Lirio Tigre De Bangkok En Londres - Owen Jones - E-Book

Lirio Tigre De Bangkok En Londres E-Book

Owen Jones

0,0
3,49 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Después del devastador efecto que su desenfreno tuvo en su propia vida y en la de los ciudadanos de Bangkok en sus primeros días como estudiante de medicina allí, la vida de Lily se tranquilizó y se dedicó a sus estudios. Al cabo de dos años, consiguió una beca para trabajar en el Hospital Infantil Great Ormond Street de Londres y se trasladó allí sin Ron, que continuó su formación en Bangkok. ”Lirio Tigre de Bangkok en Londres” retoma su historia en el segundo de sus dos años como estudiante de medicina en el hospital. Le encanta su trabajo y se lleva bien tanto con el personal como con los pacientes infantiles, pero no tiene amigos fuera del trabajo. En uno de sus días libres, lee un artículo en el Sunday Times sobre redes de pedofilia organizadas en Londres que implican a la propia clase dirigente del país y eso la indigna. Ella podría ignorarlo o implicarse.


¡El tigre despierta de nuevo! Después del devastador efecto que su furia tuvo en su propia vida y en la de los ciudadanos de Bangkok en sus primeros días como estudiante de medicina allí, la vida de Lily se calmó y se dedicó a sus estudios. Al cabo de dos años, consiguió una beca para trabajar en el Hospital Infantil Great Ormond Street de Londres y se trasladó allí sin Ron, que continuó su formación en Bangkok. Lirio Tigre de Bangkok en Londres retoma su historia en el segundo de sus dos años como estudiante de medicina en el hospital. Le encanta su trabajo y se lleva bien tanto con el personal como con los pacientes infantiles, pero no tiene amigos fuera del trabajo. En uno de sus días libres, lee un artículo en el Sunday Times sobre redes de pedofilia organizadas en Londres que implican a la propia clase dirigente del país y eso la indigna. Ella podría ignorarlo o implicarse. Su primera reacción es evitar volver a despertar el demonio que la poseyó en Bangkok sólo un par de años antes, pero cuando conoce a otras víctimas de abusos a menores, la suerte parece echada. Esta historia no es para aprensivos, pero no describe actos de abuso infantil. Sin embargo, hace frecuentes referencias a escenas tristemente célebres de abuso infantil, especialmente el tristemente célebre «Meat Rack» de Piccadilly Circus, en el centro de Londres. Muchas de las cuestiones planteadas siguen siendo objeto de investigación policial en el momento de escribir estas líneas, aunque poca gente espera que salga algo de ellas. Vergüenza debería darles a nuestros supuestos líderes, que prefieren proteger a los poderosos abusadores antes que a los indefensos abusados.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 288

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Contenido

LIRIO TIGRE DE BANGKOK EN LONDRES

Derechos de autor

Citas inspiradoras

Serie Lirio Tigre de Bangkok

Detalles de contacto

1 THE SUNDAY TIMES

2 CALLE GREAT ORMOND

3 DOLPHIN SQUARE

4 LA PANDILLA

5 LILY BUSCA AYUDA

6 PICADDILLY CIRCUS

7 LILY TRABAJA EN UNA TEORÍA

8 LILY SE ORGANIZA

9 TRABAJO INDEPENDIENTE

10 EL ASENTAMIENTO

11 GREG

12 ALICE

13 CONFESIÓN

14 HOGAR DULCE HOGAR

15 TRABAJO, COMO DE COSTUMBRE

LOS DESPRECIABLES

Sobre el autor

Otros libros del mismo autor:

LIRIO TIGRE DE BANGKOK EN LONDRES

¡El Tigre despierta de nuevo!

por

OWEN JONES

Traductor:

Mabel Lugo

Derechos de autor

Derechos de autor © Owen Jones 2024

Publicado por:

Megan Publishing Services

https://meganthemisconception.com

Portada del libro de GetCovers

Reservados todos los derechos

Citas inspiradoras

No creas en algo simplemente porque lo hayas escuchado,

No creas en algo simplemente porque fue dicho y rumoreado por muchos,

No creas en algo simplemente porque está escrito en tus textos religiosos,

No creas en algo meramente por la autoridad de maestros y ancianos

No creas en tradiciones solo porque éstas han sido transmitidas por generaciones

Pero tras la observación y el análisis, si algo concuerda con la razón y conduce al bien y beneficio de todos y cada uno, entonces acéptalo y vive de acuerdo con eso.

Gautama Buddha

––

Gran Espíritu, cuya voz está en el viento, escúchame. Déjame crecer en fortaleza y conocimiento.

Déjame contemplar siempre la roja y púrpura puesta de sol. Permite que mis manos respeten las cosas que me has dado.

Enséñame el secreto oculto detrás de cada hoja y cada piedra, tal como has enseñado a las personas durante siglos.

Déjame usar mi fuerza, no para ser mejor que mi hermano, sino para pelear con mi mayor enemigo: yo mismo.

Déjame presentarme siempre ante ti con las manos limpias y el corazón abierto, para que cuando mi estancia terrenal se desvanezca como el ocaso, mi Espíritu regrese a ti sin vergüenza.

(Basado en una oración tradicional Sioux)

––

No Busco caminar por las sendas de los Sabios de antaño.

¡Busco lo que ellos buscaron!

Matsuo Basho

––

“¿No os lo he ordenado? Sé fuerte y valiente. No temas ni te desanimes, porque Yahveh, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas”.

Josué 1:9

––

”Cualquier desgracia que os ocurra [a la gente], es a causa de lo que vuestras propias manos han hecho -Dios perdona mucho-“.

Corán 42:30

––

Yo mismo cuando joven frecuentaba ávidamente

Doctor y Santo, y oí grandes argumentos

Sobre ello y sobre ello; pero a menudo

salía por la misma puerta por la que había entrado.

Omar Khayyam

El Rubaiyat XXIX.

––

Serie Lirio Tigre de Bangkok

1. Lirio Tigre de Bangkok

Cuando florecen las semillas de la venganza

2. Lirio Tigre de Bangkok en Londres

¡El tigre despierta!

Detalles de contacto

Facebook: AngunJones

TikTok: @owen_author

X: @owen_author

Blog: Megan Publishing Services

1 THE SUNDAY TIMES

Lily era muy intuitiva. Ella era una de esas personas que no parece tener necesidad de apuntar, como la mayoría de los francotiradores. Aquello sobre lo que pusiera sus ojos, estaba en problemas – éstos eran su aparato de objetivo-laser. Ella lanzó su cuchillo carnicero y golpeó a David Cameron justo entre los ojos. Había deseado que la hoja diera en ese lugar, pero sabía que había atinado allí un poco por suerte, un poco por su propio juicio.

Ella estaba furiosa todavía, así que dio un salto y sacó los seis afilados cuchillos de cocina de las dos maderas en las que había pegado seis fotos de famosos políticos y personalidades, recortadas de varios artículos de los suplementos a color del Sunday Times. Las maderas estaban colgadas en cuerdas como si fueran dianas de dardos, en la pared del fondo de la cocina.

—¿Cómo se atreven? — lo dijo para nadie más que las fotografías. —¿¡Cómo se atreven a permitir que ocurra abuso infantil bajo sus propias narices y no hacer nada al respecto!?

Leon Brittan recibió un cuchillo filetero en el ojo derecho… Ted Heath y Jimmy Savile también sufrieron heridas fatales, pero ella seguía aún orgullosa del disparo a Cameron, a pesar de que acertar en cualquier punto de una fotografía de tres por cuatro pulgadas, desde una distancia de diez pies, con cuchillos de cocina comunes y corrientes, era toda una hazaña en sí, especialmente porque ella no había practicado desde que dejó Bangkok.

Después de todo, Lily no era una joven ordinaria.

Ella había estudiado artes marciales en su Tailandia natal y había hecho tiro al blanco, en paralelo con eso. Lo de lanzar cuchillos o incluso cualquier cosa afilada, sucedía porque ella no podía practicar tiro al blanco en su apartamento, primero en Bangkok y ahora en Londres. Ella seguía siendo estudiante de medicina, pero se las había arreglado para obtener una colocación en el Hospital de Niños de la Calle Great Ormond, por dos años.

Le quedaba un año.

Su nivel de inglés había sido bueno desde la escuela y estudiar medicina significaba que ella tenía que leer un montón de libros y revistas de medicina en inglés. Ella había decidido forzar un poco más su ritmo leyendo el Sunday Times, de cubierta a cubierta, cada semana, y le llevó varias semanas para completarlo. Hoy, ella había estado leyendo sobre sospechosas redes de pedofilia que operaban en el Dolphin Square y en algunos orfanatos, casa-hogares de niños y hospitales en todo el país.

Margaret Thatcher y Jimmy Savile recibieron cuchillos fileteros en la cabeza por cuarta vez, cada uno. Habían sido lanzados con fuerza y aún estaban tambaleándose por la ferocidad con la que habían sido lanzados.

El domingo era el único día de cada semana que ella sabía que estaría libre, así que aún permanecía en sus pijamas de niña. Ella también estaba libre un segundo día a la semana, pero a veces tomaba dos medios días y otras veces, simplemente lo trabajaba. Realmente no tenía mucho en que emplear su tiempo libre. Aún no tenía amigos cercanos en Londres, aunque a veces salía de noche con un grupo de sus compañeros de trabajo.

Sin embargo, eso no era problema para ella, había sido una solitaria desde que su mal-llamado tío había comenzado a abusar de ella, a los once años, la mitad de su vida.Y ella adoraba su trabajo y los niños que implicaba conocer. Lily era pequeña y podía pasar por una niña si quisiera hacerlo. De hecho, muchos de los niños del hospital, al principio creyeron que ella era un paciente que se había vestido de enfermera, a pesar de que era, efectivamente una estudiante de medicina.

Ella lanzó los seis cuchillos a las seis fotografías una vez más, luego ella desvió su atención al gran artículo sobre el establecimiento del abuso infantil.

Éste citaba casos ocurridos en los setenta y ochenta, sin embargo ella ni siquiera había nacido hasta 1993 y los nombres no significaban nada para ella. Los únicos políticos de los que había oído mientras crecía eran Margaret Thatcher, Tony Blair y George Bush, quien, ella ni siquiera sabía que no era británico. Ahora estaba consciente de Cameron, Osborne, Clegg y Miliband. De hecho, sus fotografías estaban en el muro, aunque estaba consciente de que algunos de ellos aún estaban en la escuela cuando ocurrió el abuso. Otros, participantes sospechosos, o, mejor dicho, facilitadores equivocados ya estaban muertos, y aún habían otros esperando morir en casas de cuidados de ancianos o en instituciones mentales, ajenos al escándalo que se estaba cocinando en el público general, afuera.

Lily agarró su iPod y buscó las ubicaciones mencionadas en el artículo. Primero, el hospital Stoke Manderville donde alguien llamado Jimmy Savile, ahora muerto, había cometido muchos crímenes; luego el Dolphin Square, en Pimlico, el corazón del Westminster de Londres y el West End; Elm Guesthouse, Barnes, al sureste de Londres; y finalmente Grafton Close Children´s Home en Richmon, por sobre el Thames.

Las investigaciones de varias fuerzas policiales, incluyendo las Fuerza de Policía Metropolitana tales como Operación Fairbank, Operación Midland, Operación Fernbridge y Operación Yewtree eran aún un misterio para ella, pero quería aprender más sobre ellos.

Eran ya las once cuando Lily dejó de leer sobre los casos. Su cabeza estaba dando vueltas y se sentía enferma. Los recuerdos que ella había tratado de guardar al fondo de su mente estaban saliendo a la superficie y eso no le gustaba.

Ella se quitó sus pijamas, abrió la ventana francesa de su balcón en el cuarto piso y permaneció allí desnuda bajo el sol de verano, entonces ella calmó su mente y comenzó sus movimientos de calentamiento de Tai Chi, antes de ir a los más agresivos del Karate Kyokushinkai, que ella había estudiado en Bangkok como un deporte de full contacto. Ella era ligera, pero rápida y fuerte, y muchos oponentes habían caído en el error de subestimarla.

Cuando se sintió más cómoda, recogió los seis cuchillos y los lanzó de nuevo a las imágenes destrozadas, una última vez, luego llevó los cuchillos a su sitio y tiró las fotografías en la papelera y se fue a bañar.

Lily siempre había buscado consuelo en un baño caliente, era donde ella llevaba a cabo sus contemplaciones más productivas.

Ella tenía esperanza de que aquellos días oscuros de locura en Bangkok de hace dos años hubiesen quedado atrás. Había olvidado a cuantos hombres, presuntos pedófilos, había asesinado, aunque ella sería capaz de recordar cada espantoso instante y contarlos si quisiera. Ella nunca lo había pensado. Eran más de diez y eso era más que suficiente para que cualquier jovencita pudiese lidiar con eso, por mucho que las víctimas mereciesen su destino.

Aunque este no era su país, ella podría pretender que esta no era su lucha. Seguramente los británicos podrían lidiar con sus propios asuntos. Sí, ella intentaría ese enfoque y permanecería fuera. En eso pensó durante al menos un minuto, pero ella sabía que los ricos y poderosos podrían, literalmente, escapar con sus asesinatos en su propio país, y ¿acaso Nick, el testigo principal en este escándalo de Londres, y varios oficiales en las Fuerzas de la Policía Metropolitana insinuaron que algo similar estuviese sucediendo en Gran Bretaña?

¿Cómo podría ella no hacer nada si tenía el poder para hacer algo, a pesar de que fuera ilegal? Ella podía ayudar a recuperar el balance, si fuera lo suficientemente fuerte. En Bangkok, ella había quemado su furia, ahora solo estaba realmente molesta y era mayor y más capaz de controlar su temperamento. Practicar artes marciales había sido de gran ayuda en este asunto.

No obstante, ella aún podía elegir por hacer algo, y ¿Quién sabe? Ser optimista sobre el problema podría hacerla incluso más efectiva y menos propensa de que la atrapen.

Nadie la había tocado desde que se mudó a Londres. Ella estaba oficialmente en una relación con Ron, pero él estaba en Bangkok y ninguno de ellos esperaba que el otro permaneciera fielmente, a pesar de que ellos hablaban por Skype y siempre terminaban diciendo ‘Te amo’. Ron incluso le enviaba parte de su subsidio, que le daban sus padres, así que ella estaría libre de preocupaciones financieras y podría concentrarse en sus estudios. No es que ella fuera pobre, de todas maneras. Ella había robado suficiente dinero y joyas a esos hombres, a quienes había liberado de su pecaminosa existencia para comenzar su nueva vida y reparar el daño.

Ella no le dijo a Ron sobre eso, él solo sabía sobre los diez millones de Baht que su madre le había dejado, y que eso no era mucho dinero para él o para su familia.

Lily vivía muy frugalmente, no a propósito, sino que era su naturaleza. Ella tomaba autobuses a todos lados, no salía mucho y no tenía, ni quería un carro, a pesar del hecho de que los británicos conducen en el mismo lado de la vía que los tailandeses, así que ella podría aprender rápidamente.

Sus únicas extravagancias eran su apartamento, su vasto guardarropa lleno de atuendos variados y su colección de maquillaje. A ella le gustaba la ropa bonita e insistía en vivir en un ambiente cómodo, y las contribuciones de Ron pagaban la mayor parte de la renta al fin y al cabo.

Ella previó que en un tiempo de quince meses, ella debería regresar a Bangkok, mudarse con Ron y pasar sus exámenes de doctora, antes de buscar un trabajo en algún lado. Ron querría que fuera en Bangkok, cerca de sus padres, donde él había vivido toda su vida y eso estaba bien para ella, porque ella no le había hablado a nadie de su familia desde el funeral de su madre.

No obstante, todo eso era para el próximo año, ¿Qué pasaría con el resto de éste?

Ella sabía, en el fondo, que no había forma de que se quedara aquí sin hacer nada. Esa no era una opción. Ella despreciaba a su propia familia por no haber hecho nada cuando abusaron de ella, a pesar de lo mucho que ellos afirmaron que no sabían lo que había estado sucediendo. Ella no podía creer que ninguno haya notado que ella se quedaba ‘tranquila’, preocupada y nerviosa cuando tenía que estar a solas con su traicionero ‘tío’. Eso era inconcebible para ella, y también lo era, la idea de que ella sería capaz de vivir consigo misma si ella no hacía nada ahora.

Sin embargo, ¿hacer qué?

A pesar de que la piel de sus dedos hace tiempo que se había arrugado, ella dejó caer más agua caliente en la bañera y siguió pensando.

A ella le parecía que la principal diferencia entre la situación que ella enfrentó en Bangkok y la que ella podría enfrentar aquí en Londres era el conocimiento local. Este año, ella había estado yendo de la casa al trabajo, a las tiendas y regresaba a casa y no conocía sus alrededores como lo hacía en Bangkok. Además, el artículo que ella leyó, hablaba sobre pedófilos homosexuales, mientras que ella se había concentrado en hombres a los que les gustaban las niñas, aparte de eso, ella podría adaptar sus viejas tácticas a las nuevas circunstancias sin muchas complicaciones.

Ella hizo una pausa, para considerar si sus destrezas desmedidas de maquillaje podrían hacerla lucir o no como un chico. No estaba segura, pero se sentó en el baño para ver su cara en el espejo empañado. Ella sacó lo que suponía que era la cara de un niño, pero no estaba convencida, luego se le ocurrió la idea de que se haría pasar por un travestido.

Esto la llevó a pensar sobre disfraces, uniformes y finalmente, en armas.

Los pinchos habían sido excesivamente efectivos en Bangkok, y podría usarlos de nuevo, pero eran, necesariamente, armas de corto alcance y podrían relacionarlos con los asesinatos de Bangkok. Ella podría lanzar, lo cual podría poner más distancia entre ella y su objetivo. Estaba segura de que sería capaz de acertar a un hombre donde sea, desde veinte o treinta pies de distancia, dado el misil correcto y más práctica, pero ella podría fácilmente triplicar esa distancia con un arco y ser más certera.

Era cosa de conseguir armas que no llamaran la atención sobre ella, ese era el problema. Ella no era ‘tu típica londinense’, fuera lo que fuera eso, pero ella no se sentía así de todas maneras, y sabía que sus engaños funcionaban mejor cuando ella era capaz de relajarse y creer en sí misma, que cuando estaba tratando de convencer a otros.

Se levantó lentamente y jaló el tapón con su pie, entonces se enjuagó con agua fría de la ducha, limpió el espejo con una toalla y estudió su cuerpo.

No había problemas todavía, y ella podría pasar por un muchacho, pensó.

Ella se secó, cubrió su cuerpo con talco en polvo al viejo estilo Thai y se aplicó otras cremas, y su adorado aceite de jazmín en su cara, manos, brazos y cuello como era su costumbre, luego se enrolló una toalla alrededor de su cuerpo y regresó a la sala.

Incluso antes de que ella tuviera tiempo para tomar un café en el balcón, para disfrutar el verano que los británicos decían que era tan caliente, pero que era lo mismo que un invierno tailandés, ella sabía lo que podría estar haciendo esa tarde, y si ella lo hacía así, también sabía lo que, inevitablemente estaría haciendo en un futuro cercano, tan segura como ‘b’ sigue a ‘a’ y dos sigue a uno.

Ella se vistió con ropas monótonas tipo estudiante, para no sobresalir y fue de compras.

El tren estaba en movimiento y el destino era inevitable.

La primera cosa que ella quería hacer era encontrar una tienda de aficionados, así que descargó una aplicación a su iPhone y le dejó buscar la tienda registrada más cercana. Un taxi la dejó a unos cien metros de ésta, unos minutos después.

Ella tomó un respiro profundo, y entró a la pequeña tienda.

—Hola—dijo, sin intentar esconder su acento asiático. —Quiero hacer modelos de yeso de mi familia, para la buena suerte, pero las cabezas se siguen cayendo. ¿Tiene varillas de metal para ponerlas adentro?

—Sí, señorita. Tenemos de varios diámetros, ¿Cuál desea? — Él, amablemente le señaló un estante de lo que parecían barras de acero inoxidable detrás y debajo del mostrador.

—Eh, creo que de seis milímetros.

—Muy bien, Señorita, ¿Cuántos?

Ella podía ver que eran de un metro de longitud.

—Eh, tres por favor. Eh ¿Cuánto dice? Estoy aquí de vacaciones y no tengo herramienta para cortar. ¿Usted tiene?

—No, Señorita, lo siento mucho, estamos esperando una entrega, pero hay una tienda de constructores, Jewson, a doscientos metros de esta tienda, doblando a la derecha. Ellos deben tener amoladoras angulares, sierras para metales o lo que sea necesario.

Lily pagó y se fue a la tienda de Jewson, feliz de que su compra haya sido fácil.

En la tienda de Jewson, ella se tomó su tiempo, buscando alrededor. Sabía lo que quería, solo que no sabía que forma debían tener.

Ella pesó clavos de seis pulgadas en su mano, pero eran muy livianos. Entonces vio los punzones. Era más como eso. Colocó un rollo de ocho punzones de varios tamaños y uno simple, dejó caer uno de los punzones más grandes en el carrito. Mientras estaba mirando las limas, ella notó una dañada, cuyo mango se había salido. La lima de metal era de nueve pulgadas de largo y la espiga, de aspecto malévolo, que estaba dentro del mango era de cuatro pulgadas. Ella volvió en ensamblar la herramienta dañada y la metió en su carrito también. Entonces, compró una amoladora angular de cuatro pulgadas, unos cuantos discos de repuesto, una sierra, hojillas de repuesto y un par de alicates, y se fue.

Ella tomó un taxi hasta unos cien metros de su apartamento y se detuvo por un café antes de continuar a casa.

Lily puso las bolsas con sus compras bajo la cama y luego agarró un autobús a un centro comercial que ella no frecuentaba, pero que conocía muy bien. Su primer trabajo era uno de sus pasatiempos favoritos: ella caminó por las tiendas para comprar ropa y probársela y conversar con los asistentes de las tiendas sobre lo último de la moda y que colores le quedaban mejor a ella. No estaba completamente segura sobre lo que quería, pero confiaba en que lo reconocería cuando lo viera.

Ahora estaba oficialmente en una misión y siempre había funcionado así para ella, hasta ahora.

Lily ya tenía una gran colección de maquillaje, en vista de que esta había sido su pasión desde que se le permitió usar una pequeña sombra de ojos y rimel, a la edad de dieciséis. Ella también tenía varios CD de recortes de revistas de diferentes estilos y técnicas de aplicación de maquillaje que había coleccionado por años y escaneado a su disco duro.

Siempre le gustaba experimentar aspectos nuevos y estilizarse como Madonna. Ella usaba pelucas y diferentes estilos de ropas, con lo que se transformaba de una adolescente punk a una jovencita recatada, y cada estilo intermedio entre esos. Podía esconder el hecho de que era asiática, aunque por lo general no se molestaba en hacerlo. No obstante, siendo de descendencia China-tailandesa, ella tenía una piel naturalmente pálida, y dado que vivía en Londres, se había palidecido hacia un tono típico Europeo. El único estilo que ella nunca había intentado, y no había pensado en por qué no, ahora, era de lucir como un niño.

Trajo a su mente imágenes de Julie Andrews y Lisa Minnelli vestidas como hombre y pensó que lucían muy bien, pero no era lo que ella buscaba. AC-DC era más lo que ella quería, pero ellos eran hombres reales. Eso no la hizo rendir, ella estaba comenzando a prestar más atención al tipo de ropa que usaban los niños adolescentes en el Reino Unido. Y pronto se dio cuenta de que la mayoría de ellos lucían como mocosos desaliñados cuando no iban a la escuela. Ella no tendría problemas en esconder el hecho de que era mujer si vestía una sudadera con capucha o una chaqueta tipo cagoule.

Estos fueron anotados en su lista mental de compras.

Ella también compró pantalones cortos y largos, faldas, blusas y camisas, medias y zapatos cómodos, luego agarró sus bolsas y fue a una cafetería para tener tiempo de pensar. Ella intentó lo que pensó que era una voz marimacha con la mesera que vino a tomar su orden, pero no estuvo muy feliz con esto y notó la cara extraña que puso la chica, así que no dijo ni una palabra más en el sitio.

Lily estaba llevando sus compras en su mente y dejando que las combinaciones de vestuarios y escenarios surgieran por sí mismos, cuando surgió la utilidad de varios artículos más. Cuando ella se fue, estuvo feliz de salir de allí, porque ella sintió que había pasado por tonta. Se sintió así y lo confirmó cuando las dos meseras comenzaron a cuchichear entre ellas, mientras salía por la puerta.

Lily quería un gran mapa del centro de Londres que pudiera colgar en la pared, un rollo de cinta adhesiva de una pulgada de ancho y algunas pelucas de fiestas, no tan caras. Estos eran fáciles de encontrar y ella compró cuatro tipos diferentes y cuatro cabezas de poliestireno para almacenarlas, a un costo mayor que las postizas de nylon. Eran las cuatro en punto cuando ella tomó un taxi que la dejó junto con sus cosas en casa, la cual era un leve retraso para lo que ella quería hacer, pero no podía evitarlo.

Ella no tenía tiempo para guardar su ropa apropiadamente, lo cual había sido, normalmente, una prioridad después de una expedición de compras como esta, pero tenían reglas estrictas sobre el ruido en su edificio y no se debía hacer ruidos que molestaran a los otros residentes después de las cinco p.m. Era una de las razones por las que ella había escogido ese edificio, en primer lugar, y ahora ella no quería comenzar a llamar la atención de forma indebida.

Sacó la amoladora angular, los alicates y una barra de debajo de la cama y fue al balcón, donde ella enchufó el cortador. Entonces dividió la barra en seis pedazos con marcas que hizo con un delineador de ojos, se puso un par de lentes para el sol, sostuvo la barra con los alicates y con mucho cuidado, los cortó. El resultado fue seis barras de acero inoxidable de seis pulgadas y un cuarto de pulgada de diámetro

Escuchó a los vecinos golpeando la pared a modo de queja, pero ella aún tenía veinte minutos para hacer todo el ruido que quisiera. Ella tenía que hacerlo ahora, porque cuando estaba trabajando, no llegaba antes de las seis. No había señales de haber molestado a nadie, así que ella ubicó la amoladora entre sus rodillas, lo apretó fuerte y lo encendió de nuevo. Agarró una barra de seis pulgadas de longitud y la pasó por la cuchilla giratoria hasta que estaba tan afilada como un lápiz 3H de profesor. Estaba caliente al tacto, pero ella admiraba la punta, y luego hizo el mismo tratamiento con las otras cinco varillas de la misma manera.

Ella apagó la máquina y oyó atentamente, otra vez, pero aún no había nada. Bien, ella estaba a cinco minutos del límite. Tenía la esperanza de que las personas no asociarían el ruido con una chica tímida, estudiante extranjera de medicina, en todo caso, y ella quizás estaba en lo cierto. Lily regresó la amoladora angular a su caja y a su lugar de escondite bajo la cama y recuperó la lima dañada, cuidadosamente la usó para quitar todos los bordes gruesos y las rebabas de los seis artículos.

Ella los levantó en su mano, sintiendo su peso y probando su filo. Algo que había perfeccionado con la lima, antes de ponerlos alineados en la mesa frente a ella.

—Deberían ser negros—, fue la única crítica que pudo pensar de estos, —pero servirán por ahora.

Lily barrió el polvo y las limaduras del balcón. Ella estaba orgullosa la pulcritud de su casa, y siempre lo había estado, y ella no quería eso en su piso. Guardó el recogedor y el cepillo, y comenzó a controlarse de nuevo. Respiraciones profundas, enfocar la mente, calma….

Sostuvo las mini varillas en su mano, su peso combinado se sentía alentador, así como una antigua arma de mano, de uso frecuente – una amiga que ella había conocido en el pasado. Ella los sacudió en su mano izquierda, apuntó hacia su cuerpo y caminó hacia el fondo del cuarto. Lanzó rápido y había clavado tres bo-shuriken en cada una de las maderas, en diez segundos. Era casi tan rápido como un disparo con arma automática. El primero ni siquiera había golpeado su blanco antes de los diez segundos, cuando el segundo y el tercero ya estaban volando en su trayectoria detrás de éste.

Luego llegó un tap, tap, tap, tap en la pared. Lily salió de su ensueño y miró el reloj en la pared. Eran las cinco y media y ellos estaban ya en el toque de queda para los ruidos.

Ella puso las varillas bo-shuriken en el fondo de un cajón y fue a darse un baño.

‘Seis golpes con seis pernos de acero de cuarenta gramos y seis pulgadas, desde seis metros, no estaba mal’, estaba pensando mientras permanecía bajo la ducha, ‘incluso si los blancos fueran de quince pulgadas de diámetro’

Ella no había lanzado shurikens desde que estaba en Bangkok y nunca había usado este diseño en particular, así que estaba feliz con eso… por ahora. Era solo el comienzo del entrenamiento, pero fue una señal propicia.

2 CALLE GREAT ORMOND

Lily se levantó a las siete, como normalmente lo hacía en un día laboral, se bañó, desarrolló su rutina de ejercicios de Tai Chi y Karate Kata, comió, se bañó de nuevo, se vistió y agarró el autobús de las ocho y quince hacia la Calle Great Ormond, en donde quedaba el hospital homónimo, en el cual ella trabajaba. El autobús la dejó allí a eso de las ocho y cuarenta, lo cual le daba bastante tiempo para cambiarse de nuevo y comenzar a trabajar a las nueve.

Como estudiante de medicina en el extranjero, que no tenía que realizar ningún examen, ella tenía un trabajo de nueve a cinco, actuando más como enfermera asistente que como doctora, pero ella estaba aprendiendo muchísimo y esta situación sería impresionante en su curriculum vitae. Dos años de experiencia en uno de los mejores hospitales de niños del mundo podrían ser mejores que su título fuera de Tailandia.

Entró en la sala de personal asociada con su guardia, para revisar que obligaciones le habían sido asignadas para ese día y recoger una copia de su rotación de la semana. Ella notó que su recomendación para dos medios días libres, el martes y el miércoles, había sido aprobada, así que ella solicitó miércoles en la tarde y jueves en la mañana para la siguiente semana en la planilla escrita que ella tenía que entregar como constancia de que recibió su horario de trabajo.

Ella decía un ‘Buenos días’ superficial a todos los que encontraba y recibía una respuesta similar. Todos estaban demasiado ocupados el principio del turno como para pararse a conversar, luego se apuró a buscar al doctor y a la hermana a quienes debía asistir en sus rondas.

Lily era popular con todos, especialmente con los niños, ellos parecían considerarla como una hermana mayor y era capaz de hablarles al mismo, nivel sobre cosas que ellos solo habían visto en televisión. Cuando estaba a solas con ellos, ella los encantaba con historias sobre príncipes y princesas asiáticas, tigres, cocodrilos, grandes serpientes y elefantes, todos ellos que decía haber visto en persona, en la parte trasera de la casa. Y era verdad, ella los había visto, a pesar de que había visto más serpientes que reyes, y los elefantes, tigres y cocodrilos estaban en las granjas, no en la selva. Aun así, ella podía contarles buenas historias y mantenerlos sorprendidos o distraídos mientras los aburridos tratamientos y las pruebas se llevaban a cabo.

Trabajar con niños de esta manera, era la parte favorita de su trabajo y su entusiasmo se notaba y eso le hizo ganar respeto.

El 14 de noviembre anterior, ella fue a trabajar en su ‘traje tradicional tailandés’. Este no era auténtico, ella había comprado el sarong en una tienda de Oxfam y compró unas cuantas piezas que hacían juego, y con el cabello amarrado y un poco de talco en su cara, los niños estaban convencidos de que ella era de la realeza Oriental. Sus superiores le permitieron vestir así solo por ese día, porque ella les explicó que ese día era llamado Loy Krathong – ‘botes flotadores’ – y que era el equivalente tailandés de San Valentín, en el cual la mayoría de las mujeres en toda Tailandia visten sus ropas tradicionales.

Los niños la adoraron y los pacientes de mucho tiempo siempre le preguntaban cuando iría vestida así de nuevo.

Ella podría tener sus propios niños, probablemente con Ron, algún día.

—Lily, trae el carrito un poco más cerca, por favor.

—Oh, lo siento, hermana— respondió ella saliendo de su ensueño. Uno de sus trabajos del día en estas rondas era empujar el carrito de medicinas, para que la hermana pudiera pasarle las medicinas al doctor que las administraría. Este paciente, una niña de unos siete años, tenía diabetes tipo 1 con complicaciones y necesitaba inyecciones regulares de insulina, hasta que se pudiera encontrar una alternativa mejor, si es que la había. Ella observó al doctor encontrar la vena, la pobre niña hizo una mueca y apartó la mirada, y el doctor insertó la aguja.

Esto le hizo salir una lágrima en su propio ojo y ella rápidamente se la limpió, porque no estaba segura si eso sería visto como signo de debilidad en Gran Bretaña. Sería malo en su condado, pero de todas maneras esto no le impidió sentir el dolor de un niño.

Cuando la niña vio sus ojos, Lily le guiño el ojo, le sonrió y levantó el pulgar. La niña esbozó una sonrisa también y ambas se sintieron un poco mejor.

Lily observó a la hermana desconectar la aguja y ponerla en el receptáculo del carrito. Entonces se movieron a la siguiente cama y Lily le hizo un breve adiós con la mano. La niña se encogió de hombros y le regreso el adiós.

A la hora del almuerzo, en la cantina del hospital, Lily solía sentarse con algunos de sus colegas, pero no siempre. Algunas veces, ella se iba de compras, como lo haría cualquiera de vez en cuando, y en otras ocasiones ella se sentaba a solas. Las personas asumían que ella estaba nostálgica y respetaban su privacidad. No obstante, ese día, ella quería hablar. Mientras estaban comiendo, ella preguntó:

—¿Alguien leyó ese artículo sobre redes organizadas de pedofilia en los hospitales y orfanatos de Londres, del Sunday Times? No hace mención a este hospital, ¿fue aquí también?

Sus compañeros de comedor la vieron horrorizados.

—Claro que no— dijo un enfermero después de unos segundos y los otros estuvieron de acuerdo.

—Pero como podrías saberlo, Julian, tú no trabajabas aquí hace treinta y cinco años.

—No, yo ni siquiera había nacido, pero es mejor no causar problemas con preguntas desagradables como esa, Lily… eso no le hace ningún bien al hospital.

—Julian tiene razón, Lily—, le advirtió Susan, otra enfermera. —Nosotros no podemos cambiar lo que sucedió aquí antes, solo podemos estar pendientes y asegurarnos de que eso no sucederá en nuestros turnos.

—¿Qué y dejar que los pervertidos escapen con sus crímenes? ¿Es eso lo que dices? ¿Qué pasa con los viejos de cuarenta años y la justicia para ellos después de todo este tiempo?

—Está bien, ¿Qué quieres de mí, Lily? Porque no sé cómo puedo ayudar.

—No, ni yo tampoco, pero si yo estuviera en Bangkok, le habría escrito a mi diputado e insistiría en que él apelara una investigación a sus denuncias. Una carta solo toma treinta minutos y un correo electrónico solo tres.

—Sí, bueno, probablemente yo haga eso, ¿yo me refiero a que puedo hacer aquí, ahora?

—No sé… este no es mi país… no sé cómo funcionan las cosas aquí. Solo sé que esto es muy impresionante para un tailandés, porque los tailandeses tiene una gran consideración por Gran Bretaña, y todo lo que hemos oído por años son escándalos, y ahora esto.

—Sí, bueno, ni siquiera nosotros estamos orgullosos de nuestros autoproclamados superiores—, añadió Jane, otra enfermera que estaba en la mesa. —Yo estoy con Lily, deberíamos hacer algo, pero ¿Qué?

Las personas veían hacia sus comidas o sus periódicos y deseaban que, ellos o Lily hubiesen escogido ese día para ir de compras.

Diez minutos antes del final de su turno, Lily fue a los depósitos y robó unas cuantas jeringas y agujas para combinarlas. Ella las puso en su sobretodo, se cambió, las pasó a su bolso y con toda la calma se fue en autobús hasta su casa

Ella tenía el principio de una idea.

Rumbo a su casa, Lily fue a una tienda de bricolaje para comprar un taladro eléctrico y un juego de piezas pequeñas. La tienda tenía una sección de aficionados donde ella observó potes pequeños de pintura de esmalte. Compró dos de negro mate y dos pinceles para niños. Éstos le parecieron apropiados de alguna manera. Ella juzgó que uno de los potes de pintura alcanzaría para cubrir seis de sus bo-shuriken.