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Las biografías nos pueden llevar a lugares y situaciones diferentes a nuestra realidad. Incluso pueden llegar a ser muy parecidas a momentos que ya vivimos. Nos permiten ver a través de otro ángulo como aquellas personas reaccionarían si algo hubiera sido diferente y qué habría ocurrido en ese caso. Ana Suarez cree que una historia bien contada puede salvar vidas. Ya que somos capaces de encontrar inspiración en aquella historia descrita, o analizar situaciones que nos pueden ayudar a no cometer los mismos errores. Hasta podemos encontrar una solución que parecía muy difícil o imposible, como cuando estamos en medio "de la tormenta". Historias con muchos retos, superaciones y logros pueden ser moldeadas. Ana Suarez tiene un lema, o mejor dicho, dos: "si alguien pudo, yo también puedo" y "si nadie pudo aún, yo puedo ser la primera." En este libro, la autora cuenta con detalles, la primera parte de su vida. Desde su simple infancia, en un pueblo de Goiás, hasta llegar a lugares con los que nunca ni había soñado. Decidió compartir esto con otras personas, ya que piensa que si ella pudo, tú también puedes. Solo tienes que creer y transformarlo en acción.
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Seitenzahl: 82
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Le dedico este libro a mi marido Rudah, a mi hija Anita y a mi madre Maria do Carmo.
"¡Simplemente sé simple!"
Yo, Ana, con mucha alegría, vengo a presentar este libro con un objetivo bien definido: el transbordo. Durante muchos años, centenas de personas me dijeron que mi vida es digna de un libro. Durante mucho tiempo, cuando escuchaba esa frase, de verdad llegaba a pensar en escribir un libro. Pues, reflexionando sobre los hechos, desafíos y superaciones por las que pasé, llegaba a la conclusión de que de hecho era posible llenar algunas páginas de historias. Pero nunca había sacado ese pensamiento de la "lista de planes". ¿Qué cambió en mi vida para que decidiera coger un papel y escribir mi propia historia a mano?
Primero, me transformé de adentro hacia fuera. Encontré mi propósito y me conocí. Desde el lado más bonito, hasta el lado más oscuro de un ser, que no se consigue encajar en la "normalidad" y "estabilidad" de este mundo. Pero también, que nota los códigos que Dios nos muestra todos los días a través de la naturaleza.
Soy la que siempre quiso cuidar primero a todos a su alrededor. Pero que al fin entendió que la primera "mascarilla de oxígeno" nos la tenemos que poner nosotros.
Además, hice consciencia de que una historia bien contada puede salvar vidas, porque podemos aprender con los errores y aciertos de otras personas. Cuando miramos la situación desde un "ángulo externo", podemos reflejarnos, moldearnos y hasta liberarnos de creencias limitantes, que durante muchas generaciones fueron transmitidas de padres a hijos. Como los "refranes" que oímos por ahí. Pero que en realidad, podaron nuestra creatividad, libertad e identidad.
Y por último, porque descubrí muy pronto que una mente llena de sueños y planes no sirve para nada. Solo depende de nosotros mismos que se vuelvan realidad.
El subtítulo de este primer volumen es "yo soy", porque muestra cómo se formó mi personalidad durante mi infancia y mi juventud.
Y siempre supe que: yo soy el "YO SOY", única y muy amada. Eso me ayudó mucho durante todas las fases de mi vida.
Como se trata de la etapa en la que viví con mi madre, quiero expresarle aquí mi eterna gratitud. Ella dedicó su vida a enseñarme los principios del amor y el respeto. Siempre fue muy visionaria y trabajó muy duro para ofrecerme todo lo mejor del mundo. Me enseñó mucho sobre resiliencia. También sobre la importancia de los cambios en la vida. Una madre amorosa y dedicada, que hoy comprendo tan bien por ser madre. Mi madre me enseñó una de las lecciones más importantes de la vida: ¡a ser alguien que siempre da lo mejor de sí!
Nadie es perfecto. Las madres y los padres no son perfectos, y no pasa nada. Pero siempre debemos honrarlos. Existen muchas biografías por ahí. Y no sé el motivo por el cual, precisamente tú, en este momento, vas a leer mi historia. Pero espero que esta lectura te inspire más a creer en ti...
¡¡¡Siéntete amada/o!!!
"Quedarse en el mismo lugar es más seguro y estable, ¡pero la transformación personal surge de los movimientos y desafíos que aceptamos!”
Munique, no sé el día, no sé el mes, año 2011
Durante años, cada vez que había un giro en mi vida, pensaba en la posibilidad de escribir un libro. Entonces, llegó el momento. Mi nombre es Ana, pero tengo un nombre compuesto, algo bastante común en Brasil, especialmente en Goiás, donde nací. Mi esposo dice que este fenómeno se debe al éxito de los dúos de música sertaneja, típicos de la región. Ana Angélica: la inspiración de mi madre fue el nombre de una monja para la que solía coser en esos tiempos. Un nombre angelical, ¡va conmigo! Desde finales del 2009, dos apellidos se acoplaron a mi nombre compuesto. Al inicio solo tenía uno, pero mejor esa historia la explico luego. Estoy haciendo hincapié en el tema del apellido, ya que vivo en Alemania con mi familia, y aquí la mayoría de las personas tienen un solo nombre y suele ser muy corto (primero solo el del padre y después del matrimonio, solo el del esposo). Por eso, es un caos siempre que tengo que decir mi nombre completo. La situación tiende a empeorar cuando tengo que citar o escribir el nombre de mi madre, ya que ella tiene un nombre y dos apellidos diferentes a los míos. Nunca entra en los huecos de los formularios cuando tenemos que rellenarlos. Nuestra hija tiene un nombre y tres apellidos. ¡Sé que nos pasamos un poco! Cuando le estábamos buscando plaza en la guardería casi perdimos la oportunidad, porque nadie entendía de quien era la hija. ¡Al final todo salió bien! Hoy en día ya se acostumbraron a pasar lista y a decir su nombre completo.
Nací en 1974, en Ipameri. Para los más curiosos, se encuentra a 17°44'S de latitud y a 48°09'O de longitud, es un pequeño pueblo. En 2010, la población era de 18.080 habitantes y, según los datos oficiales, ha crecido un 0,38% en 10 años. Allí nací. Solo nací. Mi madre dijo que solo fue a esa zona para que yo naciera, ya que el ginecólogo vivía por ahí. Muy curioso, ¿no? En realidad ella vivía en Anápolis, que queda a 211 km de Ipameri, donde fui a vivir con apenas algunos días de vida. Pero, mi familia materna: mis abuelos, madre, tías y tío, todos nacieron en Ipameri. Ahora, gran parte de esa ciudad está habitada por mis familiares. Son una multitud de primos, que a partir de ascendientes italianos, se reprodujeron con mucho vigor. Las tías de mi madre tenían de 10 a 15 hijos, a veces hasta más, por costumbre. ¡Y solo por costumbre (jaja) la familia se continuó reproduciendo bien! Hoy en día tengo 37 años...
"¡Deja de buscar en el afuera aquello que solo vas a encontrar adentro!"
Ahora imaginad que estáis viendo una película. En ella hay una escena que termina y la siguiente aparece en un escenario completamente distinto. En los subtítulos pone "abril del 2020".
Estamos viviendo una época histórica en cuarentena debido al SARS-COVID-19. Vivimos en Suiza, exactamente en Meggen, una pequeña ciudad de 7 mil habitantes que queda a 7 kilómetros de Lucerna. Por ahora eso no importa, ya te lo contaré después. En 4 días van a empezar las vacaciones de Pascua en las escuelas. Nos iríamos a Brasil, pero las fronteras están cerradas y se cancelaron todos los vuelos. En un día como hoy, con una temperatura de 4 grados Celsius, soleado, tulipanes brotando, pájaros cantando y construyendo nidos, en el horizonte, los Alpes aún tienen nieve, todo eso forma el paisaje de un día perfecto para pasear con la familia. Pensamos en ir a un castillo cercano en coche para dar una vuelta y ver los jardines. Pero, de repente, me acordé de que no podemos. El aparcamiento está cerrado, así como el castillo y los restaurantes. Nada está abierto, solo los supermercados, farmacias, centros de salud y hospitales. El gobierno hizo un comunicado y nos ordenó que nos quedáramos en casa. El país se detuvo. Mejor dicho, los países se detuvieron. Hasta me atrevo a decir que el mundo se detuvo. Durante años la gente temía una tercera guerra mundial. Y ahora estamos en un tipo de guerra. Algo surrealista. Nuestro enemigo es invisible a simple vista. El coronavirus está cobrando miles de víctimas y poniendo la economía mundial patas arriba. Muchos están sufriendo y tienen poca energía. Literalmente ahogándose con malas noticias en Internet, en la televisión, en las noticias. En estos momentos tenemos que remontar. Tenemos que estar positivamente insatisfechos con la situación, sin importar cual sea. ¡Hay que dejar de ser victimistas! Hay que darle valor a las cosas que realmente importan en la vida. El mundo estaba, y aún está, muy acelerado, tecnológico y artificial. Llegó el momento de detenerse, pensar, ser natural, estar en familia, o incluso solo, y escuchar la voz de Dios. Él siempre nos habla, solo tenemos que querer escucharlo.
Justo en ese momento caótico que acabo de describir, mi marido y yo empezamos a formar parte de una de las 10 mil familias que integraban una mentoría llamada MDM (Mentoría del Desbloqueo al Millón). Nuestro mentor, Pablo Marçal y su equipo, gestionan esta asesoría en Brasil, São Paulo. Y nosotros estamos aquí, en Suiza.
Todo empezó cuando mi marido encontró un vídeo en YouTube sobre Identidad y Propósito. Él y yo lo vimos juntos por la noche en la cama. Se nos hizo muy interesante. Se volvió una rutina para nosotros: todos los días antes de dormir, nos sentábamos en la cama para ver a aquel hombre intrépido, que hablaba de Dios de una forma diferente. Hablaba de situaciones de la vida, del trabajo, del dinero y de las familias de una manera distinta. Era una vida tan anhelada por muchos, pero imposible para la mayoría. Pero no para nosotros.
En 2009, habíamos leído el superventas "El Secreto" y otros libros como "La Ley de la Atracción" y "El Poder". A partir de ese año, comenzamos a usar la técnica de visualización prácticamente en todos los aspectos de nuestra vida. Y lo digo con convicción y mucho éxito. Por eso, todo lo que decía Pablo en aquellos vídeos tenía mucho sentido. Sin embargo, había una gran diferencia respecto a lo que aprendimos: el propósito.