Disueltas en Vitriolo - Dramatizado - Ralph Barby - E-Book

Disueltas en Vitriolo - Dramatizado E-Book

Ralph Barby

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Beschreibung

-Este audiolibro está narrado en castellano.John George Haigh es un asesino y ladrón de apariencia impecable y gran frialdad de ánimo, que hace de las suyas en el Londres de principios del siglo XX. De cara a la sociedad, es el director de una empresa de cosméticos, con una exquisita educación. Pero en la fábrica de Haigh se esconden muchos secretos... Excelente relato corto para escuchar volviendo del trabajo a casa.Crímenes y víctimas es una colección de 14 audiolibros que recrean, a partir de casos reales, las más espeluznantes historias de asesinos, violadores y toda clase de escalofriantes personajes.-

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Ralph Barby

Disueltas en Vitriolo - Dramatizado

 

Saga

Disueltas en Vitriolo - Dramatizado

 

Original title: Disueltas en vitriolo

 

Original language: Spanish (Neutral)

 

Imagen en la portada: Shutterstock

Copyright © 2019, 2023 Ralph Barby and SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788728580332

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances.

DISUELTAS EN VITRIOLO

¿El criminal es un loco o el loco es un criminal? Difícil disyuntiva. Por supuesto, todos los mal llamados locos no son criminales, y considerando que es criminal quien tiene conciencia de serlo, ningún loco sería criminal. La locura, modernamente llamada psicopatía, es un cajón de sastre en el que todo cabe.

¿Quién no se ha sentido un poco loco alguna vez? ¿Quién no ha cometido algunas estupideces en su vida? ¿A quién no se le ha ido la mente durante lo que ha creído unos segundos, tachándolo de simple vahído? ¿Quién no se ha embriagado de una manera u otra? ¿Quién no se ha sobreexcitado ante un incendio u otro tipo de catástrofe? Sí, en la locura cabe todo, y no pocos criminales, cuando son descubiertos, intentan aparecer como psicópatas. Saben que a un loco no se le ejecuta, ni siquiera va a prisión, sólo a un manicomio, de donde muchos han salido libres poco tiempo después. Claro que otros, dentro del sanatorio, habrán maldecido mil veces haber ido a parar al manicomio en lugar de a prisión, porque existen centros psiquiátricos más aterradores que la peor de las cárceles.

¿A quién, estando mentalmente sano, le gustaría que un enfermero vengativo o un psiquiatra estúpido lo sujetara a la mesa de malla del electroshock y comenzara a provocarle descargas eléctricas que sacudieran su cerebro y todo su cuerpo, con una goma entre los dientes para que no se corte la lengua en las contracciones incontroladas de los maxilares? Escalofriante, ¿verdad? Sin embargo, hay criminales que escogen la locura para protegerse de la ejecución o la cadena perpetua, aunque no siempre les sale bien la jugada.

Hombres, mujeres, niños... Demasiada gente desaparece sin que se vuelva a saber de ellos.

 

Londres , 1944

JOHN GEORGE HAIGH, 1910-1949.

John George Haigh entró en la casa con mucha naturalidad. Donald McSwan le hizo pasar para tomar un whisky juntos y fumar una pipa.

A simple vista, Haigh parecía un gentleman.

Alto, bien vestido, muy anglosajón en la línea de su rostro, con cabello oscuro y lacio peinado con raya a la izquierda, bigote a la inglesa, delgado y largo, bien recortado, como el que podía lucir el mariscal Montgomery. Si le hubieran vestido de militar, habría tenido el porte distinguido de un general del ejército real británico.

Educado en la severidad de la secta de los Hermanos de Plymouth, Haigh nunca cometía torpezas en sus contactos sociales. De modales cuidados, tenía la frialdad y la flema británica, era muy difícil averiguar qué escondía detrás de sus ojos.

__Pase, pase, le mostraré mi despacho. Tengo algunas pinturas y libros interesantes. Por supuesto, no es una gran biblioteca...

Efectivamente, no era una gran biblioteca, pero McSwan estaba orgulloso de cuanto había logrado reunir gracias a sus antepasados y a lo que él mismo había comprado en Portobello o el Mercado de las Pulgas en Paris.

Aquel hombre era uno de los muchos que existen que, por rodearse de obras de arte, creen quedar impregnados de ellas y convertidos en intelectuales.