Acerca de la ciudad - Rem Koolhaas - E-Book

Acerca de la ciudad E-Book

Rem Koolhaas

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Beschreibung

Rem Koolhaas es uno de los grandes pensadores y polemistas contemporáneos acerca de la ciudad. Desde que en 1978 publicara su texto fundamental Delirio de Nueva York, el arquitecto holandés se ha catapultado como una de las voces más escuchadas a la hora de abordar la reflexión en torno a la ciudad contemporánea. Sus aportaciones se han centrado en el estudio de determinadas urbes o condiciones urbanas (además de Nueva York, Atlanta, Singapur, Lagos, etc). Este volumen, sin embargo, recoge cuatro textos intermedios aparecidos de forma dispersa —"¿Qué ha sido del urbanismo?", "Grandeza, o el problema de la talla", "La ciudad genérica" y "Espacio basura"— que, sin centrarse en ninguna ciudad en particular, recogen la visión general de Koolhaas sobre la muerte del urbanismo moderno y el nacimiento de un nuevo urbanismo sin teoría ni arquitectos.

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REM

KOOLHAAS

ACERCA DE LA CIUDAD

TRADUCCIÓN DE JORGE SAINZ

Diseño gráfico: RafaMateo

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

La Editorial no se pronuncia ni expresa ni implícitamente respecto a la exactitud de la información contenida en este libro, razón por la cual no puede asumir ningún tipo de responsabilidad en caso de error u omisión.

© de la traducción: Jorge Sainz

© de los textos: Rem Koolhaas y de esta edición:

© Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2014

Producción del ePub: booqlab.com

ISBN: 978-84-252-2771-4 (epub)

www.ggili.com

Índice

NOTA DEL EDITOR

¿QUÉ FUE DEL URBANISMO?

GRANDEZA, O EL PROBLEMA DE LA TALLA

LA CIUDAD GENÉRICA

ESPACIO BASURA

ORIGEN DE LOS TEXTOS

NOTA DEL EDITOR

Este libro recoge cuatro textos de Rem Koolhaas cuya preocupación central es la ciudad.

No es la primera vez que Koolhaas escribe sobre este tema, pues ya en 1978 publicó su fundamental texto Delirio de Nueva York,1 un manifiesto retroactivo sobre la gran capital mundial como un depósito de hallazgos arquitectónicos, argumentos, estrategias conceptuales o tipos arquitectónicos listos para ser apropiados y aplicados en otra parte.

Este proyecto sería retomado diez años más tarde en su estudio inconcluso The Contemporary City [La ciudad contemporánea].2 En él Koolhaas enumera una serie de ciudades o condiciones urbanas —Atlanta, Singapur, la periferia de París y Tokio— e intenta aplicar el método de análisis de Delirio de Nueva York a una ciudad que, esta vez, carece de historia. Los restos de este trabajo inconcluso aparecieron en su otra gran obra escrita, S, M, L, XL,3 donde dedicó sendos ensayos a Atlanta4 y Singapur5 poco antes de abordar la ciudad africana, ejemplificada en Lagos. A ella está dedicado su último monográfico (aún por publicar) sobre una ciudad, un texto que formaría parte de la tercera entrega del Harvard Project on the City, un proyecto dedicado a investigar los efectos de la modernización en las urbes de todo el globo; es decir, a todo ese urbanismo que carece de teoría.

El propósito de este libro es recoger estos textos intermedios que no se centran en ninguna ciudad en particular y que fueron apareciendo después y entre los estudios de ciudades concretas. Escritos que resumen los análisis y las ideas de Koolhaas que, abordados desde fuera de la disciplina, explican la muerte del urbanismo tal como se entendía hasta entonces. De la ciudad dispersa a la “ciudad genérica”, Koolhaas analiza aquel urbanismo sin urbanistas, sin arquitectos, que se extiende implacablemente y fuera de control por todo el globo y pone de manifiesto el reducido papel que le queda al arquitecto a la hora de dar forma a la ciudad contemporánea.

Dos de los textos que aquí se publican (“¿Qué fue del urbanismo?” y “Grandeza, o el problema de la talla”) aparecieron en el libro de 1995 S, M, L, XL;6 “La ciudad genérica”7 se publicó dos años después en la revista italiana Domus; y, finalmente, “Espacio basura”8 apareció en la revista October en 2007. A excepción del primero, “¿Qué fue del urbanismo?”, los artículos se fueron publicando separadamente en castellano en nuestra colección de pequeños libros GGmínima, una serie de ensayos de reflexión sobre la contemporaneidad desde diferentes disciplinas. No obstante, desde la Editorial Gustavo Gili nos pareció que estos cuatro artículos guardaban cierta coherencia y podrían constituir un pequeño volumen que resumiera las ideas más importantes sobre la ciudad de este gran pensador y polemista contemporáneo.

1   Koolhaas, Rem, Delirious New York: A Retroactive Manifesto for Manhattan, Oxford University Press, Nueva York, 1978 (versión castellana: Delirio de Nueva York: un manifiesto retroactivo para Manhattan, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2004).

2   Este estudio inconcluso fue publicado parcialmente bajo el título de “Toward the Contemporary City” [1989], en Nesbitt, Kate (ed.), Theorizing a New Agenda for Architecture: An Anthology of Architectural Theory 1965-1995, Princeton Architectural Press, Nueva York, 1996, págs. 328-330.

3   Koolhaas, Rem y Mau, Bruce, S, M, L, XL, The Monacelli Press, Nueva York, 1995.

4   Koolhaas, Rem, “Atlanta: Journalism 1987-1994”, en S, M, L, XL, op. cit., págs. 832-859 (versión castellana: “Atlanta: una lectura”, en Bernadó, Jordi y Prat, Ramon [eds.], Atlanta, Actar, Barcelona, 1995, págs. 154-156).

5   Koolhaas, Rem, “Singapore Songlines: Portrait of a Potemkin Metropolis… Or Thirty Years of Tabula Rasa”, en S, M, L, XL, op. cit., págs. 1008-1089 (versión castellana: Sendas oníricas de Singapur. Retrato de una metrópolis potemkin… o treinta años de tabla rasa, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2010).

6   Koolhaas, Rem, “What Ever Happened to Urbanism?” [1994], en S, M, L, XL, op. cit., págs. 959-971; y “Bigness, or the Problem of Large”, en S, M, L, XL, op. cit., págs. 495-516 (versión castellana: Grandeza, o el problema de la talla, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2011).

7   Koolhaas, Rem, “The Generic City”, Domus, núm. 791, Milán, marzo de 1997, págs. 8-12 (versión castellana: La ciudad genérica, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2006).

8   Koolhaas, Rem, “Junkspace”, October, núm. 100 (Obsolescence. A Special Issue), Cambridge (Mass.), junio de 2002, págs. 175-190 (versión castellana: Espacio basura, Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2007).

¿QUÉ FUE DEL URBANISMO?

1994

El siglo xx ha sido una batalla perdida en el tema de la cantidad.

A pesar de su promesa inicial, de su frecuente valentía, el urbanismo ha sido incapaz de inventar y aplicar nada a la escala exigida por su apocalíptica demografía. En veinte años, Lagos, la capital de Nigeria, ha crecido desde los 2 hasta los 7, los 12 y finalmente los 15 millones de habitantes; Estambul los ha duplicado, pasando de 6 a 12 millones. China se prepara para multiplicaciones aún más asombrosas.

¿Cómo explicar la paradoja de que el urbanismo, como profesión, haya desaparecido en el momento en que por todas partes, y tras décadas de aceleración constante, el proceso de urbanización está en vías de establecer un “triunfo” global y definitivo de la condición urbana?

La promesa alquímica del movimiento moderno (transformar la cantidad en calidad mediante la abstracción y la repetición) ha sido un fracaso, una patraña: una magia que no funcionó. Sus ideas, su estética y sus estrategias se han acabado. En conjunto, todos los intentos de plantear un nuevo comienzo no han hecho más que desacreditar la idea de ese nuevo comienzo. La vergüenza colectiva mostrada tras este fiasco ha dejado un enorme cráter en nuestro entendimiento de la modernidad y la modernización.

Lo que hace que esta experiencia resulte desconcertante y (para los arquitectos) deshonrosa es la desafiante persistencia y el aparente vigor de la ciudad, pese al fracaso colectivo de todos los organismos que actúan o tratan de influir en ella: en lo creativo, lo logístico o lo político.

Los profesionales de la ciudad son como jugadores de ajedrez que pierden frente a los ordenadores. Un perverso piloto automático burla constantemente todos los intentos de capturar la ciudad, agota todas las ambiciones de lograr su definición, ridiculiza las aseveraciones más apasionadas sobre su fracaso presente y su imposibilidad futura, la impulsa implacablemente en su huida hacia adelante. Todo desastre pronosticado queda en cierto modo amortiguado bajo el manto infinito de lo urbano.

Incluso cuando la apoteosis de la urbanización salta a la vista y resulta matemáticamente inevitable, una cadena de acciones y posturas escapistas de retirada pospone la hora de la verdad para las dos profesiones anteriormente más implicadas en la creación de ciudades: la arquitectura y el urbanismo. La omnipresente urbanización ha modificado la propia condición urbana hasta dejarla irreconocible. “La” ciudad ya no existe. A medida que el concepto de ciudad se distorsiona y se extiende hasta límites sin precedentes, todo acto de insistencia en su condición primordial —en cuanto a imágenes, reglas o realización— lleva irremediablemente, por vía de la nostalgia, a la irrelevancia.

Para los urbanistas, el descubrimiento tardío de las virtudes de la ciudad clásica en el momento de su imposibilidad definitiva puede que haya sido un punto de no retorno, un momento fatal de desconexión, de descalificación. Ahora son especialistas del dolor fantasma: doctores que debaten las complejidades médicas de un miembro amputado.

La transición desde una posición anterior de poder hasta un puesto restringido de relativa humildad es difícil de realizar. La insatisfacción con la ciudad contemporánea no ha llevado al desarrollo de una alternativa creíble; por el contrario, no ha hecho sino inspirar vías refinadas de expresar la insatisfacción. Una profesión persiste en sus fantasías, su ideología, sus pretensiones, sus ilusiones de implicación y control, y por tanto es incapaz de concebir nuevas modestias, intervenciones parciales, realineaciones estratégicas, posturas comprometidas que podrían influir, reorientar, tener éxito en términos restringidos, reagrupar e incluso empezar desde cero; pero que nunca recuperarán el control. Debido a que la generación de Mayo del 68 —la mayor generación que ha habido, atrapada en el “narcisismo colectivo de una burbuja demográfica”— finalmente tiene ahora el poder, resulta tentador pensar que es la responsable del fallecimiento del urbanismo —esa situación en la que las ciudades ya no se pueden hacer— paradójicamente porque fue esa generación la que redescubrió y reinventó la ciudad.

Sous les pavés, la plage! [‘bajo los adoquines, ¡la playa!’]: inicialmente, el Mayo del 68 lanzó la idea de un nuevo comienzo para la ciudad. Desde entonces, nos hemos visto envueltos en dos operaciones paralelas: documentar nuestro respeto reverencial por la ciudad existente, desarrollando para ello filosofías, proyectos y prototipos para una ciudad conservada y reconstituida; y, al mismo tiempo, reírse del campo profesional del urbanismo hasta hacerlo desaparecer, desmantelándolo con nuestro desprecio hacia quienes planificaban (y cometían grandes errores haciéndolo) aeropuertos, nuevas ciudades, ciudades satélite, autopistas, edificios en altura, infraestructuras y todas las demás secuelas de la modernización. Tras sabotear el urbanismo, lo hemos ridiculizado hasta el punto de que se han cerrado departamentos universitarios enteros, algunos estudios han caído en bancarrota y ciertos organismos burocráticos han sido eliminados o privatizados. Nuestra “sofisticación” oculta importantes síntomas de una cobardía centrada en la simple cuestión de tomar decisiones, tal vez la acción más decisiva en la creación de la ciudad. Somos al mismo tiempo dogmáticos y evasivos. Nuestra sabiduría amalgamada se puede caricaturizar fácilmente: según Jacques Derrida, no podemos ser Todo; según Jean Baudrillard, no podemos ser Reales; según Paul Virilio, no podemos estar Ahí.

“Exiliados en el mundo virtual”: argumento para una película de terror. Nuestra relación actual con la “crisis” de la ciudad es profundamente ambigua: seguimos culpando a otros de una situación de la que son responsables tanto nuestro incurable utopismo como nuestro desprecio. Mediante nuestra relación hipocrítica con el poder —despectiva pero codiciosa— hemos desmantelado toda una disciplina, nos hemos apartado de su funcionamiento operativo, y hemos condenado a poblaciones enteras a la imposibilidad de codificar civilizaciones en su territorio: el tema del urbanismo.

Ahora nos ha quedado un mundo sin urbanismo, solo arquitectura, cada vez más arquitectura. El ingenio de la arquitectura es su seducción; define, excluye, limita, separa del “resto”; pero también consume. La arquitectura explota y agota las posibilidades que en última instancia solo pueden ser generadas por el urbanismo, y que solo la imaginación específica del urbanismo puede inventar y renovar. La muerte del urbanismo —nuestro refugio en la seguridad parásita de la arquitectura— crea un desastre inmanente: cada vez más sustancia se injerta en unas raíces famélicas.

En nuestros momentos más permisivos, nos hemos rendido a la estética del caos, de “nuestro” caos. Pero en el sentido técnico, el caos es lo que ocurre cuando no ocurre nada; no es algo que pueda urdirse o adoptarse; es algo que se infiltra; no puede fabricarse. La única relación legítima que los arquitectos pueden mantener con el tema del caos es ocupar el lugar apropiado en el ejército de quienes se dedican a resistirse a él, y fracasan.

Si ha de haber un “nuevo urbanismo”, no estará basado en las fantasías gemelas del orden y la omnipotencia, sino que será la puesta en escena de la incertidumbre; ya no se ocupará de la disposición de objetos más o menos permanentes, sino de la irrigación de territorios con posibilidades; ya no pretenderá lograr unas configuraciones estables, sino crear campos habilitantes que alberguen procesos que se resistan a cristalizar en una forma definitiva; ya no tendrá que ver con la definición meticulosa, con la imposición de límites, sino con nociones expansivas que nieguen las fronteras, no con separar e identificar entidades, sino con descubrir híbridos innombrables; ya no estará obsesionado con la ciudad, sino con la manipulación de la infraestructura para lograr interminables intensificaciones y diversificaciones, atajos y redistribuciones: la reinvención del espacio psicológico. Puesto que lo urbano es ahora omnipresente, el urbanismo nunca más tendrá que ver con lo “nuevo”, sino solo con el “más” y lo “modificado”; no tendrá que ver con lo civilizado, sino con el subdesarrollo urbanístico. Puesto que está fuera de control, lo urbano está a punto de convertirse en un vector fundamental de la imaginación. Una vez redefinido, el urbanismo no será únicamente (o principalmente) una profesión, sino una manera de pensar, una ideología: aceptar lo que existe. Estábamos haciendo castillos en la arena. Ahora nadamos en el mar que los arrasó.