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Este libro inspirador, escrito por el fundador del movimiento de la Ciencia Religiosa, es una animada guía para el éxito mental y empresarial. Un manual sencillo y directo para comprender la naturaleza del universo y el poder creativo de la mente, este clásico explica cómo el "pensamiento correcto" puede ayudar a lograr la independencia y la prosperidad.
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Índice de contenidos
PARTE 1 - INSTRUCCIÓN
Una investigación sobre la verdad
Lo que es la vida
El lugar del hombre en la creación
El comienzo de la comprensión
Nuestras condiciones gobernadas por nuestro pensamiento
Creación inconsciente
Primeros pasos
Cómo alcanzar la fuerza
Qué vamos a atraer
Más sobre el poder de la atracción
Cómo atraer a los amigos
El control del pensamiento
Creación de ambiente
El poder de las palabras
Por qué es necesario creer
Donde tantos fracasan
Utilizar la imaginación
El derecho de elección del hombre
La vejez y la oportunidad
Demostrar el éxito en los negocios
El dinero, una idea espiritual
Acción
Ideas del infinito
No seas un flacucho
Causas y condiciones
Equivalentes mentales
Una ley y muchas manifestaciones
Superar las condiciones anteriores
Comprensión e incomprensión
Ninguna experiencia inusual
Visualización de
Dónde se realiza la demostración
PARTE 2
Tratamientos
Comprensión y orientación
Cómo saber qué hacer
Seguimiento de un pensamiento
La corriente de pensamiento único
Ampliar nuestro pensamiento
Reunirse siempre
Semejanza mental
Tener en cuenta la cosa
Destruir todos los pensamientos que no deseamos experimentar
Práctica directa para la prosperidad
Conciencia de raza
Desarrollar la intuición
Presencia de actividad
Atraer a los tuyos hacia ti
La última palabra
Mente creativa y éxito
ERNEST S. HOLMES
Traducción y edición 2021 Ale. Mar. sas
A. Comienza con nuestras experiencias (a) que la vida es, (b) que la vida es consciente de sí misma
B. Naturaleza de la vida (a) la lógica, no la opinión personal debe responder
C. Prueba de que la vida es todo
D. La vida es una realidad a) se rige por la comprensión
Una investigación sobre la Verdad es una investigación sobre la causa de las cosas tal y como la raza humana las ve y las experimenta. El punto de partida de nuestro pensamiento debe comenzar siempre con nuestras experiencias. Todos sabemos que la vida es, si no, no podríamos ni siquiera pensar que somos. Puesto que podemos pensar, decir y sentir, debemos ser. Vivimos, somos conscientes de la vida; por lo tanto, debemos ser y la vida debe ser. Si somos vida y conciencia (autoconocimiento) entonces se deduce que debemos haber venido de la vida y la conciencia. Empecemos, pues, con este simple hecho: la vida es y la vida es consciente.
Pero ¿cuál es la naturaleza de esta vida? ¿Es física, mental, material o espiritual? Un poco de pensamiento cuidadoso basado en la lógica, más que cualquier opinión meramente personal, hará mucho para aclarar algunas de estas preguntas que al principio parecen asombrarnos por su grandeza.
Pero ¿cuál es la naturaleza de esta vida? ¿Es física, mental, material o espiritual? Un poco de pensamiento cuidadoso basado en la lógica, más que cualquier opinión meramente personal, hará mucho para aclarar algunas de estas preguntas que al principio parecen asombrarnos por su grandeza.
La siguiente pregunta es, ¿cómo vienen las cosas de la vida? ¿Cómo vienen las cosas que vemos de las cosas que no vemos? Las cosas que vemos deben ser reales porque las vemos. Decir que no son reales nunca las explicará ni responderá a ninguna pregunta sobre ellas. El mundo de Dios no es un mundo de ilusión, sino de realidades divinas. La verdad no debe explicar las cosas que vemos. Debe explicar lo que son. Vivimos y experimentamos diversos grados de conciencia y condiciones. Sólo cuando se comprenda el porqué de este vivir y de nuestras experiencias sabremos lo más mínimo de la verdad, no dijo que las cosas son ilusiones. Dijo que no debemos juzgar desde el punto de vista de lo que se ve, sino que debemos juzgar con rectitud o con un juicio correcto; y quiso decir que debemos ir detrás de la apariencia y averiguar la causa. Así que no nos engañemos de ninguna manera ni nos permitamos creer que siempre nos han engañado. Vivimos en un mundo de realidades. Cualquier cosa que hayamos experimentado es una realidad en lo que respecta a esa experiencia, aunque si hubiéramos tenido una comprensión más elevada de la vida, la experiencia desagradable podría haberse evitado.
A. Procede del pensamiento (a) es una forma de pensamiento de Dios
En primer lugar, ¿qué entendemos por vida? Nos referimos a lo que vemos, sentimos, oímos, tocamos o saboreamos, y a la razón de ser de la misma. Debemos haber entrado en contacto con todo lo que conocemos de la vida. Ya hemos encontrado lo que es la vida o no podríamos haber tenido ninguna de estas experiencias. "En el principio era Dios" o la vida. De esta vida que es, todo lo que es está hecho. Así que la vida debe fluir a través de todas las cosas. No existe la materia muerta. Además, la vida es una, y no puede ser cambiada sino en sí misma. Todas las formas son formas de esta unidad y deben ir y venir a través de alguna actividad interna. Esta actividad interna de la vida o de la naturaleza debe ser alguna forma de autoconciencia o autoconocimiento. En nuestra comprensión humana llamaríamos a este conocimiento interno, o conciencia, "pensamiento". El Espíritu, o la Vida, o Dios, debe hacer las cosas por sí mismo a través del autoconocimiento, o el autoconocimiento o, como lo llamaríamos nosotros, el pensamiento. Puesto que Dios lo es todo, no hay nada que le impida hacer lo que desea, y la pregunta "¿Cómo surgen las cosas?" queda contestada: Dios las hace de sí mismo. Dios piensa, o conoce, y lo que piensa o conoce surge de Él mismo, y está hecho de Él mismo. No hay otra explicación posible para lo que vemos. A menos que la gente esté dispuesta a empezar por aquí, nunca entenderá cómo es que las cosas no son materiales sino espirituales.
A. El hombre tiene la misma vida que Dios (a) es de la misma naturaleza (b) es un centro de Dios
B. El hombre es individual; Dios es universal (a) tiene el mismo poder en el mundo individual que Dios tiene en el universal (b) la vida interior es una con el Padre (c) utiliza los mismos procesos creativos
C. El hombre crea su propio mundo
D. El hombre es un agente libre (a) debe percibir su unidad con Dios y realizar su propio poder
PERO, ¿dónde entra el hombre? El es. Por lo tanto, se deduce que él también está hecho de Dios, ya que Dios, o el Espíritu, lo es todo. Siendo hecho de Dios, debe participar de su naturaleza, pues estamos "hechos a su imagen".
El hombre es un centro de Dios en Dios. Lo que Dios es en lo universal, el hombre debe serlo en el mundo individual. La diferencia entre Dios y el hombre es de grado y no de calidad. El hombre no está hecho a sí mismo; está hecho de "Dios".
Podría surgir la pregunta, ¿por qué hizo esto Dios? Ninguna persona viva puede responder a esta pregunta. Esto es algo que sólo conoce el Padre. Podríamos suponer que Dios hizo al hombre para vivir con Él y disfrutar con Él, para ser uno con el Padre. Es cierto, en efecto, que quienes han sentido esto más profundamente han tenido un poder espiritual correspondiente que nos lleva a suponer que Dios realmente hizo al hombre como compañero. El hombre es lo individual y Dios es lo universal. "Como el Padre tiene vida en sí mismo, así se la ha dado al Hijo para que tenga vida en sí mismo". La mente del hombre está hecha de la mente de Dios, y todo lo que el hombre es o será, todo lo que tiene o tendrá, debe participar de la naturaleza divina. El hombre no lo hizo así, pero es así, y debe aceptar el hecho y ver qué puede hacer con él. Si tiene el mismo poder en su vida individual que Dios tiene en la Universal, entonces este descubrimiento significará la liberación de toda esclavitud cuando aprenda a usar su poder. Así como Dios gobierna su mundo Universal, así el hombre gobernará su mundo individual, siempre sometido a la ley y a la vida mayores. Esto no podría ser de otro modo si nos damos cuenta de lo que se desprende de ello, pues al darnos cuenta nos encontramos viviendo en un mundo muy diferente del que creíamos vivir. Dios no gobierna a través de la ley física como resultado, sino primero por medio del conocimiento interno -luego sigue lo físico. Del mismo modo, el hombre gobierna su mundo por el proceso que llamaremos, a falta de un nombre mejor, el poder de su pensamiento.
La vida interior del hombre es una con el Padre. No puede haber separación, por la razón evidente de que no hay nada que lo separe de Dios, porque no hay más que vida. La separación de dos cosas implica poner un elemento diferente entre ellas; pero como no hay nada diferente de Dios, la unidad de Dios y el hombre está firmemente establecida para siempre. "Mi Padre y yo somos uno" es una simple declaración de una gran alma que percibió la vida tal como es realmente y no desde el mero punto de vista de las condiciones externas.
Tomando como punto de partida que el hombre tiene la misma vida que Dios, se deduce que utiliza el mismo proceso creativo. Todo es uno, viene de la misma fuente y vuelve de nuevo a ella. "Las cosas que se ven no están hechas de las cosas que aparecen". Lo que vemos viene de
lo que no vemos. Esta es la explicación de todo el universo visible, y es la única explicación posible.
Así como el pensamiento de Dios crea los mundos y los puebla con todos los seres vivos, nuestro pensamiento crea nuestro mundo y lo puebla con todas las experiencias que hemos tenido. Por la actividad de nuestro pensamiento las cosas vienen a nuestra vida, y estamos limitados porque no hemos conocido la verdad; hemos pensado que las cosas de afuera nos controlaban, cuando todo el tiempo hemos tenido eso dentro que podría haber cambiado todo y habernos dado la libertad de la esclavitud.
La pregunta, entonces, surge naturalmente: ¿Por qué Dios creó al hombre y lo hizo un agente libre? Si Dios nos hubiera creado de tal manera que nos obligara a hacer o a ser algo que no fuera de nuestra elección, no habríamos sido individuos en absoluto, seríamos autómatas. Puesto que sabemos que somos individuos, sabemos que Dios nos hizo así; y sólo estamos descubriendo la razón. Que cualquier hombre despierte a esto, la mayor verdad de todas las épocas, y encontrará que responderá a todas las preguntas. Estará satisfecho de que las cosas son lo que son. Percibirá que puede utilizar el poder que Dios le ha dado para trabajar, pensar y vivir de manera que no impida que la ley mayor opere a través de él. Según la claridad de su percepción y la grandeza de su comprensión de este poder, proporcionará dentro de sí mismo un punto de partida a través del cual Dios puede operar. Ya no habrá un sentido de separación, sino que en su lugar vendrá esa seguridad divina de que es uno con Dios, y así encontrará su liberación de todo sufrimiento, ya sea del cuerpo, de la mente o del patrimonio.