Keynes - Peter Temin - E-Book

Keynes E-Book

Peter Temin

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Beschreibung

En vista de que la crisis económica global sigue causando estragos, algunos responsables políticos han reivindicado un enfoque más keynesiano sobre los actuales problemas económicos. En el presente libro, los economistas Peter Temin y David Vines ofrecen una accesible introducción a las ideas keynesianas, poniendo en relación la perspectiva de Keynes con la economía global actual y ofreciendo a los lectores una herramienta para comprender los presentes debates económicos. Tras un repaso al pensamiento económico anterior a Keynes, los autores explican las dificultades que éste tuvo para escapar de las ideas recibidas. Presentan, además, el análisis formales de Keynes de una forma accesible. Para finalizar, comentan los retos de la economía mundial actual, poniendo en valor la utilidad de un acercamiento keynesiano simple a las actuales decisiones en política económica. Las ideas keynesianas, pueden sentar las bases para una vuelta al crecimiento económico.

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Título original en inglés:

Keynes. Useful Economics for the World Economy

© 2014 Massachusetts Institute of Technology

© De la traducción:Jorge Cano Cuenca, Carlos García Simón, Nicolás González Varela

Ilustración de cubierta: Dante Bertini

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

© Nuevos Emprendimientos Editoriales, S. L., 2016

Preimpresión: Editor Service, S.L.

Diagonal, 299, entlo. 1ª – 08013 Barcelona

ISBN:978-84-16737-01-7

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares delcopyrightestá prohibida al amparo de la legislación vigente

Ned Ediciones

www.nedediciones.com

Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte

Indice

PREFACIO

1 LA ECONOMÍA ANTES DE KEYNES (I): HUME

2 KEYNES EN VERSALLES

3 KEYNES Y EL COMITÉ MACMILLAN

4 LA ECONOMÍA ANTES DE KEYNES (II): MARSHALL

5 LA TEORÍA GENERAL

6 LAS CURVAS IS-LM

7 LA TRAMPA DE LA LIQUIDEZ

8 BRETTON WOODS Y EL DIAGRAMA DE SWAN

9 LA ERA KEYNESIANA: CRISIS Y REACCIONES

10 UNA PARADOJA INTERNACIONAL DEL AHORRO

GLOSARIO

Para Charlotte y Jane

Pero este largo plazo es una guía confusa para la coyuntura. A largo plazo estamos todos muertos. Los economistas plantean una tarea demasiado fácil, y demasiado inútil, si en cada tormenta lo único que nos dicen es que cuando pasa el temporal el océano está otra vez tranquilo.1

John Maynard Keynes, Breve tratado sobre la reforma monetaria (1923), capítulo 3.

Notas:

1. N. de T.: traducción de Carlos Rodríguez Braun para FCE, 1992, pág. 95.

PREFACIO

John Maynard Keynes fue un gigante intelectual del sigloXX. Creó una nueva rama de la economía conocida como macroeconomía y jugó un papel central en la reconstrucción de Europa y de la economía mundial tras la II Guerra Mundial. Si hemos escrito esta breve introducción a la economía keynesiana no es sino porque con demasiada frecuencia sus aportaciones no se tienen en cuenta. Además, se han visto relegadas al campo de la economía nacional, ignorándose sus aportaciones al de la economía global. En un tiempo de crisis macroeconómica global, son ideas de enorme importancia.

El presente libro ofrece un breve estudio de la economía keynesiana que permitirá a sus lectores hacer uso de sus herramientas a la hora de enfrentar los actuales debates políticos. La exposición toma como hilo una narración de la vida de Keynes, situando así sus aportaciones en un marco espacial y temporal; describe a su vez el pensamiento económico antes de Keynes, lo que permite entender las dificultades que éste se encontró para escapar de las ideas convencionales. Partimos del análisis keynesiano de una economía cerrada y ampliamos el análisis a la economía internacional. No usaremosmás que gráficos y modelos simples, que interpretaremos mediante breves narraciones enmarcadas en el sigloXXy principios del sigloXXI.

La economía keynesiana ha llegado a identificarse con la Gran Depresión y con las políticas que se siguieron en lasdécadas posteriores a la II Guerra Mundial, período ahora conocido como la edad de oro del crecimiento económico. Este extraordinario ciclo acabó en la década de 1970. Sin embargo, tras un período de crisis, pasamos por otra era keynesiana, con precios estables y gobiernos activos, desde comienzos de la década de 1980 hasta 2008. La era keynesiana llegó a su fin con la crisis financiera global.

En la primavera de 2014, nuestros problemas inmediatos amenazan con descarrilar nuestras metas a largo plazo. Las contribuciones de Keynes nos pueden ayudar a volver a una vía favorable para el crecimiento económico. Sostenemos que la economía mundial y las interacciones entre los países estaban entre las preocupaciones de Keynes. Tales preocupaciones llegaron a ser centrales en su trabajo desde 1919, cuando se opuso al Tratado de Versalles, hasta 1944, cuando jugo un papel fundamental en la redacción de los Acuerdos de Bretton Woods sobre el sistema de gestión monetaria internacional. Y aunque Keynes se centró en el corto plazo (como muestran nuestros epígrafes), sus teorías se complementaban con un conocimiento claro del proceso de crecimiento económico a largo plazo. La interrelación de estos aspectos dentro de la perspectiva keynesiana puede ayudarnos hoy día, dentro, como estamos, de una economía global.

El presente libro explica las ideas básicas de Keynes y capacita al lector para aplicarlas a cuestiones políticas. Los lectores no encontrarán aquí una descripción detallada o un desarrollo pormenorizado de las teorías de Keynes, sino que han de verlo como una introducción al pensamiento keynesiano y a su aplicación a las cuestiones de política global. Para explicar la economía keynesiana, no se ha hecho uso más que de gráficos simples. Si se es capaz de concebir la representación de la oferta y la demanda (como se ilustra en la figura 1), se tiene suficiente conocimiento como para entender la esencia de la economía keynesiana. Creemos que este mundo sería mejor si hubiera más gente que entendiera e hiciera uso de la economía keynesiana. Por supuesto, los gráficos que se muestran en este libro tienen distintas implicaciones, y los economistas han estado exponiéndolas y debatiendo sobre ellas durante muchos años.

Queremos insistir en que este libro es tan sólo una introducción a la economía keynesiana. No es posible describir completamente los complejos modos de operar de la economía mundial y las distintas economías nacionales en un libro tan pequeño. Del mismo modo que jamás contratarían a un profesor de escritura que contara tan sólo con una introducción a la lengua inglesa, no se convertirán en expertos en economía tras leer este libro. Sin embargo, unos cuantos gráficos simples pueden conducir a un gran cambio dentro del conocimiento de las elecciones básicas que se pueden tomar a la hora de trazar políticas económicas. Pueden pasar a ser unos ciudadanos más informados.

Comenzaremos estudiando brevemente algunos de los análisis económicos que estaban en boga en la época en que Keynes hizo sus principales contribuciones. Para ello, empezaremos explicando la visión que había en el sigloXVIIIsobre las relaciones económicas internacionales que atraviesa toda nuestra exposición. Ello nos va a proveer de unos rudimentos básicos para nuestra descripción de los primeros escritos de Keynes, de su pensamiento en la época en que comenzó la Gran Depresión y de sus innovaciones durante la IIGuerra Mundial. Estudiaremos después la idea dominante sobre el análisis económico de la economía local de la generación anterior a Keynes para explicar lo difícil que fue para éste escaparse a las convenciones existentes sobre el análisis económico.

En los capítulos intermedios, presentaremos el conocido análisis keynesiano de una economía cerrada. Comenzaremos con el más simple de los modelos keynesianos y continuaremos con algunos más complejos, entre los que está el sistema monetario. Explicaremos por qué incluso el modelo keynesiano más simple es relevante bajo las condiciones actuales.

Tras ello, ampliaremos el análisis de la economía nacional a la internacional para mostrar lo importante que fueron las ideas keynesianas en la reconstrucción de la economía tras la II Guerra Mundial y evitar otra Gran Depresión. Como con los análisis keynesianos más conocidos, formalizaremos sus ideas mediante un gráfico simple. Sacaremos a debate algunos de los problemas actuales de la economía mundial para mostrar la gran utilidad de los modelos simples keynesianos a la hora de entender las decisiones políticas a las que ahora nos enfrentamos.

Le agradecemos a Robert M. Solow su aliento y útiles comentarios. También a los miembros del grupo de estudios de economía keynesiana en el Harvard Institute for Learning in Retirement, que «le hicieron el rodaje» al manuscrito. Le agradecemos también a John Covell, director de economía enMITPress, su entusiasmo y ayuda.

1 LA ECONOMÍA ANTES DE KEYNES (I): HUME

La economía moderna tiene su origen en la Gran Bretaña del sigloXVIII.Y no debería sorprendernos: en el sigloXVIII, Gran Bretañaincrementó su actividad económica hasta niveles sólo comparables con la Roma del sigloid.C. y la Holanda del sigloXVII. Pero, aunque hubiera podido ser cualquiera de los anteriores, ninguno de estos precursores estaba orientado hacia la Revolución Industrial. Si el pensamiento económico británico, como hecho diferencial, se conoce mejor que otros es, al menos en parte, como resultado de los sucesivos éxitos económicos del mundo angloparlante. Tanto aquí como en el capítulo 4, mostraremos algunos de los aspectos económicos tradicionales que describen el contexto intelectual en el que trabajó Keynes.

Adam Smith, el más conocido de los primeros economistas británicos, escribió un clásico imperecedero que definió la economía durante centurias.La riqueza de las nacionesno es por entero original: Smith se basó en el trabajo hecho por otros pensadores contemporáneos que, claro está, no se consideraban economistas hasta después de los escritos de Smith. Smith organizó todas estas variadas ideas en una visión coherente del modo en que las partes de la economíase retroalimentan gracias al funcionamiento de los mercados. Talactividad de síntesis convirtió a Smith en el padre de la economía moderna. Keynes sintetizó también ideas de otros economistas de su tiempo: ideas sobre por qué puede fallar el funcionamiento de los mercados, haciendo que los recursos económicos dejen de tener función. Juntando todas estas nuevas ideas, creó una nueva teoría «keynesiana» que no ha dejado de ser central durante casi el último siglo.

Algunas de las ideas económicas más importantes del sigloXVIIIpara la economía internacional provinieron de un buen amigo de Smith, David Hume. Si tratamos de él en el primer capítulo de nuestro libro es porque los problemas internacionales fueron fundamentales para Keynes a lo largo de toda su carrera. Hume no escribióun tratado de economía comparable aLa riqueza de las nacionesde Smith. Sin embargo, escribió varios importantes ensayos sobre economía, uno de los cuales, «De la balanza comercial», ofrece un marco de referencia para pensar hoy día el modo en que se integraban en el mundo los países.

En «De la balanza comercial», Hume consideraba la economía como un todo. A su vez, tomaba en cuenta el modo en que interaccionan los países. Le preocupaba la doble función del dinero en metálico: las monedas de oro y plata que se usaban tanto en el ámbito nacional como en el comercio internacional. El oro estaba ganando en importancia monetaria e Isaac Newton, durante su época como director de la Real Casa de la Moneda, trató sin éxito de coordinar el uso simultáneo de los dos metales. Si el volumen de exportación de un país era igual en valor a su volumen de importación, la necesidad de divisa extranjera de los importadores para comprar productos importados pueden satisfacerla los exportadores que recibieron divisa extranjera para sus bienes y servicios. Pero, si la importación yla exportación de un país no tienen el mismo valor, el metálico —en forma de libras o chelines— ha de modificarse para maquillar la diferencia. Éste es el problema sobre el que Hume meditó en «De la balanza comercial». Gran parte de su análisis era narrativo; en él describía el modo en que tanto los países de ahora como los antiguos pierden y ganan metálico, pero Hume precedió su narración de un experimento mental en el que imaginaba los efectos de supuestos acontecimientos. Hume, sucintamente, expuso su razonamiento:

Supóngase que de la noche a la mañana desapareciesen cuatro quintos de todo el dinero de Gran Bretaña y que la nación quedase reducida, en lo que respecta al metálico, a la misma situación que en los reinados de los Enriques y los Eduardos. ¿Cuál sería la consecuencia? ¿No deberá bajar en proporción el precio de todo el trabajo y mercancías y venderse todas las cosas tan baratas como en aquellos tiempos? ¿Qué nación podría entonces competir con nosotros en cualquier mercado extranjero, o pretender navegar o vender manufacturas a un precio que a nosotros nos dejara un beneficio suficiente? Por lo tanto, ¿en qué poco tiempo habría de devolvernos esto el dinero que perdimos y elevarnos al nivel de todas las naciones vecinas? Y cuando lo hubiéramos alcanzado perderíamos inmediatamente la ventaja de la baratura del trabajo y las mercancías; y la mayor afluencia de dinero se detendría por nuestra abundancia y plenitud.

Supongamos ahora que de la noche a la mañana se multiplicara por cinco todo el dinero de Gran Bretaña. ¿No deberíaproducirse el efecto contrario?... Ahora bien, es evidente que las mismas causas que corregirían estas desigualdades exorbitantes, si se presentaran milagrosamente, han de impedir que sucedan en el curso normal de la naturaleza y han de mantener siempre el dinero, entre todas las naciones vecinas, casi proporcional a la industria y laboriosidad de cada nación.2

El pasaje presenta lo que los economistas llaman un modelo, es decir, una representación abstracta de algunos aspectos relevantes de la realidad.

¿Cómo reconocer un modelo? ¿Cómo evaluarlo? Se trata de un tema que discutiremos a lo largo del libro. Lo explicaremos ahora a través de los aeromodelos. Un aeromodelo es a la vez un aeroplano y el modelo de un aeroplano. Desde luego, no es un aeroplano en el que uno pudiera volar; más bien, es la representación a pequeña escala de las partes reconocibles de un aeroplano de verdad. Un aeromodelo tiene, por lo general, el mismo fuselaje o cuerpo que los aviones reales que transportan gente o llevan carga, las mismas alas que le permitirían mantenerse en el aire a un avión real y una cola que estabilizaría el vuelo de un avión real.

Si tomáramos un aeromodelo como si de un aeroplano se tratara, podríamos hacer uso de él de varias maneras. Lo podríamos usar para entender cuánto de grandes han de ser las alas para aguantar en el aire el fuselaje y cómo diseñar alas y fuselaje para que funcionen en conjunto. Podríamos pensar el emplazamiento de la cola para mejorar la estabilidad y hacer más agradable el vuelo. Podríamos pensar en cambiar la forma del fuselaje para que llevara a un mayor número de personas o hacerlo más cómodo. Los modelos para niños son simples, mientras que los ingenieros de aeroplanos usan modelos más complejos para diseñar los aeroplanos modernos. Hume se valió de un modelo simple para hacer entender a sus lectores las relaciones económicas internacionales.

El primer experimento mental de Hume estaba relacionado con el precio y la exportación británica. Cuando los costes de los productores británicos se reducían a una quinta parte de lo normal, se incrementaba la cantidad de exportación. A medida quecaían los precios, las importaciones —expresada en divisas extranjeras— se hacían correspondientemente más caras. Si la exportación repuntaba y la importación caía, ¿cómo iban a pagar los extranjeros sus importaciones?, (esto es, las exportaciones británicas). Si de antemano hubiera habido un intercambio equitativo, las mismas exportaciones podrían pagar las importaciones. Si las importaciones extranjeras (las exportaciones británicas) repuntan y sus exportaciones a Gran Bretaña caen, los extranjeros tendrían que pagar sus importaciones de alguna otra manera. En el sigloXVIIIde Hume, esto significaba enviar metálico —monedas de oro y plata— a Gran Bretaña. Como apuntó Hume, esto devolvería a Gran Bretaña el dinero perdido y haría que los precios volvieran asubir hasta sus niveles iniciales.

Del mismo modo que el aeromodelo ilustra la relación entre fuselaje, alas y cola, el modelo de Hume ilustra la relación entre mercado internacional, dinero y precios. Puesto que el interés de Hume recaía primordialmente en los dos primeros conceptos, su modelo de centraba en ellos. Hume suponía que entre el dinero y el precio había una relación simple. Su sencillo modelo para determinar elprecio —menos dinero significa precios más bajos— fue populartanto en su época como en épocas posteriores. Llegó a conocerse como teoría cuantitativa del dinero.

El segundo ejemplo de Hume está relacionado con la conexión entre reservas internacionales y moneda nacional. Si un país sufre una caída de sus exportaciones, sus exportaciones no seguirán pagando sus importaciones. Habrá que pagar, pues, con metálico, y, por tanto, el metálico se escapará del país. Entonces, empezará a utilizar dinero en metálico para pagar sus importaciones, y éste fluirá fuera del país. Dado que el dinero circulante nacional consta básicamente de monedas, tal transacción internacional disminuirá las reservas de dinero nacionales. Y, puesto que hay menos dinero, la gente no tendría suficiente efectivo para pagar todos los bienes y servicios que se habían producido con los viejos precios. Los precios tendrían que caer hasta ajustarse a la reserva monetaria más baja. Incluso aunque el tipo de cambio con otros países, establecido en función de la cantidad de oro y plata de su metálico, no hubiera cambiado, lo que los economistas llaman el«tipo de cambio real», sí que lo habrá hecho.

Es importante comprender el concepto de tipo de cambio real. En la definición de Hume, los precios de los bienes nacionales son más bajos en relación a los bienes extranjeros de lo que lo fueron antes, no porque el tipo de cambio cambiara, sino porque cambiaron los precios. El tipo de cambio real es el tipo de cambio que tiene lugar tomando en consideración cualquier diferencia en los precios, y puede cambiar por cualquiera de las dos razones. El tipo de cambio nominal puede variar, o lo pueden hacer los precios nacionales en relación con los precios extranjeros. (Nos referimos al tipo de cambio nominal que tengamos que diferenciar del tipo de cambio real). Cuando caen los precios, como explica Hume, las exportaciones son más baratas para los potenciales compradores extranjeros y las importaciones más caras para el potencial consumidor nacional. Las exportaciones suben, las importaciones bajan. El equilibrio entre exportación e importación puede ser recuperado y el flujo de salida de metálico detenerse. A este simple proceso —por el que un descenso de las exportaciones lleva a un flujo de salida de metálico, una caída de los precios y, por tanto, a una recuperación de las exportaciones y un descenso de las importaciones— se lo conoce comomodelo de flujo precio-metálico.3

Hemos visto cómo reconocer un modelo ilustrándolo con la teoría cuántica del dinero y el modelo de flujo precio-metálico. Podemos ver también una forma de evaluar estos modelos, de preguntarnos si se trata de buenos o malos modelos. Un buen modelo proporciona un camino para que la gente interesada en el comercio y los precios —llamémosles economistas— piensen sobre ciertos problemas. Si los economistas siguen encontrando útiles tales modelos tiempo después, es porque les resultan modelos válidos. Siguen siendo modelos y no realidades, así que puede que haya que modificarlos a medida que el mundo cambie, pero las intuiciones que nos lanzan pueden seguir, sin embargo, siendo relevantes. En capítulos posteriores hablaremos de cómo la teoría cuantitativa del dinero y el modelo de flujo precio-metálico se usó dos siglos después y de cómo Keynes los modificó para crear un nuevo modelo de economía moderna.

El modelo de flujo precio-metálico proporcionó las bases para las políticas económicas y debates que estimularon a Keynes para crearotros diferentes modelos en el período de entreguerras. Para entender cómo afectaron los cambios que sucedieron en el mundo entre 1750 y 1930 al funcionamiento del modelo, tenemos que tener en cuenta algunos de los aspectos que subyacen al modelo de flujo precio-metálico. Comenzaremos con la relación entre metálico y dinero, seguiremos con la relación entre dinero y precios y después trataremos la relación entre asuntos nacionales y exteriores.

Hume suponía que el metálico constituía la mayor parte del dinero circulante de Gran Bretaña. Así pues, la cantidad de metálico determinaba la cantidad de dinero. En 1750, los bancos estaban todavía en su infancia y Hume no consideraba que sus efectos sobre el dinero circulante fueran relevantes. En verdad, ya existía el Banco de Inglaterra y unos cuantos bancos de orfebres en Londres, pero sus efectos sobre la economía general eran todavía menores. La suposición de Hume era una razonable simplificación del mundo que conocía.

A la par que crecía la economía nacional en el sigloXIX, crecía también el comercio entre naciones. El oro sustituyó a la plata como vía principal para transferir dinero internacionalmente y tanto Europa como los Estados Unidos se pasaron a lo que ahora se conoce como el patrón oro. Después, se comprometieron a comprar y vender sus divisas en oro a un precio fijado. Ése era el sistema vigente cuando Keynes comenzó a escribir.

Los bancos comerciales crecieron en el sigloXIXy los bancos centrales comenzaron a ejercer su influencia en todo el sistema bancario. Poseían reservas de metálico, pero una vez que descubrieron que no todos los depositantes venían a la vez, comenzaron a guardar menos cantidad de metálico por cada libra o chelín en depósito. Esta banca de reserva fraccional permitió que el dinero circulante creciera a mayor velocidad que la masa de metálico. Cuando venía a la vez una gran cantidad de depositantes, como ocurre en un pánico bancario, los bancos tenían un problema si no contaban con reservas suficientes para pagar a todos. Los bancos centrales tomaron cada vez más relevancia en el rescate a bancos en dificultades y en la reducción del impacto de los pánicos bancarios en la actividad económica.

Como se explicó anteriormente, Hume supuso que el nivel general de los precios estaba determinado por la cantidad de dineromediante lo que ha venido a llamarse teoría cuantitativa del dinero.En el ensayo citado, Hume se preguntaba «¿No habría de caer proporcionalmente el precio de toda mano de obra y materia prima [si desciende el dinero circulante]?». Así pues, el dinero era unvelosobre la economíareal: un cambio en el nivel general de los precios no tiene efectos en el precio de un bien en relación a otro bien, es decir, sobre los precios relativos. En las economías modernas, esto podría ser verdad a largo plazo, pero está lejos de ser preciso a corto plazo. Los economistas del sigloXIXno estaban capacitados para explicar el mecanismo por el que la cantidad de dinero afecta a los precios. Siguiendo a Hume, suponían simplemente que menos dinero significa precios más bajos.

Esto era correcto para una economía preindustrial, inclusopara una avanzada como la de la Gran Bretaña de sigloXVIII. Pero la Revolución Industrial comenzó a finales de ese siglo y continuó hasta entrar en el siguiente. Las empresas industriales comenzaron siendo pequeñas, pero el desarrollo de los ferrocarriles y barcos de vapor supuso la aparición de grandes empresas durante el sigloXIXy comienzos delxx. La aparición de estas grandes empresas generó problemas en la teoría cuantitativa del dinero. Era habitual que las grandes compañías publicaran listas de precios que se resistían a cambiar. A su vez, empleaban a muchos cientos de trabajadores que se resistían a los recortes salariales con diversos tipos de acciones colectivas.

Los economistas se refieren a este nuevo tipo de precios industriales y comportamientos salariales como precios rígidos. Undescenso del dinero circulante no haría descender todos los precios en la misma proporción si algunos de ellos son precios rígidos. En concreto, podrían bajar los precios de los productos mientras los salarios se resistirían a sufrir recortes. Hume vivía en una sociedadagrícola mientras que nosotros vivimos en una industrial o, incluso, posindustrial. Los precios y salarios en una sociedad agrícolasuben y bajan según los cambios de masa monetaria y la demanda de trabajadores, cultivos y animales. En cambio, en una sociedad industrial los precios suben con mucha mayor facilidad con la que bajan; además, es muy difícil reducir los salarios en las economías industriales.

El paso a los precios rígidos lleva, en una respuesta asimétrica, al crecimiento y decrecimiento de exportaciones dentro del modelo de flujo precio-metálico de Hume por la misma razón por la que la teoría cuantitativa del dinero muestra dificultades. La aparición de grandes empresas a finales del sigloXIXllevó a una mayor concentración de trabajadores en fábricas y ciudades. Los trabajadores industriales se resistían a los recortes salariales, sin embargo, aceptaban encantados los aumentos. Esta asimetría funcionaba tal cual antes de que los sindicatos se hicieran fuertes, y sigue funcionando hasta hoy en día, que la fuerza de los sindicatos se ha reducido. Keynes ya lo observó durante la Gran Depresión, y los economistas y políticos están ahora mismo lidiando con sus consecuencias. Keynes trató concienzudamente de ser capaz de incorporar este hecho de la vida moderna a su visión conjunta de la economía.

El modelo de flujo precio-metálico se puede expandir fácilmente para tomar en consideración este cambio. En esta versión más actual, cuando decrecen las exportaciones en relación a las importaciones, cae el empleo. La disminución de la cantidad de dinero lleva —por mecanismos que explicaremos con detalle más adelante— a una reducción de la cantidad de trabajo en lugar de a una reducción del salario. La respuesta al desequilibrio externo es el desempleo en lugar de la deflación. Los economistas actuales se refieren a esta asimetría como keynesiana puesto que Keynes la remarcó en suTeoría general del empleo, el interés y el dinero; pero Keynes la describía ya como un hecho empírico mucho antes de escribir este libro. Cuando Keynes escribió suTratado sobre el dinero, publicado en 1930,todavía daba por supuesto el pleno empleo y reivindicaba la forma original del mecanismo de flujo precio-metálico, mostrando lo difícil que resultaría incorporar a un desarrollo teórico incómodos hechos empíricos.

Volviendo a la pregunta de Hume de si «no habría de caer proporcionalmente el precio de toda mano de obra y materia prima», los progresos económicos que se han producido desde tiempos de Hume nos obligan a modificar la pregunta en varios puntos. La cantidad de dinero depende más de los bancos que de la masa de metálico. Cuando los bancos pierden sus reservas, pueden elevar su tipo de interés para convencer a los depositadores de que mantengan sus depósitos. Los bancos centrales pueden elevar su tipo de interés para intentar volver a obtener líquido si consideran que ayudará a los bancos comerciales. Por último, salarios y precios no tienen porqué caer si el tipo de interés crece o incluso si cae la cantidad dedinero.

Esto nos devuelve al tipo de cambio real, es decir, a cuando el tipo de cambio nominal fija la tasa de los precios. Hume supone que el tipo de cambio nominal no puede cambiar y que todos los ajustesen lastasas de cambio real han de hacerse a través de cambios deprecios. Pero si los precios son rígidos, hemos de pensar en alguna alternativa: cambiar el tipo de cambio nominal, ya sea por devaluación como por aumento del valor de la divisa. La discusión en 1930 se movía firmemente dentro de los límites de la tradición de Hume, pero cambió enseguida con la crisis de la Gran Depresión. Los países abandonaron bajo presión el patrón oro y comenzaron a depreciar sus divisas. Desde entonces, hemos vivido en un mundo en que las divisas son capaces de devaluar o aumentar su valor frente a otras divisas. Sin embargo, Europa ha vuelto al sistema creado por Hume en el que la deflación interna de precios resulta importante. ¿Por qué? Los precios no han vuelto a su comportamiento preindustrial, pero la disciplina del patrón oro —abandonada en la Gran Depresión— ha vuelto a la eurozona.

Se podría decir que el motor inicial del proceso de flujo precio-metálico es undesequilibrio externoen tanto es el resultado de un cambio en las exportaciones sin su correspondiente cambio en las importaciones. El resultado de este proceso se puede describir como undesequilibrio internoen tanto la reducción de dinero lleva a la deflación, es decir, a una caída de los precios. La conexión entre el desequilibrio interno y el externo es una de las características centrales del pensamiento keynesiano. Algunos economistas actuales se centran en la necesidad de un equilibrio interno dentro de las economías aisladas; otros se centran principalmente en la necesidad de un equilibrio del comercio internacional y tienen en consideración sólo los equilibrios externos. Keynes pasó los años de entreguerras tratando de entender estos vínculos en mitad de la Gran Depresión. En 1930 todavía no los había logrado entender plenamente, pero una década después ya tenía una idea clara de cómo eran. Sin embargo, antes de llegar a los debates de 1930 tenemos que examinar el pensamiento de Keynes tras la I Guerra Mundial.

Notas:

2. N. de T.: Hume, D., «De la balanza comercial», en El Trimestre Económico, vol. 8, nº 32 (4), enero-marzo, FCE, s/l, 1942, págs. 682-705.

3. N. de T.: price-specie-flow model se suele traducir de diversos modos, uno de los más aceptados es «modelo de flujo especie-dinero». Para una mejor inteligibilidad de la expresión, se ha decidido la forma modelo de flujo precio-metálico, entendiendo por «metálico» las monedas de oro y plata, como se explica en el glosario infra.

2KEYNESENVERSALLES

Acabada la I Guerra Mundial, Keynes fue designado para estar al cargo de los aspectos internacionales de las políticas económicas del gobierno de Gran Bretaña, y ello pese a tener apenas 35 años. Fue enviado a París tras la guerra como secretario-jefe del Tesoro, encabezando la delegación británica en las negociaciones que desembocaron en el Tratado de Versalles. Sin embargo, a finales de1919 dimitió, furiosoporel lugar hacia dondese estaban encaminandolas negociaciones. De vuelta a Gran Bretaña, se escapó a una casa de campo, refugio rural de amigos artistas del grupo de Bloomsbury, yen muy poco tiempo escribióLas consecuencias económicas de la paz,en protesta por lo ocurrido en Versalles. Cuando se publicó el libro, Keynes saltó a la fama internacional.

Las consecuencias económicas de la pazse puede leer de dos maneras. Se trata de una maravillosa polémica, escrita con una viveza y estilo que, casi un siglo después, sigue comunicando de enorme manera. Asimismo, desvela las visión de la economía mundial que ocupó los pensamientos de Keynes desde entonces hasta su prematura muerte en 1946, incluyendo su claridad de ideas sobre el modo de funcionamiento de una economía internacional operativa, qué puede ir mal y qué políticas adoptar para rectificar los fallos. Muestra también la forma en que sus ideas se tradujeron en teorías económicas.

La naturaleza polémica deLas consecuencias económicas de la pazbrilla con más viveza en las descripciones que hace Keynes de los artífices más importantes del Tratado de Versalles. Narra cómo Georges Clemenceau enredaba a Woodrow Wilson en una paz cartaginesa. La referencia es a las acciones romanas tras la derrota de Cartago hace más de 2000 años: obligaron a Cartago a pagar continuo tributo a Roma —anticipando las reparaciones impuestas aAlemania en Versalles— y a desmilitarizarse y no entrar en guerra sin el permiso de Roma. Cuando no fue suficiente con intimidar alos cartagineses, Roma redujo a cenizas Cartago y esclavizó a sus gentes tras una nueva guerra púnica. Una descripción igualmente cruel de David Lloyd tiene lugar un poco más adelante en el mismo libro: Keynes le acusó de incrementar desmesuradamente la cantidad de las reparaciones de Alemania para ganar así las reelecciones de 1918.

Keynes prologó su análisis de las negociaciones de Versalles y el tratado que resultó de ellas con una descripción de las condiciones económicas anteriores a la Gran Guerra con el fin de establecer un contraste con las lúgubres condiciones de posguerra que después describe. Abre su discusión con un párrafo que ha sido citado en muchas ocasiones desde entonces: