Científicas de Acá - Julieta Alcain - E-Book

Científicas de Acá E-Book

Julieta Alcain

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Beschreibung

Científicas de Acá busca visibilizar a las mujeres que trabajaron y trabajan haciendo ciencia y tecnología en la Argentina. Por eso contamos historias de laboratorio y de territorio, de todas las regiones y épocas. Historias que cambian la historia.

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JULI ALCAIN * VALE EDELSZTEINJULI ELFFMAN * CARO HADAD

Índice de contenidos

Portada

Prólogo (a ocho manos)

Nuestros posicionamientos

Doble clic: la situación de las mujeres en ciencia y tecnología

Efecto tijera

Cargos jerárquicos por género

Mujeres por área de estudio

Apuntes de historia de la (ciencia) argentina

Eugenia Sacerdote de Lustig

Un siglo de ciencia

Carolina Vera

Al calor del feminismo

Emma Pérez Ferreira

Energía inagotable

Silvia Braslavsky

Sembrar y cosechar

Emilia Ferreiro

Con la pluma, la palabra y las acciones

Felicitas Arias

El tiempo en sus manos

Las cuatro de Melchior

Irene Bernasconi

María Adela Caría

Elena Dolores Martínez Fontes

Carmen Pujals

Andrea Gamarnik

Viralizar el conocimiento

Rebeca Cherep de Guber

Los errores están en la cuenta del hacer

Inés Moisset

Construir la diversidad

Julieta Lanteri

La mujer que hackeó el sistema electoral

Fran Bubani

Ser

Rebeca Gerschman

Ideas radicales

Magda Choque Vilca

La reina de las papas

Cecilia Grierson

Maestra, usted primera

Miriani Pastoriza

Mirar más allá

Hetty Bertoldi de Pomar

Caminaré entre las piedras

SaSa Testa

Poner el cuerpo

Elisa Bachofen

Puente al futuro

Victoria Flexer

En la periferia de la periferia

Cora Ratto

Salir de las sombras

Gabriela González

Escuchar la música del Universo

Sara Bartfeld de Rietti

Latinoamericanista y feminista

Dora Barrancos

Insurgencia, insubordinación y valor

A hombros de gigantas

¡Ahora te toca a vos!

Científicas de acá : historias que cambian la historia / Julieta Irene Elffman ... [et al.]. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Julieta Irene Elffman, 2021.

Libro digital, EPUB - (En perspectiva ; 1)

Archivo Digital: online

ISBN 978-987-86-9252-4

1. Mujeres. 2. Ciencias Naturales. 3. Ciencias Sociales. I. Elffman, Julieta Irene.

CDD 305.435

© TantaAgua 2021

Av. Córdoba 6040

Ciudad de Buenos Aires, Argentina

[email protected]

www.tantaagua.com.ar

Corrección de textos: Gabriela Bing

Corrección de pruebas: Cuqui Gómez Sierra

Diseño: Cristina Angelini para TantaAgua Editorial

Digitalización: Proyecto451

Libro de edición argentina.

Queda hecho el depósito que establece la ley nº 11.723.

Científicas de Acá se distribuye bajo Licencia Creative Commons

Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional

Se permite el uso parcial o total de esta obra y su transmisión a través de todos los medios posibles con cita. No se autorizan usos comerciales de la presente obra.

No somos tan pocas ni estamos tan solas.

Elvira Rawson (1865-1954)

A las pioneras, a las luchadoras, a todas las mujeres que se animaron a romper los mandatos, enfrentar los prejuicios y hacer algo diferente de lo que se esperaba de ellas. Y también a las que quisieron pero no pudieron, y a las que ni siquiera pudieron imaginarlo: la lucha es colectiva y cada generación avanza sobre la huella de las que caminaron antes.

A todas las mujeres de mi vida, desconocidas y gigantes, que no hay libro que las aguante.

Juli Alcain

A Tomi y a Sofi que, con sus preguntas, sus juegos y sus vivencias, me enfrentan día a día a la necesidad de seguir luchando por tratar de derribar los mandatos, desdibujar los límites impuestos y romper las estructuras que nos encorsetan; la necesidad de seguir luchando para que sean más libres.

Vale Edelsztein

A Mario y Juan, por la ayuda para que este libro y yo existiéramos.A la estirpe femenina de mi familia, mis amigas, mi socia, y muy especialmente a las mujeres de mi vida: Menia, Coty y Valen.

Juli Elffman

A Tomi, que se viene bancando la pandemia súper bien, y a Juan, que me acompaña siempre en todos mis proyectos.

Caro Hadad

PRÓLOGO (A OCHO MANOS)

Científicas de Acá es un proyecto que busca visibilizar a las miles de mujeres que trabajaron y trabajan en ciencia y tecnología en la Argentina: científicas que nos inspiran a nosotras y a toda la comunidad.

Queremos deconstruir la imagen del “científico loco” y que, cuando pensamos en una persona haciendo ciencia en nuestro país, dejemos de imaginar un varón cis, blanco, que experimenta en soledad y en un laboratorio lleno de tubos de ensayo ubicado en (o muy cerca de) la ciudad de Buenos Aires.

Para eso, te proponemos acompañarnos en un recorrido por más de 25 historias de vida. Atravesaremos diferentes épocas y regiones de nuestro país y conoceremos a investigadoras de distintas disciplinas. A lo largo de las próximas páginas hablaremos de ciencia con compromiso social, hecha en laboratorio y en territorio; y también de ciencia transdisciplinar, ciencias exactas y naturales, matemáticas y tecnología, ciencias sociales y humanas.

Nos gusta saber que el libro que tenés en tus manos no se agota en su última página: forma parte de un proyecto mucho más ambicioso que seguirá creciendo de manera abierta y colaborativa. Nuestras redes sociales, el listado en permanente crecimiento de las Científicas de Acá y todos los recursos que elaboramos están a disposición de los medios de comunicación y de quienes organizan eventos o toman decisiones en materia de política científica.

No es un secreto que durante siglos fuimos excluidas, ignoradas, subrepresentadas, silenciadas o expulsadas de los ámbitos de investigación, pero también de los de discusión y ejercicio del poder. Hoy, queremos ser cada vez más las mujeres y voces no hegemónicas que ocupemos cargos jerárquicos y espacios de toma de decisiones, para que nuestras preocupaciones, reclamos y necesidades finalmente tengan el lugar que merecen en la agenda pública de la ciencia y la tecnología argentinas.

Este es nuestro aporte para cambiar la representación social de la ciencia y para construir una realidad en la que nadie tenga que romper techos y paredes de cristal ni despegar con esfuerzo de pisos pegajosos que le impidan avanzar en sus carreras profesionales; una realidad en la que la maternidad no se convierta en otro factor de desigualdad. Queremos sumar nuevas voces en la conversación y enriquecer la representación de las personas que hacen ciencia situada en y desde la Argentina, por y para atender las necesidades de quienes habitamos este país.

Como señala la epistemóloga Sandra Harding, un problema no existe si no hay una persona o un grupo de personas que lo defina como tal y, de hecho, lo padezca: un problema es siempre un problema para alguien. Si la investigación científica es la búsqueda de respuestas a nuestras preguntas, necesitamos diferentes perspectivas y miradas sobre los distintos problemas. En un sistema pensado por y para el varón blanco cis heterosexual, los problemas de las mujeres y de otras identidades no son objeto de estudio. Necesitamos diversidad en la ciencia para hacernos otras preguntas.

Porque no podemos responder preguntas que nunca nos hicimos es que este libro es también una apuesta a futuro. Un futuro con mucha más ciencia, muchas más preguntas y, sobre todo, muchas más Científicas de Acá.

NUESTROS POSICIONAMIENTOS

(o por qué hacemos lo que hacemos de la manera en la que lo hacemos)

Nuestro grupo de Whatsapp es una catarata constante de reflexiones y debates sobre... bueno, ¡sobre todo! Hasta hemos olvidado compromisos por debatir apasionadamente cómo transmitir de la mejor manera posible nuestras dudas, nuestros interrogantes y nuestras contradicciones. Es más: las discusiones nos han hecho postergar o repensar decisiones tan fundamentales como el nombre del proyecto o incluso nuestro logo. Aprendemos muchísimo de las posturas y opiniones de las otras. Y nos atreveríamos a decir que es nuestra parte favorita del proyecto.

No siempre coincidimos, pero sí lo hacemos en lo esencial: queremos reconocer el trabajo de las mujeres que hicieron y hacen ciencia y tecnología en la Argentina. Los relatos que escribimos nos inspiran, nos enseñan y nos ayudan a imaginar otros mundos posibles. Para hacer este recorte debatimos largo y tendido sobre qué universos queríamos retratar. En esta sección, queremos compartir con ustedes algunos de los principios que guiaron la elección.

Momentos históricos

Los relatos de este libro abarcan más de 160 años de historia argentina. Hubo momentos de despegue de la ciencia en el país y momentos de desfinanciamiento y crisis, a la vez que gobiernos que invirtieron y funcionarios que mandaron a lavar los platos. Y durante todo este período, en la Argentina y a nivel mundial, abundaron los derechos conquistados por los movimientos feministas: derechos políticos, acceso a la educación universitaria y, más recientemente, la Ley de Identidad de Género y la de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

En este contexto, algunas de las científicas que seleccionamos se quedaron, otras eligieron irse, otras debieron exiliarse, algunas volvieron y algunas eligieron nuestro país para convertirlo en su casa. Decidimos contar, en estas páginas, esas historias de militancia, de lucha, historias de ciencia con compromiso social y político, pero también de sueños frustrados, exilios, despidos y dificultades.

Disciplinas

Este libro contiene historias de científicas sociales, psicólogas, arquitectas, matemáticas, químicas, biólogas y mucho más. Quisimos mostrar que hacer ciencia no es solamente trabajar en un laboratorio mezclando tubos de ensayo con líquidos coloreados. Contamos historias de trabajo con la comunidad, de exploración en lugares recónditos e investigaciones que nacen desde la vivencia propia; de científicas que proponen teorías y científicas que corroboran sus hipótesis empíricamente. También elegimos hablar de personas que dejaron su carrera científica o que la comenzaron luego de dedicarse a otras tareas.

Argentina, país federal

Quisimos, con nuestra selección, mostrar que hay científicas investigando a lo largo y a lo ancho del país: desde Jujuy hasta la Antártida y desde la Cordillera de los Andes hasta las Islas Malvinas. Hablamos de la falta de oportunidades locales que fuerzan mudanzas a las grandes ciudades, y también de algunas científicas que dejaron Buenos Aires para radicarse en otras provincias.

Nos costó, en las historias de las pioneras, balancear geográficamente la selección: nos resultó más fácil en épocas recientes que en el pasado, cuando los centros universitarios estaban muchísimo más concentrados en las grandes ciudades del país. Creemos que eso habla de la falta de oportunidades y, también, de la falta de registros históricos accesibles. Aunque hubo algunos avances en descentralización y hoy, gracias a las tecnologías, tenemos más voces sumando historias, todavía queda mucho por recorrer en la federalización y descentralización de la ciencia y la educación en la Argentina.

“De acá” se hace, no se nace

Debatimos bastante sobre qué es “ser de acá”. Para nosotras, no se trata de una cuestión de papeles, sino de un compromiso con nuestro país y las temáticas que son importantes para nuestro pueblo. En el libro encontrarán mujeres que nacieron en otras latitudes y eligieron estas tierras para estudiar, investigar y/o trabajar, y también historias de mujeres que nacieron aquí y decidieron, por distintos motivos, irse.

Representación

Entendemos el feminismo desde una mirada interseccional, y por eso buscamos explícitamente que hubiera en nuestra selección mujeres trans, personas no binarias y personas racializadas. Buscamos mucho para poder hacerlo pero, aun así, sabemos que es poco y que eso responde a una exclusión sistémica: estudiar en la universidad es un privilegio, y dedicarse a la ciencia también.

Por eso, no es casualidad que ciertos colectivos estén poco representados en este libro: las personas que integran estas comunidades muchas veces no acceden a ciertos espacios, son excluidas de ellos o no tienen visibilidad. Nos hubiera gustado que el libro tuviera mucha más diversidad y nos duele que la mayoría de las historias sean de personas blancas de Buenos Aires, pero nos parece que eso, también, evidencia la realidad en que vivimos. Este es nuestro aporte para ayudar a hacer más visibles esas historias.

El lenguaje construye realidades (y también es político)

A lo largo de nuestro libro elegimos usar lenguaje no sexista, visibilizador e inclusivo. Enfatizamos la palabra nuestro: nos parecía una hipocresía usar el masculino como representante universal cuando, justamente, estamos hablando de géneros y diversidades, por lo que solo los dejamos en citas textuales para respetar la voz y la función testimonial. Si se nos escapó alguna excepción, culpamos a los años de patriarcado sobre nuestras cabezas.

A, E, O, X, estrella, flecha

Sabemos que nuestro nombre, Científicas, con A, es una falencia: usar el término “mujer” o pronombres femeninos como plurales genéricos no es inclusivo con las personas que se identifican, por ejemplo, como lesbianas, travestis o trans ni con las personas no binarias que utilizan pronombres masculinos o neutros. Dado que este libro incluye un listado específico de personas, a todas ellas les preguntamos si les parecía bien que usáramos estos términos cuando estuviéramos hablando en general. En la historia de SaSa Testa explicamos en detalle por qué y cómo lo incluimos a él.

Intentamos utilizar otros nombres que dieran cuenta de estas discusiones, pero las alternativas que exploramos no nos convencían. Hicimos algunas pruebas y, si nos presentábamos como científiques o científicxs, la mayoría de las personas entendía que el libro contendría historias de varones. En el logo inicialmente pusimos una estrella, pero todas las personas a las que consultamos leían “científicos”.

Finalmente, decidimos presentarnos usando el femenino en las redes y jugar con esa problemática letra A en nuestro logo. Mientras pensábamos cómo resolverlo, una de nuestras hijas nos ayudó inventando una letra nueva, una suerte de flecha de GPS que, si bien no resuelve todas nuestras discusiones, al menos pone sobre la mesa el intento. Y, sobre el mapa, a las Científicas de Acá.

Trabajo colaborativo

Nosotras somos cuatro mujeres cis blancas de Buenos Aires y, como todes, tenemos nuestros sesgos. Creemos que para deconstruirnos es necesario leer, escuchar y aprender de y con otres. Por eso, entre otras cuestiones, es que creamos un equipo de asesoras que leyeran nuestras historias y las comentaran (aunque el equipo tiene dos varones, es en su enorme mayoría femenino, y por eso elegimos nombrarlo así).

El equipo está compuesto por personas cuyo trabajo admiramos por muchísimos motivos. Empezamos esta manera de trabajar como una prueba y estamos encantadas con el resultado.

Les agradecemos muy especialmente sus comentarios y aportes a:

Nadia Luna (periodista científica, integrante de la Red Especie) Consuelo López (Chicas en Tecnología)Anna Torres y Constanza Verón (Wikimedia Argentina) Victoria Cano Colazo (RAGCyT)Mariana Silvestro (Las de Sistemas)Daniela Madanes (MyDAII) Daniela Ruiz Maia BuligovichColectivo Ciencia sin Machismo (Mujeres del CENPAT)Carlos Borches (Programa de Historia de la FCEyN, UBA)Nicolás Camargo Lescano (periodista científico, Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM)Susana Gallardo (periodista científica, directora de la Especialización en Comunicación Pública de la Ciencia, UBA)

Devolver a la comunidad

La pandemia incrementó las inequidades sociales de nuestro país. Por eso, donaremos un 10% de todas las ventas de este libro a determinadas organizaciones que trabajan por la comunidad, como una forma de devolver aquello que recibamos.

Recorte arbitrario, pero nuestro

Con todos estos criterios hicimos la selección de las historias que nos interesaba contar. ¿Puede mejorarse esta selección? ¡Claro que sí! Por eso, en nuestra web, está disponible el listado completo, público y colaborativo de científicas.

¿Se puede no estar de acuerdo con los criterios que tuvimos o proponer otros? ¡Por supuesto! La discusión está abierta permanentemente y nuestra comunidad debate este y muchos otros temas junto con nosotras en la sección #CientíficasDiscute en Twitter.

¡La visibilización de las Científicas de Acá la hacemos entre todes!

DOBLE CLIC: LA SITUACIÓN DE LAS MUJERES EN CIENCIA Y TECNOLOGÍA

La exposición continuada a los sesgos y estereotipos de género desde nuestra infancia, las presiones sociales, las expectativas asociadas a los roles de género, y tantos otros factores sistémicos, tienen un impacto importante en la elección de las mujeres respecto a carreras vinculadas a la ciencia y la tecnología. No solamente influyen en nuestra concepción de la ciencia y las personas que a ella se dedican sino, también, en la propia percepción de nuestras capacidades y habilidades.

En el año 2017 se publicó una investigación en la revista Science en la que se analizó a partir de qué edad las ideas preconcebidas que asocian una mayor brillantez intelectual al género masculino empiezan a afectar a las niñas (1). Los resultados fueron estremecedores: los estereotipos que otorgan una mayor habilidad intelectual a los niños que a las niñas emergen ¡a los 6 años!

Estos resultados parecieran tener un vínculo directo con los de otros dos estudios en los que se analizó cómo el estereotipo del “genio” limita las carreras de las científicas (2). Las conclusiones fueron que las mujeres son menos propensas a cursar títulos superiores en campos que, según la creencia establecida, requieren brillantez intelectual. Es decir, que a mayor nivel de inteligencia percibida como necesaria para dedicarse a una disciplina, menor es la cantidad de mujeres en ella. Estos datos indican que la idea de “brillantez” está profundamente arraigada en el imaginario popular a la actividad científica (y tecnológica), y en tanto vemos que también está arraigada a la idea de masculinidad, puede funcionar como un factor detractor de la vocación científica en mujeres.

La brecha de género existe y se puede medir: en el acceso al mercado laboral, en los salarios, en la cantidad de horas trabajadas, en la distribución de las tareas domésticas y en muchos otros ámbitos. ¿Qué pasa en la ciencia y la tecnología?

Por eso, pese a los logros en materia de matrícula en educación y el número creciente de estudiantes mujeres en escuelas primarias y secundarias, la disparidad de género en ciencia y tecnología continúa presente en todo el mundo. A nivel global, según la Unesco, las estimaciones sobre participación femenina en la ciencia se ubican en un 29% del total del personal de investigación. ¡Menos de un tercio!América Latina, con un 44%, se destaca frente al 32% del promedio europeo, y constituye una de las regiones del mundo más cercanas a la paridad de género. Dentro de América Latina, Argentina se ubica cuarta en este indicador, con más del 50%, detrás de Bolivia, Venezuela y Trinidad y Tobago (3).

Esta alta participación nos alegra. Sin embargo, hay otros datos que son bastante desalentadores, porque aún persisten concepciones y prácticas institucionales no explícitas que se reflejan en la ya famosa metáfora del “techo de cristal”. Este concepto surgió en la década de 1970 para graficar una barrera invisible que limita el acceso de las mujeres a los lugares de mayor jerarquía y poder de decisión, y que hoy se extiende a las “paredes de cristal”. En otras palabras, ¡las mujeres no estamos en las mesas de decisiones!Miremos algunos números un poco más de cerca...

Muchas en la base, pocas en la cima: el “techo de cristal”

El Registro Unificado y Normalizado a nivel nacional de los datos curriculares del personal científico y tecnológico que se desempeña en las distintas instituciones argentinas (CVAr) indica que en el año 2020 había 59,5% de mujeres y 40,5% de varones. Este dato se mantiene casi en los mismos valores desde 2015. Es importante señalar que las estadísticas disponibles hacen referencia a sexo (no a identidad de género) y solo poseen opciones binarias varón/mujer. No tenemos acceso a estadísticas oficiales que distingan entre diversas identidades de género en el sistema científico-tecnológico y académico argentino. Tampoco sabemos si existen.

A pesar de que existe un alto porcentaje de mujeres que trabajan en ciencia y tecnología, las jerarquías se encuentran masculinizadas: cuanto más alto es el puesto, menor es el porcentaje de mujeres. De hecho, en las categorías más altas y los cargos de investigación de mayor jerarquía, el porcentaje de mujeres y varones se invierte con respecto a lo que ocurre en el nivel inicial (becarios y becarias). Esto se conoce como “efecto tijera”, por la típica forma que toma el gráfico con el que se representan las jerarquías. Como este, donde podemos ver el porcentaje de investigadores según el género en el Conicet durante 2019 (4).

EFECTO TIJERA

¿Cómo se reparte la torta?

En organismos como el Conicet, donde el sueldo está tabulado y depende directamente de la jerarquía, la disparidad de género impacta de manera directa en la economía de las mujeres. Pero no es todo: además de ganar menos, las investigadoras reciben un 25% menos de recursos que sus colegas varones para financiar los proyectos científicos que dirigen (5).

Este fenómeno no se observa solo en investigación. Los principales órganos de políticas científicas tienen autoridades en distintos cargos con un fuerte sesgo de género que tiende a la masculinización. También se observa que la participación de las mujeres en las instancias de evaluación es minoritaria, y lo mismo ocurre en los rectorados y secretarías de las universidades de gestión estatal y privada. Todo esto refuerza la hipótesis del “techo de cristal” también en el ámbito académico (6).

Estos datos, relevados en el Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en ciencia y tecnología elaborado por el Programa Nacional para la Igualdad de Géneros del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Argentina (7), muestran claramente la distribución desigual de autoridades en organismos científico-tecnológicos y universidades nacionales de gestión estatal en el año 2020.

CARGOS JERÁRQUICOS POR GÉNERO

Segregación horizontal: las “paredes de cristal”

Si bien la paridad de representación no garantiza necesariamente tener injerencia, es evidente que allí donde somos menos, contamos incluso con menos probabilidades de participar en las decisiones acerca de qué, quién, cómo y dónde se investiga.

Pero... ¿qué disciplinas eligen en mayor medida las mujeres? Como ya mencionamos, las expectativas asociadas a ciertos roles de género nos acompañan desde que nacemos e influyen en nuestras decisiones académicas y laborales. Si miramos los números de la matrícula universitaria en 2017, vemos que aquellas disciplinas relacionadas con las tareas de cuidado son las más feminizadas (70% de mujeres) y las ingenierías e informáticas, las más masculinizadas (20% de mujeres) (8).

MUJERES POR ÁREA DE ESTUDIO (EN %)

En definitiva, las mujeres participamos del desarrollo científico nacional, innovamos, descubrimos y creamos, pero todavía somos muy pocas en algunas áreas, no estamos en los puestos jerárquicos más altos, y en consecuencia recibimos, en promedio, menor remuneración. ¿Cuántas de las actuales estudiantes se dedicarán a la investigación? ¿Cuántas sortearán las dificultades y continuarán en el área? ¿Cuántas se convertirán en Científicas de Acá? ¿Y cuántas de sus historias llegaremos a conocer?

1. Gender stereotypes about intellectual ability emerge early and influence children’s interests. Lin Bian, Sarah-Jane Leslie and Andrei Cimpian (enero 2017).http://web.apsanet.org/cswp/wp-content/uploads/sites/4/2015/08/bian-lin-et-al.-gender-stereotypes-abt-intell-ability-emerge-early-Science-Jan-2017.pdf

2. Messages about brilliance undermine women’s interest in educational and professional opportunities. Lin Bian, Sarah-Jane Leslie, Mary C. Murphy, Andrei Cimpian (mayo 2018).https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0022103117303098 y https://science.sciencemag.org/content/347/6219/262

3. Women in Science - The gender gap in science (junio 2019).http://uis.unesco.org/sites/default/files/documents/fs55-women-in-science-2019-en.pdf

4. Conicet en cifras.https://cifras.conicet.gov.ar/publica/grafico/show-publico/427

5. Medianas de montos financiados - Proyectos del Registro Nacional de Proyectos Científicos y Tecnológicos SICYTAR - Año de inicio del proyecto 2018 para Conicet y FONCYT.https://www.argentina.gob.ar/ciencia/sact/medianas-de-montos-financiados

6. Informe: La desigualdad de género se puede medir - Economía Femini(s)ta.https://economiafeminita.com/informe-desigualdad-genero/

7. Diagnóstico sobre la situación de las mujeres en Ciencia y Tecnología - Ministerio de Ciencia y Tecnología Argentina (febrero 2021).

https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/documento_n8_-_diagnostico_situacion_de_las_mujeres_en_cyt_-_febrero_2021.pdf

8. Visualización exploratoria - El lugar de las mujeres en el mapa universitario nacional, por Chicas en Tecnología. Datos agrupados en carreras de pre, grado y posgrado en todas las universidades del país.

https://nextjournal.com/chicasentecnologia/visualizacion-exploratoria-mujeres-estudiantes

APUNTES DE HISTORIA DE LA (CIENCIA) ARGENTINA

Entender cómo el paso del tiempo, de los gobiernos y el contexto internacional moldearon las instituciones científicas argentinas es el primer paso imprescindible para contextualizar las historias de este libro.

Aquí presentamos un recorte –sin pretensión de exhaustividad– de los eventos que nos parecen más relevantes para este fin. También es un aporte para pensar al sistema científico más allá de la contingencia, en función de una planificación que da forma a un proyecto de país, algo que muchas veces es decisivo en las trayectorias profesionales y personales de quienes investigan.

Somos conscientes de que el quehacer de la ciencia no es exclusivo de las universidades o de los institutos del Conicet, pero nos parece relevante explicar cómo se fue dando el proceso de institucionalización, cómo los objetivos e intereses se fueron modificando acorde al contexto social, político y económico, y cómo la investigación se convirtió en una profesión remunerada.

LOS COMIENZOS

La historia de la ciencia en nuestro territorio puede rastrearse desde antes de que la Argentina fuera un país como tal. Ya en la época del virreinato existían algunas investigaciones y universidades, como la de Córdoba, fundada en 1613.

En 1821 se inauguró oficialmente la Universidad de Buenos Aires (UBA) que, en sus comienzos, incluía estudios sobre medicina, ciencias exactas y naturales, derecho y ¡ciencias sagradas! También tenía a su cargo las escuelas primarias de la ciudad.

Sin embargo, el verdadero proceso de sistematización e institucionalización de la ciencia en Argentina recién comenzó a mediados del siglo XIX, junto con el proceso de organización del Estado Nacional que tuvo lugar después de la derrota de Juan Manuel de Rosas en la batalla de Caseros frente a Justo José de Urquiza, en 1852. La ciencia se pensaba como parte de la construcción y constitución del Estado, como sinónimo de progreso y de modernización.

En primer lugar, se crearon más instituciones dedicadas a la enseñanza o divulgación de la ciencia, como universidades, museos y observatorios; más adelante, surgieron las instituciones de investigación científico-tecnológica.

En 1869 egresaron los primeros doce ingenieros argentinos del Departamento de Ciencias Exactas de la UBA, que pasaron a la historia como “los doce apóstoles”. Entre ellos, Luis Huergo, quien años más tarde sería el primer presidente de la Sociedad Científica Argentina. Esta institución, creada en 1872, y que sigue existiendo hasta el día de hoy, constituyó el primer intento de coordinación del desarrollo científico en nuestro país. Ese mismo año, también se creó el Servicio Meteorológico Nacional y, tiempo después, en 1879, el Servicio de Hidrografía Naval y el Instituto Geográfico Nacional.

Para esa época, y hasta mediados del siglo XX, se dio un lento proceso de incorporación de las mujeres a la educación superior: lo veremos en historias como las de Cecilia Grierson y Elisa Bachofen. A diferencia de otros países, en donde se fundaron instituciones de enseñanza especial, en las universidades argentinas, en general, se dieron procesos de coeducación. Las profesiones más elegidas por aquellas primeras estudiantes fueron las consideradas como “típicamente femeninas”: ciencias de la salud, humanidades y ciencias de la educación. Muchas de estas primeras graduadas fueron pioneras en la región y el mundo.

LA REFORMA UNIVERSITARIA

Si bien desde sus comienzos las universidades argentinas tuvieron algunas actividades de investigación, recién a principios del siglo XX surgieron iniciativas y grupos de investigación reconocibles, especialmente en las instituciones más importantes.

La Universidad de La Plata, creada por ley en 1889 pero que comenzó a funcionar recién en 1897 y se nacionalizó en 1905, se convirtió en el centro de la ciencia experimental en el país gracias a sus carreras en medicina, ingeniería, química y farmacia, física y astronomía, algunas de las cuales no existían en otros centros de educación superior.

En febrero de 1912 se sancionó la Ley Sáenz Peña, que instauró en nuestro país el voto universal, secreto y obligatorio, con la salvedad de que la “universalidad” solamente incluía a los varones. Las mujeres recién podrían votar masivamente casi cuatro décadas después, en 1951 (aunque algunas lo hicieron antes, como Julieta Lanteri).

Esta ley fue sumamente importante porque permitió que las clases media y obrera empezaran a participar activamente de los procesos políticos antes restringidos a las élites. Y estas mismas personas fueron clave seis años más tarde, como parte de un movimiento estudiantil que tuvo su epicentro en Córdoba, pero se expandió por todo el país e, incluso, por toda Latinoamérica: la Reforma Universitaria.

Hacia 1918 había cinco universidades en Argentina. Todas ellas eran públicas: tres pertenecían a la nación (Buenos Aires, Córdoba y La Plata) y dos eran provinciales, y se nacionalizarían poco después: la del Litoral, en la provincia de Santa Fe, y la de Tucumán. Pese a que la Universidad de Córdoba ya llevaba más de 400 años de historia, y ahora formaba parte de un Estado nacional, sus autoridades clericales no parecían tener intenciones de modificar un sistema que todavía presentaba rasgos autoritarios, dogmáticos, elitistas, racistas, colonialistas y nepotistas. Sin contar, además, con que ninguna mujer pisaba sus aulas.

En junio de ese año, y con algunos antecedentes en meses anteriores, un grupo de universitarios cordobeses inició una protesta que llevó a una huelga estudiantil. Con apoyo de intelectuales y docentes, reclamaban la democratización del gobierno universitario, la autonomía, la gratuidad, la promoción de la ciencia y la investigación, el compromiso con la sociedad y la libertad de cátedra. El conflicto se extendió rápidamente a otras universidades del país y cruzó las fronteras: durante la década de 1920; la Reforma Universitaria estaba en la agenda de toda Latinoamérica. Las luchas reformistas en Argentina se extenderían en los años siguientes, en busca de nuevos avances y también tratando de impedir retrocesos.

LA DÉCADA INFAME

La década de 1930 se conoció históricamente como “década infame” porque significó el retorno al poder –vía golpe de Estado y posterior “fraude patriótico”– de la oligarquía terrateniente que se había visto desplazada de la arena política por las ascendentes clases medias acaudilladas por el naciente radicalismo. Pero este período, que se extendió hasta el golpe de estado al gobierno de Ramón Castillo en junio de 1943, no fue tan dañino para la actividad científica como para la institucionalidad democrática.

Durante estos años, se dio la confluencia de tres factores claves que marcaron el punto de partida para el desarrollo de la ciencia en Argentina: el proceso de industrialización nacional, el rol asignado por los sectores militares a la actividad científica y tecnológica, y las primeras iniciativas de organización de una comunidad científica nacional.

Un hito significativo lo constituyó la creación de la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (AAPC) en 1933. A imagen y semejanza de sus análogas en Estados Unidos y Europa, tenía como objetivo impulsar estrategias de financiamiento, difundir la actividad científica en la esfera pública y elaborar diagnósticos del panorama científico a escala nacional. Su primer presidente fue Bernardo Houssay, quien para entonces estaba a cargo del Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la UBA.

Esta asociación editaría, años más tarde, la revista Ciencia e Investigación, el primer intento de divulgación científica desde un ámbito académico en Argentina. La visión de la AAPC, que luchaba por hacer ciencia en las universidades con libertad de investigación e intervención estatal mínima, contrastaba con el modelo de planificación de la ciencia y la tecnología para la industrialización del país que surgía desde los sectores militares.

El 15 de octubre de 1943, apenas cinco meses después del golpe de Estado que derrocó a Castillo, un grupo de personalidades (entre ellas, profesores de la UBA como Houssay) publicó la Declaración sobre democracia efectiva y solidaridad americana, en la que solicitaban abandonar la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial. Al día siguiente, se ordenó el cesanteo de todas las personas que habían firmado la solicitada. Esto generó tensión en las universidades, con tomas, suspensiones de clases y revueltas. El saldo final: cinco universidades intervenidas en diciembre de 1943. La historia de Eugenia Sacerdote de Lustig está fuertemente atravesada por este episodio. Desde entonces, y a lo largo de los tres años siguientes, se produjeron disturbios y fueron arrestadas autoridades, docentes y más de mil estudiantes. En total hubo 1200 cesantías y renuncias en solidaridad con las personas despedidas, que en su gran mayoría provenían del sector de la química, biología, tecnología y medicina.

En este marco, y gracias al apoyo de distintas fundaciones y a donaciones extranjeras, Houssay y otres colegas cesanteades fundaron en marzo de 1944