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El dios Dioniso ha adoptado forma humana para desplazarse a Tebas, su ciudad natal, donde existe una fuerte oposición a rendirle culto. Ha arrastrado a un grupo de mujeres a seguirle incondicionalmente, pero el rey Penteo está dispuesto a acabar con ello. Sin embargo, Dioniso, ambiguo y contradictorio, no es como los demás dioses. Eurípides (480 a. C. − 406 a. C.) escribió esta compleja y poliédrica obra al final de su vida, cuando, decepcionado por las consecuencias que la Guerra del Peloponeso estaba acarreando a Atenas, se mudó a Macedonia. El resultado es una tragedia que solo se representó póstumamente y que, gracias al carácter de Dioniso, plantea un enconado debate entre la ley humana y el culto religioso, entre el orden racional y el irracional, entre la autoridad civilizada y el desenfreno orgiástico. «Eurípides se revela como el más trágico de los poetas». Aristóteles
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Bacantes
EURÍPIDES
Bacantes
prólogo de vasileios balaskas
traducción de carlos garcía gual
Volumen original: Biblioteca Clásica Gredos, 22.
Asesor de la colección: Luis Unceta Gómez.
© del prólogo: Vasileios Balaskas, 2024.
© de la traducción y las notas: Carlos García Gual.
© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S.L.U., 2024.
Avda. Diagonal, 189 – 08018 Barcelona
www.rbalibros.com
Primera edición en esta colección: mayo de 2024.
rba•gredos
ref.: gebo683
isbn: 978-84-2499-865-3
aura digit •composición digital
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prólogo,
por vasileios balaskas, 7
BACANTES, 31
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prólogo
por
vasileios balaskas
i. estructura de la obra
En Vidas Paralelas,Plutarco narra la historia del asesinato del general romano Craso poniendo como fondo artístico Bacantesde Eurípides (33, 2-7). Describe que, en el momento de la exhibi-ción de la cabeza decapitada de Craso al rey Orodes de Partia, el actor trágico Jasón recita fragmentos de la obra: «¡Traemos de los montes una guirnalda recién cortada para adorno / del hogar, una dichosa presa de caza!» (vv. 1170-1171). El público que asiste a la representación empieza a aclamar eufórico y experimenta una sensación parecida al éxtasis vivido por las mujeres de Tebas al descuartizar al rey Penteo en la obra de Eurípides. Y cuando el coro pregunta quién mató a Craso, Exatres, su verdadero asesino, se levanta, agarra la cabeza y responde con las palabras de Ágave: «Mío, mío es el honor» (v. 1179). Es quizás esta euforia y pasión rejuvenecedora ante la violencia y lo terrible que vemos en esta escena uno de los elementos más destacables en Bacantes.
La obra de Eurípides comienza con Dioniso llegando a la ciudad griega de Tebas por primera vez a fin de expandir un nuevo culto. Tebas es la ciudad de su madre, Sémele, hija del rey Cadmo. Las palabras del propio Dioniso en el prólogo de la tragedia aluden expresamente a la locura que afecta a todos los que no le rinden culto (vv. 32-38). Según la versión del mito que reconoce a Dioniso como hijo de Zeus, cuando este sedujo a
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Sémele, ella le pidió que se presentara con su aspecto divino, lo que provocó su muerte y destruyó el palacio tebano. De Sémele nació entonces Dioniso, al que Zeus salvó de la muerte cosién-dolo en su muslo antes de volver a traerlo al mundo. Este doble nacimiento de Dioniso justifica su doble identidad (mortal y divina) y sus poderes extraordinarios, que Penteo y otros perso-najes ponen en duda. Esta naturaleza híbrida resulta funda-mental en la obra. En el prólogo, Dioniso permite a los espec-tadores saber que es un dios, mientras que ante los demás personajes se hace pasar por humano, adorador del dios, hasta el momento de su aparición divina como deus ex machinaen la última escena. De este modo, Dioniso provoca una ironía dra-mática que deja clara su capacidad de adoptar de manera fluida identidades y formas que trastornan la realidad.
En esta primera escena, Dioniso introduce su propósito principal de vengarse de la familia de Penteo, rey de Tebas, que no cree en su divinidad y desprecia su culto (v. 45). Nos cuenta que ha provocado que las mujeres tebanas abandonen sus casas y salgan al monte Citerón afectadas por la locura que él les en-vía. Estas mujeres, en éxtasis báquico, han adoptado una nueva identidad y viven en comunión con la naturaleza, hasta el punto de alimentar animales del monte y vestirse con su piel, disfru-tando de una libertad salvaje.
Además de las mujeres tebanas, que actúan como una espe-cie de coro fuera de la escena, otro grupo de mujeres, extranje-ras y seguidoras del dios, le rinden culto acompañándolo desde Oriente. Estas bacantes o ménades forman el coro principal. Podemos considerar los dos grupos como complementarios, ya que el coro de ménades refleja los sentimientos de los dos gru-pos y exhibe la fuerza liberadora de la experiencia dionisíaca.
El coro de Bacantestiene una función inusual en la tragedia griega, ya que a menudo se refiere a su propia canción y danza, lo que elimina la distancia entre la historia dramática de la obra y el propio festival de las Grandes Dionisias de Atenas del cual for-maba parte la representación. Esta metateatralidad, es decir, las
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formas en que la obra muestra una consciencia de sí misma, pone de manifiesto que Bacantesno solo pertenece a una tradición ar-tístico-religiosa de determinado contexto social, sino que tam-bién participa del propio culto de Dioniso en Atenas. En este sentido, el coro de las ménades establece tanto el marco ritual de la obra como el contenido dramático, una dualidad que enfatiza la consciencia de la obra como ritual y drama. De hecho, en el pro-pio festival de las Grandes Dionisias la representación teatral for-maba parte del acto religioso. Esta dualidad aparece de manera explícita en la primera aparición del coro (párodos), en la que las ménades celebran con euforia el ritual de Dioniso. La escena pa-rece evocar los rituales iniciales del festival, en los cuales