la producción de energía en el mundo actual.
Mientras que en la segunda parte del libro se examinan acciones economizadoras que una persona puede realizar sin interactuar con otros, en la tercera se estudia la economización en un contexto social, introduciendo a otras personas en el análisis y explorando sus implicaciones. En el momento en que otra persona está presente, el comercio se hace posible, y ambas partes tienen un incentivo para participar en él, ya que las beneficia a ambas. El capítulo 9 explica la razón de ser del comercio, sus beneficios y las implicaciones del crecimiento del mercado en el que tiene lugar la división del trabajo.
El capítulo 10 introduce el concepto de dinero, explicando los problemas que resuelve, cómo estos problemas dan forma a las características deseables en el mismo y cómo este ayuda a los seres humanos a economizar y aumentar el valor y la productividad de su tiempo. El capítulo explica cómo el dinero es un producto del mercado, y no del Estado, como suele enseñarse erróneamente en los libros de texto de economía. Aunque en este capítulo se presenta el dinero, el análisis más general de la economía monetaria se dejará para la cuarta parte del libro, de modo que pueda seguir al análisis de los mercados de capitales, un tema esencial de la economía monetaria.
El orden social en el que los individuos realizan pacíficamente todas estas acciones economizadoras se denomina orden de mercado. El capítulo 11 examina cómo las preferencias individuales y los actos economizadores conducen a la formación de precios, y se explica su esencial importancia para el proceso de mercado. El capítulo 12 explica el término “capitalismo” desde la perspectiva misesiana, y cómo el capitalismo es un sistema empresarial inseparable de la propiedad privada y el cálculo económico. Examinamos la prueba de fuego de Mises para determinar si una sociedad tiene una economía de mercado, y cómo puede ayudarnos a entender la historia económica.
La cuarta parte del libro aborda el concepto de dinero desde la perspectiva austríaca. El capítulo 13 comienza con la preferencia temporal y su relación con el ahorro, el dinero y la acumulación de capital, que es lo que hace posible el crédito y la banca, temas del capítulo 14, que también explica las tasas de interés y analiza la posibilidad de que el interés deje de existir. El capítulo 15 examina el ciclo económico desde el punto de vista austríaco, analizando su causa subyacente, la expansión monetaria a través de la emisión de crédito circulatorio.
Dado que las partes anteriores ilustran la función y la forma de una economía de mercado capitalista, y cómo solo puede funcionar en un sistema que respete la propiedad privada, la quinta y última parte del libro examina la viabilidad de la civilización capitalista frente a la amenaza que representa la agresión. El capítulo 16 examina la economía de la violencia, tanto en sus formas privadas como gubernamentales, mientras que el capítulo 17 examina la economía de la defensa, y muestra cómo esta no es más que otro bien de mercado, que hoy en día es provisto predominantemente por el mercado.
El capítulo 18, el último del libro, analiza el concepto de civilización desde una perspectiva económica. La civilización se considera un orden que surge cuando una sociedad puede mantenerse pacífica, productiva, con baja preferencia temporal, cooperativa y lo suficientemente innovadora como para que cada nueva generación tenga un mejor nivel de vida que la generación anterior. Se discuten los costos de esta monumental tarea, así como las posibilidades de la continuidad de la civilización capitalista frente a las formidables amenazas a las que se enfrenta.
Este libro se complementa con su página web, saifedean.com/poe, donde se puede encontrar una bibliografía completa con enlaces directos a las lecturas que aparecen en este libro. Dado que internet se ha vuelto tan omnipresente, decidí que tendría sentido optimizar la edición impresa de este libro para la experiencia del lector eliminando los enlaces de las notas al pie, y proveyendo una bibliografía completa en el enlace recién mencionado.
Este libro se benefició y mejoró inmensamente como consecuencia de los comentarios de Ross Stevens, Jeff Deist, Per Bylund, Conza, Allen Farrington, Jonathan Newman, Peter Young y Thomas Semaan. Los dos últimos también me prestaron una valiosísima ayuda en la investigación a lo largo de la redacción de este libro. También agradezco profusamente a los excelentes editores cuya minuciosa y concienzuda edición mejoró inmensamente este manuscrito: Alex McShane, Steve Robinson, Chay Allen, Renata Sielecki, Magda Wojcik, Evan Manning y Elizabeth Newton. También agradezco a Tamara Mikler la elaboración de los gráficos, y a Max DeMarco la edición del audiolibro. También estoy muy agradecido al equipo de mi sitio web, formado por Pavao Pahljina, Marko Pahljina, Dorian Antešić, Flora Fontes y Valentino Cnappi, por todo el esfuerzo que han dedicado al funcionamiento del sitio web y a la organización de la publicación.
Este libro no habría sido posible sin el apoyo, el aliento y los comentarios de los miembros de mi plataforma de aprendizaje en línea. Les estoy muy agradecido por haberme permitido trabajar de forma productiva en la finalización de mi libro. En particular, mi más sincero agradecimiento a mis lectores, que han apoyado la publicación de este libro comprando los ejemplares firmados por adelantado. Gracias a A Patel, Aaron Macy, Abdulla Al Abbas, Abdullah Almoaiqel, Ágúst ragnar Pétursson, Aidan Campbell, AJ Garnerin, Alex, Alex Bowe, Alex Voss, Alistair Milne, Amit Barkan, Anderson Thees, Andrea Bortolameazzi, Andrew Brasuell, Andrew Rosener, Andrew Stange, Anthony Clavero, Antonio Caccese, Ashok Atluri, ben johnson, Bertrand Marlier, BitcoinTina, Blake Canfield, BowserKingKoopa, brian daucher, Brian Kim, Brian Lockhart, Bronson Moyen, Browning Hi-Power 9mm, Bryan Matthieu, Bryan Wilson, Burcu Kocak, Carlo Barbara, Carlos Chida, Caspar Veltheim, Cedric Youngelman, Chase Oleson, Chen YH, Chris Cowlbeck, Christian Amadasun, Christof Mathys, Christopher Lamia, Christopher P Valle, Christopher Pogorzelski, Christopher To, Cletus Reynolds, Dale Williams, Dan Skeen, Dane Bunch, Daniel Ostermayer, Daniel Smith, Dave Hudson, David Heller, David Lawant, Dirk Seeber, Domingo Ochotorena, Dylan Parker, Ed Becker, Eduardo Lima, Edward Cosgrove, Ernest Huttel, Fabian von Schilcher, Federico Quintela, Francisco Reyes, Frank Acklin, Gary Lau, Gary Speed, Gen Shin, Glenn Thomas, Greg Doyle, Haris M, Harlan Robinson, Hayden Houser, hugh starr, Hunter Hastings, Jaap Willems, Jackson Forelli, Jaeger Hamilton, James Seibel, James Weaver, Jason DiLuzio, Jawad Barlas, Jerrold Randall, Jesse Powell, Jim Patterson, Joachim Boudet, John A. Krpan, John Brier, John Dixon, Jon E, Jonas Karlberg, Jonas Konstandin, Jonathan Camphin, Jonathas Carrijo, Jordan Wilby, Jose Areitio Arberas, José Niño, Jules, Julio Neira, Justin Schwartz, Keith G, Kelly Lannan, Kenneth Gestal, Kevin Coffin, Kim Butler, Lachie McWilliam, Larry Salibra, Leo Smith, Luis Alonso, Maksymilian Korzuchowski, Manuel Tomasi, Marco Daescher, Marcus Dent, Marius Kjærstad, Marius Reeder, Martin Brochhaus, Matija Grlj, Matt, Matthew Robin, Matthew Sellitto, Max Cash, Maximiliano Guimarães, Michael Atwood, Michael Culhane, Mike Clear, Mitch Soboleski, Mitchell Vanya, Nate Kershner, Nathan Smith, Neal Nagely, Nelson, Nicholas Sheahan, Nick Giambruno, Niko Laamanen, The Noded Podcast with Pierre Rochard and Michael Goldstein, Odi Kosmatos, Oleg Mikhalsky, Paweł Sławniak, Petar, Petr Zalud, Prince Filip Karađorđević, Raycheslav Karagyozov, Rene Bos, Richard Duke, Robert Koonce, Robin Dea, Ronald Zandstra, Rosie Featherby, Ross Stevens, Rowais Hanna, Ryan Nadeau, Ryan Sandford, Saagar Singh Sachdev, Sam Dib, Sam Shams, Samuel Douglass, Scott Manhart, Scott Schneider, Scott Shell, Seb Walker, Shakti Chauhan, Shaun McFarlane, Simonna Pencev, Stefano D’Amiano, Stephen Labb, Subhan Tariq, Tanner Dowdy, Thierry Thierry, Thomas Jenichen, Tom Karadza, Travis Tripodi, Trevor Smith, vik, Wendy Hiam, Wilfred Tannr Allard, Will Phillips, William Green, William Johnston, Wityanant Thongsawai, Yani Eberding, Yoism, Zachary Hollinshead, Zarak Ortega, y Zsuzsanna Glasz.
1. Traducción de academic publication mill, una variante de paper mill. Los paper mills son organizaciones que producen y venden manuscritos fraudulentos que aparentan ser artículos de investigación genuinos. (N. del E.)
2. El término cost se traduce como “coste” (más común en España) o “costo” (más común en América). Se utiliza “costo” en esta edición. (N. del E.)
El estudio de la economía no tiene que ver con las cosas y los objetos materiales tangibles, sino con los hombres, sus significados y sus acciones. Los bienes, las mercancías y la riqueza y todas las demás nociones de conducta no son elementos de la naturaleza; son elementos del significado y la conducta humanos. Quien quiera ocuparse de ellos no debe mirar al mundo exterior; debe buscarlos en el significado de los hombres que actúan.1
—Ludwig von Mises
El magnum opus de Ludwig von Mises, La Acción Humana, ofreció una redefinición explícita del campo de la economía como el estudio de la acción y la elección humanas en condiciones de escasez. Mises creía que el razonamiento económico correcto y el análisis adecuado de los fenómenos económicos debían basarse en el análisis de la acción humana, más que en el análisis de los objetos materiales y sus propiedades, o en el análisis de variables agregadas2 y abstractas. Aunque la perspectiva de Mises al principio pueda parecer pedante e improductiva, este capítulo explicará cómo la misma es una herramienta muy poderosa para entender la realidad económica.
Mises argumenta que los filósofos han intentado durante mucho tiempo analizar la evolución y el destino de la humanidad basándose en una comprensión de lo que la historia, Dios o la naturaleza habían previsto para los seres humanos. Tales análisis se ocupaban de la humanidad en su conjunto o analizaban conceptos colectivistas como nación, raza o iglesia, y trataban de encontrar leyes que explicaran el comportamiento de tales entidades y sus consecuencias, como si la historia tuviera leyes inamovibles que descubrir, semejantes a las leyes de las ciencias naturales.
Al escribir Principios de Economía en 1871, Carl Menger fue pionero en el análisis marginal de las cuestiones económicas. Esta “revolución marginal” supuso una alternativa radicalmente distinta a los métodos de análisis de los seres humanos que se usaban hasta entonces. En lugar de analizar la historia basándose en la voluntad de Dios, de la naturaleza, o a través de la nación, la raza o la iglesia, el análisis marginal demostró que la sociedad humana se entiende mejor analizando sus principales fuerzas impulsoras: la elección y la acción humana a nivel individual. La escuela austríaca de economía surgió en torno a Menger en Viena. Pocos años después, Léon Walras desarrollaría su propia concepción del marginalismo basada en un concepto de equilibrio general. El equilibrio general walrasiano se convertiría en la tradición dominante de la economía moderna, basada en la matematización y las relaciones entre agregados.
Mises define la acción humana como “comportamiento intencionado”,3 con el fin de distinguirla de los actos instintivos, impulsivos o emocionales. “La acción es la voluntad puesta en marcha y transformada en actuación; es pretender alcanzar fines y objetivos; es la reacción coherente del ego a los estímulos y las condiciones de su entorno; es el ajuste consciente de una persona al estado del universo que determina su vida.”
El alumno de Mises, Murray Rothbard, define la acción humana como “comportamiento intencionado dirigido hacia el logro, en algún momento futuro, de fines que implican la satisfacción de deseos que de otro modo quedarían insatisfechos”.4 Mises postula que, para que tenga lugar la acción, se requiere que el ser humano tenga un estado actual, y que imagine un estado más satisfactorio y la expectativa de que un comportamiento intencionado pueda aliviar la insatisfacción actual.5
La acción racional es la cualidad humana por excelencia: es lo que distingue a los seres humanos de los demás animales. Los seres humanos actuamos intencionadamente porque estamos dotados de razón y somos capaces de dirigirla a la consecución de nuestros fines. Los seres humanos somos capaces de reconocer las relaciones causales del mundo que nos rodea y actuar en consecuencia para conseguir un estado de cosas más favorable. También somos capaces de entender que los demás pueden razonar y actuar para alcanzar sus fines. Como dice Mises:
El hombre no es un ser que no puede evitar ceder al impulso que más urgentemente pide satisfacción. El hombre es un ser capaz de dominar sus instintos, emociones e impulsos; puede racionalizar su comportamiento. Renuncia a satisfacer un impulso urgente para satisfacer otros deseos. No es esclavo de sus anhelos. Un hombre no viola a todas las mujeres que despiertan su libido; no devora todos los alimentos que lo tientan; no ataca a todos los que le gustaría matar. Tras ordenar en escala valorativa sus deseos y anhelos, elige; en definitiva, actúa. Lo que distingue al hombre de las bestias es precisamente que ajusta su comportamiento deliberadamente. El hombre es el ser capaz de inhibirse; que puede dominar sus impulsos y deseos; que tiene el poder para refrenar sus instintos.6
Una imagen mental útil para explicar la primacía de la acción humana es pensar en el mundo físico que nos rodea como plastilina inerte que podemos moldear con nuestras manos para darle diferentes formas y crear objetos basándonos en nuestro razonamiento e imaginación. Los objetos inanimados son materia muerta, y es la razón humana dando forma a las acciones humanas la que reorganiza esta materia y le da valor, significado y finalidad. El mundo material se entiende mucho mejor si se estudia como el producto de la razón y la acción humana. Los intentos de explicar los fenómenos sociales mediante objetos físicos, nombres abstractos o entidades colectivistas son, en definitiva, inútiles y decididamente inferiores a pensar en términos de elección y acción humana. No son los astros, ni los nombres abstractos, ni las entidades colectivistas los que actúan, sino los individuos. Si se quieren entender las condiciones del mundo material, lo más útil es estudiar las acciones de los seres humanos que lo moldean.
Desde la perspectiva misesiana y austríaca, la acción humana se entiende y define como racional. La palabra “racional” en este contexto no se refiere a la corrección de la acción según algún criterio objetivo, ni a la idoneidad de la acción para alcanzar los fines del hombre que actúa, ni emite otros juicios morales sobre la acción. Más bien, lo racional se define aquí como el producto de la razón deliberativa. Siempre que el hombre razona y actúa, actúa racionalmente. El hecho de que tal acción conduzca o no al logro de su objetivo, y el hecho de que tal acción cuente o no con la aprobación de otra parte que la evalúe, son irrelevantes para la racionalidad tal como la entiende y define Mises. Una persona puede darse cuenta de que una acción fue contraproducente para alcanzar sus fines y arrepentirse de lo que hizo, pero eso no cambia la racionalidad del acto, en el sentido de que fue producto de la razón deliberativa, correcta o incorrecta. Otros individuos pueden juzgar las acciones de este individuo, pero por muy equivocadas que les parezcan, eso tampoco restaría racionalidad al acto. La concepción austríaca de la racionalidad queda más clara con la explicación de Mises de que “lo opuesto a la acción humana no es la conducta irracional, sino la reacción refleja de nuestros órganos corporales al estímulo externo, reacción que no puede ser controlada a voluntad”. Mises agrega: “Una acción inadecuada para alcanzar el fin deseado no produce el fruto esperado. Dicha acción no se adapta al objetivo perseguido, pero no por ello dejará de ser racional, ya que es el resultado de una deliberación razonada —aunque defectuosa— y de un intento —aunque ineficaz— de conseguir cierto objetivo.”7
Concebir la economía como el estudio de la acción humana en condiciones de escasez nos permite definir los términos más importantes de la economía en función de su relación con las necesidades humanas, de cómo los trata la razón humana y de cómo los seres humanos les dan forma. Cuando se explica, define y comprende a través de la lente de la acción humana, la terminología económica se vuelve más clara, y el análisis económico, más fructífero.
Hans-Hermann Hoppe explica:
Todos los teoremas económicos verdaderos consisten en (a) una comprensión del significado de la acción, (b) una situación o un cambio situacional —que se supone dado o identificado como dado— y descrito en términos de categorías de acción, y (c) una deducción lógica de las consecuencias —también en términos de tales categorías— que deben resultar para un actor a causa de esta situación o cambio situacional.8
El objetivo central del enfoque austríaco de la economía es entender los procesos causales de la actividad económica y sus consecuencias. La deducción lógica, los experimentos mentales9 y el sentido común basado en la familiaridad con la realidad se emplean para comprender las implicaciones de los procesos económicos. Al principio, este enfoque podría parecer banal e infructuoso en comparación con los enfoques dominantes de la economía convencional actual, que se basan en el análisis matemático. Pero una mirada más atenta nos mostrará por qué el análisis cuantitativo es inadecuado para construir un marco teórico de la economía. También nos mostrará por qué el análisis cuantitativo carece de sentido y de utilidad sin deducciones y conclusiones lógicas que lo motiven y permitan comprender sus resultados. En consonancia con la crítica austríaca a los enfoques cuantitativos del análisis económico, este libro presentará y analizará los actos económicos con lenguaje claro, no con ecuaciones matemáticas. La acción humana se entenderá mediante la deducción lógica y experimentos mentales, no con ecuaciones y análisis cuantitativos.
La crítica austríaca al análisis cuantitativo se resume en la crítica de Mises a la aplicación de métodos cuantitativos a la economía en La Acción Humana:
La deficiencia fundamental implícita en todo planteamiento cuantitativo de los problemas económicos consiste en olvidar que no existen relaciones constantes entre lo que se denominan dimensiones económicas. No hay constancia ni continuidad en las valoraciones ni en la formación de las relaciones de intercambio entre las distintas mercancías. Cada nuevo dato provoca una reorganización de toda la estructura de precios. El entendimiento, que trata de captar lo que ocurre en la mente de los hombres afectados, puede abordar el problema de la predicción de las condiciones futuras. Podemos calificar sus métodos de insatisfactorios y los positivistas pueden menospreciarlos con arrogancia. Pero tales juicios arbitrarios no deben ni pueden ocultar el hecho de que el entendimiento es el único método apropiado para hacer frente a la incertidumbre de las condiciones futuras.10
Ésta es una profunda crítica a los métodos de la economía moderna. Tal como se explica en el apéndice de este libro, todos los fenómenos físicos pueden medirse utilizando un conjunto consistente, estándar y uniforme de unidades básicas. Esto contrasta con lo que ocurre con los fenómenos económicos, ya que no existe una unidad estándar con la que puedan realizarse y compararse las mediciones económicas del valor. Como se explica en el capítulo 2, el valor es subjetivo. La utilidad que los individuos obtienen de los bienes también es subjetiva y cambia constantemente en función del individuo, del momento en que se realiza la valoración y de la abundancia relativa del bien. No existe la posibilidad de hacer comparaciones interpersonales de utilidad y, por lo tanto, la matematización de la utilidad será siempre hipotética y teórica y nunca precisa y reproducible.
Sin una unidad común con la que medir y comparar la utilidad, es imposible formular una ley cuantitativa en torno, por ejemplo, a cambios en la oferta y la demanda basados en cambios en los precios, como una ley que plantee que un aumento del 1% en el precio de un bien corresponde a una disminución porcentual determinada en la cantidad demandada del bien. El impacto de un cambio concreto en el precio sobre la demanda de un bien por parte de un individuo se produce a través del mecanismo causal de los cambios en la utilidad evaluada de manera individual. Ese factor no es medible ni cuantificable.
La experimentación reproducible sobre fenómenos económicos también es imposible. Los objetos de estudio de las ciencias naturales son la estructura y el comportamiento del mundo físico. Se supone desde el principio que estos son regulares, que sus propiedades pueden aislarse y observarse mediante experimentación repetible, y que pueden modelarse adecuada y completamente con las matemáticas. Es fundamental para la iniciativa intelectual que el único propósito de esta metodología sea determinar rigurosamente la causalidad. En el mundo físico, ¿qué causa qué? ¿Por qué suceden las cosas exactamente y siempre de la manera en que suceden? Pero los objetos de estudio de las ciencias sociales son las ideas y acciones de los seres humanos, que son inconmensurables y no cuantificables. La experimentación sobre fenómenos irregulares con unidades mal definidas no puede producir resultados comparables y repetibles, por lo que la experimentación fracasará a la hora de producir leyes cuantitativas ya que no hay unidades en las que se puedan expresar esas leyes. Sin mediciones ni experimentos repetibles, no es posible encontrar regularidades, deducir constantes ni formular relaciones matemáticas y leyes científicas. Tampoco es posible realizar experimentos precisos en economía porque el objeto de estudio de la economía es la acción de los seres humanos en el mundo real, y las condiciones de los laboratorios no pueden reproducir las consecuencias de las decisiones económicas en el mundo real. El mundo real es el único laboratorio que puede aproximarse a las condiciones reales que moldean la toma de decisiones económicas, pero es imposible experimentar en el mundo real utilizando métodos científicos como los empleados en las ciencias naturales.
Más allá de las cuestiones de medición y experimentación, un problema más profundo de los enfoques cuantitativos de la economía es que confunden los factores que podemos medir con los factores causales que moldean el mundo que nos rodea. Los métodos cuantitativos que establecen relaciones entre medidas agregadas sitúan a los agregados como las fuerzas causales sin ninguna razón más fundamentada que el hecho de que pueden medirse. Mientras que en las ciencias naturales las regularidades y las constantes se descubren mediante la experimentación repetida, los economistas empíricos se limitan a suponer que sus datos son regulares y a deducir leyes a partir de ellos. En las ciencias naturales, la complejidad de las partículas que componen un gas, por ejemplo, puede reducirse a medidas agregadas básicas de presión, temperatura y volumen sin pérdida alguna de precisión analítica. Los átomos y las moléculas no tienen voluntad propia, no tienen mente, no pueden razonar y no pueden elegir cómo responder a las condiciones del entorno. Como carecen de razón, el comportamiento de los objetos físicos se puede estudiar y predecir con precisión.
Sin embargo, al examinar las cuestiones económicas, nos enfrentamos a la realidad de que los seres humanos y sus acciones son los factores causales que moldean la realidad económica, motivados por sus consideraciones subjetivas y preferencias personales. Lejos de ser objetos inanimados que reaccionan de forma matemáticamente predecible, los seres humanos reaccionan de forma irreductiblemente compleja. Tratar de disimular la complejidad de las acciones de millones de seres humanos examinando solo medidas agregadas superficiales de algún fenómeno causado por dichas acciones es el principal error de pseudociencias modernas fallidas como la macroeconomía convencional11 y la epidemiología de enfermedades infecciosas. Estos campos ignoran los factores causales reales de los fenómenos que estudian y, en su lugar, intentan formular hipótesis basadas en cualquier agregado que pueda medirse. Como explica Friedrich Hayek:
A diferencia de lo que ocurre en las ciencias físicas, en la economía y en otras disciplinas que tratan fenómenos esencialmente complejos, los aspectos de los fenómenos que debemos explicar sobre los que podemos obtener datos cuantitativos son necesariamente limitados y pueden no incluir los importantes. Mientras que en las ciencias físicas generalmente se supone, probablemente con razón, que todo factor importante que determina los hechos observados puede ser directamente observado y medido, en el estudio de fenómenos tan complejos como el mercado, que depende de las acciones de muchos individuos, casi nunca podrán conocerse o medirse todas las circunstancias que determinan el resultado de un proceso (por razones que explicaré más adelante). Y mientras que en las ciencias físicas el investigador podrá medir lo que considera importante de acuerdo con una teoría previa, en las ciencias sociales a menudo se trata como importante lo que resulte ser accesible a la medición. Esto se lleva en ocasiones hasta el punto de que se exige que nuestras teorías se formulen en términos que se refieran solo a magnitudes medibles.12
El hecho de que podamos elaborar medidas de desempleo, producto bruto interno (PBI),13 consumo, inversión y otras magnitudes económicas no significa que estos factores estén relacionados causalmente entre sí en relaciones científicamente predeterminadas basadas en magnitudes cuantificables y comprobables. De hecho, dado que los motores reales de estas medidas son las acciones de los individuos, no hay razón para suponer que sean algo más que epifenómenos14 superficiales sin relación con los mecanismos causales que impulsan las relaciones examinadas.
Intentar formular algo que tenga sentido a partir de las relaciones entre estos agregados es similar a un científico que estudia gases e intenta formular leyes basadas en el color del recipiente, la marca del recipiente, la primera letra del nombre del científico y otros epifenómenos sin influencia en el experimento. En efecto, un científico puede formular relaciones entre estas variables, pero será imposible que cualquier relación de este tipo mantenga su validez luego de que otros científicos repitan el experimento de manera independiente, ya que dichas variables no tienen ninguna conexión con el proceso causal que se está estudiando. Repetir el mismo experimento con un científico con un nombre diferente o con un recipiente de otro color seguirá dando los mismos resultados, evidenciando que la teorización del científico original no tiene sentido. Los que regulan al sistema estudiado son la temperatura, la presión y el volumen que surgen de la actividad de las partículas de gas; el color del recipiente y el nombre del científico son irrelevantes. Del mismo modo, es la acción de los seres humanos la que determina los resultados económicos, no las medidas agregadas elaboradas en las oficinas de estadística de los gobiernos.
Esto no quiere decir que todas las medidas estadísticas sean ruido sin valor, ya que tales agregados pueden ser buenas aproximaciones de fenómenos económicos, y su análisis puede resultar útil. La objeción austríaca no se refiere a las estadísticas económicas en sí, ni a su análisis, sino al intento de construir teorías con pretensiones científicas a partir de agregados estadísticos. Los intentos más atroces y dañinos de imitar la metodología de las ciencias naturales en la economía se dan en la macroeconomía. La envidia de los macroeconomistas convencionales por la física ha alimentado, durante un siglo, la búsqueda de un sistema de ecuaciones que pueda explicar la dinámica de una economía del mismo modo que las ecuaciones de la física pueden explicar y predecir el movimiento de los objetos. Friedrich von Hayek llama a esto cientificismo: la imitación servil del método y el lenguaje de la ciencia donde no es aplicable.15 La esperanza es que, con un sistema de ecuaciones preciso que sirva para comprender el proceso de funcionamiento de una economía, sería posible gestionar la actividad económica para alcanzar objetivos deseables. Del mismo modo que las ecuaciones de los químicos han ayudado a los ingenieros a perfeccionar y optimizar el funcionamiento de motores y bombas, el cientificismo busca ecuaciones económicas que puedan ayudar a los economistas a mejorar el estado de “una economía”.
En la macroeconomía convencional, los agregados se construyen a partir de las estadísticas nacionales, y se buscan relaciones matemáticas entre ellos. Dichas relaciones se establecen de manera teórica, basándose en la autoridad de algún economista que haya declarado cómo funcionan los mecanismos causales, no en la experimentación. El sistema macroeconómico del economista inglés John Maynard Keynes es el ejemplo más destacado. Durante décadas, los economistas han formulado ecuaciones basadas en las hipótesis teóricas de Keynes. Según Keynes, el estado de la economía es ante todo un reflejo de los niveles de gasto: si el gasto es demasiado alto en comparación con la producción, el resultado es la inflación y la expansión económica, mientras que si el gasto es demasiado bajo en comparación con la producción, el resultado es el desempleo y la recesión económica. Si el desempleo es demasiado alto, las ecuaciones macroeconómicas modernas sugieren que esto puede solucionarse aumentando el gasto agregado mediante un mayor gasto gubernamental o políticas crediticias expansivas. Una inflación elevada, por otra parte, puede solucionarse reduciendo el gasto agregado mediante un aumento de los impuestos o políticas crediticias contractivas.
Pero las identidades contables no denotan causalidad en el mundo real. En macroeconomía no hay mecanismos para establecer experimentalmente la causalidad como se puede hacer en las ciencias naturales. Las ecuaciones de Keynes que intentan predecir el impacto de una medida agregada sobre otra no guardan relación con causas y efectos en el mundo real, porque no hay forma de medir, testear y verificar nada de ello.
Ninguna investigación puede testear la hipótesis de Keynes, porque no se puede experimentar con economías enteras compuestas por millones de personas que tienen planes de vida individuales. Tampoco se puede formar un grupo de control adecuado de esas mismas personas en circunstancias diferentes. Pero incluso si nos limitamos a observar las estadísticas gubernamentales recopiladas por los partidarios de la teoría de Keynes, encontramos que la experiencia en el mundo real ha contradicho la teoría durante décadas. El sistema keynesiano implica necesariamente una relación inversa o trade-off16 entre la tasa de desempleo y la tasa de inflación, una relación denominada curva de Phillips, que se supone que es una curva descendente que ilustra dicho trade-off. Pero la experiencia en el mundo real contradice esta idea, ya que la figura 1 , con datos de sesenta años de estadísticas del gobierno de Estados Unidos, no muestra tal trade-off.17
Figura 1:
Desempleo e inflación
18
Sin embargo, esta teoría persiste hasta el día de hoy, a pesar de décadas de evidencia acumulada de que no es una explicación correcta de cómo funciona el mundo. En los setenta, cuando la inflación y el desempleo aumentaron al mismo tiempo en todo el mundo, el trade-off keynesiano quedó ampliamente refutado más allá de toda duda. Pero la ventaja de que la economía no disponga de un método sistemático y reproducible de experimentación y testeo es que las teorías siempre pueden ajustarse tras su fracaso de forma que puedan justificar las observaciones del mundo real que no se ajustan a ellas. Esa es la esencia de la pseudociencia.
Lo gracioso es que los keynesianos simplemente actualizaron su teoría de modo que incluya un nuevo término: el “shock de oferta”. El shock de oferta es un término incoherente, inventado como justificación a posteriori para explicar cómo pueden producirse simultáneamente aumentos del desempleo y de la inflación. Desde entonces, las economías del mundo han sido testigos de todas las combinaciones imaginables de tasas de inflación y desempleo, y los keynesianos han mantenido con éxito el engaño de que existe tal trade-off entre desempleo e inflación. Cualquier desviación de esta relación puede explicarse invocando un shock de oferta u otras alternativas a la razón, por lo que no puede haber ninguna observación que la refute. Lo explica todo y, por lo tanto, no explica nada. La ilusión de la economía como ciencia precisa, cuantitativa y empírica solo se mantiene mediante la exención de sus teorías del análisis empírico en el mundo real.
Tras un siglo de imitar a la física y de haber abandonado los fundamentos metodológicos clásicos, la economía no ha logrado producir ni una sola ley o fórmula cuantitativa que pueda testearse y reproducirse de forma independiente. Las ecuaciones macroeconómicas van y vienen con las modas de las escuelas de pensamiento modernas, pero ninguna de ellas se ha medido objetivamente y reproducido de forma que pueda calificarse como ley científica. Que la macroeconomía convencional dé poder a los gobiernos centrales y enriquezca a los académicos puede ayudar a explicar por qué ha perdurado.
Para ilustrar el enfoque de la economía basado en la acción humana y compararlo con la metodología económica cuantitativa moderna, podemos utilizar como ejemplo la cuestión de los salarios mínimos impuestos por el gobierno, que imponen un límite inferior a lo que los empleadores pueden pagar a sus trabajadores. Se trata de una intervención política popular en la mayor parte del mundo, y las perspectivas opuestas al respecto sirven de lección práctica sobre los dos marcos diferentes para pensar la economía: las relaciones entre agregados y la acción humana.
Imaginemos a una política que quiere ganar unas elecciones en un país sin ley de salario mínimo. Como en todas las épocas y lugares de la historia de la humanidad, existe una variación natural en los salarios que ganan los trabajadores. La política decide focalizar su campaña en la mejora del nivel de vida de los miembros más pobres de la sociedad mediante la imposición de un salario mínimo, que imagina que garantiza a sus beneficiarios una vida digna. Basándose en su marco teórico macroeconómico centrado en las relaciones entre agregados, la aspirante a líder decide imponer un salario mínimo de 10 dólares por hora. Un economista a su servicio observa que el 20% de todos los trabajadores, que mantienen al 35% de toda la población, ganan actualmente menos de 10 dólares por hora. El efecto agregado de imponer el salario mínimo conduciría a un aumento de los salarios equivalente a 10.000 millones de dólares al año. Basándose en sofisticados modelos históricos y teóricos, el economista fíat19 estima además que el aumento de 10.000 millones de dólares en las remuneraciones se traduciría en un aumento de 8.000 millones de dólares en el gasto de los consumidores, lo que, según los modelos, se traduciría en la creación de 40.000 nuevos puestos de trabajo, un aumento del 12% en la producción industrial, un aumento del 4% en las exportaciones y un aumento de 16.000 millones de dólares en el producto bruto interno.
Según este enfoque colectivista del análisis económico, los agregados son los agentes causales de los fenómenos económicos y actúan de acuerdo con las relaciones teóricas establecidas por los economistas fíat, de forma similar a como los físicos y los químicos establecen leyes científicas. Para llegar a las conclusiones recién mencionadas se utilizan ecuaciones de apariencia científica no muy diferentes de la ley de los gases ideales (analizada en el apéndice del libro). Utilizando el marco teórico del análisis económico a base de relaciones entre agregados, la ley de salario mínimo suena como una gran bendición para la sociedad. Los trabajadores más pobres aumentarán considerablemente su nivel de vida, algunos desempleados encontrarán trabajo gracias al gasto adicional y toda la sociedad será más productiva. Además, las exportaciones aumentarán, lo que ayudará a la economía a obtener divisas extranjeras.
Si esto parece demasiado bueno para ser cierto, es porque no es cierto. Las cosas se ven de otra manera a través de la lente misesiana del economista sensato. Sabiendo que la acción humana es el verdadero motor de los asuntos humanos, el economista sensato no analiza el mundo a través de relaciones entre cantidades agregadas. En su lugar, analiza las decisiones de los seres humanos reales afectados por esta nueva ley. El empleo es un acuerdo entre dos individuos, el empleador y el empleado. El economista sensato entiende que la decisión de un empleador de contratar a alguien se basa en un cálculo sencillo: lo contratará si su contribución a los ingresos de la empresa supera su salario. Si el salario mínimo legal supera los ingresos marginales que aporta, contratarlo le cuesta dinero a la empresa y es algo así como una donación de la empresa al trabajador. Los empleadores saben que contratar a alguien así es un error costoso, y los que no lo sepan pronto verán cómo su empresa fracasa al seguir perdiendo dinero a raudales en salarios que no puede pagar. Solo los empleadores que entiendan esta realidad económica seguirán siendo empleadores, y los que no lo hagan perderán sus empresas. El chantaje emocional de los políticos no puede cambiar nada de esta realidad.
Los salarios, como todos los precios del mercado, no son cifras arbitrarias elegidas por empleadores codiciosos. Son un reflejo de la productividad marginal del trabajador. Ahora que la ley estipula que un trabajador debe cobrar un salario mínimo de 10 dólares por hora, el empleador tiene que reconsiderar si merece la pena contratar a ese trabajador. Cuando el gobierno impone un salario mínimo, no altera mágicamente el cálculo del empleador, ni aumenta mágicamente la productividad del trabajador. El empleador seguirá contratando únicamente a trabajadores cuya productividad sea superior a su salario. Así, la ley de salario mínimo hace que sea ilegal que los empleadores contraten a cualquier persona cuya productividad marginal sea inferior a 10 dólares por hora. Cualquier trabajador cuya productividad sea inferior a esa cantidad se convertirá en un lastre para cualquier empresa que lo contrate y le pague esa cantidad. O lo despiden, o la empresa que lo contrata pierde dinero y quiebra. En todos los casos, estos puestos de trabajo se eliminan, y todo aquel cuya productividad sea inferior a 10 dólares por hora es ahora legalmente no empleable; o bien desempleado, o bien empleado ilegalmente.
Visto a través de la lente de la acción humana, el efecto de una ley de salario mínimo es hacer que sea ilegal que los trabajadores con baja productividad consigan trabajo, y muchos de estos trabajadores perderán su empleo. Si seguimos mirando a través de la lente de la acción humana, nos daremos cuenta de que los trabajadores que pierden su empleo son los que tienen la productividad más baja de la sociedad, que suelen ser los más pobres, los más jóvenes y los que tienen menos experiencia. Prohibirles trabajar es prohibirles aumentar su productividad aprendiendo en el trabajo y adquiriendo una valiosa experiencia laboral in situ. Por lo tanto, las leyes de salario mínimo son especialmente perniciosas para las personas que más necesitan trabajar, y son un factor causal de la aparición del desempleo a gran escala, así como de la imposibilidad de encontrar trabajo por falta de aptitud. Otra posible implicación es que algunas empresas, en particular las que dependen de estos trabajadores con salarios bajos para su funcionamiento, pagarían salarios más altos pero también subirían los precios de sus productos para financiar los salarios más altos. Los consumidores pagarían el precio de la ley de salario mínimo a través de un aumento de los precios de los bienes que consumen. En este escenario, cualquier potencial aumento de los ingresos de un trabajador con un salario bajo se vería contrarrestado por un aumento correspondiente del costo de los bienes que debe consumir.
Todas estas consecuencias de las leyes de salario mínimo son deducibles por economistas sensatos que analizan las leyes impuestas y evalúan las implicaciones que tendrán en individuos que actúan racionalmente.20 Esta resulta ser una evaluación de la situación mucho más útil y acertada que cualquier cosa que pueda inventarse a partir del análisis de medidas cuantitativas. Los precios son un reflejo de la realidad del mercado que subyace la situación, una realidad impulsada por la acción humana. Intentar alterar la realidad del mercado subyacente alterando su reflejo es inviable. Todos los intentos de imponer controles de precios han fracasado porque este tipo de planificación centralizada ignora el papel de la acción humana. Los controles de precios tratan la economía como si se tratara de objetos materiales y no de la acción humana. Schuettinger y Butler han resumido la entretenida pero deprimente historia de los controles de precios en 4000 Años de Controles de Precios y Salarios: Cómo No Combatir la Inflación, un libro que ilustra cómo esta dinámica exacta se ha repetido en todas las culturas y naciones a lo largo de la historia.21 Los reyes, emperadores, políticos y burócratas ven el mundo de las transacciones económicas como un proceso inhumano que pueden alterar para adaptarlo a sus necesidades. Ordenan que los epifenómenos observables asociados a los mercados se sitúen dentro de rangos aceptables. Suponen que los seres humanos simplemente se limitarán a ajustar sus acciones para garantizar el cumplimiento de estas leyes. Sin embargo, en realidad, los seres humanos ajustan sus acciones para optimizar su propio bienestar, no para satisfacer a los burócratas. El comerciante prefiere no vender a vender con pérdidas. O existe el precio de libre mercado o no existe ningún precio de mercado. En esta última economía, los precios reales se expresan en mercados clandestinos, es decir, en los “mercados negros”.
Los economistas de verdad entienden que los fenómenos económicos observables y las medidas no son más que manifestaciones de las acciones subyacentes de los seres humanos involucrados. Los seres humanos siempre buscan mejorar su propia situación en la vida, y es inútil obligarlos a actuar en contra de sus propios intereses. La imposición de leyes contrarias al propio interés de los seres humanos no cambia la naturaleza humana, sino que reduce el incentivo para comportarse conforme a la ley, destruyendo así el respeto de la sociedad por las leyes. Esta comprensión esencial es la razón por la que el economista sensato está a favor de la libertad económica individual y en contra de su restricción por parte de los gobiernos. El espíritu humano es indomable, y no actuará de un modo perjudicial para sí mismo.
El economista sensato entiende que los seres humanos actúan para mejorar sus vidas. Imponer castigos legales a cualquier actividad económica pacífica que podrían elegir realizar no puede conducir a una mejora de sus vidas, ya que simplemente restringirá y reducirá la variedad de acciones disponibles para ellos. El análisis basado en relaciones entre agregados impide que el economista fíat pueda ver las implicaciones de estas leyes para los seres humanos cuyas libertades restringe. Tras formular medidas matemáticas de los fenómenos sociales, el economista colectivista asume que estas medidas son factores causales en la determinación de los asuntos humanos.
El mundo ya cuenta con demasiados libros de texto de economía escritos en la tradición cuantitativa pseudocientífica. Este libro no será uno de ellos. No tratará de explicar la economía en el lenguaje de las ciencias naturales y no contendrá ecuaciones que relacionen variables agregadas. Tales enfoques prometen mucho, pero aportan poco en términos de conocimientos confiables, útiles y aplicables.
1. Mises, Ludwig von. Human Action: The Scholar’s Edition. Ludwig von Mises Institute, 1998, p. 92.
2. Una “variable agregada”, o “medida agregada”, o simplemente un “agregado”, representa la suma de todos los valores individuales de algo cuantificable y medible. (N. del E.)
3. Ibid., 11.
4. Rothbard, Murray. Man, Economy, and State, with Power and Market. Scholar’s ed., 2nd ed., Ludwig von Mises Institute, 2009, p. 7.
5. Mises, Ludwig von. Human Action: The Scholar’s Edition. Ludwig von Mises Institute, 1998, pp. 13-4.
6. Ibid., 16.
7. Ibid., 20.
8. Hoppe, Hans-Hermann. Economic Science and the Austrian Method. Ludwig von Mises Institute, 2007, p. 63.
9. El empleo de un escenario hipotético que ayude a comprender cierto razonamiento o algún aspecto de la realidad. (N. del E.)
10. Mises, Ludwig von. Human Action: The Scholar’s Edition. Ludwig von Mises Institute, 1998, p. 118.
11. La palabra “macroeconomía” se tiende a asociar automáticamente a la macroeconomía convencional que se critica en este capítulo. Dicho eso, el análisis de los fenómenos económicos a nivel macro no necesariamente es inválido. Para que sea válido, el análisis debe estar basado en la realidad descrita en este capítulo: lo que cuantifica un agregado es siempre un efecto de la acción humana individual, lo cual significa que los agregados en sí mismos nunca son causa de nada. Un excelente ejemplo de esto es el trabajo del macroeconomista austríaco Roger Garrison, cuyo análisis macroeconómico de tipo gráfico se utiliza en el capítulo 15 de este libro para explicar y demostrar las diferencias entre el crecimiento económico sostenible y el ciclo económico (el ciclo de expansión y recesión). (N. del E.)
12. Hayek, Friedrich von. “The Pretence of Knowledge”. The Swedish Journal of Economics, vol. 77, no. 4, dic 1975, pp. 433-42.
13. También llamado “producto interno bruto” o “producto interior bruto” (PIB). (N. del E.)
14. Fenómeno accesorio que acompaña al fenómeno principal y que no tiene influencia sobre él, como el ruido que hace el motor de un automóvil. (N. del E.)
15. Hayek, Friedrich von. “Scientism and the study of society [Part 1].” Economica, vol. 9, no. 35, 1942, pp. 267-91.
16. En economía, el trade-off es la relación costo-beneficio: la elección de un beneficio a cambio del sacrificio de algún otro beneficio. (N. del E.)
17. La curva de Phillips se suele graficar poniendo la tasa de desempleo en el eje horizontal y la tasa de inflación en el eje vertical, mientras que la fuente de la figura 1 provee los datos estadísticos con los ejes al revés. Sin embargo, dado que la relación postulada es una relación de proporcionalidad inversa, la forma de la curva postulada se mantiene cuando se grafica con los ejes al revés, es decir, sigue siendo una curva descendente, la cual no se observa en los datos del mundo real graficados en la figura 1. (N. del E.)
18. FRED, Federal Reserve Bank of St. Louis.
19. Se refiere a los economistas convencionales, a quienes llama “fíat” porque basan sus afirmaciones en la suposición de que el dinero fíat —el dinero que es aceptado por decreto legal de una “autoridad”— es algo legítimo, necesario y hasta beneficioso. Esta suposición y sus consecuencias se analizan en detalle a lo largo del libro. (N. del E.)
20. De aquí en adelante, “racionalmente” debe entenderse en el sentido misesiano anteriormente explicado. (N. del E.)
21. Schuettinger, Robert, and Butler, Eamonn. Forty Centuries of Wage and Price Controls: How Not to Fight Inflation. Heritage Foundation, 1978.