El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 3 - Miguel de Cervantes Saavedra - E-Book

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, 3 E-Book

Miguel de Cervantes Saavedra

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Beschreibung

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha por Miguel de Cervantes Saavedra, tercer tomo. La tercera parte contiene los capítulos IX al XIV de la primera parte y un prólogo de Wilhelm Dilthey.

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Seitenzahl: 88

Veröffentlichungsjahr: 2018

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MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA

El ingenioso hidalgoDon Quijote de la Mancha3

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

Primera edición FONDO 2000, 1999Primera edición electrónica, 2017

Contiene los capítulos IX al XV de la primera parte de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Prólogo de Wilhelm Dilthey, Literatura y fantasía,FCE, México, 1963, pp. 45-48.

D. R. © 1999, Fondo de Cultura Económica Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 Ciudad de México

Comentarios:[email protected] Tel. (55) 5227-4672

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere el medio. Todos los contenidos que se incluyen tales como características tipográficas y de diagramación, textos, gráficos, logotipos, iconos, imágenes, etc. son propiedad exclusiva del Fondo de Cultura Económica y están protegidos por las leyes mexicana e internacionales del copyright o derecho de autor.

ISBN 978-607-16-5291-1 (ePub)ISBN 978-607-16-5288-1 (ePub, Obra completa)

Hecho en México - Made in Mexico

Conversos ha habido que, por su exquisita indiscreción, han ganado inmortalidad cierta. El ejemplo más ilustre, esa flor de la Caballería, Don Quijote de la Mancha, sigue siendo para todo el mundo el único Hidalgo genuino y eterno.

JOSEPH CONRAD

ÍNDICE

PRÓLOGO. Wilhelm Dilthey.

CAP. IX.—Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo Vizcaíno y el valiente Manchego tuvieron.

CAP. X.—De los graciosos razonamientos que pasaron entre Don Quijote y Sancho Panza, su escudero.

CAP. XI.—De lo que le sucedió a Don Quijote con unos cabreros.

CAP. XII.—De lo que contó un cabrero a los que estaban con Don Quijote.

CAP. XIII.—Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela, con otros sucesos.

CAP. XIV.—Donde se ponen los versos desesperados del pastor, con otros no esperados sucesos.

Plan de la obra.

PRÓLOGO

WILHELM DILTHEY

Cervantes aúna la energía más vigorosamente realista y plástica con sabiduría vital que traspasa las fronteras del espíritu nacional español de esa época. Tal sabiduría ha brotado de una experiencia que fue elevada a reflexión consciente por la literatura de su tiempo. Algo más de medio siglo antes, el pensador español más importante, Vives, había publicado sus notables escritos que, con completa libertad de espíritu, habían fundado el conocimiento moderno del hombre y la doctrina de la guía de la vida. En el mismo sentido escribieron Montaigne en Francia y Cardano y Telesio en Italia. Tales estudios se habían difundido por todas partes en la literatura y sociedad de aquellos días. Esta literatura dio origen a una apreciación del aspecto fisonómico del hombre, del lenguaje simbólico de sus gestos, los temperamentos y diferencias individuales, que se presenta también en Cervantes. Pero a la vez se hace valer en esta literatura un ideal de serena y rica sabiduría en lo que toca a guía de la vida, alejada por igual de las pasiones sensibles y de la ascética sabiduría que llena todas las obras de Cervantes.

Mostrar que Cervantes había asimilado la cultura espiritual de su época sería la tarea inmediata. Asistió a la Universidad de Salamanca y vivió después en Madrid dedicado a tareas literarias. El humanista López de Hoyos le hizo participar en una publicación poética a la muerte de la reina Isabel; y se considera a Cervantes como su discípulo. En consecuencia, debió poseer la cultura humanística de la época. Acompañó a Roma, como secretario, al cardenal Aquaviva, y allí se vio sumergido en la atmósfera de la literatura humanista. Desde 1585 vivió en Sevilla en trato con numerosas personalidades de esa ciudad, notables espiritualmente y sensibles a lo artístico. Todo ello aconteció antes de la publicación de la primera parte del Don Quijote en 1605.

Al igual que Shakespeare, tuvo una variada experiencia siendo aún muy joven. Parece que dada la fogosidad de su juventud tenía más experiencia de la vida de la que hubiera convenido. A causa de un pleito comercial fue, cuando joven, desterrado de Madrid.

Cervantes se sale así, por la universalidad de su concepción de la vida, del marco de la literatura poética española. De aquí que su novela haya tenido efectos europeos entonces y haya podido llegar a formar parte permanente de la literatura universal.

Lo extraordinario reside en la fábula misma: una personalidad noble, altamente dotada y por lo demás sabia, que se ha extraviado hasta la locura en aquel mundo romántico de la caballería, al grado de creer en él con toda certidumbre. Y cuando choca con el orden establecido de las cosas, surge de este carácter sublime y de esta inteligencia grandiosa un sistema siempre creciente de fantasías, que tiene que mantenerse en pie mediante las más sutiles invenciones. Pero lo grande está en esto: frente a la fantasía excéntrica, quintaesencia por decirlo así, de una imaginación que vuela por encima de sí misma, está como contrafigura Sancho Panza, con su entendimiento vulgar, sensible, rústico, que con perfecta autenticidad psicológica es disuelto y desbaratado, bajo el influjo de una gran personalidad, en lo que tiene de tramado peculiar, firme, limitado. De aquí surge una doble secuencia de ocurrencias: por un lado las aventuras en sí mismas, por otro la construcción de fantasías, alimentada una y otra vez justo por esas aventuras —telas de araña— divertidas y etéreas que flotan sobre la realidad. En especial es eficaz la disolución de la ilusión del gobierno de un Estado en Sancho Panza, que, sin embargo, no anula la fe basada en la adhesión a su señor. Todo el incidente se eleva a una significación universal, ya que expresa la gran sabiduría de Cervantes, surgida de sus dolorosas experiencias, y según la cual nadie vive libre de locura. No sólo se expone la fantasía de los ideales de la caballería en contraste cómico con un mundo inteligible y ordenado conforme al entendimiento, sino más bien el de toda ilusión de una naturaleza noble que se eleva sobre sí misma y sus obras en el mundo, el de todo contraste entre el ideal y la realidad.

La técnica de la novela muestra a primera vista limitaciones ciertas y palpables. El conflicto en que se apoya no va en aumento, no conduce a un enlace complicado de la acción, sino que, como en las novelas de caballería y en las epopeyas caballerescas, su modelo cómico consiste en las aventuras mismas. Éstas abarcan toda la vida de Don Quijote. De primera intención sólo se pensó en una determinada serie, el final de la primera parte permite ver que no se había planeado una continuación de las aventuras de Don Quijote hasta su muerte, pero, pese a muchas exageraciones de la segunda parte, que surgen del juego de la buena sociedad con Don Quijote y Sancho y que se salen del marco, el proseguirlas hasta la muerte de Don Quijote es artísticamente correcto. El orden de la serie de aventuras tiene su peculiar encanto estético. Los acontecimientos les sobrevienen a los héroes desde fuera. Esto está conforme con la verdad de la vida. El lector se divierte con la sorpresa y en vez de tensión hay una agradable expectación de nuevos y divertidos cuadros. La monotonía se evita, primero, porque conforme a una honda verdad natural, el carácter de ambos héroes se expone una y otra vez, y nadie puede predecir cómo se comportarán, y luego porque las aventuras mismas y los procesos internos que originan, en especial los diálogos entre ambos héroes, siempre corren parejos. También la oposición de lo humanista y de lo romántico encanta siempre. En estos diálogos se expresa la facultad mímica de una época a la que era extraño el pensamiento abstracto y en que los trasuntos de lo vivo reclamaban gran parte del pensar con fuerza tan originaria que, dejando a Shakespeare aparte, nada se le puede comparar en la literatura de todos los tiempos. Un diálogo como el de Sancho Panza y su mujer acerca de lo que sucedería cuando Sancho se viera en posesión de una ínsula no tiene en la novela nada que se le asemeje en bondad de corazón, en consideración burlona del mundo, en fuerza cómica más tierna que evita toda exageración, en una mímica que siempre es divertida. Sólo las escenas entre el joven hijo de comerciante, Wilhelm Meister, y la actriz Mariana hacen recordar esta atmósfera. La amplitud de su influencia se debe también a que estas escenas abarcan la totalidad de la vida española. El cura, el barbero, el licenciado, los pastores, los gitanos, los peregrinos, los comerciantes, los cómicos de la legua y los guardianes de leones, la alta nobleza y su círculo, todo aparece paulatinamente y las novelas intercaladas amplían todavía más la perspectiva. La interpolación de estos cuentos es también un recurso artístico que ejerció su influencia en Goethe y en sus discípulos. Pero más perfecta es aún la técnica ahí donde Cervantes hace que el cuento se entreteja con la acción misma. Otro de los extraordinarios rasgos de efecto en esta novela de la fantasía reside en la visión plástica de Cervantes. La precisión y fuerza con que están trazados ambos personajes principales, fisionómica y mímicamente, siempre han tentado a los pintores a representarlos. Cada una de las escenas cuenta con su efecto plástico: el entierro por los otros zagales del pastor enamorado, en el pasaje en que por vez primera aparece Marcela, la que lo desdeñó; la aparición de la aventurera figura de Don Quijote en medio de los pastores con su piel de cordero negro y la corona en la cabeza, el recitado de su poesía de despedida y de pronto la aparición de la pastora Marcela en las peñas por encima de la tumba. La llegada de Don Quijote al mar. Tal efecto escénico se eleva a lo sublime con el encuentro del loco Don Quijote y el enloquecido Cardenio, equiparable a la gran escena del Rey Lear en que aparecen en la llanura los tres locos, el efectivo, el fingido y el sabio en traje de loco. Pero lo cierto es que casi todas las escenas producen un efecto plástico. Cervantes veía con los ojos de un gran pintor. Es la época en que los pintores venecianos habían dominado la representación de la vida mundana, en que España estaba saturada de cuadros, bajo el reinado de sus dos últimos monarcas dominadores del mundo, y en que la facultad artística de la nación en lo que afectaba a color, luz y efectos de atmósfera empezaba a desarrollarse como la pintura realista bajo tales influencias. Cervantes es el narrador más plástico en la literatura universal hasta Walter Scott.

El efecto último y cumbre de esa su novela, surgido del ser entero de Cervantes, residía en que todos los movimientos del alma están recogidos en la serenidad contemplativa de su narrador. Ésta se comunica también al lector, incluso ahí donde las acciones provocan emoción, miedo y terror. De aquí surge un sentimiento mezclado que es muy característico en general del efecto estético romántico.