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Los textos de este libro van entre los años 1965 y 1979, ellos dan cuenta de un conjunto de preocupaciones desarrolladas en el seno de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile (FAU) sobre distintas materias habitacionales.
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Seitenzahl: 370
© LOM ediciones Primera edición, junio 2023 Impreso en 1000 ejemplares ISBN Impreso: 978-956-00-1700-0 ISBN Digital: 9789560017550 RPI: 2023-a-5395 Imagen de portada: Carlos Martner, Vivienda dinámica, 1971, p. 40. Edición y maquetación LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago Teléfono: (56–2) 2860 [email protected] | www.lom.cl Diseño de Colección: Estelí Slachevsky Aguilera Tipografía: Karmina Impreso en los talleres de gráfica LOM Miguel de Atero 2888, Quinta Normal Santiago de Chile
Debo expresar mi agradecimiento a una pléyade de personas que hicieron posible la publicación de este libro, en que se reúne una selección de documentos de trabajo escritos en el marco de mi labor como docente e investigador en el Instituto de Vivienda Urbanismo y Planeación IVUPLAN y, ulteriormente, en el Departamento de Planificación Urbano-Regional DEPUR y el Instituto de Urbanismo, en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
Entre estas personas, debo destacar, en primer término, la labor de la arquitecta Dra. Beatriz Navarrete, quien agenció frente a la editorial LOM, en pleno tiempo pandémico, el desarrollo de la presente publicación. Así mismo debo agradecer al arquitecto Dr. José Solís, por hacerse cargo de la presentación de este libro, en que despliega el trasfondo ensayístico de mis escritos. Finalmente agradezco a la Dra. Mónica Bustos por el reflexivo posfacio con el que se complementa el cuerpo de este texto.
Beatriz Navarrete *
Este libro ha sido concebido e impulsado por el deseo de realizar un justo reconocimiento al trabajo realizado por el arquitecto urbanista Alfonso Raposo a lo largo de su vida. Hemos observado cómo siendo profesor e investigador ha inspirado a varias generaciones a seguir sus pasos, contribuyendo al estudio transdisciplinar del tema habitacional.
Los seis ensayos que forman parte de este libro fueron publicados originalmente entre los años 1965 y 1979 como documentos internos para la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile. Ellos dan cuenta de un espacio de tiempo dedicado a agudas reflexiones y propuestas para el tema central de la disciplina de la arquitectura, la vivienda.
Frente a las publicaciones proporcionadas por el autor, hemos decidido transcribir los textos y conservar los gráficos e imágenes que forman parte de los escritos, las que han sido incorporadas a este nuevo formato a través de su digitalización. Los cuadros estadísticos en su mayoría fueron reelaborados y reajustados de tamaño para adaptarlos al formato de la colección. Hemos mantenido el término arquitecto en su acepción masculina utilizada en los textos originales, entendiendo que en la época en que fueron escritos se utilizaba como denominación genérica para mujeres y hombres.
El habitante y su vivienda, la treceava publicación de la Colección Lom Arquitectura, viene a consolidar una de nuestras propuestas como Comité editorial, la de visibilizar textos y documentos canónicos de la enseñanza de la arquitectura en Chile, aquellos que por diversas razones han dejado de circular por las Escuelas de Arquitectura. Nuestra pretensión también es que el público interesado en la historia de nuestras ciudades pueda acceder y conocer estos documentos, tanto por su valor histórico como por formar parte de la memoria colectiva de nuestra cultura.
Agradezco al profesor Raposo la confianza depositada en mi trabajo como editora de este libro. También un especial agradecimiento a Martita, su compañera de vida, y a Alejandra su hija, quienes me acogieron en su hogar durante el proceso de edición. Gracias a Cecilia Martner, por colaborar para que el trabajo realizado por su padre, en conjunto con el autor de este libro, pudiese formar parte de esta edición.
* Arquitecta y Dra. en Filosofía c/m en Estética y Teoría del Arte por la U. de Chile. Magíster U. Politécnica de Cataluña, España. Diplomada en Ediciones y Publicaciones por la Facultad de Letras de la U. Católica de Chile. Integrante Comité Editorial Lom Arquitectura. Fundadora de los Encuentros Nacionales de Teoría e Historia de la Arquitectura (2014-2019).
Alfonso Raposo Moyano
Dicho muy escuetamente, las reflexiones que aquí se expresan se basan en la presunción de que es posible advertir, a través de los textos, la trabazón entre el pensamiento de una época y sus expresiones discursivas. Dando un paso más con «botas de siete leguas», es posible afirmar que tal trabazón podría conceptualizarse, para algunos textos, como pertinencia o consonancia con significaciones derivadas de acontecimientos que orientaron o marcaron el cambio social en distintos momentos del pasado. Leer estas expresiones en el presente y comprenderlas requiere hacerlo, entonces, disponiendo de algunas claves de lectura que permitieran divisar al menos algunos rasgos históricos (o de historicidad) que pudiesen operar como planos de referencia o telones de fondo, para situar los textos y ofrecer elementos de apertura a su lectura y literancia del lector. En términos básicos, podríamos pensar en tres planos de referencia generales: el que más espontáneamente surge como inicio en la mente del lector es el de la base de la materia temática de que tratan los textos, lo que se expresa literalmente en la pregunta: ¿de qué se trata? Otro es el concerniente al contexto de posiciones institucionales constitutivas del entorno de pensamiento en que se situó el autor, su sincronía: ¿Cuándo y dónde? El tercero tiene más bien un carácter subyacente y latente, el de sus significados con respecto al presente y su contexto de acontecimientos en desarrollo, es decir con respecto al acto lector leyente y el personalísimo escenario de reverberaciones diacrónicas con que lo hace. Teniendo como referencia el conjunto de los textos contenidos en el presente libro, intentaremos a continuación un recorrido «a vuelo de pájaro» sobre los planos mencionados. Para los lectores que prefieran prescindir de este recorrido, conviene dejar dicho, a título de síntesis, que los textos en comento parecen constituir: un cuerpo de material del pasado, con vocación historiográfica que se considera útil para situar aspectos analíticos de las acciones con que nuestras gobernanzas operan para atender las preocupaciones colectivas de hoy. En el caso de estos documentos, los generados por las formas de producción y desarrollo del espacio territorial urbano de nuestras ciudades principales, y por los crecientes problemas del habitar que han históricamente gravitado sobre la vida de sus habitantes.
Posiblemente estas preguntas surjan porque, en el presente caso, los textos aquí reunidos no cuentan con coordenadas literarias habituales que permitirían dar por evidente el sentido de la interacción social comunicativa entre autor y lector, tanto en sus posibilidades sincrónicas como diacrónicas. Esta consideración hay también que extenderla, complementariamente, a la intención que guió la proposición de estos textos para constituirlos como comunicación a las comunidades interpretativas de lectores a que preferentemente se dirige. Surge así la conveniencia de apoyar una breve pre-comprensión de lo que se presenta en el presente libro.
Se trata, por una parte, de un cuerpo de documentos escritos hace ya casi medio siglo, por un mismo autor, desde un quehacer situado en el ámbito intrainstitucional de un Centro de Estudios universitario. Expresan por consiguiente la vectorialidad del desempeño de una particular comunidad académica constituida, para más señas, en una Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Por otra parte, hay que añadir a estas señas, otras que permitan situar la generación de estos textos en su contexto histórico que hoy ya cuenta con una sólida historización que alimenta un historizar actual en pleno desarrollo. Se trata de un contexto epocal, situado en un lapso histórico nacional de acontecimientos que condujeron al desarrollo de profundas y dolorosas rupturas societales, cuyos recuerdos y consecuencias se prolongan hasta hoy en nuestro país, como presencias y persistencia gravitando sobre los acontecimientos que nos toca vivir.
Estas consideraciones abren ya un primer ámbito de criterios de relevancia para orientar un pre-análisis de la conjunción de los textos aquí reunidos. En términos de socio-génesis, habría que indicar que estos surgieron, desde el seno de la reflexión académica universitaria, con el carácter de breves «ensayos», conformados tan sólo un paso más allá de los «borradores de discusión» y «documentos de trabajo». Constituyen así los primeros registros de formalizaciones enunciativas de las indagaciones de información y de razonamiento argumentativo- explicativo, orientados principalmente a propósitos de consideración crítica en el marco de la docencia de ese entonces. Dan cuenta, por tanto, de una manera de mirar, pensar y expresar lo que una comunidad interpretativa académica, genera como resultado del seleccionar lo que se leía y observaba como hechos significativos de su tiempo.
Con lo expresado sucintamente hasta aquí, podemos ya indicar que los textos aquí reunidos, escritos en la década de los sesenta y el primer año de los años setenta, pre Golpe, se generaron principalmente en el Instituto de Vivienda y Urbanismo y Planeación IVUPLAN, y posteriormente en el Departamento de Estudios y Planificación Urbano-Regional, de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile. Con estas señas más específicas puede entonces considerarse las enunciaciones de estos textos como posicionamientos con domicilio epistémico, constituido en el ámbito fronterizo transdisciplinar de la Arquitectura y el Urbanismo, y que, como se verá al leerlos, que desde este domicilio se visita también, con intención transdisciplinar, otras zonas epistemológicas nativas en que campeaban las ciencias políticas y de administración pública, preocupadas de las conformaciones gubernamentales del accionar del estado nación. Considero que por estas peculiaridades de contexto puede otorgárseles, a pesar de las limitaciones que pueda observarse como obraje escritural, algunas prerrogativas de crédito, en cuanto indicios de cómo el «estado de cosas» en el marco de políticas públicas, que organizaban en aquellos tiempos el quehacer del Estado, gravitaba sobre la deriva de la docencia y los aprendizajes académicos de una determinada formación profesional.
Por entonces, los basamentos epistémicos de la disciplina arquitectónica en la academia no se encontraban suficientemente desarrollados para comprender la complejidad de lo que estaba sucediendo en el país y sus posibles consecuencias sobre la vida nacional y, correlativamente, sobre nuestros campos de conocimiento, acción y creación. Las comunidades académicas de la Facultad de Arquitectura de la U. de Chile no contaban entonces con entramados epistémicos conceptuales y metodológicos interdisciplinarios para hacerlo. Hubo entonces que aventurarse a construirlos exploratoriamente con apoyo de otros exploradores académicos de las ciencias sociales, compartiendo una ruta de reflexión académica atenta y sensible a valores de significación. Considero que este «contexto» se expresa en los «textos» aquí reunidos y en ello reside su posible relevancia en el presente actual. Focalicemos a continuación más detenidamente la atención en este «hoy» de la idea de reunir y conformar este cuerpo de textos constituidos como libro.
Luego de lo explicado respecto a la naturaleza de su gestación, debe quedar claro que, como alguna vez señaló Deleuze, el sujeto de la autoría desaparece tras el sentido y aventura exploradora de su originación. Despejado este aspecto, preguntemos: ¿cuál sería el entramado de razones donde trazar el sentido de su actualidad? ¿Cuál es la lógica que le otorga a esta idea sentido editorial en el presente? Considero aquí que conviene hacer extensiva a ambas preguntas la explicación de las razones del impulso reciente que llevó a presentarlos a la consideración de posibles acciones comunicativas de orden editorial.
Dicho muy escuetamente. Ha de quedar dicho, desde ya, que no hay en los textos nada que permita situarlos en alguna ruta conducente al plano complejo de la originalidad del pensamiento innovativo o su articulación con alguna conceptualización yacente en su epistemología profunda. Las enunciaciones de los textos surgieron tan sólo en el plano de la doxa de la cotidianidad universitaria, recurriendo sólo a las posibilidades que puede brindar el buen sentido y exponiéndose a los tropiezos con las raíces del simplismo.
En la tarea ciudadana de comprender «lo real de la realidad» que vivimos y divisar las vectorialidades de los acontecimientos que se desarrollan en nuestros entornos de actualidad, un instrumental preliminar al cual recurrir es la comparación de los hechos del presente con los del pasado a través de sus respectivos indicios pertinentes. Seleccionamos textos que son interpretaciones del presente e interpretaciones de pasado, los relacionamos y obtenemos nuestras propias conclusiones interpretativas. Así podemos ingresar en la deriva de interpretaciones más complejas sobre el relativismo recíproco de nuestro pensamiento sobre lo que sucede hoy con respecto a lo que sucedió en el pasado, lo que por cierto nos lleva a pensar historiográficamente en textos y sus posibilidades de relevancia proto-histórica. Se trata entonces de que resulta visible, en los textos aquí reunidos la posibilidad de servir de insumo para esa historiografía, y para lectores que suelen reflexionar sobre esas fronteras liminares en que inicia el trabajo historizador.
Mirando hoy hacia lo que sucede en nuestro presente, concuerdo con las interpretaciones que perciben, en la actualidad, el desarrollo de una creciente evanescencia de las razones gubernamentales con que se constituía, en el pasado, el accionar de las políticas públicas, para la consecución del desarrollo del bien común en nuestro país y otros países. El desarrollo de la docencia académica para la formación profesional siempre había vivido atento a esas visualidades que adquiere la atención ciudadana en nuestra cultura. En la poética de la cotidianeidad con que Violeta Parra solía expresarse puede advertirse nítidamente la vectorialidad de la idea:
Me gustan los estudiantes porque son la sabrosuradel pan que saldrá del horno con toda su sabrosurapara la boca del pobre que come con amargura.1
Como sabemos, junto al desvanecimiento de los supuestos culturales y axiológicos que otorgaban el sentido y sabrosura de esta idea, se desarrollan también hoy, paralelamente, como un virtual correlato, otras percepciones, que advierten la ilación de un expansivo proceso de naturalización del accionar de los mercados y del lucro como proceder que ordena el conjunto del pensar y accionar de la sociedad y su cotidianidad.
Los estudiantes universitarios y sus familias estarían hoy entonces encaminándose no tanto por rutas de saber consciente, comprehensivo y crítico de las prácticas organizadas para la consecución del bien común en la vida societal, sino, según innumerables fuentes actuales, estarían realizando inversiones para lograr capital cognitivo y competencias pertinentes, destinadas a constituir desempeños competitivos requeridos, en el marco de la empleabilidad y competitividad del emprendimiento empresarial privado, operando en el marco de una economía regida por lógicas de mercado, bajo condiciones de libre concurrencia.
A este escenario general habría que superponer otro, en que se está configurando el surgimiento de profundas grietas, resultantes de procesos desintegradores que han estado operando en la mayor parte de las esferas institucionales vitales de la vida social. Suponíamos que nuestra cultura institucional se encontraba protegida por las axiologías declaradas como constitutivas de nuestra convivencia nacional. Sabemos hoy claramente que mucho de tales suposiciones, incluyendo las expresadas como derechos humanos, eran ilusorias. Cabe aquí señalar que lo anterior acontece junto a la creciente visualización ciudadana de la profundización factual de los abismos de brechas sociales y sus impactos sobre la entereza misma del sentido existencial de la vida social en que se desenvuelve la propia condición humana.
Frente a estos telones de fondo cabe advertir, no obstante, en el plano del debate sobre lo gubernamental del presente y su futuro próximo, el emerger de impulsos que aún se empeñan en la posibilidad de revitalizar algunas de las políticas públicas preexistentes heredadas, aún no desguazadas, que permanecen estacionadas en los patios traseros, y readaptarlas como disponibilidades para su uso social actual. Por cierto, éstas están en gran medida inertes, porque surgieron dentro de un contexto normativo paralizador, que otorgó tan sólo débiles recursos efectivos para cuidar, mediantes sedosas y efímeras texturas penales, la integridad de los bienes jurídicos que se declaraba proteger.
Lo pertinente a considerar aquí de estos actuales impulsos es que, no obstante la idea vigente prevaleciente de gobierno, organizada con fe fundamentalista, en la «mano invisible» del mercado como fuerza motriz para la consecución factual del «desarrollo» del país, es que, desde la propia esfera política de gobernanza actual, comienzan a emerger miradas hacia los sectores de políticas gubernamentales del pasado, aquellas que emergieron probando lineamientos programáticos para dar cauce a los deseos y aspiraciones y movilizaciones colectivas, constituidos como «horizontes de esperanza» hacia los cuales se dirigían y movilizaban las formas de acción de las grandes masas ciudadanas populares de aquellos entonces. De estos ya lejanos horizontes, uno de los que más han adquirido notoriedad actual es el que se conformó en la década de los sesenta con respecto a las formas de producción del espacio territorial urbano y sus expresiones de habitabilidad, asociadas al ordenamiento de la vida cotidiana de las comunidades locales de nuestras ciudades. En ello han incidido ciertamente las consecuencias que han originado sostenidamente, bajo la forma de «externalidades negativas» y «daños colaterales», la intensidad y magnitud desenfrenadas del ímpetu neoliberal, asociado al desarrollo de la gran empresa inmobiliaria que domina hoy el conjunto del proceso de producción del espacio territorial urbano metropolitano en nuestras ciudades, generando lo que virtualmente Raquel Rolnik (2017) ha denominado «la guerra de los lugares», para referirse a «la colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas»2. En especial porque se trata de un proceso que ha operado oportunistamente apropiándose de toda la plusvalía que históricamente se ha ido constituyendo como valores de preexistentes estructurales de las centralidades de la ciudad, forjada en el pasado, por la acción pública y la vida ciudadana. Cuando el uso de la palabra «guerra» resulta difícil de interpretar como un eufemismo y se trata de una situación real subyacente en el territorio de la competitividad que, sabemos, no puede resolverse en el cuadro normativo de operaciones de mercado y deja de ser útil como como fuerza motriz del sistema económico. Tal es el caso de las depredadoras «guerras comerciales intestinas», que se expresan en la creciente «judicialización» de los intercambios en la vida económica, regidas en lo real por las tácticas de despojo de la guerra fría, que operan frecuentemente encubiertas tras acuerdos que se trasladan nominativamente para su blanqueo, la mayoría de las veces, en los campos de batalla de los denominados tribunales de justicia.
Importantes asuntos no zanjados en materias vitales para conformar los horizontes de esperanza (aspiraciones plausibles colectivas de bien común) sobre el desarrollo de la calidad de la vida cotidiana en las ciudades, en torno a las cuales se generaron en el pasado aprendizajes sociales y movilizaciones colectivas reivindicativas, parecen haber sobrevivido subyacentemente en su significado y sentido cultural, en estado de latencia, a pesar del prolongado y brutal castigo de terror ejercido ulteriormente desde el Estado sobre las ciudadanías de entonces. A partir de su latencia, parecen haber reaparecido como persistencias aspiracionales del pasado, haciéndose presentes en las esferas de acción del pensamiento gubernamental de hoy, bajo el creciente influjo de la conflictividad que tiñe hoy la calidad de vida de las ciudades, tanto desde la perspectiva de los asuntos de que ocuparon las antiguas Políticas de Vivienda Social como las de las Políticas de Desarrollo Urbano. Es en este contexto que se ha considerado útil traer a cuento, para consideraciones de comunicación editorial, en calidad de elementos de historicidad, reflexiones del siglo pasado sobre estas materias. Estas pueden permitir divisar, en el antaño, el estado de las tareas de políticas públicas gubernamentales que estuvieron entonces en desarrollo y discernir cuánto de este interés es táctica política de guerra fría o sensibilidad humanista emergente en el comportamiento con que estarían operando hoy los agentes políticos.
Borreguero Zuloaga, Margarita (2018). De la gramática del texto a la textología semiótica: aproximaciones al proceso de interpretación textual. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. Facultad de Filología, Departamento de filología española. Madrid <http://eprints.ucm.es/47716/1/T28235.pdf>.
Craia. Eladio C. P. (2013). Lo que nos fuerza a ser: Deleuze y la subjetividad. En EIKASIA Revista de filosofía. Org. P. 149-158. <http://www.revistadefilosofia.org/50-13.pdf>.
Lozano P. Jesús. (2014). El amor es el límite. Reflexiones sobre el cristianismo hermenéutico de G. Vátimo. Introducción de Teresa Oñate. (En el nombre de Dios). Editorial Dykinson, S.I Madrid.
Rojas Osorio, Carlos (2016). Dos Autocríticas de Foucault a las palabras y las cosas. En Dorsal Revista de Estudios Foucaultianos. N°1, diciembre 2016, 23-36. DOI: 10.5281 <http://www.revistas.cenaltes.cl/index.php/dorsal] https://zenodo.org/record/195130#.Wz5YhPl97cc>.
Tiramont, Guillermina (2005). La escuela en la encrucijada del cambio epocal.En: Educ. Soc., Campinas, vol. 26, n. 92, p. 889-910, Especial - Out. 2005 907 <http://www.cedes.unicamp.br http://www.scielo.br/pdf/es/v26n92/v26n92a09.pdf>.
1 Extracto de poema de Violeta Parra «Me gustan los estudiantes». Cauce. 1965.
2Rolnik, R. La guerra de los lugares. La colonización de la tierra y la vivienda en la era de las finanzas. Santiago: LOM, 2017.
José Solís Opazo*
El giro copernicano de la visión histórica es este: se consideró que el punto fijo era lo sido y se vio al presente empeñado en dirigir el conocimiento, por tanteos, a esta fijeza. Ahora debe invertirse esta relación, y volverse lo sido inversión (Umschlag) dialéctica, ocurrencia invasora (Einfall) de la conciencia despertada. La política obtiene el primado por sobre la historia. Los hechos se convierten en algo que acaba de salirnos al paso; establecerlos es el asunto del recuerdo.
Walter Benjamin
Libro de los pasajes [K 1, 2]
Con una data de entre casi 60 y 40 años desde su factura, los textos que el profesor Alfonso Raposo ha seleccionado para esta compilación, no dejan de interpelarnos sobre el sentido y pertinencia de publicarlos «hoy» bajo la figura de un libro. Si no queremos caer en la simple tentación de justificar su necesidad celebrando laudatoriamente a su autor, resulta completamente necesario mantenernos en vilo frente a esa interpelación, que no es otra que la conflictividad que el propio presente nos demanda. Cuál es la textura de esta conflictividad y, sobre todo, en qué consiste este presente que nos embiste con tanta premura, podrían ser las coordenadas para desentrañar la pregunta que la publicación de este libro nos propone.
Por ello, una simple apología ad verecundiam de estos escritos solo podrá ser sorteada si el contenido y su creador son ponderados según el carácter decisivo que la actualidad nos dicta. Será entonces el peso de esta pertinencia epocal quien verdaderamente infiltra la textura íntima de su escritura, su ordenamiento y, sobre todo, el temple que los recorre de un extremo a otro.
Sólo un presente incierto y desarreglado como el que atravesamos parece el criterio más justo para destilar la comprensión que ellos se merecen, como si ésta hubiese permanecido todos estos años a la espera del momento preciso para su recepción. Para la academia, esta estrategia de lectura podría parecer algo completamente fuera de lugar, más aún si reparamos en el celo metódico con que protege su afán totalizante. Porque su principal negocio es el saber, lo único que cabría para ella es administrar el sentido de estos discursos mediante una rigurosa contextualización de los problemas planteados, aclarando tanto su jerga conceptual como las motivaciones que los aquejan para finalmente emplazarlos, con la mayor precisión, en el devenir ininterrumpido de la teorización sobre la vivienda. Es a esta historia monumental de la disciplina universitaria a la cual deberá quedar comprometida toda correcta interpretación académica.
Si bien el contexto productivo que dio origen a estos textos fue el Instituto de Vivienda y Urbanismo y Planeación IVUPLAN y posteriormente el Departamento de Estudios y Planificación Urbano Regionales –ambos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile–, el asunto que ellos destilan va más allá de los intrincados meandros del conocimiento académico. Como bien lo destaca el profesor Raposo en el Prefacio de este libro, por tratarse de prolongaciones de documentos previos de discusión y de trabajo, estos escritos no tuvieron más remedio que adquirir la estrategia exploratoria del ensayo, destinados a enfrentar la insuficiencia de marcos interdisciplinares que aquejaba a las comunidades académicas de aquel entonces. Este esfuerzo se vuelve aún más relevante considerando el restringido espacio que actualmente le queda a la ensayística ante el intensivo formateo de la escritura académica que, para alcanzar la credencial de cientificidad, ha debido someterse a la homogeneizadora cultura del paper. Esta obsesión retórica revela que la figura contemporánea del saber nunca ha dejado de ser enciclopédica, donde su tradicional afán clasificatorio hoy se revela a través de la tediosa banalidad de los informes de «estados del arte». Lo que a primera vista parece ser erudición, no es más que la obligación que el autor debe cumplir para demostrar la originalidad de su producto frente el stock discursivo que lo antecede. A pesar de sus evidentes diferencias, el enciclopedismo posmoderno mantiene incólume su pulsión de gestionar el saber, aunque sin la pretensión emancipatoria que demandaba su versión ilustrada, pues las actuales transnacionales de índices buscan únicamente promocionar sus rankings para alcanzar la ansiada hegemonía corporativa.
Por lo mismo, tanto la impronta ensayística de estos escritos como la manera en que aquí son reunidos, exceden completamente este modo de gestión epistemológica, puesto que no aspiran a proporcionar ningún conocimiento en el sentido que le atribuye el capitalismo cognitivo, sino a perseguir algo más inesperado, frágil y escurridizo, aunque no por ello menos potente y decisivo: la comprensión del presente.
Si la forma enciclopédica del saber –ya sea ilustrada o posmoderna– es la de un territorio autocontenido e invariable en su expansión permanente, la figura compilatoria que estos textos dibujan es, por el contrario, la de una constelación. La propia naturaleza ensayística que ellos poseen así lo exige. En efecto, tanto la soltura exploratoria como el ánimo prospectivo que los inspira permiten realizar una selección y un ensamble que sólo la mirada presente de su autor es capaz de conceder. En otras palabras, lo relevante de estos textos es menos su contenido informativo que la manera en que su autor los concibe y organiza hoy en día para interrogar a nuestra actualidad.
Como sabemos, una constelación no es una figura objetiva que reúne a un conjunto de astros que pueda ser trazada desde cualquier punto de vista. Por el contrario, su configuración depende siempre de la posición específica de su observador. En este sentido, no hay constelación sin un sujeto constelador, sin la perspectiva situada de su mirada. Dependiendo de las distancias que posean respecto de aquel, podrán figurar los cuerpos celestes que incluso han desaparecido, permaneciendo aún presentes en sus pupilas. Por ello, se trata de una imagen que no sólo permite la orientación del viajero, sino también la de esbozar la impronta que el pasado deja en el presente de su observar, escondiendo la clave que compromete su destino. Más que una contribución temática al acervo del «problema de la vivienda», lo que Raposo nos invita mediante esta constelación es a comprender el modo en que el saber universitario de la época intentaba definirlo urgentemente como un problema. En otras palabras, no se trata de un insumo que ahora pueda integrarse como un elemento más a un campo problemático previamente constituido, sino más bien el testimonio de los obstáculos que hubo que enfrentar para constituir dicho campo. Es precisamente esa indefinición problemática la que en parte explica el carácter de su escritura: ante las dificultades que implicaba la indigencia interdisciplinaria de entonces, no había otra alternativa que maniobrar a campo traviesa mediante la destreza experimental del ensayo. Si bien el riesgo de extraviarse era muy alto, también estaba la oportunidad de acuñar las intuiciones más potentes, la más reveladoras, aquellas que fueran capaces de preparar el terreno para nuevas expediciones. Aunque corresponden a períodos diferentes, atravesando el Golpe y ubicándose antes y después de este ominoso umbral, el sentido de cada uno de estos textos adquiere mayor nitidez mediante su conjugación constelada, incluso más de lo que cada uno de ellos estaría dispuesto a donar por separado. Tratemos, pues, de averiguar con más detalle cuáles son las líneas maestras que sostienen la imagen de esta constelación textual, así como la manera en que afirman su actual pertinencia.
Por lo pronto, es posible reconocer dos grandes ejes cuya particularidad es la de fugarse en direcciones contrarias, como si se tratase de fuerzas antagónicas interesadas en dominar y someter a su contrincante. Visto así, la pertinencia de esta imagen puede ser, o bien histórica, o bien política. Según la dirección que se escoja seguir, el presente para el cual ella resulta pertinente será completamente distinto al otro, por no decir opuesto. Si seguimos la dirección histórica, el constelador entenderá su tarea de publicación bajo la idea de que estos textos representan los vestigios inaugurales de un campo problemático hoy completamente constituido y aclarado. A esto nos referíamos con el valor enciclopédico aludido más arriba: junto con administrar la innovación discursiva, el saber enciclopédico también debe movilizar su vocación historiográfica alumbrando el pasado en busca de los rastros que justifiquen su legitimidad actual. Si, por el contrario, la pertinencia se organiza en torno a lo político, se debe a que el constelador concibe su presente como el lugar de un desarreglo fundamental, como el retorno de una discontinuidad que nos comunica con una tarea que antaño fue vislumbrada como urgente y excesiva, ante lo cual la constelación de textos emerge como la comparecencia de un pasado truncado, extraño al empeño del presente por asegurar la continuidad de su hegemonía. Para decirlo rápidamente: la pertinencia actual de esta publicación, o bien reivindica el valor documental que la academia les otorga a estos textos para reafirmar la continuidad de su historia, o bien responde a la urgencia política de la actualidad que reconoce en ellos la dificultad que el pensamiento advierte cuando intenta encaminarse a través de una contingencia intolerable e incomprensible. Mientras a la primera opción se arrima a la autosuficiente y tediosa comodidad epistemológica de los papers, a la segunda se adhiere el riesgo vertiginoso del ensayo.
Tal como lo declara explícitamente el autor en el Prefacio, tras recalcar «la tarea ciudadana de comprender ‘lo real de la realidad’ que vivimos en nuestros entornos de actualidad», nuestra hipótesis es que su posición obedece a esta última dirección, donde el interéshistórico debe quedar subordinado a la tarea política de comprender un presente que se ha tornado inabordable, de la misma manera en que lo fue en su momento para estos escritos. Es como si la perplejidad que antaño estimuló esta apuesta ensayística hoy retornara súbitamente con la misma premura, luego de permanecer acallada todos estos años bajo la tranquilizadora escena académica de la democracia de los consensos. Esa es la sensación que ahora nos embarga la lectura de estos textos: nada sustancial ha ocurrido entre ese pasado y nuestra actual indigencia o, mejor dicho, todo ha ocurrido sin que nada de lo que ellos un día problematizaron haya alcanzado, hasta el momento, alguna efectividad real, no por algún error de perspectiva, sino por una flagrante ausencia de voluntad política de quienes debieron tomar las decisiones de cambio. De este modo, el pasado retorna como aquello que quiso, pero no pudo ser, excediendo así la mesura enciclopédica de los saberes consensuados, interrumpiendo el espejismo de continuidad y progreso con que la academia y el Estado han sostenido una legitimidad hoy en día altamente cuestionada.
A esto se refiere precisamente Benjamin con el giro copernicano que una inversión dialéctica sería capaz de realizar respecto de la visión histórica: lejos de ser un objeto fijo que el conocimiento debe sopesar de acuerdo a los saberes hegemónicos del presente, el pasado regresa como una ocurrencia invasora (Einfall) que desgarra su autoconfianza. Es mediante este giro que «la política obtiene el primado sobre la historia», entendiendo que los hechos salen al paso de manera impertinente, siendo el recuerdo el encargado de sopesarlos. Por ello, no es el saber o el conocimiento quienes están llamados a remover la dura costra del presente, pues sólo se comprometen a mantener incólume su consistencia. Es más bien el recordar a través de una imagen quien debe cumplir esa labor, precisamente la que nuestro autor ha concebido desde el escorzo que su mirada actual proyecta como una constelación, una imagen dialéctica que interrumpe la cansina marcha de las cosas y donde el esbozo de lo político tuerce el trayecto tranquilizador de la historia. A través de esta operación epistemológico-política, nuestro autor-constelador hace uso de la facultad de recordar no para evaluar el progreso de las políticas públicas de vivienda o para erigirse como uno de los pioneros de la historia académica que intentó tematizarlas. Ni el progreso ni el historicismo –las dos tendencias a las cuales Benjamin opone su imagen dialéctica– son en este caso pertinentes. Por el contrario, ambas comparten la misma ilusión de continuidad con la que los vencedores de la historia suelen justificar su triunfo y que no es otro que la obliteración de lo auténticamente pretérito, aquello que, pudiendo haber sido, quedó finalmente suspendido. Puesto que lo que continúa vigente prueba siempre la justicia de su victoria mediante el simple hecho de su continuidad, lo que pudo ser y no fue, no tiene más chance que hundirse en el olvido.
Para sortear una justificación apresurada y puramente apologética, es necesario ponderar tanto el contenido como a su autor siguiendo el carácter decisivo que embarga al presente. Hasta el momento, hemos aludido al método para tratar su problematicidad: el giro copernicano de la imagen dialéctica que acepta el pasado como aquello que el presente oblitera sistemáticamente para sostenerse. Nos resta, por tanto, dedicar algunas líneas sobre el autor que permita acercarnos con más detalle al sentido de la constelación escritural que aquí nos propone, nuevamente desde la óptica de este método. Respecto del contenido, nos referiremos más adelante, en el último punto.
El que la política obtenga el primado por sobre la historia puede constituir también el principio mediante el cual dimensionar el sentido de lo biográfico. Por ello, en lugar de aludir únicamente a la inscripción académica y profesional de un nutrido currículo, nos interesa más bien ahondar en la oportunidad política desde la cual ponderar la historia personal y que es, a nuestro juicio, el principal criterio que sostiene la reunión de estos textos, una pertinencia donde lo experiencial anuda lo afectivo con lo histórico.
Según confiesa el propio profesor Raposo, uno de sus recuerdos más atesorados y que, sin duda, marcarán profundamente su perspectiva tanto profesional como intelectual, se remite a su temprana infancia. Tras su nacimiento y siendo el primogénito, sus padres deciden trasladarse desde la ciudad de Los Ángeles a la de Chillán, una ciudad que había sufrido una de las catástrofes sísmicas más importantes de nuestra historia: el terremoto del año 1939. Producto del éxodo de parte importante de sus habitantes luego de la tragedia, muchos de ellos resolvieron subdividir y vender sus amplios predios. Con el apoyo financiero de la Corporación de Reconstrucción y Auxilio, creada por el presidente Pedro Aguirre Cerda para sobrellevar la devastación, sus padres logran adquirir un sitio en la entonces Calle Lumaco, hoy Claudio Arrau. Como recuerda Raposo: «Allí construyeron, con la complicidad del maestro Polanco, en la parte de atrás del predio, una vivienda con sucesivas habitaciones que daban a un pasillo-galería acristalada».1 Poco tiempo después, iniciaron la construcción de lo que sería una segunda etapa en la parte delantera y sin antejardín, esta vez bajo la supervisión de un arquitecto. Así, «desde niño viví en una casa en construcción. Hice lo que hoy se llamaría Práctica de Observación. Mientras se hacían las excavaciones de cimientos, yo solía jugar a las trincheras de guerra con enemigos imaginarios. Al terminar la obra gruesa yo había completado los estudios primarios y casi un año antes de dar mis pruebas de bachillerato, la casa se dio por terminada y nuevos recintos entraron en uso».2 La perseverancia y el sacrificio económico que todo ello significó para su familia fue, según él, lo que lo impulsó a estudiar arquitectura tras convencerse de la importancia de generar formas económicas para obtener la ansiada «casa propia».
Pero más allá de haber inspirado su elección profesional, esta experiencia auroral constituye quizás el núcleo profundo de lo que será también su apuesta intelectual: la relación indisociable establecida entre el devenir cotidiano del espacio doméstico y la formación de la subjetividad. Desde el ámbito de la proyectación arquitectónica, el sujeto es una categoría más bien ausente y por lo general reprimida o reducida a la figura meramente instrumental del usuario. El sujeto, a diferencia de este último, obedece a una complejidad cuya exploración emblemática ha sido abordada por el psicoanálisis. Desde esta perspectiva, podríamos decir que el usuario, mientras se articula alrededor de la demanda, es decir, de la aspiración a satisfacer necesidades social, económica o culturalmente determinadas, el sujeto, en cambio, lo hace en torno al carácter siempre indeterminado del deseo. Es muy distinto pensar el diseño –y particularmente la vivienda- desde la óptica de la demanda que hacerlo a partir de la indefinición estructural del deseo. Habitar muy tempranamente desde los primeros años de infancia en medio de «una casa en construcción», es un índice fundamental del compromiso que el deseo contrae con los espacios, objetos y enseres que organizan lo domiciliar, mucho más allá de la simple dimensión del uso y la satisfacción funcional. Podríamos hablar de un verdadero vínculo transindividual que, fundiendo al sujeto con la dimensión objetual y material que lo rodea, va marcando indeleblemente el devenir afectivo que lo ata a su entorno inmediato, consolidando así sus vínculos familiares, vecinales o barriales.
Pero hay una segunda dimensión de esta experiencia auroral que, en este caso, servirá de sostén a la apuesta teórico-conceptual de Raposo. Aquella singular «Práctica de Observación» no se empapó únicamente de la experiencia transindividual que liga el devenir «hogar» de la casa de infancia con la forja de la subjetividad, sino también del reconocimiento de la perseverancia de sus padres para realizar dicho proyecto. Ello fue determinante en la perspectiva económica, social y política con la cual orientó su formación en arquitectura. El resultado de esa deriva la podemos encontrar en distintos pasajes de su biografía. Tras obtener su bachiller en matemática –exigencia de las escuelas de arquitectura en esos años– logró quedar en la Pontificia Universidad Católica. Sin embargo, y como parte del proceso de admisión, la entrevista con el Gran Canciller de dicha casa de estudios lo hizo cambiar de parecer. «Aquí se viene a estudiar, no a hacer política. Si tiene eso claro no tendrá problemas».3 El recuerdo de esa escueta y clara advertencia del dignatario, se vio asimismo reforzada por la impresión que obtuvo de aquel ambiente universitario: «pude percatarme, por las conversaciones, que la mayor parte de los estudiantes se conocían desde antes, en virtud de vínculos interfamiliares y lazos de compañerismo en colegios selectos. Eso me convenció. Me di cuenta de que yo sería allí ‘un pájaro raro socialmente arrimado’ por mucho tiempo. La idea no me gustó, dado lo cual me fui a ver mi situación en la Chile».4
Luego de decidirse por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, su interés social por la vivienda se manifestó explícitamente a través del desarrollo de su Seminario de Título, el cual estuvo dirigido por el profesor Fernando Kusnetzoff. Este último tenía a su cargo la Sección de Vivienda del IVUPLAN, antecedente de lo que será el Departamento de Urbanismo. Bajo el título La familia habitante y su vivienda, el estudio tenía por objeto analizar una de las erradicaciones más masivas ocurridas en Santiago hasta la fecha, y que correspondía a todos los asentamientos irregulares que se habían formado a lo largo de la ribera sur del Río Mapocho, actual Parque de los Reyes. Trasladados sus habitantes a la población San Gregorio, la investigación buscaba observar en terreno el proceso de acomodación recíproco de las familias en sus viviendas prefabricadas y sus respectivas estructuras prediales. El resultado del seminario fue tan apreciado por Kusnetzoff, que éste decidió publicarlo en la Revista de Planificación del IVUPLAN. Según Raposo, «desde entonces se oficializó mi condición de viviendista y fui invitado a ejercer una ayudantía de investigación. Así fue como quedé atrapado para siempre, hasta hoy en día, en la carrera académica».5
La noción de «viviendismo» no deja de ser muy elocuente no sólo desde el punto de vista teórico-disciplinar sino también por la deriva biográfica del autor, en la medida en que logra condensar aquellas dos dimensiones de la experiencia auroral a que nos hemos referido. De un lado, y desde la perspectiva micrológica, encontramos todo el marco de la relación entre el devenir cotidiano del espacio doméstico y la constitución del sujeto. Precisamente, uno de los aspectos más valorados en La familia habitante y su vivienda es la aventura de la «casa en construcción» que acoge la intimidad familiar y su imbricación transindividual con el espacio domiciliar. Por otro lado, y esta vez desde la perspectiva macrológica de lo económico, social y político, tenemos la inscripción societal de esa aventura, con toda la complejidad teórica que significa esa tarea. Entre ambas riberas, entre lo micro de la subjetividad doméstica y lo macro de lo político-económico, se asienta justamente la dimensión conceptual e investigativa del «viviendismo». No es casual que la constelación de textos seleccionados por Raposo esté flanqueada precisamente por esos dos mismos lindes: por una parte y abriendo el conjunto de ensayos, está La familia habitante y su vivienda, mientras que Elementos para un mapa temático del problema habitacional es el texto encargado de cerrar dicha selección.
La prolongación natural de esta impronta viviendista, tuvo un significativo correlato en los estudios de diplomado que logró desarrollar tanto en Colombia como en Gran Bretaña. El primero, de siete meses, en el Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento perteneciente a la Organización de Estados Americanos OEA con sede en Bogotá, y el segundo, un «Diploma Course in Urban Design and Planning Studies» de nueve meses en la Universidad de Edimburgo, Escocia. Si el primado de la política por sobre la historia, como hemos insistido, constituye un principio mediante el cual dimensionar lo biográfico, esta prolongación natural se vio justamente interrumpida por lo político. Dado el compromiso intelectual y académico en favor de políticas de vivienda progresistas y en sintonía con los cambios que se empezaban a gestar durante la Unidad Popular, el golpe cívico-militar de 1973 significó la exoneración del profesor Raposo de la Universidad de Chile, institución a la cual nunca regresará. Esto significó, sin embargo, la posibilidad de adentrarse en el universo de la gestión municipal, para trabajar en el ámbito de la planificación territorial comunal (SECPLAC), asumiendo la jefatura de la Unidad de Desarrollo Urbano de la Comuna de La Florida. Como recuerda, «fue uno de los períodos más fecundos en cuanto experiencias de aprendizaje personal, en materia de interacción socio-cultural y socio-profesional. Interactué con dirigentes vecinales, trabajadoras sociales, constructores civiles, abogados, administradores públicos, secretarias especializadas»6. Fueron los tiempos difíciles de la crisis económica, del programa de Empleo Mínimo (PEM, 1975) y del Programa Obrero de Jefes de Hogar (POJH, 1982), así como el Programa Especial de Profesionales (PEP), instrumentos que permitieron la ejecución de múltiples proyectos de arquitectura de casetas sanitarias, redes de alcantarillado, agua potable y electricidad, así como pavimentación de calzadas destinados a Campamentos de Radicación y otras incitativas de carácter cooperativo. Concluido este período, arribó como docente e investigador a la Facultad de Arquitectura Urbanismo y Paisaje de la Universidad Central de Chile, llegando a ser el director del Centro de Estudios Arquitectónicos, Urbanísticos y del Paisaje CEAUP, hasta la fecha.
Sus evidentes logros académicos y profesionales se han visto compensados por importantes reconocimientos. En el año 2010 recibe, junto a Miguel Lawner, una de las más relevantes distinciones otorgadas por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile FAU: la «Medalla Claude François Brunet de Baines». Con este galardón, al cumplirse 161 años de Enseñanza de la Arquitectura, la FAU quiso honrar al profesor Raposo por su nutrida trayectoria como investigador y docente en las universidades de Chile, Santiago, Tecnológica Metropolitana y Central.
El segundo premio obtenido tiene una particular significación, cuyas características es necesario considerar con mayor detalle. En el contexto de la realización de la XXI Bienal de Arquitectura del año 2019, obtiene el reconocimiento «Cátedra Edwin Haramoto Nishikimoto», distinción que fue establecida por la FAU en honor a quien fuera uno de sus más destacados académicos y ex Decano, además de fundador del Instituto de la Vivienda INVI. Ni el sentido de la Bienal que ofició de telón de fondo de este reconocimiento, ni menos la fecha en que se celebró la ceremonia de premiación, pueden pasar inadvertidas en esta deriva biográfica.