El profeta y el jardín del profeta - Khalil Gibran - E-Book

El profeta y el jardín del profeta E-Book

Khalil Gibran

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Unidos en un solo volumen, "El Profeta" y "El Jardín del Profeta" de Khalil Gibran exploran la sabiduría y la espiritualidad. Obras magistrales para explorar las verdades esenciales de la vida. El profeta es una exploración atemporal de las verdades esenciales de la vida. Cuando Almustafá se prepara para partir de la ciudad de Orfalese, la gente se reúne para despedirlo y rogarle que les comparta su sabiduría sobre temas como el amor, el matrimonio, el trabajo, la libertad y la alegría. Gracias a la prosa lírica de Gibran, El profeta sirve como una guía que anima a los lectores a reflexionar con compasión sobre el significado de la existencia y la búsqueda de la espiritualidad individual. En El jardín del profeta, la segunda parte, Almustafá retorna a su isla natal después de años de viajes. Así pues, vuelve al jardín de su infancia para reunir a sus discípulos y compartirles la sabiduría que acumuló sobre la felicidad, la fealdad, la búsqueda del ser y otras cuestiones filosóficas y espirituales. Estas obras magistrales de Khalil Gibran han inspirado a generaciones de lectores y siguen siendo testamentos que reflejan la profundidad de la experiencia humana, los misterios del universo y la importancia del autodescubrimiento

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Título original: The Prophet & The Garden of the Prophet

Primera edición en esta colección: mayo del 2024

Khalil Gibran

© 2024, Sin Fronteras Grupo Editorial

ISBN: 978-628-7667-89-1

Traducción y edición:

Isabela Cantos

Diseño de colección y diagramación:

Paula Andrea Gutiérrez Roldán

Reservados todos los derechos. No se permite reproducir parte alguna de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado (impresión, fotocopia, etc.), sin el permiso previo del editor.

Sin Fronteras Grupo Editorial apoya la protección de copyright.

Diseño epub:Hipertexto – Netizen Digital Solutions

Contenido

INTRODUCCIÓN

EL PROFETA

LA LLEGADA DEL BARCO

SOBRE EL AMOR

SOBRE EL MATRIMONIO

SOBRE LOS HIJOS

SOBRE DAR

SOBRE COMER Y BEBER

SOBRE EL TRABAJO

SOBRE LA ALEGRÍA Y LA TRISTEZA

SOBRE LAS CASAS

SOBRE LA ROPA

SOBRE COMPRAR Y VENDER

SOBRE LOS CRÍMENES Y LOS CASTIGOS

SOBRE LAS LEYES

SOBRE LA LIBERTAD

SOBRE LA RAZÓN Y LA PASIÓN

SOBRE EL DOLOR

SOBRE EL AUTOCONOCIMIENTO

SOBRE ENSEÑAR

SOBRE LA AMISTAD

SOBRE CONVERSAR

SOBRE EL TIEMPO

SOBRE EL BIEN Y EL MAL

SOBRE LA ORACIÓN

SOBRE EL PLACER

SOBRE LA BELLEZA

SOBRE LA RELIGIÓN

SOBRE LA MUERTE

LA DESPEDIDA

EL JARDÍN DEL PROFETA

EL PROFETA

LAS DOCE ILUSTRACIONES DE ESTE VOLUMEN SON UNA REPRODUCCIÓN DE LOS DIBUJOS ORIGINALES DEL AUTOR

INTRODUCCIÓN

Por: Isabela Cantos, editora

El profeta de Khalil Gibran es, sin duda, una obra maestra literaria que transciende las ataduras del tiempo y de la cultura, pues ofrece perspectivas únicas sobre la condición humana y la búsqueda eterna de la razón por la que estamos en la Tierra. Esta colección de ensayos poéticos se publicó por primera vez en 1923 y hoy, más de cien años después, sigue invitando a los lectores a que se embarquen en un viaje de introspección y contemplación de los valores y temas universales que aún siguen vigentes en la vida moderna.

Khalil Gibran nació en 1833, en el Líbano. Fue un poeta, artista y filósofo y sus obras han trascendido eras, fronteras y cambios sociales. Creció en medio de la pobreza y, tras la muerte de su padre, en 1895, emigró a los Estados Unidos con su madre y sus hermanos. Muy pronto, su talento artístico fue reconocido y logró dedicarse a la escritura y al dibujo, dos de sus pasiones, mientras estaba en Boston y luego en Nueva York.

El profeta surgió por su deseo de transmitir verdades profundas de una manera poética, sencilla y accesible a cualquier tipo de público. Entre sus páginas se encuentran temas que se relacionan con la esencia misma de la existencia humana. La prosa poética de Gibran, la cual podemos leer a través de la voz misteriosa y enigmática de Almustafá, quien ha cumplido su ciclo en la ciudad ficticia de Orfalese y ahora se despide de su gente con palabras llenas de sabiduría, explora aspectos de la vida como el amor, la libertad, la alegría, la tristeza, el trabajo y la espiritualidad. Cada capítulo se desarrolla como un discurso reflexivo, así que invita a los lectores a pensar profundamente sobre los misterios de la existencia que han aquejado a generaciones y generaciones de humanos.

El amor, representado de una infinidad de formas, ocupa un lugar central en la narrativa de Gibran. Las enseñanzas de Almustafá sobre este sentimiento van mucho más allá de las nociones convencionales, ya que hace especial énfasis en su poder transformativo y en cómo su significado espiritual puede afectar tanto a las personas como a las sociedades. El autor celebra el amor como una fuerza liberadora que promueve el crecimiento y la capacidad de entender a los demás y que, además, permite la creación de relaciones que se basen en la libertad y en el respeto. Muy adelantado a su época, critica con fuerza los aspectos posesivos y controladores que algunos individuos asocian con el amor romántico y, en contraposición, resalta la importancia de honrar la singularidad de cada persona y de cultivar un sentido del propósito que pueda compartirse.

Un aspecto vital de las reflexiones de este maestro sobre el amor es que pasan del ámbito personal y abarcan el anhelo colectivo que tenemos como humanidad de encontrar conexiones y unidad. Las palabras de Almustafá sobre el amor nos recuerdan nuestra necesidad inherente de pertenecer a algún lugar y de experimentar la intimidad ya no solo con otras personas, sino también con el mundo que nos rodea. En una era que está definida por la comunicación digital y la fragmentación social, a pesar de que estamos más conectados que nunca, el mensaje del autor sobre el amor como una fuerza unificadora nos sirve como un recordatorio especial de que no debemos perder esa humanidad que nos ha cohesionado desde siempre.

Siguiendo esa línea, el discurso de Khalil Gibran sobre el amor y el propósito nos invita a revaluar las normas y la moral con las que se está rigiendo la sociedad actual. Así mismo, usando a Almustafá como portavoz, el autor reta la noción del trabajo como solo una fuente de sustento económico. En su lugar, eleva la labor y la considera un esfuerzo espiritual, enfatizando la importancia de encontrar nuestra vocación y el llamado que sentimos por dentro para contribuir de una manera significativa al bienestar de nuestras comunidades.

Por otra parte, los temas de la alegría y la tristeza reflejan con mucha profundidad la visión poética de este libanés. La sabiduría de Almustafá invita a su público de la ciudad de Orfalese, así como a los lectores, a aceptar la dualidad natural de la vida con ecuanimidad y gracia, ya que solo así seremos capaces de reconocer cuán interconectados están el placer y el dolor. Si bien el estilo de escritura del autor es lírico, por debajo se esconden significados profundos y aplicables sobre el potencial transformativo de ver la vida desde un lente panorámico, de cultivar la resiliencia y de utilizar la fortaleza interna que todos poseemos para enfrentar las fluctuaciones inevitables de la existencia. A través de las reflexiones sobre la tristeza en particular, el autor expone la universalidad del sufrimiento humano y cómo la empatía puede fungir como un poder único para sanar las heridas espirituales y crear conexiones más reales y significativas con otras personas.

Uno de los aspectos que más permea esta icónica obra es la espiritualidad, pues el autor tuvo una infancia bastante multicultural y se vio expuesto a varias influencias espirituales eclécticas. Así pues, las enseñanzas de Almustafá crean una síntesis perfecta del misticismo oriental y el misticismo cristiano, que, aunque a primera vista pueden parecer contrarios, terminan por encontrar un lugar común en la idea de que todos los seres deben unirse y buscar la paz interior a través de la autoconsciencia y la renuncia a todas las ataduras mundanas. Contrario a lo que muchas personas piensan, la visión espiritual de Gibran trasciende los dogmas religiosos e invita a los lectores a explorar sus propios anhelos espirituales y a desarrollar su conexión con el cosmos.

La relevancia continua de El profeta yace en su habilidad para transmitir la importancia de la búsqueda eterna del significado y la autenticidad, así como en su capacidad de no atarse a un momento específico de la historia ni a una geografía puntual. Este libro, más que una colección de discursos, ensayos y conversaciones, se siente como un espejo que el autor les ofrece a los lectores para que examinen su existencia y descifren cuáles son sus aspiraciones. Además, lejos de ser una obra de tintes fatalistas y con un discurso desesperanzador para la humanidad, las palabras de Almustafá llenarán a los lectores de esperanza y servirán como un faro cuando se hallen perdidos en el constante trasegar de las sociedades modernas y aceleradas.

En conclusión, El profeta es una prueba eterna del poder sin límites de la literatura para acompañar e iluminar la experiencia humana. A medida que Almustafá avanza con sus discursos y se despide de la gente de Orfalese, los lectores navegarán las aguas de un mar tormentoso, pero lleno de autodescubrimiento, despertar espiritual, perspectivas refrescantes y, sobre todo, inspiración para encontrar el significado de la vida que cada uno quiere llevar.

Ahora, en esta edición hemos decidido incluir también El jardín del profeta, la continuación que Khalil Gibran escribió para su obra máxima. El manuscrito de esta segunda parte fue descubierto entre las posesiones del autor después de su muerte en 1931 y se publicó por primera vez en 1933.

Como lo descubrirán los lectores, a través de Almustafá, quien regresa a su ciudad natal después de doce años de ausencia, el autor explora la importancia de vivir en armonía con la naturaleza y de abrazar la simplicidad por encima de los excesos y el materialismo, todo sin abandonar el estilo lírico y espiritual que lo caracteriza.

LA LLEGADA DEL BARCO

Almustafá, el elegido y amado, quien era el amanecer de su propio día, había esperado doce años en la ciudad de Orfalese porque su barco regresaría y lo llevaría de vuelta a su isla natal.

Y en el decimosegundo año, el séptimo día de Ielool, el mes de las cosechas, subió por una colina que quedaba fuera de las murallas de la ciudad, miró hacia el mar y observó a su barco abriéndose camino por entre la niebla.

Luego se le abrieron las puertas del corazón y su alegría voló muy lejos por encima del mar. Y cerró los ojos y rezó en el silencio de su alma.

Pero a medida que descendió la colina, una tristeza se apoderó de él y, dentro del corazón, pensó:

—¿Cómo me iré en paz y sin tristeza? No, no me iré de esta ciudad sin una herida en el alma.

»Largos han sido los días de dolor que he sufrido dentro de estas murallas y largas han sido las noches de soledad.

»¿Y quién puede dejar atrás su dolor y su soledad sin arrepentimiento?

»He dejado desperdigados demasiados trozos de mi alma en estas calles y demasiados son los niños de mi anhelo que caminan desnudos por estas colinas.

»Y no puedo alejarme de ellos sin sentir una carga y más dolor.

»No es una prenda de ropa la que me quito hoy, sino piel lo que me estoy arrancando con mis propias manos.

»Lo que dejo atrás tampoco es un pensamiento, sino un corazón endulzado por el hambre y la sed.

»Sin embargo, no puedo tardarme más.

»El océano que les hace un llamado a todas las cosas me llama también a mí y debo embarcarme.

»Porque quedarme, aunque las horas ardan por la noche, sería como congelarme, cristalizarme y atarme a un molde.

»Todo lo que hay aquí me lo llevaría, pero ¿cómo podría hacerlo?

»Una voz no puede cargar a la lengua y a los labios que le dieron agua. Debe buscar el éter por su cuenta.

»Y el águila, sola y sin su nido, debe volar a través del sol.

Entonces, cuando llegó al pie de la colina, se giró de nuevo hacia el mar y vio el barco aproximándose al muelle. En la proa vio a los marineros, los hombres de su propia tierra.

Y su alma les gritó, diciendo:

—¡Hijos de mi anciana madre, navegantes de las mareas, cuán a menudo han cruzado el mar en mis sueños! Y ahora vienen en mi despertar, el cual ha sido mi sueño más profundo.

»Estoy listo para partir y mi ansiedad, con las velas listas, solo espera el viento.

»Solo respiraré una vez más este aire en calma, solo miraré una vez más hacia atrás.

»Luego estaré de pie con ustedes, como un marinero entre marineros.

»Y tú, vasto océano, madre que no duerme, que eres paz y libertad para el río y el arroyo, esta corriente solo se desviará una vez más, solo creará un murmullo más en este claro, y luego iré hacia donde estás, como una gota sin límites en un océano sin límites.

Y, mientras caminaba, vio a lo lejos a los hombres y las mujeres yéndose de sus campos y viñedos y apresurándose hacia las puertas de la ciudad.

Y escuchó sus voces pronunciando su nombre y gritando, de un campo a otro, para contarse mutuamente sobre la llegada del barco.

Y se dijo a sí mismo:

—¿Será el día de la partida el día de la reunión?

»¿Y será que se dirá que mi ocaso fue, en realidad, mi amanecer?

»¿Y qué le daré a quien dejó el arado a medio surco o a quien detuvo las ruedas de su prensa de vino?

»¿Se convertirá mi corazón en un árbol cargado de frutas para que pueda recolectarlas y dárselas?

»¿Y acaso mis deseos fluirán como una fuente para que pueda rellenarles sus copas?

»¿Acaso soy un arpa, de modo que las manos de los fuertes puedan tocarme, o una flauta, de modo que sus alientos me atraviesen?

»Soy un buscador de silencio, ¿y qué tesoro he encontrado en los silencios como para repartirlo con confianza?

»Si este es mi día de cosecha, ¿en qué campos he plantado las semillas y en qué estaciones que no recuerdo?

»Si este, en efecto, es el momento en el que deba elevar mi farol, ¿acaso no es mi llama la que tendría que arder allí?

»Elevaré mi farol vacío y oscuro y el guardián de la noche lo llenará con aceite. Y también lo encenderá.

Dijo todo eso en palabras, pero se guardó muchas cosas sin decir en su corazón, pues él mismo no podía pronunciar su secreto más profundo.

Y cuando entró a la ciudad, todas las personas salieron a verlo y lo llamaban a una sola voz.

Y los ancianos de la ciudad dieron un paso adelante y dijeron:

—No nos deje aún. Ha sido como el sol de mediodía en nuestro crepúsculo y su juventud nos ha dado sueños que soñar.

»No es un desconocido entre nosotros y tampoco un huésped, sino nuestro hijo y nuestro bienamado.

»No permita que nuestros ojos sufran de hambre por no verle el rostro.

Y los sacerdotes y las sacerdotisas le dijeron:

—No permita que las olas del océano nos separen ahora y que los años que ha pasado entre nosotros se conviertan en un recuerdo.

»Ha caminado entre nosotros como un alma y su sombra se ha convertido en luz para nuestros rostros.

»Mucho lo hemos amado, pero nuestro amor ha sido silencioso y ha quedado cubierto por velos.

»Sin embargo, ahora lo llama en voz alta y se revelará ante usted.

»Como siempre, el amor no ha conocido su propia profundidad sino hasta que llega la hora de la separación.

Y otros también se acercaron y le suplicaron, pero él no les respondió.