Las Bacantes - Eurípides - E-Book

Las Bacantes E-Book

Euripides

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  • Herausgeber: Lospplaznek
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2022
Beschreibung

Las Bacantes o Las Báquides es el título de una tragedia de Eurípides. Las bacantes () eran mujeres griegas adoradoras del dios Baco, conocido también como Dioniso o Bromio. A veces se las confunde con las ménades, que eran las ninfas que le servían. El culto al dios Baco, aunque en nuestros días esté simplemente asociado a la embriaguez, en la Antigua Grecia fue muy importante e incluso influyó mucho en el pensamiento filosófico de los griegos. Originalmente, Baco era un dios tracio que fue aglutinando diferentes ritos. El descubrimiento de la cerveza y posteriormente el del vino fue asociado por los agricultores a un dios presa de la «locura divina». Posteriormente, la unión de Baco con el dios Pan le dio un giro femenino debido a los ritos de fertilidad del culto de este último: las bacantes, o adoradoras del dios Baco, eran quienes llevaban a cabo estos ritos, los misterios báquicos, ceremonias secretas en su mayoría prohibidas a los varones. En Roma las bacanales u orgías se abrieron a todo el mundo, degenerando de tal forma que el Senado las prohibió.

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Eurípides

Las Bacantes

© Copyright 2022 / Las Bacantes.

Reservados todos los derechos.

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Índice

Personajes

Las Bacantes

Personajes

EL DIOS DIONISO

(o Baco)

CORO DE MUJERES BACANTES

TIRESIAS

Adivino ciego

CADMO

Viejo rey, abuelo de Penteo

PENTEO

Rey de Tebas

SERVIDOR

MENSAJERO 1.º

MENSAJERO 2.º

AGAVE

Madre de Penteo e hija de Cadmo

Las Bacantes

La escena en Tebas, delante del palacio de Penteo

DIONISO

Vengo yo, hijo de Zeus, a esta tierra de los tebanos, yo, Dioniso, al que antaño parió la hija de Cadmo, Sémele, haciendo de partero el fuego del relámpago; y he cambiado la figura de dios por la mortal estoy junto a las fuentes de Dirce y el río Ismeno.

Veo la tumba de mi madre, la herida por el rayo, aquí junto a su casa, y las ruinas del palacio sofocando del fuego de Zeus la viva llama, crueldad divina de Herá contra mi madre.

Agradezco a Cadmo, que este solar tabú ha dedicado como recinto sagrado de su hija. De viña alrededor hele yo ocultado con la fronda que da racimos.

He dejado las vías de los lidios, ricos en oro, y de los frigios; las mesetas de los persas, azotadas por el sol y los muros de Bactria y la tierra de los medos, de duro invierno he recorrido, y la Arabia feliz y toda el Asia cuanta junto al salado mar se extiende con sus ciudades bien cercadas, llenas de griegos mezclados y de bárbaros junto; y ésta es la primera ciudad griega donde llego, después que allá he bailado y he fundado mis misterios, para que los hombres me tengan por manifiesta divinidad.

Y en Tebas la primera de esta tierra de Grecia he gritado ¡ijujú!, envuelto en una piel de cabrito y puesto en mi mano el tirso, mi dardo de yedra; y porque las hermanas de mi madre, las que menos debían, decían que Dioniso no había nacido de Zeus, y que Sémele, hecha novia de cualquier mortal, echaba a Zeus la culpa de su desliz, mentiras de Cadmo, y se gloriaban de que por eso Zeus la había matado, por inventar unas falsas bodas, por esto yo las he aguijoneado fuera de su casa enloquecidas, y con la mente enajenada habitan en el monte, las he obligado a llevar el atavío de mis orgías, y a toda la ralea femenina de Tebas, cuántas mujeres había, las he arrastrado locas fuera de sus casas. Y revueltas juntamente con las hijas de Cadmo bajo los verdes abetos están sentadas bajo el cielo. Porque tiene que aprender esta ciudad, aunque no quiera, y permanece sin practicar mis ritos, que tengo que salir en defensa de mi madre Sémele y demostrar a los hombres que soy un dios, engendrado por Zeus, Cadmo ha dado la dignidad de rey a Penteo, hijo de su hija, que lucha contra mí, que soy dios, y de sus libaciones me excluye y en sus oraciones ninguna mención de mí hace. Por lo cual me mostraré ante él nacido de dios y ante todos los tebanos. Y a otra tierra, arreglado lo de aquí, dirigiré mi pie, después de haberme mostrado. Y si la ciudad de Tebas, iracunda, traer por las armas a las bacantes desde el monte intenta, me juntaré a las Ménades para ser su general. Por esto he tomado figura de mortal y he dejado mi forma por la naturaleza humana, Mas, ¡oh vosotras, que habéis dejado el Tmolo, ciudadela de Libia, mujeres que sois mi comitiva, que de entre los bárbaros he tomado como acompañantes y viajeras conmigo, tomad los panderos propios de la ciudad de Frigia, inventos míos y de la madre Rea, y venid alrededor de este palacio real a aturdir a Penteo, para que lo vea la ciudad de Cadmo! Que yo, con las bacantes, a los repliegues del Citerón me voy, donde ellas están, y habré parte en sus danzas.

CORO

Desde la tierra de Asia, dejado el sagrado Tmolo, me precipito hacia Bromio, dulce trabajo y fatiga agradable a Baco gritar ¡evohé! ¿Quién en la calle, quién en la calle? ¿Quién en el palacio? Que se retire, y que las bocas en silencio todas devotas sean. Pues sus ritos, siempre tenga Dioniso.

Bienaventurado el que dichoso sabe los misterios de los dioses, santifica su vida y lleva su alma a la procesión danzante en las montañas con sacras purificaciones.

Las orgías de la gran madre Cibele honra y agita el tirso, y coronado de yedra sirve a Dioniso. Id, bacantes, id, bacantes, y al divino niño Bromio, hijo de un dios, a Dioniso llevad desde los montes de Frigia hasta las calles de Grecia, en que se puede danzar, a Bromio.

Al que antaño en los dolores del parto inevitables ante el vuelo del trueno de Zeus, su madre dio a luz y le echó de su vientre mientras dejaba la vida por el golpe del rayo.

Y entonces le recogió en la cámara del parto Zeus Crónida, y le escondió en su muslo a Hera, y se lo cose con áureas agujas, y parió él cuando las moiras llegaron al dios de cuernos de toro, y le coronó con coronas de serpientes, por lo cual las Ménades que llevan tirsos, cuando cazan una serpiente la colocan entre su cabellera.

¡Oh Tebas, nodriza de Sémele, corónate de yedra!, ¡brota, brota en verde tejo de buen fruto, y danza con ramos de encina o de abeto, cubierta de moteadas pieles de cabrito, y corona las trenzas de cabellos blancos con rizos! Y alrededor las varas libertinas consagra. Pues pronto danzará la tierra toda, cuando Bromio guíe la comitiva al monte, al monte, donde espera la plebe de mujeres que han dejado telares y husos aguijoneadas por Dioniso.

¡Cámaras de los curetes y sagrados recintos cretenses en que Zeus nació; cuevas en que los coribantes de tres cascos me inventaron este arco con su piel bien tensa, y mezclaron a las fiestas báquicas el sostenido dulce soplo de las flautas frigias, y pusieron en manos de la madre Rea lo que llevaría el compás para el canto de las bacantes! Y los sátiros enloquecidos llegaban ante la diosa madre y a las danzas se unían trienales con las que Dioniso goza.

Dulce es él en los montes cuando de la comitiva rápida se arroja hacia el llano, de pellejo de corzo llevando el sagrado vestido a cazar la sangre del macho cabrío muerto, para devorarle crudo con ansia en los montes de Frigia o de Lidia.