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Si fuésemos a hacer una encuesta entre los lectores de este capítulo concluiríamos que cada uno tiene un propósito específico por el cual quiere leer acerca de las pérdidas. Puede que usted haya perdido recientemente a alguien a quien amaba mucho. Puede haber sido su cónyuge de muchos años, un niño de unos cuantos meses de nacido, un padre amoroso o un amigo en quien confiaba mucho. Cualquiera que haya sido la relación, la separación ha sido dolorosamente agonizante. Tal vez se acabe de enterar de que le ha vuelto el cáncer y no hay nada que hacer. O puede que esté enfrentando la pérdida de su empleo, su carrera, su casa o su negocio. La pérdida y el sufrimiento de cada uno de nosotros tienen su propria y única cualidad. No hay extraño que pueda comprenderla del todo. Yo no afirmo conocer ni entender en toda su profundidad la pérdida por la que usted está pasando. Pero sí sé esto: todos sufriremos algún tipo de pérdida. Nadie está exento; e independientemente de cuál haya sido la pérdida, se siente como si a uno le hubiesen hecho un agtjero en el alma que no se puede remendar. El difícil pero necesario proceso de lidiar con cualquier pérdida se llama aflicción. - TIM JACKSON
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Seitenzahl: 41
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Título del original: How Can I Live With My Loss?
ISBN: 978-1-68043-515-3
Foto de cubierta: © RBC Ministries, Terry Bidgood
SPANISH
Las citas de las Escrituras provienen de la Versión Reina-Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en América Latina.
© 2001,2006,2007 RBC Ministries, Grand Rapids, Michigan, USA
La producción de libros electrónicos: S2 Books
¿CÓMO PUEDO VIVIR CON MI PÉRDIDA?
por Tim Jackson
Si fuésemos a hacer una encuesta entre los lectores de este capítulo concluiríamos que cada uno tiene un propósito específico por el cual quiere leer acerca de las pérdidas. Puede que usted haya perdido recientemente a alguien a quien amaba mucho. Puede haber sido su cónyuge de muchos años, un niño de unos cuantos meses de nacido, un padre amoroso o un amigo en quien confiaba mucho. Cualquiera que haya sido la relación, la separación ha sido dolorosamente agonizante. Tal vez se acabe de enterar de que le ha vuelto el cáncer y no hay nada que hacer. O puede que esté enfrentando la pérdida de su empleo, su carrera, su casa o su negocio.
La pérdida y el sufrimiento de cada uno de nosotros tienen su propia y única cualidad. No hay extraño que pueda comprenderla del todo. Yo no afirmo conocer ni entender en toda su profundidad la pérdida por la que usted está pasando. Pero sí sé esto: todos sufriremos algún tipo de pérdida. Nadie está exento; e independientemente de cuál haya sido la pérdida, se siente como si a uno le hubiesen hecho un agujero en el alma que no se puede remendar. El difícil pero necesario proceso de lidiar con cualquier pérdida se llama aflicción.
¿CUÁL ES EL ALCANCE DE MI PÉRDIDA?
La mayoría de nosotros relacionamos la aflicción por una pérdida con la muerte de algún ser querido. Pero si solamente pensamos en la pérdida que ocasiona la muerte, nos despojamos de la oportunidad de lidiar con pérdidas menores, las cuales aumentarán nuestra confianza en la fidelidad de Dios en tiempos difíciles. Si aprendemos a afligirnos adecuadamente por las pérdidas menores de la vida, entonces, cuando venga la marejada emocional de la aflicción por la muerte (y si no ha llegado ya, llegará), habrá una fortaleza interior que nos permitirá aguantar la tormenta. Las pérdidas pueden ser de muy diversas clases, formas y tamaños, y pueden tener diferentes grados de intensidad. Puede que usted esté luchando con la pérdida de:
su padre o su madresu cónyugesu hijo o su hijasu matrimoniosu fertilidadsu empleosu seguridad económicasu reputaciónsu vigor de juventudsu utilidad desde que se jubilóA medida que vamos por este mar que se llama vida dejamos atrás aguas conocidas que nunca volveremos a navegar: los despreocupados días de la niñez, la sensación de tocar una muñeca preferida, la emoción de dar el primer cuadrangular en béisbol, el estremecimiento de un primer beso, el ruido del primer auto, la mascota con la que nos criamos, el gozo de traer hijos al mundo y mucho más. Cuando dejamos estas cosas atrás nos afligimos por perderlas. Duele tener que decir adiós.
Todos lidiamos con la pérdida. Tarde o temprano, nos arrebatan las cosas que amamos.
Todos lidiamos con la pérdida. Tarde o temprano, nos arrebatan las cosas que amamos. A veces con suavidad. A veces rudamente. Pero siempre hay dolor. Es mi oración que las páginas siguientes le ayuden a comprender y a sobrellevar mejor el proceso, así como también que le traigan esperanza.
¿CÓMO NOS AFECTA LA PÉRDIDA?
Si usted comienza una conversación acerca de la pena y el dolor con alguno de sus amigos, lo más probable es que le acusen de morboso, de no mirar el lado bueno de la vida. Pero la pérdida muchas veces conlleva un dolor que no se puede ignorar. Con frecuencia nos enfrenta con nosotros mismos, con nuestro enemigo y con nuestro Señor.
La pérdida expone nuestra vulnerabilidad. Nos gusta pensar que en realidad tenemos el control de nuestra vida. La muerte, o cualquier otra pérdida, hacen añicos esa ilusión con la misma violencia con la que una bala hace añicos una botella. Nos obliga a enfrentar la mortandad y vulnerabilidad que despreciamos. Si parecemos negar con éxito el impacto de las pérdidas menores de la vida, entonces la muerte es el «enemigo final» que no podremos negar. La muerte es la «madre de todas las pérdidas» y no se la puede acallar. Hay que tomarla en cuenta.