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El debate que atraviesa las páginas de este libro cuestiona una posible fusión entre la perspectiva marxista y la keynesiana, que postula la intervención del Estado para relanzar la acumulación de capital, apaciguar los conflictos de clase y hacer menos traumáticas las crisis. Las ideas de Keynes han inspirado a gran parte de la intelectualidad que se considera "progresista" o incluso de "izquierda". En los '80 y '90 vivieron en el ostracismo, pero en el nuevo siglo, en particular en América Latina, pasaron de lugares marginales a ocupar el centro de la escena en diferentes gobiernos. Llegaron, sobre la base de reivindicar a Marx, a aplicar medidas de subsidio al capital o de ajuste social. Por esta razón, el debate es más actual que nunca. La crítica de Paul Mattick a las ideas keynesianas apunta contra ese contrabando que hace pasar como un planteo en favor de la clase obrera, una ideología y una intervención política burguesa. Sobre el autor Mattick desde joven estuvo alineado en la izquierda anti-bolchevique de tipo consejista. En su Alemania natal tuvo una participación activa en la lucha de clases. Empezó su militancia a los 14 años como integrante de la Freie Sozialistische Jugend ligada a los espartaquistas. Fue delegado sindical en la empresa Siemmens en Berlín, donde entró a trabajar en 1918. En 1920, ingresó al Partido Comunista Obrero de Alemania (KAPD), opuesto a las directivas de la URSS. Rompió también con esta organización, asumiendo las posiciones consejistas de Otto Rühle. El reflujo en Alemania lo llevó a emigrar a los EE.UU., donde mantuvo una militancia sindical (organizando, por ejemplo, a los desocupados durante la crisis del '30) y desarrolló lo más destacado de su producción intelectual.
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