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-Este audiolibro está narrado en castellano."Cara de Niño" es un peligroso y violento gángster, preso en la cárcel de Michigan City. Allí conoce a Homer, otro delincuente que admira ardientemente a John Dillinger, por entonces el enemigo público número uno. Ambos consiguen fugarse de la cárcel para ir en busca de Dillinger y unirse a su banda, creando el caos allá por donde pasan. Excelente relato corto para escuchar volviendo del trabajo a casa; relaja...Crímenes y víctimas es una colección de 14 audiolibros que recrean, a partir de personas y sucesos reales, las las más espeluznantes historias de asesinos, violadores y toda clase de escalofriantes personajes.-
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Seitenzahl: 36
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Ralph Barby
Saga
Cara de niño - Dramatizado
Original title: Cara de niño
Original language: Spanish (Neutral)
Image de couverture: Shutterstock
Copyright © 2023 Ralph Barby and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788728580257
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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Lo mismo en las artes, las ciencias o las tecnologías, unos personajes se hacen más famosos que otros por determinadas circunstancias, y muchas veces tienen menos méritos que otros que quedan en la sombra pese a haber realizado obras importantes.
La popularidad, la fama, son como mujeres caprichosas que se enamoran de sus amantes, independientemente de los méritos de éstos. Y muchos personajes mueren resentidos, frustrados, al no verse recompensados con la fama y la popularidad que creen merecer.
El personaje de esta historia, Baby Face Nelson, vivió mucho tiempo resentido porque creía que él tenía más méritos que otros, incluido Dillinger, para ser famoso, para merecer por su cabeza la más alta recompensa.
Estos «méritos» se concretaban en una larga lista que sus colegas no podían superar: Atracos, asesinatos, policías y agentes federales muertos... Todos temían e incluso admiraban a Dilliger, pero el gatillero, el hombre que retaba a las calles de las ciudades americanas, era Lester Gillis, alias Baby Face Nelson, nacido a principios de siglo y muerto en noviembre de 1934.
Michigan, Estados Unidos de América.
Le vieron entrar en la cárcel de Michigan City. Baby Face no parecía mirar a ninguna parte. Cualquiera, al verle, pensaría que se habían equivocado con él, que aquel adolescente mejor estaría internado en un correccional; sin embargo, Cara de Niño ya tenía treinta años cumplidos.
__ Eh, tú, chico, ¿me limpias los zapatos? __ le preguntó un camorrista de la cárcel que pretendía destacar por gracioso.
Baby Face se lo quedó mirando fijo. Lo que más detestaba era su propia morfología: Odiaba que le llamaran Cara de Niño.
__ ¿No me has oído, chico?
Baby Face avanzó hacia el tipo que le estaba provocando en el patio, delante de todos. Se detuvo casi pegado a su cuerpo.
__ Si tuviera una «Thompson» entre mis manos, te cosía a balazos de la boca a los cojones y de teta a teta. ¿Me has oído, hijo de puta?
__ Mocoso... ¿Cómo te atreves a amenazarme?
El presidiario de aspecto fornido trató de golpear el rostro de Baby Face sin conseguirlo. Cara de Niño era más ágil y replicó con varios golpes que excitaron a los demás presos, pero como si fuera el gong de un combate de boxeo, sonó la sirena, el tiempo de patio se terminó y la pelea, también.
__ Nelson __ interpeló el oficial de vigilantes.
__ ¿Es a mí?
__ Sé que eres muy violento y aquí hay muchos violentos, por eso sabemos cómo trataros para que dejéis de crear problemas. Será mejor que te portes bien, tan bien que ni me entere de que estás en esta penitenciaría.
No habían pasado ni veinticuatro horas cuando el recluso que había buscado pleito a Baby Face era llevado a la enfermería, gravemente herido de una puñalada. Para muchos, fue fácil deducir quién había sido el agresor, pero no había pruebas y el herido no habló. De hacerlo, habría firmado su propia sentencia de muerte. En la penitenciaría de Michigan City no se toleraba a los chivatos.
__ Baby Face...
Torció el gesto. Detestaba que le llamaran por aquel apodo, pero no podía escapar a ese estigma con que le obsequiara la madre Naturaleza. Tenía que amoldarse al apodo o matar cada día, lo que no parecía preocupar demasiado a aquel siniestro personaje de la década de los treinta.
Otros gángsteres y criminales se sentían satisfechos de sus apodos, Baby Face, no.
Podían contarle que poco más de medio siglo antes existió un famoso forajido apodado Billy the Kidd, pero él habría alegado que no era lo mismo.