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Marco Polo es uno de los viajeros más famosos de la historia. En su juventud acompañó a su padre en un viaje hacia el Oriente. Juntos llegaron al magnífico imperio del Gran Kan. "Los viajes de Marco Polo" relata las aventuras del joven Marco a lo largo de su prodigioso recorrido, lleno de maravillas y peligros.
El veneciano vivió en la corte de emperador mongol Kublai Khan durante 17 años (1275-1292). Al regresar a Italia, y a través de escritos como este, Marco Polo dio a conocer la geografía del Lejano Oriente y las increíbles riquezas de Cambaluc (Beijing), Quinsay (Cantón) y otras fastuosas ciudades de Catay (la China).
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LOS VIAJES DE MARCO POLO
I - La división del mundo
II - De cómo micer Nicolás y micer Mafeo fueron de Constantinopla en busca del mundo
III - De cómo se fueron micer Nicolás y micer Mafeo de la Soldadía
IV - De cómo los dos hermanos pasaron el desierto y llegaron a la ciudad de Bojaria
V - De cómo los dos hermanos prestaron fe al emisario del Gran Khan
VI - De cómo los dos hermanos llegaron en territorio del Gran Khan
VII - De cómo se informa el Gran Khan de los asuntos de los cristianos
VIII - De cómo el Gran Khan envió a los dos hermanos como embajadores al Papa de Roma
IX - De cómo el Gran Khan da a los dos hermanos las tabletas de oro de su mensaje
X - De cómo los dos hermanos llegaron a la ciudad de Acre
XI - De cómo los dos hermanos partieron de Venecia para regresar al país del Gran Khan y se llevaron a Marcos, el hijo de micer Nicolás
XII - De cómo los dos hermanos y Marcos partieron de Acre
XIII - De cómo los dos hermanos fueron a Roma a ver al Papa
XIV - De cómo los dos hermanos y Marcos llegaron a la ciudad de Clemeinfú, en donde se hallaba a la sazón el Gran Khan
XV - De cómo los dos hermanos y Marcos fueron al palacio del Gran Khan
XVI - De cómo el Gran Khan envía a Marcos como embajador
XVII - De cómo volvió Marcos de su misión y lo que refirió al Gran Khan
XVIII - De cómo micer Nicolás y micer Mafeo piden permiso al Gran Khan para volver a su tierra
XIX - Donde trata de la despedida, de los hermanos y Marco Polo del Gran Khan
XX - Aquí se habla de la Armenia Menor
XXI - En donde se habla de la provincia de Turcomania
XXII - La Armenia Mayor
XXIII - Donde se habla del rey de Georgia y de su hacienda
XXIV - En donde se habla del reino de Mosul
XXV - De cómo fue tomada, la gran ciudad de Bagdad
XXVI - De la gran maravilla que sucedió en las montañas de Bagdad
XXVII - Del miedo que tuvieron los cristianos de cuanto les dijo el califa
XXVIII - De cómo vino la revelación a un obispo de que un zapatero haría mover la montaña
XXIX - De cómo la oración del cristiano hizo mover la montaña
XXX - En donde se habla de la ciudad de Tauris
XXXI - Dejemos a Tauris y pasemos a Persia
XXXII - Relación de los Reyes Magos que vinieron a adorar a Dios
XXXIII - Los ocho reinos de Persia
XXXIV - De la ciudad de Yasdi
XXXV - Del reino de Kerman
XXXVI - De la ciudad de Camandi
XXXVII - De la segunda meseta inclinada
XXXVIII - De cómo se internó por una comarca salvaje y pobre
XXXIX - La grande y noble ciudad de Cobinan
XL - De cómo se pasa por un desierto
XLI - En donde se trata del Viejo de la montaña y de sus asesinos
XLII - De cómo el Viejo de la montaña convierte a la obediencia y a la disciplina a sus asesinos
XLIII - De cómo los asesinos se entrenan para el mal
XLIV - De la villa de Sapurgan
XLV - De la noble y gran ciudad de Balc
XLVI - En donde se menciona la montaña de sal
XLVII - De la gran provincia de Balacian (Badakchan)
XLVIII - En donde se habla de la provincia de Pasciai
XLIX - De la provincia de Kesimur (Cachimira)
L - Del gran río Balacian (Badakchan)
LI - Del reino de Cascar (Caschgar)
LII - De la gran ciudad de Samarcanda
LIII - Aquí trata de la provincia de Yarcan (Yarken)
LIV - De la provincia de Cotan (Khotan)
LV - De la provincia de Pem
LVI - Aquí empieza el relato de la provincia de Ciarcian
LVII - De la ciudad de Lop
LVIII - De la provincia de Tangut
LIX - En donde se menciona la provincia de Camul (Khamil)
LX - En donde se habla de la Provincia de Gkingkintalas
LXI - De la provincia de Succu
LXII - De la ciudad de Campiciú
LXIII - De la ciudad de Eçina
LXIV - De la ciudad de Caracoron
LXV - De cómo Gengis fue el primer Khan de los tártaros
LXVI - De cómo Gengis Khan arma su gente para ir contra el Preste Juan
LXVII - De cómo el Preste Juan, con sus gentes, fue al encuentro de Gengis Khan
LXVIII - De la gran batalla entre el Preste Juan y Gengis Khan
LXIX - Relato de los Khanes que reinaron después de Gengis Khan
LXX - Del dios de los tártaros y de su ley
LXXI - De la llanura de Bargu y de varias costumbres de los indígenas
LXXII - Del gran reino de Erginul
LXXIII - De la provincia de Grigaia
LXXIV - De la provincia de Tenduc
LXXV - De la ciudad de Ciandu y del maravilloso palacio del Gran Khan
LXXVI - Donde trata de los hechos del Gran Khan que reina presentemente, llamado Cublai Khan, de cómo rige a su corte y administra justicia; de sus gestas y proezas
LXXVII - De la gran batalla librada entre el Gran Khan y el rey Nayan, su tío
LXXVIII - De cómo el Gran Khan fue al encuentro de Nayan
LXXIX En donde empieza la batalla del Gran Khan y de su tío Nayan
LXXX - De cómo el Gran Khan hizo matar a Nayan
LXXXI - De cómo el Gran Khan vuelve a la ciudad de Cambaluc
LXXXII - De la prestancia y majestad del Gran Khan
LXXXIII - De los hijos del Gran Khan
LXXXIV - Del palacio del Gran Khan
LXXXV - Del palacio del hijo del Gran Khan, que reinará después de su muerte
LXXXVI - De cómo el Gran Khan se hace guardar por 12.000 hombres a caballo
LXXXVII - Relato de la gran fiesta que celebra el Gran Khan el día de su aniversario
LXXXVIII - Continuación de la fiesta que celebra el Gran Khan el día de su aniversario
LXXXIX - De la fiesta que celebra el Gran Khan el primero de año
XC - De los 12.000 barones que asisten a las fiestas
XCI - De cómo el Gran Khan dispone para que le traigan los venados
XCII - De los leones, leopardos, lobos, linces, gerifaltes, halcones, búhos, gavilanes y otros pájaros
XCIII - De los hermanos del Gran Khan que están al cuidado de los perros de caza
XCIV - De cómo se ocupa de cetrería
XCV - Más relatos sobre la corte del Gran Khan
XCVI - De la ciudad de Cambaluc, de su grandeza y su numerosa población
XCVII - De cómo el gran señor acuña moneda
XCVIII - De los 12 barones que asisten en sus actos al Gran Khan
XCIX - De cómo desde la ciudad de Cambalue se va por diferentes vías a las provincias
C - De cómo el Gran Khan ayuda a sus súbditos cuando tienen malas cosechas o pierden el ganado
CI - De como el Gran Khan hace plantar árboles en los caminos
CII - Del vino que beben en Catai
CIII - De una especie de piedra que arde como la madera
CIV - De cómo el Gran Khan hace almacenar trigo para proveer a su gente en tiempo de calamidades
CV - De cómo el Gran Khan hace la caridad a los pobres de su Imperio
CVI - De la provincia de Catai y del río Pulisanghin
CVII - De la gran ciudad de Giongiu
CVIII - En donde se habla del reino de Taianfu
CIX - En donde trata de un castillo llamado Caiciu
CX - De cómo el Preste Juan hizo apresar al rey Dor
CXI - En donde se habla del gran río de Caramoran
CXII - De la gran ciudad de Quengianfu
CXIII - De los confines de Catai y Mangi
CXIV - De la provincia de Acbaluc Mangi
CXV - De la gran provincia de Sindufu
CXVI - De la provincia del Tíbet
CXVII - En donde sigue la relación del Tíbet
CXVIII - De la provincia de Gaindu
CXIX - De la gran provincia de Caragian
CXX - En donde se sigue la descripción de la provincia de Caragian
CXXI - En donde se habla de la gran provincia de Cardandan
CXXII - De cómo el Gran Khan conquistó el reino de Mien y de Bengala
CXXIII - De la batalla entre el Gran Khan y el rey de Mien
CXXIV - En donde prosigue el relato de la misma batalla
CXXV - De cómo se desciende por una gran pendiente
CXXVI - De la ciudad de Mien
CXXVII - En donde se habla de la gran provincia de Bangala (Bengala)
CXXVIII - De la provincia de Cangigu
CXXIX - De la provincia de Aniu
CXXX - De la provincia de Toloman
CXXXI - De la provincia de Ciugiu
CXXXII - Donde se habla de la ciudad de Cacianfu
CXXXIII - De la ciudad de Ciangiu
CXXXIV - De la ciudad de Ciangli
CXXXV - De la ciudad de Tandinfu
CXXXVI - De la noble ciudad de Singiumato
CXXXVII - De la gran ciudad de Lingin
CXXXVIII - De la ciudad de Pingiu
CXXXIX - De la ciudad de Cingiu
CXL - De cómo conquistó el Gran Khan la provincia de Mangi
CXLI - De la ciudad de Coigangiu
CXLII - De la ciudad de Pauchin
CXLIII - De la ciudad de Caiu
CXLIV - De la ciudad de Tingiu
CXLV - De la ciudad de Yangiu
CXLVI - De la provincia de Nanghin
CXLVII - De la ciudad de Saianfu
CXLVIII - De la ciudad de Singiu
CXLIX - En donde se trata de la ciudad de Caygiu
CL - De la ciudad de Cinghianfu
CLI - De la ciudad de Cangiu
CLII - De la ciudad de Sugiu
CLIII - En donde se habla de la muy noble ciudad de Quinsai
CLIV - De las alcabalas que saca el Gran Khan de Quinsai
CLV - De la ciudad de Tanpingiu
CLVI - Del reino de Fugiu
CLVII - De la ciudad de Fugiu
CLVIII - De la ciudad de Çaiton (Cantón)
CLIX - Aquí empieza el libro sobre la India, que hablará de todas las maravillas que contiene y de las costumbres de sus gentes
CLX - En donde se trata de la isla de Cipango (Japón)
CLXI - De cómo la gente del Gran Khan que había escapado al temporal tomó la ciudad de sus enemigos
CLXII - Donde se habla del culto de los idólatras
CLXIII - De la región de Ciamba
CLXIV - De la isla de Java
CLXV - De la isla de Sondur y de la de Condur
CLXVI - De la isla de Pentan
CLXVII - Aquí se menciona la isla de Java la menor
CLXVIII - En donde se habla del reino de Sumatra
CLXIX - Del reino de Dagroian
CLXX - Donde se habla de Lambri
CLXXI - Del reino de Fansur
CLXXII - De la isla de Necuveran
CLXXIII - De la isla de Angaman
CXXIV - De la isla de Seilán (Ceilán)
CLXXV - De la provincia de Maabar (Malabar)
CLXXVI - Del reino de Mutfili
CLXXVII - Donde se trata del lugar que guarda el cuerpo de Santo Tomás Apóstol
CLXXVIII - De la provincia de Lar, en donde nacieron los abrayamanes
CLXXIX - En donde se habla nuevamente de la isla de Seilán
CLXXX - De la muy noble ciudad de Cail
CLXXXI - Del reino de Coilum
CLXXXII - De la ciudad de Comari
CLXXXIII - En donde se habla del reino de Eli
CLXXXIV - Del reino de Melibar
CLXXXV - Del reino de Goçurat
CLXXXVI - Del reino de Tana
CLXXXVII - Del reino de Cambaet
CLXXXVIII - Del reino de Semenat
CLXXXIX - En donde se habla del reino de Kesmacoran
CXC - En donde se habla de las islas llamada Varón y Mujer
CXCI - De la isla de Socotora
CXCII - De la isla de Mogdasio (Madagascar)
CXCIII - De la isla de Zanzíbar
CXCIV - Aquí empieza la descripción de Abasce, que pertenece a la India Central
CXCV - En donde se habla de la provincia de Aden
CXCVI - De la ciudad de Escier
CXCVII - De la ciudad de Dufar
CXCVIII - De la ciudad de Calatu
CXCIX - De la ciudad de Curmos
CC - En donde se habla de la Gran Turquía
CCI - Lo que dice el Gran Khan del daño que le hizo Caidu
CCII - La historia de la hija del rey Caidu, de su fuerza y valentía
CCIII - De cómo Abaga envió a su hijo Argón a la guerra
CCIV - De cómo Argón heredó la señoría de su padre
CCV - De cómo Acomat va con su ejército para combatir a Argón
CCVI - De cómo Argón reunió en Consejo a sus barones para pelear contra Acomat
CCVII - De cómo respondieron los barones de Argón
CCVIII - De los emisarios que Argón envió a Acomat
CCIX - De cómo Acomat contestó a los emisarios
CCX - De la gran batalla entre Argón y Acomat
CCXI - De cómo concertaron los barones de que Argón recobrara su libertad
CCXII - De cómo Argón fue libertado
CCXIII - De cómo Argón recobró la soberanía
CCXIV - De cómo Argón hizo matar a su tío Acomat
CCXV - Del pleito homenaje que rindieron los barones a Argón
CCXVI - De cómo Cuiaratu tomó el poder después de la muerte de Argón
CCXVII - De cómo Baidu tomó la señoría después de Cuiacatu
CCXVIII - Del rey Canci que reina en tramontana
CCXIX - En donde se trata de la provincia que está en la oscuridad
CCXX - En donde se habla de la gran provincia de Rusia y de su gente
CCXXI - En donde se habla del estrecho del Mar Grande
CCXXII - De los reyes de los tártaros de Poniente
CCXXIII - De la guerra que surgió entre Alan y Berca y de las batallas que libraron
CCXXIV - De cómo Berca y sus huestes encuentran a Alan
CCXXV - De cómo Alan habla a sus gentes
CCXXVI - De la gran batalla que hubo entre Alan y Berca
CCXXVII - De cómo Berca se porta heroicamente
CCXXVIII - De cómo Totamangu fue señor de Poniente
CCXXIX - De cómo Toctai manda venir a Nogai para pedirle cuenta de la muerte de Tolobuga
CCXXX - De cómo Toctai envía otro mensaje a Nogai
CCXXXI - De cómo Toctai fue al encuentro de Nogai
CCXXII - De cómo Toctai habló a su gente
CCXXXIII - Del arrojo y valor del rey Nogai
Aquí empieza la rúbrica de este libro denominado: la división del mundo
Señores emperadores, reyes, duques y marqueses, condes, hijosdalgos y burgueses y gentes que deseáis saber las diferentes generaciones humanas y las diversidades de las regiones del mundo, tomad este libro y mandad que os lo lean, y encontraréis en él todas las grandes maravillas y curiosidades de la gran Armenia y de la Persia, de los tártaros y de la India y varias otras provincias; así os lo expondrá nuestro libro y os lo explicará clara y ordenadamente como lo cuenta Marco Polo, sabio y noble ciudadano de Venecia, tal como lo vieron sus mortales ojos.
Hay cosas, sin embargo, que no vio, mas las escuchó de otros hombres sinceros y veraces. Por lo cual referimos las cosas vistas por vistas y las oídas por oídas para que nuestro libro resulte verídico, sin tretas ni engaños.
Y todo hombre que leyere y entendiere este libro debe creer en él, pues todas estas cosas son verdad, y os certifico que desde que Dios nuestro Señor plasmó con sus manos a Adán y Eva, nuestros primeros padres, hasta hoy día, no hubo cristiano ni pagano ni tártaro ni indio ni hombre alguno de ninguna generación que tanto supiere ni buscare como el dicho mi señor Marcos averiguó y supo; por eso os digo que sería gran desventura no quedaran escritas todas las grandes maravillas que vio y oyó para quelas gentes que no las vieron ni conocieron tengan de ellas razón en este libro. Y os repito que para enterarse de ello vivió en estas diferentes regiones y provincias más de veintiséis años.
Y ello fue que, estando encarcelado en Génova, hizo exponer todas estas cosas a maese Rustichello de Pisa, que se hallaba también en la misma prisión en el año 1298 del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Fue en tiempo de Baduino, emperador deConstantinopla en el año 1250 de la Encarnación de nuestroSeñor Jesucristo: Hallándose con sus mercancías en Constantinopla, procedentes de la ciudad de Venecia, micer Nicolás Pol (padre de Marco Polo) y su hermano micer Mafeo Pol, prudentes, nobles y avisados comerciantes, reuniéronse en consejo y decidieron embarcar en la mar grande para hacer prosperar sus asuntos. Después que hubieron comprado joyas de gran valor, partieron de Constantinopla en un barco hacia la tierra de Soldadía.
Cuando hubieron residido un tiempo en Soldadía decidieron irse aún más lejos. Pusiéronse en camino, y tanto cabalgaron que no hubo aventura que les detuviese hasta que llegaron al reino de Barca Caan, que era dueño de una parte de Tartaria, situada entre Bolgara y Sara. Barca Caan recibió con grandes honores a micer Nicolás y micer Mafeo y celebró con regocijo su llegada. Los dos hermanos diéronle las joyas que habían traído. Aceptolas Barca con gran complacencia y le plugieron muchísimo. Hízoles entonces entregar dos veces tanto cuanto valían las joyas y les invitó a pasar una temporada en varias partes del reino, en donde halláronse con gran contentamiento.
Al año de residir en tierras de Barca encendiose una guerra entre Barca y Alan, señor de los tártaros de Levante. Fuéronse el uno contra el otro con gran violencia, combatiéronse ferozmente y hubo gran pérdida de gentes de una parte y otra, y Alan fue vencedor. Y en estas circunstancias no hubo hombre que pudiera pasar por esos caminos sin caer prisionero, y como ésa era la dirección por donde habían venido y sólo podían seguir en dirección contraria, los dos hermanos se dijeron: «Ya que no podemos volver a Constantinopla con nuestras mercancías, sigamos hacia Levante; así podremos volver quizá a tierras del soldán.» Se equiparon convenientemente y se separaron de Barca, yéndose a una ciudad denominada Uchacca, que era al confín sur del reino de este señor. Y partiéronse de Uchacca pasando el Tigre, atravesando un desierto que era largo diecisiete jornadas, no encontrando a su paso ni ciudades ni castillos, sino tribus tártaras que vivían del pastoreo en sus tiendas de campaña.
Y cuando hubieron pasado el desierto llegaron a una ciudad que se llamaba Bojaria, noble y hermosa ciudad. También la provincia denominábase Bojaria y el rey se llamaba Barac. Era ésta la más bella ciudad de Persia. Una vez llegados a ella no podían ya ni adelantar ni retroceder, y en vista de esto permanecieron en ella tres años. Mientras esto sucedía vino un emisario de Alan, el señor de Levante, que era enviado por el gran señor de todos los tártaros, llamado Cublai. Y fue gran asombro el de este emisario cuando vio a micer Nicolás y a Micer Mafeo, pues jamás habíase visto un latino en esos parajes. Dijo a los dos hermanos: «Señores, os advierto que el gran señor de los tártaros jamás vio un latino y tiene gran deseo de trabar conocimiento con ellos; así que si queréis venir conmigo, os aseguro que os verá muy de su agrado y os llenará de honores y bienes»
Los dos hermanos contestáronle que lo harían gustosos si era cosa factible, y él replicó que llegarían sanos y salvos y sin ninguna impedimenta si se iban en su compañía.
Cuando oyeron las razones del mensajero enviado, aparejaron sus caballerías y decidieron seguirle. Pusiéronse en camino y viajaron durante un año a través de las montañas, y tomando por atajos y vericuetos llegaron al cabo de él. Y encontraron grandes maravillas y cosas extraordinarias, que no os referimos porque micer Marcos, hijo de micer Nicolás, que ha visto también todas estas cosas, os las contará más adelante en este mismo libro.
Y cuando llegaron en presencia del Gran Khan, éste les hizo muchas fiestas y les recibió con grandes honores y cortesía, y fue grande su alegría al verles. Les hizo varias preguntas sobre muchas cosas. Ante todo sobre los emperadores, de cómo mantienen el poder y administran justicia, cómo combaten y, en fin, cómo viven y lo que hacen, y los interrogó luego respecto a los reyes, a los príncipes y barones.
Y se informó luego del Papa y de todos los hechos de la cristiandad y de la Iglesia romana y de las costumbres de los latinos. Micer Nicolás y Mafeo le dijeron toda la verdad y cada uno a su vez, como conviene a hombres prudentes y cultos conocedores de la lengua de los tártaros: el tártaro.
Cuando el gran señor que tenía por nombre Cublai Khan, señor de todos los tártaros del mundo y de todas las provincias, reinos y regiones de esta gran parte del mundo, hubo escuchado las gestas de los latinos contadas por los dos hermanos tan llanamente, quedó muy complacido y prometiose a sí mismo enviarles como embajadores al Papa. Y pidioles a los hermanos encargarse de esta misión con uno de sus barones. Contestáronle que lo harían como les mandase, como si fuera su propio señor, el Dux. Entonces el Gran Khan hizo llamar a uno de sus barones, llamado Cogatai, y le dijo quería fuera acompañando a los hermanos a ver al Papa. Éste le contestó: «Vuestro siervo soy y pronto a vuestro mandato.» Hizo luego el gran señor preparar sus credenciales en turco y las dio a los dos hermanos y a su barón, y les encargó lo que debían decir de su parte al Pontífice. Es menester que os diga lo que contenía el documento y la embajada que enviaba: Pedía que le enviara hasta cien sabios de la cristiandad que supieran las siete artes, que supieran discutir a los idólatras y a los gentiles que todos los ídolos que tenían en sus casas eran obras del diablo y que supieran probar por razonamientos que la ley cristiana es mejor que la de ellos. Además, encargó a los hermanos que trajeran aceite de la lámpara que alumbra el sepulcro de Dios nuestro Señor en Jerusalén. Ya estáis enterados de lo que decía el mensaje que el gran señor enviaba al Papa por medio de los dos hermanos.
Cuando les hubo entregado el mensaje que enviaba al Papa les hizo dar unas tabletas de oro en las cuales decía que los tres embajadores deberían recibir allí donde fueran y donde pasaran: caballos, arreos y escolta de un país a otro. Y cuando micer Nicolás y Mafeo estuvieron listos y bien guarnecidos de cuanto necesitaron, se despidieron del gran señor, montaron a caballo y emprendieron el camino. Al poco tiempo el barón tártaro cayó enfermo y no pudo continuar. Quedose atrás en una ciudad, y cuando los hermanos vieron que no se reponía, le dejaron y continuaron su viaje, y os diré que por doquier se velan honrados y bien servidos en cuanto se les antojaba. Cabalgaron tanto, que llegaron a Laias, para lo cual emplearon tres años, y esto sucedió porque no siempre podían proseguir su ruta, por el mal tiempo y la nieve y porque los ríos que tenían que vadear eran considerables.
Y dejaron Laias para llegar a la ciudad de Acre, y esto sucedió en el mes de agosto del año 1200 de la Encarnación. Allí se enteraron que el Papa había fallecido, y cuando supieron que el Papa, que tenía por nombre Clemente, había muerto, se encaminaron en busca del Legado de la Iglesia romana en el reino de Egipto. Este varón ilustre, de mucha autoridad, se llamaba Tealdo de Plasencia. Le expusieron de qué importante misión eran mandatarios de parte del Gran Khan al Papa, y cuando el Legado les hubo oído, le pareció gran maravilla y que lo que los hermanos decían era de gran honra y provecho para la cristiandad. «Señores - les dijo -, ya que veis que el Papa ha muerto, os aconsejo esperar que haya otro Papa, y entonces le lleváis vuestra embajada.» Viendo que el Legado les decía cosa razonable, pensaron que en ese intervalo irían a Venecia a ver a sus familias. Y fueron de Acre a Negroponte. Y en Negroponte se embarcaron en una galera, que les llevó a Venecia. Micer Nicolás encontró que en este interregno su mujer había muerto y le quedaba un hijo de edad de quince años, que se llamaba Marcos, y éste es el que habla en este libro. Micer Nicolás y micer Mafeo quedaron cerca de dos años en Venecia, en espera de la elección de un nuevo Pontífice.
Después de esperar el tiempo que habéis oído, y viendo que no elegían nuevo Papa, pensaron que habían demorado bastante para regresar cerca del Gran Khan, y decidieron volver. Entonces se fueron de Venecia, llevándose a su hijo Marcos, directamente a San Juan de Acre, en busca del Legado antedicho. Con él platicaron sobre estos asuntos y le pidieron venia de ir a Jerusalén a recoger el aceite de la lámpara del sepulcro de Jesucristo, ya que el Gran Khan había expresado el deseo de poseerlo. El Legado les dio permiso. Fueron luego al Santo Sepulcro, a Jerusalén, y habiendo cogido el aceite volvieron a Acre a decirle al Legado: «Señor, mucho hemos tardado en volver a ver al Gran Khan, y como aún no hay Papa, creemos es nuestro deber el írselo a decir.» Y el Legado (que es el más importante personaje de la Iglesia de Roma) les dijo: «Puesto que queréis volver hacia la tierra del Gran Khan, os doy mi pláceme.» Escribió entonces su misiva al Gran Khan, explicándole de cómo micer Nicolás y micer Mafeo le habían. traído su embajada; pero no pudieron cumplirla por entero por no haber aún un nuevo Papa.
En cuanto los dos hermanos estuvieron en posesión de las credenciales, pusiéronse en camino para volver a la tierra del Gran Khan. Y tanto anduvieron, que llegaron a Laias. Mas no bien hubieron llegado, fue elegido Papa el Legado que tenía por nombre Gregorio de Plasencia. Grande fue la alegría que experimentaron al oír esta nueva, y no tardó en llegar a Laias un emisario del Papa diciendo a micer Nicolás y Mafeo que retrocedieran a ver al Pontífice. No quiero deciros la alegría que esto les causó, y le contestaron que allá iban de buen grado. Entonces el rey de Armenia hizo armar una galera para que en ella embarcaran y los envió así, con grandes honores, al Legado.
Y cuando llegaron a Acre fueron a Su Santidad el Papa y se prosternaron humildemente ante él. Les recibió con gran deferencia, dándoles su bendición y haciéndoles gran fiesta. Y el Papa acordó darles para que les acompañaran a dos de los predicadores, los más sabios de toda la provincia, y éstos se llamaban Nicolás de Vicenza y Guillermo de Trípoli. El Papa expidió sus breves y cédulas que contenían el mensaje que enviaba al Gran Khan, y dando a todos su santa bendición, se fueron los cuatro con Marcos, hijo de micer Nicolás. Encamináronse seguidamente a Laias; mas no bien hubieron llegado, cuando Bondocdero, sultán de Babilonia, vino a Armenia con un numeroso ejército, que causó estragos en toda la comarca, y nuestros embajadores viéronse en peligro de muerte. Considerando esto, los dos hermanos predicadores dudaron si debían proseguir. Entregaron por fin a micer Nicolás y Mafeo sus breves y cartas y se separaron de ellos, regresando con el maestre de campo.
Y micer Nicolás, Mafeo y Marcos, hijo de Nicolás, se pusieron en camino y cabalgaron tanto toda la primavera y el estío hasta llegar a la ciudad de Clemeinfú, en donde se encontraba el Gran Khan. No haré mención, sino más adelante, de lo que encontraron en el camino, pues deseo contároslo a su tiempo en mi libro. Sabed sólo que emplearon tres años y medio en este viaje, pues las grandes nevadas y las lluvias y los ríos desbordados les impedían cabalgar en invierno. Y, en verdad, cuando supo el Gran Khan que llegaban les envió al encuentro un mensajero con cuarenta días de anticipación, y fueron bien atendidos y servidos por todos.
Cuando Nicolás, Mafeo y Marcos llegaron a esa gran ciudad se fueron al Palacio Principal, en donde se hallaba el Gran Khan rodeado de muchos barones. Se arrodillaron y humillaron ante él; pero el Gran Khan les hizo levantar, les colmó de honores y les recibió con grandísimo júbilo, interrogándoles de cuanto habían hecho desde que se separaron. Los hermanos le aseguraron de que todo había ido a pedir de boca, puesto que volvían sanos y salvos. Entonces presentaron sus breves y cartas que el Papa le enviaba, que le causaron gran alegría. Cuando el Gran Khan vio a Marcos, que era el joven bachiller, les preguntó quién era. «Señor - dijo micer Nicolás -, es mi hijo y esclavo vuestro.» «Sea bienvenido», dijo el Gran Khan. Mas ¿por qué extenderme en referiros más tiempo las grandes manifestaciones de cariño y los honores con que fueron recibidos por el Gran Khan?
Y Marcos, el hijo de micer Nicolás, aprendió tan a la perfección la lengua y costumbres de los tártaros y su literatura, que a todos causaba maravilla. Pues desde su llegada a la corte aprendió a escribir y a hablar cuatro lenguas. Y como era sabio y prudente, el Gran Khan le cobró gran cariño, estimando su valor. Y cuando vio el buen entendimiento de Marcos le envió como embajador a una región donde era menester seis meses para llegar. El joven bachiller cumplió su misión sabia y prudentemente. Había oído decir repetidas veces que cuando el Gran Khan enviaba mensajeros por las varias partes del niundo y éstos no sabían referirle más que el objeto de la misión por la cual habían sido enviados, los trataba de necios e ignorantes, pues más le placía oír las costumbres y curiosidades de las cortes extranjeras que lo que se refiriera al pretexto que tomaba para enviarles. Y Marcos, que sabía esto, se esmeró en contarle al Gran Khan cuantas novedades y cosas extrañas y curiosidades había visto en su embajada.
Cuando Marcos volvió de su misión y se halló en presencia del Gran Khan, después de referirle la manera en que había negociado y conducido su embajada, contó cuantas novedades había visto, tanto en el camino como en las ciudades, tan sabia y elocuentemente que el Gran Khan quedó encantado, y cuantos le oyeron decían entre ellos que este joven, si llegaba a tener larga vida, no podía por menos de alcanzar fama de varón de provecho y de gran sabiduría. ¿Y qué más os diré? Desde entonces el joven fue llamado micer Marco Polo, y así le llamaremos más adelante en nuestro libro. Sabed, en verdad, que don Marcos vivió con el Gran Khan diecisiete años, y no cesó de ir y venir en misión, enviado por el Gran Khan, que viendo que le traía continuamente noticias de doquier y cumplía tan cabalmente sus negociaciones, le tuvo en gran estimación, le colmó de honores, no queriendo separarse de él, por cuya razón los varones empezaron a envidiarle. He aquí por qué causa don Marcos sabe más de esta región que ningún otro hombre, y que quizá entienda más él que los mismos naturales, pues se aplicaba en ello con todo entendimiento.
Y cuando micer Nicolás, micer Mafeo y micer Marcos demoraron el tiempo que sabéis con el Gran Khan, se dijeron que era hora de volver a su tierra natal. Pidieron autorización repetidas veces y con gran cautela; pero el Gran Khan los quería tanto y los veía con tanta complacencia en su corte, que no quería por nada del mundo consentir en ello.
Empero la reina Bolgana, mujer de Argón, rey de Levante, murió y la dicha reina puso en su testamento que ninguna dama pudiera ser de Argón ni sentarse en el trono, que no fuera de su linaje.
Argón reunió a tres de sus barones: el primero llamábase Culatai; el segundo, Apusca; el tercero, Coia, y les envió al Gran Khan, acompañados de brillante escolta, para que le buscaran una dama que fuera del linaje de la reina Bolgana, su difunta esposa.
Cuando los tres barones llegaron al Gran Khan y le explicaron el objeto de su viaje, el Gran Khan les recibió admirablemente. Hizo venir a su presencia a una dama que se llamaba Cogacin, y que era del linaje de la reina Bolgana. Era joven y agraciada y no tenía más que diecisiete años. Y dijo a los barones que era esta señora la que les convenía, y ellos la encontraron muy de su agrado.
En ese entonces volvía micer Marcos de las Indias y de diferentes mares y entretenía la corte con sus relatos sobre estas regiones, y los tres barones, que habían trabado conocimiento con los sabios latinos micer Nicolás, micer Mafeo y micer Marcos, se dijeron entre ellos que desearían navegar en su compañía y fueron al Gran Khan a pedirle en gracia que los enviara por mar y que con ellos marcharan los tres latinos. El Gran Khan, que ya sabéis cuánto los quería, accedió a esa gracia y permitió a los latinos que se fueran con los barones y la gentil dama.
Cuando el Gran Khan se decidió a verles partir, les hizo venir a su presencia y les entregó dos tabletas como salvoconducto para que circularan libremente por sus dominios y para que en donde fueren hallaren escolta, y tanto ésta como ellos, que todo fuera de libre de gastos. Y les encomendó un embajada al rey de Francia, al rey de España y a otros reyes cristianos, y luego hizo aparejar 14 veleros, de cuatro mástiles cada uno y 12 velas, y os podría referir, pero sería demasiado largo entreteneros sobre este particular.
Cuando las naves fueron aparejadas y los tres barones y la dama y micer Nicolás, micer Mafeo y micer Marcos se despidieron del Gran Khan, embarcáronse con una dotación de 500 personas, y el Gran Khan les hizo aprovisionar por un plazo de dos años.
Se dieron a la mar y navegaron cerca de tres meses, hasta llegar a una isla, hacia Mediodía, que se llama Java y en esta isla vieron muchas cosas maravillosas, que os contaré más adelante en este libro. Dejaron luego, la isla y navegaron en el mar de la India dieciocho meses antes de llegar a su destino.
Cuando llegaron encontráronse con que Argón había muerto, y la dama fue dada en esposa a Casan, hijo de Argón. Pues no os miento diciéndoos que cuando entraron en las naves eran 600 personas, sin la marinería, y todos habían perecido, salvo 18 de entre ellos. Encontraron al señorío de Argón regentado por Chiacato. Le recomendaron a la dama, y así cumplieron su embajada.
Cuando micer Nicolás, micer Mafeo y micer Marcos hubieron cumplido con la misión que les confió el Gran Khan, dio a los tres embajadores cuatro tabletas de oro, con la orden escrita en letras de oro, que los tres mensajeros fueron honrados y servidos por doquier, como si se tratara de su propia persona, y que los caballos y gastos que hicieren corrieren de su cuenta.
Otro sí os referiré para que veáis en qué gran estimación les tenían, en razón del aprecio que de ellos hacía el Gran Khan, que les confiaron la reina Cocacin y a la hija del rey de Mangi para que las llevaran a Argón, señor de Levante, y así lo cumplieron. Asegurándoos que servían a estas señoras como si fueran sus propias hijas, cuidando de que llegaran sanas y salvas. Y éstas, que eran jóvenes y bellas, los consideraban como a sus propios padres y le obedecían y acataban sus voluntades como a tales. Escoltáronlas hasta dejarlas en manos de sus barones. La reina Cocacin, que era mujer de Casan - reinante a la sazón -,quería tanto a los tres latinos, que se desvivía por complacerles y halagarles. Y cuando se despidieron de ella para volver a su tierra, lloró amargamente.
Esto os lo cuento en elogio a la conducta de los tres caballeros latinos, a los que fueron confiadas las damas para escoltarlas a países tan remotos a sus reinos y señores. Dejemos ahora esto para proseguir nuestra relación.
Cuando los tres mensajeros se despidieron de Ciacatu, pusiéronse en camino y cabalgaron tanto que llegaron a Trebizonda y de Trebizonda a Constantinopla, y de Constantinopla a Negroponte, y de Negroponte a Venecia. Y esto fue el año de 1295 de la Encarnación de Cristo. Y ya que os conté el prólogo, ahora comienza la relación del libro.