El futuro es libre - Chögyam Trungpa - E-Book

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Chögyam Trungpa

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Beschreibung

El karma se ha convertido en un término popular en Occidente. A menudo se ha relacionado con ideas un tanto ingenuas o deterministas del renacimiento y la reencarnación, o se ha equiparado con concepciones de moralidad y culpabilidad. Chögyam Trungpa desentraña en este magistral texto este tema intrigante y malinterpretado. Para Trungpa, una buena comprensión del karma es una gran noticia, al mostrarnos que la liberación es posible y que el futuro nunca está predeterminado. Su original enfoque para presentar las enseñanzas budistas se presta a una visión profunda y perspicaz del karma, de sus causas y efectos, y de cómo cortar la raíz del propio karma.

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Chögyam Trungpa

El futuro es libre

Buen karma, mal karma y más allá del karma

Edición a cargo de Carolyn Rose Gimian

Traducción del inglés de Jordi Roig

Título original: THE FUTURE IS OPEN. Good Karma, Bad Karma and Beyond Karma by Chögyam Trungpa

Published in arrangement with Shambhala Publications, Inc.

© 2018 by Diana J. Mukpo

Prefacio © 2018 by Carolyn Rose Gimian

© de la edición en castellano:

2019 by Editorial Kairós, S.A.

www.editorialkairos.com

Ilustración del interior © 2016 Pema Namdol Thaye

Véanse las «Fuentes» como continuación de los créditos

© de la traducción del inglés al castellano: Jordi Roig

Revisión: Alicia Conde

Composición: Pablo Barrio

Diseño cubierta: Katrien Van Steen

Imagen cubierta © Leonid Tit

Primera edición en papel: Noviembre 2019

Primera edición en digital: Abril 2020

ISBN papel: 978-84-9988-715-9

ISBN epub: 978-84-9988-783-8

ISBN kindle: 978-84-9988-784-5

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

Sumario

IntroducciónPrefacioParte I: El nacimiento del karma1. El karma, la compasión y los tiempos oscuros2. Karma y renacimiento3. Acción volitiva4. Pasado presente y futuroParte II: La dolorosa realidad del samsara5. El karma, el ego y la naturalidad búdica6. La rueda de la vida7. El poder de los pensamientos parpadeantes8. La recreación perpetua del sufrimientoParte III: El futuro es libre9. La elección sin elección10. El camino de la meditación11. Cortar la raíz del samsara12. La coincidencia auspiciosaCoda: el karma en la vida cotidianaAgradecimientosFuentesLibros relacionados de Chögyam TrungpaAcerca del autor

Para Gonzo, Sam y Eli, con todo mi amor.

SUSAN CAIN

Introducción

El karma es como una partida de ajedrez. Tu posición en el tablero en este momento es el resultado de tus acciones pasadas. Pero lo que vayas a hacer en el próximo instante depende de la situación actual. La situación actual está influenciada en parte por el pasado. Si no, no nos encontraríamos aquí. Pero, al mismo tiempo, el presente también está influenciado por el futuro, que es espacio abierto y libertad.

CHÖGYAM TRUNGPA RINPOCHE

Prefacio

En las últimas décadas, la palabra karma, que proviene de las tradiciones hindú y budista, se ha convertido en un término común en el idioma inglés. Según el diccionario en línea Merriam-Webster, karma se encuentra entre el diez por ciento de las palabras más usadas en el idioma inglés.1 En Estados Unidos, hemos llegado a aceptar el karma como una idea con la que estamos familiarizados y que en gran medida comprendemos. Las concepciones del karma incluyen la idea de que el karma es algo similar al destino. También se concibe como el futuro impacto de las acciones que experimentará una persona en esta vida y que determinan las circunstancias de su renacimiento, o reencarnación, en la futura. El diccionario también lo define como «la fuerza creada por las acciones llevadas a cabo y que algunas personas creen que tiene como resultado la ocurrencia de cosas buenas o malas».2 Todo lo que va, vuelve.

En El futuro es libre: buen karma, mal karma y más allá del karma, Chögyam Trungpa explora las visiones populares del karma y desafía los conceptos erróneos fundamentales contenidos en nuestra comprensión de las doctrinas budistas del karma y el renacimiento. Sin embargo, su propósito no consiste de forma fundamental en explicar las cosas desde el punto de vista doctrinal. Más bien, como en todos sus libros y enseñanzas, el interés de Trungpa Rinpoche es presentar una visión del camino budista y de la práctica de la meditación que sea de verdad de ayuda para que las personas se despierten.

Parece bastante oportuno que este libro aparezca ahora, en 2018, dados lo que podríamos llamar «trastornos kármicos» que están ocurriendo en América y por todo del mundo. Muchas personas en Estados Unidos se sienten inquietas por la situación de caos político de la actualidad: «¿Por qué ahora? ¿Por qué nos está pasando esto?». O: «¿Cómo nos ha pasado esto?» y «¿qué podemos hacer al respecto?».

La contribución única que hace Chögyam Trungpa a la comprensión del karma es hablar de él como un camino para el despertar, si lo relacionamos con la meditación. Este autor identifica la práctica de la meditación como una herramienta que podemos emplear y que nos capacita para salir de la rueda de la esclavitud kármica y, por lo menos durante algunos instantes, dejar de crear karma futuro, ya sea bueno o malo. El pasado puede estar determinado por nuestras acciones previas, pero el siguiente momento –el futuro– es siempre un territorio inexplorado. De hecho, el futuro es libre.

Desde sus primeros días en la India, Europa y Norteamérica, Chögyam Trungpa reflexionó sobre las diferencias entre el pensamiento asiático y el occidental. Estudió la historia del pensamiento occidental, tanto en la Universidad de Oxford como por cuenta propia. Exploró y contempló la sociedad occidental y la mente occidental y cómo las enseñanzas budistas podían introducirse en Occidente como una enseñanza viva. Era muy consciente de la naturaleza secular de la sociedad occidental y veía a Occidente, y de hecho al mundo, como escenarios cada vez más materialistas. Así, sus enseñanzas abordan esa orientación, sin distorsionar los entendimientos fundamentales de la tradición budista.

Cuando Trungpa Rinpoche enseñó en Occidente, siempre presentó las enseñanzas budistas como un camino en el presente. A diferencia de la mayoría de los demás maestros budistas tibetanos, a menudo no identificaba de qué texto o escuela tibetana o india de pensamiento estaba extrayendo su material. Hablaba del dharma como una enseñanza viva –fresca, original y aplicable a Occidente– que las personas necesitan ahora.

Chögyam Trungpa no destacó el aspecto más determinista del karma –es decir, que las circunstancias de nuestra vida actual son un reflejo de nuestras acciones producidas en vidas pasadas–. En cambio, a menudo hablaba del renacimiento en términos de la muerte de cada momento. Así, la forma en que trabajamos con cada momento presente afectará al siguiente, que es el futuro inmediato. Una vez más, ese futuro siempre está abierto, aún no ha sucedido. A pesar de contar con una excelente formación y una educación completa desde un punto de vista tradicional, Chögyam Trungpa comprendió que los occidentales no iban a aceptar fácilmente la idea de que las personas nacen con problemas físicos y con otros desafíos de la vida simplemente por algo que hicieron en una vida pasada. Para las sociedades democráticas occidentales, esto tiene un aire de elitismo y se interpreta como un intento de mantener a las personas en su lugar. También puede distorsionar la opinión de que las personas pobres, enfermas o necesitadas merecen lo que reciben en la vida y no necesariamente merecen ayuda.

En la investigación que hice para este libro, escuché la cinta de audio de una charla sobre el karma que Rinpoche dio durante su primer año en Estados Unidos en un seminario sobre El precioso ornamento de la liberación, de Gampopa. En ese momento, su relación con sus estudiantes, que por aquel entonces solo sumaban centenares, era íntima y un tanto ocasional. Todos estaban enamorados de él, desde algún punto de vista, pero aún no habían desarrollado gran parte de la respetuosa distancia y la devoción que marcarían las épocas posteriores. Como resultado, pudo solicitar y recibir evaluaciones brutalmente honestas de sus presentaciones del buddhadharma, algo que le sería de gran ayuda para sus formulaciones de las enseñanzas budistas para los occidentales. Cuando comenzó a presentar las enseñanzas tradicionales de Gampopa en términos de eventos como los reinos del infierno, sus estudiantes rechazaron las representaciones tradicionales de la tortura y el tormento, descartándolas por considerarlas fantasiosas y alarmistas. Los estudiantes más cercanos y de mayor edad encabezaron la revuelta. No aceptaban nada de eso. Creo que experiencias como esta fueron una especie de educación para Rinpoche sobre cómo piensan los occidentales y también sobre cómo se comportan, a veces de manera deficiente. Creo que le dio que pensar. Nunca se apartó de la verdad, pero tales encuentros pueden haber ayudado a dar forma a un enfoque más psicológico de la verdad de los reinos y del karma, uno que comunicara con mayor eficacia a las audiencias occidentales.

En El futuro es libre, Chögyam Trungpa aborda el impacto que tiene el pasado sobre el presente de una manera práctica. No lo evita ni lo oculta, pero lo que de verdad le interesa no es cómo o por qué has llegado a este punto, sino cómo seguir adelante: cómo trabajar con lo que se te presenta en la vida.

Tampoco evita ni endulza las formas devastadoras en que creamos el sufrimiento a través de nuestros pensamientos y acciones. Él creía firmemente que las personas deben asumir la responsabilidad de sus acciones y de sus circunstancias en la vida. Sin embargo, no trata de reformar a las personas, sino de ayudar a que se alejen de todo el asunto, para que se bajen de la rueda de hámster que representan la acciones y las reacciones habituales.

La preocupación de Chögyam Trungpa siempre fue cómo ayudar a las personas y cómo ayudar al mundo; no era en absoluto una persona fatalista. Partiendo de la base de la existencia de un tremendo sufrimiento, se percató del potencial y de la necesidad de despertarse y trabajar para el beneficio de los demás. Esto hizo que al cabo de unos años presentara las enseñanzas Shambhala sobre la creación de una sociedad iluminada. Él mismo entró en la corriente kármica occidental a un nivel profundo para tratar de influir no solo en el presente, sino también en el futuro. Aunque esta obra no se centra en las enseñanzas Shambhala, hay muestras de este punto de vista en varios capítulos.

Trungpa Rinpoche creía que teníamos que empezar por la situación presente y ver las cosas como son, en lugar de cómo nos gustaría que fuesen. Bautizó la tendencia a evitar el sufrimiento y a buscar una versión samsárica de la felicidad como «materialismo espiritual», y la identificó como una fuerza poderosa y destructiva en el mundo de hoy. Hay material sustancial en el presente volumen acerca de las formas en que construimos vidas samsáricas, o confusas, y cómo el karma desempeña un papel en los reinos que habitamos, los diferentes «yoes» que construimos y el sufrimiento que nos infringimos a nosotros mismos y a los demás. Esto se acentúa especialmente en la segunda parte, «La dolorosa realidad del samsara».

En este libro, Chögyam Trungpa nos pinta vívidas imágenes de los patrones de sufrimiento, como los nidanas, que conforman nuestros patrones habituales y que a menudo dominan nuestras vidas. También analiza los pequeños movimientos intermitentes de la mente que dan lugar a la confusión, al ego y a la causa y el efecto kármicos. Trungpa Rinpoche identifica el pensamiento dualista en su conjunto como la causa principal del problema.

Ya sea que estemos examinando el nacimiento y desarrollo del ego o el nacimiento del karma, en esencia, estos dos elementos son como las hebras entrelazadas del hilo que compone el samsara. Tan pronto como aparece «nosotros» y «ellos», estás produciendo karma. Chögyam Trungpa reconoce que crear buen karma a través de realizar acciones virtuosas puede ser beneficioso y necesario, hasta cierto punto, pero señala una y otra vez que el verdadero problema es la dualidad básica entre el bien y el mal, y, según él, uno con el que podemos llegar a un acuerdo a través de la práctica de la meditación y también a través de la conciencia fundamental en nuestra vida diaria.

De manera frecuente y repetida en este volumen, él describe las virtudes de la práctica de la meditación y cómo podemos encontrar en los huecos de nuestras historias y de los diversos yoes que fabricamos tanto la cordura como la paz. Subraya el valor de la meditación sentada como una herramienta para observar nuestros patrones kármicos y la forma en que generamos emociones conflictivas y todo tipo de sufrimiento.

El futuro es libre es un libro compuesto con material proveniente de muchas fuentes. Se incluyen charlas inéditas impartidas a principios de la década de 1970. Cuatro capítulos de este libro están basados en material que fue presentado como un seminario sobre el karma en 1972. Anteriormente se había publicado material, incluyendo varios capítulos tomados del libro Liberación individual, el primer tomo del Tesoroprofundo del océano de Dharma. La sección de «Fuentes» en el paratexto final ofrece información adicional. Aunque he editado considerablemente gran parte de este material y he trabajado para suavizar las diferencias de tono y estilo de un capítulo a otro, el libro es como una tela hecha de retazos, obviamente cosidos juntos en lugar de ser una sola pieza.

El futuro es libre hace una aportación a la comprensión del karma, poniendo de relieve la trascendencia de la causa y el efecto kármicos mediante la meditación y la conciencia, que se consideran un camino para despertar. Para los practicantes de la meditación sentada, este enfoque del karma muestra el impacto más profundo de la meditación y en conjunto promueve el valor de «no hacer nada» adecuadamente. Describe de forma gráfica la rueda samsárica o confusa de la existencia en la que todos participamos y cómo la meditación puede ayudarnos a salir de este tiovivo que no resulta del todo divertido.

En conjunto, este libro puede abrirnos los ojos a los matices del karma y a la necesidad de profundizar en nuestros patrones y preconceptos habituales.

En este momento de profunda confusión, sufrimiento y caos en todo el mundo, que la sabiduría de este gran maestro de la meditación nos despierte a nuestros dilemas kármicos y nos ayude a liberarnos a nosotros y a todos los seres.

CAROLYN ROSE GIMIAN

17 de noviembre de 2017

Parte 1:El nacimiento del karma

1.El karma, la compasión y los tiempos oscuros

El concepto del karma es esencial para comprender las diferentes energías que se necesitan para funcionar y desarrollarse en la vida, para morir y nacer. Todos los procesos que tienen lugar en el universo dependen de la situación ambiental del karma. Se parece un poco a la atmósfera que el planeta necesita para funcionar, para que las cosas se desarrollen. Cuando hablamos de la situación kármica, nos referimos al sentido de relación individual con una situación dada, sea cual sea. Cualquier situación en particular está limitada por la causa y el efecto, depende de alguna causa y efecto.

La palabra sánscrita karma significa creación o acción. Básicamente, se refiere a la acción. La actividad búdica, o energía iluminada, se denomina karma. El patrón samsárico de confusión, la reacción en cadena de la confusión, también se conoce como karma. Así que, cuando hablamos de karma, nos estamos refiriendo a una forma de energía.

En el caso de la naturaleza samsárica de la confusión, el karma es aquello que se mueve de aquí para allá, y después de allá para aquí, psicológicamente hablando. En este sentido, es la energía que pega un brinco hacia afuera y después rebota hacia uno mismo. Cuando tenemos conciencia de «esto», por lo tanto, se tiene conciencia de «aquello». Se es consciente de que existe una cosa llamada «eso», por consiguiente la energía responde al emisor, que se encuentra «aquí». Esta es la definición de dualidad.

En este caso, hablamos de dualidad en el sentido de fijación, más que de una situación puramente dual. Estamos examinando la dualidad en el sentido de una neurosis de la fijación dualista. Esta fijación dualista es un proceso de acción. No puede descansar en un solo punto. Esta energía está llena de vibraciones relacionales, en vez de tratarse de una esencia pura. El punto de partida del karma en la situación confusa, la situación samsárica, es la dualidad, la situación de fijación dualista.

En la tradición budista, el proceso de cómo se desarrolla el karma es descrito por los doce nidanas, que son la volición en acción. Los nidanas se discutirán en profundidad en el capítulo 6. Para empezar, existe incertidumbre, confusión y desconcierto. A medida que el proceso crece y se desarrolla, se debe justificar también la inquietud y el desconcierto, y se busca un proceso continuo de evolución automático. En ese punto, la fijación de la dualidad empieza a desarrollarse como karma. Es la acción que incita a nociones fijas de la verdad, lo cual se convierte en la fuente del buen karma y el mal karma. Surgen como actitudes sanas y malsanas, en forma de selección y discriminación. Así que la discriminación básica se desarrolla en forma de «yo» y «mis proyecciones». En cierto modo, es un proceso bastante natural, en el que se tiene un sentido de «esto» como instigador de todo el proceso, como la base que se experimenta. Entonces la reacción natural, casi automática, es que «esta» situación está asegurada, atacada o entretenida por «eso». Así que podría decirse que la cualidad básica de la proyección o de la indulgencia en las proyecciones de la persona es la situación básica kármica.

Desde este punto de vista dualista, el buen karma es algo positivo, con el fin de mantener la fijación dualista. Y el mal karma es lo que amenaza la existencia de esta fijación básica. Desde este punto de vista, tanto el buen karma como el mal karma podrían ser considerados como producto de la dualidad.

El abhidharma,3 que incluye enseñanzas y textos sobre la psicología y la mente budistas, describe muchos estados diferentes, aparentemente positivos y negativos, que están en los skandhas, o las fases del ego.4 Tales estados consisten en tipos religiosos de impulsos o creaciones mentales, así como tipos samsáricos o domésticos5 de creación mental, y también procesos neutros. La situación kármica es, por lo tanto, un proceso psicológico, está basada puramente en una actitud psicológica. Mientras haya una fijación dualista implicada, de forma automática también habrá involucrada una situación kármica. Tratar de desarrollar la bondad y tratar de luchar contra la maldad en un sentido es lo más sensato que se puede hacer. La acción del buen karma es obviamente útil y nos ayuda a mantenernos. La acción del mal karma no es particularmente útil. Conduce a una mayor destrucción y a una mayor neurosis.

La comprensión del enfoque psicológico del karma es algo esencial. Podríamos pensar que la situación kármica está totalmente predestinada, todo el tiempo. La fijación dualista crea el impulso, o karma, al comienzo. Hay una situación impulsiva constante, un escenario de volubilidad. Hay chispas de impulso, destellos de dualidad, descargas de fijación dualista ocurriendo todo el tiempo. No en vano, también existen huecos en los que no se desarrolla una fijación dualista. Todo el proceso puede aparentar ser una continuidad, pero no puede decirse que sea una continuidad real, porque la continuidad aparente consiste en pequeñas partículas que componen la continuidad. Desde ese punto de vista, existe la posibilidad de trascender todas las situaciones kármicas si nos relacionamos con los huecos. En los huecos, el complejo psicológico dualista no persiste.

La confusión no puede existir sin el refuerzo de una mayor confusión. Por lo tanto, la confusión se refuerza de forma constante y las reacciones en cadena se establecen todo el tiempo. Si se produce una reacción en cadena, esto de forma automática implica que no tiene lugar un largo proceso, sino que se desencadena una explosión de átomos separados. Esto es una señal de que el grupo está formado por cosas independientes. La confusión es así. Se compone de momentos individuales de confusión, en lugar de ser una existencia continua que se prolonga durante un largo período de tiempo. Debido a la cualidad inconstante de la confusión, que crea su impulso, no es una cosa continua extensa y sólida como una tubería, sino que es como una cadena con cuentas, como un rosario. Puesto que cada momento tiene su propia existencia, cada uno tiene que mantenerse a sí mismo. Por lo tanto, una situación va a la búsqueda de la siguiente situación. Automáticamente, allí se producen vacíos en los que opera algo más que la confusión.

Si quieres hacer un dibujo, tienes que tener espacio para pintar la imagen; ese espacio es el lienzo o el papel. Esto es algo parecido. Hay un espacio básico en el que se produce la confusión. Una vez que se produce una explosión de confusión, también existe un hueco, que es la antiexplosión o la anticonfusión. Lo positivo y lo negativo son parte de la situación, por decirlo así. Así que siempre existe espacio, un hueco, en el que pueden funcionar la inspiración y la disciplina.

Además, el sentido del destino predestinado no se puede aplicar en este contexto, porque en verdad no existe tal cosa como la predestinación. El impulso de cada impulso psicológico es independiente. Puede parecer que se ha creado una situación grande y sólida, pero en realidad no es sólida. Por lo tanto, no podemos decir que el karma está predestinado a largo plazo. El karma solo puede existir en el momento presente. Podría rebotar a través de la memoria, del pasado, lo cual afecta al presente, pero el karma no se extiende más allá de la situación presente. Por lo tanto, hay posibilidades de practicar, disciplinarnos y desarrollarnos.

En relación con el karma, puede apreciarse claramente la acción hábil y la no-hábil. Si todo estuviera predestinado, no tendría sentido presentar un camino como tal. Si el camino está predestinado, todo lo que haces no es más que tu karma. Si asesinas a alguien a causa del odio o la ira, es una acción predestinada, así que nadie puede culparte. Si eres castigado, recibirás un castigo predestinado. Podrías seguir empleando este argumento ad eternum. En realidad, el concepto de karma en la tradición budista no es así de simple.

En la forma en que lo hemos estado explicando, el buen karma se refiere a la acción sensata, pero no pertenece en particular a la categoría de la práctica espiritual. Aunque desarrollar buen karma puede considerarse un hecho sensato, ciertamente no se refiere a la acción realizada con un estado despierto de la mente. La acción de la mente iluminada no está limitada por ninguna obligación kármica en absoluto.

El desarrollo de punya, o mérito, es otro procedimiento muy importante en la práctica espiritual. En las enseñanzas budistas se describen dos tipos de mérito. Existe el mérito físico, en el sentido de la situación psicofísica, que es un poco primitivo, y luego está el mérito jñana, el mérito de sabiduría. El mérito físico se basa en la generosidad, la paciencia, la disciplina y otras actividades, y genera buen karma. En realidad se basa en la imitación. Actúas como si tuvieras la realización absoluta. Es similar a lo que haces cuando empiezas a meditar. Nos sentamos como si estuviéramos meditando, pero en realidad nuestra mente deambula constantemente por todas partes. Te dices: «¡Tiene que ser una broma!», pero parece que no hay esperanza a menos que al principio nos tomemos el pelo, fingiendo que estamos meditando cuando nos sentamos. Necesitamos un peldaño; de lo contrario, resulta inútil. Todo el proceso de desarrollo del mérito psicofísico es un intento de desarrollar la disciplina u otras virtudes utilizando la neurosis o confusión existente como peldaño. Gracias a estos medios, trabajando con ese intento de mérito, el proceso de la mente comienza a desgastarse por sí misma. Consume sus juegos hasta que finalmente alcanza el punto de sabiduría, jñana. En ese nivel, el concepto de mérito ya no es aplicable.

Desde este punto de vista, el karma es como una partida de ajedrez. Dondequiera que te encuentres en el tablero en este momento, es resultado de tus acciones pasadas. Pero lo que vayas a hacer en el próximo momento depende de la situación actual. La situación actual está en parte influenciada por el pasado. Si no, no estaríamos aquí. Pero al mismo tiempo el presente también está influenciado por el futuro, que es espacio abierto y libertad.

Por ejemplo, si vas a un concierto, no puedes ignorar que estás ahí sentado viendo la actuación. Eso depende de tus acciones pasadas, pero si tomas la decisión de no sentarte ahí, puedes irte. Tienes la libertad de hacerlo. Existe un espacio abierto, todo el tiempo. Es muy importante darse cuenta de la distinción entre estar completamente controlado por la fuerza kármica y tener libre albedrío. La elección tiene un papel muy importante.

Sucede exactamente lo mismo en nuestra práctica de meditación. Uno tiene que disciplinarse a sí mismo usando el mérito psicofísico de invitarse a sentarse y meditar. Pero luego depende puramente de ti si prosigues con la práctica o si decides dejar de meditar. El espacio en el que la meditación tiene lugar no está bajo control. No es una situación obligatoria. Cuanto más sentimos que la práctica no es obligatoria, más reconocemos que es una expresión de libertad, de independencia. Desde este punto de vista, cualquier práctica espiritual que trascienda la fijación dualista del materialismo espiritual –es decir, el intento de usar la práctica espiritual para reforzar el ego y el territorio personal– es una forma de escapar de la esclavitud kármica.