Dios, fuerza de oposición. Sobre la utilidad de una crítica de la razón apocalíptica. Concilium 356 (2014) - Gregor Taxacher - E-Book

Dios, fuerza de oposición. Sobre la utilidad de una crítica de la razón apocalíptica. Concilium 356 (2014) E-Book

Gregor Taxacher

0,0

Beschreibung

En el presente antropozoico, en el que el modelo de progreso occidental amenaza la continuidad de la humanidad, se propaga una nueva sumisión al destino: ¿está todo biológicamente predeterminado y no hay ninguna salida? Frente a este espíritu del tiempo cobran nueva relevancia las categorías apocalípticas bíblicas: el tema del juicio nos afecta en nuestra libertad; el sorprendente dualismo nos coloca de nuevo en la situación ética. Una crítica de la razón apocalíptica nos permite interpretar su contenido sin sucumbir a la mitología, pero también nos impide sublimar sus imágenes en una abstracción apolítica y ahistórica. La apocalíptica significa hoy distanciarnos de un final del tiempo producido por los hombres y ganar tiempo para el advenimiento de Dios.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 76

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Taxacher, Gregor, «Dios, fuerza de oposición. Sobre la utilidad de una crítica de la razón apocalíptica»,Concilium, junio 2014, nº 356, pp. 63-75. Trad. del alemán: José Pérez Escobar

Este artículo forma parte del nº 356 de la revista Concilium

356

EL RETORNO DE LA CONCIENCIA APOCALÍPTICA

Hille Haker, Andrés Torres Queiruga y Marie-Theres Wacker (eds.)

Concilium se publica en coproducción por los siguientes editores: SCM-CANTERBURY PRESS/Londres-Inglaterra MATTHIAS-GRÜNEWALD-VERLAG/DER SCHWABENVERLAG/Ostfildern-Alemania EDITRICE QUERINIANA/Brescia-Italia EDITORA VOZES/Petrópolis-Brasil EX LIBRIS AND SYNOPSIS/Rijeka-Croacia

© INTERNATIONAL ASSOCIATION OF CONCILIAR THEOLOGY Y EDITORIAL VERBO DIVINO, 2008

ISBN (DE ESTE ARTÍCULO DIGITAL): 978-84-9073-037-9

Reservados todos los derechos. Nada de lo contenido en la presente publicación podrá ser difundido, reproducido y/o publicado mediante impresión, copia fotográfica o digital, microfilme, o en cualquier otra forma, sin el previo consentimiento por escrito de la International Association of Conciliar Theology, Madras (India) y de Editorial Verbo Divino.

ÍNDICE

Créditos

Gregor Taxacher: Dios, fuerza de oposición. Sobre la utilidad de una crítica de la razón apocalíptica

Anexos

Contenido de Concilium 356

Hille Haker, Andrés Torres Queiruga y Marie-Theres Wacker: Editorial

Foro teológico

Lucia Scherzberg y August H. Leugers-Scherzberg: El comienzo de la I Guerra Mundial y la teología católica en Alemania

John Pollard: «Masacre inútil». El papa Benedicto XV y la I Guerra Mundial

Ivo Banac: Reflexiones sobre las iglesias de los Balcanes y la Gran Guerra

Suscripción

Gregor Taxacher *

DIOS, FUERZA DE OPOSICIÓN

Sobre la utilidad de una crítica de la razón apocalíptica

En el presente antropozoico, en el que el modelo de progreso occidental amenaza la continuidad de la humanidad, se propaga una nueva sumisión al destino: ¿está todo biológicamente predeterminado y no hay ninguna salida? Frente a este espíritu del tiempo cobran nueva relevancia las categorías apocalípticas bíblicas: el tema del juicio nos afecta en nuestra libertad; el sorprendente dualismo nos coloca de nuevo en la situación ética. Una crítica de la razón apocalíptica nos permite interpretar su contenido sin sucumbir a la mitología, pero también nos impide sublimar sus imágenes en una abstracción apolítica y ahistórica. La apocalíptica significa hoy distanciarnos de un final del tiempo producido por los hombres y ganar tiempo para el advenimiento de Dios.

I. Cautivos del destino

Complejidad y monismo

Todo es infinitamente complejo en nuestro presente posmoderno, desde nuestra perspectiva europea noroccidental. Ya se trate de la guerra en Siria o del cambio climático, o de la crisis por endeudamiento en Grecia y en los Estados Unidos, o de la pobreza en África: si bien tienen fácil explicación, no tienen fácil solución. Quien cree tenerla es un ideólogo o un fundamentalista. Todo lo ve blanco o negro.

Pero donde todo es infinitamente complejo, fácilmente se hace indistinguible, insignificante o indiferente. Las explicaciones de la complejidad caen en una especie de monismo: todo se fundamenta en la naturaleza de la cosa, de las circunstancias, o en la naturaleza del ser humano, probablemente en los genes. Nuestro mundo hipercomplejo se convierte así en una noche en la que todos los gatos son pardos.

Somos poderosos como nunca; somos la civilización de la técnica; pertenecemos a las naciones occidentales industrializadas. Estamos informados como nunca, on-line, en tiempo real. Sin embargo, nuestro conocimiento sobre todo cae en un conocimiento de nuestra impotencia. «Descubre las posibilidades», nos dice la publicidad, o bien: «Siempre se puede hacer algo». Pero cuando llega la ocasión, decimos: eso no se puede hacer.

Nosotros vivimos en la aldea global. Todo está conectado con todo. Lo que comemos, lo que vestimos, lo que siempre usamos: todo lleva consigo las huellas de las conexiones de alcance mundial. Con todo ello llevamos literalmente a cuestas una responsabilidad universal con respecto a las relaciones sociales y ecológicas de nuestro mundo. Sin embargo, esta responsabilidad nos sobrepasa. Quien está implicado en todo, ya no es capaz de asumir una culpabilidad concreta. Tenemos la culpa de todo y de nada.

En el monismo de la complejidad, frente a nuestra omnipotencia impotente, nuestra responsabilidad susceptible de culpa se ha convertido precisamente en el Occidente posilustrado en un nuevo mito del destino. Vivimos cautivos del fatum posmoderno. Todo es trágico. En el sentimiento trágico del mundo nosotros mismos nos convertimos en espectadores. Nos experimentamos como héroes en enredos sin solución. Quizá, sacamos el máximo provecho de la situación, pero en realidad no podemos ejercer ninguna influencia en ella.

El extraño discurso del juicio

La fascinación con el mito del destino hace que el discurso bíblico sobre el juicio llegue a ser algo extraño, que ya no se escucha con gusto y sobre el que ni siquiera se predica. Preferimos, más bien, hablar del «Dios que ama», que nos acepta tal como somos —como si esto fuera la quintaesencia del Evangelio—. Ahora bien, resulta que la Biblia está llena de términos relativos al juicio, y no solo el «Antiguo» Testamento. Juan el Bautista abre el Nuevo Testamento hablando del juicio (Mt 3,7-12), y el Apocalipsis de otro Juan lo cierra con una terrible visión del mundo sometido al juicio final. El tono apocalíptico en el canon cristiano es mucho más que una mera música de acompañamiento. Sin embargo, las sectas y los fundamentalistas lo imitan de forma tan estridente y falsa, que a duras penas logra integrarse en el concierto clásico de la teología. Johanna Rahner hace la siguiente crítica en su escatología: la apocalíptica conduce siempre a un dualismo que no hace justicia a la voluntad salvífica universal de Dios. En el peor de los casos conduce a una condenación de los adversarios e incluso a la justificación de la violencia.

De hecho, no son equiparables el pensamiento histórico de la Biblia y su perspectiva universal de esperanza con la apocalíptica. Pero lo que no puedo entender es la perspectiva de una reconciliación universal, de una salvación para los pobres y para los ricos, para los opresores y los oprimidos, para los verdugos y sus víctimas. Desde el éxodo de Egipto hasta el cántico de María, el Magníficat (Lc 1,46-55), desde la predicación de un Amós hasta el sermón del monte de Jesús, con sus bienaventuranzas y sus malaventuranzas (Lc 6,21-26), desde el análisis histórico y moral de los deuteronomistas en los libros de los Reyes hasta el impopular Apocalipsis de Juan, no existe ninguna salvación en la Biblia que no se produzca mediante el juicio, ninguna reconciliación sin la aceptación de una función concreta en el camino de la cruz, ningún reinado de Dios ni ninguna nueva Jerusalén sin «destruir a los que destruyen la tierra» (Ap 11,18). Armonizar todo esto especulativamente antes de que sea oído, anunciado y soportado de forma concreta, es tarea propia de los falsos profetas, contra los que Jeremías se cargó el yugo (Jr 27); es vender «barata la gracia», como decía Bonhoeffer.

La apocalíptica canónica

Para poder mantener teológicamente hoy esta perspectiva bíblica sin rebajar los precios, se necesita, no obstante, una crítica de la razón apocalíptica. Esta crítica debe entenderse en el sentido en que utilizó el término Immanuel Kant: descubrir las categorías fundamentales de esta razón y aplicarlas creativamente a los problemas que se nos plantean. Y el término razón se explica por la tendencia teológica contradictoria, aún extendida, a considerar la apocalíptica como una compleja visión del mundo muy peculiar y extraña, y no como una de las maneras en que la Biblia, de forma razonable y, por consiguiente, reflexiva, relaciona entre sí las promesas de Dios y la marcha del mundo.

No obstante, el lado apocalíptico de la profecía bíblica está lleno de lenguaje mitológico y metafórico, y está vinculado en cada caso a un contexto específico: es un anuncio para una situación determinada. La aplicación de su contenido al recorrido de los fenómenos en el presente, sería, realmente, jugar arbitrariamente con el fuego. Pero, de igual modo, parece inadecuada la traducción de su lenguaje en enunciados escatológicos que no son nunca válidos, puesto que carecen de un contexto situacional y se dejan acomodar sin problemas al monismo de la complejidad posmoderna como su canonización religiosa. Por crítica de la razón apocalíptica entendemos un análisis de sus modos lógicos de funcionamiento en la confrontación de las promesas del Dios de Israel y de Jesús con las situaciones terribles del mundo y de la posición de los creyentes en ellas, y la transformación en nuestro tiempo de esta confrontación.

La supuestamente necesaria separación entre imágenes y afirmaciones teológicas no es de ninguna ayuda, puesto que lo que solamente se deja expresar en imágenes, porque supera todo cuanto alcanzamos a ver, lo perdemos al eliminarlas de la índole figurativa indicadora del discurso. Desde el punto de vista de la teología sistemática, probablemente no haya un teólogo que haya profundizado tanto y haya prestado tanta atención en su escatología como Friedrich-Wilhelm Marquardt. Él ha reconocido el hilo apocalíptico como un discurso bíblico relacionado con la historia, que también debe ser incluido en la teología sistemática aun teniendo en cuenta que es muy arriesgado.