Quiero ser Presidente - Reinaldo Martínez Urrutia - E-Book

Quiero ser Presidente E-Book

Reinaldo Martínez Urrutia

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Beschreibung

A esta crisis social creo que no le hemos aquilatado todavía su relevancia, estamos frente a una verdadera Revolución. Cuando se escriba la historia en unos años más, octubre del 2019 será más trascendente que muchos episodios del pasado. 
El diagnóstico de lo ocurrido es más o menos compartido por todos, las soluciones son un tanto más dispares. Como a muchos, a mi también me picó el bichito de mostrar mi visión, o quizás debería decir, algunos de mis sueños.
Ojalá que no me salga como una lista de supermercado, pues son un montón de ideas algo dispersas y no todas bien rumiadas, que aspiro pudieran hacer deliberar a mis compatriotas, en estos momentos en que todo parece posible de ser modificado. 

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QuieroserPresidente

Reinaldo Martínez Urrutia

Editorial Segismundo

Dedicatoria

A aquellos compatriotas y compatriotos capaces de considerar con amplitud de mente opiniones diferentes.

Quiero ser Presidente

Se pensó y se hació(un viejo sabio)

Pero lo malo es que tengo 78 años y un cáncer que ha regresado tres veces y dicen que la tercera es la vencida, lo cual me inhabilita. Será pues un deseo no cumplido. Aunque para ser franco no sé si me gustaría, nunca me he dedicado a la política, no porque la desprecie, me gusta en el sentido táctico, diseñar estrategias para tener éxito con disposiciones que pudieran despertar resistencia de los gobernados. Tengo en mente una frase que se atribuye a Solón de Atenas, se le preguntó si él, que era considerado uno de los siete sabios de Grecia, había concebido las mejores leyes como gobernante. Habría respondido: No, sólo las mejores leyes que pueden soportar los atenienses en este momento. Porque la política es el arte de compatibilizar lo posible con las necesidades, los anhelos y las frustraciones de una comunidad. También podríamos decir que es el comportamiento adecuado a las circunstancias. Porque la política no se aplica sólo al gobierno, también en el trabajo o en la vida diaria.

En estos escritos no voy a citar a ningún filósofo, científico o psicólogo social. Por estos días ningún columnista u opinólogo que se las crea puede dejar de mencionar a Zygmunt Bauman y su modernidad líquida, olvidando que después de todo esos pensadores nunca gobernaron y una cosa es la teoría y otro la práctica, o sea con la guitarrita. En realidad, me cargan aquellos que citando sus innumerables lecturas pretenden vendernos su verdad. Me parecen arrogantes y pesados.

Ojalá que esto no me salga como una lista de supermercado, pues son un montón de ideas algo dispersas y no todas bien rumiadas, que aspiro pudieran hacer deliberar a mis compatriotas, en estos momentos en que todo parece posible de modificar.

Pero “Quiero ser presidente” es un título más vendedor y me gustó. Quizás una columna en un diario habría correspondido más a mis deseos, un par de veces mandé cartas al director, pero no fueron publicadas.

Pienso que hay dos maneras o estilos de gobernar, el más simple que no requiere de individuos muy inteligentes, aunque ojalá honestos, es “administrar” las instituciones que forman el Estado y lucirse diciendo: “las instituciones funcionan”, bien o mal, obvio que no da lo mismo.

La otra manera de gobernar requiere de seres desgraciadamente escasos, que no se dan todos los días, aquellos que tienen una visión de futuro, que piensan en el país de 20 ó 30 años más. En nuestra historia reciente destacó don Pedro Aguirre Cerda, que a mi juicio ha sido el mejor presidente que hemos tenido, su obra fue enorme, creando un país absolutamente distinto, donde el Estado asumió las riendas de la creatividad en áreas inexploradas por nuestros emprendedores acostumbrados a una agricultura y minería con técnicas obsoletas. El otro, Ricardo Lagos, sus proyectos tenían visión de futuro. Se lo critica porque todos no fueron afortunados, eso ocurre con alguna frecuencia a los privados y a los gobiernos. Qué rico es tener carreteras, qué pena tener que pagarlas. Cuando usted recibe un préstamo en el banco sale feliz, cada vez que paga una cuota despotrica contra los ladrones usureros. Así somos.

¿Se ha preguntado por qué tantos candidatos siempre hablan del “cambio”, será necesario estar cambiándolo todo siempre? El concepto de Izquierda en política agrupa a quienes abogan por la igualdad social, la Derecha supone que la desigualdad es natural al ser humano y no puede cambiarse por leyes dictadas por los hombres. El origen de esta distinción se encuentra en la ubicación que ocuparon físicamente en la tribuna de la Asamblea Constituyente previa a la Revolución Francesa. La Izquierda era el grupo que quería el cambio, quitarle el poder al rey y sus cortesanos.

Pero después de la Revolución Soviética y la Guerra Fría se han mezclado y confundido las ideas de izquierda con Comunismo, y como éste fracasó, porque no consideró que los hombres somos egoístas y competitivos y que solidaridad en sólo una palabra bonita, se creó este lío que ha hecho daño a las Izquierdas. Para mí el Comunismo está obsoleto. ¿No sé qué persiguen sus actuales militantes, ignoro si olvidaron que la abolición de la propiedad privada era fundamental a sus principios, o si aún persisten en esa especulación?

Para la Socialdemocracia o izquierda no comunista el cambio significa adaptarse a las nuevas concepciones culturales que se van gestando en los grupos humanos. ¿Sin cambios en nuestra manera de pensar y hacer quizás viviríamos aún en las cavernas, o bajo las crueles leyes del imperio romano? Sin cambios, ¿cómo nos hacemos servir de las nuevas tecnologías? Siempre han existido grupos organizados que se oponen a cualquier cambio, está claro quienes son, los que perderían parte de su poder y pronostican que cualquier cambio traerá la ruina.

¿Y de dónde y cómo surgió ese Poder? Supongo que en la prehistoria lo detentaría el más fuerte, el más cruel o el mejor cazador, y también aquellos que descubrieron que el temor es una fuerte arma de sometimiento. Así surgió el brujo y sus dioses, que hasta el día de hoy lavan el cerebro de niños y jóvenes negándoles su derecho a desarrollarse como criaturas libres, sin prejuicios. Esta alianza de las armas y la religión ha sido por siglos muy exitosa. El más astuto se erigió como soberano y reclutó un ejército para protegerse y reunió un grupo de adeptos para compartir el poder. Este relato parece una historia vieja, pero persiste hasta la actualidad, a pesar de las sangrientas revoluciones que se han sufrido por siglos, sólo que a la Corte del soberano ahora la llamamos Élite.

La historia que nos enseñan en los colegios hace mención a fechas, batallas y a un listado de presidentes, no nos enseñan cómo se han gestado los cambios socio-culturales para que entendamos quiénes hemos llegado a ser y sobre todo cuanto nos ha costado. Los grupos de poder en nuestro Chilito nos tienen secuestrados desde la batalla Lircay de 1830. Las mismas familias vencedoras se han turnado en el gobierno, oponiéndose a cualquier cambio que signifique compartir ese poder que les permite acumular riquezas, que hoy por hoy son escandalosas. Aunque para ser justo eso ocurre en todo el planeta.