Recogida de fruta (traducido) - Rabindranath Tagore - E-Book

Recogida de fruta (traducido) E-Book

Rabindranath Tagore

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Beschreibung

- Esta edición es única;
- La traducción es completamente original y se realizó para el Ale. Mar. SAS;
- Todos los derechos reservados.

Recogida de fruta es un poema de Rabindranath Tagore, publicado por primera vez en 1916.

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Recogida de fruta

RABINDRANATH TAGORE

1916

Recogida de fruta

 

I

Pídeme y recogeré mis frutos para llevarlos en cestas llenas a tu patio, aunque algunos se hayan perdido y otros no estén maduros.

Porque la estación se vuelve pesada con su plenitud, y hay una pipa de pastor quejumbrosa en la sombra.

Pídeme y zarparé por el río.

El viento de marzo es inquieto, y convierte las lánguidas olas en murmullos.

El jardín lo ha dado todo, y en la hora cansada del atardecer la llamada viene de tu casa en la orilla en el atardecer.

II

Mi vida cuando era joven era como una flor: una flor que suelta uno o dos pétalos de su abundancia y nunca siente la pérdida cuando la brisa de la primavera viene a rogar a su puerta.

Ahora, al final de la juventud, mi vida es como una fruta, a la que no le sobra nada, y que espera ofrecerse por completo con toda su carga de dulzura.

III

¿Es la fiesta del verano sólo para las flores frescas y no también para las hojas marchitas y las flores marchitas?

¿Acaso el canto del mar sólo está en sintonía con las olas crecientes?

¿No canta también con las olas que caen?

Las joyas están tejidas en la alfombra donde se encuentra mi rey, pero hay terrones pacientes que esperan ser tocados por sus pies.

Pocos son los sabios y los grandes que se sientan junto a mi Maestro, pero él ha tomado al necio en sus brazos y me ha hecho su siervo para siempre.

IV

Me desperté y encontré su carta con la mañana.

No sé lo que dice, porque no sé leer.

Dejaré al sabio solo con sus libros, no lo molestaré, pues quién sabe si podrá leer lo que dice la carta.

Permíteme sostenerlo en mi frente y apretarlo contra mi corazón.

Cuando la noche se aquiete y las estrellas salgan una a una, la extenderé sobre mi regazo y me quedaré en silencio.

Las hojas que crujen me lo leerán en voz alta, el arroyo que corre lo cantará, y las siete estrellas sabias me lo cantarán desde el cielo.

No puedo encontrar lo que busco, no puedo entender lo que quiero aprender; pero esta carta no leída ha aligerado mis cargas y ha convertido mis pensamientos en canciones.

V

Un puñado de polvo podía ocultar su señal cuando no conocía su significado.

Ahora que soy más sabio lo leo en todo lo que antes lo ocultaba.

Está pintado en pétalos de flores; las olas lo destellan desde su espuma; las colinas lo sostienen en lo alto de sus cumbres.

Tenía la cara vuelta hacia ti, por eso leí mal las letras y no supe su significado.

VI

Donde se hacen los caminos me pierdo.

En el agua ancha, en el cielo azul no hay ninguna línea de una pista.

El camino está oculto por las alas de los pájaros, por los fuegos de las estrellas, por las flores de las estaciones de paso.

Y le pregunto a mi corazón si su sangre lleva la sabiduría del camino invisible.

VII

Ay, no puedo quedarme en la casa, y el hogar se ha convertido en no hogar para mí, porque el eterno Extranjero llama, va por el camino.

El sonido de su pisada me golpea el pecho; ¡me duele!

El viento se levanta, el mar gime. Dejo todas mis preocupaciones y dudas para seguir la marea sin hogar, pues el Forastero me llama, va por el camino.

VIII

Prepárate para lanzarte, corazón mío, y deja que se queden los que deben.

Porque tu nombre ha sido llamado en el cielo de la mañana.

¡No esperes a ninguno!

El deseo del capullo es la noche y el rocío, pero la flor soplada clama por la libertad de la luz.

¡Rompe tu vaina, corazón mío, y sal a la luz!

IX

Cuando me quedé entre mi tesoro atesorado me sentí como un gusano que se alimenta en la oscuridad del fruto donde nació.

Dejo esta prisión de la decadencia.

No me importa rondar la mohosa quietud, pues voy en busca de la eterna juventud; desecho todo lo que no es uno con mi vida ni tan ligero como mi risa.

Corro a través del tiempo y, oh corazón mío, en tu carroza baila el poeta que canta mientras vaga.

X

Me tomaste de la mano y me atrajiste a tu lado, me hiciste sentar en el alto sitial ante todos los hombres, hasta que me volví tímido, incapaz de moverme y andar mi propio camino; dudando y debatiéndome a cada paso para no pisar alguna espina de su disfavor.

¡Por fin me he liberado!