La redención de Lucifer - Kris Buendía - E-Book

La redención de Lucifer E-Book

Kris Buendía

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Beschreibung

Tate Cole tiene secretos, y yo estoy a punto de descubrirlos. Nunca pensé que tendría que salvar la vida de otra chica. Pero la verdad es que me he enamorado de Tate. Ahora soy un dios rendido, un lucifer abandonado. Todo sea por salvar a mi chica. Lucifer: — No querrás haberme conocido en el pasado. Te habría hecho la chica más feliz de este maldito mundo. Fui profesor, uno muy bueno. Y tú habrías sido mi alumna. Te habría doblado en mi escritorio y hacerte gritar. Cualquier cosa, para que no te hagas esa mierda a ti misma. Habría borrado cada dolor que sintieras con mis caricias. Tate: — William tenía un ser atormentado viviendo en su interior. Y mi parte cruda y sin sensibilidad alguna, lo quería conocer. ¿Quién lo habrá hecho así? Nadie se hace… malo. Te hacen malo.

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Bilogía “El malo”

El malo

La redención de Lucifer

Libro No. 2

Kris Buendia

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Bilogía “El malo”

El malo

La redención de Lucifer

Libro No. 2

Kris Buendia

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Copyright © 2021 Kris Buendia.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

1ra Edición, octubre, 2021.

Título Original:

EL MALO: La redención de Lucifer

ISBN: 978-1-63944-847-0

Diseño y Portada: K Studio

Fotografía: Shutterstock.

Maquetación y Corrección: K Studio.

5

Tate Cole tiene secretos, y yo estoy a punto de descubrirlos. Nunca pensé que tendría que salvar la vidade otra chica. Pero la verdad es que me he enamorado de Tate.

Ahora soy un dios rendido, un lucifer abandonado. Todo sea por salvar a mi chica.

Lucifer:

—No querrás haberme conocido en el pasado. Te habría hecho la chica más feliz de este maldito mundo.

Fui profesor, uno muy bueno. Y tú habrías sido mi alumna. Te habría doblado en mi escritorio y hacertegritar. Cualquier cosa, para que no te hagas esa mierda a ti misma. Habría borrado cada dolor quesintieras con mis caricias.

Tate:

William tenía un ser atormentado viviendo en su interior. Y mi parte cruda y sin sensibilidad alguna,lo quería conocer.

¿Quién lo habrá hecho así?

Nadie se hace… malo.

Te hacen malo.

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El Malo:

La redención de Lucifer

Kris Buendia

7

Capítulo

1

Tate

Me dolían las piernas. Estaba cubierta de sangre. El sonido del teléfono me despertó.

Lancé la cuchilla a un lado y respondí.

—¿Estás lista? —era la voz de William.

—¿Qué hora es?

—Son las nueve de la mañana, suficiente para que comas, te bañes y llames a tu querido papito.

El sarcasmo no era lo suyo.

—Bajaré pronto.

—No hace falta.

—¿A qué te refieres?

—Estoy aquí afuera.

Escuché que tocó a la puerta. Me levanté del piso del baño como pude y me coloqué la bata. Limpié la cuchilla y la guardé en la bolsa de mi pantalón que estaba sobre el suelo.

Me dolía andar, lo último que recuerdo es que cuando llegué me quité la ropa y me metí al cuarto de baño cuando la voz me obligó a hacerlo de nuevo.

En cuanto abrí la puerta su perfume me llegó hasta los huesos, estaba espectacular. Creo que nunca lo había visto tan temprano por la mañana.

—Desayunamos

¿Se refería a él y yo?

—No, gracias.

—No fue una pregunta, Tate. Vete a bañar, te esperaré.

Entró y su pecho chocó con el mío.

Estaba nerviosa. Por Dios, no podía con este hombre y sus diferentes cambios de humor. Anoche estaba ardiendo en su propio fuego y ahora quiere desayunar.

8

De ninguna manera.

Me metí al cuarto de baño porque sabía que ahí no entraría y necesitaba estar lejos de él. Se miraba espectacular con su traje negro y corbata gris. Las gafas no las llevaba puestas, y su cabello estaba impecable.

Me metí a bañar, quería terminar de despertarme, pues no podía creer que ese día vería al monstruo de mi padre. No quería, pero no sabía cómo decírselo a William, él no lo creería, y no tenía opción.

Necesitaba que confiaran en mí.

Cuando salí de la ducha, saqué ropa interior del cajón del baño y me aseguré el cinto de la bata antes de salir. Lo vi de pie, observándome desde el balcón, tenía sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón. La luz del sol, lo hacía ver como un maldito dios y eso era una burla a lo que él era.

Porque era todo lo contrario a un dios.

Era malo.

Muy malo.

Fui a la cocina y tomé un poco de agua. En ningún momento dejaba de verme.

Cuando me acerqué al cajón de la ropa, lo escuché decirme en un tono claro y fuerte:

—Quítate la bata.

No quería.

No podía.

Aunque quisiera.

No hice caso. Continué sacando ropa, opté por unos vaqueros que él había comprado para mí, una camiseta pegada al cuerpo color negra y mi chaqueta. Debía entrar al cuarto de baño y meter mi cuchilla en uno de mis bolsillos.

Sentí unos grandes pasos detrás de mí cuando tomó mis manos y mi ropa cayó al suelo.

Observó el esmalte para uñas color negro que pronto se terminaría de caer en mis manos y con su mano libre, soltó el cinto de mi bata y la abrió.

Cambio de colores, apretó más su mandíbula cuando se dio cuenta de lo que quería ocultar.

—¿Qué hiciste?

Por suerte para mí, yo no le tenía miedo cuando me hablaba de esa manera o me daba órdenes.

Estaba sin el alma en el cuerpo y me solté fácilmente de él. Tomé mi ropa del suelo y antes de llegar a la puerta del baño, tiró de mi brazo y me estrelló contra su pecho.

No sentía nada.

9

—¿Qué mierda hiciste?

No respondí porque las marcas eran obvias. Me había lastimado por órdenes de la voz. Él no estaba ahí, las voces solo se iban cuando él no estaba. Y odiaba eso.

Porque Lucifer no era nadie para mí, no significaba nada, pero tenía el poder de hacer que la voz se fuera.

No era justo. No quería que tuviese ese poder, incluso la voz, me pertenecía.

No era nada justo que irrumpiera así en mi vida y en mis malditos problemas.

—Te dije que estarías en problemas.

—Por favor, si vas a sacar tu arma que sea para que la uses esta vez.

Me agarró a la cara fuerte para que lo viera, desconcertado que no tuviera amor por mí misma, ni siquiera un poco. Cuando me cortaba, era un maldito zombi.

—¿Te tengo que recordar que estás viva?

Sí, por favor.

Era la única forma que me sentía viva. Que sentía algo. Algo que nunca había sentido, y era estar entre sus brazos, con él dentro de mí. Haciéndome suya, follándome. Lo que sea que fuese, me gustaba y lo odiaba por eso.

Coloqué mis brazos en su cuello y me acerqué más a él. Me observó de determinación.

Se detuvo.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Me dijiste que ibas a recordarme algo, por favor, hazlo.

Su mirada era peor que el desprecio. Estaba asqueado. No se lo podía creer.

Estaba frente a una maldita desquiciada que no tenía amor propio y, además la había hecho suya sin importarle nada.

—Eres el único que me ha enseñado cosas. ¿Crees que puedes enseñarme lo que es el amor? ¿Amor a mí misma? ¿Sentir?

Acarició mis labios con sus grandes pulgares y abrí mi boca para recibirlos dentro. Los lamí y mordí, hizo una mueca de dolor y no le importó.

Yo también podía hacerle sentir. Y eso lo asustaba.

El creía que podía salvarme, pero la verdad es que estaba más que jodida, él me estaba mandando a la boca del infierno y no le importaba. ¿Cómo podía importarme alguien como él si hacía algo como eso?

—No pierdas el tiempo conmigo, Lucifer.

—No me llames así—cerró sus ojos con furia—para ti soy William. Es así como quiero que me llames. Y no cambies mi pregunta, no te hagas la lista porque eso solo empeorará las cosas.

Me encogí de hombros.

10

—No estabas aquí, la voz se va cuando tú estás.

Eso lo sorprendió.

Pude verlo en sus ojos, se cristalizaron como si quisiera llorar. Mierda, eso me formó un nudo en la garganta. ¿Acaso le afectaba lo que me hacía? ¿O solo era una excusa para follarme?

Pegó su frente a la mía y cerró sus ojos.

—De rodillas—ordenó—Ahora.

Gustosa, hice lo que me pidió, ahora tenía su polla en mi cara. La liberó como un resorte de su pantalón y sentí mojarme de inmediato. Estaba lista para él.

—Lleva tu mano a tu clítoris y da suaves masajes.

Como una posesa, le hice caso. Me gustaba que me diera ese tipo de órdenes, y no lo sabía hasta que vi mi mano moverse por dentro de mi bata.

Sentí mi humedad y comencé a dar suaves masajes como me lo pedía. Mi cabeza la eché hacía atrás y él me tomó suavemente del cabello.

—Abre la boca.

Tenía la punta rosada, hinchada y al final una gota resbalándose por su gruesa y larga polla.

La introduje dentro y lo vi por arriba de mi cabeza.

Sus ojos estaban inyectados de un color rojo. Y mi mandíbula estaba recibiéndolo con placer. Cerré mis labios alrededor y lo vi contenerse de abrir su boca y gemir.

Mi tarea estaba abajo, seguí moviendo mis dedos, al mismo tiempo que lamía su polla y la sacaba para volverla a meter dentro de mi boca. Tenía los ojos llorosos de la presión que me daba en mi garganta.

Y me sentí mojarme más.

—Aprieta fuerte—ordenó.

No sabía si su verga o mi clítoris así que apreté ambos y los dos gemimos en respuesta.

Esto se sentía bien. Sin dejar de mirarle. Comencé a temblar, estaba cerca.

William me sonrió como si de una travesura se tratara. Continuó follándome la boca con más fuerza y no me pude contener. Apreté más fuerte mi botón del placer y exploté.

Gemí en su polla, me la comí como una paleta dulce y gemí en ella, terminando de darme suaves movimientos para calmar mi placer.

William se alejó.

Ni siquiera terminó.

11

—¿Qué haces? —pregunté ahí en el suelo. Y mi mano aun metida dentro de mi bata.

Sin pudor, movió su gran verga y la sacudió dos veces para lanzar su semilla en el suelo, viéndome ahí con la mano aún en mi sexo lo hizo estallar. Echó su cabeza hacia atrás y sacudió más fuerte hasta que no quedó nada.

Se metió al cuarto de baño y tomó un poco de papel para limpiarse. Yo seguía ahí como una idiota sin moverme.

Se guardó su flácido miembro dentro del pantalón y caminó hacia mí aun cansado por su gran sacudida.

Yo estaba en trance aún.

No me lo esperaba y podía aplaudirlo por ello.

—No solo yo puedo hacerte sentir viva, Tate. —me levantó como una niña frágil del suelo y me dejó de pie aun tambaleándome por el placer que acababa de darme.

Él me estaba dando una gran lección.

—Tú también puedes.

Me besó la frente y caminó a la puerta.

—Cinco minutos.

Mierda.

Obligué a mis pies moverme, me distraje recogiendo la ropa del suelo y me cambié en tiempo record.

Peiné mi cabello y dejé que se sacara con el viento porque no era rebelde, tenía un cabello liso y rubio natural que me llegaba a los hombros. No me maquillé, debía lucir lo más normal posible para mi padre. En cuanto salí, me encontré con Taylor y William, este último me miró de pies a cabeza. Seguro le parecía una niña vestida así, no tenía maquillaje en mi rostro y tenía el rostro completamente rojo debido a mi orgasmo.

Lo acompañé por todo el club hasta que llegamos a una Hummer negra, ahí estaban Vill y Bones cuidando desde afuera, mientras fumaban un cigarrillo.

William y yo entramos al monstruo frente a nosotros y me dio un sobre de manila café completamente sellado.

Mi realidad me golpeó.

¿En serio íbamos a hacer esto?

—¿Cómo te sientes?

—Bien—mentí.

—Demasiado rápido—golpeó suavemente la punta de mi nariz—quiero que, si pasa algo, me llames, no importa el qué, quiero que me llames no quisiera ponerte en 12

peligro, pero es algo que debemos hacer, pase lo que pase quiero que siempre piensen en mí ¿Has entendido?

Puse los ojos en blanco. ¿Cómo podía ser tan lindo y tan cruel? Pero era algo que él no sabía, a lo que me estaba enfrentando él no tenía idea.

Sería a la última persona que llamaría.

—Tate, responde si has entendido.

—De acuerdo, sí.

Levantó el sobre en el aire. Estábamos frente a frente en el asiento trasero. A pesar de ser un carro enorme, yo me sentía más pequeña de lo normal. Necesitaba un trago.

—¿Estás segura que puedes hacerlo? —preguntó.

Lo miré a los ojos con mucho miedo.

—No.

Asintió.

—No tienes opción, me harás quedar mal.

No podía creerlo, de nuevo estaba siendo un idiota conmigo.

—¿Cómo podría hacerte quedar mal si aquí todos me odian?

—Pensarían que estoy aplaudiendo tu traición. Sabes que no es así, lo que sucede entre los dos va más allá de toda la mierda que nos rodea.

—¿Lo que sucede entre nosotros?

—Sí, Tate, lo que sucede entre nosotros. No te hagas la listilla.

—Discúlpame, pero entre nosotros dos no hay nada. ¿Crees que te pertenezco porque me has follado?

—Hace nada tu cuerpo parecía saber lo que quería. Y me quería a mí. ¿O me equivoco?

Maldito arrogante de mierda. Tenía razón en lo que decía, mi mente y mi cuerpo reaccionaban de una manera tonta ante él. Era su tonta ingenua y además me dejaba controlar. Eso no pasaría de nuevo. No iba a perdonarle que me estaba arrojando con mi padre.

Él no tenía idea del error que estaba cometiendo.

Pero tenía razón, si no iba, se iba a meter en problemas. A pesar de todo se lo debía. Y no quería causarle problemas con sus amigos y su negocio.

Mi misión era otra.

Me tragué mis lágrimas. No quería demostrarle nada.

—¿Qué tengo que hacer?

Abrió el sobre y sacó un par de fotografías.

13

En ella se miraban unos hombres haciendo unas entregas de armas. Nada nuevo, viniendo de la gente que lo rodeaba. Pero en una, logré identificar al policía que ellos habían disparado.

—Tu padre querrá ir detrás de estos hombres, pensará que trabajan para mí. La verdad es que no. Y uno de ellos está muerto, así que lo único que encontrará es nada.

Eso me hizo caer en una sola lógica.

—¿Y no creerás que eso lo pondrá furioso? El saber que no le estoy entregando algo que valga la pena.

—Mira bien la foto—me dijo.

Mis ojos siguieron la foto, al final me di cuenta que había dos mujeres esposadas.

Hijos de puta.

Abrí mis ojos como platos.

—Secuestro.

—Así es, nena. Es lo que busca tu padre. Puedo entender su juego, quiere lanzarme toda su mierda a mí para limpiar la suya. Si culpa y encuentra a estos sujetos, se encontrará con su propia guerra, lo que lo alejará de mí. Nada de estas fotos tienen que ver con nosotros, pero nosotros sí sabemos las mierdas de los demás.

—Y así te dejará en paz porque sabrá que no eras tú el que estaba en su camino.

William asintió.

Era un plan perfecto. Pero me dejaba con una duda.

—¿Pero es a lo que te dedicas no?

Su sonrisa se borró de golpe.

—No soy idiota, nena. No te diré una mierda. Tú sigue pensando que todo el dinero que tenemos es gracias a este club. Es lo mejor para ti y para todos.

No podía vivir con la duda. Debía preguntárselo.

—¿Era verdad lo que me dijiste?

—¿Qué?

—Tú no secuestras mujeres, al menos dime eso.

Me miró directo a los ojos, acercando su rostro al mío. Podía oler su aroma, y su aliento.

Menta.

Agua fresca.

Delicioso y embriagador.

—¿Tú qué crees?

—Quiero creer que no eres un monstruo como él.

14

Rogaba para mis adentros que lo negara. No podía haberme entregado a alguien que hacía algo como eso. No podía huir de un hombre para encontrarme con otro en su lugar, la diferencia era de sangre.

—Soy peor ¿Eso te deja más tranquila?

Negué.

—Algún día me lo dirás.

—O lo averiguas tú, eres muy buena siendo espía—se burló.

No me hizo nada de gracia.

—Vete a la mierda.

Me sonrió y bajó del auto, no sin antes darme un azote en el culo como represalia.

—Piensa en lo que te dije. —esperó una respuesta—Llámame.

—Lo haré.