Segunda oportunidad - Kris Buendía - E-Book

Segunda oportunidad E-Book

Kris Buendía

0,0

Beschreibung

Si has llegado aquí es porque te dejaste atrapar tu también como Aleksei, estás cabreado como Brandon, y sigues insistiendo como Matt.  Pero no te preocupes, mantén la cabeza fría como Blake y todo saldrá bien.  Esta segunda oportunidad de nuestros protagonistas prometen mucho. Disfruta de las mejores historias románticas en esta colección, que contiene el volumen 2 de las siguientes trilogías: Quédate conmigo - Quédate conmigo o vete Un dulce encuentro - Infierno Criminal - Liberada

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 839

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



KRIS BUENDIA

S E G U N D A

OPORTUNIDAD

COLECCIÓN No.2

La Profesional

Quédate Conmigo

Un dulce encuentro

Criminal

Copyright © 2020 Kris Buendia.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

1ra Edición completa, Octubre, 2020.

SEGUNDA OPORTUNIDAD

Colección No.2

La Profesional - Fascinación

Quédate conmigo – Quédate conmigo o vete

Un Dulce encuentro – Infierno

Criminal - Liberada

ISBN digital: 978-99979-0-515-4

Diseño y Portada: EDICIONES K.

Maquetación y Corrección: EDICIONES K.

KRIS BUENDIA

S E G U N D A

OPORTUNIDAD

COLECCIÓN No.2

La Profesional

Quédate Conmigo

Un dulce encuentro

Criminal

F A S C I N A C I Ó N

La profesional no. 2

Mi definición de pecado: Él

U N O

No he podido olvidar el color de sus ojos esa última noche que lo vi.

Han pasado cinco noches igual a esa. Continúa lloviendo y yo me sigo sintiendo de la misma manera, aunque he dejado de llorar, solamente lo hice esa noche bajo la lluvia. Engañé a mi mente que no estaba haciendo lo imposible, que mis ojos no estaban derramando lágrimas por primera vez por un hombre que no las merece.

Tampoco he regresado al Trilogy Montreal, y él tampoco me ha buscado.

Rio por lo bajo con mucha ironía ¿Acaso esperaba que me buscara?

Por supuesto que no.

Su Cielo, como solía llamarme, solamente era una fachada, seguramente en estos momentos está con su prometida y futura madre de su hijo, debí saberlo. ¿Qué veía en mí? No soy ni siquiera rica, y además soy la agente de la CIA que ha trabajado de encubierto en su bar para incitarlo.

Solamente que él terminó malditamente incitándome a mí y caí.

Lo acepto, caí en sus redes de una manera que ni yo misma lo podía creer cuando ya sus dedos se encontraban dentro de mí, sus labios en los míos y mis gritos ahogados en su garganta.

La misión sigue en pie, no he renunciado a mi trabajo y me limitaré a hacerlo como desde un principio debió ser. Pero hoy no. Hoy no seré la agente que anda detrás de Ivanović, hoy soy la profesional, la que en este momento se encuentra apretando bien su Walter p99

mientras estoy esperando la señal para entrar.

La CIA asignó a Duncan Ford esta vez, para que se contactara con el jefe mafioso John Baynor. La tarea del agente Ford es hacerse pasar por representante de una corporación internacional que desea hacer experimentos con drogas como el LSD en los cuales se

usaron

como

involuntarios

cobayos

a

ciudadanos

norteamericanos, el espionaje electrónico de periodistas y de activistas por los derechos civiles y el ingreso ilegal a viviendas de ex empleados de la CIA, además de otras personas.

Es algo grande, por lo que no me importó llegar a primera hora y ponerme al día con lo que estaba sucediendo, debía seguir adelante con mi trabajo y olvidarme de todo lo demás. Era una misión que nos estaba tomando años, pero que ahora estábamos cerca de atrapar sus cabezas.

La CIA les dio a los delincuentes seis píldoras envenenadas.

Durante varios meses, los mafiosos intentaron, de manera infructuosa, que alguien le pusiera el veneno en la comida del presidente de los Estados Unidos.

No es la primera vez que algo así sucede, pero esta vez, hemos dado con el paradero de John Baynor. No fue una entrada fácil y mientras esperamos la señal para atacar.

Aprieto cada vez más mi arma.

—Concéntrate—Me susurra Duncan por lo bajo, siempre me dice lo mismo cuando estamos en una situación como esta.

Asiento con la cabeza y vemos la señal.

Duncan patea la puerta y varios hombres empiezan a disparar, los francotiradores nos quitan a un par de encima.

Pero cuando veo que uno de los hombres de Baynor viene hacia mí, no parpadeo y disparo directo a la cabeza.

Caigo el suelo, entonces escucho más disparos que provienen de los pasillos, más agentes están limpiando el lugar.

Duncan dispara contra dos más y yo cubro la entrada para que Baynor no tenga donde escapar.

—¡No tienes escapatoria, Baynor! —Le grito.

Me ve con ojos inyectados de odio porque lo hemos atrapado, pero su sonrisa se intensifica cuando veo que aprieta un botón y escucho el chasquido de su arma que cae desde el techo y la toma apuntándome directamente.

Levanto mi arma y disparo a su pierna para inmovilizarlo. La CIA lo quiere vivo, pero ni siquiera eso merece el muy bastardo.

—¡Despejado!—Escucho en el pasillo.

Me levanto del suelo y Duncan lo toma bajo custodia, los otros agentes entran al salón y se cercioran de que estemos bien.

—Estás acabado, John Baynor—Le dice Duncan.

En ese momento el agente Stoner, mi jefe, entra con ojos de triunfo y hace una pequeña reverencia con la cabeza.

—Buen trabajo, agentes.

Veo a Baynor, ha costado muchas vidas y millones para poder llegar hasta aquí. Mi padre estuvo tan cerca. Fue el último que estuvo cara a cara con él, pero fueron emboscados y Baynor escapó dejando a mi padre gravemente herido.

Escucho la carcajada de Baynor y veo que tiene sus ojos puestos en mí como si me reconociera de algún lugar, ni siquiera está quejándose del dolor que le he propinado en su pierna.

—Eres patética—Se burla—Tan patética.

—Silencio, Baynor—Lo calla Duncan.

—Tuviste mucha suerte, aunque no puedo decir lo mismo del militar.

La sangre empieza a hervir y Duncan me toma del brazo para que no cometa una locura. Al pronunciar la palabra militar está nombrando a mi padre bajo el perfil falso que la CIA le asignó desde que empezó a trabajar con ellos.

—¿Qué fue lo que dijiste? —Siseo con los dientes apretados.

—Hace 23 años mandé a matar a la hija de un militar que estaba metiendo sus narices… donde no debía.

La imagen regresa a mí, tenía siete años, estaba nadando en la piscina de mi casa y alguien me sujetó fuerte del cabello y me mantenía sumergida, el agua llegó hasta mis pulmones, pero no olvido el sonido silencioso del disparo, el sonido hueco y el peso del hombre cuando cayó sobre mí.

Mi padre había matado a ese hombre, y desde ese momento mi hidrofobia apareció.

—Fuiste tú—Susurro, Stoner y Duncan se quedan viendo al hombre que ha empezado a reírse.

Mientras el corazón empieza a acelerarse, tomo de nuevo mi arma y la apunto hacia él.

—¡Elaine!—Grita el agente Ford.

—¡Agente Croft, baje el arma!—Me ordena el agente Stoner.

—Dispárame—Me reta Baynor—Es lo que tu padre hubiese querido.

Él sabe quién era mi padre.

Entonces disparo tres veces cerrando mis ojos cuando alguien me derriba y caigo rápidamente al suelo.

Abro los ojos y veo a Baynor que la sangre corre por su boca, el maldito sigue vivo.

—¡Suéltame!—Le grito a Duncan—¡Voy a matarlo!

—¡Mírame, contrólate!

—Agente Ford—Escucho que gruñe Stoner—Sáquela de aquí, desde este momento queda fuera del caso. ¡Ahora!

Duncan me levanta del suelo, no sin antes desarmarme y me saca a rastras de la habitación. Ya el departamento ha empezado a hacer su trabajo, levantando cadáveres y tomando fotografías y encontrando pruebas en contra de John Baynor. Me suelto de su agarre pero vuelve a tomarme del brazo y me saca fuera de la pequeña mansión al norte de Michigan. Las manos me tiemblan, mi ropa está salpicada de sangre y el corazón me late a mil por hora.

—¿Estás bien? —Me pregunta Duncan, recordándome donde estoy.

—No—Digo con honestidad—Todos estos años, Duncan.

Lo veo con los ojos llenos de lágrimas, pero no son de dolor.

Son de impotencia y cólera. Lo tenía en mis manos, pero la maldita CIA lo quiere vivo.

—¿Lo que dijo fue cierto?—Me pregunta, él no sabe nada de lo que pasó, estoy segura que no lo sabe tampoco Stoner.

—Gracias a él es que una pequeña parte de mí ha estado jodida desde que tengo siete años.

Se acerca y me abraza, pero lo aparto. No quiero su compasión, solamente quisiera regresar ahí y matarlo con mis propias manos, ni siquiera necesito un arma para hacerlo.

—Hablaré con Stoner, pero debes aceptar que se te salió de las manos, te ha provocado y ruega a Dios que el hijo de puta no muera, él es la fuente para ir detrás de los otros.

—Mejor ruégale tú a Dios que me recuerde que soy humana, porque a veces me olvido hasta de lo que soy.

Me doy la vuelta y entro a uno de los coches, me quito mi camisa y empiezo a limpiar la sangre de mis brazos y cara. Termino de limpiar las lágrimas de mi rostro y Duncan abre la puerta para que lo vea. —¿Qué está sucediendo contigo últimamente, Elaine?

—Nada.

—¿Nada?

—Lo que menos necesito ahora es tu compasión, déjame en paz.

—No es compasión, me preocupo por ti.

—¿Por eso mentiste?

Se queda el silencio, sabe que jamás voy a perdonarle que me haya ocultado que el responsable que mató a mi padre sigue vivo.

Por años pensé que había vengado su muerte matando lentamente al responsable. Todos lo sabían… él sigue vivo.

—Puedo soportar la mierda de Stoner, pero no la tuya, no de la gente que dice que me quiere.

—Mi intención jamás fue herirte, Elaine.

—Es demasiado tarde para eso.

Es demasiado tarde para todo. Hasta para que pueda perdonar el engaño de Aleksei Ivanović. Pero qué ilusa, a él ni siquiera le importa. En estos últimos días y noches no he recibido una llamada, una visita o un maldito mensaje con un «Lo siento». Por supuesto, el futuro señor esposo de la realeza española no necesita disculparse por haber follado a la cantante, a la profesional.

Seguro ambos se están riendo de mí en estos momentos.

D O S

Dos días después regresé a Washington, Stoner me sacó del caso y me importaba una mierda. Ya tenían a John Baynor bajo custodia, y sí, Dios escuchó las plegarias de Stoner. Él había sobrevivido a los dos disparos que yo misma descargué en él.

—Hola, Elaine—Me saluda Jesse, la ironía es que seguimos aquí, en la cueva del centro. No he querido ir a mi casa y tampoco Dorian, él sabe que tarde o temprano regresaremos al Montreal.

Stoner me dijo antes de venir que no le importaba lo que dijeran los medios sobre Ivanović y Charlotte Cyril, la misión seguía en pie y yo debía de acatarme a ella a pesar de todo.

—Hola, Jesse ¿Buscas a Dorian?

—No, de hecho te buscaba a ti. —Eso es nuevo.

—Bueno, pasa adelante—Abro más la puerta para él y lo hago pasar. Regreso al sofá junto con Realeza, y le ofrezco una fingida sonrisa al guapo de mi vecino y juguete de mi mejor amigo.

—Escuché que estabas de viaje—Continúa Jesse—¿Todo bien con tu familia?

Dorian debió decirle que era un viaje familiar y no de mi verdadero trabajo.

—Sí, fue una visita de rutina, gracias por preguntar.

Veo que Jesse me ve de una manera diferente ahora, es como si confiara lo suficiente en mí para que me haga preguntas sobre mi amigo y su amante, claramente puedo ver la tensión en sus ojos, piden a gritos por qué mi amigo, el agente Donovan ha estado un poco distante estos días.

—Suéltalo—le ofrezco una sonrisa, esta vez sincera.

—¿Dorian está con alguien más?

—Creo que no soy yo a la que le deberías de hacer esa pregunta, Jesse.

—Lo sé—dice nervioso—Es sólo que pensé que teníamos algo, pero a veces me evade, he querido ir a verlo al bar, tomar una copa juntos, pero siempre me dice que pasa demasiado ocupado como para charlar, y cuando vengo a buscarlo al apartamento…está demasiado cansado.

Dios santo, ya veo que no solamente las mujeres somos dramáticas.

—Mira, Jesse—Lo veo con pena—Creo que tú y yo sabemos en lo que te estabas metiendo desde que conociste a Dorian, es un hombre diferente ¿Sabes a lo que me refiero?

Asiente con la cabeza—La culpa es mía por esperar algo más.

—Creo que sé de lo que estás hablando—Aleksei viene a mi mente, yo también esperaba algo más—A veces pensamos que somos esa persona especial para alguien, luego nos damos cuenta que solamente fuimos uno más… de esos polvos que te enamoran más que cualquier cosa.

Jesse me ve preocupado y estudia cada una de mis palabras.

—¿También te han roto el corazón?

—Más que el corazón fue cada uno de mis huesos.

—Lo lamento—Dice tomando mi mano—Si de algo te sirve, no solamente las mujeres sufren por amor.

Me da pena, el pobre se ha enamorado. Ni siquiera puedo decirle la verdad, no me compete a mí decírselo, pero hablaré con Dorian, esto se está saliendo de las manos.

En ese momento la puerta se abre y Jesse salta nervioso.

Dorian nos fulmina a ambos con la mirada al ver que Jesse sigue sujetando mi mano.

—Hola—Soy la primera en saludar, hablamos hace unas horas por teléfono, supo todo lo que pasó en el operativo y por supuesto se puso como loco por no poder estar ahí.

—Hola—Dice sin vernos.

—Creo que iré a descansar un momento—Le digo a Jesse y le hago un movimiento de cabeza para que hable con el responsable de su corazón roto.

Tomo a Realeza y me sumerjo en mi habitación. Espero que lleguen a un acuerdo, y podamos volver a la normalidad, aunque yo estoy muy lejos de estar en una situación como esa.

Mi teléfono móvil empieza a sonar, y cuando veo que es mi verdadero número me preocupo, porque son pocas las personas las que lo tienen y más cuando es un número desconocido.

—Croft—Respondo.

—¿Señorita Croft?—Escucho la voz de una mujer—¿Es usted la hija de Liz Croft?

—Sí, soy yo ¿Quién habla?—Me alarmo.

—Le llamo desde el hospital Surrender…

—¿Mi madre se encuentra bien? —La interrumpo de inmediato.

—Me temo que tendrá que venir, no puedo darle los detalles por teléfono.

—Voy para allá.

Guardo mi teléfono en la bolsa de mi pantalón, ni siquiera me da tiempo de quitarme la ropa de oficina y salgo de la habitación.

—¡¿Nena, qué pasa?!—Pregunta Dorian, al ver que empiezo a ponerme los zapatos de nuevo a toda prisa, me sorprende que Jesse no esté. —Me han llamado del hospital, parece que a mi madre le pasó algo.

—Te acompaño—Dice de inmediato, tomando sus llaves y salimos del apartamento.

Al llegar al hospital, corrí como loca hasta dar a la recepción, la misma señorita que me llamó por teléfono me atendió y de inmediato llamaron al médico que estaba atendiendo a mi madre.

—¿Dr. Mitchells? —Pregunto sorprendida, no sabía que el médico que estaba asistiendo a mi madre es el mismo psicólogo que me ha estado viendo por los últimos cuatro años.

—Elaine—Me ofrece su mano—Esperaba volver a verte y siento mucho que tenga que ser bajo estas condiciones.

Me he saltado algunas citas programadas, porque me había estado ocupando estos meses de un ruso hijo de puta que no vale la pena recordar en estos momentos.

—¿Cómo está mi madre?

—Elaine—De nuevo ese tono no me gusta—Tu madre tuvo una sobredosis de analgésicos.

Al escuchar la palabra sobredosis siento que voy a caerme, Dorian de inmediato me ayuda a mantenerme en pie y el Dr.

Mitchells continúa.

—Es por eso que di la orden que te llamaran a ti primero, parece que tu hermana se encuentra fuera del país. Pero también tu madre no quería que se le avisara a nadie.

—¿Cómo está ella?

—Está estable, pero debo decirte que este episodio suicida de tu madre es alarmante, parece que ni aun aquí en el hospital se ha dado cuenta que estuvo a punto de morir.

—¿Quién la encontró?

—Una vecina suya, fue a visitarla y miró por la ventana que tu madre yacía en el suelo de su casa.

Debe ser la señora O’hara, ella siempre ha sido buena con mi madre y con nosotras desde que éramos unas niñas, todavía a nuestra edad, nos sigue viendo como unas niñas y eso es lo que más me gusta de ella.

—¿Puedo verla? —Pregunto limpiando las lágrimas de mis ojos. —Me gustaría poder hablar contigo primero—Insiste el Dr.

Mitchells.

—Por favor, necesito verla.

Asiente derrotado—Por aquí.

—Estaré aquí, nena—Dice Dorian dándome un beso en mi frente y sigo al médico hasta la habitación de mi madre.

Cuando entro, me dan unas terribles ganas de llorar, su cabello negro como el mío, pero ahora cenizo, es lo primero que veo.

No se atreve a verme a los ojos, y me cuesta creer que éste sea nuestro encuentro después de casi dos años de no verla.

—Mamá—Digo y sus ojos verdes me ven pidiendo a gritos auxilio, más no perdón.

Cuando quiero acercarme, mi paso es interrumpido por el sonido de mi teléfono, no me molesto en ver quién es y de inmediato lo apago y lo vuelvo a meter en la bolsa de mi pantalón.

—Elaine—Dice con mucha dificultad—Hija.

—¿Cómo te sientes?—Tengo miedo de acercarme demasiado, verla en este estado es el peor castigo para un hijo.

—Inútil—Responde de modo tajante.

—¿Inútil?—Pregunto sintiendo el fuego en mis palabras—

¿Te sientes inútil porque no pudiste acabar con tu vida?

—Siguen sin entenderlo.

No puedo creerlo, pensé que cuando me viera lo primero que iba a decir era pedir perdón, por tomar una decisión tan cobarde, ella sabe que no está sola, nunca ha estado sola y me duele verla derrotada, pero más me duele sentir este odio por ver cómo se destruye.

—La que no lo entiende eres tú.

—Soy tu madre—Me ve con mucha ira y dolor—¿Qué vas a saber tú de la vida?

—¿Tú qué sabes de la vida cuando ni siquiera te importa la tuya o la de tu hija?

Su mirada regresa a mí, sabe a lo que me refiero. Ella sabe que no le importó poner mi vida en peligro ni la de ella, siempre ha tenido ese deseo de morir, pero cuando me dejó sola en la cama de un hospital fue más doloroso que sentir esos tres disparos en mi espalda.

—¡Vete!—Me grita llorando—Si viniste a hacerme sentir la peor madre del mundo es mejor que te vayas.

—¿Para qué?—Ahora soy yo la que grita—¿Para que me llamen dentro unos días y me digan que mi madre culminó con excelencia su suicidio?

No dice nada y empieza a llorar, siempre todo lo arregla con llanto.

—Cuando muera dejaré por escrito que no le avisen a nadie.

Se me desgarra el alma y el corazón escuchar sus palabras, es mi madre, es lo único que tengo después de mi hermana y me duele que no valore su vida, la amo demasiado pero si quiere acabar con su vida y hacerme sentir culpable, entonces seguiré su juego.

—¿¡Quieres morir!?—Le grito y no dice nada, abre más sus ojos y solloza más fuerte—¡Responde!

—¡Sí! —Llora y mi alma termina de destruirse— ¡Quiero morir!

Me llevo las manos hacia atrás y toco mi arma.

—Entonces hazlo—La reto ofreciéndole el arma—¡Hazlo!

¡Aprieta el gatillo y muere de una vez si eso es lo que quieres!

Mi madre empieza a llorar con más fuerza y ahora me ve asustada por lo que estoy haciendo, debe de estarse preguntando de dónde he sacado un arma. Jamás me he comportado de esta forma con mi madre, siempre he sido dulce y amorosa con ella y con mi hermana, como lo era con mi padre cuando éramos una familia.

Aunque todo haya sido una farsa, no puedo negar que hubo muchos momentos felices que compartimos los cuatro.

—Elaine—Solloza, llevando sus manos a la cara.

Veo la culpa en sus ojos, pero no veo arrepentimiento, de lo que quiso hacer o lo que hizo.

—¿O quieres que lo haga yo?

Llamo su atención cuando llevo el arma a mi cabeza.

—¡¿Quieres saber lo que se siente?!—Le grito llorando—

Que alguien quiera morir delante de ti.

—Elaine, baja el arma—Implora mi madre.

—¡No!—Grito.

En ese momento la puerta se abre y no me inmuto de ver quién es, seguramente es la seguridad del hospital junto con el Dr.

Mitchells.

—Estoy cansada de hacer hasta lo imposible para que seas feliz, mamá—digo sosteniendo el arma firme en mi cabeza—He renunciado hasta a mi propia felicidad por ti.

—Elaine—dice una voz y me estremezco cuando lo veo.

Aleksei.

—Nena, baja el arma—Me pide Dorian.

Aleksei, Dorian, Erwan y el Dr. Mitchells están presenciando la escena suicida de las Croft.

Pero no me importa, regreso la mirada a mi madre.

—Voy a morir, mamá—Le digo viéndola a los ojos—Eso querías que pasara ese día ¿verdad?

Niega con la cabeza y continúa llorando viendo a los hombres que están preocupados por lo que pueda pasar. El Dr.

Mitchells sabe lo que pasó y también Aleksei, por lo que deben de imaginarse cómo me siento en estos momentos.

—¡Dímelo! Y te juro que tiro del gatillo aquí mismo para que sientas lo que yo sentí al ver que mi madre, la que tanto amo, quería morir ese día ante mis ojos. La misma a la que salvé su vida, pero ella no estuvo a mi lado mientras me recuperaba.

—¡No!—Suplica mi madre—No quería que murieras. Quería morir yo, pero estaba tan avergonzada que no podía verte a los ojos, simplemente no podía, Ángel.

Ángel.

—Cielo, baja el arma—Escuchar esas palabras de su boca lo único que hacen es que quiera tirar el gatillo.

—No lo haré—Musito al mismo tiempo en que desvío la mirada hacia mi madre y siento que Aleksei me toma de la cintura y Dorian baja mi brazo quitándome el arma.

Me tumban al suelo y lo último que veo es al Dr. Mitchells con una inyección que lleva de inmediato hacia mi brazo.

—Estarás bien, Cielo—Escucho que dice Aleksei y limpia las lágrimas de mis ojos.

Lo que dijo después no lo escuché bien, pero claramente logré entender que amenazó a alguien para que no se acercara a mí.

T R E S

¿Iba a morir?

¿Iba a dejar que mi madre tirara del gatillo?

Por supuesto que no, pero de morir sí estaba dispuesta a hacerlo por ella, daría mi vida por ella de nuevo y por cualquier otra persona que signifique todo para mí.

—¿Elaine?

Abro los ojos y veo que me encuentro en la camilla del hospital. Me han sedado como a una loca. ¿En qué estaba pensando?

—¿Nena?

Veo a Dorian que sostiene mi mano. Sigo buscando con mis ojos otro rostro familiar pero no lo veo por ningún lado.

—Se fue—Dice Dorian como si leyera mi mente—Se ha vuelto loco, le he dicho que el arma era mía y ha estado a punto de golpearme por tener un arma en casa y a tu alcance.

—No te preocupes por él—Le digo levantándome de la cama poco a poco—Ni siquiera sé cómo demonios sabía que estaba aquí.

—Nos ha seguido—Responde Dorian—Cuando salimos, parece que él iba con todo a buscarte y nos siguió hasta aquí.

Ahora recuerdo, cuando estaba con mi madre alguien estaba llamándome al móvil, pero ni siquiera vi quién era.

—Tu madre está devastada, no se ha separado de ti desde que estabas inconsciente y te pedía perdón sin parar.

—¿Cuánto tiempo he estado así?

—Ocho horas.

Mierda.

Eso es demasiado.

—Quiero irme—Le pido—Por favor, sácame de aquí.

Asiente y me ayuda a ponerme de pie, la cabeza me da mil vueltas, todavía me siento un poco mareada, el Dr. Mitchells me dio un sedante demasiado fuerte, ahora mismo tengo que retomar de nuevo las terapias, debo poner mi mente a trabajar de nuevo.

—Vamos—Dice Dorian ayudándome a llegar hasta la puerta, pero cuando la abre, lo primero que veo son un par de ojos color azul intenso que me ven de pies a cabeza.

—Elaine.

Tengo ganas de caerle encima, no sé si para besarlo o para romper su bonita cara, creo que mejor me decido por la segunda. Me zafo del agarre de Dorian y lo primero que hago es golpear su pecho fuerte.

— ¡Hijo de puta! —Le grito y sigo golpeándolo.

Él lo permite.

—¡Elaine!—Me sujeta Dorian de la cintura—Tranquilízate, Elaine.

Aleksei no aparta su mirada de mí y me entran las ganas de llorar cuando el tono de sus ojos se convierte en ese mismo color que desconozco y del cual me enamoré.

—Lo merezco—Dice sonriéndome con vergüenza en sus ojos. —¡Por supuesto que lo mereces!—Le gruño casi llorando—

Dorian, sácame de aquí.

Dorian toma mi mano y me ayuda a caminar, esta vez espero que Aleksei se interponga en nuestro camino, pero milagrosamente no lo hace.

No veo hacia atrás, solamente me aferro del brazo de mi mejor amigo y una vez subimos al taxi, lloro en su pecho, aunque no sé si por lo que acaba de pasar con mi madre o porque he vuelto a ver al hombre que ha roto mi corazón.

...

—¿Quieres comer algo?—Me pregunta Dorian, he permanecido en silencio desde que llegamos, me siento mejor, pero lo que necesito no es comida, es alcohol.

—Saldré por un momento—Le digo tomando las llaves y mi teléfono—No me esperes.

Dorian sabe que no podrá detenerme, tampoco voy a cometer una locura, de los intentos de suicidio patéticos, decido mejor pasar.

He caminado por los últimos veinte minutos hasta que me decido tomar un taxi y le digo que me lleve a las calles que tanto extraño.

—Hola, Agente—Me saluda Cedric, el barman del bar que queda a la vuelta de mi antigua casa—Hace mucho tiempo que no la veía por aquí.

—Bueno, he tenido un par de cosas que hacer.

—¿Qué le sirvo?

—Lo más fuerte que tengas—Me sonríe y ladea la cabeza no tan seguro de hacer lo que le he pedido—Y no te preocupes, no tengo intenciones de llegar a mi casa esta noche.

De inmediato me entrega la bebida más fuerte, ni siquiera le pregunto qué demonios es, lo que sea, es mejor no saberlo y me dispongo solamente a tomar largos sorbos.

Cuando ya voy a terminar la primera botella, escucho que la gente empieza volverse loca y una joven sube al escenario.

—Hoy es noche de karaoke—Dice Cedric muy divertido—

Quizás se anime a cantar.

—¡Ni loca!

Cedric se ríe y yo me deleito escuchando cantar a las diferentes personas que suben al escenario, deben tener una buena autoestima o un buen sentido del humor, porque cantan fatal, aun así soy la primera en aplaudirles y silbar desde mi asiento en la barra.

—¿Te estás divirtiendo, guapa?—Me susurra alguien a mi oído, pensé que la única suicida era yo, pero ya veo que el sujeto que ha empezado a tocar mi cuello, quiere morir esta noche.

Me giro para verlo.

¡Joder!

Pero si está como quiere, justamente lo que necesito, otros ojos, otros labios y definitivamente otras manos. Para olvidar.

—¿Estás sola?

—¿Quieres que lo esté?—Coqueteo, sé que estoy lo suficiente borracha para no recordar nada de esto.

—Sí—Dice llevando sus labios cerca de los míos, no lo aparto, pero alguien más lo hace por mí.

—¡Te mataré si te acercas a ella de nuevo!—Lo amenaza.

¿Pero quién se cree que es para amenazar a mis ligues de esa manera?

—¡Bueno, bueno!—Me mofo y mi posible conquista niega con la cabeza y se aleja de donde estamos—Pero mira a quién tenemos aquí.

—¿Necesita ayuda?—Me pregunta Cedric que se ha percatado de todo.

—Mira Cedric—Lo señalo mientras se acerca a mí y se sienta fulminándome con la mirada—Te presento al ruso, ojos de camaleón. El hombre más hijo de puta que he conocido en toda mi maldita vida.

Cedric sonríe amablemente, temiendo por su vida y Aleksei niega con la cabeza.

—Tiene mucho dinero—Continúo con mi insolencia—Pero carece de modales, es mal hablado, no aprecia los cumplidos, le gusta dar órdenes, pero sobre todo, es un maldito mentiroso. ¡Ah!

pero folla como todo un Dios, eso no se lo puedo negar.

—Basta, Elaine.

—¿Qué pasa? —Pregunto haciendo cara de cachorro—¿Ya no soy tu Cielo?

—Te sacaré de aquí—Se levanta y me toma del brazo.

—Eh, eh—Lo aparto—No voy a ir a ningún lado. ¿Qué hiciste a la española? Yo no la veo por ningún lado.

Escucho que resopla enfadado y me vuelve sujetar de la cintura cuando mi peso me hace tregua y amenaza con dejarme caer.

—¡Mierda, Elaine!—Se queja cuando me sujeta para que no caiga.

—¿Qué pasa, Ángel? —Busco su mirada y aspiro su aroma cerrando los ojos—¿Acaso no eres feliz con tu prometida?

Cuando termino de hacer la pregunta me entran las ganas de llorar, seguido de aquellas fotografías y lo aparto de un solo golpe y empujándolo hacia atrás.

— ¡Basta!—Vuelve a tomarme del brazo—Te sacaré de aquí.

—De acuerdo—le digo viéndolo a los ojos y besando su mejilla—Primero déjame ir al baño.

— ¿Estás segura que puedes ir tú sola?

—Sí—miento—Te juro que si me sigues, te mearé encima para marcar territorio. —Escucho la risa de Cedric y el resoplido de él detrás de mí cuando me alejo.

Lo he convencido, así que me suelta, camino despacio y me mantengo firme sin caerme, estoy borracha, pero todavía puedo andar, y como puedo andar, todavía puedo cantar.

Lo veo a lo lejos y me doy cuenta que Cedric está entablando una conversación con él. Sabe que no debe referirse a mí como la agente, así que no me preocupo. Espero mi turno y la última chica que ha dejado sordos a todos los del bar, me entrega el micrófono sonriéndome.

Le doy indicaciones al hombre del audio y éste me hace señal con el dedo para que tome mi lugar en el escenario.

Carraspeo la garganta y golpeo el micrófono.

—Buenas noches.

Hablo y capto la atención de todo, hasta la del hombre del cual estoy jodidamente enamorada, que abre sus ojos de camaleón sorprendido.

—Quiero dedicar esta canción a alguien muy especial.

Le sonrío y él parece que ni respira.

—A un hombre que quiso conquistarme con su tono tirano, su avión privado, su mansión y joyas—Escucho la burla de la gente—Pero lo que él no sabe es que me conquistó con esos jodidos ojos de camaleón.

Veo cómo aclara su garganta y parpadea un par de veces. Sé que le ha dolido.

—Ahora ese mismo hombre, después de hacerme el amor como nunca nadie lo ha hecho, no me dice que está comprometido y eso no es todo—Mas burlas se escuchan y yo continúo—Ella está esperando un hijo de él.

Abucheos, risas y sonidos de botellas invaden el lugar por mi monólogo de típica mujer despechada y ebria.

—Te deseo lo mejor, Ángel.

La música empieza y desabrocho mi chaqueta, dejando expuesto el top y mi abdomen, la guitarra explosiva de la canción lo amerita.

Fíjate

Saliendo

Tarde a la noche

Mirando fijo

Sintiéndote bien

Es una maldita lucha

Te lo puedo decir.

Yo sólo sé

Que todo esto se va a derrumbar

Esta noche

Nosotras no esperamos frente a la puerta, porque ya sabemos

cómo son

En el bar, 6 tragos son sólo el inicio

Es ahí cuando un idiota pone sus manos en mí

Pero ya verás…

Me muevo y muchos empiezan a tirar billetes al escenario, la gente ha empezado a bailar y saltar. Mis ojos lo buscan y no parece importarle.

No estoy aquí para entretenerte

No no no

Realmente no deberías meterte conmigo esta noche

Así que detente y tomate un segundo

Estaba bien hasta que te metiste en mi vida

Porque ya sabes que todo terminó

Antes de que comenzara

Guárdate tu bebida y dame el dinero

Y esta noche te quedaras solo tú con tu mano

Yeah oh…

El mismo hombre que hace un momento intentó coquetear conmigo se acerca, entonces empiezo a cantar más cerca de él, toco su cabello y cuando le planto un beso en los labios…

Medianoche

Estoy ebria

Pero me importa un carajo

Quiero bailar

Yo sola

Creo que estás con falta de suerte

No me toques

Retrocede

No soy la única

Buh adiós

Escúchame, esto simplemente nunca sucedió

Puedes inventarle lo que quieras a tus novias

Sólo déjame divertirme esta noche

De acuerdo…

Soy sacada del escenario de manera brusca y posesiva en su espalda y su mano en mi culo, dándome una fuerte nalgada en forma de represalia.

—¡Estás en problemas!

Ya he escuchado eso antes, fue cuando me folló por primera vez, mientras yacíamos en la sala de mi cueva, embarrados de pintura mientras arremetía con vehemencia dentro de mí.

¡Joder, estoy excitada!

Me lleva hasta el auto y veo cuando Erwan abre la puerta.

—Hola, Erwan—Me rio a carcajadas.

—Señorita—Asiente.

Aleksei me deja en el asiento, recuerdo la primera vez que entré aquí, me acorraló con preguntas, fue cuando me dejó claro cuáles eran sus verdaderas intenciones conmigo, se mostró posesivo como indulgente.

—Llévame a mi casa—Le ordeno—No quiero estar cerca de ti.

—Vas a venir conmigo, y no hay negociación sobre ello, Elaine—Me espeta furioso desde su asiento—Esta noche has cruzado la línea.

Me rio.

—No te tengo miedo, deberías de saberlo.

—No quiero que me tengas miedo, solamente quiero que hagas lo que yo te digo.

—Yo no soy un juguete, Aleksei.

—Por supuesto que no—Me ve y no estoy segura del tono de sus ojos—Un juguete no es insolente, tú eres como una patada en el culo.

Vuelvo a reírme a carcajadas.

—Nunca me ha gustado seguir órdenes y por gracia de Dios o del mismo diablo no sé cómo cumplo las tuyas.

—Estoy seguro que ambos están de acuerdo conmigo.

—Te odio.

—También yo—Contraataca.

C U A T R O

Llegamos a su mansión. Veo por la ventana y todo me da vueltas, entonces abro la puerta y me caigo.

—¡Mierda!—Gruñe Aleksei detrás de mí y Erwan me levanta del suelo.

—Yo la llevo—le dice Aleksei, y seguido de eso, me carga en sus brazos apretando su mandíbula de lo enfadado que está.

Camina hacia el interior de la casa y de inmediato hundo mi cara en su pecho para esconderme de los ojos de Eloise que me ve y niega con la cabeza al darse cuenta que estoy borracha.

—Lo siento—Le digo y ella me sonríe.

—¿Te disculpas con ella y no conmigo?—Se queja el dueño de los brazos que me cargan escalera arriba.

—Ella lo merece más que tú.

—Eso dolió.

Me lleva hasta su habitación y me sienta en la orilla de la cama. Ni loca me pienso quedar aquí, así tenga que noquearlo a él y a Erwan, pero de que salgo de aquí, salgo.

Pero cuando quiero protestar mi estómago me las cobra y corro a toda velocidad hacia el baño y cierro la puerta detrás de mí.

Meto mi cabeza en el retrete y vomito toda la botella de sabrá Dios y Cedric lo que era, pero que ahora mismo me está matando.

La puerta se abre y mientras yo sigo sacando todo de mi sistema y llorando como una borracha patética siento que se agacha a mi lado y masajea mi espalda.

—Cielo—Dice tocando mi espalda y sujetándome el cabello—Estoy tan enfadado contigo en estos momentos.

Quiero responderle, pero mi estómago vuelve a gruñir y vomito todavía más, sosteniéndome de la orilla.

—No me llames así—Le digo sollozando—No vuelvas a llamarme así en tu vida, Aleksei.

El vómito calma, entonces me levanta y empieza a desnudarme, no sé cómo pero lo permito, mantengo los ojos cerrados para no ver esos ojos de camaleón y me mete a la ducha.

El agua está tibia y se siente tan bien que no quiero salir de aquí nunca, me lava todo el cuerpo metiéndose conmigo, y llevándome a su pecho para que me aferre a él, no debería de permitirlo, es un hombre comprometido y además un mentiroso.

—Hay muchas cosas que necesito decirte—me dice una vez ha terminado de lavar mi cabello, boca y mi cuerpo.

Regresa la ira con un toque de frustración y lo aparto.

—No quiero escucharte.

Salgo de la ducha desnuda y tomo mi ropa como puedo, siento que Aleksei viene y me toma de las manos y me lleva hasta su habitación.

—¡Por una maldita vez en tu vida deja de ser tan obstinada!

No respondo y me cruzo de brazos, esperando que se calme para poder salir de su encierro.

No voy a ceder, no voy a creer nada de lo que diga, las fotos no mienten.

—Te dije que eras mía, Elaine—Atisba yendo hacia su pantalón y saca su cinturón de éste.

Trago.

—¿Qué haces?—No estoy tan borracha para no darme cuenta de lo que intenta hacerme con ese cinturón.

—Date la vuelta—Me ordena.

—¿Vas a golpearme?

—Date la vuelta—Repite.

Sus ojos ahora grises me piden que obedezca, no me da tiempo de razonar cuando ya me encuentro de espaldas hacia él, siento su aliento caliente de inmediato en mi cuello.

Él jamás me haría daño, no de esa manera.

—Eres mía.

Me toma las manos y como si fuese a esposarme, sujeta el cinturón en mis muñecas y me deja sin poder moverlas.

—Túmbate.

Mis piernas seden y me encuentro de rodillas sobre la cama con mi culo levantado a su disposición.

Un aliento caliente desciende desde mi espalda hasta una de mis nalgas y la muerde, luego continúa con la otra y jadeo por más.

—Eres mía.

Masajea mi culo y me sostiene de las manos que están inmóviles por el cinturón y de inmediato grito cuando siento que su erección está jugando con mi hendidura, la desliza desde mi culo hasta mi húmeda vagina, tentándome.

Me está castigando.

—Aleksei…

—Eres mía.

Entra de un solo empellón y entierro mi cabeza en el suave colchón cuando empieza a mover sus caderas desde atrás, golpeándome el trasero y sosteniéndome. Me está volviendo loca no poder tocarlo.

—Quiero tocarte—Jadeo desesperada.

—Esto es lo que pasa cuando estás en problemas, Cielo.

— ¡Aleksei!

Me está matando de placer, quiero tocarlo, su pecho, su espalda.

—¡Quiero tocarte, por favor!

—Nadie—Me empuja—Toca—embiste de nuevo—Lo que es mío.

— ¡Por favor!

—¿Eres mía, Elaine?—Pregunta trazando círculos ahora muy lentos, lo había olvidado por completo, este tipo de castigo es placentero como también es una tortura.

Muerdo mi labio inferior y cierro los ojos cuando se detiene.

—¡Sí!—Me muevo—¡Soy tuya!

Vuelve a entrar en mí y me ataca sin frenesí, mientras mis muñecas empiezan a arder por el movimiento que hago para poder liberarme de ellas.

—Te vas a lastimar—me reprende cuando ve lo que trato de hacer.

—Libérame—Le pido casi llorando—Quiero tocarte, besarte, sentirte mío.

Se detiene.

—Quiero que te corras así y que no se te olvide nunca que eres mías, porque si lo vuelves a olvidar… esto pasará de nuevo.

No puede hacerme esto, no me puedo correr sin verlo a los ojos. Es el peor castigo que puede darme, que ambos podemos darnos.

Busca un punto y de nuevo me penetra de raíz y vuelvo a gritar su nombre, cuando siento que empieza a palpitar y yo empiezo a apretarme más en él…ambos explotamos llegando al clímax al mismo tiempo.

Entonces lloro.

Empiezo a sollozar enterrando mi cabeza de nuevo en el suave colchón, mis manos son liberadas inmediatamente y no me molesto en verlas cuando me hago un ovillo y cierro mis ojos.

La cama se hunde al lado mío y lo siento en mi espalda, sudado y agitado.

Me abraza.

—Castigándote de esta manera, también lo haces conmigo, Cielo. —¿Entonces por qué lo hiciste? —Sollozo.

—No me diste otra opción—Me trae hacia él—Y ambos lo merecíamos.

—Me mentiste.

—No, no lo hice.

Me remuevo lejos de él, pero me lo impide.

—Déjame ir—Le ordeno—Estás comprometido.

—No lo estoy.

—¿Qué?

Ahora sí no entiendo nada.

—Pero ella…

—Ella está embarazada—Afirma con voz firme—Pero no soy el padre.

Ahora sí, no entiendo absolutamente nada.

—Las fotos no mienten, Aleksei. Ahórrate las mentiras y déjame ir.

—¿Quieres que vuelva a dejarte claro que eres mía?

Suena tentador, pero no soportaría no tocarlo esta vez, así que paso.

—Es lo que pensé—Dice interpretando mi silencio.

Empiezo a llorar de nuevo, la borrachera no ayuda en nada, que él me haya castigado de esta forma tampoco, y que me esté hablando de ella mientras estoy desnuda junto a él es todavía peor.

—Cielo, no llores, por favor.

—Lloro porque estoy borracha—Le digo sorbiendo por la nariz—No te creas tan importante.

—Ven aquí—Me ordena para que me acueste sobre su pecho.

—No.

—Por favor.

Esta vez no funcionará.

—No.

—Tú ganas—Dice derrotado, pensé que me iba a obligar, pero veo que al menos en eso he ganado.

Cuando estoy por quedarme dormida escucho su voz enronquecida cuando dice.

—No te engañé.

Ahora seré yo la que guarde silencio hasta que diga toda la verdad.

—No la embaracé, ni siquiera me he acostado con ella en casi un año—Siento que empieza a trazar círculos en mi espalda, besándola y contemplándola.—No me voy a casar con ella tampoco.

—¿Cómo sabes que no es tu hijo?—me obligo a decir antes de perder el juicio por su roce.

—Porque yo no puedo tener hijos.

Eso sí hace que me voltee y lo vea a los ojos que ahora son verdes. ¿No puede tener hijos?

No es que sea una madre empedernida, pero escuchar eso, hace que me sienta un poco incómoda y decepcionada.

—Me hice la vasectomía hace dos años—me explica—

Charlotte no es la primera mujer que quiere atraparme con un hijo.

Estoy desorientada.

—Pero ella dijo que…

—Sé que la mierda que leíste parece cierta, pero no lo es.

—Las fotografías no mienten—Insisto.

—Ella lo planeó, si fui a verla hasta Barcelona es porque quería poner fin a mi amistad con ella…por ti.

—Aleksei.

—Me confesó que estaba embarazada, parece que fue un polvo de una noche por lo que se encuentra sola en eso.

—La estabas tocando—Revivo la imagen en mi mente, se veían como una pareja feliz.

—La toqué para detenerla—Me toca la cara para que lo vea firme—cuando vio que nos estaban fotografiando quería besarme.

Maldita española. Debí suponerlo. Aunque a quién quiero engañar, ni siquiera lo pensé, solamente creí lo que leí como una idiota. —No te mentí—Vuelve a decir, pero esta vez lo estoy viendo a los ojos—Me has atrapado.

Y él me ha fascinado.

C I N C O

—Lamento lo de tu madre—Me susurra y esta vez estoy en su pecho después de volver hacer el amor. Esta vez nos corrimos juntos, pero viéndonos a los ojos.

No más castigos por ahora.

—No tanto como yo.

—Cuando te vi sosteniendo el arma, decidida a jalar el gatillo—suspira recordando la imagen—La tierra se abrió debajo de mis pies, Elaine.

—No iba a hacerlo.

—Jamás había visto algo parecido, la forma en que le hiciste saber tu dolor, creo que lo entendió.

—No estoy tan segura de eso.

—Lo sé—Insiste—Ella me lo dijo.

—¿Qué?—Mi madre habló con él, no puedo creerlo.

—Me dijo lo mismo que tú ya me habías dicho, tu madre no es mi persona favorita en el mundo en estos momentos, pero creo que deberías de darle una oportunidad.

—No lo sé.—Niego con la cabeza—Ni siquiera sé de qué hablar. —Pues creo que yo soy un buen tema de conversación.

—¿Y qué puedo decirle? —Me rio—¿Que mi jefe y yo tenemos un romance?

—¿Tengo que volver a amordazarte? —Me amenaza.

—Es lo que es.

—No, Elaine—Me ve serio—Eres mía, que no se te olvide.

¿Cómo podría olvidarlo? Si aunque no me lo recuerde él, me lo recuerda la realidad.

—¿Has vuelto a ser mi novio?

—Nunca he dejado de serlo.

Lo beso. Lo beso lento suave y con deseo de que no se aparte de mí. Tengo que seguir con el plan, mi plan, no el de Stoner. Ahora será el mío, a mi manera.

—Ni siquiera sé a qué te dedicas realmente.

—Según tus palabras, soy «el dueño del mundo.»

Me mofo—Hablo en serio.

—Soy un empresario normal, Cielo. Lo que digan los demás no debe de importarte, confía en mí.

—Confío en ti, pero quisiera conocerte mejor.

—De acuerdo, entonces acompáñame mañana, tengo una junta con un posible inversionista, no te gustará lo que hago, pero si eso es lo que tengo que hacer para que des por cerrado el tema—

Suspira derrotado—Lo haré.

La mafia Inc.—Pienso para mis adentros.

Conocer a la gente con la que se mueve Aleksei es lo que necesito, conozco a todos los hombres enemigos de él y hasta los que se mueven en el mismo circulo de la mafia rusa, los reconoceré a cada uno, si Aleksei tiene algún trato con ellos, es porque es verdad todo lo que Stoner dice. Sea lo que sea tengo que estar preparada.

—De acuerdo—Le digo dándole un beso en los labios y cierro mis ojos.

—Atrapado, Cielo—susurra, pero estoy tan cansada, que ni siquiera tengo fuerzas para responderle que para mí es algo más que estar atrapada.

Es lo que tanto he estado esperando, ni siquiera me tomaré el día para hacerle saber a Stoner todo lo que ha sucedido, siento que es mi misión ahora, y Stoner tiene que respetar que lo haga a mi manera, quiero demostrarle que quizás se equivoca, aunque no estoy tan segura de ello… y tengo miedo.

—Buenos días.

No sé qué tienen de buenos porque en este momento quiero matar a alguien, me duele demasiado la cabeza que ni siquiera puedo abrir los ojos para ver la luz del día.

—¿Cielo?

Me acaricia los labios y frunzo el cejo, ese pequeño tacto me está volviendo loca, pero ni siquiera puedo moverme.

—Haz el favor de responder o me volveré loco—me ordena de repente.

Me muevo incómoda y entierro mi cabeza en la almohada, su aroma me llega hasta los pulmones y sonrío para mis adentros.

—¿Te sientes mal?

Hago un ruido de queja y escucho que deja salir un gran suspiro, lo sé. Lo merezco, lo de anoche no estuvo bien, haber tomado en esa cantidad no fue una buena idea, debí saber que las pagaría al día siguiente.

— ¿Quieres que te deje dormir?—Pregunta—Debo irme dentro de una hora a una reunión.

De pronto el dolor se va y me incorporo como un resorte al recordar que él me pidió que lo acompañase.

—Vaya—Dice sorprendido—Eso sí que es recuperarse rápido.

Él ya está completamente vestido, su traje de tres piezas negro y camisa blanca me llama para que me lance encima de él y me lo coma a besos. Pero seguro eso lo enfadaría, es demasiado controlador y perfecto para mi gusto.

—No tengo ropa—Me quejo recordando el numerito que monté ayer y de cómo quedó toda mi ropa.

—Envié a Eloise para que consiguiera algo para ti—Me da un beso en el cabello y se levanta de la cama—Pero algún día, quiero que uses solamente eso.

Señala las botas negras de tacón de aguja que llegan hasta la rodilla y me acaloro.

—Debes tener un grave problema con los tacones.

Me sonríe y ver esa sonrisa es la mejor medicina para la resaca.

—Nada más excitante que el sonido de los tacones de una mujer. —Ibas bien—digo celosa—Pero cuando dijiste mujer en concreto sé que con cualquier sonido, seguramente se te pone dura.

—Cielo, tú me pones duro siempre y no es necesario escucharte o verte, solamente tengo que imaginarte.

Ahora soy yo la que tiene una sonrisa en su rostro. Me da un último beso casto en los labios y sale de la habitación. Me do y una ducha y al salir enseguida veo la bolsa de compras.

Pantalón capri negro—ajustado—Valentino.

Blusa color crema—ajustada—Prada.

Zapatos de tacón—de infarto—Fendi.

Ropa interior de encaje color negro—demasiado sensual—

Victoriaś Secret.

Veo mi ropa arrugada en el rincón del baño y desde aquí escucho que se siente ofendida por el atuendo que me han preparado, esto debe de ser una orden del señor. Desde que me vio en aquella falda y después en el restaurante vistiendo tan formal, sus grandes ojos de camaleón se emocionaron como un niño.

Parece que verme vestida de esta manera o usando solamente las botas a la rodilla es otra manía que acabo de descubrir.

Rio para mis adentros y comienzo a vestirme. También hay otra pequeña bolsa con productos de belleza y artículos de limpieza personal.

Piensa en todo.

Demasiado controlador.

Una vez me veo al espejo por última vez, acomodo mi cabello en una coleta alta, tomo el teléfono y salgo de la habitación.

Recorro por todo el pasillo, observando las paredes blancas y pisos blancos cuando mi teléfono empieza a sonar en mi mano.

—Hola—Respondo nerviosa.

—¡¿Dónde estás?!—Me grita Christy del otro lado—¿Por qué llegando a la ciudad me doy cuenta que mi madre ha estado en un hospital y nadie me avisó, ni siquiera tú?

Oh, Christy, si tan solo supieras.

Continúo caminando y saludo a Eloise cuando me ve de pies a cabeza y me hace un guiño, adulándome de lo bien que me ha quedado su compra.

—Christy, lo que ha pasado con mamá, ha sido solamente un susto, es todo.

—¿Por qué nadie me avisó?

No debo decirle que mi madre prefirió que nadie se enterara, ni siquiera nosotras, sus hijas.

—Estabas de viaje, por supuesto que intentamos avisarte—

Miento.

En ese momento Erwan me señala donde está Aleksei, parece que está en el balcón tomando el desayuno. Sigo hasta donde me indica, entonces lo veo que está sentado leyendo el periódico, como de costumbre.

Verlo tan normal y relajado, hace que me sienta igual, aunque escuchando a mi hermana es imposible.

Se da cuenta de mi presencia y se pone de pie para ayudarme a sentarme. Le hago una seña que es mi hermana y asiente con la cabeza.

—¿Qué fue lo que pasó?—Pregunta Christy. Parece que se ha dado cuenta que mi madre estuvo en el hospital, pero no sabe el porqué. —No querrás saberlo.

—Por favor, dime que no es lo que estoy pensando.

—Lo es, Chris.

Escucho que llora y se me llenan de agua los ojos, me pongo de pie, dándole la espalda a Aleksei y me sujeto del barrote del balcón, lo aprieto tan fuerte y me aferro por el dolor que siento en estos momentos escuchar a mi hermana de esa manera, y recordar el episodio que tuve con mi madre.

—Tenemos que buscarle ayuda.

—Creo que ya la está recibiendo, el médico que la atendió es un conocido y empezará a tratarla, yo me encargaré de ello.

—¿Tú cómo estás?

Cuando escucho esa pregunta, una mano llega a mi cintura y dejo ir mi cabeza hacia atrás, su aroma, su pecho y su aliento es lo único que necesito en estos momentos.

—Estaré bien.

—Espero verte pronto, y así podamos ir a verla juntas.

—No creo que sea buena idea, Chris.

—¿Pasó algo más?

—No, no es nada de eso—miento y Aleksei empieza a soltar mi cabello de la coleta, lo acomoda a los lados de mis hombros y siento que la brisa lo mueve.

—Está bien, pero no creas que te escapas de mí, todavía tenemos una conversación pendiente.

Sé qué clase de conversación se refiere.

—De acuerdo, te llamaré.

—Saluda a tu hermana de mi parte—me susurra en mi oído libre. —Bien, saluda a Aleksei de mi parte.—Escucho que dice mi hermana por el otro lado.

Me rio—Ambos mandan saludes—digo para los dos.

Corto la llamada y me quedo así por un momento hasta reponerme, tengo unas malditas ganas de llorar y ni todo el aroma de Aleksei podrán disminuir la presión que siento sobre mi pecho por pensar en mi madre.

S E I S

Seguramente el desayuno se ha enfriado, pero no quiero verlo. Mis lágrimas me han fallado esta vez y se están derramando por mi rostro. No le había dado la oportunidad de abrir el grifo y precisamente ahora lo hago.

En el mismo momento en que dejo escapar un sollozo ahogado y él me gira para que lo vea.

—Desayunemos—Le digo sin verlo a los ojos y me limpio las lágrimas.

—Cielo—Me toca el mentón que no para de temblar y lo veo.

—Lo siento—Lo veo con dolor—Yo… no quiero que me veas así.

—Eres humana—Me lo recuerda como aquella vez que estuve en su casa en Rusia—Que no se te olvide.

—Estoy bien—Miento.

Cuando intento alejarme de él, me lo impide y de nuevo me toca el rostro para que lo vea.

—Déjalo salir—Me ordena.

Y como si sus palabras tuvieran algún poder sobre mí, las lágrimas empiezan a brotar a chorros.

Me echo a llorar en su pecho y lo abrazo tan fuerte que creo que lo estoy lastimando.

—Llora—Susurra masajeando mi espalda—Llora todo lo que quieras, estoy aquí contigo, Elaine.

—Lo siento—vuelvo a decir.—Lo siento tanto.

—No tienes que sentir nada.

Así permanecemos un par de minutos más y me lleva hasta la mesa de nuevo, me toma de las manos y hace que me sienta en su regazo y me da de comer en la boca como una niña.

Dona con relleno de caramelo.

Me rio—Eres inverosímil—me burlo y vuelvo a abrazarlo.—

Gracias.

—Come, Cielo.

Lo veo y ahora soy yo la que le da de comer a él como un niño.

Pastel de chocolate.

—¿Puedes comer pastel?

Asiente con la cabeza y limpio la comisura de su labio.

—Eloise hace un pastel de chocolate especial—Me explica porque sabe que me preocupo por su enfermedad—No tiene azúcar, pero es dulce.

—¿El tabaco no tiene tabaco?—Pregunto insolente.

De inmediato me fulmina con la mirada, aquí no tiene otra salida más que admitir que el tabaco es dañino.

—No me hace daño fumar de vez en cuando—Atisba queriendo hacer una rabieta—Y tampoco el champagne.

—En el bar siempre lo haces.

—¿Adónde quieres llegar?

—Quiero que te cuides, no debes fumar y tampoco tomar alcohol, seguramente tomas alguna medicación y no puedes…

—Cielo—Me calla poniendo su dedo en mis labios. —Estoy bien, el tratamiento está bien, voy a estar bien.

—Caíste en mis brazos—Susurro con voz quebrada al recordar ese momento en que le dio un ataque de hipoglucemia—Si tú sentiste que la tierra se abría cuando me viste con el arma, lo que yo sentí no se compara a ese día.

Regreso la mirada y es como si le hubiese dicho lo más maravilloso del mundo, no lo es, recordar ese día no es para que sus ojos estén brillantes como lo están en este momento.

Pero no es alegría, es nostalgia.

Nadie se ha preocupado por él nunca.

—Atrapado—Sisea y me toma de la cara para darme un beso, un beso totalmente diferente a los que me ha dado, es como si estuviese dándome las gracias por lo que acabo de confesarle.

El momento es interrumpido cuando Erwan entra al balcón y le dice en ruso que su junta empieza dentro de media hora.

—Come—me ordena.

—Comeremos—Contraataco.

Le terminé de dar de comer su respectiva porción de pastel de chocolate, como él mi porción de mi dona favorita, no volvimos a decir nada y tampoco volví a derramar una lágrima mientras estaba en su regazo.

Salimos de balcón y él me llevaba de la mano como si no quisiera dejarme ir. Erwan ya nos estaba esperando en el auto y cuando entré, las manos me empezaron a sudar, estaba nerviosa.

Estaba ocurriendo.

Estaba a punto de descubrir algo que cambiaría mi vida para siempre y la misión de la CIA.

El auto paró, y vi por la ventana, estábamos frente a uno de los edificios más grandes de WA. D.C. El Empire State de Nueva York o el monumento de Washington no se comparan con él.

Tan hermoso y elegante, un rascacielos perfecto al estilo de Aleksei Ivanović.

—¿Es tuyo?—Pregunto cuando me toma de su mano y me ayuda a salir del auto.

—Sí—Responde sin más y me encamina hasta dentro del edificio.

Ivanović Legal

Un despacho jurídico, me había olvidado por un momento que aparte de ser dueño de casi todo el mundo, también es abogado y no cualquiera, uno internacional, por lo que conoce todas las leyes del mundo.

Entramos al vestíbulo y lo primero que llama mi atención son los azulejos de corte negro que van desde el piso hasta el techo. Sin menospreciar la inmensa estatua de justicia legal que descansa al lado de admisión.

—Señor Ivanović—Lo saluda la recepcionista haciendo una reverencia.

Me ve de pies a cabeza y se debe de estar preguntando qué hace Ivanović con alguien como yo tomada de la mano en uno de sus despachos.

—El señor Nabókov lo está esperando en la sala de juntas—

Le avisa.

—Gracias.—Responde mi ruso con una voz demasiado fría para mi gusto en estos momentos.

Aprieto su mano fuerte al darme cuenta que el apellido que la recepcionista acaba de mencionar no es tan desconocido para mí, o para la CIA.

—¿Estás bien?—Me pregunta al darse cuenta de lo tensa que estoy mientras entramos al ascensor.

—Sí—miento.

Estoy segura que voy a empezar a hiperventilar en estos momentos.

Que no sea él. Que no sea él—Ruego para mis adentros, mordiendo mi labio inferior. Las puertas del elevador se detienen en el décimo piso y el agarre de su mano hace que reaccione cuando salimos.

—Eh… te espero aquí—Le señalo la sala de espera al fondo, solamente hay unas cuantas personas, por lo que un poco de vida social no me vendría mal en estos momentos, con tal de huir de lo que quiero y no quiero saber.

—Entras conmigo—Ha sido una orden y sus órdenes no son negociables.—No tardaré.

Le ofrezco una fingida sonrisa y entro con él a la sala de conferencias donde dos hombres vestidos de negro y gafas oscuras, claramente guardaespaldas, están cuidando alrededor de nada más y nada menos que Sergei Nabókov.

Es él.

Sergei Nabókov. Fue detenido brevemente en 2008 en Rusia en medio de acusaciones de evasión de impuestos. Sus abogados ganaron el caso y Nabókov fue puesto en libertad en 2009.

Pero el FBI y la CIA afirman que es sospechoso de diferentes asesinatos para apoderarse del mercado negro de armas, y narcotráfico. Nabókov ha negado tales acusaciones. Estados Unidos ha solicitado su captura por un fraude de 150 millones de dólares, pero la no existencia de una prueba sólida, Nabókov siempre ha salido ganando.

La mafia Inc.

—Ivanović—Lo saluda en ruso.

—Nabókov—Responde Aleksei estrechando su mano. Me doy cuenta que no me ha liberado de su agarre y estoy segura que he empezado a temblar y no porque le tenga miedo al ruso de Sergei o sus hombres que ahora me ven con recelo. Es porque no quiero saber que Aleksei también es uno de ellos.

Sergei me ve de pies a cabeza de manera lasciva y Aleksei carraspea su garganta.

—¿Empezamos? —continúa hablándole en ruso—Y aparta tus ojos de mi mujer.

Eso lo hace reír y le dice: —¿Ella estará en la junta también?

Eso no fue lo que acordamos, Ivanović.

—Ella se queda—Le espeta firme—Y no te preocupes, no habla ruso.

Aleksei se vuelve a mí sin darse cuenta que he entendido todo lo que han dicho y me sonríe como si nada ha pasado.

—Siéntate.

Me libera la mano y me siento en uno de los sillones, un poco lejos de ellos pero lo bastante cerca para poder escuchar toda su conversación.

Ambos rusos toman asiento, Aleksei saca un par de papeles que Erwan le entregó antes de entrar al edificio y Sergei hace lo mismo con los suyos.

Oh, Mierda.

—Debo decirte, Aleksei—Inicia Sergei—Que hayas aceptado a reunirte conmigo sin hacer tantas preguntas me tiene sorprendido, no es tu estilo.

—Cuando se trata de negocios son los hechos los que hablan por mí.—Responde sin mostrarse intimidado.

Sergei Nabókov es un hombre de 50 años, que esté haciendo un negocio con alguien tan joven no es su estilo. Debe de estar desesperado por todo lo que tiene encima.

—¿En qué quieres invertir?—Le pregunta Ivanović—Sé que no eres abogado, dudo mucho que quieras ser un inversionista de alguna firma legal.

—Casinos, hoteles, bares, beneficencia, y hasta el puto Vaticano si quieres, no me importa. Quiero hacer negocios contigo.

Sí, está desesperado.

Veo el lenguaje corporal de Aleksei, no está intimidado, ni siquiera parece inmutarse de ver a Sergei que ha empezado a mover sus piernas desesperadamente por debajo de la mesa.

—¿Qué tanto quieres invertir?

—Oh, millones—Responde vociferándose de su dinero sucio.

—¿De cuánto estamos hablando? —De nuevo Aleksei, y entre más escucho, maldigo por lo bajo por entender cada maldita palabra rusa que dicen.

—Tres mil millones—Dice sin vacilar y estoy segura que mi yo interior acaba de caerse de culo.

A Aleksei no parece sorprenderle que este hombre quiera invertir tanto dinero en su imperio.

Ni siquiera le ha dicho en qué lo quiere transformar.

Mi ruso vuelve a poner los ojos en los papeles que Sergei le entrega y los estudia detenidamente, frunce el cejo y respira normal, pero cuando veo su mandíbula tensarse, me asusto.

Suelta los papeles y ve detenidamente a Sergei, sabe leerlo y se ha dado cuenta que el hombre que tiene enfrente, no es cualquiera, debe de saberlo. Debe malditamente saberlo porque él resultó ser uno de ellos.