Pétalos - Kris Buendia - E-Book

Pétalos E-Book

Kris Buendía

0,0

Beschreibung

En las profundidades de la noche, la bestia se deleita en la penumbra, acechando desde las sombras con sus ojos brillantes y su sed insaciable de posesión. Su naturaleza se enmascara en la oscuridad, esperando pacientemente su momento para acechar y capturar a sus presas desprevenidas. Por otro lado, el monstruo no se oculta; su presencia es imponente y su furia es evidente. No espera en las sombras, sino que se lanza con ferocidad hacia su objetivo, arrasando con todo a su paso en busca de satisfacer sus impulsos más oscuros y primarios. En este dilema ominoso, ¿te permitirás ser seducido por la astucia de la bestia o enfrentarás la brutalidad del monstruo? ¿Optarás por la cautela y la manipulación de la bestia, o te enfrentarás valientemente al terror del monstruo? La elección es tuya, pero ten en cuenta que tanto la bestia como el monstruo acechan en las profundidades de tu propia oscuridad interior, esperando ser liberados.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 917

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Copyright © 2024 Kris Buendia.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

1ra Edición

Febrero 2023

Pétalos.(Libro 1 y 2)

Serie Pétalos de sangre

Diseño y Portada: Kaos Studio 28.

Maquetación y Corrección: Kaos Studio 28.

ISBN DIGITAL:

9789997902733

PÉTALOS

Bestía & Monstruo

Kris Buendia

La obsesión

De mi bestia

LIBRO 1

SERIE PÉTALOS DE SANGRE

KRIS BUENDIA

Nota de autor

Querido lector, No sé si sabes, pero escribo libros que son bastante oscuros y algunos temas pueden ser muy sensibles para ti. Sabes que intento que te la pases bien leyendo mis historias, pero quiero que sepas que esta no es una novela común de romance oscuro. En ella encontrarás temas fuertes como: Proximidad forzosa, acoso, violación (detalles no explícitos y tampoco entre los protagonistas) asesinatos a sangre fría, escenas eróticas muy detalladas, entre otros. Por favor, si este no es tu libro, no lo leas.

Así que lee bajo tu propio riesgo de perderte en cada una de las líneas y enamorarte de MI BESTIA.

Este es el primer libro de la serie PÉTALOS DE SANGRE. El cual se puede leer de forma independiente, pero para disfrutar la serie mejor, te aconsejo leas en orden en un futuro los libros que siguen.

Palabras que pueden encontrar y que quizás no sepas su significado.

Bratva – nombre que se le da a una organización de mafia rusa.

Malysh – малыш. Sustantivo bebé. Apodo en ruso para llamar “cariño”

Antosha – Diminutivo del nombre ruso Anton.

Kostya – Diminutivo del nombre ruso Konstantin.

Pakhan – Líder de la mafia rusa.

PLAY LIST

DARKSIDE – NEONI

THE DEATH OF PEACE OF MINE – BAD OMENS

SWAY – SO BELOW

RAISE THE DEAD – RACHEL RABIN

SKINS – THE HAUNTING

CINNAMON GIRL – LANA DEL REY

WHO ARE YOU? – BAD OMENS

MY BLOOD – ECHOS

IN THE SHADOW –AMY STROUP

HUMAN FRAILTY – PETER GUNDRY

HAUNTED – EVANESCENCE

DIRTY MIND – BOY EPIC

MIDDLE OF THE NIGTH – LOVELESS

ROSES – AWAKEN I AM

YOU PUT A SPELL ON ME – AUSTIN GIORGIO

THE HAUNTED – THE RIGS

POWER OVER ME – DERMONT KENNEDY

HALFWAY- & ONE SETP FORWARD – MARILYN MANSON

PETALS – CHROMATICS

SALEMS SECRET – PETER GUNDRY

LAST RESORT – FALLING IN REVERSE

BODY TALK – ANNACA

IDENTITY CRISIS – MYUU

FIRE ON FIRE – SAM SMITH

Para todas aquellas que desean encontrar una bestia… ¿Estás segura que eso es lo que quieres? No habrá marcha atrás cuando lo encuentres en la oscuridad.

Hay una línea delgada entre el amor y la devoción.

La obsesión… y él está obsesionado con ella.

A la bestia le gusta poseer. El nuevo jefe de la Bratva rusa no sabe por qué, pero es lo único que da sentido a la vida de la bestia que esconde en su interior. Todas las mujeres lo desean. Hay una que no, a la que debe vigilar. La regla es: no tener contacto físico. Ahora siente el deseo de perseguirla y poseerla, y solo hay una manera de que esto suceda: robándola. La bestia solo quiere una cosa:

a ella.

Juntos se perderán en una guerra entre la locura y la pasión que sienten el uno por el otro, hasta que la bestia acepte que debe luchar por primera vez en su vida si desea retenerla y protegerla. Por su parte, ella debe comprender que en cada cuento de hadas hay una bestia a la cual salvar… y amar.

—Te quedarás conmigo, hasta que caiga el último pétalo, Rose…

Prólogo

—Corre.

Me apresuro a correr.

Mis pies no se detienen y puedo sentir la adrenalina salir a brotes cuando correr es lo único que hago. Jadeo y puedo escuchar los pasos detrás de mí, no es rápido, pero es grande así que cada paso de él es como cinco míos.

Él me atrapará.

Puedo sentir la bilis en mi garganta y me estremezco.

—Pequeña florecilla, tienes diez segundos para esconderte—su voz amenazante me hace estremecer, y algo más que no estoy dispuesta a admitir en voz alta ni en mi mente—pero si te encuentro, lo lamentarás porque voy a follarte.

Mi boca deja salir un gemido ante su cruel amenaza. Sé que no está jugando. No lo ha hecho en todo este tiempo que se ha convertido en mi pesadilla.

Este hombre quiere devorarme completa y no sé por qué, pero estoy comenzando a creer cada una de sus amenazas.

Entro a lo que parece ser un armario y tengo que tapar mi boca con ambas manos para callar mi respiración. Mis manos temblorosas hacen crujir mis huesos y estoy segura que es mi fin. Intento calmar mi respiración para agudizar mi oído. Nada. no le tengo miedo, pero tampoco soy estúpida para seguirlo provocando. Ya me quedó claro que no es un juego para él.

No escucho nada, pero cuando pienso que estoy fuera del peligro que me acecha escucho el crujido de una puerta y mi corazón estalla.

Miró a través de la hendidura que separa ambas puertas y no veo nada. Se ha ido, me ha dejado.

Al dejar salir un suspiro, las puertas del armario se abren de golpe y soy sacada a rastras hacia afuera. Siento sus manos en mi nuca y mis rodillas golpean la alfombra debajo de mí.

—Te encontré.

1

Hay algo en las sombras… que quiero conocer.

Tomo el pétalo rojo que está afuera de la puerta de mi apartamento.

Otra vez.

Empujo la pequeña piedra que evita que el aire no la vuele.

Estaba comenzando a preocuparme. ¿Acaso tengo un acosador? Era la quinta vez en la puta semana. Y apenas era miércoles. Siempre había un pétalo incluso en mi almohada cuando despertada por la mañana. En mi camerino después de cada concierto.

Un pétalo.

No era una rosa, solo un pétalo color sangre haciéndome burla. Y me daba escalofrío cada vez que mis dedos tocaban la suave piel del pétalo.

Esto era tan extraño.

Pensar que alguien me observaba mientras dormía o se escondía entre la multitud que alababa mis dedos en el piano, me ponía los pelos de punta.

Pero me dejó más tranquila pensar que tal vez sería Alex, mi novio que está jugándome una mala broma.

No me extraña que esté deshojando rosas por ahí para dejarlas por todo mi camino durante los últimos días. El tipo es un idiota, pero ni todos los pétalos del mundo hará que lo ame.

Su superficie suave y sedosa se ha vuelto áspera y quebradiza, y su color vibrante y atractivo se ha desvanecido en una tonalidad apagada y sombría.

Este pétalo se asemeja a una marca de luto, una señal de muerte y decadencia en medio de un mundo de vida y luz. Es un símbolo de la fragilidad y transitoriedad de todas las cosas hermosas, recordando al observador que todo lo que es hermoso y luminoso eventualmente se marchita y muere.

La forma retorcida y quebrada del pétalo sugiere una historia de dolor y sufrimiento. Quizás fue arrancado violentamente de la flor en medio de una tormenta, o tal vez fue pisoteado y destrozado por alguien que lo pasó por alto mientras caminaba. De cualquier manera, su presencia en el suelo es una prueba tangible de la crueldad y la brutalidad del mundo.

Era el pétalo de hace una semana que alguien no levantó del suelo de mi camerino.

Mi pesadilla no ha enviado mensajes y aunque lo haga, no responderé. Fue algo estúpido de mi parte que se me cruzara eso por la mente, la próxima vez que vea una de esas en mi casa, llamaré a la policía.

Le estoy dando una oportunidad a mi acosador para que se aleje. O es una decisión estúpida de mi parte darle a alguien que conozco una segunda oportunidad para matarme. La sola idea me consume.

Me siento en mi banqueta frente al imponente piano de cola, los dedos descansando sobre las teclas de marfil. Mi vestido negro se desliza suavemente sobre mi piel y los tacones de mis zapatos resuenan en el suelo de mármol mientras camino hacia el escenario. Mirándome por última vez en el espejo y tocando mi cabello platinado que me llega hasta la cintura en grandes y perfectas ondas. Mis ojos azules es lo primero que la gente ve cuando me mira, son tan azules que son parecidos a los de una mujer gótica de fantasía. Y aunque cualquier chica mataría por verse como yo, ha sido mi maldita condena. Es por eso que elegí tocar el piano, por alguna extraña razón, desperté un día y podía tocarlo.

Mi rostro casi no se ve y permanezco sentada todo el tiempo que lo toco llevando mis impresionantes vestidos de gala y zapatos de tacón de aguja. Lo primero que la gente miraba antes eran mis tatuajes, tengo veintiocho tatuajes al azar en mi cuerpo.

Mi estilo es único, y me he asegurado de eso desde que comencé a tocar profesionalmente. Y aunque no soy millonaria, puedo vivir bien y viajar donde quiero gracias a mi música.

Teatro de la Filarmónica, en Chicago. Es lujoso, con paredes altas adornadas con dorados, rojos y violetas, y una multitud de asientos de terciopelo oscuro que se elevan hacia el techo.

Me tomo un momento para respirar profundamente.

Concentro mi atención en las teclas bajo mis dedos y comienzo a tocar las notas, permitiendo que la música fluya a través de mí. Las melodías que brotan del piano son complejas y emotivas, y las teclas tiemblan bajo la fuerza de mi interpretación. Dark Classical es mi estilo, gótico y melancólico. Lo cual amo y puedo ser yo bajo mis dedos. Me permito ser melancólica y rota, lo único que me protege de mí misma.

El público enmudece mientras mi música llena el teatro, llevándolos a un mundo de sonidos y emociones.

A medida que continúo tocando, me siento cada vez más en sintonía con la música, como si mi cuerpo y mi mente fueran una sola entidad en movimiento. El teatro desaparece, y sólo queda el sonido del piano y el flujo de la música a través de mí. Me pierdo en la belleza de lo que estoy creando, sin preocuparme por el tiempo ni por nada más que la música misma.

Finalmente, las últimas notas del repertorio se desvanecen en el aire, y el público irrumpe en aplausos. Me levanto de mi banqueta, sonriendo mientras el resplandor de las luces refleja mi felicidad y triunfo.

Este es mi mundo, mi hogar, y estoy agradecida por tener la oportunidad de compartir mi música con aquellos que aprecian la belleza y la emoción que brota del piano y no la muerte que alberga mi alma.

Entonces lo veo, de pie al final en la oscuridad como un acechador y calculador, como esa sombra que te acompaña incluso en la oscuridad porque es más negra que la noche.

Lo veo y los vellos de mi nuca se erizan cuando hago contacto visual.

Su traje perfecto de tres piezas, apenas y puedo ver su cabello largo y oscuro cuando se pasa las manos por él. No aplaude, a pesar de que ha venido a verme, no lo hace.

Tiene que ser él.

Mi acosador; porque me sonríe, mostrándome unos dientes blancos como una bestia escondida lista para cazar.

Debe ser él.

O quiero que sea él porque mi cuerpo reacciona ante el morbo de tener un acosador tan hermoso, debe serlo, aunque no puedo verlo con exactitud. Solo veo su silueta, su traje y cabello. Es un hombre muy, muy grande.

Me estoy volviendo loca. Parpadeo un par de veces, no sé cómo luce, pero es grande, muy grande y fuerte y de pronto desaparece y así mis ganas de estar ahí como si de alguna forma sabía que él vendría esta noche.

¿Qué pasa conmigo?

Termino de quitar el rojo carmín de mis labios mientras golpeo con mis uñas mi tocador y me llevo a la boca mi inhalador. No he dicho que soy perfecta, aunque la gente cree que lo soy. Todavía necesito mi inhalador después de que le dijeran a mi padre que el asma desaparecería con los años.

No lo hizo. Una mujer de veinticuatro años, hermosa, pianista famosa y muy respetada con estilo único. Dueña de mi propio edificio de tres pisos y un horrible sótano que quiero convertir en mi lugar seguro gracias a mis ataques de pánico. Cuando compré ese lugar, no sabía que tenía un sótano. Hasta podría ser un buen lugar para esconder una familia de doce, yo lo quiero convertir en un segundo hogar, sin lujos, una cama grande, muchas pinturas, una televisión pequeña y muchos libros alrededor de las cuatro infinitas paredes. Amo leer y los libros aman mis dedos además del piano. Mientras la Rose ahí abajo es la misma chica de veintitantos años antes de que acabaran con su paz mental, la Rose de arriba es una risueña pianista llena de lujo y de belleza. Mi representante no está de acuerdo conmigo y tampoco mi mejor amiga. Pero quiero eso, quiero esa doble vida sin que nadie lo sepa. Al diablo con ellos, les pago lo suficiente para que hagan su trabajo y no opinen al respecto, aunque después de trabajar para mí, en el fondo puede que me odien.

El maldito no podrá encontrarme en mi sótano.

Me he encargado de que uno de mis libreros tenga un fondo falso con un botón para que se convierta en una compuerta que da a las escaleras de abajo donde está el sótano.

Estará listo en una semana y podré refugiarme ahí, ni siquiera Alex sabrá de mi escondite, y aunque suene estúpido, me ha ayudado más que las largas terapias que tuve en el pasado. Maldición se siente tan bien decirlo por fin.

—Estuviste estupenda—Lilith, mi asistente y mejor amiga entra a mi camerino y me ayuda a quitarme el vestido. Me entrega mi ropa deportiva y por fin puedo respirar. Los vestidos son hermosos, hechos especialmente para mí, pero no puedo estar con ellos más allá que del piano.

—Gracias, eres mi fan número uno. —me burlo descaradamente. Mi amiga gótica prefiere el rock metalero que la melancolía que sale de mis dedos, pero no la culpo, también me gusta su música, aunque no lo admito en voz alta.

La puerta se abre y los asistentes del teatro entran en fila y dejan ramos de flores en la mesa especial para flores. Cada semana es lo mismo, hermosos y caros arreglos florales que se marchitan en la mesa larga de la esquina de mi camerino. Me acerco a los muchos ramos y quito la tarjeta de ellos para leerlas.

Nunca las leo.

Lilith me observa buscando y leyendo entre líneas cada una de ellas antes de arrojarlas al basurero. Ya sé lo que está pensando, pero no es lo suficientemente valiente para preguntarlo en voz alta.

Mi acosador no me envío flores. Tampoco miré ningún pétalo en mi camerino.

Pero lo vi a él.

¿Y si se acabaron los pétalos? Un temblor en medio de mis piernas que no reconozco me sorprende. Es como si la Rose de mi interior quisiera que su maldita rosa se marchitara lo más pronto posible y viniera a mí.

¿Qué demonios pasa conmigo?

—¿Buscas algo en especial? —pregunta por fin.

—No—miento—solamente me dio curiosidad esta vez.

Sé que Lilith no es ninguna idiota, porque es mi amiga y no soy amiga de idiotas, pero tampoco puedo decirle que estoy buscando la carta de mi acosador. Además, no sé si en verdad tenga uno. Aunque lo vi de lejos, pudo haber sido cualquiera. ¿Cómo puedo saber que el hombre en la oscuridad es el culpable de los pétalos dejados al azar por dónde voy?

Además, tengo su número, más o menos. Puedo enviarle un mensaje y preguntarle si fue él el que me estuvo observando y me sonrió. O puedo llamar a la policía. O puedo simplemente no hacer ninguna de las dos. Por favor no me preguntes cómo obtuve su número, solamente hubo una llamada. Una respiración y un gruñido. Eso fue cuando estaba follando con Alex. Una llamada al azar, no respondió. Solamente deduje.

Estoy loca. Necesito ayuda, pero desde luego no voy a conseguirla.

—Tú nunca las lees. ¿Estás segura que no buscas algo en especial? ¿De Alex por ejemplo? No lo vi esta noche.

A Alex no le gusta que lo vean conmigo. Odia que sea famosa, o simplemente odia no ser el centro de atención. Además, Lilith es su hermana.

Lo que lo hace más jodidamente difícil.

Aunque sé que mi amiga me prefiere a mí más que a su medio hermano.

—¿Buscas esto? —por alguna razón veo a Lilith que sostiene un pétalo rojo en su mano. Como un animal rabioso llego hasta ella y se lo quito. Mi amiga me ve con los ojos bien abiertos por mi reacción y me pregunto cuántas veces ha visto este pétalo.

—¿Dónde estaba? —le pregunto y me señala el sofá blanco al fondo de mi camerino. Por supuesto, me olvidé de ver el sofá y mi pesadilla está siendo verdaderamente creativo.

—No creas que no me he dado cuenta de los pétalos, Rose. ¿Sabes quién las deja por ahí? ¿Es por ti?

—No tengo idea—miento, pero es muy tarde cuando ella levanta las cejas.

—¡Los he visto en tu casa! ¿Tienes un admirador o una mierda así?

—Puede ser.

—Tiene que ser malditamente pobre para que solo deje los pétalos.

—O realmente inteligente—termino por ella—sabes que odio las flores, todas ellas.

—Claro, porque eres asmática. ¿Crees que tu admirador lo sepa?

Yo no llamaría a mi pesadilla como admirador, es eso, una pesadilla, una muy entretenida mientras se mantenga lejos de mí. Pero si comienza a joder con mi mente va a malditamente lamentarlo.

Y tampoco es por eso que odio las flores. Amo a Lilith, pero ella no lo sabe todo, es por su bien que no sepa mucho.

—No lo llames así, seguramente es una broma y además creo que lo vi esta noche. Estaba al final. En la oscuridad.

—¿Quieres que pregunte?

—No hace falta, tienes razón puede ser solo un admirador bastante original, es todo.

Lilith parece creer en mis palabras, aunque puedo ver la arruga en su frente detrás de su fleco oscuro pensando demasiado en los jodidos pétalos. Guardo el pétalo en mi cartera y estoy lista para irme.

Me gusta mi nuevo sótano. Es el perfecto escondite. Hasta he colocado yo misma la lámpara de araña colgante con diamantes negros en medio de la pequeña sala improvisada.

Los de construcción hicieron un buen trabajo, tengo nuevo piso de mármol bajo mis pies. Paredes blancas y grises. Un esponjoso sofá en forma de L y una mesa de cristal en medio con lo que será mi lectura de este mes.

La chimenea es negra y funciona a control remoto. Y desde luego, muchas cajas apiladas con los nuevos libros para colocar en los estantes, no me tomará mucho tiempo en ponerlos. Mi librero tiene una escalera incorporada con rodos que se desliza por toda la larga pared. El lugar se verá fenomenal y me siento orgullosa de ello.

Compruebo mi teléfono y no tengo ningún mensaje diferente hoy. Tampoco de mi acosador. No debería de llamarlo así, pero mi fantasía de tener uno que no sea tan aterrador como los anteriores hace que mi pecho se hinche con orgullo.

Algo está mal en mí definitivamente y todas esas sesiones de terapia valieron una mierda. Pero es la respuesta de mi mente al ser secuestrada en el pasado que me dejó acariciar la oscuridad de los demás, y más si esa oscuridad luce tan bien.

Salgo del sótano y me abruma la noche que entra por la ventana. No sé cuánto tiempo he estado abajo y necesito una copa de vino y meterme a la cama, el sótano será solamente cuando lo necesite y esta noche definitivamente necesito mi cama.

Alex no me ha llamado y tampoco enviado un mensaje. Debe tener una buena razón o simplemente está siendo un idiota, lo que no me sorprende y lo que también hace que mi necesidad por terminar con él se intensifique cada vez más.

Romperé con él pronto. Siempre soy “La chica que dejaron ir” pero nunca he sido yo la que realmente deja ir. Mi fama no solamente es por tocar el piano, sino por haber sobrevivido a una de las experiencias más traumáticas de mi vida.

Odio que la gente lo mencione en alguna entrevista, es por eso que ya no doy ninguna, al menos que sea por escrita y mis abogados se encargan de que todo se escriba como acordamos. Odio a esa chica débil, aunque para el mundo haya sido malditamente valiente para no estar jodida de la cabeza, pero la verdad es que lo estoy.

Mis pesadillas me acechan cada noche, siempre sueño con las manos que me tocaban y la canción que escuchaba todo el tiempo. Siendo observada las veinticuatro horas con un piano en la habitación.

Fue ahí donde aprendí a tocarlo, me aferré a ese viejo piano durante todo ese tiempo y olvidaba que estaba encerrada en ese sucio lugar.

El piano era lo único que tenía y cuando me dejaron ir, me seguí aferrando a él porque era lo único que hacía que se mantuvieran lejos de mi cuerpo. Cuando tocaba, ellos no me lastimaban y me alimentaban. Todavía no sé por qué me dejaron ir y no quiero saberlo.

Todos los recuerdos son confusos para mí, sé que pasó algo más, pero no quiero recordarlo.

Recorro la cocina y me preparo una ensalada antes de irme a la cama. No tengo una mascota, pero estoy tentada a tener un gato, hago una nota mental de adoptar un gato el día siguiente, aunque Alex sea alérgico espero entienda la indirecta.

Me sirvo una copa de vino y me voy a la cama, el sonido de la lluvia azota mi ventana y me estremezco. No me gusta la lluvia, no me gustan los truenos y relámpagos porque me recuerdan a las puertas siendo azotadas en ese lugar. Tampoco me gustan los pasos en el suelo, los sonidos de las suelas hacen que mi mente viaje diez años atrás, y no solamente eso, pero mi mente está agotada en estos momentos y no quiero pensar en mi pasado.

Releo los mensajes en mi teléfono y veo el pétalo en la mesita al lado de mi cama. No es la misma de anoche, porque la de anoche me aseguré de quitarla de ahí.

El latido de mi corazón me avisa del peligro inminente en el que me encuentro, lo puedo sentir en mi garganta, en los vellos de mi nuca cuando mi frente comienza a sudar.

Estoy lista para llamar a la policía cuando escucho el ruido que viene desde la cocina.

De ninguna jodida manera voy a moverme de aquí, pero mis piernas me traicionan y ya estoy en la cocina y todo está pulcro y ordenado como hace un instante.

—Quien quiera que seas, será mejor que corras porque voy a llamar a la policía—amenazo con mi voz temblorosa, pero sintiéndome una maldita gánster.

La brisa de la puerta principal abierta me deja helada y me giro rápidamente cuando ya estoy caminando hacia ella. La puerta no puede estar abierta y mi alarma desconectada.

—Tienes que estar jodiéndome. —abro más la puerta y salgo a la calle, los carros van y vienen sin importar la lluvia. Vivo en una calle bastante transitada de Chicago; pero frente a mí no hay nada más que un teatro abandonado donde ocurrió una masacre. Lo que me hacía beneficioso conseguir este piso ridículamente barato gracias a los fantasmas frente a mi casa. Veo a través de la lluvia y no hay nada más que oscuridad y el faro alumbrando la lluvia. Y ondas formándose en el pavimento debido a la lluvia.

Hermoso.

Mi teléfono aún está en mi mano, alguien entró a mi maldita casa y eso no me gusta. Sin tiempo que perder marco el 911 y me detengo en seco cuando mi teléfono vibra en mi oreja avisándome de un mensaje.

Desconocido: Ni siquiera lo intentes, florecilla.

Ahogo un grito y dejo caer mi teléfono al suelo. La llamada sigue su curso y yo me quedo congelada mirando como las gotas de la lluvia lo empapan y a mí también. Sé que van a rastrear la llamada y no me importa. Tampoco la amenaza de mi pesadilla.

Él me está observando.

Otro mensaje aparece en la pantalla y lo leo a pesar de las gotas de la lluvia que caen sobre él haciéndome burla.

Desconocido: Estás en problemas, Rose.

Sabe mi nombre. Me apresuro a levantar mi teléfono y puedo escuchar las sirenas a lo lejos acercarse.

¿Quién eres? Maldito idiota, no te tengo miedo.

La gente que camina frente a mi edificio se me queda mirando como un bicho raro bajo sus sombrillas. Una patrulla se detiene frente a mi edificio y dos oficiales masculinos se bajan con la mano en la cintura donde está su arma.

—¿Señorita, se encuentra bien? Hemos recibido una llamada.

Ni siquiera lo intentes, florecilla.

Es como si escuchara su voz en mi cabeza, una voz que me he imaginado cómo suena, ronca y varonil, pero realmente no lo sé, ni quiero saberlo. ¿Florecilla?

—Sí, estoy bien. —sé que puede escucharme y no me importa—alguien entró en mi casa y desactivó mi alarma, me asusté y llamé, pero él teléfono se me resbaló de las manos.

Ellos se acercan y los invito a pasar, sé que aquí adentro no podrá escucharme, ya estoy jodida de todas formas, sabe que la policía está aquí, pero no escuchará lo que les diré.

—He estado recibiendo mensajes de un acosador—les doy mi teléfono a uno de ellos mientras el otro escribe todo lo que digo.

—No creo que haya sido buena idea que le haya respondido, señorita—me dice el oficial y estoy de acuerdo con él. —insultar a su acosar no hará que se detenga.

—No ha vuelto a enviar mensajes, pensé que era una broma, no es la primera vez que sucede.

—¿Alguien más le ha enviado mensajes antes?

—No, pero me han dejado notas, la policía y mis abogados tienen la información.

Ellos se quedan mirando entre sí, han de pensar que soy una loca irresistible, pero luego ven a su alrededor y ven la fotografía en mi sala y el piano debajo de ella.

Es la primera fotografía de mi primer concierto. Un regalo de mis padres.

—¿Es usted, Rose Van Raven?

Suspiro y sonrío de forma automática. Asiento con la cabeza y ellos sonríen, dejando de lado que tengo un maldito acechándome en la oscuridad y ahora ellos quieren mi maldito autógrafo.

—Bueno, señorita parece que todo está despejado y limpio. Pero eso no quiere decir que usted esté mintiendo, estaremos investigando al respecto, ¿De acuerdo?

—Claro—digo de mala gana. El que yo no tenga una descripción de mi acosador no ayuda en nada y tampoco ha hecho contacto físico, solamente mi testimonio y una puerta abierta. Tampoco mis mensajes son la gran cosa porque he decidido cometer el error de responderle. Todo juega a su favor menos al mío. Pero me niego a ser una víctima de su juego.

Los policías se van luego de darles a cada uno un autógrafo y yo vuelvo a activar las alarmas, sintiéndome como una idiota porque alguien pudo burlarlas, será mejor que llame a la empresa de seguridad y pida un maldito reembolso. Segunda tarea para hacer mañana después de adoptar a mi gato. Me voy a la cama de mala gana y me meto bajo las sábanas, sintiendo la vibración de mi celular en la mesa de al lado, lo tomo de mala gana y al mismo tiempo sintiendo el cosquilleo en mis dedos cuando toco la pantalla y aparece su amenaza clara a mi vista y una risa se dibuja en mi rostro porque esto será jodidamente divertido.

Desconocido: No tienes ni puta idea de lo que te haré ahora, florecilla. Vas a suplicarme que pare y no lo haré.

2

Vamos a jugar.

He follado con Alex.

Me sorprendió que llegara tarde por la noche cuando la policía se fue.

Por supuesto, no le dije nada sobre mi nuevo acosador. De todas formas ¿Qué podría hacer él?

Aunque no se lo merezca, necesitaba quitar un poco de estrés en mí. Un poco, pero ahora estoy más estresada que nunca porque Alex nunca ha sabido satisfacerme como realmente quiero. Me doy de bruces cuando veo el pétalo en la encimera de mi cocina y la tonadilla de mi teléfono en mi mano me avisa que tengo un nuevo mensaje.

¿Es él?

Desconocido: Odio cuando te toca.

El corazón se me va a salir del pecho y me llevo la mano hasta ahí. ¿Él ha regresado en la madrugada?

Mi instinto es ver por la ventana, llueve a raudales. Mientras Alex está dormido en el piso de arriba en mi habitación, tengo la leve necesidad de responder al mensaje. Lo insulté antes y no respondió, más bien me amenazó y no estoy segura si fue por llamar a la policía o por haberlo llamado idiota.

Es la primera vez que algo así me sucede. Bueno, la verdad es que no, soy lo suficientemente famosa para tener más de un acosador por ahí pero solamente se limitan a enviarme alguna carta o la fotografía de su pene.

No le tengo miedo a nadie y mucho menos a un maldito acosador de mierda que solo quiere asustarme. Ahora sé que no es Alex.

¿Cómo mierdas entra a mi casa?

¿Quién eres?

Los tres puntos aparecen, desaparecen y luego vuelven a aparecer. Está escribiendo y borrando su respuesta y sé que solo está jugando conmigo. He vivido demasiado para no temerle a nada, un acosador no hará que tenga miedo ahora. Puede besar mi trasero.

Desconocido: Tu pesadilla, florecilla.

¿Florecilla? En algo tenía razón, había estado molestándome todos estos días que hiciera eso. Aunque en mi interior no pude dejar de sorprenderme lo cauteloso y original que era. No era una rosa entera, solo un pétalo.

Tenía que ser él.

A mí me gustaba deshojar las rosas porque las odiaba. Un pétalo me recordaba a la muerte.

Odiaba las rosas rojas porque me recordaban a mí. Es un remanente oscuro y marchito de una flor una vez hermosa, que yace abandonado y desgarrado en el suelo. Era así como me sentía todo el tiempo.

Me reí, es un sobrenombre demasiado poético, incluso para un desconocido que no tiene el valor de darme la cara.

Desconocido: Espero que te gusten los pétalos que te he dejado todo este tiempo.

¿También lee la mente? ¿Llevará la cuenta? Porque yo sí. Ha estado haciéndolo por dos meses. Me ha estado vigilando por dos meses, viéndome follar con mi novio es algo que lo pone de mal humor también. Mi pulso se acelera y me encuentro sorprendida, también decepcionada de que no sea Alex. Saco cuentas, y este hombre ha estado jugando conmigo demasiado tiempo. Y ahora me observa, en la oscuridad. Se ha atrevido a escribirme.

¿De qué más es capaz?

Una parte de mí siente curiosidad y otra está aterrada. De querer hacerme daño ya me lo hubiera hecho, ningún asesino en serie se toma la molestia de preparar de esa forma a sus víctimas.

Aunque no pueda evitarlo, mi corazón da un vuelco cuando me imagino que puede estar ahí afuera decidido a asustarme, si lo sigue intentando puede que lo logre.

Desconocido: ¿Se te acabó la sonrisa?

Él me está observando.

Corro hacia las ventanas y cierro las cortinas, me aseguro de apagar la luz y sentarme en el frío piso de mi cocina. Ahora no me podrá ver, no puede verme que estoy cagándome en mis calzones ahora mismo. No se lo haré saber. Una cosa es que esto sea divertido para él y no tenga miedo, pero otra, es que se atreva a entrar a mi propiedad mientras hago el amor con mi novio en el piso de arriba y además lo cabree.

Desconocido: No puedes esconderte de mí, florecilla. Aun puedo verte. Y olerte.

Cielo, santo.

De pronto tengo una inquietud, algo que no me ha dejado dormir estos meses. Tomo de nuevo mi celular y respondo:

¿Por qué los pétalos?

¿De verdad, Rose? No se me ocurre preguntarle por qué lo hace o si tiene planeado asesinarme. No. La estúpida en mi interior quiere saber sobre los jodidos pétalos.

Su respuesta me deja helada, y mis piernas cobran vida, corriendo hasta la habitación de arriba donde duerme mi novio. Me meto bajo las sábanas como si fuese algún tipo de capa protectora y me obligo a cerrar los ojos. Nunca podré dormir tranquila después de leer su respuesta. Mentí, estoy malditamente asustada.

Desconocido: Porque cuando caiga el último pétalo de la rosa que tengo en mis manos… iré por ti.

3

No es una pesadilla.

Me despido de los nuevos técnicos de seguridad. Han instalado un nuevo aparato de seguridad en las puertas y ventanas de todo el edificio el cual se activa y desactiva desde mi teléfono en vez de un mando al lado de la puerta.

Es un ladrón.

No es una pesadilla, solo un ladrón, un delincuente se mete de esa forma en tu casa para dejar un puto pétalo. He comprobado mi caja fuerte, hasta mi ropa interior, todo está en su lugar. Él no es un ladrón común. Y sé qué es lo que quiere.

Me quiere a mí. Es mi ladrón de la tranquilidad, una bestia en la oscuridad.

No me tendrá, porque nadie puede tenerme. ¿Alex? Eso acabará pronto.

Si el ladrón quiere jugar al gato y al ratón no sabe en lo que se está metiendo, puedo ser la damisela y la bruja malvada al mismo tiempo. Querrá salir corriendo en cuanto vea mi cara real. Pero eso tampoco será hoy.

Entro a mi auto, es un clásico mercedes, era de mi padre y lo restauró para mí. Mi madre dice que este auto es de hombres, yo le digo la carroza que me gusta conducir en Chicago. Simplemente, así como yo, no pertenezco a ningún lugar. Lo que me lleva a los pétalos, también algo único.

En lugar de evocar los sentimientos románticos y alegres que la rosa puede inspirar, el pétalo oscuro invoca un sentido de melancolía, tristeza y finitud. Si fuera un romántico, dejaría el pétalo seco, pero en lugar de eso, deja uno fresco y hermoso como si quisiera que yo lo mirara morir, lentamente.

Es una expresión de la belleza trágica y efímera que es a menudo ignorada y olvidada en nuestra obsesión por lo nuevo, lo brillante y lo perfecto.

Nunca me ha gustado cabrear a nadie, pero hacerlo con un idiota que no conozco y que se esconde en la oscuridad y por un teléfono me hace querer cabrearlo para que dé la cara.

¿Y si sigo presionando?

Detengo mi auto en la primera tienda de adopción que apareció en google a un radio de distancia de donde vivo. En menos de una hora tengo una caja para transportar gatos con un gato negro, no me importa la raza, pero es muy peludo, creo que la chica dijo que era un angora, nadie lo había querido adoptar desde que llegó.

Es hermoso y creo que le gusto porque fue el único que lamió mi mano. Debería de pensar en un nombre, pero en estos momentos solo quiero llegar a casa y tomar una copa de vino con algo de pasta, después haré ejercicio y me meteré en el sótano a leer un poco mientras descanso mi mente y mis dedos para el día de mañana donde tendré otro concierto.

No necesito practicar, no necesito calentar. Solamente lo tomo y la gente me adora por ello.

—Pronto llegaremos a casa, cariño.

Tengo un arenero y una caja de comida húmeda para mi nuevo mejor amigo. Agradecí a la chica que tuviera una tienda justamente ahí para no tener que pasar por el supermercado.

Llego a casa y desbloqueo la puerta con la huella de mi dedo, al momento en que estoy dentro, coloco al gato en la entrada y bajo todo lo demás, termino con tomar mi móvil y activar la alarma.

People change de Machineheart suena en el altavoz mientras cocino la pasta. Me muevo al sonido de la canción y mi gato me observa desde uno de los taburetes.

Es muy observador. Y me da mucho gusto que no me tema, la chica de la tienda dijo que quizás se escondería los primeros dos días, pero realmente está disfrutando del baile privado que estoy dando para él mientras cocino.

Lo adoro.

Dejo ir la pasta pre-cocida en el colador del lavabo y mis ojos se desvían cuando veo una sombra pasar justamente por el rabillo del ojo.

Me alarmo y veo a mi gato que también ha visto lo que yo.

—¿También lo viste? —le estoy hablando a mi gato.

Dejo la olla que está casi quemando mis dedos y me quito los guantes para buscar lo que ahora mi gato ha comenzado a hacer en mi lugar. Dicen que los animales ven cosas, yo creo que son solamente los gatos, así que no fue mala idea que no solamente me hiciera compañía, es el guardaespaldas perfecto.

Miro por todo el primer piso y no hay nadie, al menos nadie a la vista, las puertas están cerradas. Me detengo mirando a mi gato que se ha quedado de pie justo en el librero que da acceso al sótano.

¿Cómo demonios lo sabe?

—¿Escuchas algo? —le pregunto, el gato maúlla para que me dé prisa.

—De acuerdo, de acuerdo.

Aprieto el botón del mando en el fondo de uno de los libros y la puerta se abre. El gato es el primero en entrar, voy detrás de él sintiendo los vellos de mi nuca erizarse, pero lo ignoro. No hay nadie aquí y no es la primera vez que siento que alguien me observa dentro de mi casa o en cualquier lugar donde vaya.

Trastorno de despersonalización, mi médico lo dijo. Y por si no lo sabes, te lo diré. Es eso que sientes en forma persistente o en repetidas oportunidades que te observas a ti mismo desde afuera de tu cuerpo, es lo que sentí hace diez años. Me observa a mí misma y eso simplemente no desapareció.

Soy mi propio acosador. Por eso no puedo tener uno especial, ni otro que haga mejor el trabajo que yo misma hago.

Es posible que la sombra que haya visto pasar; o esa figura sea yo misma. Y si entré al sótano es porque en otra dimensión ya estoy ahí, disfrutando de mi maldita pasta y mi copa de vino. Pero me decepciono de que no hay nadie.

—Ven aquí, amigo. —tomo a mi gato y salgo del sótano, me voy a la cocina y lo dejo en uno de los taburetes mientras continúo preparando mi pasta. La sensación persiste, pero lo ignoro. La música cambia y mis manos se quedan sin poder moverse mientras escucho la letra de la canción.

Cuando llega la noche, el color se desvanece de mi piel

Y mis huesos se desgastan, simplemente me hundo en ellos

Cuando las luces se queman y te deslizas de mi boca

Una rutina en la que estoy, simplemente me hundo en ella

No sé lo que quieres de mí,

Eres el escalofrío en mi sangre y mis huesos y me estoy enfriando

Oh, ya sabes

Cómo hacerme sentir solo

Y me estoy enfriando

Cuando el miedo se instala y tus sábanas se desgastan

¿Me probarás en todo el vacío?

Cuando me disipe y te haga esperar

Mis manos comienzan a temblar. ¿Por qué se ha producida esa canción? No es parte de mi playlist. Es la primera vez que la escucho y me encuentro atrapada en cada una de las palabras. Tanto que mis ojos comienzan a picar.

Nunca lloro.

Nadie me hace llorar, ni siquiera mi pasado. Mi pasado me paraliza, pero nunca he llorado por ello.

Me robaste y no puedo respirar

Me robaste y no puedo respirar

Eres el escalofrío en mi sangre y mis huesos y me estoy enfriando

Oh, ya sabes

Cómo hacerme sentir solo

Y me estoy enfriando

Eres el escalofrío en mi sangre y mis huesos y me estoy enfriando

Oh, ya sabes

Cómo hacerme sentir solo

Y me estoy enfriando.

El olor a quemado me hace salir de mi neblina y el gato comienza a maullar avisándome de que la salsa de mi pasta está comenzando a quemarse.

—¡Mierda! —apago la estufa y la dejo en el lavabo con el chorro de agua. Tendré que comer mi pasta ahora con salsa de tomate y ensalada.

Y es lo que hago, cuando me sirvo un poco y me olvido de lo extraño que es mi vida ahora y todo lo que sucede en ella.

Mientras estoy en mi camerino sostengo el pétalo fresco que encontré en cuanto me senté a maquillarme y prepararme para esta noche. No sé por qué, pero no le temo al ladrón que quiere asustarme. ¿Cree que no lo he visto todo? Ya estuve en el infierno, le temo más a las sombras que veo por el rabillo del ojo que a él que sé que existe y es de carne y hueso.

—Hola, preciosa—Alex me atrapa cuando lo veo entrar a mi camerino. Me sorprende que esté esta noche aquí, eso quiere decir que anoche no quedó satisfecho.

Cuando siento el aroma familiar a alcohol y sus ojos como dos vidrios afilados me siento incómoda.

Odio que tome, y es porque Alex no puede controlarse cuando lo hace.

—¿Qué demonios, Alex? ¿Estás borracho?

No se sorprende de mi represalia, se deja caer en el sofá y se lleva las manos a la cara como si mis palabras lo irritaran.

—He tenido un mal día, ¿Sí?

—Oh, discúlpame porque has tenido un mal día—sé que odia que sea irónica y yo malditamente adoro ser así—¿Dónde has estado? Anoche solo apareciste para follar, ¿Tengo que recordarte que no soy tu puta de turno?

Sus ojos se disparan hacia mí. Sus ojos color avellana no me irritan, ni tampoco que se vea tan caliente en su traje casi formal. Alex es un hombre grande promedio, no me quejo del tamaño de su polla, pero sí de su cerebro. Tiene músculos marcados que no son la gran cosa, fue su forma de tratarme que me hizo que me enganchara con él. Era lo que quería o al menos eso pensaba. No estoy enamorada, claramente él sí, pero últimamente siento que estamos en dos planetas diferentes. Algo le sucede y sé que tiene que ver con dinero y sobre hacerse cargo del negocio familiar. Alex es un maldito adicto a las apuestas. Y eso no combina bien con el negocio familiar de flores de su familia.

Odio las flores, vaya ironía y mi novio maneja una cadena de ellas.

Cualquiera pensaría que mi casa pasa llena de flores, nunca me han gustado y solo recibí unas cuantas de él cuando estaba cortejándome. Nos entendimos en la cama y no quise volver a comenzar con otro tipo más, parecía decente y me enamoré de su hermana que es mi mejor amiga, su madre por otro lado, es un asco.

Solamente estos dos años pasaron tan rápido que no me importó seguir atrapada en una relación que no tenía ni pies ni cabeza más que la cabeza de su pene y por mí eso estaba bien.

Alex se ríe, otro hombre odiaría que me llamara a mí misma una puta, pero no Alex, a él le divierte.

—Anoche no te quejabas tanto.

—Vete a la mierda, no necesito esto, saldré en cinco minutos y no quiero estrés. ¿A qué has venido?

—Quería ver a mi novia ¿Hay un maldito problema en eso?

Lo ignoro poniéndome mi lápiz labial favorito, el rojo rubí que hace que mis labios destaquen acompañado del color de mis ojos.

—Me doy cuenta de lo que haces, Rose. No va a funcionar conmigo. Sabes que nos complementamos.

Me rio. Está tan equivocado. Siempre el alcohol le gana en las estupideces que salen de su boca.

—Tienes razón, no funciona.

Sé que entiende el punto cuando se pone de pie y se acerca rápidamente hasta donde estoy. Me gira sobre mi silla rápidamente que ahogo un grito debido a la velocidad.

—¿Qué dijiste?

Veo rabia en su mirada, frustración. Y algo más que no puedo leer.

Alex además de ser un señor de las flores, tiene problemas con el alcohol y también las apuestas. Por eso su padre no quiere darle las riendas de la empresa, porque es un maldito idiota que no sabe jugar limpio y siempre se mete en problemas.

—¿Debes dinero de nuevo? —su cara palidece y encuentro mi respuesta.

Decepción.

Asco.

Ironía.

Pero solamente me rio cuando él no dice nada más se aparta y yo me pongo de pie y pongo distancia entre los dos.

—Sabes las consecuencias—amenazo fuerte y claro. La última vez le dije que lo dejaría cuando le pagué a uno de los hombres que lo golpeó. Cincuenta mil grandes. Le dije que se acabaría.

Cuando voy a salir por la puerta, me toma fuerte del brazo.

—No puedes terminar conmigo, llevamos dos años. Me necesitas.

—¿Perdón? —es casi una ofensa—¿Necesitarte? Necesito más a mi maldito gato en estos momentos para relajarme que a ti y apenas lleva veinticuatro horas conmigo.

Él arruga la cara en confusión.

—¿Tienes un gato?

—Sí, lo adopté ayer.

—Sabes que soy alérgico.

—Eso ya lo sé, como sabes que soy alérgica a tu mierda.

Dicho esto, me suelto de su fuerte agarre sintiendo el ardor de su toque, sé que eso dejará una marca y me odio por eso. Dicho eso, cuando abro la puerta, me encuentro con Lilith que no hace ninguna pregunta cuando ve a su hermano detrás de mí y toma mi mano para encaminarme al escenario.

Bienvenidos a mi vida.

4

No es el inicio… es solo el fin.

Hago una pequeña reverencia y la gente se pone de pie para aplaudir. Mis ojos no pueden resistirse y veo el punto donde lo vi. Pero no hay nadie. Mis ojos se desplazan por todo el teatro y me encuentro decepcionada.

Mi ladrón no vino esta noche.

¿Y por qué demonios me importa?

Voy a mi camerino, exhausta y me tomo todo un bote de agua mineral. Lilith viene detrás de mí, aún no ha preguntado qué hizo su hermano esta vez y no voy a proteger su trasero de nuevo. Me siento y mi mejor amiga me quita los tacones y los coloca en el closet junto a los otros, toma un poco de crema y toma mis manos para dar un masaje. Sí, eso se siente bien. Y me siento como una niña cuando lo hace. La amo, la adoro.

Es como una madre a pesar de que tenemos la misma edad ella sabe cómo cuidarme.

En otra vida fuimos amantes, ella lo sabe.

Mi fiel amante gótica me dedica una mirada como si estuviera esperando a que hable.

—Volvió a apostar.

Ella deja salir un suspiro de decepción.

—¿Te lo dijo? ¿Te pidió dinero?

—Creo que es lo que anda buscando, por eso llegó tarde a follarme y apareció esta noche. No lo admitió, pero estaba borracho.

Lilith ve la marca de mi brazo y la toca. Duele un poco, pero no me estremezco, soy así. Me gusta el dolor, pero no me gusta ser maltratada de esa forma, no soy idiota.

—¿Él te hizo esto? —cuando ve que no respondo sus pequeños ojos claros se abren como platos junto a sus fosas nasales—voy a matarlo. Se lo diré a mis padres.

—No te metas en problemas por mi culpa. Espero que tu hermano sea inteligente y se aparte de mí, le dije que, si volvía a apostar, se acababa.

—Lo sé. Mierda, no sé cómo lo has podido soportar todo este tiempo.

—Por ti—confieso—porque estoy enamorada de su hermana pequeña.

Lilith se ríe a carcajadas.

—Eres una idiota.

—Pero así me amas.

—Sí, demasiado. Vamos, te llevaré a tomar un trago, lo necesitas.

Sí, necesito eso y algo más pero no lo admitiré jamás.

Mis pantalones de cuero junto a mis zapatillas y un top mostrando mis tatuajes es el atuendo perfecto. Hace un poco de frío así que me aferro a mi abrigo, cerrándolo. Mis manos se van al tatuaje de mi cuello y suspiro. Mis tatuajes esconden algo debajo de ellos, algo que nunca le he dicho a nadie. Tengo muchos de ellos y mi favorito es la rosa que tengo en mi cuello abarcando cada ángulo junto a una enredadera de espinas.

El dolor que sentí cuando tatuaban todo mi cuello delantero me hizo llorar en alguna parte en mi cabeza, pero no derramé una lágrima. Pero cada vez que miraba mi cuello desnudo miraba las manos que quisieron matarme hace años, la imagen no es clara, pero siempre lo sueño. Por eso tenía que cubrirlo, a veces las espinas me ahogan en mis propios sueños, hacen que mi sangre salga a chorros, pero no me importa.

Odio el alcohol en las personas, los hombres borrachos por obvias razones de mi pasado.

Lilith lleva una botella de tequila a nuestra mesa y aperitivos mientras escuchamos a la chica que canta en el pequeño escenario del bar. Los hombres aplauden y están sumergidos en su voz mientras imita con perfección a Lana del rey.

—Tengo un gato—le confieso a mi amiga y ella sonríe.

—Mierda. ¿Cómo se llama?

—No le he puesto nombre todavía, esperaba que me ayudaras con eso. Es negro, como tu alma y la mía.

Nos reímos a carcajadas mientras seguimos con el segundo, y tercer chupito.

Mi columna vertebral se endereza de golpe y siento los vellos de mi nuca erizarse, lo que me hace ver hacia atrás pero no veo a nadie. Y como si lo esperaba, mi teléfono vibra en mi mano avisándome de un mensaje de texto.

Desconocido: Me gusta cuando sonríes.

Mi sonrisa se borra de golpe cuando termino de leer el mensaje. Lo ignoro guardando mi teléfono en mi bolsa y Lilith continúa contándome sobre su última cita y cómo termino con el labio ensangrentado porque el chico tenía un piercing que se enganchó en su labio.

—Eso debió doler.

Otro mensaje, pero no lo leo. Si me está observando quiero que me vea ignorarlo. Se ha mantenido por unas horas sin hacer contacto, y yo he malditamente esperado este momento sin querer aceptarlo. No lo haré. No esperaré por mi ladrón esta vez, puede irse a la mierda con su juego.

Try me de the weeknd comienza una vez que la chica termina de cantar y las personas abren paso para bailar. Tomo la mano de Lilith y me apresuro a mover las caderas con ella. Siempre hacemos eso cuando bebemos, bailamos para que ningún idiota se nos acerque, pero eso no funciona esta noche, porque un par de hombres se colocan uno detrás de la otra y comienzan a moverse.

—Vete—le digo a mi admirador—Estoy con mi chica.

Él entiende la indirecta y se va mostrando los dientes. Lilith hace lo mismo con el otro chico y continuamos bailando.

Cualquier hora es la correcta

La hora correcta para que respondas mi llamada, nena (Así que, nena)

¿Estás sola, nena?

Sí él no está, levanta el teléfono, bebé

Mi teléfono vibra en mi cintura y lo tomo sin dejar de moverme. Lo que leo a continuación me saca una carcajada. ¿Quién mierdas se ha creído?

Desconocido: ¿Dejando que un extraño te toque? Eres mía. Y nadie toca lo que es mío.

Bufo. ¿Suya? Rápidamente mis dedos vuelan para responderle, es a causa del tequila, dije que iba a ignorarlo, pero se empeña en hacerme reír por lo patético que es.

¿Todavía sigues aquí, ladrón?

Recibo una respuesta de inmediato y el corazón da un vuelco sin esperármelo.

Desconocido: Hazlo de nuevo y verás de lo que soy capaz.

Respondo:

Me importa un culo lo que piense alguien que se esconde como un cobarde en las sombras.

¿De lo que es capaz?

No me importa. Pensándolo bien, tomo al chico de la mano de hace un rato y lo insto a bailar conmigo. Lilith no se molesta y se ríe a carcajadas cuando su amigo la toma de la cintura y comienzan a bailar al ritmo sensual de la canción. Mi acompañante hace lo mismo, llevando su mano grande a mi cintura y moviéndose conmigo. Me río en su cara y sus ojos se van a mis labios, me acerco un poco, solamente un poco. El hecho de que el ladrón, la pesadilla que se esconde a acecharme siga observándome me excita, y sé que eso está mal y es enfermo tanto como lo que él hace de observarme, pero no me importa. Parte de mí quiere provocarlo y hacerlo salir de su cueva. Quiero que me dé la puta cara.

Seguro es feo y se hace una paja en mi nombre cada noche.

—¿Cómo te llamas? —le pregunto.

—Mike—arrastra las palabras hacia mi oído para que pueda escucharle. Mike es guapo, pero no es mi tipo. Lleva un traje sin corbata como si hubiese tenido un día lleno de trabajo y haya querido venir a ligar esta noche. Aunque no parece ser tan intenso como el amigo de Lilith que intenta besarla y ella se ríe haciendo su movimiento de que es una chica difícil.

—Bien, Mike, soy Rose y bailas muy bien.

Mike se ríe.

—Sé quién eres. Fui a verte esta noche.

—¿De verdad? ¿Eres mi fan entonces?

—Digamos que sí—me sonríe—¿Merezco un premio?

Bingo. Un idiota más. Y esta noche no quiero jugar.

—Me temo que no, Mike. Pero gracias por verme tocar.

Se ríe y la música acaba. Mike se acerca y me planta un beso suave en mi mejilla y yo me alejo con mi amiga. Volvemos a reírnos cuando llegamos a la mesa y arrojo mi teléfono a la mesa. No tengo ningún mensaje, supongo que el ladrón se cansó de jugar esta noche.

Dos botellas de tequila y una cerveza y estoy lista para irme a casa.

—Vamos, te llevaré—dice Lilith—estás ebria.

—¿Lo estoy? —entrecierro los ojos y es verdad. Cuando me pongo de pie me tambaleo y mi amiga se aferra a mí cuando me coloca el abrigo y salimos a la calle donde hay muchas personas y escucho las sirenas de una ambulancia y la policía. Todos están rodeando a alguien en la calle y las personas están hablando entre sí llamando la atención de todo el que va saliendo del bar.

Mis ojos se quedan inertes cuando veo a un hombre tirado en medio del pavimento e inmediatamente lo reconozco.

Mike.

La ambulancia llega rápidamente con una camilla y lo sube. Está inconsciente y no puedo evitar no escuchar cómo la gente le dice a la policía que un auto salió de la nada y lo atropelló.

—Vámonos de aquí—propone Lilith tomándome del brazo. Mi embriaguez ha salido corriendo a esconderse bajo las sombras, mi mente me dice que vea mi teléfono cuando vibra en mi mano y veo rápidamente el mensaje ahogando un grito en mi interior.

Desconocido: Dime que soy un cobarde una vez más. Te lo dije, florecilla. Nadie toca lo que es mío.

Estoy ahogándome en agua mientras Lilith me observa. Le he mostrado los mensajes y está tan sorprendida como yo por lo que este ladrón es capaz de hacer ahora. Pensé que era un juego, pero claramente no lo es.

—Y él es el que deja los pétalos. —concluye mi amiga fumando un cigarrillo mientras acaricia a mi gato.

No se ve tan asustada como yo. Pero no lo admito. Alguien murió o no y es por mi culpa.

—No creo que sea él. El que te envía estos mensajes solo está jugando contigo. Y el que atropelló esta noche a ese sujeto fue algún ebrio.

—¿Tú crees?

—Rose, más vale que así sea sino te estás enfrentando a un psicópata. ¿Cómo es que Alex no ha salido lastimado si follas con él?

—Porque era mi novio. Y este sujeto era un extraño.

—¿Entonces quiere que seas fiel a Alex?

Me llevo las manos a la cabeza. Ha comenzado a doler.

—No lo sé, joder. No lo sé.

—No respondas sus mensajes. Cambia de número, ya sabes el protocolo para estas cosas y no le digas nada a la policía. Actúa como que nada ha pasado y tu acosador te dejará tranquila si no le sigues la corriente.

—De acuerdo.

—Bien, me iré ahora. Necesito mi cama.

—¿No te quedarás? —hago mohín.

—Sabes que no puedo dormir sin mi cama además tienes un acosador que puede aniquilarme en la noche.

Ella está bromeando, pero mi corazón palpita en mi pecho como si tuviera razón. Me despido de ella y me llevo mi gato a la cama luego de que me desnudo y me pongo un camisón negro para dormir luego de lavarme la cara y los dientes y mi gato se acomoda en mis pies cuando la oscuridad me invade y tengo mucho frío. No suelo usar la calefacción, siempre me han gustado los lugares fríos pero esta noche mi cuerpo tiembla y no sé por qué. Solo espero que Mike esté sano y salvo y que el hombre que lo atropelló no haya sido el ladrón que me acecha en la oscuridad.

Mi gato maúlla y abro los ojos. Lo tengo sobre mi pecho y me quejo cuando casi no puedo respirar.

—Pesas demasiado ¿sabías? No más pasta para ti.

Se aparta y me giro, cuando veo un pétalo rojo sobre mi almohada en el lado vacío de la cama.

Eso no estaba ahí.

Enciendo la luz y me llevo las sabanas negras a mi pecho y los vellos de mi nuca están erizados. Me rasco la cabeza y veo la hora, han pasado solo tres horas desde que me quedé dormida.

Mi teléfono está en la mesa, lo compruebo, pero no tengo ningún mensaje.

Releo los mensajes del culpable de que mi corazón se quisiera salir de mi pecho y estoy tentada en enviarle un mensaje preguntándole si él fue el que atropelló a Mike.

Lilith dijo que no lo hiciera. Niego con la cabeza y lo dejo de nuevo. Mi gato salta de la cama y sale corriendo cuando escucho un ruido que viene del piso de abajo. Mierda.

Veo la alarma en mi celular y está activada. Nadie pudo haber entrado a menos que sea Alex, pero es imposible Alex nunca aparece a esta hora de la madrugada.

Salgo de mi cama y las luces se encienden en el pasillo con cada paso que doy. Sigo a mi gato y me siento segura por más tonto que suene; creo que ha sido lo más inteligente que pude hacer. Mi gato se queda en la puerta que da al sótano frente al librero nuevamente.

—Ya hablamos de esto, no hay nadie ahí.

Él maúlla en respuesta y abro la maldita puerta. Las luces se encienden y no veo nada cuando entro, excepto el pétalo que está sobre la cama, la mesa, y por todo el suelo. Muchos pétalos.

Mierda. Mierda. Mierda.

Doy un paso hacia atrás para echarme a correr y choco con algo duro y grito. La pared. La maldita pared. Un alivio me invade y salgo corriendo hasta llegar a mi habitación e ir por mi teléfono. Necesito llamar a la policía. Pero entonces recuerdo su amenaza.

¿Y si me está observando?

Pienso en lo que la chica de las películas de terror hace y no es nada inteligente aun así no sé qué otra cosa hacer.

—No te tengo miedo. ¿Me oíste? —habló viendo a la nada fuerte y claro. Si está aquí escondido me escuchará. Sino pareceré una loca. Cualquiera de las dos estoy bien.

—Será mejor que pares. Esto es enfermo. No sé qué quieres de mí, pero no te tengo miedo.