Mi Oscuridad - Kris Buendia - E-Book

Mi Oscuridad E-Book

Kris Buendía

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Beschreibung

Tobias: Cuando niño huía de los monstruos, ahora me siento a hablar con ellos, no me seguían para hacerme daño, me reconocí como uno de ellos. Soy su oscuridad, es así como me llama ahora, pero antes era su único y verdadero amor. Mi pequeña Belladona no sabe que estoy más cerca de ella que nunca y pronto todo el mundo sabrá la verdad: Ella me pertenece, es la elegida. Ella es especial. Su guardián no podrá con el monstruo que habita dentro de mí. Aniquilaré todo a mi paso para dar con ella. Que la vida me aborrezca si no la recupero. No entendía lo que era purgar el alma y ser liberado, es algo demasiado sagrado para mí y para todos los que creen en ello… ahora lo más sagrado para mí en estos momentos es recuperar a mi esposa.

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Copyright © 2023 Kris Buendia.

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

1ra Edición, Mayo, 2023.

Título Original:

Mini serie Asylum

ISBN Digital: 979-8-89074-282-7

Diseño y Portada: K STUDIO

Vectores: Shutterstock.

Maquetación y Corrección: Sam Flowers.

Un monstruo no puede amarme.

Todo lo que puedo hacer es… respirar, aunque el agua con la agonía llegue a mis pulmones.

Prólogo

Tiempo atrás.

No sé por qué no me sentía feliz.

Había sido la elegida. Era la Belladona favorita de él. La que no iba a ser entregada como las otras chicas. Dijo que yo era especial y que nadie tenía todo el dinero del mundo para poder merecerme porque mi valor era inigualable.

Yo era especial.

Yo lo amaba. ¿Quién no podía hacerlo? Nos trataba como a reinas, teníamos todo lo que quisiéramos. Solamente había una regla: No escapar de Asylum.

¿Quién lo haría? Habíamos crecido ahí, era lo único que conocíamos. Crecimos pensando que, si salíamos iríamos a la cárcel y seríamos despojadas de todo lo que conocíamos y eso era, estar a salvo en A. El mundo de afuera era un caos, A era nuestro único lugar a salvo.

Hasta que un día todo cambió. Se suponía que no debía escuchar esa conversación. Llevaba un año siendo la elegida. Tenía más privilegios ahora y uno de esos era caminar por las alas de A que no debía.

Aun así, cuando escuché la conversación entre mi amado y un extraño, no pude evitar escuchar. Y lo que escuché me cambió para siempre.

Resultó que A no existía solamente en nuestras mentes. Era real, sí, pero no como lo imaginábamos. A no era nuestro hogar seguro, sino que era una especie de cárcel de alta seguridad para mujeres jóvenes que tenían algo en común: Todas fueron secuestradas y mantenidas en A contra su voluntad.

La frialdad con la que mi amado lo explicó me tomó por sorpresa. ¿Cómo podía tratarme a mí, la "elegida especial", como algo que había sido secuestrado y encarcelado?

Desde ese día, supe que mi amor por él había desaparecido. No podía amar a alguien que me había mantenido en cautiverio todo este tiempo sin que yo lo supiera.

Ya no era feliz. Pero sabía que tenía que escapar. Y tuve la suerte de que algunas de mis compañeras se sintieran igual que yo. Juntas, nos liberamos de Asylum y comenzaron a reconstruir nuestras vidas, sabiendo que nunca volveríamos a ser las mismas.

—Dos belladonas no se han podido entregar—dijo una voz que apenas conocía.

Sentí como los vellos de mi nuca se erizaban y la piel ardía como el fuego. Y me quemaba por dentro al saber el significado real de eso.

—Sabes lo que hay que hacer —esa voz. Conocía perfectamente esa voz. Era mi sombra. —Lo que siempre hacemos en estos casos.

—¿A qué hora le gustaría que hiciéramos la ceremonia, amo?

¿Amo?

¿Una ceremonia? Nunca había oído nada al respecto. Aunque no era un lugar religioso, este centro parecía una especie de hogar de acogida, por lo que me pareció extraño que se hablara de algún tipo de ceremonia en él.

—Prepara todo para esta noche.

Caminé por el oscuro pasillo donde lo había visto desaparecer con sus hombres a la ceremonia secreta de la cual yo no sabía que existía.

Ni siquiera sabía si era religioso. Era un hombre serio y muy grande. Era el que llevaba las riendas de este lugar al que llamábamos hogar. Y yo estaba perdidamente enamorada de él. Tanto que no me cabía en el pecho lo que sentía por él. Aunque también sentía miedo.

Siempre quise saber por qué todas las bellas estábamos en un lugar como este. Era una especie de academia/internado. No conocía otra forma de describirlo o con qué compararlo, pero gracias a los libros y la televisión, sabía que este lugar era único en su especie.

Los pasillos de A siempre me daban escalofríos por ser oscuros y además llenos de secretos, como una biblia prohibida. No podías preguntar nada. No tenía caso, si eras feliz ¿Por qué cuestionarlo?

Seguí el camino que había marcado segundos antes y lo vi llegar a una de las habitaciones que no sabía que existía.

Me quedé helada como una estatua al ver a las personas que custodiaban la puerta, era por lo que usaban en sus cabezas.

Una máscara de gato, negra, cubierta adornos dorados y orejas puntiagudas y usaban túnicas negras.

Hicieron una reverencia de cabeza a él y abrieron la puerta, entrando con él.

¿Qué mierda era este lugar?

No podía entrar ahí sin ser descubierta. Vi a mi alrededor y había otras habitaciones, pero en la esquina había una mesa larga y negra con más máscaras como las que usaban los guardias así que, tomé una y una túnica, era demasiado fácil hasta para una chica como yo. Pero recordé, que nadie tenía acceso a este lugar, por lo que era poco probable que me descubrieran.

Sin tiempo que perder y con mi terrorífico disfraz puesto, caminé hasta la puerta, la cual se abrió cuando estaba a punto de entrar.

Sentí que el piso desaparecía debajo de mis pies cuando me habló:

—Hermana ¿Qué haces aquí? El amo está a punto de comenzar.

Me quedé en completo silencio al escuchar la voz de aquel hombre. Sonaba joven y un poco amigable me tomó suavemente de la mano y me instó a entrar a la habitación.

Era un gran salón, rodeado de muchas personas que estaban vestidas igual que yo y todas llevaban máscara. Me coloqué enfrente donde pudiera ver lo que estaba a punto de acontecer. Frente a nosotros estaba todo rodeado de velas blancas y negras y en el centro cadenas y una especie de cama de cemento. El duro concreto me dio escalofríos y dolor de estómago.

Siempre me dolía el estómago cuando me ponía demasiado nerviosa. Estaba loca, estaba rompiendo todas las reglas de este maldito lugar y mi sombra era el culpable de eso. Escuché el estruendo de un golpe metálico y muchas cadenas arrastrarse por el frío piso y vi a mi sombra ser el primero en hacer presencia frente a la pequeña multitud frente a él.

El lugar estaba frío, incluso a través de la bata negra que llevaba debajo, solo tenía mi camisón de seda y pantuflas peludas color negro. Lo que me llevó a ver el suelo y me di cuenta que todos estaban descalzos.

Me deshice de mis pantuflas empujándolas detrás de mí sin quitar la mirada de mi sombra a lo lejos.

—Es tan hermoso—dijo una chica a mi lado—es una lástima que ya no esté tan disponible como antes ahora que está enamorado.

¿Qué?

Otro hombre con máscara le entró la suya, era negrea y más grande. Se la colocó y sentí que vomitaría. Las personas a mi alrededor estaban eufóricas.

Era un gato más diabólico. Literalmente la máscara de un gato negro que brillaba aún es la oscuridad.

—Familia—lo escuché decir—nuevamente estamos aquí. Para curar a algunas almas.

—¡Curar! ¡Curar! ¡Curar!—gritaron extasiados.

—Tráiganlas.—ordenó.

Tres hombres a su lado se asomaron a un pasillo oscuro de dónde provenía el sonido de las cadenas. Tres chicas estaban sujetas a ellas y estaban desnudas. Lo que llamó mi atención también fue que no estaban luchando por su vida. Tampoco se les veía asustadas.

—Estas tres hermanas han sido elegidas para la ofrenda de esta noche.

¿Ofrenda?

—Ellas curarán nuestros pecados esta noche.

—¡Curar nuestros pecados!

Una por una tomó a un hombre con máscara y la guio hasta la cama de concreto. Donde seguidamente fue sujetada con más cadenas. Sus ojos brillaban y tenía la mirada perdida.

¿Estaba drogada?

—Nuestro hermano la purgará y luego la curaremos. Primero la carne, después el alma.

—¡Carne, carne, carne!

¿Carne?

El sujeto se quitó la bata negra, cayendo esta al suelo como cascada negra, dejando su cuerpo fuerte y desnudo a la vista de todos. Se colocó frente a la chica y le abrió las piernas, seguido de eso comenzó a tener sexo con ella. Los gemidos de ambos se escuchaban por toda la sala. Se me revolvió el estómago. Esto estaba mal.

¿Esto era lo que hacía? Era más allá de lo enfermo y algo me decía que apenas estaban empezando. Me moví más cerca para poder ver. Tenía que ser una broma de mal gusto. Un fetiche enfermo, una doble vida que no estaba dispuesta a tolerar.

Cuando el hombre terminó de saciar su carne, él caminó hasta una mesa que estaba cubierta por una tela de seda roja, cuando la quitó dejó al descubierto toda especie de armas.

Cuchillos, puntas, palos, armas. Todo tipo de armas blancas que solo existirían en tu peor pesadilla.

Tomó un cuchillo largo de mango de oro y caminó hasta el hombre que estaba desnudó aún frente a la mujer.

—Hermano—siseó en victoria—ten, el arma sagrada para curar la pobre alma de esa chica. Con ella se irán todos tus pecados y el de nosotros. ¿No es maravilloso?

—Sí, amo. Muchas gracias por elegirme.

—No hay nada qué agradecer, hermano. Es la voluntad de Dios. ¿No es así, hermanos?

—¡Es la voluntad de Dios! —repitieron todos.

—¿Estás listo?—el chico tomó el cuchillo con una sonrisa. Sentí que iba desmayarme en ese momento. Se colocó frente a ella y la chica con una sonrisa cerró sus ojos.

Como si quisiera ser liberada por fin.

—Hermana—preguntó—¿Estás lista para entregarnos tu vida y ser salvados?

—Sí, amo. Mi vida es vuestra ahora.

El cuchillo fue enterrado en su pecho. Directo a su corazón.

Sentí como mis piernas fallaban y el estómago revuelto. Quería vomitar.

Otra puñalada.

Más sangre.

La gente de un momento de éxtasis pasó a un completo silencio. Busqué mi salida antes de poder desmayarme, chocando con varios cuerpos y uno de ellos me hizo caer, lo que hizo que mi máscara cayera al suelo y se rompiera como mi alma lo había hecho.

Me quedé en el suelo por un segundo hasta que salí corriendo, alguien me sujetó y gritó:

—¡Intrusa!

Me golpeó en la espalda y volví a caer. Iban a matarme ahí mismo. Así que grité lo que pensé irónicamente podía salvarme.

Grité su nombre.

Lo busqué con la mirada y un puño iba directo a mi cara, la mano de mi sombra lo detuvo en el aire.

—¡Aléjate de ella! —dijo con voz furiosa.

Me levantó del suelo, su toque quemaba. Su máscara ya no estaba en su rostro. Pero yo seguía viendo a un monstruo.

Al que amaba.

El que me amaba.

Un monstruo no puede amar.

—Selene…

Vi a mi alrededor. Todos estaban de rodillas, suplicando su perdón como si su vida dependería de ello. El que me golpeó no había visto mi rostro, hizo lo que era normal para todo aquel que irrumpe en un acto enfermo como este.

—No deberías estar aquí.

—¿Qué?—mi rostro estaba cubierto de lágrimas. Ni siquiera se veía preocupado o asustado por haber descubierto este tipo de secta enfermiza de la que él era parte.

Seguía sin poder creerlo. ¿Esto me iba a pasar a mí también? ¿Que había hecho esa chica para ser asesinada de esa forma?

Intenté correr, pero había un gran muro de personas detrás de mí impidiendo mi huida.

—¿Qué es este lugar?—pregunté y la mirada de él estaba oscura, era mi oscuridad, ya no era al hombre que amaba, se había convertido en lo más oscuro que había visto en mi vida, oscuridad tuvo que haber sido su nombre. Siempre me gustó su seriedad, su porte de macho alfa controlador y romántico. Pero nada de eso veía en sus ojos ya.

Solo un monstruo. Por fin mi sombra tenía un nombre.

—Selene, no hagas preguntas cuyas respuestas no te gustarán.

La sangre detrás de él volvió a mí. Sentí mis piernas de gelatina.

—¿Vas a desmayarte, pequeña? Sé que no te gusta la sangre.

—¡Cállate! ¡¿Dime qué es este lugar!?

Ocurrió tan rápido que no pude ni moverme. Alguien me tomó de atrás y sentí un pinchazo en mi brazo.

Grité y mi oscuridad, mi sombra me abrazó.

No sentí consuelo en ellos. No eran cálidos y tampoco me sentí segura como antes. Solo quería correr.

—Todo estará bien, mi pequeña Belladona.—dijo besando mi cabeza.

Y todo oscureció.

1

¿Príncipe heredero?

Está bien, sé que no era un secreto. La forma en cómo lo veían, el respeto que él emanaba cada vez que estábamos rodeado de personas.

El auto siguiéndonos que era seguridad del hotel. Y una mierda, era su propia seguridad. Siempre estuvieron ahí las señales de que él no era un ser humano normal. Porque no es normal, vamos. Es… la realeza.

Busqué información, sobre todo, las fotos estaban ahí, pero nunca presté atención.

Me siento estúpida.

Mi familia es complicada.

Complicada y una mierda. Una ecuación matemática es complicada. Él pudo habérmelo dicho. ¿Acaso creía que iba a ser diferente con él? No lo sé, nunca tendré la oportunidad de preguntárselo, porque estoy encerrada en esta habitación y esposada de manos y pies.

Tengo frío y me duele la cabeza. La policía me arrestó y me llevó lejos del refugio, Kent no pudo evitarlo, tampoco me molesté en ver.

Me di cuenta de que era el príncipe heredero cuando vi cómo la gente lo trataba con respeto y admiración en eventos públicos. Me siento estúpida por no haber prestado atención antes.

De donde vengo no ayuda que él sea parte de la realeza. Él debería haberme dicho la verdad. ¿Por qué creía que nuestra relación iba a ser diferente? Ahora estoy encerrada.

La puerta se abre y es una mujer que podría ser mi madre -si es que alguna vez tuve una-entra y me dedica una pequeña sonrisa antes de sentarse frente a mí.

Estoy tan enfadada con todo el mundo ahora mismo. Perdóname si soy grosera.

—Hola, Ava. Soy Esther, del ministerio de interior de reino unido.

Se acomoda frente a mí y trae consigo una botella de agua y la coloca frente a mí.

—Te quitaré las esposas.

No digo nada, más me dejo hacer. Ella me sonríe y me quita las esposas. Acaricio mis muñecas y coloco mis manos en mi regazo sin poder decir nada.

—¿Sabes por qué estás aquí? —no respondo—La gente dice que amenazaste al príncipe Kent con un cuchillo. ¿Es eso cierto?

—No—jamás lastimaría a Kent. —Eso no fue lo que pasó. Yo estaba… asustada.

—¿Por qué sostenías un cuchillo?

—Yo…—mis manos sudan y mi barbilla tiembla—yo no sabía que él era… un príncipe. Jamás le haría daño, no estaba apuntándole a él, estaba protegiéndome de quien quisiera lastimarme.

Ella escribe en su bloc de notas mientras hablo.

—¿Quién quiere lastimarte, Ava?

¿Cómo puedo responder a eso?

—No lo sé.

Me mira y suspira, me sonríe para que de alguna manera me sienta más cómoda, pero la verdad es que no me siento cómoda. Nunca había estado en un lugar como este, sintiéndome de la forma en que me siento ahora.

Vulnerable y prisionera.

—¿Puedo hablar con Kent?

—Me temo que eso no será posible. Después de lo que… de lo que pasó, el parlamento no lo permitirá hasta que esto se aclare, necesito que me digas por qué lo hiciste y así todos continuaremos con nuestras vidas. Tu proceso está en la línea roja, podemos regresarte a tu país—lee algo en su bloc—aquí dice que eres de Alemania y que estás aquí de paso. También pone que eres amiga de Kent, que fue él quien te llevó al refugio como voluntaria. ¿Es eso cierto?

—Sí.

—Ava, ¿Qué te trajo a reino unido?

No puedo decírselo.

No fui entrenada para nada de esto. Para mentir a este grado, es la autoridad. Sé que puede leer mi mente y sabe que todo lo que digo y ha escrito es mentira.

Necesito a Kent.

Solo estoy a salvo si él está cerca. Pero yo lo herí, es mi culpa que no pueda verlo más. Pensar en eso hace que mi pecho duela, y siento las garras en mi interior destruyendo cada uno de mis órganos.

—Quería un nuevo comienzo, quería ayudar, huir del peligro que me acechaba en Alemania. Crecí en un orfanato y… no eran buenas personas.

—Tienes veinticuatro años, eres mayor de edad, pudiste haberte ido de ese lugar por tu cuenta.

—Ellos no querían que me fuera y por eso hui. Y no puedo decirle más, no confío en usted ni en nadie que no sea Kent.

Ella se queda en silencio y por su mirada puedo ver que no cree nada de lo que acabo de decirle. Bueno, es más o menos la verdad, le ahorré los detalles de que hui de una maldita secta que es más poderosa de todo lo que cree conocer.

Ni en sus peores pesadillas podría imaginárselo. Aun así sé que no me cree y no hará nada para ayudarme.

—Muy astuto de tu parte.

Se pone de pie, toma sus papeles y sale de la sala de interrogatorio. Me llevo las manos a la cabeza y sollozo en silencio. Necesito salir de aquí, no estoy segura en un lugar donde no esté Kent. Ellos pueden enviarme de regreso.

La puerta vuelve abrirse y no me molesto en levantar la mi cabeza para ver quién es. ¿Más gente necesita interrogarme? Escucho el sonido de la silla frente a mí siendo arrastrada y los vellos de mis brazos se erizan al sentir ese aroma.

Su aroma.

—Ava.

Las lágrimas pican mis ojos. Ante el dolor que siento en mi pecho. Pude haberlo lastimado, de hecho, lo hice. No sé por qué Esther no lo mencionó. Vi que lo lastimé con el cuchillo, yo no quería hacerlo. ¿Cómo puedo verle a la cara ahora? ¿Cómo puede verme a la cara después de haberme mentido sobre quién era todo este tiempo?

—Ava—vuelve a decir mi nombre—Mírame a la puta cara o no respondo.

Trago.

¿Por qué ahora el molesto es él? Claro, me puse en peligro, pudieron abrir fuego, si él no hubiera estado frente a mí, al final dejé caer el cuchillo, pero no fueron sus manos las que me rodearon, fueron muchas y me trataron como a un animal.

—¿Príncipe? —es lo único que sale de mi boca. Tengo derecho a reclamárselo, si hubiera sabido que era un príncipe jamás lo habría involucrado, jamás lo hubiese puesto en peligro de esa manera, él no es cualquier hombre. Va a heredar la corona. ¿En qué lugar quedo yo? Solamente soy una maldita plebeya que cayó en su encanto. O soy una fugitiva cuya alma está completamente rota y que él se empeña en reparar desde que me conoció.

—Iba a decírtelo.

Lo veo. ¿Por qué luce tan bien? Yo aún siento frío, mi vestido está empapado y pegado a mi cuerpo, tengo lodo seco en mis piernas y brazos. Pero ahí está él mirándome como si fuese lo más bonito que ha visto nunca.

—Ava.

—No quiero escucharte.

—Ava, iba a decírtelo.

—No, eso es algo que dices desde que conoces a alguien. No esperas a que todas las armas del mundo te apunten y seas una amenaza nacional.

Traga. Sabe que tengo razón. Me lo pudo haber dicho.

—No quería que me vieras de otra forma.

¿Cómo puede pensar eso de mí?

—Qué curioso—sonrío apenas—yo no mentí para que me miraras diferente y de dónde vengo es algo para avergonzarse. Discúlpame que tu vida sea tan dura, su alteza.

Me burlo y no le gusta nada. aprieta su mandíbula y me fulmina con la mirada porque sabe que tengo razón. Ambos mentimos, pero su mentira me ha dolido como nunca. Pensó que era como todas las chicas que lo rodean.

—No me gusta que la gente me mire diferente—su cara cae como si en verdad odiara quien es— la gente del refugio. No lo entenderías.

Tiene razón, no lo entiendo porque no soy ninguna princesa.

—No, no lo entiendo, Kent.

Tenemos una lucha de miradas. Sé que estamos siendo observados, hay cuatro cámaras frente a mí. No tengo nada que esconder, al menos no a él. Pero de algo estoy segura y es que, tengo que salir de aquí.

—¿Qué pasará conmigo?

—No dejaré que te deporten, creen que tienes un Trastorno de estrés postraumático. Has sido de gran ayuda en el refugio, todos hablan bien de ti, así que creerán eso.

No puedo creerlo.

Todo es tan fácil para él. Siempre hace ver todo tan fácil. Ahora me doy cuenta por qué. Tiene todo controlado, incluso lo que pasa conmigo. Pero no es un monstruo como mi sombra ¿O sí?